Vaya marronazo de crítica... La verdad es que es toda una papeleta transmitirles una opinión medianamente coherente sin caer en los dos facilones, pueriles y hasta cierto modo inevitables tópicos, o sea: a) La peli es un remake de un clásico de los que no necesitan remake ni de coña. b) A pesar de lo cual, y distando muchísimo de ser convincente, no está mal del todo. Pero llegados a este sexto renglón me pregunto ¿Por qué les tengo que transmitir nada coherente?, ¿Quién me creo yo que soy?... Así que sí, amigos del nido, voy a hacer lo que me dé la gana y como buen psycho bipolar sacaré de paseo mi lengua viperina de niño endemoniado para poner a caldo lo criticable y súper venderles lo regulero/decente.
Para empezar, Poltergeist (a saber, la original, la de Hooper, a partir de ahora, porque la versión que se estrena hoy en nuestras carteleras pasa a ser “el engendro” y así no nos liamos), es una de las inmensas pelis de terror de todos los tiempos, un icono que no sólo ha marcado el devenir del género, sino, en mi caso, mis temores más profundos de infancia, juventud y madurez. (Glups).
Hay pelis, que por mucho que la situación actual del cine Hollywood intente justificar la secuelitis como resultado de la carencia de ideas nuevas, frescas e inteligentes, NO hay por qué tocar ni con un palo, por mucho respeto y admiración que se vaya a guardar al intentar hacer un remake decente. Y “Poltergeist”, como ocurrió con “La Profecía” y como sucede con “El exorcista”, por ejemplo, es una de esas cintas incuestionables, inmejorables y que a la hora de versionar es muy difícil no joder.
Porque serán muy pocos (la minoría al menos) los que acudan hoy al cine a ver “el engendro 2015” sin tener bien presente en su mente la peli del 82, y se vean sorprendidos por una historia que es parte del acervo personal y frikista de cualquier fan del terror. Y es que Poltergeist es una de esas películas que marcan la vida de la gente para siempre.
Dicho lo anterior, debo reconocer que ha habido remakes que han igualado al menos al original (en mi opinión, en el caso de las estupendas versiones de Aja, casualmente el director que Raimi quería para este “e2015”, de “Las colinas tienen ojos” y “Piraña” incluso se supera con creces a los clásicos) y que distan mucho de esos burdos rebirth o newborn o como quieran llamar a los remakes espantosos de sin ir más lejos “Carrie”, “Viernes 13” o “Pesadilla en Elm Street”, tres clasicazos también que desgraciadamente tuvieron una versión nueva era regulera, o ya el espanto total de “La profecía 2006” o “La semilla del diablo Versión Tvmovie”, directamente enjuiciables, querellables y justificadoras de atentado lesivo contra sus responsables.
El caso en el que nos encontramos está, con diferencia, entre lo mejorcito del tuneo cinematográfico, y a pesar de no rozar ni acercarse a la maestría absoluta del original, es un ejemplo de cómo un proyecto multimillonario puede ser resultón, soso, digno e innecesario a partes iguales.
Desde que se dió a conocer que Raimi, debilidad absoluta de quien esto escribe, estaba al frente de la producción del remake, y que Aja era una de las opciones planteadas para dirigirlo, muchos experimentamos esa extraña sensación de babeo y cabreo simultáneo en la línea de a quién quieres más, a papá o a mamá...
Finalmente la dirección ha quedado en manos de Gil Kenan (“Monster House” y “City of Ember”), tibio, respetuoso, blando y sacrílego por momentos, y el guión nada menos que en las manos de un premio Pulitzer, David Lindsey-Abaire, ya no supervisado todo por el omnipresente, metomeentodo, genio insoportable de Spielberg como sucedió con el original, donde metió demasiada baza, lo que era costumbre suya (también le denunciaron de entrometido Donner en “Los Goonies” y Dante en “Los Gremlins”, en las que sólo iba a ejercer de productor).
Y el resultado, aunque nos fastidie, aunque no pasará la criba justa del paso de los años y aunque desmerece totalmente un mito que revolucionó y renovó positivamente el género y del que no está a la altura, es una digna, hasta cierto punto loable (bueno, no, loable ni de coña) película de miedo miedo, cargadita de sustos y con todos los ingredientes necesarios para arrasar en taquilla y acojonar a las nuevas generaciones que se le acerquen.
Pero si hay algo por lo que destaca, es por la sensación de necesidad inmediata de revisitar el original, que crece y se hace todavía más grande, más perfecto y redondo. Era muy difícil, imposible, estar a la altura de tan virtuoso punto de partida, y aunque el retoque estético treinta años después no es ni mucho menos espantoso, y el uso de todos los posibles clichés habidos y por haber no desentonen en el panorama de nuestras carteleras, pero ideológica, que no financieramente, seguro, la peli es un fracaso absoluto.
