Quantcast
Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
Viewing all 2362 articles
Browse latest View live

Crítica: The ABC´s Of Death 2

$
0
0
He de reconocer que la primera entrega de esta original franquicia no es que me volviera loco pero hubo algunos segmentos que a día de hoy me siguen pareciendo estupendos, así que me enfrenté a la segunda parte esperando lo mismo al menos. Lo que me he encontrado es una sucesión de sinsentidos, bastante cutrones, con nula capacidad ya no de aterrorizar sino de entretener entre los que, claro está, y viniendo firmados por algunos de los mejores directores del terror actual, algunos están mucho, mucho mejor que otros, y pocos, rozan lo brillante.Lo primero que vemos es el depurado estilo gótico que va dando transición a cada segmentos donde una profesora, la mismísima muerte, despliega su regla en la pizarra y nos va diciendo al final de cada uno, la letra que le correspondía y el título del capitulillo. Preciosista, inspirado en aquellas siniestras tarjetas de San Valentín del siglo XIX móviles, es junto a la terrorífica canción que sirve de sintonía a la película, lo mejor de la cinta.Y vamos a entrar en materia. 

a) E.L. Katz dirige el segmento "A is for Amateur", uno de los mejores, en el que un asesino a sueldo queda atrapado en el sistema de ventilación del piso de un odioso mafioso. Al tiempo, y por cosas del azar, acaba su misión, aunque ya esté frito. Potente, rápido y divertido. 8/10 

b) Julian Barratt dirige "B is for Badger". Un estúpido presentador pretende ganar un Pulitzer con un reportaje sobre la desaparición de los tejones a causa de una central nuclear. El premio no lo gana, pero uno de los tejones mutados se lleva la merienda. Una bazofia. 

c)Julian Gilbey dirige "C is for Capital Punishment". En una comunidad cerrada, un tipo es acusado del asesinato de una díscola moza. Se toman la justicia por su mano y la moza aparece. Así de simple, bobo y tontón. 3/10 

d)Robert Morgan dirige "D is for Deloused", perturbador corto en stop motion, muñecos siniestros de plastilina que rozan lo surrealista y es bastante efectivo. Recomendable. 7/10 

e) Alejandro Brugués dirige "E is for Equilibrium”, donde un par de náufragos se las apaña a la perfección hasta que aparece una tia buena en escena que parece poner todo patas arriba. Humor chusco y cutre que no está a la altura. 2/10 

f) Aharon Keshales dirige "F is for Falling", en plena franja de guerra una espía cae en su paracaídas y queda colgada de un árbol. Un truño como mi puño 0/10 

g) Jim Hosking nos trae "G is for Grandad", surrealista estupidez sobre un abuelo zumbao y su nieto que no se queda corto. El abuelo se toma mal un comentario del nieto guarro y se lo cepilla. 2/10 

h)Bill Plympton dirige el segmento "H is for Head Games", animación de la de toda la vida que refleja un enfrentamiento “cabezonil” entre un hombre y una mujer. Vale... Pseee... Soso. 3/10 

i)Erik Matti nos trae "I is for Invincible". Unos nietos esperan ansiosos la herencia de la abuelita de 120 tacos, que es inmortal porque al parecer se tragó una piedra... Ridículo se queda corto, 2/10 

j)Dennison Ramalho dirige el segmento "J is for Jesus", uno de los más convincentes. Un “mafias” descubre que su hijo es gay, así que decide cargarse al amante y exorcizar a su hijo, que empieza a mostrar los estigmas de Cristo. Bonito, bien contado y original. 9/10 

k)Kristina Buozyte, "K is for Knell",una muchacha se pinta tranquilamente las uñas de los piés cuando descubre una esfera de maldad sobre el edificio de enfrente y ve cómo los vecinos se matan unos a otros, al rato, la muerte llama a su puerta. Interesante. 7/10 

l)Lancelot Oduwa Imasuen, del segmento "L is for Legacy”, lo más trash de la peli, un rey africano manda matar a su hijo porque una de sus mujeres está celosa. El hijo no muere, pero muta en un ser cutre que se cepilla a media tribu. No me siento capacitado para valorarlo, aún estoy en shock.

m)Robert Boocheck aprovecha el rollo de la “droga caníbal” en "M is for Masticate", donde un tipo la prueba y desata su voracidad en la calle. Decente. 6/10 

n)Larry Fessenden en "N is for Nexus" se enfrenta a las conexiones que a veces se conjugan para que todo salga mal en plena noche de Halloween, entre una pareja disfrazada de Frankenstein y señora, un taxista gilipollas y la cliente, aún más ceporra. 6/10 

o) Hajime Ohata dirige el segmento "O is for Ochlocracy", de lo mejorcito: la sociedad sobrevive a la epidemia zombie y un jurado popular de zombies resucitados juzgan a una mujer que en defensa propia asesinó hasta a su propia hija infectada. Condenada a muerte, algo sale mal y se transforma en uno de esos zombies rabiosos. Interesante y muy original. 8/10 

p)Todd Rohal pertreña "P is for P-P-P-P Scary!", una pieza de humor absurdo, feo de ver, ridículo, espantoso, en el que tres lerdos se escapan de una cárcel y acaban en un cuarto oscuro con un mazado y un bebé viejuno, Una auténtica M****A. 0/10 

q)Rodney Ascher dirige el segmento "Q is for Questionnaire". Una entrevistadora hace un test de inteligencia a un súper nerd. Pasa la prueba, pero el premio no es lo que se dice muy “mono”. 6/10 

r)Marvin Kren nos trae el segmento "R is for Roulette". El más elegante, con mejor atmósfera y hasta giro sorpresa. Tres personas juegan a la ruleta rusa, pero el fín del juego no es lo que parece. Para mi gusto, dura lo justo, aprovecha estupendamente tiempo y recursos y funciona. 9/10 

s)Juan Martínez Moreno dirige "S is for Split", muy bien narrado y potente. Un asesino se cuela en casa de una mujer mientras habla con su marido que está en Francia en “visita de negocios”. Nada es lo que parece. Merece la pena, y mucho. 9/10 

t)Jen y Sylvia Soska ruedan uno de mis dos preferidos, "T is for Torture porn", Una chica se presenta a un cásting porno donde unos babosos y repugnantes cámaras y responsables de cásting acaban pagando caro el trato vejatorio que le dan. Adoro a las Soska. 10/10 

u)Vincenzo Natali en "U is for Utopia" muestra una sociedad en la que los feos no tienen cabida. Punto. Soso, soso,soso. 2/10 

v)Jerome Sable en "V is for Vacation" nos mete en plena videollamada de novia a novio de vacaciones. Descubre que no está solo y que ha sido un chico muy, muy malo. 8/10 

w)Steven Kostanski trae "W is for Wish", otra ida de olla considerable. Unos niños se meten en el mundo de sus juguetes preferidos y las acaban pasando un poco putas. A veces no hay que desear según qué cosas... 5/10 

x)Bustillo y Maury, a quienes sabéis que adoro dirigen "X is for Xylophone", macabro cuento gótico muy en la estela de Livide y con la prota de Inside, de niñera de una niña que toca el xilófono mientras suena un disco de estos que da mal rollo. Cuando llegan los padres, el xilófono ya no es de madera... 8/10 

y)Sôichi Umezawa es responsable de "Y is for Youth", mi otro favorito. Una chica maltratada por sus padres visualiza todo tipo de brutalidades mientras las escribe en su móvil como venganza a esos papis descuidados. Un 10 como la copa de un pino. 

z) Chris Nash trae "Z is for Zygote", un buen cierre a la peli. Una mujer embarazada espera para dar a luz trece años hasta que regresa su marido cabrón mientras entabla conversaciones con su feto de trece añitos. Original y flipante. 9/10 

En todo caso, la peli, como la mayoría de las antologías, es difícil de calificar como una película aislada, pero seguro que si les gustó la primera entrega ésta lo hará también, si bien es mucho más dispersa y pierde frescura. Muchas veces la propia letra asignada no tiene mucho que ver con la muerte que presenciamos y eso ya parece un poco tomadura de pelo, pero bueno, para gustos... Ya hay rumores aún no confirmados de que la tercera está en camino... 

Lo mejor: Las Soska, Maury y Bustillo, Dennison Ramalho y Juan Martínez Moreno. Los créditos, de estética estupenda. La cancioncilla. 

Lo peor: Deslabazadas, inconexas y de calidades demasiado dispares. Las buenas son incluso mejores que en la primera y las malas son bazofia pura.



Crítica: Over Your Dead Body

$
0
0
Yotsuya kaidan está considerada como la historia japonesa de fantasmas más famosa de todos los tiempos. La obra escrita en 1825 por Tsuruya Nanboku IV, es una de las más adaptadas al cine de la historia de aquel país y a día de hoy, continúa siendo una gran influencia y fuente de inspiración para el horror nipón, como bien demuestra el hecho de que se haya fijado en ella uno de los cineastas japoneses más reputados y adorados del terror asiático, Takashi Miike, quien con “Over Your Dead Body” (“Kuime” en su japonés natal), adapta una vez más para la gran pantalla, la historia de Nanboku. 

En “Over Your Dead Body”, Miike recupera el formato más clásico del cine fantasmagórico oriental, y esta sincronización de tan ancestral obra con sus propias constantes vitales, sirve para mostrarnos el rostro más “convencional” del polifacético e inclasificable cineasta, a quien le da exactamente lo mismo adaptar un manga adolescente, remakear clásicos, darle al cine negro, dejarse enamorar por los cantos de sirena del terror más populista o dirigir auténticas bizarradas para sibaritas de difícil digestión. 

Para muchos, director de culto, yo he de reconocer, que nunca he sido gran aficionado al cine de este señor (no lo soy, salvo excepciones muy contadas- pronto os hablaré de una de ellas- , del cine asiático en general) y bueno, sin ir más lejos, su anterior trabajo estrenado en Sitges, precisamente, “Lesson of the Evil” (“Aku no Kyôten”, 2012), me pareció un soberano coñazo (en el sentido peyorativo de la palabra). Por otro lado, el cine de fantasmas, especialmente el asiático, siempre me ha producido una cabalgante cagalera. Por lo que las expectativas en referencia a “Over Your Dead Body”, no eran demasiado optimistas. 

“Over Your Dead Body” es la típica historia de venganza fantasmal y Miike, no pone en absoluto nada de su parte para cambiar dicha máxima. Sin salirse ni un ápice de la constitución establecida, el director apenas se moja los pies en la orilla y se ciñe al manual para ir desgranando un relato soso y muy poco novedoso que no aporta absolutamente nada ni al cine de fantasmas, ni al haber del propio cineasta. Exquisito en las formas, como siempre, eso si, asistimos con una tercera parte de expectación y dos de indiferencia, al devenir de unos personajes tópicos de la cultura nipona que deambulan con frialdad por una historia no menos fría y sobretodo, muy previsible, pese a lo desconcertante a nivel narrativo, que resulta en algunos pasajes. 

El mayor encanto de la propuesta, más allá de sus excelencias técnicas, donde absolutamente todo está colocado donde tiene que estarlo y como tiene que estarlo, reside en encontrar los paralelismos entre los dos relatos que subyacen en la historia (y degustar sus muchas connotaciones). Por un lado, la que interpretan los personajes en una obra de teatro y por otro, la de su propia vida real. En ambas realidades, se gesta un adulterio que terminará desembocando en un trágico y me gustaría decir, inesperado desenlace, pero no es el caso, así que nos quedaremos con desenlace a secas. 

Por lo tanto, no puedo tachar a “Over Your Dead Body” de otra cosa que no sea de absoluta mediocridad. De lo cual estoy seguro darían fe, los cientos de párpados (y lo siento por el anónimo curioso, pero no tengo datos estadísticos) que me acompañaron en tan sufrido y agónico visionado a eso de la media mañana en un Auditori, ahora si, lleno hasta la bandera. Estos, los párpados, más pesados que nunca, se empeñaban una y otra vez, en cubrirme los ojos para transportarme a lugares mucho más interesantes que aquel. Mentiría si dijese que no lo consiguieron en algún momento. 

El guión, pese a su aparente simpleza, construido a modo de típico thriller de traiciones y venganzas, de avaricia y de miedo a la pérdida, no está exento de alguna que otra incongruencia que no hace sino, acentuar la sensación de desconcierto en más ocasiones de las deseadas. En especial, el elemento sobrenatural del relato, está metido con calzador, desvirtuando mucho el conjunto de la cinta, que habría funcionado mucho mejor, de haberse centrado en el reverso carnal de la misma, claro que entonces, no estaríamos hablando de un cuento de fantasmas. 

Los fans del Miike más sádico y enfermizo, si bien en mucha menor medida que en otras de sus obras, también tendrán su momento de gloria personificado en una de esas secuencias que tanto le gustan a este señor, un experto en el arte del efectismo y en meter el dedo dentro de la llaga... o de donde haga falta. Los pelos de punta están asegurados, si. Pero no deja de ser una mera anécdota dentro de un conjunto que aboga mucho más por lo psicológico que por lo visceral. 

En resumen, “Over Your Dead Body” es una nueva declaración de amor del cineasta japonés al folclore tradicional de su Japón natal. Una obra de teatralidad a flor de piel, preciosista y fría a partes iguales que se ve lastrada por su nula originalidad y por un desarrollo lento y lo peor, aburrido, que creo carece de la chispa de otros títulos de la filmografía de Takashi Miike. Desde luego, como thriller sobrenatural, fracasa absolutamente por mucho que tanto a nivel técnico como artístico, cumple sobradamente. Del cine de un maestro del horror, se debe esperar y exigir, algo más. 

Lo mejor: Su puesta en escena, la sobriedad de las interpretaciones y el “momento Miike”, como siempre, escalofriante. 

Lo peor: Ni sorprende, ni aterroriza... ni entretiene.


Crítica: What We Do In The Shadows

$
0
0
Los neozelandeses Taika Cohen y Jemaine Clement, creadores de Flight of the Conchords y Eagle vs. Shark llegan a Sitges para hacernos pasar uno de los mejores ratos del festival con una comedia vampírica que es mucho más en el fondo y que arrasó en Toronto.

La cinta sigue las (no) vidas y movidas de los inadaptados Viago (Taika Waititi), Deacon (Jonathan Brugh), y Vladislav (Jemaine Clement), tres compañeros que comparten una casa en los suburbios de Wellington y afrontan la situación actual y los obstáculos y trabas que nos van poniendo día a día, pero con una peculiaridad, los tres son vampiros inmortales ansiosos de sangre humana. Salvando esa peculiaridad, y que tienen ciento y pico años, la peli nos relata el día a día, complicado y difícil de los muchachos, que tienen que hacer piruetas para pagar el alquiler, cumplir con las tareas del hogar, ir a los pubs de moda y superar los roces de la convivencia que todos los que hemos compartido piso nos sabemos de memoria. A lo que no todos estamos tan acostumbrados es a tener que asesinar, mutilar y beber sangre humana, que es el otro apartado de la vida de nuestros protagonistas, igualmente divertido y fascinante. 

Pasamos parte de las 48 horas de grabación, con estos tres vagos vampiros que no dejan de discutir sobre las tareas de la casa mientras planean la forma para atraer a su próxima víctima humana a la guarida para “llenar el frigo”. 

Esta premisa disparatada, con un sentido del humor espléndido es un vivo reflejo del cine que algunos cineastas de Nueva Zelanda se empeñan por sacar adelante y que tiene sus más claros orígenes en el inmenso Peter Jackson y sus clásicos de culto Bad Taste (1987) y Brain Dead, tu madre se ha comido a mi perro, (1992), cintas que con su bajo presupuesto se fijaron el exceso salvaje, brutal y divertido como objetivo y que hoy en día nadie se atrevería a menospreciar. 

Pues bien, en la peli que nos ocupa, los personajes son igualmente extremos, y sus directores los enfrentan a situaciones cotidianas que desde su punto de vista son absolutamente desternillantes. Humor a raudales, negro y macabro, estupendos aspectos técnico e interpretativo, (el sólido elenco está francamente perfecto, a destacar Jonathon Brugh-yo casi me muero de risa con su hilarante bailecito torpe), la única pega que uno puede ponerle después de disfrutarla a saco es su desarrollo demasiado convencional y no tener un final excesivo y salvaje como era de esperar. 

