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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: La Sombra del Vampiro

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"Estoy desconcertado. Dudo, temo, pienso cosas extrañas, y yo mismo no me atrevo a confesarme a mi propia alma..." Bram Stoker escribía esto en su novela "Drácula", allá por 1897 y más allá de describir las tribulaciones de un personaje, lo que estaba haciendo era describir una característica intrínseca a todo ser humano, que es el nulo entendimiento que tenemos de nuestro propia alma, porque el desconcierto, la duda y el temor de nuestros propios pensamientos, es algo por lo que todos pasamos varias veces en la vida.

Friedrich Wilhelm Murnau, debió sentir el súmmum del desconcierto al no poder dejar que su adaptación de la novela "Drácula" de Bram Stoker, viera la luz debido a la denuncia de la viuda de Stoker, por no haber pagado los derechos de autor. Las copias de la película, cuyo título era "El castillo Vogelöd", fueron destruidas casi en su totalidad, pero al alma de Murnau seguía queriendo traducir en imágenes la novela que le obsesionaba, y tras dudar y temer, pensó cosas extrañas y decidió que modificaría nombres y lugares y con ello no tendría problemas para rodar a su antojo. Así fue como nació "Nosferatu" (1922) , la historia del conde Orlock y lo que es más importante, la leyenda negra del actor Max Schreck. 

Esto es historia oscura del cine, y era imposible obviar algo tan jugoso, por lo que en el año 2000, Elias Merhige, decidió hacer el ejercicio de metacine por excelencia y rodar "La sombra del vampiro", para explicar con todo lujo de detalles, en qué consistía esa leyenda negra que rodeó a Murnau y Max Schreck durante el rodaje de "Nosferatu", que como todos sabéis, no es otra que una truculenta fábula de cómo Murnau descubrió a un vampiro real y le instó a que interpretara para su película al Conde Orlock a cambio de la garganta de la actriz Greta Schröder. 

Este biopic titulado "La Sombra del vampiro" se convirtió, desde su nacimiento, en un clásico moderno, por la manera tan soberbia de presentar una historia rocambolesca al gran público. Lo hizo desde el enigma, desde la sabiduría de estar jugando con algo tan atrayente como aquello que brilla, porque tenía bien presente que "Nosferatu" es una de las bases del terror, y porque todo lo que se narra es tan inverosímil como interesante. 

Para llevar a cabo tan ambicioso proyecto, la primera decisión fue rodearse de un gran equipo de intérpretes que hicieran creíble lo increíble, y que reprodujeran con mimo escenas míticas del cine. Nadie mejor para semejante reto que John Malkovich encarnando a Murnau y llevando al extremo una obsesión por crear una obra maestra a la vez que mostraba su vanidad a la hora de hacer cine. Malkovich estuvo excelentemente bien acompañado de un inmenso (y nominado a un Oscar), Willem Dafoe, en uno de sus papeles más brillantes, pues él parece más Max Schreck, que el propio Max Schreck. 

Mentiría si dijera que el peso de la película lo llevan los actores, pues la puesta en escena es tan acertada que rivaliza en orden de importancia con la interpretativa, pero desde luego Malkovich y Defoe sostienen un duelo interpretativo pocas veces visto, pues representan la falta de escrúpulos y la naturaleza monstruosa como nadie, de una forma histriónica, porque el guión así lo requería, y totalmente entregada a la historia. De esta forma, tenemos a el vampiro más humano que haya pisado la gran pantalla, desprovisto por completo, en la misma, de toda cualidad sobrenatural, y el director más cruel que hayamos visto, cuando se nos permite observar a quien observa detrás de la cámara. 

Por supuesto, es necesario mencionar las partes en las que el cine entra dentro del cine y la pantalla se funde en sepia, para llevarnos a otra época en la que la mímica, la exageración y el silencio era lo que marcaba el tempo de la historia. Es en estos momentos, donde "La Sombra del vampiro" aun brilla más, si cabe, pues perdemos de vista la película principal, para confundirnos con la película dentro de la película, y entender que "Nosferatu" podría haber estado interpretado por Willen Defoe y Eddie Izzard (como Gustav), sin que chirriase en absoluto, pues la grandeza de la película de Merhige, es que te lleva una época pasada donde te encierra y te hace partícipe de cada acción. 

Desde luego en "La Sombra del vampiro", el maquillaje (nominado también al Oscar, aunque se lo llevó "El Grinch" ), es sublime, es inmenso, pero la labor de fotografía, hace tanto bien al resultado, que es de delito que no se hubiera llevado otra nominación a los Oscar de ese año. Poco se puede decir a estas alturas del uso de las sombras, de las tonalidades y de los planos que no se haya dicho, pero es algo que hace disfrutar tanto con cada nuevo visionado, que estoy segura de que sabréis sacarle nuevos matices. 

Sin duda, "La sombra del vampiro" es un pedazo de ese cine que nace para hacer disfrutar, que envejece bien y del que pocas pegas se pueden sacar, vamos, lo que todos conocemos como buen cine. Apetece volver a verla, ¿verdad?



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