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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: La Cumbre Escarlata

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Por fin llegó “La Cumbre Escarlata”, probablemente la película más esperada del año por un servidor. Y es que lo confieso: soy un ‘Taurino’ a más no poder. Pero que ello no os confunda, que por mucho que me hayan gustado casi todas sus películas, ese mismo ‘casi’ ya os debería señalar que mi objetividad siempre prevalece sobre mis favoritismos, así es que podéis estar tranquilos que mi opinión sobre la película va a ser lo más ecuánime posible.
Sobre “La Cumbre Escarlata” mucho se ha hablado antes de su estreno, algo normal ya que desde el anuncio del proyecto hemos pasado por diferentes etapas con las que gradualmente ir aumentando la expectación, ese ‘hype’ tan manido por los usuarios de la red a los que parece darles miedo utilizar correctamente nuestro idioma. El mismo Del Toro siempre ha tenido el proyecto entre sus eternos posibles junto a “En las montañas de la magnificencia”, adaptación del clásico de Lovecraft “En las montañas de la locura”, “The left hand of darkness”, su particular versión de “El Conde de Montecristo”, “Meat market”, “Mephisto’s Bridge” o “The list of seven”. 

En la Comic-Con 2014 el astuto cineasta ya dispuso un stand que llevaría por nombre “Galería gótica” con el que dar algunas premisas del film, además de revestir de una cierta pompa al primer teaser que estrenaría en aquellas mismas fechas. En aquella especie de minúsculo “Pasaje del terror” se podía ver parte del atrezzo utilizado para la película acompañado por efectos sonoros y segmentos de vídeo que reproducían un pasillo de la mansión encantada. 

A principios de 2015, siete meses antes de su estreno, ya pudimos ver el primer tráiler oficial, y claro está, pronto comenzaron los rumores y teorías. El más chocante fue aquel que decía que el film, a su modo, por su marcado carácter visual hacia un homenaje al “Suspiria” de Dario Argento. 

Guillermo del Toro siempre ha sido admirador del maestro italiano –a decir verdad, quién no lo es…- y en el tráiler se podía apreciar una cierta predominancia por los rojos y azules que dieron fama al film de Argento. Sin embargo, “Suspiria” era puro impresionismo, con mucha amplitud de espacios y utilización de patrones poligonales y concéntricos, algo casi cercano a lo que Kubrick intentó en “El resplandor”. Aquí, entrando ya en la película, quitando los mosaicos del suelo del hall de la mansión y el papel pintado de la residencia de la protagonista en NY, no vemos esa pureza de líneas. 

En el 2011, en un evento realizado por el TIFF (Toronto International Film Festival) el propio Del Toro fue el invitado para hablar sobre la “Toby Dammit” de Fellini y la propia “Suspiria”, y no es por ir a favor de corriente, pero utilizando el término con el que el propio realizador mexicano definió contrariamente a la primera, “La Cumbre Escarlata” se parece más a esta ya que es BARROQUISMO en estado puro. 

Vamos, que para terminar con el tema de “Suspiria”, ni dejando de lado la puesta en escena encontramos paralelismos: “Suspiria” era, como el propio Del Toro la calificó, todo ritmo, sacando además partido a unas muertes impactantes. En “La Cumbre Escarlata” el objetivo es otro. Pero por pasos. 

Del Toro nunca ha negado sus influencias y visualmente siempre se ha apoyado en artistas como Felicien Rops, Arnold Bocklin, Carlos Schwabe y Odilon Redon, sirviendo los dos últimos –sobre todo Redon- de clara inspiración para esta “La Cumbre Escarlata”. Los volúmenes y colores están claramente influenciados por estos, aunque añadiría un artista más a la ecuación como es Klimt. Esos amarillos y dorados del artista austriaco son claves para la película, y si bien también eran característicos de Redon, no se puede decir que la dirección artística y de vestuario no haya tenido al más popular simbolista en mente. No en vano, estoy seguro que muchos van a ver, salvando las distancias, algún reflejo al “Drácula” de Coppola, para quien Klimt fue su referencia. 

En lo que respecta a la fotografía, son los claroscuros de, siguiendo con el mundo del arte, Caravaggio y Johannes Vermeer los que hacen que todo lo anterior destaque de sobre manera. Pero dejémonos ya –o no- de referencias y estilos y vayamos con lo menos aparente. 

Si os dais cuenta, en todo este… sí, rollo, no he sacado casi a relucir la palabra gótico. La razón, que no quiero resultar tan obvio, ya que eso lo puede ver todo el mundo, y más ahora que vivimos una época en que todo lo victoriano parece que vuelve a ponerse de moda. Y digo que ‘parece’ porque a pesar de que el “steampunk” lleva décadas haciéndonos vibrar a los que nos sumergimos en ensoñaciones de otra realidad mucho más… romántica que la que nos toca vivir, es sobre todo en la literatura y en el mundo de la televisión donde resurge esa imaginería gótica. El problema es que ello a veces deforma nuestra percepción, y no lo digo precisamente porque veamos por la calle gente con monóculos, corsés o sombreros de copa, sino porque creemos que el cine también está afectado por esta moda. 

