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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Zivot i smrt Porno Bande

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En esta vorágine y orgía de películas chungas que sin saber muy bien cómo, me acabo tragando, "Zivot i smrt porno bande", traducida como "La vida y muerte de una banda porno" ocupa un lugar importante. Si pensaban que “A Serbian Film” es la película más extrema salida de la cinematografía serbia, tendrán que pensárselo dos veces tras ver esta peli que afronta la maldad de cara y de forma bastante explícita.

La película, del 2009, prohibidísima por la censura de la mayoría de países europeos, y filmada a modo de found footage, pseudo documental cámara en mano, desgraciadamente ha sido eclipsada por “A serbian Film” como la gran peli potente que es. Las comparaciones entre ambas, aparte de odiosas son normales, obvias, y en realidad ambas tienen un punto inquietante y estimulante, que ha establecido un nuevo estándar para el “cine extremo” en el futuro. 

Personalmente, “A Serbian Film” no me gustó demasiado, y en la comparación gana, por goleada, la peli que hoy les critico, a pesar de carecer de la unidad narrativa de aquella otra. 

Ambas películas son en parte un intento por simbolizar, a modo de metáfora chunga y desagradable, las dificultades tremendas por las que pasa la vida en la Serbia actual, pero en mi opinión “A Serbian Film” se centró demasiado en su propio concepto provocativo y la metáfora se traduce mucho peor que en “Zivot i smrt porno bande”, que sí, también parte de un concepto absolutamente salvaje y provocativo, pero funciona a la perfección como película poliédrica con mil y un sentidos. En esta primera cinta de ficción de su director, Mladen Djordjevic, encontramos referencias, dejes e influencias de un cine profundo y serio, un Cine casi en mayúsculas, y aunque la cámara no descansa un solo segundo como el subgénero manda, lo que puede marear a ratos, y tiene una visión a ratos demasiado fría e imparcial, muestra descarnadamente toda la crudeza que el director quiere transmitir, sin hacer concesiones de ningún tipo ni permitir un respiro de aire fresco al público y sin regatear en imágenes explícitas de sexo y violencia, de placer, dolor y muerte, tampoco deja pasar la oportunidad de hacer una queja formal introduciendo episodios de la historia reciente, de la política y sus corruptelas, del poder mal empleado y de un pueblo hundido. 

La propuesta es dura, durísima, muy, muy cruda, pero también mucho más interesante de lo que uno podía esperar. 

Marko (Mihajlo Jovanovic), es un joven director de cine de Belgrado que lucha por sacar a flote sus propios proyectos. Tras no conseguir financiación para su primera película, harto de la censura y la falta de libertad, conoce por casualidad a Cane (Srdjan Miletic), un magnate del porno con el que empieza a hacer películas. Sin embargo, las pretensiones artísticas del director no están satisfechas y se le ocurre la idea de, usando el dinero del magnate, mezclar porno y teatro, creando el primer cabaret porno del país, un show experimental con sexo convencional. Pero a las autoridades indignadas, no les gusta un pelo la libertad sexual de la propuesta, y entonces Marko, con el resto de la compañía, formada por un grupo de personas víctimas del desarraigo y lo marginal, entre los que destacan una pareja gay, Johnny y Max, un travesti, Ceca, y los drogadictos Rade y Darinka, deciden hacer una gira por la Serbia más rural, a años luz de la Europa del Siglo XXI, donde acabarán encontrando un submundo de horrores, parafilias y muerte, cuando un ex periodista alemán de guerra, obsesionado con los Balcanes, Franz, tras uno de sus espectáculos le hace a Marko una retorcida propuesta: rodar snuff movies y hacer dinero en un descenso a la locura y la violencia extrema, un viaje horrible que con el tiempo se va cobrando la vida de todos los que rodean a Marko. En ese descenso a los infiernos de la retorcida mente humana, encontramos que hay campesinos, no uno ni dos, afectados por la pobreza que engendra cualquier guerra, que están dispuestos a dar sus vidas voluntariamente como víctimas de una cinta snuff por el bienestar financiero de sus seres queridos.

