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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Amityville 2: La Posesión

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Dicen que la realidad siempre supera a la ficción y basta con ponerse unos minutos ante cualquier noticiero diario para darse cuenta de que aunque parezca mentira, hay mucho de cierto en dicha afirmación. La historia del ser humano, está plagada de crímenes atroces que han hecho temblar los cimientos mismos de la sociedad. Uno de ellos, fue el acontecido en 1974 en el seno de la familia DeFeo. Los DeFeo, habían comprado recientemente una mansión en Amityville (Nueva York), casa sobre la cual se decía, había sido construida sobre unos terrenos de turbio pasado, pues en ellos, un supuesto brujo expulsado de Salem, John Catchum, había realizado rituales y sacrificios en el lugar. Tras su muerte, el cuerpo fue enterrado en el sótano de la casa y posteriormente, esta fue destruida en un incendio.

El 13 de noviembre de ese mismo año, el hijo mayor de la familia asesinó brutalmente a sus padres y a sus cuatro hermanos mientras dormían. Ese mismo año, otra familia, los Lutz, compraron la casa y no tardaron en asegurar que en esta habitaba una presencia diabólica y que habían experimentado una serie de fenómenos paranormales, si bien más tarde, se terminaría demostrando que todo había sido un fraude. No obstante, fue la historia de los Lutz (amén de alguna que otra licencia sacada del crimen original), la que inspiró la primera película de la saga: “Terror en Amityville” (“The Amityville Horror”, Stuart Rosenberg, 1979), recibiendo varias nominaciones y siendo considerada a día de hoy, cinta de culto dentro del género, así como primera de una larga franquicia que ostenta ya la friolera de doce títulos sobre sus espaldas, la última, “Amityville: The Awakening” (Franck Khalfoun, 2016), estrenada este mismo año.

Dicen también que segundas partes nunca fueron buenas, más cuando la primera ostenta la categoría de “clásico”. Pero una vez más, al refranero popular le crece la nariz de madera y se pone en entredicho, pues tres año más tarde, el desaparecido Damiano Damiani, nos adentra nuevamente en la mansión, para narrar esta vez, los hechos acontecidos en el seno de la familia DeFeo. “Amityville 2: La Posesión” (“Amityville2: The Possession”, 1982), no solo es una notable secuela, es, por momentos, una de las mejores películas sobre casas embrujadas que se haya rodado nunca y hago especial hincapié en el “por momentos”.

Y es que la película no solo fue víctima de un horripilante montaje (solo hace falta ver la reciente edición española, para ver cual cruel y sádica llegó a ser la tijera), sino que además, da la sensación de que no estamos ante una sola película, sino ante dos, en lo que significa uno de los visionados más desconcertantes a los que me haya enfrentado últimamente. Es en su primera mitad (o primera película), en la que encontramos las mejores virtudes de una cinta que debería ser estudiada en estos días que corren por cualquier alma en pena a quien se le pasase por la cabeza dirigir una película sobre casas embrujadas. Hoy, sacadas todas del mismo patrón y tan esclavas de sus propios tópicos que resulta casi imposible encontrar una sola que destaque sobre la mugre predominante.

¿Que tiene de especial la cinta de Damiano? Su genuinidad. Sin duda. Estamos ante una película atípica donde las haya si la englobamos dentro de un subgénero tan encorsetado como es el de las casas embrujadas, por lo general, destinado al gran público. “Amityville 2: La Posesión” se deja de tópicos y de cualquier otra consideración comercial, para mostrarse lo más fidedigna posible con respecto a la historia real. Para ello, no tiene problemas para describir a una familia disfuncional que nada tiene que ver con la que se nos suele dibujar en las películas actuales. Aquí, el cabeza de familia está lejos de ser esa imagen paternal bondadosa, muy lejos. Éste no duda de sacarse el cinturón para castigar a sus tiernos retoños o soltarle una bofetada (por no decir “hostia”) a su sufrida esposa, que traga con lo que sea, cuando la religiosa mujer se sale de las normas dictadas por el patriarca.

Esta primera mitad, contiene más gritos, peleas y disputas, entre los miembros de la familia, que todas las películas de terror con familias politicamente correctas de por medio, que se hayan rodado nunca. Pero, machismo y violencia aparte, hay más. Por ejemplo, algo de incesto. Y digo “algo”, para quitarle un poco de hierro al asunto, porque los dos hermanos mayores se lo montan de lo lindo (alguna secuencia del filme, escandalizará a más de uno) y nada tiene que ver con las fuerzas sobrenaturales del lugar, pues queda claro desde el principio del filme, que la cosa ya venía de atrás. Perturbador dirán unos, morboso otros. Es cierto que esto también está sacado de la historia real, pero dudo mucho que en la actualidad, puedan llegar a verse este tipo de conductas en una película de terror, al menos en una mainstream. Son todas estas circunstancias, las que otorgan a la cinta un “algo” tan diferente a lo que solemos ver hoy en día (incluso a la primera película de la saga dirigida por Rosenberg, pese a sus muchas excelencias), que hacen del visionado de “Amityville 2” no solo un ídem recomendable, también un gratificante y necesario purgante para el aficionado más habitual a este tipo de cine.