El esfuerzo de llevar el argumento al género del falso documental, saturado como pocos, beneficia totalmente a la peli, que se permite incluso inventarse un organismo financiador como la “Junta Documental de Nueva Zelanda”, inexistente. 

Usando la cámara como su propia herramienta, y como oportunidad de lucirse y destacar por encima de sus compis de piso, cada uno trata de superar las habilidades que utilizan los otros, como en la desternillante escena de la levitación. Cuando un recién converso presume de sus habilidades, nuestros protas tendrán que ingeniárselas, porque hasta ahora sólo se habían preocupado de sus problemas de vestuario (de partirse la caja, porque al no reflejarse en los espejos se tienen que dar consejos de moda), tratar de ir de fiesta a sitios donde nadie les invita y demás, todo narrado con una sucesión de gags vampíricos rápidos, fluídos y perfectamente insertados, manteniendo una capa sutil humorística a lo largo de todo el metraje, pero consciente también de su parte terrorífica, y tiene alguna escena francamente aterradora (la de la persecución por la casa es brutal). 

La cinta ofrece además una mirada conmovedora explorando los viejos valores, las creencias del pasado, las pérdidas y los prejuicios que sirve de metáfora reflexiva del momento crucial en el que nos encontramos, mostrando que con el paso de los años, es más fácil ir quedándose atascado en nuestros caminos, aún más para nuestros protagonistas que cuentan su edad no en años sino en décadas. También sirve como reflejo de cómo nos enfrentamos a nuestras relaciones. Cada uno de ellos tiene un desafío, una preocupación, Viago se enfrenta al clásico dilema del vampiro inmortal, de no envejecer mientras su amada lo hace, Vladislav tiene una bestia del pasado que podría revivir sus heridas y Deacon se enfrenta básicamente al reto de satisfacer una nueva generación mientras se da cuenta de que su propia juventud se le está escapando por momentos. 

La idea es genial, me lo reconocerán, pero la ejecución, que no deja de ser estupenda, pedía a gritos un desarrollo mucho más sangriento y salvaje y acaba no funcionando del todo. 

Aún así, es loable el intento de hacer un nuevo tipo de humor, de ajustado presupuesto pero estupenda factura, (no entiendo las críticas negativas menospreciándola) que revitalice el género de “comedia de terror” y nos brinde oportunidades refrescantes como ésta para pasar un rato estupendo y descubrir que Nueva Zelanda no sólo es un pequeño país donde se rodó El piano o El señor de los Anillos, situado en nuestras antípodas, cuya ave nacional no vuela, y que ha plantado cara a los mismísimos USA en varias ocasiones, sino un país cuna de geniales directores, originales y únicos.

No es fácil hacer comedia buena de horror, y menos cuando es un poco “localista”, (hay gags como el de la policía que son más sociales), pero en este caso, el sentido del humor es absolutamente implacable, hasta el punto de que uno se pierde algún chiste porque se sigue riendo del anterior, y hace gala de una amplísima gama de comedia, desde la bufonada a la sátira y el sarcasmo más fino y sutil, de manera que con sólo 87 minutos de metraje uno sale del cine con dolor de estómago de reir. De hecho, mientras escribo ésto, sigo riéndome yo solo, como idiota reviviendo alguna de las bromas que, en serio, nadie debería perderse. 

Lo mejor: Los personajes son adorables, aún siendo no-muertos, uno puede casi sentir el latido de un corazón caliente que es el espíritu de la peli. 

Lo peor: Podría haber sido redonda con un final más arriesgado.

En mi opinión, la mejor comedia en años.


Crítica: Aux Yeux Des Vivants

$
0
0
Caminar entre los vivos es, en ocasiones, una ardua tarea, porque a veces estar vivos es la peor muerte. Caminar entre los vivos es la marioneta que se deja manejar por la muerte, pues es la muerte lo que nos hermana a todos, aquello hacia lo que nos dirigimos, y con cuerdas cosidas a las manos o sin ellas, nuestro destino es la única verdad y nuestro objetivo, haber caminado con buen paso entre estos vivos. 

Alexandre Bustillo y Julien Maury, quienes han caminado a zancadas entre los vivos, se convirtieron en semidioses en 2007, con aquella obra maestra titulada "A l ´interieur". Ellos conocen el brillo de las estrellas y sufren con ese conocimiento, pues el estigma de haber debutado con una de las mejores películas de terror que se hayan rodado jamás, sangra cada vez que ruedan una nueva cinta, y el público, que siempre demanda una nueva genialidad, es el encargado de abrir las heridas cada vez que degusta una nueva fechoría del brutal dúo francés. 

Dicen que el que avisa no es traidor, y tanto Maury como Bustillo ya avisaron, en la presentación de "Aux Yeux des Vivants", en el festival de Sitges, que esta no era una nueva "A l´interieur", y que tampoco tenía nada que ver con "Livide". Esto era otra cosa: un homenaje al cine de los ochenta que tanto les había influenciado. Con estas obvias declaraciones (¿en serio alguien espera que se vuelva a obrar de nuevo el milagro de "A L´interieur"?), el margen de duda sólo quedaba para el término homenaje, ya que el cine ochentero es muy basto, y los homenajes se prestan a muchas interpretaciones. 

"Aux yeux des vivants", ha dado, a los ojos de los vivos, una vuelta de carrusel al cine de pandillas juveniles de aventuras, convirtiendo lo que, en inicio, es una experiencia para rememorar la infancia, en un survival con momentos realmente sobrecogedores. Todo ello presentado, con un prólogo marca de la casa, que hace salivar hasta al más descreído con el dúo francés, pues el comienzo es potente y nos transporta de nuevo al epicentro de esa oleada grandiosa del cine extremo galo.

Para hacer los honores de la esperada nueva película de Bustillo y Maury, nadie mejor que su musa, la gran, en todos los aspectos, Beatrice Dalle, quien en claro homenaje a la película que la convirtió en la asesina más sanguinaria y odiada del universo del terror, vuelve a coger un cuchillo, para hacer lo que mejor sabe hacer, acuchillar barriguitas , volver a ser odiosa y dejar huella. Beatrice, sin quererlo, nos presenta a Klarence, la estrella de la función. 

La historia nos lleva de nuevo a parajes franceses para que, de manos de unos chavalines, nos adentremos en ese mundo que separa la fina línea del slasher y el survival, y que volvamos a temer a un asesino despiadado oculto tras una máscara. Nuestros goonies, lejos de ser angelitos, son chicos con una carga traumática importante, que no distinguen muy bien el juego de la realidad, y que se ven inmersos, por la casualidad que reina en todas las desgracias, en el cruel mundo de unos adultos con menos cabeza que los infantes. 

El cine de los ochenta está aquí de nuevo, y no sólo en forma de pandilla, sino en forma de asesino, en forma de monstruo, en forma de pesadilla, en forma de experimento, y hasta en forma de paisaje. Con ese cine, vivimos, esta vez entre los vivos, cómo se suceden las muertes de un asesino dirigido y letal, vivimos la tensión de la espera de la muerte, y vivimos la reacción que diferencia la continuación de la parada. Vivimos y esperamos que Klarence no de caza a los niños, que Klarence no de caza a sus familias, esperamos que Klarence, finalmente pueda ser lo que realmente es. 

No hay que perder de vista, que estamos ante una propuesta de Bustillo y Maury, por lo que, sin saber en qué dosis, la brutalidad está siempre asegurada, y yo os aseguro que la hay, que Klarence es capaz de matar de las formas más monstruosas posibles, por eso, es desconcertante que la mayoría de las muertes están intencionadamente fuera de plano. Entiendo que los directores eligiesen esta forma de mostrar la evolución de la historia para coger impulso y soltar la adrenalina cuando hace lo que realmente saben hacer, que es mostrar la carne, los huesos y la sangre, sin importar cómo ni a quién. Tengo claro que las diferentes muertes no vistas, son un recurso cinematográfico para enfatizar las sí vistas, pero en determinados momentos de la película, donde ya se pedía que se pusiera toda la carne en el asador, y no se hizo, el resultado fue un tanto irritante. 

Como mencionaba antes, "Aux yeus des vivants", es un survival de la cabeza a los pies, y como tal funciona excepcionalmente bien, sobre todo en su parte final, que es donde Francia se vuelve de noche oscura y arrasa con todo. Anteriormente, cuando el día brilla, varios fallos de guión y las ganas locas de que anochezca, porque, siendo perdonables todos estos fallos, el disfrute es máximo y los dientes rechinan como nos gusta que lo hagan, cuando la carne se muestra desnuda ante cualquier objeto punzante, o mejor aún, ante la fuerza desmedida de alguien que juega a lo que le mandan que juegue y eso se hace esperar un poco. 

Sobra decir que los efectos especiales son excepcionales y que las interpretaciones te mantienen en vilo. No señores, no estamos ante una nueva "A L´interieur", esa película ya está rodada y debe ser única, estamos ante algo diferente pero con sello identificativo. "Aux yeux des vivants" es lo que intenta vivir sin ser visto, adaptándose a esa clandestinidad, caminando entre los vivos.


Crítica: El Día Trajo la Oscuridad

$
0
0
Sinceramente, si de mi dependiera, no se rodaría ni una sola película más de vampiros. Y no se haría porque pienso que la figura del chupasangre, ya ha sido lo suficientemente desvirtuada a lo largo de la historia del cine de terror, muy en especial, en estos actuales tiempos oscuros en los que vivimos, donde tan ancestral criatura de la noche, antaño respetada y temida, se ha prostituido por delante y por detrás, acercándola incluso en un extremismo de la más absoluta degeneración, al mundo de los adolescentes. Basta ya. Salvemos la poca dignidad que le queda al vampiro si es que aún, estamos a tiempo. 

Con esta idea entre ceja y ceja y con estaca de madera de roble en la entrepierna, por si acaso, me acerco a tardías horas de la noche al cine Prado de tan maravilloso escenario para una película romántica de vampiros como es la costera Sitges, para hincarle el diente a nueva cinta del argentino Martín de Salvo (segunda en su filmografía tras la reconocida por la crítica, “Las Mantenidas sin Sueño”, la cual co-dirigió junto a Vera Fogwill y de eso, ya hace nueve años), quien muy amablemente y junto a su familia, nos presenta “El Día Trajo la Oscuridad”, cinta de terror protagonizada (entre otros) por Mora Recalde, su esposa. Encantadores todos ellos. 

De entrada aclarar, pese a posteriores consideraciones, que “El Día trajo la Oscuridad”, por suerte, no entraría dentro de esa abominable y cuasi interminable lista de películas de vampiros irrespetuosa y sonrojante que atentan directamente a la dignidad del no-muerto, de hecho, hay que reconocer el loable esfuerzo por parte del cineasta argentino de intentar alejar su obra de todos los tópicos modernos del subgénero vampirico, gestando un título que poco tiene en común con los cánones de belleza actuales que se estilan en la pachanga hemoglobínica del siglo XXI y que tiene mucho más que ver con la forma de hacer de épocas más lustrosas y bastante mejor consideradas (no sin razón) como son las de las décadas de los setenta y los ochenta, fructíferas tanto en cantidad como en calidad, en lo que a criaturas de la noche se refiere. 

“El DíaTrajo la Oscuridad” nos propone un viaje psicotrónico al terror más psicológico, a esa zona fronteriza donde géneros cercanos, pero dispares, como el terror, el thriller o el drama, danzan desnudos, cogidos de la mano, alrededor de una hoguera bajo la intensa luminosidad de la luna, como hicieran tiempo ha, ancestrales brujas en la mágica montaña de Montserrat, un lugar no tan lejano de donde se proyectaba la película. En el ojo de dicho aquelarre de desenfreno y alucinójenas pasiones, la cinta de Martín de Salvo es donde existe y es donde se siente cómoda. Jugando al despiste y sacándole todo el partido a los bellos y recónditos parajes rurales donde se desarrolla la acción, nos invita a acompañarle a él y a sus dos musas, Mora Recalde y Romina Paula (ambas fantásticas por estremecedoramente cercanas, por cierto), a este curioso acercamiento al folclore vampírico.

Haciendo suyos los silencios, alejado de cualquier tipo de pomposidad o efectismo visual y manejando con habilidad el arte de la ambigüedad, “El Día Trajo la Oscuridad” se las ingenia para sin necesidad de dar excesivas pistas sobre lo que estamos viendo, construir una atmósfera densa y opresiva, que viste de terror un relato que hasta el momento, parece ajeno al género. Donde los personajes, opacos como en pocas ocasiones, parecen guardarse un as en la manga que sacar cuando más alta esté la marea, o cuando la noche, tan sutilmente, pero con certeza anunciada, se cierna sobre la trama. 

“El Día Trajo la Oscuridad”, no está exenta de elegancia. Las formas son preciosistas y refinadas, los parajes, funcionan como un tercero en discordia frente al timón de la historia, hipnóticos durante el día, misteriosos e inhóspitos al caer la noche. Por ende, estamos hablando de una atmósfera tremendamente efectiva y que por si sola, es capaz de sumergir y al tiempo, sugestionar al espectador. Un escenario ideal para contar una no-historia sobre no-muertos... por desgracia, y esta vez si, el guión se convierte en afilada punta de estaca (mucho más que la de mi entrepierna) con la cual dar fin a una vida muerta de eternidad.

La ambigüedad, que tan bien funciona en la primera mitad de metraje, se convierte en arma de doble filo pasado ese punto, en una cortina que intenta disimular la incapacidad por dar forma a una historia minimamente coherente, en la cual terminan por dejarse en el tintero demasiados datos cruciales de la historia como para que el espectador, pueda entender lo que está ocurriendo y sobretodo, las imposibles reacciones de unos personajes que si hasta el momento de correr la cortina, habían brillado por su cercanía y mundanidad, se desfiguran para desmoronarse junto al críptico guión. Su tramo final, un galimatias demencial que pone fin al relato de la peor de las maneras, con la consiguiente cara de tonto del respetable. 

El ritmo lento, exasperante incluso, del que hace gala el filme y que en otras circunstancias, habría sido del agrado del que suscribe, tampoco ayuda en exceso a digerir una obra tan grumosa y divagante como esta, pues el espectador llega demasiado quemado (por no decir aburrido) al tramo donde deben comenzar a venderse las castañas y encima, la caprichosa anciana, no tiene la caseta abierta y nos quedamos ahí plantados, muertos de frío y sin nada caliente que llevarnos a la boca. 

“El Día Trajo la Oscuridad” es por tanto, un meritorio intento de hacer cine de vampiros fuera del “circuito comercial”, lo cual no es fácil, pero, que por desgracia, naufraga por culpa de un guión incoherente (absurdo incluso en ocasiones) y por una narrativa tan espesa y coagulada, que dificilmente se consigue digerir. Una combinación, la de estos dos lastres, que terminan por mermar en exceso el conjunto y de sepultar, las virtudes de la cinta, que las tiene. De todas formas, prefiero mil veces, dormirme y frustrarme con una propuesta arriesgada como ésta, que pasar vergüenza ajena con los tópicos vampíricos y sus miserias de diseño. 

Lo mejor: La gran química entre el dúo femenino protagonista (ole la tensión sexual), la estupenda recreación de atmósferas y lo bien que funciona su ambigüedad en la primera mitad de filme. 

Lo peor: Se hace aburrida, no por lenta, por divagante. Y el guión, sobretodo en su tramo final, un sinsentido que ni mucho menos, cubre las expectativas generadas previamente.


Crítica: The Guest

$
0
0
El director Adam Wingard es ya un viejo conocido para los fans del terror. Suyas son las participaciones en las no en vano bastante populares y corales V/H/S/2 (2013), The ABCs of Death (2012), V/H/S (2012), y las propias Autoerotic (2011), A Horrible Way to Die (2010), Enfermizo (Home Sick) (2007), Pop Skull (2007) y la fabulosa y hasta ahora su mejor film en mi opinión, Tú eres el siguiente (2011). 

Pues bien, alejándose un poco de lo que ha venido haciendo hasta ahora, el terror puro y duro, llega a Sitges con un peliculón bajo el brazo, esta “The Guest”, que fluye por los caudales del thriller sesudo y la acción salvaje y más brutal con referentes y homenajes a muchos de los grandes (John Carpenter, Wes Craven, incluso Argento, sin ir más lejos). 