De partida, la peli funciona y tiene éxito a un nivel básico, el de horrorizarnos y espantarnos, con la presentación de un catálogo de imágenes que tiene garantizado trastornar hasta a los espectadores más borricos, que como yo, están ya endurecidos de ver cine extremo. 

El objetivo que se reserva el director, de usar su peli como un brutal recordatorio de las atrocidades de la guerra, está también más que logrado, y es que donde “A Serbian Film” dudosamente trataba de ser una alegoría del conflicto serbio, Mladen Djordjevic lo logra plenamente con su discurso socio-político. Pero además lo hace de un modo extremadamente realista y a la vez cercano, pues todos los personajes de la cinta rebosan humanidad pura y dura (muy a diferencia de lo que sucedía con los estereotipados personajes de “A serbian film”) y a pesar de que el argumento cinematográfico es muy, muy duro, el director no se ceba en el morbo, sino que nos muestra todo de forma sencilla, como si en realidad él sólo documentase, lo que hace a la cinta aún mucho más potente. 

Sí, hay violencia, y mucha, pero queda bien claro el poder autodestructivo, negativo y corrupto de esa violencia, que no es sino un círculo vicioso del que será muy difícil escapar. En este caso, el de Marko, imposible. 

La gran mayoría de películas que tratan de resultar absolutamente profundas e inteligentes terminan siendo intentonas pretenciosas o auténticos coñazos que se enredan en argumentos metacinematográficos y filosóficos. Esta película, en cambio, es simple, muy simple. Es un retrato de la corrupción, de la perversión y del rencor. Y una auténtica sorpresa que ningún amante del terror, del torture, y el gore deberían dejar escapar. 

Pero, me repito, no es ese objetivo único ni el primordial, sino el servir como metáfora de la vida de cualquier persona "diferente", y no solamente aquellos que viven en Serbia hoy día, tras el panorama de la guerra con Croacia, la situación postbélica en los Balcanes y la descomposición en todos los aspectos de la antigua Yugoslavia. 

Mladen también nos muestra de la forma más brutal, la hipocresía de la auto-represión sexual por la que sigue pasando el pueblo serbio,(hay muchísimo desnudo, así como sexo entre hombres, lluvias doradas, etc...) y las conexiones ocultas que existen entre porno y mafias del Este, tán bien personalizadas con la figura del alemán veterano de guerra y de la policía corrupta. 

La cinta, que puede hasta entenderse como una respuesta serbia muy sombría al cine más escandaloso de John Waters, es en resumen una película absolutamente transgresora, que reflexiona en una capa profunda bajo algunas de las escenas más explícitas de violación, tortura (uno de los personajes se carga a una cabra), automutilación, bestialismo (felación a un caballo), sadismo, decapitaciones, suicidios y demás que jamás hayamos visto, aunque lo más importante es plantearse que sería posible que alguno de esos campesinos se ofreciesen como voluntarios para cintas snuff con tal de que sus familias salieran del pozo de miseria en el que llevan más de una década. 

Lo mejor: El trabajo de la cámara y la naturalidad de los actores dan una sensación documental casi dolorosa. 

Lo peor: Que se haya ocultado su valía tras el éxito escandaloso de su compatriota. 

Aunque no puedo decir que realmente disfrutara de mi experiencia con esta película, desde luego he de reconocer que es innegablemente efectiva y muy, muy estimulante, incómodamente visceral y sin duda inolvidable... Pero en absoluto recomendable para aquellos de estómago débil. 

La cinta arrasó en el Festival de Cine Underground de Boston en el 2010 y en el Fantasia Film Festival 2010 obteniendo sendos premios del Jurado y al mejor guión. A día de hoy, la edición en DVD, prácticamente inencontrable, ronda los 60 euritos de segunda mano. Ahí es nada.



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