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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Deathgasm

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Cuando allá por los albores de mediados de los ochenta, Lamberto Bava rodaba aquella mítica secuencia de “Demons” en la cual los protagonistas cabalgaban en moto entre butacas de la sala de cine mientras jugaban con los demonios al son de aquella no menos mítica “Fast as a Shark” de los teutones “Accept”, no tenía ni idea de lo feliz que años después, haría a un atónito adolescente ante semejante estampa, que lo flipaba con el terror y con el metal. Aquella fue una de las comuniones más grandes que haya podido disfrutar entre mis dos grandes pasiones y eso, que el heavy metal y el cine de terror, siempre han disfrutado de gran afinidad.

Grandes bandas sonoras han “metalizado” la historia del género e incluso, la cultura del rock duro ha servido de leit motiv para variopintas cintas de terror. Como olvidar aquella estupenda “Muerte a 33 r.p.m” (“Trick or Treat”, Charles Martion Smith, 1986) con dos estrellas del medio como eran Gene “pisa pollitos” Simmons y Ozzy “come murciélagos” Osbourne involucrados... o alguna que otra opera rock reciente como la decepcionante “Suck” de Rob Stefaniuk con gente como Alice Cooper (otro rockero habitual del género al que ya habíamos visto en “El Príncipe de las Tinieblas” de Carpenter o haciendo incluso de progenitor, del mismísimo Freddy Krueger en “Pesadilla en Elm Street 6: La Muerte de Freddy”) o Iggy Pop (otro que ha tenido sus momentos de gloria en el fantástico, bordándolo en un papel hecho a su imagen y semejanza en “El Cuervo: Ciudad de Ángeles” o cerrando la saga de “Pesadillla en Elm Street” con ese trallazo rockero títulado “Freddy is Death”), o “Repo! The Genetic Opera”, que se adentraba en sonoridades góticas e industriales.

Es evidente que rock y terror siempre han ido de la mano, complementándose a lo largo de los años de una u otra manera. Pero no es menos cierto que siempre desde una perspectiva muy concreta, la de la cultura estadounidense. Y claro, si de lo que uno quiere hablar, es de metal y no de rock, hay que cruzar el charco y poner los oídos en un lugar bastante alejado de la cultura yanki y toda la parafernalia esta del “rock star”. Por supuesto me refiero, al viejo continente, cuna y origen del auténtico metal, aquel que se forja en los abrasadores fuegos del averno e irrumpe en la tierra desde sus entrañas mismas para corromper las almas de todos ser vivo de exquisito paladar auditivo.

Está claro, que si una película iba a apostar fuerte y con fundamento por la cultura del heavy metal, esta no podía venir de los estados unidos y así ha sido. Desde Nueva Zelanda (ahí es nada) nos llega “Deathgasm”, la ópera prima del especialista en efectos especiales, de dilatada carrera en el medio (ha trabajado en proyector de la envergadura de la trilogía de “El Hobbit” o en “Los Vengadores”, por poner un par de ejemplos), Jason Lei Howden, la cual dirige y escribe, es una carta de amor tan sumamente emotiva y sincera, que enamorará sin remedio a todo aquel que haya empuñado alguna vez el mástil de una guitarra eléctrica, ya sea para hacerle una ofrenda al diablo (o cualquier otro familiar), o para rendir pleitesía el Dios mitológico de turno.

Esta pequeña introducción a modo generalista, no termina de ceñirse a la realidad de “Deathgasm”. He leído por ahí, de puño y letra profana, que se habla de ella en clave de heavy metal... nada más lejos de la realidad. Si bien la cinta le depara algún que otro gag ha tan noble género, la verdadera temática de la película versa en torno al metal extremo y en especial, el black metal y su mitología. Así que todo aquel que ha experimentado extremas erecciones diseccionando cada nota del “In the Nightside Eclipse” de Emperor, que ha deseado correr desnudo por las nevadas montañas nevadas de Noruega al ser violado por algún pasaje del “At the Heart of the Winter” de Immortal, o incluso ha querido desvirgar y sacrificar (y no necesariamente en ese orden) a alguna que otra virgen, mientras intentaba descifrar algún berrido de Fenriz en el “Transilvanian Hunger” de Darkthrone, tienen en “Deathgasm”, esa película que siempre habían soñado.

Servidor, que cumple (anti)religiosamente con todo lo anteriormente citado, no puede más que rendirse ante la aplastante evidencia de que “Deathgasm” es la experiencia definitiva para cualquier amante del black metal que se precie. Noventa minutos de gloria absoluta que se nos presentan en clave de comedia de terror gore y que pase a lo que alguno pueda pensar de entrada, viendo los derroteros por los que suele transitar este subgénero en la actualidad, se aleja completamente de cualquier otro título similar que os pueda venir a la mente. Y es que hay que dejar una cosa muy clara de inicio: “Deathgasm” en ningún momento ejerce de parodia, sino de homenaje. Y uno además, genuino y alejado de cualquier tipo de artificio. Se nota que Jason Lei Howden es perfecto conocedor de lo que está hablando en todo momento y que no tira puntada sin hilo o deja cuero sin tachuela.

