(A petición de algunos de vosotros, que nos habéis preguntado por ella, re-subimos la crítica publicada originariamente el 13 de Octubre del año pasado). Si algo no hay que hacer nunca, es perder la esperanza. Y si alguien, creía que dentro del cine de terror, ya estaba todo inventado, es que aun no ha visto “It Follows”, la nueva película y primera dentro del género de David Robert Mitchell. Tras visionar sus ciento siete minutos de metraje a placer, en un auditori de Sitges semi vacío dadas las tempranas horas de proyección, aquí el menda sale de la sala con el convencimiento de estar no solo ante una de las grandes propuestas de la temporada en lo que a fantástico se refiere, sino también ante el inicio de una nueva fórmula que casi con toda seguridad, volverá a ser explotada en el futuro, pues el amigo Mitchell ha encontrado con “It Follows”, la gallina de los huevos de oro, la piedra filosofal y el santo grial, todo ello en el mismo saco, envuelto con un lacito de regalo y listo para hacerse un hueco en el panorama de terror actual, el cual, si por algo flojea precisamente, es por su falta de (buenas) ideas.
Y eso que la cosa no parece recorrer en sus inicios, la senda de la originalidad. No hace falta haber mamado demasiado terror, para darse cuenta de que el director, rinde descarada pleitesía a la obra de uno de los más grandes del género: John Carpenter. Esto queda patente desde la inicial y fabulosa apertura del movimiento. Con una chica, tras agónico crepúsculo, saliendo corriendo de su casa visiblemente asustada y observando su alrededor, como si estuviera escapando de alguien... y hasta ahí puedo leer que diría la mítica Mayra Gomez Kemp. Tras eso y algo más, inquietante, que nadie lo dude, los pelos como escarpias al ser conscientes del homenaje cuasi ceremonial que Mitchell ofrece al maestro Carpenter (solo le falta degollar a una virgen y ofrecerle su sangre) cuando suena la primera de las partituras y la lente del cineasta nos invita a recorrer la urbanización donde transcurre la acción.
La atmósfera Carpentiana no se intuye, se palpa. La banda sonora, omnipresente, nos evoca al Carpenter más ochentero, llegando a rozar incluso lo empalagoso como ya ocurriera en aquella fabulosa “El Príncipe de las Tinieblas” (“Prince of Darkness”, John Carpenter, 1987) mientras la fotografía juega al despiste viajando a través el tiempo, del clasicismo de los ochenta/noventa, a la vanguardia del cine independiente. Por suerte, esto segundo, no es más que un vago intento de figurar, ya que dejando de lado formas y homenajes varios, “It Follows” es un nuevo terror teen con personalidad propia pese a emanar a clásico por todos y cada uno de sus poros.
Como ya hicieran en su momento cintas como “Pesadilla en Elm Street” (“A Nightmare on Elm Street”, Wes Craven, 1984), “Destino Final” (“Final Destination”, James Wong, 2000) o “The Ring: El Círculo” (“Ringu”, Hideo Nakata, 1998), la película de Mitchell inventa su propia fórmula, no es más de lo mismo, es el sujeto cero de una nueva cepa de virus, una nueva forma de hacer terror, por lo que el hedor a franquicia que desprende a cada minuto de metraje, es embriagador. Veremos cuanto se hace de esperar la inevitable secuela de una película que ya ha sido galardonada en varios festivales de cine fantástico como el Austin fantastic fest, donde ganó a mejor película, mejor director y mejor guión o el Neuchatel International Fantasy Film Festival, donde el director recogió también dos premios.
“It Follows” indaga en lo que yo denomino, “terror cabrón”, que es un terror que no solo mata, también putea. En este sentido, la obra de Craven con su pedófilo desfigurado al frente, se lleva la palma, pues no se me ocurre mayor tortura que la que planteaba tan celebre saga, Si duermes, mueres. Aquí, en “It Follows”, la cosa no va de insomnio, al menos de manera directa, pero si de una amenaza que te obliga a estar alerta en todo momento, una amenaza que no da tregua y que nunca sabes ni el “cuando”, ni el “quien”. Una amenaza contra la que no puedes luchar, de la que no puedes escapar para siempre y que para colmo, te sume en otra de las grandes miserias del ser humano: la soledad. Y sigo acogiéndome a la “enmienda Kemp” para no soltar más prenda sobre la naturaleza del horror que nos depara la cinta, pues cuanto menos os cuente, mejor.
Si diré que funciona, la fórmula funciona. Es original y lo mejor, es aterradora. “It Follows” tiene algunos momentos realmente espeluznantes, de esos que le ponen a uno la piel de gallina y le dibujan, al tiempo, una diabólica sonrisa en el rostro. Porque de mala leche, la película va sobrada. Y lo sabe. Es a partir de ese auto-conocimiento de las propias virtudes, de esa ciencia cierta de que es la película, quien tiene la sartén por el mango y que el espectador, es tan solo eso, un mero espectador a merced de tan malsano imaginario, sobre el que “It Follows” construye una serie de situaciones tan incomodas, que consigue tocar los resortes apropiados en cada momento, para que el respetable apriete el ojete al antojo de la obra.
Si intentamos llevar la mirada un poquito más allá de la superficie, podríamos encontrar incluso la simbología que se esconde detrás de la enigmática trama. Si atendemos a que la maldición que persigue a los protagonistas, se transmite mediante las relaciones sexuales, podríamos hablar de “It Follows” como de una metáfora sobre la culpa aplicada a la promiscuidad (en ningún caso una denuncia descarada sobre las consecuencias del sexo sin protección, como ocurriera en “Contracted”), pero si es cierto, que viendo la película, el tema del sexo da bastante que pensar. Esto en ningún caso es un condicionante a la hora de disfrutar del filme, todo lo contrario, pues otorga nuevos matices a una historia que ya de por si, da para darle al coco.
“It Follows” es una brillante reinvención del terror teen y una de las mejores películas de terror de los últimos años. Esto es incuestionable y desde luego, era absolutamente necesario en un género, tan falto de ideas como éste, donde la repetición de fórmulas, lo han sumido en una situación donde la indiferencia, se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Alabado sea David Robert Mitchell.
La curiosidad: La joven actriz protagonista, Maika Monroe, es un clon de la popular Amber Heard.
Lo mejor: Su originalidad, la banda sonora y su capacidad por mantener al espectador en constante tensión, desde el primer al último minuto de metraje. Por no hablar del amor que rezuma hacia la obra de Carpenter en todo momento.
Lo peor: El desenlace peca de divagante en sus postrimerías y la absoluta injusticia que significa el hecho, de no haber recibido ningún galardón en Sitges.