La familia Peterson sufre el duro fallecimiento de su hijo Caleb en una misión en Afganistán. Pocos días después aparece en la casa de la familia un tal David, de acento americano suave, buenas maneras y muy buena educación para presentar sus respetos, (tremendo Dan Stevens, el Matthew Crawley de Downton Abbey), que afirma ser un amigo de Caleb y es todo encanto y simpatía, con lo que se mete en el bolsillo a la familia, que deciden invitarle para que pase unos días con ellos en casa. Poco a poco se los va ganando a todos, primero a la madre (Sheila), y después al resto, Lucas (Meyer), Anna (Monroe), el padre (Orser) y Kristen (Shaun). 

Pero como era de esperar, las cosas no son lo que parecen, y pronto empiezan a suceder una serie de muertes en la comunidad y parece ser que son cosa de David, que va a ser que no es quien parece ser. Así, gradualmente, se va haciendo demasiado evidente que ese nuevo visitante podría no ser quien dice ser, y su comportamiento se vuelve cada vez más errático. 

De hecho ese soldado educado, de modales suaves, que se dirige a todo el mundo como "señor" y "señora" con una sonrisa perfecta, definitivamente parece estar ocultando algo, y una llamada telefónica a la base militar de la que David asegura que fue dado de alta, da como resultado un sorprendente hallazgo que puede poner a toda la familia Peterson en peligro... Y aún así nos cuesta odiarle!!!!! 

¿Qué esqueletos tiene David en su armario y de dónde ha salido?

El director entonces, con este sencillísimo planteamiento, aprovecha para, en un estilo muy propio de los grandes thrillers de los ochenta y noventa, sembrar el caos y el terror en el seno de la tradicional familia haciendo un análisis de la violencia francamente estupendo. 

Ni que decir tiene que gran parte del hecho de que la peli funcione como lo hace (rozando la maestría), recae sobre Dan Stevens, un tiazo con ramalazo de chungo que no se quita el halo de misterio hasta bien avanzada la trama y que hace de su personaje uno de esos hitos que van marcando el cine de género a base de buenas interpretaciones y mejores construcciones del personaje. Un personaje hipnótico, malicioso, imprescindible, que resulta convincente, tanto en la empatía como en la brutalidad despiadada, dejando siempre un lugar para el humor salvaje. 

El guión, del director y Simon Barret, no hace aguas en ningún momento, y todas y cada una de las piezas acaban encajando en un puzzle quizás demasiado extraño para el gran público, pero desde luego una magnífica obra para fans y asíduos al terror y la intriga. 

No es “Tu eres el siguiente”, aquella joya que gustó, encantó a público y crítica, ahondando en las miserias de una familia y dentro de mi propio subgénero “mascaritas”, una de las mejores, pero es que tampoco pretende serlo. Y sin embargo sí que hay muchos enfoques en esta “The Guest”, que aunque a mí me parece un pelín inferior, que comparte con aquella, más allá de la estética y los referentes familiares. Son en cierto modo películas que se complementan, en la búsqueda de una nueva manera de hacer cine y resaltar las grandes obras de una generación escalofriantemente maravillosa. 

Difícilmente se convertirá en el bombazo que fué aquella, pero desde luego, la labor de Wingard es del todo impecable, planteando una historia nada compleja en apariencia y que se va desarrollando de forma sorprendente hasta llegar a uno de los mejores finales que recuerdo en los últimos tiempos. Así, lo que en apariencia no era más que un mero thriller de suspense acaba, sin duda, convirtiéndose en mucho más que eso. 

Cargada de humor insano, exageraciones e hipérboles contínuas, la cinta destaca en todos sus aspectos, empezando por el guión y la dirección ya comentados, brillantes. Como destaca la mayoría del reparto, a la sombra del magnífico trabajo de Dan Stevens, que pasa de la humanidad a lo inhumano en medio segundo dejándonos a todos con la boca abierta. A destacar también Maika Monroe, en un rollo muy Brittany Murphy (en paz descanse). 

Estéticamente la peli es una joya, con una ambientación retro rural ochentera que se huele y se saborea en cada plano, a lo que sin duda contribuye, y mucho el uso de la fabulosa y sorprendente banda sonora, puramente para nostálgicos de la década. 

Con no demasiados medios, pero una factura impecable, merece la pena-y mucho-enfrentarse a la cinta sin saber demasiado de ella, porque es de aquellas que se disfrutan como pocas desde la ignorancia. 

Desde ese comienzo en plena carretera abandonada, vacía con el protagonista corriendo, hasta el final, en el que ya estamos inmersos en otra época, pasando por la acción y la violencia desenfrenada, por los toques de gore deluxe, la peli, absolutamente visceral e incluso emocionante, es de visionado obligatorio y difícilmente decepcionará a nadie. 

Yo, la verdad, la he visto con muchas, muchas ganas y expectativas, y eso suele jugar en contra muchas veces. Me esperaba una cinta convencional tras ver el tráiler, pero mi sorpresa, en serio, no ha podido ser mayor. 

El director además no nos lo da todo masticado, nos permite usar nuestra imaginación, sacar nuestras propias conclusiones, en un inteligente y atroz batiburrillo de exposición, narración y desarrollo que demuestra el respeto al espectador, en una decisión audaz, que sin embargo puede dejar a alguno con preguntas sin respuesta. (Spóiler al final).

Muy al estilo “Stoker”, se ha comparado bastante con “Drive”, en especial por su banda sonora, (y quizás un cierto parecido de Stevens con Ryan Gosling) pero sin duda, “The Guest” es con diferencia la mejor de ellas. Porque si bien la historia no es en exceso compleja, ni nada del otro mundo, la peli funciona en muchos niveles que en el género no suelen funcionar, y consigue mantener la atención del público, que empezará convencido de ver un thriller hasta que el director da el puñetazo en la mesa y nos deja a todos boquiabiertos y ojipláticos. 

Un tercer acto con sexo, desnudos, violencia, palabrotazos, drogas y hasta velado cambio de sexo, que es una auténtica locura, y que toma todo lo que sabemos acerca de la acción, el horror, y el suspense, y los bate a ritmo rápido en una mezcla sabrosa y convincente. ¡Dios nos valga! Un pedazo de obra maestra. 

Lo mejor: El director maneja hábilmente el dramático cambio en el tono, asegurándose de que su narrativa se mantiene siempre un paso o dos por delante de la audiencia. Wingard, pide a gritos que no le encasillemos... Este directorazo aún tiene mucho, segurísimo, por enseñarnos. 

Lo peor: Algún tópico americano que no molesta. Se hace corta! Sin duda, una futura película de culto. 

Mini spóiler: ¿Por qué elige a los Peterson?


Crítica: Cub (Welp)

$
0
0
La primera película de terror producida en Flandes, hecha gracias a ese nuevo tipo de financiación que es el crowdfunding, es un slasher en toda regla, al que no se pueden aplicar todas las reglas del subgénero porque se desarrolla principalmente en un campamento de niños de doce años. Como lo oyen/leen. 

Un grupete de esos jóvenes scouts se dispone a pasar un finde en pleno monte con sus monitores y un torpe poli alejados lo más de tecnologías, playstations y candy crash sagas posibles. Pero, ay, el lugar que eligen para esa comunión con la naturaleza, para aprender los diecisietemil tipos diferentes de nudos y cómo evitar el olor de los mapaches en celo, no es tan solitario como podría parecer en un primer momento, y aislado, sí, pero precisamente por ello, se convierte en el lugar ideal para una matanza sin que nadie pueda oir los gritos de los que van a ir cayendo como moscas. El director, Jonas Govaerts, se estrena en esto del largo en lo que puede pasar por una entretenidísima mezcla entre los Goonies y Viernes 13 que, oigan, le queda más que decente, entretiene, asusta y tiene sus buenísimas dosis de sangre, violencia y muertes sádicas y macabras. Y es que en esto del terror, la edad no cuenta demasiado. 

En plena excursión, Sam, el protagonista interpretado por Maurice Luijten, un prodigio absoluto, (al que el director eligió tras verlo en un video musical, y que muestra un talento interpretativo capaz de sorprender a cualquiera y ver que va a ser una futura y muy grande estrella a este paso), que es un niño con una imaginación desbordada, descubre el escondite de un niño criado salvaje, en medio del bosque. Cuando lo cuenta a los demás nadie le cree y lo toman por un cuento de campamento. Craso error. El niño es el pequeño ayudante de un siniestro, salvaje y despiadado asesino en serie, protagonista de una leyenda en la que el niño salvaje vaga por el bosque, pero la leyenda, que no es tal, no tarda mucho en mostrarse como una realidad. Lo que no saben los invasores forestales es que este niño salvaje de leyenda es ahora la menor de sus preocupaciones. El joven y feroz director (títulos ganados a pulso con la cinta) acomete su primer largo como una bestia se prepara para atrapar a su presa, dejándonos absolutamente boquiabiertos con la imaginería rústica que se marca para hacer de cada muerte un verdadero espectáculo, diferente, imaginativo y muy, muy sádico, con algunas de las trampas mortales más retorcidas innovadoras que este fanático del terror ha visto en años. 

El título de la peli le viene al pelo, un Cub, en el mundo osuno es un cachorro de oso, en este caso, el cachorro que da sus primeros pasos como depredador y cineasta. 

Su debut en el cine no muestra la juventud como un handicap a vencer desde la perspectiva de la producción, ni da en absoluto la impresión de que ésta sea la primera vez que él y Mondelaers (co responsible del estupendo guión) trabajan juntos. 

La cinta se beneficia de un maravilloso compendio de referentes cinéfilos y cinematográficos, tomando notas de autores de la talla de John Carpenter y Dario Argento e incluso Steven Spielberg pero también se ve nítida y claramente como una cinta autoral, estéticamente propia y distinta. Esto demuestra que Govaerts ha aprendido de algunos de los mejores a la hora de crear y recrear el terror, el horror en estado puro en la gran pantalla, con el dominio de todos los trucos necesarios del negocio desde el principio de su primera peli. 

Los límites en Cub se rompen sin miedo, sin vergüenza, la inocencia infantil se pierde y diluye, y el resultado podría resultar chocante, pero está tan, tan bien hecho, que uno sólo puede tener palabras positivas ante tal decisión. 

En la Midnight Madness del Toronto International Film Fest, Govaerts advirtió a los amantes de los animales que lo que iban a ver podría dañar sus sensibilidades (por lo que ocurre con un perro en la película, mientras se declaraba un amante de los gatos... Toma friki), lo cual no deja de ser una maravillosa forma de mostrarnos cómo el cine de terror todo lo cambia... Es más fácil desatar y atacar susceptibilidades por un perro que por lo que les va a suceder a niños de doce años en pantalla. 

Como he dicho antes, otro de los méritos de Cub es que no puede jugar con esas reglas no escritas del slasher (la palabra ya viene acompañada de destetes, sexo en cabañas, porros y maldiciones), al utilizar como elenco a actores infantiles. Esto podría haber sido una receta para un verdadero desastre, pero el director lo sortea de manera magnífica. 

En la cinta, beneficiada por un puntillista guión, no se descuida en absoluto la construcción de personajes, más bien al revés, casi se puede considerar un estudio de personajes y Luijten muestra para nuestra sorpresa aristas y facetas espectaculares en la evolución de la trama, haciendo la progresión de su personaje del todo creíble. 

Govaerts, casi sin quererlo, establece un nuevo estándar para las nuevas películas de terror de hoy en día con Cub. Es una película que bordea efectivamente los límites de lo imprescindible para obtener una reacción de sorpresón en los espectadores, pero alejándose inteligentemente de lo que podría calificarse como un insulto imperdonable (algunos detalles horribles, espeluznantes, sólo se insinúan, pero hábilmente manteniendo la cámara fuera de plano). 

Pues eso, una apuesta inteligente, atrozmente divertida, con humor negro, negrísimo, a espuertas, que revitaliza un subgénero que se ha ido convirtiendo en lugar campal para típicos maníacos que se cepillan a adolescentes idiotas, borrachos o drogados y más calientes que el pico de una plancha. Es cierto que aparte de en este apartado, la cinta innova poco más, y puede incluso oler a deja vu cansino por momentos, pero en ningún momento deja de atrapar nuestra atención y ofrece todo y más de lo que se puede exigir a una ópera prima de terror. 

Destacable es la banda sonora, minimizada en beneficio de la imagen, y la fotografía, magnífica, preciosista y muy, muy interesante. 

Lo mejor: Su protagonista, espectacular. Las muertes más macabras.

Lo peor: Algunos clichés, para nada molestos.

Lo que se logra aquí, desde luego, no parece la obra de un cachorro ...


Crítica: Alleluia

$
0
0
Halleluyah, Aleluya, Hallelujah, Alleluia, no importa cómo lo escribas, la pronunciación es la misma y el significado también: es la palabra que se utiliza para alabar a dios creador. Nuestra "Alluluia" también es un cántico, una forma de alabar al dios en el que cada uno cree, el dios que cada uno crea y una forma de llamar a la locura, que por mucha felicidad que traiga, no deja de ser locura. "Alleluia" es la celebración del feismo y la ceguera del amor. 

Fabrice Du Welz nos vuelve a llevar a Ardenne para seguir con las historias granuladas, que comenzó con la enfermiza "Calvaire", en la segunda parte de la trilogía pensada por el director para explorar el terror rural y las bondades de una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Esta vez, nos habla de la obsesión, de los celos, del amor y como no, de la locura, otra vez desde la mirada enfermiza que fija él como nadie. Fabrice Du Welz vuelve a explorar las relaciones humanas de una forma extrema, tomando como punto de partida la verídica historia de los asesinos de la luna de miel, Raymond Fernández y Martha Beck, quienes se conocieron en una agencia matrimonial y se dedicaron durante un periodo de tres años (desde 1947 a 1951), a engañar, seducir y asesinar a solteronas adineradas, a las que Ray engatusaba para ganarse su confianza y Martha terminaba matando. 

"Alleluia" nos lleva por esos amplios y bastos caminos de la obsesión, los de Gloria, una trabajadora de la morgue, separada y con una hija, que se deja llevar en un arranque de soledad, por las páginas de citas de internet, para tener una velada romántica con un señor llamado Michel que, desde el principio parece interesantísimo. Este encuentro, lejos de quedarse en anecdótico, marca el inicio de una espiral de locura, amor y sexo malsano que arrastrará a Gloria y Michel hasta un pozo del que no podrán salir. 

Dividida en cuatro actos, "Alleluia" es la incomodidad hecha película, no sólo por lo que se nos cuenta, sino por cómo se nos cuenta, y es en esa habilidad que tiene este director para transportarnos a esa región francesa que le obsesiona, la que hace de esta película otra obra maestra para tener en cuenta cada vez que se mire al país vecino, y no solo hablo de esa imagen fea, degrada y llena de arena que llena cada plano, sino los enfoques, los silencios después de cada grito y sobre todo la credibilidad absoluta que le da a situaciones totalmente caóticas y retorcidas. 

GLORIA 

Entramos en terrenos pantanosos de manos de Lola Dueñas, quien desde el momento en que vi "Alleluia" se convirtió para siempre en Gloria, una enfermera que siente la soledad muy dentro de sus huesos, y que es capaz de rompérselos para estar siempre acompañada, una vez que encuentra a Michel (un maravilloso Laurent Lucas, ya presentado en "Calvaire"). Lo que Gloria relata es un cuento de amor enfermo, obsesivo, atroz, doloroso y totalmente dependiente en el que ella, simplemente lucha por su otra mitad, protege su relación y se vuelve loca a cada segundo. La actuación de Lola Dueñas, es de una fuerza tan brutal, que es imposible no meterla dentro de tu piel para sentir la incomodidad de un amor tan desesperado y desesperante. 

MARGUERITE 

Con el segundo acto, titulado como el nombre de la desencadenante de la la espiral de violencia, Marguerite, empezamos a conocer la verdadera naturaleza de los protagonistas, y se empiezan a desvelar las historias que discurren paralelas a la vida de los amantes. Marguerite será la primera mujer seducida por Michel, con quien se casa y con quien convive junto a su "hermana" Gloria. Es fácil entender cómo terminará la combinación celos, desesperación y enajenación en un marco de perturbación en cada esquina. Destaca la presencia de Edith Le Merdy, a quien ya conocimos como Lara en el desconcertante y también enfermizo primer corto, en 1999, de este gran director que es Du Welz: " Quand on est amoreux c´est merveilleus". 