Una de las grandes grandezas, valga la redundancia, de “Deathgasm”, es que en muchas ocasiones, ni siquiera necesita tirar de los típicos chistes (que los tiene) de turno para hacer reír al personal, tan solo disparando pequeños trocitos de realidad, una realidad que muchos hemos experimentado en nuestras propias carnes, consigue ese mismo efecto en el espectador. Reproducir situaciones que muchos hemos vivido y que reconocemos como algo nuestro, otorgan un erótico carácter auto-biográfico a muchos de los gags de la película, haciendo de estas algo extremadamente fresco al tiempo que divertido (y aquí sí, incluso, hilarante), al vernos reflejados en ellos en primera persona.

Y en en este aspecto, donde puede que resida también el lado más “oscuro” de la cinta, pues al utilizar un tipo de humor tan enfocado a determinado tipo de público, es muy posible que el resto del espectro se pierda gran parte de ese ingenio al no entender muchas de las múltiples referencias a la mitología del black metal que aquí se manejan. Se entiende que alguien ajeno a dicho género musical, al ir el nombre de “Burzum”, pues lo asocie más a una marca de insecticida, que a otra cosa. Es por ello, que estoy convencido de que a mucha gente de la que lea esta crítica, le costará entender parte de mi desorbitado entusiasmo por la misma.

Aclarado esto, sigamos con sus excelencias y hablemos de referencias mucho más universales y reconocibles para el aficionado al terror. Y es que si “Deathgasm” es un homenaje al black metal, también lo es a la serie B y al cine gore. Pero siendo de nuevo fiel a la editorial de este análisis y siendo un poquito más específico, es un homenaje puro y duro no solo a “Evil Dead”, también a la cinematografía de su padre, Sam Raimi. En general, la fuerte influencia de Raimi a lo largo del filme, puede olerse en los poros de todos y cada uno de los hijos de puta infernales que desfilan por la pantalla a lo largo del filme, pero en especial, hay un pasaje concreto del mismo, plagado de referencias, que es poco menos que una larga e intensa felación tanto a la obra de este señor, como a todos sus adoradores entre los cuales, me incluyo.

Por supuesto, en un filme de esta naturaleza, era imposible que la banda sonora no tuviera peso en la obra. En ella, encontraremos un buen puñado de bandas tanto de black como de heavy metal e incluso aparecen los mismísimos “Emperor” con dos piezas maestras como son “Inno a Satana” y “The Burning Shadows of Silence”. Otro festín para los oído que no hace más que engrandecer la ya de por si grandeza de la obra cinematográfica, en lo cual también hay que decirlo, lo clavan todos sus jóvenes protagonistas. Comenzando por un genuino Milo Cawthorne como guitarra solista del filme, que parece una reencarnación de juventud de Joey Demaio y un no menos creíble y debutante James Blake, al bajo. En la batería y a los teclados, Sam Berkley y Daniel Cresswell aportando el punto más cómico del filme, encarnando a dos fanáticos de los juegos de rol. Kimberley Crossman aporta el contrapunto femenino a tantísima testosterona.

Poco más se puede añadir de esta divertidísima comedia de terror plagada de inteligentes sketches y mil y una referencias al universo del metal. Una película entrañable como pocas que además, despunta en todos los apartados: grandes interpretaciones (dada su naturaleza) dando forma a personajes a los que adoraremos por su rebosante empatía, sangre y gore de primera a raudales, gags desternillantes de inusitada brillantez de los cuales nos identificaremos con gran parte de ellos y un sentido del humor negro, muy negro y politicamente incorrecto que hará las delicias de las mentes más “sucias” y gamberras. Todo ello, por si fuera poco, a ritmo de heavy metal y metal extremo en dosis pornográficas.

Sin duda, Jason Lei Howden se gana desde ya, el título de "Maese". Así pues, Maese Howden nos regala “Deathgasm”, una de las películas del año y para muchos, desde ya, un título de culto moderno dentro del género. Por una vez y sin que sirva de precedente, las grandes expectativas generadas por el filme, se colman con creces.


!!!!Muerte al falso metal¡¡¡¡¡¡¡¡

La cúspide de lo sublime: La secuencia del videoclip que graban los chicos de “Deathgasm”. Creo que no me había reído tanto en años. Alguno se va a hacer pipí encima y todo.

El infinito orgasmo de esperma y sangre más allá de las colinas del eterno placer sobre los rostros inmaculados de una multitud de hembras semi desnudas con tangas de cuero negro: TODO. Sería imposible quedarme solo con unas pocas cosas.

El desagradecido sabor del vómito y el semen corrompido recorriendo nuestra garganta tras una brutal violación oral de satanás y sus huestes: Los profanos en la materia se perderán buena parte de la grandeza del filme al no entender muchas de sus referencias. Y su parte final, algo menos grandilocuente y épica de lo que se podía esperar, viendo lo visto.



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