Da la impresión de que los responsables conocen el original sólo de oidas y han decidido eliminar de aquel todo ápice de personalidad, originalidad y autenticidad, en pro del uso y abuso de sustillos facilones (algunos buenos, sí), subidas de música pichí y oscuridades tontas que no logran la angustia, la capacidad de marcar y asustar, de sugestionar de por vida, porque entre otras cosas no lo pretende en ningún momento.
Aquí, los efectos especiales han avanzado tremendamente, es cierto, pero ya quisieran lograr lo que los creados por Edlund y la compañía de Lucas, Light & Magic consiguieron a principios de los 80 convirtiendo a la peli en una de las más aterradoras y espeluznantes de la historia.
Y entrando al ruedo, a lo que vamos, muchas cosas han cambiado. La familia sigue siendo un reflejo ñoño de la perfección aparente americana como ya lo fue en la original, y sigue estando formada por papi, mami, hija adolescente y niño y niña repelentillos y foco de atención absoluta de los espíritus burlones del Más Allá.
En los desatinos del reparto entraré después, pero lo que de primeras nos hace desencajar la mandíbula incrédulos y epatados por completo, es que la niña protagonista ya no es “Carol Anne”, sino “Madison”...
Y dirán ustedes “pues vaya, este Thorn no puede ser más estúpido, ahora critica un cambio de nombre, qué pueril, que ridículo...”. Y una leche... Si se toca algo casi sagrado no me vengan con historias, y no me digan que no les chirriaría que en Elm Street anduviese “Jessie Dugger” o por Cristal Lake “Jaimie Boorman”... ¿No estáis remakeando “Poltergeist”? ¿A cuento de qué viene esta ridiculez?
Pues, flípenlo, que no es por respeto al original (al contrario), sino por superstición de un guionista que teme que “La maldición de Poltergeist” renazca y como el que se echa sal por encima del hombro, se cree que cambiando el nombre de la niña prota se podrá aprovechar del tirón inevitable del remake sin pasar por el trauma de que los actores la vayan palmando en circunstancias extrañejas cuanto menos.
Sigamos... Olviden rollo papá buenorro comercial inmobiliario de promoción en urbanización pija sobre cementerio apache, y visualicen a familia próspera y unida que en busca de un futuro mejor se traslada a una nueva y fabulosa zona residencial americanita, en la que nada más llegar los pomos de los armarios desprenden electricidad estática salvaje, las luces van a su bola y en la tele, ¡Ay!, ahora un pedazo de plasma de novecientas pulgadas, las manos de los muertecicos juguetean con nuestra niña, que además de no llamarse ya Carol Anne, tampoco es una protomarisol rubísima sino una blandita niña standard, la insulsa Kennedi Clements, diametralmente opuesta a Heather O'Rourke y que seguramente a nivel actoral aunque deficiente, sea la mejor del reparto.
Ellos son los Bowen, familia piña, como hemos visto formada por papi Eric (Sam Rockwell), mami Amy(Rosemarie DeWitt) y retoños Kendra, Madison y Griffen (toma nombrecitos) que se convierten en objetivo absoluto y primordial de las fuerzas de “El otro lado”, entidades que en un principio parecen amables y simpaticonas pero que en menos que canta un gallo abduce a la niña pequeña agresivamente.
Y bueno, cargándose otro de los enormes talentos virtuosos de la cinta de Hooper, el de la doctora Lesh, personaje que interpretaba alucinantemente la preciosa Beatrice Straight, la sustituye por una mediocre Jane Adams como doctora Powell.
Ahora la familia decide llamar a un parapsicólogo de postín, Carrigan Burke, (Jared Harris) que se da cuenta de que la pequeña Madison es la vía rápida de salida de esos fantasmas atrapados en el otro lado y que al parecer están más que interesados en regresar a este valle de lágrimas.
En el naufragio que ha supuesto el descarte y la recopilación en 90 minutos del clásico atemporal, han sobrevivido referentes que como la televisión con el ruido blanco de fondo son imprescindibles, como los juguetes, y en especial el payaso diabólico del nene mediano, elemento terrorífico donde los haya.
Queda también, por desgracia, ese tufillo predicador de las virtudes de la familia nuclear y tradicional de clase trabajadora que no se desmorona en medio de una sociedad de consumo ni por los envites salvajes del Más Allá, ni al quedarse en paro (ahora el padre es uno de tantos millones de desempleados, lo que no deja de chocar en vista del casoplón que se marcan, teniendo en cuenta también que mamá es una escritora sin ventas).
Y ahora hay móviles, tablets y iphones a tutiplén en casa, pero el desencadenante de todo sigue estando, como he dicho, en la pantallaza, más grande y moderna, pero pantalla televisiva al fin y al cabo.