Sin ir más lejos, otro cuervo de este nido como es el señor Cabrero se quejaba en el muro de Facebook de mi blog al poner su tráiler de la falta de ideas de la industria cinematográfica. Sin quererle llevar la contraria ya que generalizando no le faltaba razón, le inquirí a que, ajustándonos a la película que había hecho surgir el comentario, me dijese cuántas producciones góticas había visto él últimamente en la gran pantalla. Dramas y melodramas algunos más, pero ciñéndonos al mundo del terror, las dos partes de “La Dama de negro” y poco más. 

¿Cuál fue la última gran película gótica de terror? ¿La citada “Drácula”? Pues ya hace la friolera de 23 años… ¿El “Frankenstein” de Kenneth Branagh con el que Del Toro guarda muchos paralelismos? (19 años) ¿”Los otros”…? El mismo Del Toro produjo “No tengas miedo a la oscuridad” cuyo tono se acercaba, pero dejando de lado la mansión, su apariencia era bastante actual. Otras obras del realizador mejicano han bebido de fuentes góticas, pero ninguna como esta que nos ocupa. Así que, sin miedo a errar, no se puede decir que esta “La Cumbre Escarlata” quiera seguir una estela exitosa.

Ahora bien, es curioso cómo funcionan las cosas ya que ese mismo alegato que sirve para defender su originalidad, es la que termina por restarle méritos. Me explico. 

El film en sus primeros 45 minutos parece una recopilación de tópicos de Dickens, Byron y ya no digo Jane Austin porque es demasiado evidente; un melodrama de huérfanos, cenicientas, crápulas y herencias de rancio abolengo. De no ser por las tres escenas de género, fantasmagóricas todas ellas, uno parecería estar viendo uno de esos dramas históricos ricamente ambientados a los que me refería párrafos más arriba. 

Luego, llegados a la mansión protagonista del film, el talante cambia y uno se deja llevar por cada uno de los rincones que esconde la casa, capaces por sí solos de merecer el visionado de la película. Es en estos minutos donde más contenido de terror encontramos, y si bien se recurre a los tópicos del género –ruidos, puertas que se abren y se cierran, fantasmas pasando por detrás de los personajes o mostrándose abiertamente, hasta pelotitas rodando por el suelo…- con la nunca bien reconocida ayuda de la dirección artística, el film transcurre como la seda, deslumbrando y entreteniendo en base a detalles. 

El problema llega cuando vuelve a poner los pies en el suelo: te han dado tan mascada la historia al principio, definiendo además los roles –estereotipos más bien- de unos y otros, que la película resulta previsible y sin capacidad de sorpresa. Y es por eso que decía que lo que en un principio jugaba a su favor, termina por cavar su tumba. Sí, “La Cumbre Escarlata” es cine gótico 100%, pero tanto, que lo que cuenta –otra cosa es lo que enseña- ya lo hemos visto o leído docenas de veces. Y lo peor es que ya no depende del bagaje de cada uno sino que no hay que ser muy avispado para saber quién es tal fantasma o por dónde irá trascurriendo la película. 

Y ni siquiera la excusa del homenaje me sirve ya que es notable la falta de ambición en cuanto a argumento. Sí, la casa, el vestuario… todo lo material está a un nivel inmejorable pero… Sr. Del Toro, se ha dejado cosas en el tintero… ¿Por qué no ha mostrado dónde estaban los otros cuerpos? ¿Solo yo me esperaba encontrar alguno detrás de una pared? ¿Y lo del niño? Con lo detallista que es usted y nos deja a mitad. Aunque claro, eso de dejarnos a mitad… Exceptuando esos buenos minutos del meridiano del film, el terror brilla por su ausencia. Se nos regalan algunas escenas cruentas, de sentir escalofríos, pero es más por imaginarlo en nuestra propia piel que por el conjunto. Lobo melodramático con piel de cordero terrorífico, no sé si me entendéis… 

Y sí, las interpretaciones son soberbias, sobre todo Jessica Chastain, a la que por otro lado es un crimen haberle oscurecido el cabello, pero como decía no dejan de ser estereotipos. Esta, la fría y distante; Mia Wasikowska, la imagen de la inocencia, mientras que mi tocayo Tom Hiddleston, la del eterno caza-herederas. 

Alguno/a dirá que mi problema es que no soy un romántico y que no he sabido conectar con la historia. Puede aunque lo ponga en duda, pero quizás esa desconexión es la que me ha permitido ver la historia desde la barrera. Nunca mejor dicho ya que os vuelvo a recordar que me declaro 'Taurino', así es que si con todo y con ello soy crítico… 

Para acabar, los efectos especiales, bien, correctos sin más ya que son refritos de otras producciones de Del Toro. Los fantasmas ya los habíamos visto en por ejemplo “Mama” e incluso en los marmóreos elfos de “Hellboy 2”. Total, ya no hay nada más, el resto es todo labor de la dirección artística. Eso sí, la música del españolito Fernando Velázquez no desmerece en nada a otros grandes del género. 

Resumiendo, “La Cumbre Escarlata” es un espectáculo visual de primer orden. Suntuosidad, cuidado por el detalle y un nivel artístico inconmensurable. El problema es que se ha puesto tanta atención en la apariencia que en el interior han descuidado la historia. Bebe tanto de los clásicos que termina muriendo a causa de ellos.



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