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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Abattoir

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Los que sean algo afines al universo DC reconocerán en Abattoir, el pseudónimo de uno de los muchos villanos asiduos a Arkham. Arnold Etchinson (nombre real del personaje), para los que estén algo menos ilustrados en la materia, era un asesino en serie, convencido de que los miembros de su familia no eran trigo limpio (por decirlo de alguna manera) y por ello, sentía la imperiosa necesidad de acabar con sus vidas. Etchinson creía también que al matarlos, absorbía parte de su fuerza vital. Curiosamente (o no), el personaje creado en 1991 por Dennis O´Neil y Denys Cowan, tiene bastante que ver con la película, que, estimados lectores, aquí nos ha reunido.

Aunque hablar de “Abattoir” es ante todo, hablar de regresos. De regresos a casa, nunca mejor dicho. Y es que el arquitecto de la obra (nunca mejor dicho, también) no es otro de Darren Lynn Bousman, quien regresa a la primera linea de fuego después de arrastrarse un tiempo entre las trincheras dirigiendo cortometrajes como “Emelie Autumn: Fight Like a Girl” (2013), producciones menores para la televisión como “Angelus” (2014) o participando poniendo la marca al servicio de la causa en antologías festivas de dudosa valía como “Cuentos de Halloween” (“Tales of Halloween”, 2015), donde recordemos, dirigió el segmento titulado “The Night Billy Raised Hell”.

Bousman, pese a su generalizada buena consideración, no se contaría entre mis directores favoritos. Su participación en la saga “Saw” (dirigiendo los capítulos 2, 3 y 4 de la misma) nunca significó para mí, la valiosa carta de presentación que a muchos parece ser impresionó. La segunda entrega, única secuela potable de una franquicia mediocre y sobrevalorada, más allá de la estupenda película de James Wan, es de lo poquito apañado que ha concebido un Bousman, que analizando su ya amplio recorrido dentro del género, sin duda ha gestado su mejor prole dentro del género del musical, con la estupenda “Repo! The Genetic Opera” (2008) primero, y “The Devil´s Carnival” (2012) después. Muy poco a destacar del resto de sus trabajos, donde títulos como “Mother´s Day” (2010), “11-11-11” (2011) o “The Barrens” (2012), han pasado con más pena que gloria.

No es el único regreso. Junto a Bousman, regresa al terror alguien que un día parecía predestinada a convertirse en la nueva musa del género y que contrariamente, a las primeras de cambio se bajó del barco e hizo las maletas dirección Beverly Hills para protagonizar la nueva versión de la mítica serie teenager “Sensación de Vivir”, para posteriormente perderse en la telaraña de la televisión. Hablamos por supuesto de Jessica Lowndes, quien antes, tuvo su trampolín hacia el estrellato dentro del fantástico protagonizando “Dance of the Dead” (2005) junto a Robert Englund y bajo la dirección de Tobe Hooper para la serie “Masters of Horror”, “Autopsy” (Adam Gierasch, 2008), “The Haunting of Molley Hartley” (Mickey Liddell, 2008), “Altitude” (Kaare Andrews, 2010) e incluso a las órdenes del propio Bousman, “The Devil´s Carnival”.

Y no solo regresan nombres. También conceptos antaño auténticos fetiches del género y que hoy parecen haber perdido peso a favor de otro tipo de terrores más rentables. “Abattoire” nos recuerda que ese lugar donde arden las almas de los pecadores, continúa teniendo los hornos a pleno funcionamiento y que no será por arder. El infierno, protagonista de tantos y tantos buenos ratos para el aficionado vuelve a ponerse en el escaparate en “Abattoir” gracias al libreto escrito por Christopher Monfette, quien parece haber querido hacer su particular homenaje a todo ese imaginario infernal ideado en su día por el tal Clive Barker. Y sí, no cabe duda de que “particular”, lo es un rato.

“Abattoir” no empieza bien. Coger por los pies al recién nacido aun ensangrentado, darle una palmada en las nalgas para enseñarle a base de dolor que a este mundo se ha venido a llorar y oír ese primer llanto de efímera inocencia, es suficiente para descifrar que algo no va bien. No hablo de un bebé de carne y huesos, hablo de los títulos de crédito, que parecen sacados de un telefilme barato y desde luego, no serían la mejor carta de presentación para lo nuevo de Bousman. Por desgracia, no se trata solo de un torpe ejercicio de mal gusto, pues solo hacen falta unos cuantos minutos de vida de la criatura, para descubrir que nos ha salido llorón y que vamos a mamar falta de sueño por un tubo. Nuestros vecinos también.