“Respetuosamente”, porque es una de las cosas que más oiremos cuando se hable de este remake, se han mantenido hilos argumentales y pilares del terror, se han conservado frases tan atractivas y genuinas como “Ya están aquí”, momentos cumbre como el del árbol devoraniños y el armario bilocador al Más Allá... Sí, vale, pero agárrense los cinturones, se ha prescindido de otros como el fabuloso clímax de la piscina y los esqueletos o el personaje de Tangina Barrows...¡Ay,ay,ay!.
Así que sí, la peli no es un calco del original, pero se parece a él bastante poco, la verdad. Y lo peor no es ya que pierda en la inevitable comparación con su matriz, sino que denota un copieteo bastante cutrón del cine magistral de mi admirado, adorado y endiosado Wan, en plan Warren e Insidious metidos a presión en la coctelera del Pulitzer, con una tasa de sustos previsibles un pelín por encima de lo deseable que, vale, se centra también en lo más profundo del miedo, en la intimidad y el origen de la pesadilla íntima humana, de la sombra, del monstruo en el armario y la oscuridad repleta de fantasmas acechantes.
Y ya, por fín, me libero de presiones y exigencias y critico lo peor de la peli, su reparto. Porque si algo espectacular y que funcionaba como un reloj había en Poltergeist era un cásting espectacular, donde las interpretaciones soberbias encajaban unas con otras sin chirriar ni un segundo. La cinta se benefició enormemente de traumatizar de por vida (corta, desgraciadamente) a la niña prota, una Heather O'Rourke poco menos que espeluznante y que se convirtió en foco de la leyenda negra que pesa sobre la peli y en imagen reconocible e identificadora de un clásico imperecedero.
En este remake nadie parece actuar en serio. Y no es porque en el guión haya demasiado humor, que sorprendente e ilógicamente lo hay, sino porque no pegan ni con cola y uno no puede dejar de pensar en el reparto original con lagrimones como garbanzos en los ojos ante la pérdida del componente dramático personal.
Papá y mamá, dos actores así un poco gafapastis, ya han trabajado juntos, en “Digging For Fire “ pero lejos de tener química en pantalla uno no se traga la relación ni por un minuto, y lo que es peor, tampoco se traga la preocupación de esos padres cuando la niña es arrastrada al otro lado, pareciendo más molestos que tristes, en una competición bastante cutre por ver quién pone la cara más compungida y falsa carente de emociones. El único descanso que le queda a uno es pensar que las cosas podían haber sido aún peores, pues se pensó en Tom Cruise y la preciosa Anjelina Jolie-mejores actores sin duda pero rizando ya el rizo- para una cabecera de cartel en plan guaperas e irreverente por completo.
Luego está Saxon Sharbino, como hija mayor sexy y raruza, y Kyle Catlett como hermano mediano miedoso que parece la versión en persona del dibujo animado protagonista de la “Monster House” del director, y la rebautizada Kennedi Clements, que como ya dije puede que sea la mejor del reparto aún siendo bastante regulera.
Con una fotografía estupenda, de nuestro Javier Aguirresarobe, una BSO mediocre, lejana a la obra maestra de Jerry Goldsmith.,la fórmula que han decidido explotar Raimi y Kenan, un poco preocupados por que la calificación no pasase de “PG13”, y que se ha convertido en la primera colaboración de 20th Century Fox y MGM a repartir el botín, eludiendo el rastro de drama emocionante, terrorífico, gore por momentos y salvajemente macabra que Tobe Hooper supo imprimir a su cinta a pesar del ególatra Spielberg y metiendo demasiados chistes facilones, chascarrillos que se alternan con sustos como en una peli de Chiquito de la Calzada y se queda sosa, decepcionante e insuficiente, que sin duda hará el deleite de adolescentes desconocedores del mito pero irremediablemente no puede ni de lejos, convencer a ningún fan-fan.
La crítica en su momento, cosa extraña en una cinta de género, fue casi unánimemente benévola, lo que no hizo sino aumentar el interés despertado por la película. En la actualidad, al menos en su mayoría tampoco está siendo negativa, lo que puede sin duda desembocar en lo que lamentablemente ocurre con la mayoría de los exitazos de taquilla, cuando aún no ha dejado de proyectarse la cinta y ya se están firmando las inevitables secuelas en los grandes despachos. Con el dinero que recaudó “Poltergeist” no era extraño que para la secuela, cuatro años después, un casi desconocido Brian Craig lograra reunir a todo el reparto original en una superproduccionaza millonaria que a pesar de tener a uno de los malos más terroríficos de la historia, el espíritu del reverendo Kane, ya supuso un bajón de calidad considerable, que se superó con la tercera parte, infumable y sin ningún aliciente, que fue un tremendo batacazo en taquilla.
Aquellas lluvias trajeron estos lodos, así que hermanos cuervos, esperemos para beneficio de nuestras hipertensiones que la cosa se quede en este remake olvidable en diez minutos y no se nos cuele una saga, que en vista de cómo anda el mundo de loco (Star Wars, ainnnns), no sería tan raro...