GABRIELLA 

La historia, como toda buena historia, engancha desde el principio y va en linea ascendente en cada una de sus partes, con un desarrollo que no decae gracias a un guión muy bien pensado, y sin grandes artificios, pero al que se ha sacado un gran partido a través de unos personajes absolutamente maravillosos y dignos de inclusión inmediata en el olimpo de los grandes, una cámara que se mueve cómoda por los lugares más oscuros de la mente y de Ardenne, y una banda sonora excepcionalmente escogida, que es decisiva en cada toma. 

Gabriella nos muestra la naturaleza del ser humano al servicio del deseo, y como consecuencia, Fabrice Du Welz sigue tambaleando a su protagonista entre paredes desconchadas y luces ocres, donde parece que el tiempo se ha detenido, para sacudir al espectador con cada susurro de Michel, y cada palabra rota de Gloria. 

SOLANGE 

Toda historia intensa, tiene que tener un final intenso, y para ello, Fabrice Du Welz, reserva a Solange, la mujer que destruye y rehace a Gloria, la mujer que destruye y rehace a Michel y la mujer que finalmente contempla su propia destrucción. Es el final la puesta en pie definitiva de una historia que habla de temas universales, pero desde un punto de vista muy particular. Gloria- Lola Dueñas, se hace dueña de la pantalla y provoca el aplauso en cada paso, en cada grito, en cada orden, en cada lágrima. Todo un homenaje al buen cine, donde pocas pegas se le pueden sacar (en mi caso, ninguna). 

"Alleluia" es una película apabullante, que discurre por diferentes estadios del cine: lo hace por el drama, el terror, el humor negro, e incluso se atreve con el musical, combinandolo todo en una experiencia que deja con la boca abierta al espectador. Para mi "Alleluia" es la ganadora del Festival de Sitges, y sin lugar a dudas, Lola Dueñas debería haber sido la ganadora a mejor actriz, sin discusión alguna. 

Ojalá pudiéramos ver más películas como esta en pantalla grande. He aquí mi dios.



Crítica: Cuando Despierta La Bestia

$
0
0
Desde tierras escandinavas (de Suecia para ser concretos), nos llegó hace seis años, una de las mejores películas de vampiros que se hayan rodado en la actualidad: “Déjame Entrar” (“Lat Den Rätte Komma In”, Tomas Alfredson, 2008). La película, basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, se convirtió en poco menos que en un clásico moderno del cine vampírico y su inevitable remake americano, por supuesto y como no podía ser de otra forma, no se hizo esperar: “Déjame Entrar” (“Let Me In”, Matt Reeves, 2010). 

Pues es nuevamente la madre tierra escandinava, quien nos acerca a otra de las figuras clásicas del folclore del terror: el licántropo u hombre lobo. No desde Suecia, sino desde Dinamarca, país de escasa tradición dentro del género (al menos a nivel de repercusión internacional) siendo posiblemente el “Anticristo” de Lars Von Trier, lo más exportable y notorio de la cinematografía danesa que haya salpicado al viejo continente y alrededores en lo que a horror se refiere, nos llega la ópera prima de Jonas Alexander Arnby, “When Animals Dream” (“Nar Dyrene Drommer”), cinta que se pudo ver en el reciente festival de Sitges y que ahora se estrena en nuestro país bajo el título de “Cuando Despierta la Bestia”. 

Cualquiera que sepa un poco de esto del mundo del cine, es consciente que después de comer, en horario de sobremesa, es con toda seguridad, la peor hora para sentarse delante de la gran o la pequeña pantalla, al menos, si nos interesa minimamente lo que estamos a punto de presenciar. Por ello, la exhibición de la película en dicha franja horaria, desde luego no fue la mejor de las ideas de la organización del festival, en especial teniendo en cuenta el hecho de que no estamos precisamente, ante lo que se dice una cinta trepidante. Y ojo, que ni mucho menos es esa la mayor de sus miserias.

Con dicho handicap mordiéndonos el tobillo a lo largo y ancho del sufrido visionado cual perro sarnoso que roe un hueso como si en ello, le fuera la vida, da comienzo “When Animals Dream” dejando constancia de su denominación de origen, pues si un denominador común suele tener el cine escandinavo, es su impecable factura técnica. En este sentido, no se le puede achacar absolutamente nada a la cinta de Arnby, la cual hace gala de una fotografía preciosista y una dirección sobria que nos sumergen en una experiencia cinematográfica intimista de constantes vitales dramáticas, que recuerda a horrores a la oda vampírica de Alfredson. 

Por desgracia y puestos en materia, la puesta en escena es el único nexo de unión entre ambos filmes. La liturgia licántropa que nos ocupa, como tal, es poco, muy poco más, que un mediocre y previsible relato plagado de tópicos del género que ni ofrece nada nuevo, ni destaca absolutamente en nada lloviendo sobre mojado. La típica historia de esa bestia interior que todos llevamos dentro y que en un momento u otro, termina emergiendo hasta la superficie. Fórmula básica, recurrente y mil veces explotada dentro del cine de terror que aquí, compaginada además, con un ritmo pausado hasta el extremo, da como resultado una experiencia soporífera, insípida y carente del menor interés (por no olvidar la constante mordedura del can, que cada vez saliva más). 

Es en la vertiente dramática de “When Animals Dream” donde deberíamos ir a buscar sus mejores galas y caricias más agradecidas. Si entendemos la obra como una denuncia a la exclusión social, a los taboos de una sociedad que por regla, suele girar la cara y retirar la mano a todo aquello que es diferente o que se sale de la anquilosada “normalidad” que gentilmente nos ofrece, nuestro estimado estado de bienestar o también como una fábula macabra de la eclosión del ser, de esa transición siempre complicada de niña a mujer, el capullo de una rosa que se abre y en este caso, una plagada de espinas, podemos llegar a conectar con la propuesta, pues es en la conjunción de dichos fenómenos, donde la película clava sus cimientos y realmente, muestra su solidez. 

Por desgracia, los que hayan venido a hablar de su libro, es decir, a ver una película de terror al uso, de hombres lobo para ser más exactos, van a sufrir de lo lindo aquí con la nana del amigo Arnby, que desde luego, tiene un trago y de los amargos, teniendo en su nulo mimo hacia el género y hacia sus seguidores, el mayor de sus pecados. Y la penitencia la pagamos nosotros. Intentando atender al mismo sermón de todos los domingos en la parroquia, con el hombre de dios de turno vomitando las mismas sandeces para ovejas medievales mientras estas asienten y repiten como los borregos que son. Nosotros igual. Tragamos con los tópicos y los clichés que aquellos que no tienen nada que ofrecer, hacen suyos y utilizan como herramientas con las cuales trabajar las tierras de las que se alimentan aquellos que claudican con el mismo pan de cada día. 

La falta de mimo o de licencias para con el aficionado asiduo al terror, queda también muy reflejada en la poca fuerza visual del filme, rácano en violencia y tímido o directamente frígido, a la hora de enseñarnos en todo su explendor, la obra del señor, en este caso, la de la criatura lobezna que encarna una solvente Sonia Suhl (creíble en todo momento su repentina perdida de la inocencia) y que se obvia en gran parte de las secuencias, donde las muertes son perpetuadas fuera de plano cual escupitajo en la mano de aquel que te da de comer. La poquita pierna que enseña, lo hace sin gracia y a desgana. Lo cual, deserotiza a cualquiera. 

En conclusión, una propuesta que funciona mucho mejor como denuncia social que como filme de terror al uso, donde fracasa rotundamente ofreciendo una historia de nula originalidad y sin ningún tipo de capacidad ni para sorprender ni para mantener el interés del espectador. Lenta, fría, impersonal y a todas luces, lo peor que servidor se trajo del festival, además de un señor constipado, pero de eso, para ser justos, habría que culpar al jacuzzi del hotel. 

Lo mejor: Su excelente factura técnica, en especial, la deliciosa fotografía. 

Lo peor: El guión no ofrece absolutamente nada nuevo y el ritmo lento, que si bien en otras propuestas escandinavas de género ha funcionado, aquí es una losa insalvable. Por no hablar de su total ausencia de casquería.


Crítica: Perdida

$
0
0
Encuentro que existe un tipo de narcisismo particular en los hijos únicos. Son el centro confidente de su propio universo. Suelen ir más allá del término independiente – protegen su autosuficiencia de una manera casi primitiva. ¿Por qué no deberían poder controlar también su alrededor? ¿Por qué no deberían tener todo lo que quieren? Es su derecho de nacimiento. 

Y no hablo desde la experiencia, pero el personaje de Rosamund Pike en Gone Girl (Perdida), la brillante y cautivadora Amy Dunne, hija única; lo es también en la vida real. Es el prisma a través del cual la actriz ha encontrado su personaje elusivo, esta rubia Hitchcoquiana, precisa y quinta esencialmente fría que sirve como centro inalcanzable de la constantemente cambiante narrativa. 

De hecho, Perdida es la película Alfred Hitchcock de David Fincher. Es sexy y elegante, un misterio retorcido que es a la vez oscuro y divertido, aunque de humor negro – sorprendentemente a pesar de la trama en sí misma. Me reí más de lo que esperaba reírme – a veces con alguna línea de diálogo sardónica o alguna ocurrencia hiriente, pero también como una liberación durante los momentos en que la historia se vuelve tan intrigante o macabra que es difícil de soportar. 

Parte thriller, parte meditativa sobre el matrimonio moderno, Perdida se mueve tan elegantemente y parece tan espontánea, que da la sensación que se desliza. Fincher siempre ha disfrutado explorando los elementos más inquietantes de la naturaleza humana, desde Se7en hasta El Club de la Lucha o el remake de Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres, pero en esta ocasión parece que baile con ello mientras lo rueda. Grabada con una belleza sin igual por su director de fotografía habitaual, Jeff Cronenweth, editada fluidamente por el dos veces oscarizado Kirk Baxter y con una banda sonora hipnótica de Trent Reznor y Atticus Ross, le queda una película exquisita y endiablada. 

Podríamos tomarnos la película más en serio, incluso. Basada en la novela de Gillian Flynn (quién ha escrito también el guion), Perdida es de temática densa y realmente ofrece mucho que masticar: matrimonio, identidad, confianza, verdad. A pesar de no decir nada nuevo sobre la noción de que nunca puedes conocer 100% a alguien – incluido tu pareja – lo hace de una manera inteligente y con gran humor y verborrea. Pero Perdida también es increíblemente entretenida, tiene estilo y es sensacionalista, un camino hacia un lugar al que posiblemente nunca querrías llegar tú mismo. 

Todo es adorable en la superficie, aunque – sólo al principio. Perdida abre con un enclave suburbano adinerado en la mañana del quinto aniversario de una pareja preciosa. Pero el marido, Nick Dunne (Ben Affleck), descubre que su mujer, Amy (Pike), ha desaparecido. A medida que la investigación progresa sobre el paradero de Amy, el guion de Flynn se tambalea en el tiempo y la perspectiva.

Vuelve a la noche en que Nick y Amy se conocieron, de una manera tierna a través de una conversación excepcional en una fiesta en Manhattan; ambos escritores, son rápidos verbalmente de manera natural. Sigue el cortejo coqueto y juguetón. Revisita la manera más que pública con la que Nick se declara a Amy y le pide matrimonio. Y de manera eventual captura algunos de los momentos más bajos de su relación: la complacencia que Nick siente una vez pierde su trabajo, y la desilusión de Amy. Cuando la madre de Nick es diagnosticada con cáncer, la pareja se muda sin dilación al pueblo natal en Missouri, y parece que el destino está sellado. 

De nuevo en el presente, los días pasan sin rastro de Amy. Pero la típica maquinaria histérica que crece durante la desaparición de una chica rubia (blanca) y guapa empieza a aumentar: buscadores voluntarios, una hotline y una página web, viejos amigos, padres ricachones, obsesivos frikis y el escrutinio constante de los medios. (Missi Pyle es maravillosa como estridente figura que grita casi en vez de hablar.) Perdida lo clava en la manera casi predatoria con la que las noticias de televisión cubren este tipo de historias, a la vez que muestra cuan fácil es manipular a los medios, entre esta película y la próxima Nightcrawler con Jake Gyllenhaal como cámara freelance que recorre las calles de Los Ángeles, es un recordatorio de como de manera bizarra, A Face in the Crowd de hace casi 60 años sigue siendo tan relevante hoy en día. 

No hay mucho más que pueda decir sin contar ni un solo spoiler, que creo que es básico para ver esta cinta; algo que nunca jamás osaría hacer. Es vital ir a ver Perdida sabiendo lo menos posible sobre la trama. Pero no puedo dejar de comentar la labor de los actores. Affleck siempre ha sido un actor un tanto subestimado – incluso cuando ganó el óscar por Argo – pero él y la extraordinaria Pike se elevan con el desafío de interpretar unos personajes que están en constante evolución ante nuestros ojos a medida que vamos aprendiendo nuevos detalles sobre ellos, y sobre su supuesto idílico matrimonio. Nosotros, en contraste, estamos en una posición deliciosamente incómoda al tener que reevaluar como nos sentimos hacia estas personas, sin tregua: a quién creemos, del lado de quién estamos e, incluso; quién nos gusta y a quién vamos a odiar. 

Affleck disfruta momentáneamente jugando con su persona fuera de pantalla, y la percepción de que es un engreído o un superficial. Pike, sin embargo; encuentra su camino para ser seductora y escalofriante al mismo tiempo; y tras años como actriz secundario en películas tan diversas como Una educación, Made in Dagenham, Jack Reacher o Bienvenidos al fin del mundo; es una maravilla verla finalmente sacar juego de un jugoso papel protagonista con excelente maestría. 

También rompiendo expectativas: Tyler Perry como el abogado poderoso de Nick, quien pasará de víctima compadecida a sospechoso potencial. Perry es escandalosamente bueno en lo suyo, y debería estar en millones de películas más. Carrie Coon, The Leftovers; mágica como hermana gemela/melliza de Nick y voz de la razón; y Kim Dickens quien se come la pantalla y es una roba-escenas cada vez que aparece como detective a cargo del caso. Si hay algún detalle algo más débil, es el personaje de Neil Patrick Harris, un antiguo novio de Amy, arrogantemente hilarante que volverá a escena, no para nada el actor sino su personaje, que deja algunos cabos sueltos. Aunque quién es no es tan importante como lo que representa. Es el mundo de Amy y nosotros, simplemente vivimos en él.


Nido de Cuervos: Tomás Rubio (Chanpoo)

$
0
0
- ¿Cuál es la primera película que te viene a la cabeza, aquel título de la infancia que te marcó para siempre y te aferró al género para el resto de tus días? 

“El triángulo diabólico de las Bermudas” de René Cardona Jr., basada en una novela de Charles Belritz –sí, el Belritz de las academias, diccionarios, métodos de aprendizaje, etc.- y con todo un monstruo –pero de la interpretación y la realización- al frente del reparto como Mr. John Houston. En la película se juntaban dos mundos, el del mal llamado mundo del misterio con el fenómeno del Triángulo de las Bermudas, y el del género del terror, sobre todo personalizado con esa terrible muñeca de porcelana. 

 - Dentro del fantástico y su amplio abanico, ¿Cuáles son tus subgéneros predilectos? ¿Subgéneros? 

¿Eso existe? Fuera de bromas, me vale todo, pero quizás la épica heroica y todo lo que suena a heroico. Estoy harto de la miseria de vida que nos toca vivir y para mí, el cine es una válvula de escape. Superar retos y demostrar que vencer los obstáculos y contrariedades no es una quimera, es uno de mis principios. El cine fantástico nos ayuda a creer que todo es posible, y eso queramos o no es esperanza. 

 - Tus diez títulos imprescindibles.

Como imagino que hablamos de género, he hecho una composición que mezcle de todo un poco. 

1.- Hellboy 2
2.- The ring (Japón)
3.- Il mare
4.- Expediente Warren
5.- El resplandor
6.- La cosa
7.- Dark Water (Japón)
8.- Thor 2
9.- Posesión Infernal (2013)
10.- El exorcista


- Cineastas que te han marcado.