En “Amityville 2” todo es tan exagerado, como ajeno a las normas preestablecidas. Las interpretaciones son extremistas y desorbitadas, en especial Rutanya Alda, quien interpreta a la señora Montelli (apellido que sustituyó convenientemente al de DeFeo por razones obvias). La madre de familia, una ferviente seguidora de dios, no deja de sorprender con sus constantes hipérboles interpretativas, aunque no es la única, pues todo el elenco frecuenta los mismos locales chungos. Burt Young, el mítico cuñadísimo de Rocky Balboa en la saga del potro italiano, tiene el perfil idílico para interpretar al déspota y violento cabeza de familia y en lo que a los hijos se refiere, Jack Magner y Diane Franklin lo bordan ambos. Del primero, sorprende que tras su macabro papel de Sonny, el hijo mayor que es poseído por las fuerzas demoníacas de la casa, tan solo tuvo una pequeña aparición dos años después en “Ojos De Fuego” (“Firestarter”, Mark L. Lester, 1984), antes de abandonar su fugaz carrera como actor. Más prolífera fue, especialmente en televisión, la bella Diane Franklin, fantástica aquí, dotando a su personaje de esa perversa ambigüedad que se deja ver entre las rendijas de su angelical inocencia.

Pero falta otro personaje vital para la(s) trama(s), el del padre Adamsky (James Olson), quien aunque aun no lo sabe, terminará siendo, por eliminación, el principal protagonista del filme. En la primera mitad de la película, un mero secundario, que irá ganando peso dentro de la obra a medida de que esta vaya alcanzando la mayoría de edad, hasta mudar por completo la piel, abandonar el género de casas encantadas, y centrarse en el cine de posesiones. Quien mejor entonces que el padre Adamsky, para ponerse al mando de las hostilidades. Pero hasta llegar a dicho punto y convertirse en una cinta más sobre exorcismos, “Amityville 2” nos tiene deparado un auténtico ejercicio de estilo, prestado, eso sí, pues queda muy claro que mr.Damiani, se basó completamente en la “Posesión Infernal” de Sam Raimi, para mostrar en imágenes, el mal que habita en la casa. De forma magistral, eso también es incuestionable. El italiano, a modo de alumno aventajado de lo mostrado por el aun por aquellas lindes, post-pubertoso, pero ya genial Raimi, lo borda con la cámara y hace de cada plano, de cada secuencia, un fantástico tributo a la mítica cinta de Raimi, dándole al mal, carne y huesos, o lo que es lo mismo, una óptica en primera persona, que atormentará a todo aquel que se le ponga delante, en especial al bueno de Sonny, quien protagoniza una secuencia antológica (y nuevamente extrema), codo a codo con la lente de Damiano. Cómica y excesiva dirán algunos, orgásmica digo yo.

Con todos estos elementos en la coctelera, no descubro nada cuando digo que la primera hora de metraje es absolutamente maravillosa, pese, insisto, el hediondo montaje. El problema es que tan agradecidos primeros sesenta minutos, terminan de forma inesperada con lo que debería haber sido a todas luces el desenlace de la película, el clímax final. Pero no. Tras este, la goma se sigue estirando con los pocos elementos que aun se podían rescatar del anterior capítulo, ya finiquitado. Es entonces cuando la cinta se convierte en un grotesco y poco interesante tour de force entre el bien y el mal, o lo que es lo mismo, un duelo encarnizado entre el padre Adamsky y Sonny Montelli, quien parece estar poseído por algún tipo de entidad demoníaca.

Esta segunda mitad del filme, mama directamente de “El Exorcista” de Friedkin y cuesta creer que ha sido rodada por el mismo tipo que tanto partido había sabido sacarle a la morada de los Montelli. Un cúmulo de tópicos sacados del cine de exorcismos y un montón de situaciones absurdas que terminan desembocando en el inevitable enfrentamiento final. Todo intrascendente y carente de interés, pues hace rato ya que el espectador ha digerido el auténtico clímax de la cinta. Lo único destacable de este segundo capítulo, son los excelentes efectos especiales en los que Damiani, parece apostar a esas alturas, toda la suerte del filme.

Una lástima, pues haciendo las cosas medianamente normales y en cualquier otra circunstancia, “Amityville 2: La Posesión”, sería una de las mejores películas sobre casas encantadas facturadas hasta la fecha. Ahora, casi treinta y cinco años después de su concepción, lo que nos queda es una película curiosa, extremadamente curiosa diría yo, plagada de claro oscuros donde genialidad, y estupidez, van cogidas de la mano. No obstante, la secuela más recomendable de una franquicia, que fue perdiendo calidad a cada nueva entrega y que por desgracia, a día de hoy, sigue arrastrándose entre los aficionados intentando mendigar algo del buen nombre que un día tuvo.

La curiosidad: Y vaya por delante lo verídico de esto que os comento, el hecho de que hace un par de semanas, mientras visionaba la película junto a mi estimada esposa, un cúmulo de diminutas moscas aparecieron de la nada para posarse sobre mi televisor y estuvieron paseándose por la pantalla durante todo el visionado. Por más bichos que mataba, volvían a aparecer otros. Terminada la película, desaparecieron y nunca más se les ha vuelto a ver. ¿Una macabra coincidencia?

Lo mejor: Su embriagador aroma raimiriano, los excelentes efectos especiales y lo políticamente incorrecto de su primera mitad.

Lo peor: El prematuro clímax final, el cual invalida todo lo que acontece en adelante, que ya de por sí, es una gran mediocridad sin interés y lo que es peor, nada tiene que ver ni con lo expuesto en la primera mitad, ni con el espíritu de la franquicia.



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