No deja de resultar curioso que un director del caché de Bousman, salga a la pizarra con un producto de tan en apariencia modesta naturaleza, haciendo oídos sordos a los múltiples susurros a medio camino entre la sorpresa y la desaprobación, eyaculados por gran parte de sus compañeros, atónitos en sus pupitres y buscando la mirada cómplice de la profesora, como otra muestra más de su descontento. En la antigua Roma, el emperador movía el pulgar hacia abajo. Sí, señalando al infierno y sobre el infierno como decimos, versa este cuento de terror a medio camino entre la televisión y el cine que nos propone un Bousman que de entre todos, el peor pecado que ha cometido es el de dar el visto bueno al guion del amigo Monfette, sí, el de los homenajes, un galimatías de tal calibre, que rápido nos hace olvidarnos de la profesora, pese a la generosa abertura frontal de su semi transparente camisa, para poner a trabajar todas nuestras neuronas en un intento tan desesperado como fútil, en intentar descifrar lo que la historia intenta contarnos.

“Abbatoir” lleva a otro nivel aquello de las “licencias”. Y lo siento, pero aquí, si que no se puede hacer la vista gorda. Más que nada, porque la historia no tiene el menor sentido y todo lo que esta plantea, es susceptible de ser cuestionado, incluso tratándose de un relato de corte fantástico. En dicha tesitura, y pese al buen y enigmático planteamiento inicial y a algunos momentos de brillantez narrativa de Bousman en estos primeros compases, que dotan a la película de cierto dinamismo, “Abattoir” se va adentrando en lo profundo del bosque a cada minuto que muere para terminar perdiéndose y no regresar jamás.

El susodicho bosque se encuentra en Nueva Inglaterra y allí, aunque nos espera alguna que otra atmósfera inquietante, el siempre agradable desasosiego producido por las buenas gentes rurales y una Lin Shaye a modo de maestra de ceremonias, haciendo de ella misma, lo que le da para ganarse el premio honorífico a la mejor interpretación del filme, pues lo del tándem Lowndes / Joe Anderson es de puro TERROR, por más que la primera intente sacarle (y lo haga) el máximo partido posible a sus carnosos labios, la realidad es que no encontraríamos el camino de vuelta ni con migas de pan robadas de una barra de tres días de Mercadona, de esas que ni los pájaros querrían comerse.

El incompresible tramo final, contiene alguna imagen vistosa como el impactante diseño de la majestuosa mansión del tal Jebediah Crone, villano de la historia a medio camino entre predicador de telefilme (no podía ser de otra forma) y patriarca gitano que lo intenta, intenta tejer su nombre con hilo de seda negro sobre terciopelo rojo para formar parte del selecto club de los villanos célebres de clase media junto a gente del caché de los Sutter Cane u Horace Pinker de turno, pero no le da, y claro, termina muriendo en la orilla. Incluso un desenlace bastante inesperado, quizás todo sea dicho, porque estamos suficientemente ocupados intentando atar todos los cabos de la imposible trama, que se nos pasa por alto cualquier otro tipo de análisis al respecto de lo que estamos viendo.  

Los efectos especiales por ordenador que van desfilando ante nuestros ojos en este último descenso hacia los infiernos, antes de que se nos comiencen a quemar los pelos del escroto, tampoco ayudan a poner algo de orden en nuestras ideas. Una muy clara al terminar el visionado, eso sí. La de haber estado perdiendo el tiempo (una vez más) con el amigo Bousman, mientras aquí la peña, quien más y quien menos, ha descuartizado ya el “31” de Rob Zombie, algunos incluso, meado sobre su tumba. Pero claro, a Zombie, para bien o para mal, hay que darle todo el crédito del mundo y verlo en pantalla grande. Se lo ha ganado. Bousman no.

Lo mejor: La rebuscada pero original idea de partida con regustillo al universo Barker, algún apunte de Lin Shaye y que Bousman prepara secuela inminente para “The Devil´s Carnival”, que lo del musical si lo tiene por la mano.

Lo peor: Para resumir, todo lo demás.



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