Carpenter, Spielberg, Roger Corman, Hitchcock, Peter Chan, Peter Jackson, Andrew Lau, Billy Wilder… 

 - Tres personajes de ficción que te hayan dejado huella.

Hellboy, Vlad Tepes y… sí, D'Artagnan. ¿A qué acojona, eh?

 - Una banda sonora.

Para mí es imposible quedarme con una sola. Es una de mis aficiones por lo que es difícil decidirme, así es que como me pones en un brete, voy a “devolvértela”. No es una Banda Sonora, pero a la vez lo es. Con este galimatías lo único que quiero es que si no lo conoces, averigües porque digo eso. “Illusion” de Thomas Bergersen. 


- Fuera del género, tres títulos que siempre te acompañan.

No me avergüenzo si digo que primero “Moulin Rouge”, luego “La lista de Schindler” y por último pero no menos importante “Hardboiled”. Esta podríamos considerarla de género, pero no de los que maneja “Nido de cuervos”. Variadito. 

 - ¿Actores o actrices favoritos/as?

Cary Grant, James Stewart, Bruce Willis, Chow Yun-Fat, Jackie Chan, Cha Seung-Won, Lee Beom-Su, Ewan McGregor, Jeong Jun-Ho… Las actrices todas: soy un ninfómano. 


- Un estilo musical. Un grupo. Un disco. Una canción.

Estilo…. Todos. Menos el flamenco, me gusta todo. Desde el pop más adolescente hasta el rock más duro. Pasando por la música clásica, la electrónica y hasta el folk. Soy fácil de contentar. Grupo. Lo tengo claro: Queen. Disco. Pffff… Esto es otra ofensa. Voy a ser sincero y no pensar de cara a la galería. “25 años no es nada” de “La guardia”. Me transforma. No es el mejor grupo y no son las mejores canciones, pero es esa sensación, mezcla de sentimientos y recuerdos que hace que algo en mi mente haga click y me convierta en un rockero ochentero. Canción… “Love song” de la Banda Sonora de la surcoreana “Duelist”. Ahí queda eso. 


- Un libro (o cómic, en su defecto).

Para sorprender y no nombrar un clásico, “El fin de los días” de Adam Nevill.

 - ¿En qué pierdes el tiempo cuando no estás viendo cine?

Hablamos de perder el tiempo. Pues escribiendo. Tanto reseñas para mi página web y blog, blog si contamos este, como esa especie de relato aumentado que espero que algún día se convierta en una novela. - Este pequeño perfil psicológico va a ser leído por lo menos, por el 30% de la población mundial, ¿Quieres mandar algún mensaje a la humanidad?Ser lo mejor persona que podáis. No es un mensaje santurrón, ni metafísico, ni asceta, ni nada parecido. Más friki que yo es imposible. Pero es una recomendación. Uno vive más feliz. A lo mejor seréis objeto de burla o abusos, pero la conciencia la tendréis tranquila. Podría decir alguna barbaridad divertida, con la que no dar esta imagen de abuelo caduco, pero como creo firmemente que esto será leído por ese 30% de la población, no quiero parecer idiota. Más idiota, quiero decir.

Crítica: Hungry Ghost Ritual

$
0
0
Cuando se estrenó “Hungry Ghost Ritual” la maquinaría del marketing se puso enseguida en marcha. Pronto los diversos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia convenientemente difundida que decía que la producción dirigida por Nick Cheung había batido los records de recaudación de un film de terror hongkonés en su día de estreno instaurados 10 años antes. 

Dejando de lado que “olvidaban” decir cuál había sido este, el dato era tanto significativo como motivo para congratularse, pero también muy poco concluyente: batir el record de recaudación en un día de estreno y circundándolo al género del terror, es gratificante y buena noticia dado el escaso nivel de atención de los espectadores hacia estas producciones, y más si son autóctonas, pero no garantiza que su recorrido sea ni duradero ni cuantioso. De hecho ya sabemos que este tipo de películas acumula los primeros días a los aficionados al género, para luego pasar al olvido. Y no es palabrería ya que a falta de dos meses para acabar el año, “Hungry Ghost Ritual” solo se sitúa como la 33ª película más vista del año en HK –la 12ª entre las autóctonas- siendo incluso superada por otras paisanas de también el mismo género como “The midnight after”. 

Está claro que a pesar de mi escepticismo –del que hablaré a continuación- es una buena noticia que films como “Rigor Mortis”, el comentado de Fruit Chan o este recuperen algo de cuota de mercado frente a producciones thailandesas que son las que a la postre se le han comido el pastel, pero con todo lo dicho me temo que el éxito efervescente de “Hungry Ghost Ritual” –HGR a partir de ahora-, responde más a otra cuestión que a su catadura como película. 

Y es que conviene recordar que la misma está protagonizada por Nick Cheung, el “rey Midas” actual de la ex-colonia británica, y claro, eso de verlo además dirigiendo… 

Tras triunfar comercialmente y artísticamente con “Unbeatable” –película autóctona más vista del 2013 y un “Hong Kong Film Award” como Mejor Actor por su interpretación en la misma-, Cheung participó en la tercera entrega de “Golden Chicken”, en estos momentos la película hongkie más vista del 2014. Pero no solo sé quedó ahí la cosa, ya que su nueva colaboración con Dante Lam, “That Demon Within”, está situada como la octava más taquillera, y su nueva aventura, “Temporaly family”, la novena. ¿Se entienden ahora mejor mis palabras? ¿Esa expectación no sería resultado de la suma de su “efecto imán” con la curiosidad por su debut (re-debut según las fuentes) al frente de las cámaras? 

Pues bien, sin que sirva de precedente voy a adelantarme a las conclusiones siendo lo más franco posible: Sí, el éxito de HGR bien podría resumirse con el refrán “Arranque de caballo, parada de burro”, expectativas al principio y un mal “boca a boca” posterior. Porque no nos engañemos, la película es un producto fallido y una decepción por parte de Cheung, un actor por el que siento una especial simpatía. 

Pero al caso; argumentalmente tiene unos cimientos bastantes sólidos. Por un lado, recurre a ese sentimentalismo reinante en el género en los últimos tiempos urdiendo una telaraña alrededor del núcleo familiar. Se ve claramente que sigue una tendencia, que no es original, pero no es lo suficientemente gravoso como para considerarlo un hándicap. 

Otra de sus bases es esa que habla de las tradiciones, uniéndolas a un componente cultural tan importante para la sociedad china/hongkonesa/oriental como la Opera China. En este apartado, la película luce llenándose de detalles y matices interesantes que para mayor satisfacción cierran el círculo uniéndolo a lo anterior, convirtiendo al conjunto en otro núcleo familiar. Pero hasta ahí. Ya no hay nada más, solo el planteamiento y las intenciones, no hay guión, ni estructura, ni objetivo. Bueno, objetivo sí, dar sustos, pero sin perspectiva no hay recompensa. Me explico. 

El personaje se mete a la fuerza a dirigir a una troupe acosado por fantasmas. Así, como suena. Ni avanza, ni nos dan pistas, ni nada de nada. Llega el desenlace y te sueltan todo de golpe porque sí. 

En el resto del tiempo se distribuyen tropecientos sustos, es verdad, por lo que por ritmo no será, pero la mayoría son gratuitos, tan “por mis cojones” como la explicación que se da al final, que uno termina hasta los mismos. Encima estos abusan del típico efecto “sonido aumentado de volumen” por lo que a los más exigentes les resultará insuficientes. A mi gusto, solo hay dos escenas buenas: la de la “niña del exorcista” con mochila y la de las cámaras. Y es que claro, cuando acumulas tantas escenas de género tienes que recurrir a todo tipo de estilos, desde los clásicos espíritus hasta el slasher pasando por los demonios y el “found footage”. 

Pero es que hay más objeciones, y voy a dar razones para que sea difícil rebatirme. 

Nick Cheung. Ya lo he dicho: no solo es uno de los actores que más me gustan de Hong Kong sino de toda Asia. Su tallaje pequeño –similar al de un servidor-, su pasado como agente de la ley, su historial… recapitulando, no tengo nada en contra de él, al revés. Sin embargo, y aquí demuestro mi imparcialidad, es que como director… de momento, nada de nada. 

Dejando de lado las grandes lagunas argumentales, hay cosas que dependen de él y que no sabe afrontar. 

El montaje es cutre. Está claro que hay un montador, pero él debería haberlo supervisado. Pasamos de una situación a otra para luego recogerla más tarde o volver atrás. 

Los flashbacks están mal integrados; una cosa es querer esconderlos y otra tomarnos por gilipollas. Perdonar lo vulgar de mi vocabulario, pero así de frustrado me encuentro. 

Si solo hay que ver lo “malito” que está el papá del personaje interpretado por Cheung para aparecer al final cual Superman. ¡Por Dios, alguien tiene darse cuenta de esas cosas! ¿Qué explicación pueden darme aquellos a los que les haya gustado el film? 

Más preguntas: en la “levitación” de la parte final se nota en la ropa los puntos de anclaje de los actores. ¿Explicación? ¡Y más en una industria tan acostumbrada al cable como la hongkonesa! 

Otra. En la toma final, ¿por qué hay personajes que están parcialmente grises o incluso sin tintar? Ver por ejemplo los brazos de la señora de detrás de Cheung. Menos técnico. En una escena del hospital las caras de Cheung y su padre aparecen cortadas. Respetemos el encuadre por favor… Y ya no digo nada de los tembleques de la cámara en alguna escena. Peaso ayudante de dirección, oiga… 

Y la última, la dirección de actores. No sé si es porque Cheung respetaba mucho a sus compañeros o qué, pero por ejemplo cuando Annie Liu hace como si estuviese borracha, alguien –Cheung- debería haberle hecho repetir la escena. Alarmante no, ridículo. 

Resumiendo, “Hungry Ghost Ritual” es una muy mediocre película de terror. Tiene muchos sustos, imaginería típica, fantasmas por doquier y todo lo que uno busca en una de estas películas, pero tiene tantas carencias, fallos y, sobre todo, inconsistencia, que no se mantiene. 

Tras fracasar en sus negocios en China, Zong Hua vuelve junto a su familia. Allí su padre lo acogerá con los brazos abiertos, cual hijo pródigo, tras diez años fuera de su hogar. Su hermana pequeña, lógicamente, no estará tan contenta. Cuando el patriarca tenga que permanecer en el hospital un tiempo, Zong Hua tendrá que hacerse cargo de la compañía de Opera China que su padre dirigía. En ese momento, este tendrá que afrontar no solo el disgusto de los integrantes del grupo sino a un puñado de espíritus que no dejan de hostigarlo. 

P.D.: Para que se vea que no soy yo el radical, mi mujer quería pasarla deprisa sin ningún miramiento…


Crítica: Annabelle

$
0
0
Qué pereza, señores, qué pereza!!! No puedo empezar de otra manera, porque hay veces en las que escribir sobre determinadas películas acentúa esa sensación de pesadez de cuerpo y mente que sentimos cuando llega el sueñito. Esta es una de esas veces, porque "Annabelle" es, otra vez, el cuento de "que viene el lobo, que viene el lobo", y encima resulta que no viene. Para que nos entendamos, "Annabelle" es de esas películas de las que tienes mejor opinión antes de que se rueden, porque una vez vista, vuelve a aparecer otra vez ese pensamiento suicida que tenemos de que no hay manera de que en el cine estrenen una buena película de terror. 

Antencedentes: Anabelle es la muñequita que ponía los pelos de punta en "Expediente Warren" hace un añito. Estaba claro que harían un spin off de la muñeca, ya que el público había mostrado gran interés por ella, y los Warren la tenían como uno de sus logros más peligrosos. Hasta aquí todo correcto, se creó el hype de "Annabelle", justo cuando terminó "Expediente Warren". Ya no era necesario hacer publicidad, pues la película de James Wan ya se había garantizado el paso por taquilla para ver a la inquietante "Annabelle". El problema básico es que estamos ante una película de James Wan sin James Wan, y nos guste más o menos, este señor suele ser tremendamente efectivo. 

"Annabelle" nos cuenta la historia de cómo un espíritu maligno se mete en el cuerpo inanimado de la muñeca para seguir haciendo el mal. En este caso, el director John R. Leonetti (director también de lindezas como "Mortal Kombat:Annihilation" y "El efecto mariposa 2"), explica este origen a traves del mundo de las sectas satánicas, de similitudes sonrojantes con la secta de Charles Manson, pero con objetivos y doctrinas muy difusos. Así, una de las muñecas más feas que servidora haya visto, será la portadora del alma oscura de Annabelle, la seguidora de la secta X que busca la entrada del demonio. 

La historia no da para mucho y el guión para menos, por lo que hay que centrarse en la tensión que generen las actuaciones de los protagonistas y lo que está por venir, y es precisamente ahí donde echamos de menos a James Wan, y suplicamos que el conjunto de sustos previsibles, al menos, sean efectivos, pero no, el diseño de estos sustos se hace con el "diseña la moda" de cuando éramos pequeñas, y todo pasa por el tamiz de la ligereza para no escandalizar demasiado. 

Bueno, pues tenemos una película de sustos sin sustos, pero veamos qué más hace mal este señor Leonetti, para que "Annabelle" se convierta en una de las decepciones más sangrantes del año. El segundo clavo en la muñeca que nos sostiene a la cruz, viene dado por el carácter de la pareja protagonista de la cinta: Mia y John Gordon, o cómo estar vivo sin tener sangre en las venas. Cada una de sus reacciones resulta tan sosa, tan alelada y ellos tan faltos de carisma, que es imposible cogerles cariño ni nada que se le parezca, de hecho, hemos venido a verles pasarlo mal, y hasta pasándolo mal resultan cansinos y nada creíbles. 

Cubriéndose de gloria, "Annabelle" avanza como un panfleto religioso, y nos regala momentos bochornosos como el final, en el que poco podemos hacer para no sentir la vergüenza ajena que no obliga a sentir, al ver semejante despliegue de "bondad" en la misión para la que cada uno de nosotros está en este mundo. Amén. 

Y a todo esto, ¿dónde está la muñeca con el alma de Annabelle?, pues ella pasaba por allí. Annabelle está presente en muchos planos, en muchas escenas, pero la sensación es que ella no tiene protagonismo, porque está claro que aquí no se puede hacer una versión seria de "Chucky", no sería correcto para el tono de la película ver a la muñeca Annabelle corriendo y soltando risotadas, pero en cada maldad, en cada oscuridad, en cada dolor, ahí debería estar la carita de la muñeca en primer plano, llenando toda la pantalla, mostrando que ella es el verdadero mal, y si esto no pasa, de nada sirven los efectos sonoros, de nada sirve copiar a Wan y sus demonios, de nada sirve que se apague la luz en el peor de los momentos, de nada sirve ver a niñas-adultas corriendo hacia ti, de nada sirve "Annabelle". 

Lo dicho chicos y chicas, estamos ante una película que no aporta nada y que encima no cumple lo que promete, que es como mínimo asustar o hacernos mirar a la puerta para ver si está bien cerrada. El guión, que es flojo como él solo, se carga cualquier intención y la poca pericia a la hora de generar tensión del director hace el resto. No es que el germen de esta película, "Expediente Warren" fuera original, pues no lo era, y jugaba a contarnos cuentos que ya habíamos escuchado, pero la gran diferencia es que "Expediente Warren" asustaba de verdad, de hecho, para mi fue totalmente aterradora, y "Annabelle" aparte de predecible, es pesada. 

Advertencia: Cualquier intento por parte de los directores del mundo de acercarse a " Expediente Warren" e incluso a "La Semilla del mal" puede producir efectos nocivos. 

Conclusión: Si queréis pasar miedo de verdad, recordad a Monchito, Doña Rogelia o Rockefeller de la mano de Mari Carmen y Jose Luis Moreno, y olvidaos de Annabelle.


Crítica: Drácula, La Leyenda Jamás Contada

$
0
0
Hace unos meses cuando vio la luz el tráiler de esta película creí -hablando en pasado y desvelando ya parte de mis sensaciones- que esta producción podría finalmente tratar bien a un personaje como Vlad Tepes, maltratado por la historia por el simple hecho de que un escritor lo escogiese como blanco perfecto para una novela de éxito. 

