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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Nunca Apagues la Luz

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“Nunca apagues la luz”… “Nunca apagues la luz”… Pues oye, bien mirado, el título no está nada mal. La película es otra cosa. Atendiendo a la película debería haberse titulado “Apaga y vámonos”. Vale, estoy ingenioso, impertinentemente ingenioso diría; pero es que la verdad…

Dos premisas nos han traído esta película hasta las salas de exhibición, dos premisas que todos ya conoceréis pero que por extenderme en la reseña –el Sr. Rector nos obliga a escribir al menos un folio o no nos da nuestro racionamiento de mijo y alpiste- dejaré constancia. La primera, que la misma viene producida por nada más y nada menos que James Wan, el nuevo gurú del cine de terror. La segunda, que la película está basada en un ‘pequemetraje’ –sí, con las connotaciones que queráis- con la que este David F. Sandberg se dio a conocer.

Así es que dicho esto, vayamos con la película en sí partiendo, como no podía ser de otra manera dada mi innata estupidez, desde las propias premisas.

A ver, pequeño saltamontes… Que a uno le salgan bien un par de películas no es para coronarlo como el Rey del género. Habíamos dicho que Wan era el nuevo gurú del cine de terror gracias a una estupenda “Expediente Warren”, una inferior secuela, una saga de renombre y paradójicamente, una infravalorada “Silencio desde el mal”. ¿Pero es esto suficiente? Hombre, claro, dirá alguno. Pues no. Para vender una película una mentirijilla nunca viene mal, pero todos sabemos de qué pie cojea la industria. Y si no lo sabéis preguntárselo a John Landis que repudió el título de director de género en pos de reivindicar la comedia. Pero volvamos a centrarnos.

Yo a Wan lo tenía –en pasado, por si alguien no se había dado cuenta- por un tipo inteligente. No digo que no lo sea, pero en el último par de años toda esa rebeldía, inconformismo a encasillarse cuando dijo que iba a abandonar el género del terror –cosa que ya se ha visto que no- me ha parecido una pantomima, la típica postura de ‘enfant terrible’ que se queda en eso, parafernalia estéril. Ya lo dije con “Demonic”, su primera producción fuera de la franquicia “Saw”, y ahora esta “Nunca pagues la factura de la luz”… perdón, “Nunca apagues la luz” viene a darme la razón al respecto de que Wan no solo ha quedado absorbido por ese sistema que parecía repudiar sino que se aprovecha de él. Y es que si pones tu nombre a un producto como este…

Pero antes de destapar el tarro de las esencias de mierda, vayamos con la segunda premisa que también tiene tela. Decíamos que la película se basa en un ‘pequemetraje’ de su director. No es la primera vez que sucede esto ni será la última. Nada nuevo. El problema viene a la hora de estirar la morcilla. En los últimos años hemos visto como un libro como “El hobbit” se ha convertido en una trilogía o el Graduado Escolar de Belén Esteban en un best-seller. Pues aquí un vídeo que, siendo francos, no llega a los tres minutos de duración ha dado para una película. Eso sí, tampoco os creáis, que el metraje no llega a la hora y media. Pero lo que no logren las redes sociales, principales valedoras del vídeo en su momento…

Aquí para mayor despropósito se ha construido una historia alrededor de un efecto visual como era el de apagar y encender la luz por lo que, como no podía ser de otra manera, no hay por dónde cogerla. Y eso que la cosa empieza bien, esperanzadora.

Veamos; en los cinco primeros minutos –tampoco destripo nada- comprobamos cómo un tipo sale corriendo cuando ve a la villana de la función. ¿Normal no, diréis? Pues yo creo que no, vamos, el sentido común hace tiempo que se agotó en el género del terror. Y por si fuera poco, unos minutos después vemos como otro tipo, no se resigna a ser el amiguete de la mujer de la que está enamorado. Vale, eso lo hemos visto ya una docena de veces, sin embargo quiero recordaros que esto no es una comedia romántica por lo que sí, es original.

Pero ahí se acaba la cosa. A partir de ahí nos encontramos con una película llena de tópicos, referencias a otros títulos como “Kairo”, niños maduros u otras de criaturas con aversión a la luz, y el dichoso ‘enciende-apaga’ que termina por ser cansino. Cansino y previsible, de hecho para provocar el sobresalto se recurre al cada vez más ineficaz y aburrido ‘te-voy-a-reventar-los-tímpanos’. ¿A esto hemos llegado Wan?

Pero lo peor no es la nula capacidad de transmitir alguna sensación más allá de la estupefacción por la pobre representación de la que estamos siendo testigos, es ya directamente el cabreo cuando se nos está tomando por tontos. Lo de no dar miedo, pues desgraciadamente es un mal generalizado en el género, pero que las explicaciones dadas el único sentido que tengan es querer hacer algo “a lo Wan”, pues no.

Estoy seguro que al igual que pasó con la citada “Demonic”, alguien -¿el propio Wan quizás?- tomó las riendas del asunto para salvar a los supervivientes de un hundimiento inevitable. Aquí los indicios son más claros ya que los únicos elementos perturbadores de la película –esos maniquís del sótano- se presentan en los últimos minutos del film y claramente tienen el sello del realizador de origen malayo. Pero es que el desenlace… una cosa es dejar incógnitas –p.e. ¿por qué ir a por el padre y porqué en el almacén?- y otras dejarlas al servicio de, como aquí, buscar un objetivo porque la película esté producida por James Wan y había que seguir su estilo. No puedo explayarme con tal de no destripar nada pero seguro que cuando la veáis sabréis a qué me refiero. Sí, a eso.

Por lo demás, alguna colocación de cámara herencia de su padrino pero sin su genialidad denotando además que se está utilizando al espectador, y poco más. Los efectos especiales casi son inexistentes y los actores… aprobado justo. El niño de la película no lo hace mal, pero termina como algunos de sus compañeros de reparto, aburrido de su papel.

Resumiendo, “Nunca apagues la luz” es como un telefilm que deja indiferente y que no justifica la producción de Wan. Series B anónimas justifican su existencia más que esta. He dicho.



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