Y bueno, a decir verdad, históricamente no lo trata como un simple personaje/mito del género, pero de ahí a que la película sea destacable va un trecho. 

A ver, lo primero que tengo que decir es que, desde la humildad, puedo hablar con algo de propiedad ya que si bien todos hemos leído la obra de Stoker, la figura de Vlad Tepes me ha fascinado desde jovencito, buscando y leyendo todo lo que estaba a mi alcance. No soy ni historiador, ni un experto, solo un curioso. 

Estaba claro que la película no iba a mostrar al Vlad real siendo como es de género, pero al menos esperaba notas esperanzadoras. Y bueno, esta parte hasta cierto punto las cumple. Es decir, habla de su padre, cuenta que estuvo en manos de los turcos -aunque no cómo fue realmente- y mete notas como el devenir del personaje de Mirena por mucho que le hayan cambiado el nombre, rol y causa… –me callo, me callo- o la incursión en el campamento de Mehmed. Sin ponerse en plan exigente, cumple. El problema, siempre para mí, viene con la película. 

A ver; el principio no es el mejor. Nos obsequian con una presentación impecable y directa pero peca de esos errores típicos de Hollywood. Por un lado errores anacrónicos -blasones equivocados, castillos inventados, una Pascua poco Pascua, etc.- y por otro, planteamientos tópicos como por ejemplo la entrada del cónsul turco -por cierto, podrían haberle añadido un poco de acento...-, la pérdida de amigos del protagonista como si fuesen simple carne de cañón, o la insinuación del "monstruo" en plan serie B. Pero más allá de puntualizaciones exigentes o contrariamente, de gustos, hay cosas más graves como esa frase de "Vámonos corriendo" del protagonista cuando ve que su amigo acaba de desaparecer/morir a manos del citado "monstruo". Si te parece, poneros a tomar un café... 

Luego la película remonta al apelar a sentimientos tan primarios como los paternales. No todos somos padres, pero sí que todos tenemos familia. Aquí la película cumple dando por buena la excusa o detonante de la transformación del héroe. Buenos minutos. 

A partir de ahí viene la parte de acción, la cual encaja con la tendencia actual superheróica. ¿Cuáles con las películas más taquilleras de la actualidad? ¿Las de superhéroes? Pues aquí tenemos al primer superhéroe medieval con permiso del "Caballero negro" de la Marvel. Fuera de bromas, nuestro Drácula, a pesar de empuñar una espada, abusa de arremeter contra sus enemigos a golpe de murciélagos y desvanecerse convertido en una bandada de estos. Es espectacular, pero se echa a faltar algo de épica. Es más, esta parte resulta un poco escasa: mucho ejército, pero solo dos envites. Encima, en las distancias cortas, las escenas dirigidas por Shore resultan poco precisas. Me hubiese gustado ver a alguien tipo Donnie Yen dirigiendo esa secuencia en la que el héroe se defiende con una lanza, especialidad del hongkonés. 

Pero volviendo al redil, tras el despliegue de imaginación de efectos especiales -todos a un excelente nivel- vendrá otra fase para mí cuestionable. Y es que hay que ver cómo los rumores volaban ya en plena Edad Media. De repente todos saben que el protagonista tiene poderes y quieren condenarlo. Demasiado precipitado y forzado. Y es que Shore en compañía del infra-sub-menospreciado director de fotografía John Schwartzman (por comercial) compone imágenes de gran impacto visual –como ya comprobamos con su corto/tráiler “The cup of tears”- pero le falta todavía dominar la cohesión narrativa. 

Por suerte, esto encadena ya con la parte final, con lo que casi no tendremos tiempo de caer en la cuenta de estas apreciaciones. Y es que al menos de ritmo, no nos podremos quejar. 

De lo que sí, de ese epílogo ridículo que paradójicamente corta las alas a sus más que posibles -a tenor de los resultados de taquilla- continuaciones. No diré más con tal de no destripar nada, pero no será difícil coincidir conmigo. 

Dejando de lado el apartado argumental, decir que "Drácula, la leyenda jamás contada" sigue la tendencia de la fantasía épica en las dos últimas décadas instauradas con "El señor de los anillos", continuaciones y derivados: grandes planos con escenarios naturales, personajes deambulando por los mismos desde mucha distancia, ejércitos cuantiosos, infografías de edificios integrados en el paisaje, travelling aéreos, contrapicados en riscos o salientes de edificios, y todo ello, como ya he dicho, con calidad. 

Por lo que respecta al reparto, Luke Evans sabe aprovechar el protagonismo. Este Errol Flynn moderno, experto en personajes peculiares, tiene un carisma que ya quisieran muchos actores. Sin ser interpretativamente excelso, es el típico actor que cae bien. Igual que Dominic Cooper, aunque aquí lamentablemente pase de puntillas. Y es que en el film hay poco sitio para los secundarios, ni siquiera para Charles Dance, al que habría que haberlo reivindicado antes del fenómeno "Juego de Tronos". Por suerte, Legolas… perdón, Ingeras –otro cambio de nombre-, el niño de la película no es el típico chiquillo repelente, beneficiándose además de su imagen en el mismo serial de la HBO. 

Sarah Gordon merece una mención aparte, y no solo por su especial belleza, modesta pero hipnótica. Su papel es el mejor y más creíble, de hecho el drama y melodrama funciona gracias a ella, y cuando un personaje con una cuota de pantalla tan reducida logra eso… 

Para acabar, la música de Ramin Djawadi, como cabía esperar, estupenda. Hay temas como “Eternal love” o la segunda parte del “I will come again” que te pondrán el vello de punta, sin más. Casi todos tienen reminiscencias árabes con mucha percusión, y por poner alguna objeción de mi cosecha diría que se echa a faltar una mayor presencia de temas corales grandilocuentes al estilo “Two steps from hell”, ya que los que hay con representación de coros son bastantes rudos, más para imprimir carácter belicoso o tenebroso que grandiosidad o resultar evocadores. 

Resumiendo, “Drácula, la leyenda jamás contada” es un típico film comercial, apariencia impecable y entretenimiento. Lo único es que sin entrar en las licencias argumentales, a mi gusto le falta más acción épica y le sobra el epílogo. La imagen “penúltima” del film es tan emocionante, que creo que tenía que haberse acabado ahí. 

Ahora fuera de la película, decir que Vlad Tepes es un personaje tan rico que no merece la leyenda del vampiro para ser merecedor del protagonismo de una película. Os recomiendo leeros “Vlad: la última confesión del Conde Drácula” de C. C. Humphreys. Sin colmillos ni elementos sobrenaturales hay más sangre y epopeya que en esta película. Palabrita de niño Jesús.


Crítica: A Girl Walks Home Alone At Night

$
0
0
Debo reconocer que no soy ningún entusiasta del cine iraní. Su simpleza, que a modo taichí lleva a la crítica al éxtasis a mí me incomoda y saca de quicio la mayoría de las veces. Reconozco que su valentía, su poder como arma reveladora de verdades sobre una época es fundamental para entender parte de nuestra historia contemporánea. A falta de prensa libre, el cine se convertía en la voz de la crítica social de Irán y la entusiasta recepción que la crítica (especialmente la más gafapasta) facilitó que fuera reconocido mucho más allá de sus fronteras, aprovechando los directores sus cintas, sobre todo tras las elecciones de 1997, para expresar por primera vez de manera pública sus opiniones, sus reproches y sus tendencias, con un estilo de “películas post-revolucionarias”, en las que sus protagonistas se enfrentan a las difíciles situaciones, religiosa, social y política que el ciudadano medio tenía que afrontar. Así, y sobre todo en las décadas de los noventa y principios del siglo XXI, los espectadores occidentales percibían una lectura crítica y política que no todos los directores reconocían cara al público. Para directores como Abbas Kiarostami o Alireza Davoudnejad, dos de los más importantes y representativos, sus películas sólo presentaban los problemas de su país tal y como ellos los veían, sin análisis social o político. 

Independientemente, a mí, generalmente este cine me aburre como una ostra. 

Por eso, el hecho de que a este Sitges se presentara A Girl Walks Home Alone at Night, el debut como guionista y directora de Ana Lily Amirpour, no dejaba de tener ese componente exótico y transgresor que se adjudica inevitablemente al cine iraní. Una peli de Irán que se encuadra absolutamente en el subgénero de vampiros adolescentes podría resultar clave, decisiva y fundamental, teniendo en cuenta el contexto y lugar en el que uno espera que se haya rodado. Sin embargo, la historia de la vampiresa que busca una víctima en la ciudad iraní de Bad City, encontrando un mundo marginal y descompuesto, adoptando componentes del western y el romance gótico, cuando conoce a Arash y surge el amor, estando ambos al borde del abismo, no se ha rodado en suelo iraní, país en el que ni siquiera se ha distribuido. 

Y eso no tendría por qué ser un punto negativo, grandes películas se han hecho desde el exilio, pero su etiqueta de “cine iraní” se pierde, se enfarranga, se enturbia desde el momento en que su directora no retrata a sus personajes sino como meros americanizados indies y modernillos que no dejan de sorprender, en mi caso, por la falta de coherencia. Porque la directora, aunque lo pretenda, no es Lynch, ni Jarmusch, que es evidente que le encantan, y porque hacer una peli de vampiros en blanco y negro ya ni es cool, ni moderno, ni social ni leches. 

Entonces, hay que valorar la película independientemente de sus raices, de su pretendido origen, de su falso retrato, y si hay una palabra que la define a la perfección es, y lo siento, pretenciosa, pero ojo, en absoluto mala. 

Personajes planos, sin alma, en espacios vacíos y oscuros que se evidencian premeditados y barrocos en una arquitectura industrial que se desmorona en la ciudad suburbana casi despoblada, como queriendo transmitir un potente hedor a muerte con cadáveres al borde del camino que sirvan de alegoría también a la muerte económica y social. Pero muy de palo. La directora incurre en casi todos los errores posibles de las óperas primas, con esa preconcepción absoluta y estricta, el buscado efectismo, el tono de videoclip donde cada imagen, cada plano, cada ángulo y enfoque está ya diseñado a la perfección, el guión que apenas se sostiene sin diálogos y en una mezcla de géneros y estilos que lejos de beneficiarla, convierte a la película en una sucesión de clichés y pedanterías varias que evidentemente gozarán del favor de la crítica y del público “más entendido y versado”. 

Y hasta aquí puede parecer que no me ha gustado nada en absoluto de la película y no es para nada así. Pienso que hay veces que aunque el fondo se diluya un poco, la forma, la idealización plástica y estética puede hacer de algo una gran película que nos evoque un sentimiento, un recuerdo, una idea, y aunque en este caso parece que la directora se preocupa mucho más por esa forma que por los posibles agujeros de su trama, dejando a los personajes inmersos en un torrente de emoción que francamente, a ratos, da la sensación de que la película nunca se va a acabar. 

A Girl Walks Home Alone at Night tiene un aspecto formal impecable, que pasa por un magnífico diseño de producción, una fotografía cuidada obra de Lyle Vincent y una banda sonora coherente, lo mejor de la cinta, inquietante y trágica a la vez, que golpea al silencio a martillazos. 

En la peli, los personajes, aún desdibujados están sorprendentemente bien interpretados, y algunas de las historias entrelazadas interesan y mucho (la prostituta, el padre yonki que cuida el hijo). La protagonista es simplemente fascinante, se mueve como una bailarina en silencio sobre un monopatín, cautiva y provoca puro misterio y encanto en su mutismo sutil, en una interpretación introspectiva realmente buena, que es la personificación del feminismo iraní, frente a la misoginia social, que cae rendida cuando conoce a ese James Dean que es el personaje de Arash, un joven honrado que espera ahorrar suficiente dinero para poder escapar del infierno que es Bad City, pero que tiene que cuidar de su padre drogadicto y de la deuda que tiene con Sahid, el narcotraficante más despiadado y cabronías de todo Irán. 

Sirve aquí también la metáfora de que el amor supera la violencia.

La directora, consciente de las dificultades idiomáticas, (aunque rodada en USA está en farsi, subtitulada), opta porque el diálogo no constituya un obstáculo y hace que el sonido en sí mismo sea el camino a través del cual los personajes se comuniquen, con una mezcla de música realmente bien sincronizada y los intervalos de silencio, el sonido acaba expresando las emociones, los sentimientos y sensaciones de los personajes. 

Lo mejor: Sorprendentemente, el título, que refleja la contradicción más pura y dura, en Irán pocas jóvenes se atreverían a caminar a solas por la noche. En la cinta, esa chica que camina sola por la noche es en busca del horror, al mismo tiempo hipnótico. La banda sonora es impresionante.

Lo peor: Su ritmo lángido, desprovisto por completo de la más mínima tensión, y su desarrollo a través de metáforas a la deriva que confunden, y mucho, a la propia narración.



Crítica: Across The River

$
0
0
Italia siempre ha sido una plaza importante para el género del terror dando incluso nombre a un subgénero como el “Giallo”. Por esa razón no debería sorprendernos encontrar una buena película de esta nacionalidad. Aunque bien mirado, ya es hasta difícil encontrarse con un buen producto venga de la nacionalidad que venga.

“Across the river” es un film con ya un cierto recorrido y no solo porque fuese estrenado hace más de un año. La película de Lorenzo Bianchini, joven realizador con ya un cierto prestigio en este campo, ha sido proyectada en diversos festivales internacionales, incluido el patrio de Sitges, llegando a recoger varios premios en su trayectoria. Y es que no es para menos. 

Sin grandes alardes –cosa de la que deberían aprender muchos de estos jovenzuelos que creen haber encontrado en el “found footage” la fórmula filosofal que les abra la puerta de Hollywood-, Bianchini ofrece más escalofríos que muchas superproducciones californianas. Pero por partes.

Argumentalmente la película no es un desecho de virtudes, al revés, más simplona y menos ambiciosa es imposible. Un naturalista que hace el seguimiento de unos jabalís en la frontera entre Italia y Eslovenia se queda atrapado en un pueblo abandonado. Allí se encontrará con algo que no esperaba. Paralelamente nos cruzamos con un matrimonio esloveno que sirve para comprender mejor lo que sucede y un equipo de rescate que busca al anterior. 

Pues bien, dejando de lado que tanto el matrimonio como el equipo de rescate son personajes muy secundarios, con poca presencia y dilatada en el tiempo, el resto del metraje se haya protagonizado por nuestro particular héroe en soledad. Así el film casi podría pasar por mudo. Pero tranquilos, que esto no quiere decir que sea aburrido. La peculiar banda sonora y la enorme cantidad de efectos sonoros nos hará que desechemos la idea de estar viendo algo insulso. Y es que “Across the river” es una de esas películas minimalistas y de ambiente, muy a la japonesa. 

En la primera media hora la película juega al despiste llevándonos por unos caminos que nos inducen a pensar en un tipo de película de serie B con monstruo. Seguimos al protagonista y a su zorro con cámara a cuestas en un planteamiento al más puro estilo “found footage”. De tal guisa, descubriremos restos sangrientos y sonidos de lo más elocuentes. Pero hasta ahí. Una vez se nos revele el pueblo abandonado, la cosa cambiará con esos escenarios tan escalofriantes como sugerentes. Y es que ya no solo es la turbación de ver una estancia abandonada, estancias en plural en este caso, sino alguna escenografía aún más siniestra como esa cuadra con plásticos blancos. 

La fatalidad aumentará cuando al protagonista se le complique la situación –que me callo- y los sonidos y sombras vayan concretándose en determinadas formas que también me callo. Sí, sé que muchos de vosotros sois muy listos y ya sabréis de qué va la película o cuál es la amenaza, pero yo prefiero que si hay alguien “virgen”, que lo siga estando si va a ver la película. Solo diré que aunque el… concepto resulta tópico e incluso los aficionados al cine asiático veamos reflejos a “The ring” cuando aparezca un viejo rollo de celuloide, Bianchini contrariamente no resulta tan cuadriculado como algunos de sus colegas de profesión. Es cierto que esto puede hacerle acreedor de las antipatías de alguno, pues como digo, no presenta las situaciones de una manera formal. Bianchini juega con los sueños, manipulando la situación y escondiendo la verdad al protagonista para mostrársela paradójicamente al espectador con la consecuente pérdida de credibilidad. Sin embargo, cuando con esos subterfugios consigue que por ejemplo se te erice el vello del escroto, no hay duda de que estamos ante una buena obra y un buen realizador. 

Pero como en todo buen análisis también debo de ver el lado malo. “Across the river” no es una película para todos los públicos. Y no, no lo digo por la violencia, porque haya sexo, vocabulario malsonante o cualquier otra traba… digamos moral. Al revés, es todo muy correcto y comedido; lo digo porque la película es lenta. 

Todo el rato, exceptuando cuando pasamos a la pareja de ancianos o al equipo de rescate, el protagonista va pasando de una casa a otra siguiendo un ruido o una sombra. Al más puro estilo “Survival horror”. Los aficionados a los videojuegos sabrán a qué me refiero. Esto además de repetitivo puede resultar aburrido a quién tanto no consiga dejarse llevar como a los que nos les guste este tipo de terror. Sustos solo habrá un par así es que el amante del slasher, por poner un ejemplo, ya puedo tachar la película de su lista de pendientes. El que busque espectáculo y efectos especiales, también. Hay un par de maquillajes, pero solo para justificar la contundencia del horror. 

En lo que respecta a la interpretación, pues no es el fuerte de la película. Su protagonista es bastante sobrio y los ancianos… demuestran su amateurismo. Pero nada de lo que asustarse. 

Para contrarrestar tendremos la excelente fotografía de la película. Hay momentos que la misma parece estar rodada en un artístico blanco y negro. Calidad y pragmatismo; ni temer por escenas oscuras, ni por movimientos de cámaras mareantes. 

Resumiendo, “Across the river” es un soplo de aire fresco dentro de un género en el que se comenzaba a perder la fe. Un producto que demuestra que con las ideas claras, una buena banda sonora y efectos de sonido, se puede llegar a transmitir más que con decenas de víctimas a machetazos. No es sobresaliente porque algunas de las escenas de los ancianos son innecesarias y rompen el ritmo, pero es una obra ya a tener en cuenta dentro de nuestros títulos favoritos.


Crítica: The Houses October Built

$
0
0
En esta películla estacional,  perfecta para esta época del año, en la que Bobby Roe y  Zack Andrews se lo guisan y se lo comen haciendo de director, guionistas e intérpretes con un grupete de hermanos y colegas, unos amigos inician un viaje por carretera en autocaravana, con el fin de documentar gráficamente las más terroríficas casas de Halloween, costumbre americana total, que se pueden ir encontrando por las carreteras de Estados Unidos. Uno de los primeros destinos es una casa en la que los actores son unos extraños payasos, con los que no se portan lo que se dice bien bien y hace que los payasos, rebotados, inicien una terrorífica y angustiosa persecución tras el equipo.

En su búsqueda se van encontrando algunas personas realmente extrañas, pero no conformes e insatisfechos con lo que llaman las "Casas del terror propias de Mickey Mouse" optan por indagar e ir tras la pista de aquellas casas de naturaleza más oscura, aún con la duda de que realmente se contraten a perturbados para esa noche, y eso es lo que básicamente van encontrando, gente absolutamente metida en sus siniestros personajes que llevan al grupo a preguntarse hasta qué punto algunas personas no sólo se disfrazan en estas "casas de octubre" (el título es absolutamente otro acierto, genial) para asustar a los invitados y hasta dónde llegaría la gente para lograr recibir/ofrecer una emoción real de auténtico terror. 

Realmente la propuesta, bajo el disfraz de found footage tiene una premisa original y hasta, y a ratos resulta de lo más efectista, con buenisimos sustos y un decente clímax. El mayor defecto, de partida son los pésimos, sobreactuados y planos personajes y actores que componen este equipo busca freaks. Pero la trama de por sí. Tiene todos los ingredientes necesarios para hacerse interesante y espeluznante, y por el hecho de contarnos las miles de casas del terror que se construyen para esta festividad, desde prostíbulos con bailarinas disfrazadas a casas embrujadas terroríficas o rutas mata zombies, me sirve para recomendaosla encarecidamente para esta noche de Halloween. 

Sobre todo si os enfrentáis a ella carentes de expectativas y con la sola idea de pasar un buen rato de miedo New age, puesto que en algunas ocasiones cae presa de los clichés del subgénero del found footage que yo mismo tanto odiaba como ahora adoro. 

Así, podríamos describir la cinta como una road movie en plan mockumentary que se separa en algunos puntos, y para bien, de los convencionales found footages. 

Por desgracia para la película, el argumento arrastra mucho más y se puede hacer un pelín aburrida cuando no se está concentrando en las casas encantadas, ya que como repito, los personajes son todos bastante sosos y poco interesantes, muy clichés planos con una gran cantidad de conversaciones absurdas que no añaden nada a la historia y que logran que el interés se diluya en meandros indeseados. 

Afortunadamente la media hora final recupera todo el brío y la potencia de la premisa, volcándose en un grupo de personajes de las distintas casas del horror que deciden montarse por su cuenta una "especial" casa de octubre, la del Esqueleto Azul, tratando un submundo de seres y casas del terror de Halloween, en las que un grupo de sociópatas van asesinando al personal a diestro y siniestro, lo que se convirtió en una auténtica leyenda urbana hace años cuando unas personas murieron tras visitar una de estas casitas de octubre. 

Tenemos ante nosotros una de las mejores películas de terror lanzado esta temporada de Halloween, con una muy sólida argumental y que sin embargo está filmada de tal manera que no es difícil perderse en algunas escenas de relleno. 

Como digo, podía haber sido una excelente peli de terror, pero por desgracia no lo es tanto y se nos quedan algunos hilos colganderos pendientes de resolver... ¿Quiénes son estos asesinos?, ¿Por qué matan a la gente?, ¿Cómo se reunen?... Etcétera. 

Pero nos llega (en USA) justo a tiempo para hacernos un poco más siniestro y divertido nuestro Halloween. 

He leído malas críticas básicamente por el hecho de adoptar la forma de mockumentary. Por mi parte, me he subido al carro del apoyo a la nueva avalancha de películas de terror found footage, si bien es cierto que suelen tener un problema:  la repetición cansina temática del subgénero. Encontramos así decenas de filmes sobre ataques salvajes en países extranjeros, secuestros en hospitales, exploraciones de casas embrujadas y hospitales igualmente espantosos, Bigfoots, ahora también hombres lobos (recomiendo WER absolutamente) y posesiones y exorcismos hasta en primera persona (Grace, la posesión). Pero aquí se huele la frescura de la idea original desde el primer momento y tenemos algo un poco nuevo, lo cual es de agradecer sin duda. 

Todo el metraje que el equipo va grabando se entremezcla sabiamente con lo que parece ser material de archivo real que recoge entrevistas con personas que trabajan o han trabajado en lugares como esas casas del terror, hasta que por fín encuentran un lugar extremo, atando los cabos que sus perseguidores les van dejando sueltos y se topan con algo que va mucho más allá de lo que pretendían encontrar. 

Cabe destacar que los tours a través de los pasadizos de las casas son bastante interesantes y entretenidos, y que las interacciones con los (posibles) trabajadores de las casas del terror son realmente aterradoras, en un miedo que va increscendo con secuencias bastante intensas y un final bastante convincente e incluso aterrador. 

A mí que ya sabéis cómo me pone una buena peli con máscaras, me resultaron del todo inquietantes y espeluznantes, las escenas donde los personajes malvados disfrazados se mostraban a oscuras ante la caravana, o incluso cuando cae en el intrusionismo en la misma, con sensaciones muy al estilo de "The Strangers", "Insidious", "Sinister", "The Grudge" y muchas otras, que es personalmente lo que yo le pido a una buena peli de miedo. 

Las atracciones de las casas embrujadas de Halloween son el intento americano de llevar a la realidad el miedo que sentimos en el cine, y el hecho de llevar, en una rocambolesca vuelta de tuerca añadida, ese terror de nuevo a una peli, es, en mi opinión, genial. 

En resumen, con una idea bastante fresca, más si tenemos en cuenta algunos de los bodrios que nos lloverán por estas fechas, encontramos un found footage con una fotografía cinematográfica sublime, un buen estilo y una atmósfera general bastante espeluznante que bien merece crédito de disfrute en esta época del año, pese a que los actores no funcionen en absoluto y lejos de brillar, lastran la cinta por completo. 

Lo mejor: Su punto de partida y estilo creepy.

Lo peor: Los actores, muy malos. Me refiero a los "sin máscara!", los otros, estupendos.


Crítica: Ouija

$
0
0
El intento con contactar con el mundo de los espíritus nos ha regalado un buen puñado de películas de terror desde la obra maestra que es “El exorcista”, pasando por “Witchboard” y la británica "Long Time Dead", hasta otras muchas en la que la tabla ouija era la protagonista. Es cierto que ya se ha abordado el tema desde todos los subgéneros posibles, el terror clásico, el neoterror, el terror coña, hasta el found footage, con intrusión patria incluída. Y es que ese medio de contacto que Iker Jiménez se empeña año tras año en desaconsejar, lleva usándose siglos. La capacidad de tal aparato para establecer dicho contacto nunca ha sido probada científicamente, si bien es cierto que todos hemos oído historias totalmente desafortunadas y horribles de cómo han acabado muchas de esas sesiones. Esquizofrenias, paranoias colectivas, casas poseídas por extrañas entidades,suicidios.. Parece ser que las cosas nunca acaban demasiado bien con el dichoso juego que aún así sigue siendo uno de los más vendido, por la marca Hasbro, en las jugueterías de los USA, como no podía ser de otra forma.

Yo recuerdo que en mi infancia la probé un par de veces con mis amigos, que evidentemente movían la planchette, pero ocurre como con cualquier tema que involucre la tradición, la religión, incluso Dios. Son cuestiones de fé y cada uno tiene su idea bien clara al respecto, por lo que en este caso concreto, subjetivo y hasta nostálgico-porque en mis experiencias todo acababa bien, con unas cervezas y unos cigarros prohibidos para mi generación y unas risas. 

En la cinta, con guión y dirección de Stiles White, dos chicas, Debbie (Interpretada por Shelley Hennig) y Laine (Interpretada por la Batesmoteliana Olivia Cooke) son simplemente dos encantadoras muchachas normales de la escuela secundaria y las mejores amigas. Son adolescentes y hacen cosas típicas adolescente hasta que Debbie comienza a oír golpes extraños alrededor de su casa y decide usar un tablero de Ouija antiguo para contactar ella sola con el más allá. Después fue encontrada colgando en la escalera en lo que la policía entiende desde el primer momento que es un suicidio, a pesar de no haber tenido ningún tipo de comportamiento suicida jamás. 

Lana, que recibió una llamada antes de la ouija, decide aprovechar que la casa de su amiga estará vacía tras el funeral y con la ayuda de su noviete amigo Trevor (Daren Kagasoff) descubre el tablero de Ouija. 

Lana reúne a sus amigos nuevamente en la casa de Debbie donde utilizan el tablero para contactar con su amiga muerta y saber cuales fueron las razones de su suicidio, si es que lo fue. Cuando miran a través del cristal de la planchette, pese a creer que están hablando con su amiga, ven a una presencia que les parece demoniaca. 

La presentación de una película a partir de la tabla Ouija tiene ciertamente su potencial, ya verán como se convierte en número uno en los USA en su estreno oficial este Halloween, pero desgraciadamente sus autores acaban haciendo una peli más de casas encantadas, con sustos a todo volumen y desarrollo bastante plano, y un final no del todo satisfactorio. 

El uso y abuso de todos los típicos tópicos posibles es lo que se carga en gran parte la peli El guión es todo menos original, las interpretaciones están decentes, poco más, y el hecho de que uno a uno vayan cometiendo todos los errores posibles, ni uno se dejan, hacen de esta Ouija una cinta totalmente prescindible, con su puntito, que lo tiene, pero poco más. 

Eso sí, es una de mis recomendaciones para este Halloween, aunque luego sólo sirva para hacer un merecido agravio comparativo con cualquiera de las grandes del terror y en este caso, sobre todo, con Halloween, de Carpenter, que si bien comparte poco con esta cinta, tiene sus raíces, como la mayoría del terror actual en el estilazo y la elegancia de aquella. 

La sensación es como en la mayoría de producciones de Michael Bay que parece tan sólo interesado en hacer películas de terror de altísima factura para captar la atención del espectador casi más antes del propio estreno de la peli (el tráiler vuelve a ser lo mejor de la cinta) y que no te dejan con ganas de verla de nuevo de ninguna de las maneras, porque su planicie no deja nada a la imaginación del espectador. 

Si esta fuera una peli de las que ví en mi adolescencia, por seguro me habría cagado del miedo, pero a estas alturas... 

La única tensión, aparte de unos buenos efectos que revelan su buena factura y producción, son los sustos en los que el CGI se complementa con un subidón de música, patrón heredado de las orientales y muy introducido ya en la mayoría del cine de terror fast de ver una vez y olvidar, plagado de una previsibilidad incomparable y una falta de criterio absolutamente evidente. 

En su planteamiento, Ouija tenía bastante potencial, lo que parece que puede llegar a ser una cinta decente, si bien no profunda, ni con una espectacular historia, pero en el desarrollo plagado de sustos clónicos, y en un final abrupto, todas las previsiones se ven capadas. La cinta se arrebata hacia al final, mal resuelto, precipitado y que deja los pocos flecos que uno podía generar en su cabeza sin resolver. 

Lo ideal sería que en nuestro país se estrenasen las pelis en función de la calidad. No sólo porque con su presupuesto de unos 5 millones vaya a recaudar más aunque sólo sea llenando la sala de adolescentes hormonados y chillones. Pero por desgracia, gran parte de lo muy bueno que vimos en Sitges y Toronto no se estrenará a nivel nacional, si es que se estrena, y esta Ouija ya tiene un puesto en las carteleras de los próximos meses. ¿Injusto?. Absolutamente. 

Aún así, algo bueno hay que decir, la película es tan estúpido que acaba resultando hasta entretenida. Para una película con una idea tonta de partida, he de admitir que entretenida, sí, también hay que apuntar que el giro en la historia es un poco/bastante confuso y desaprovechado por completo, pues la acaba haciendo un poco lenta, abusando de baratos clichés y sustos previsibles y esperables, que claro está, cada vez dan menos miedo por repetidos, salvo que la audiencia sea menor de 13 años. 

Yo, desgraciadamente me di por vencido en esperar un desarrollo de carácter, propio del género, pero no encontré por ningún lado el sentido, la atmósfera y ritmo de la narración. 

Lo mejor: Se hace entretenida por momentos. Dos sustos. La Cooke, un poco desaprovechada. El resto del cast (Ana Coto, Daren Kagasoff, Bianca A. Santos, Douglas Smith, Shelley Hennig, Sierra Heuermann, Sunny May Allison, Lin Shaye, Claudia Katz, Vivis Colombetti, Afra Sophia Tully, Claire Beale, Izzie Galanti), pues decentes. La música y fotografía, decentes también. 

Lo peor: Es más de lo mismo.

Se me ocurren muchas pelis mejores que esta para ver en estas fechas, pero ahí queda...


Especial Halloween 2014: Esto es Halloween, Halloween...

$
0
0
Queridos cuervos todos, ya está aquí una de esas escasas festividades en las que uno, desde chico, habría matado por ser americano y disfrutar a saco. Allá por el 78 mi admirado, y el de todos, John Carpenter se sacaba de la manga un peliculón, una saga, de esas que han marcado la forma de hacer cine desde entonces, "Halloween", fórmula barata, elegante y asombrosa con uno de los killers más grande que jamás hayamos visto en el cine, Michael Myers. Nacía así la leyenda, la scream queen, la leyenda. Cualquier apunte sobre la saga sería redundante, así que hoy vamos a abordar otro momento “histórico” en mi opinión, otro hito que dentro de unos años seguro que será evaluado como merece. Hablo de la MARAVILLA que nos ofrece cada semana FX, “American Horror Story 4: Freak Show”, que al igual que en sus entregas pasadas, tiene 13 episodios y narrará una historia completamente diferente e independiente de la anterior y que se estrenó este 8 de octubre.

La semana pasada, tras el ritmo sinuoso e hipnótico que la tremenda Jessica Lange le imprima a todas sus interpretaciones, en este caso el temazo de Lana del Rey “Gods and Monsters” servía para recibir la festividad de Halloween en eso que ahora es habitual en las series yankis, los capítulos temáticos. Ya en la primera temporada de la serie se dedicaron dos capítulos a esa noche en la que monstruos, niños y pertubados se disfrazan para ir casa por casa pidiendo caramelos, pero en esta, de momento la más impecable y espeluznante de las cuatro, la cosa se pone tremenda y nos cuentan una de esas historias que por aquí no conocemos y que sirve de fondo argumental, la de Edward Mordrake. 

Por si alguno aún no ha devorado los episodios que lleva esta temporada (ponéos ya!!!), os cuento que en esta ocasión el hilo argumental es el circo de los horrores que Elsa, el personaje de la Lange, una alemana recién escupida de su pasado nazi a las afueras de un pueblo de Florida, Júpiter, donde sueña y se tortura por la carrera que Marlene Dietritch (a la que no se puede recordar mejor) le “robó” años atrás. En el circo trabaja un grupo de “freaks”, fenómenos que van desde la mujer barbuda a la más diminuta del mundo, en una revisitación de la magnífica “Freaks” de Tod Browning que aprovecho para recomendaros insistentemente y que abría el miércoles 22 de octubre sus puertas a Halloween, la fiesta más terrorífica del año. 

Bueno, a lo que vamos, en el capítulo, las hermanas siamesas Dot y Bette, las últimas incorporaciones al circo, sirven de pretexto para conocer el por qué de que en la noche de Halloween los freaks de todo el mundo no actúan: en el caso de hacerlo, la leyenda cuenta que invocaría de inmediato al espíritu del aristócrata inglés del siglo XIX Edward Mordrake, que vengativo, le arrastrará a los infiernos. El caso es que el tal Mordrake era un artista de talento con una peculiaridad, tenía una malvada cara diabólica en la nuca que le llevó a la locura y a ingresar en un manicomio para curar su transtorno. Una noche, después de fracasar en su cura y atormentado totalmente por ese gemelo diabólico de su espalda que le susurraba cosas horribles, escapó de allí y terminó en un circo de los horrores hasta que en la noche de Halloween,asesinó a todos sus compañeros de espectáculo y terminó por suicidarse. La misma noche, un siglo después, Elsa Mars, con su interpretación de la canción de la del Rey invoca al malévolo espíritu que se instalará en el circo hasta llevarse el alma de uno de sus componentes. 

Aunque parezca increíble, la historia tiene su base en una leyenda existente sobre el heredero de una de las familias nobles de Inglaterra, que tenía la extraña malformación de un gemelo no desarrollado que como un parásito se alimentaba de su cordura desde la parte posterior del cráneo. La cara sonreía y se burlaba de la desesperación de Mordrake, con una voz inaudible que sólo él escuchaba durante toda la noche y que le arrastró al suicidio a la edad de 23 añitos. Por petición propia fue enterrado en tierra baldía sin lápida tras destrozar el malvado rostro para que no siguiera atormentándole por la eternidad. 

Tanto Mordake como Pascual Piñón, el famoso mejicano de dos cabezas aparecen entre las 10 personas con miembros extra en el "Libro de las Listas", en la edición de 1976 y en la obra de 1996, "Anomalías y curiosidades de la medicina". 

Evidentemente es muy difícil afianzar o asegurar los hechos reales detrás de la leyenda, debido a la falta de registros médicos y civiles fiables más allá de la narración oral, que sirvió de inspiración a Tom Waits para su canción "Poor Edward" en la que se lamentaba del triste infortunio del hombre de las dos caras y a la autora de la saga Harry Potter para el personaje Quirinus Quirrel, el portador del malvado Voldemort en su nuca. 

En este estupendo capitulazo que es "Edward Mordrake: Part 1", el tercero de la cuarta temporada también asistimos a otra trama terrorífica, en la noche del 31 de octubre, con toda la ciudadanía de Jupiter disfrazada en las calles, una niña con miedo a los payasos descubre a otro de esos jugosos personajes de la serie, el deforme y malvado payaso loco que va secuestrando chavales que se lleva a un abandonado bus escolar aún no sabemos con qué fin. 

La cuarta entrega de American Horror Story no ha hecho más que empezar peroFX ya ha anunciado que habrá una quinta temporada. No es de extrañar, pues ‘Monsters Among Us’, el primer episodio ha tenido más de 6 millones de espectadores en su premiere, convirtiéndose en lo más visto de la cadena. 

El co creador y productor ejecutivo de la serie, Ryan Murphy nos sorprendía hace tres años con la primera temporada de AHS, una serie puntera, revolucionaria y oscura que nos ofrece un nuevo punto de vista del terror en la pequeña pantalla, que continuó al año siguiente con “Asylum”, la segunda y hasta ahora mi favorita de las temporadas. Luego llegó “Coven”, que con el tema de la brujería de fondo no gustó demasiado a muchos y que a mí me sigue encantando. Pero “Freak Show” es un punto y aparte. 

Con una producción brillante, espectacular, a ratos hasta apabullantes, la historia de uno de los pocos circos de fenómenos, que se hicieron muy populares en los 30 y que aún quedaban en EEUU en los 50, liderado por ese magnífico clon de la Dietritch que es Elsa Mars, una Jessica Lange que va más allá en su papel que la Cleo de “Freaks”, en la interpretación hasta ahora más arriesgada e inspiradora de su carrera, es un auténtico caramelo amargo, terrorífico a ratos. Y es que además de asustar nos obliga a hacer una reflexión sobre la situación laboral, social y humana de esos “freaks” que pueblan su metraje. Durante una época, este tipo de circos era el último reducto laboral y vital que les quedaba, divertir y sorprender a los demás desde su podio de “bichos raros”. 

El reparto, que se confirmó ya en la PaleyFest y la Comic-Con de San Diego de 2014, es absolutamente espectacular. Sarah Paulson como Bette y Dot Tattler, dos hermanas gemelas siamesas, está soberbia, como lo están Kathy Bates en el papel de Ethel Darling, madre de Jimmy (Evan Peters), la mano derecha de Elsa que le ayuda a dirigir el campamento y arrastra una verdadera tragedia y Angela Bassett como Desiree Dupree, una artista del circo con tres pechos, y los habituales en la saga Frances Conroy como Gloria Mott, una mujer de la alta sociedad madre de un psicópata, Dandy,( Finn Wittrock), Evan Peters como deformado que va de ciudad en ciudad dando placer a las señoras ricas con sus deformes extremidades,.Denis O'Hare, Gabourey Sidibe y Jamie Brewer, y Emma Roberts en el papel de Maggie Esmeralda, una adivina del circo que en realidad es una estafadora que persigue el esqueleto de las siamesas, tras tratar de engañar al American Morbidity Museum, ofreciéndoles fraudes como rarezas de la naturaleza, (esta odiosa práctica era habitual a comienzos del siglo pasado, por las altas sumas de dinero que se ofrecían por estos “freaks” en formol. A este circo, completando parte del estupendo reparto, se unen en el elenco Michael Chiklis como Wendell del Toledo, el hombre forzudo del circo, Jyoti Amge, considerada la mujer más pequeña del mundo por el Libro Guinness de los récords y John Carroll Lynch como Twisty, el payaso loco, el malvado asesino que pretende hacer un infierno de la población de Jupiter, que usa una máscara en la parte baja de la cara escondiendo su verdadera malformación bucal. También se une Patti LaBelle, haciendo de Dora, ama de llaves y criada de los Mott, madre e hijo. Como véis, el reparto vuelven a integrarlo la mayoría del que participó en las anteriores entregas y se suman nuevas incorporaciones que en este caso están de quitarse el sombrero. A día de hoy, las malformaciones de la mayoría del reparto está más que asumida y aceptada socialmente aunque no del todo, que para eso se han ido creando asociaciones que luchan por su dignidad como seres humanos. 

Y no podemos dejarnos al estupendo Wes Bentley en el personaje de Edward Mordrake, el Príncipe de las dos caras, con el que comenzaba este repaso y que sirve de trasfondo principal al especial Halloween de la serie. 

Y hablando de Halloween, hagamos un breve repaso a su historia y peculiaridades. Halloween (contracción de All Hallows' Eve, 'Víspera de Todos los Santos'), la Noche de las brujas , es una festividad de origen celta que se celebra como sabéis en la noche del 31 de octubre, principalmente en países anglosajones como Canadá, Estados Unidos, Irlanda o Reino Unido, aunque hoy también en gran parte de Latinoamérica y de España. Sus raíces están profundamente vinculadas a la conmemoración celta del Samhain y la festividad cristiana del Día de Todos los Santos, el de toda la vida, celebrada el 1 de noviembre. Los antiguos britanos ttambién enían una festividad similar conocida como Calan Gaeaf en la que como en el Samhain se celebraba el final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el «Año nuevo celta», que comenzaba con la estación oscura. Los antiguos celtas creían que la delgada línea que une a este mundo con el Más Allá se estrechaba en la llegada del Samhain, permitiendo a todos los espíritus, buenos y malos, pasar a través. Así, los ancestros familiares eran invitados a las fiestas, y homenajeados mientras que se trataba de expulsar a los espíritus dañinos mediante el uso de los disfraces que hoy llenan las calles.

Cuando los romanos ocuparon los dominios celtas la festividad fue asimilada por estos, que aunque ya celebraban por esas fechas una festividad de la cosecha en honor a Pomona (diosa de los árboles frutales), consiguieron mezclar ambas tradiciones. 

Más tarde, en una época en la que predominaban como hemos visto las festividades «paganas», los papas Gregorio III y Gregorio IV suplantaron la fiesta de origen celta por una festividad católica (El Día de Todos los Santos) que fue trasladada del 13 de mayo al 1 de noviembre. 

Pero aún así se siguió celebrando el Halloween más pagano, y en 1840 esta festividad llegó a Estados Unidos y Canadá, donde quedó definitivamente arraigada. 

Los inmigrantes irlandeses transmitieron versiones orales de la tradición durante la Gran hambruna y fueron ellos quienes difundieron la costumbre de tallar los jack-o'-lantern (las consabidas calabazas con una vela dentro). Pero la fiesta no comenzó a celebrarse masivamente hasta 1921, año en que se celebró el primer desfile de Halloween en Minnesota, al que siguieron el resto de estados, adquiriendo así la fiesta una progresiva popularidad que llega a nuestros días. 

La internacionalización del Halloween renovado se produjo a partir del 78 y el estreno mundial de la cinta de John Carpenter, referencia desde ese mismo estreno para todo el cine de terror. 

Hoy en día, la fiesta es ya una de las fechas más importantes del calendario estadounidense y de algunos países latinoamericanos que tienen sus propias tradiciones (El Día de Muertos, que es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos) y celebraciones ese mismo día, y con el mismo significado: la unión o acercamiento del mundo de los vivos y el reino de los muertos, y en algunos lugares, como Inglaterra, la fiesta original ha arraigado de nuevo. La realidad es que si la fiesta ha arraigado en nuestro país como en muchos otros es gracias al enorme despliegue comercial, el filón que las tiendas encuentran y la gran publicidad que el cine americano engendra. La imagen de niños norteamericanos correteando por calles oscuras disfrazados de fantasmas, monstruos, duendes y demonios pidiendo dulces quedó desde muy pronto grabada en mi memoria y siempre quise un Halloween en mi pueblo. Desgraciadamente las cosas llegaron demasiado tarde y ya no es momento para disfrazarme de Franky y ponerme hasta las trancas en botellones temáticos. 

En Asturias, donde ahora vivo, la tradición de esta fiesta viene de antiguo. La noche de difuntos es una celebración estacional, el polo contrario al de la noche de San Xuan, con la que se celebraba el solsticio de verano como exaltación de la luz. Así, la Noche de difuntos es la fiesta de la oscuridad, de los muertos, de los que ya no están, a los que se consideraba protectores con los que había que congratularse y a los que había que festejar y rendir homenaje. Así, por ejemplo, se celebraba el banquete de difuntos, muy perseguido en su día por la Iglesia, y que animaba al pueblo para celebrar un banquete incluso en los cementerios, sobre las lápidas y hasta las décadas de los 30 y 40 se dejaba un caldero con agua y un plato de comida a la entrada de casa para calmar la sed o el hambre de los muertos por estas tierras. Los niños asturianos también salían a pedir un aguinaldo con las caras cubiertas de cenizas para celebrar luego con lo que se recogía el banquete de difuntos. Y hay una leyenda que a mí, personalmente me encanta, y es la de los pescadores de Cudillero, que no salían a pescar jamás en la noche de difuntos por temor a recoger las redes, como se aseguraba, repletas de los huesos de los que se ahogaron en la mar. 

Ya veis, en cada sitio, como se dice en mi pueblo, sus “caunás”. 

En los USA, las actividades típicas de este día son el famoso “truco o trato”, las fiestas de disfraces, las hogueras borrachuzas, la visita de casas encantadas, las bromas, la lectura de historias de miedo y el visionado de películas de terror. Y ahí es donde se convierte en mi fiesta favorita. Este año, entre mis recomendaciones, y podéis ir apuntando, están “REC 4”, que se estrena el mismo día 31 y de la que ya tenéis crítica en el blog, “OUIJA”, una peli más bien regulera pero con sus sustos estupendos y “The Houses October built”, que precisamente se centra en Halloween y en las casas del terror que en EEUU se construyen y “disfrutan” justamente en esta fiesta. Tres pelis bien distintas pero que bien pueden ser nuevas cintas de terror para disfrutar en estos días. 

Y no puedo, de ninguna manera, dejar de recomendaros una de las pelis de terror que más terror me han causado en los últimos meses. Se trata de la italiana “Oltre il guado” (Across the river), un portento de serie barata con factura espectacular y escalofriante como propuesta alternativa al terror facilón de estas fiestas. 

Yo, como cada año, volveré melancólico a disfrutar de Carpenter como un enano. 

Y seguiré disfrutando de la que para mí es mi cita ineludible de la semana, el nuevo capítulo de AHS, esperando para que mi amada Lange me sorprenda con uno de los números musicales que en esta temporada parece que van a ser normales en cada episodio. Y es que el de Lana del Rey no ha sido el único, ni mucho menos. La versión que la Lange se marca del “Life on Mars” de Bowie es un auténtico espectáculo que ha llegado a situarse en las listas de preferidos de itunes. 

No sería de extrañar que el visionario Ryan Murphy sacara un disco con las canciones versionadas por Elsa en 'American Horror Story' y es que la actriz, ganadora de dos Oscar, no cantará lo que se dice bien canónicamente, pero seguro que hipnotiza a más de uno (a mí me tiene enamorado, y a mi móvil tuneado). 

Y para terminar, aprovechando que hablamos de música, os dejaré unas recomendaciones en forma de canciones para que os pongáis las pilas, las caretas, los disfraces de lycra y las máscaras más terroríficas que pilléis por ahí para celebrar por todo lo alto esta fiesta que se acerca. 

Mis 13 (jejeje) preferidas: ”Ghosts”, de The Head And The Heart. “Ghost” de Fefe Dobson “This is Halloween”, de Marilyn Manson (revisitando Pesadilla antes de Navidad) “Feed my Frankenstein” de Alice Cooper “Ghosts That We Knew”, de Mumford & Sons “Give Up The Ghost”, de Radiohead “Heaven and Hell” de Black Sabbath “The Ghost Inside” de Broken Bells “Lullaby” de The Cure “Little Ghost”, de The White Stripes, en los créditos finales de “Paranorman”. “Halloween” de Misfits La frikaza “Talking To Ghosts” de Foxes “The Boogie Monster” de Gnarls Barkley.

Tened mucho cuidado con los desconocidos payasos disfrazados en la noche, las máscaras pintadas de blanco y los cuchillos plateados... Igual, hasta son reales...


Crítica: Zombeavers

$
0
0
En ocasiones, en nuestro constante afán de encontrar la genuinidad (al menos, las mentes más inquietas) en todo aquello que hacemos, nos olvidamos que fue el descubrimiento de algo tan simple como una rueda, lo que a la postre, terminó por hacer girar al mundo. En el cine (como en cualquier otra manifestación artística), hordas de cabezas pensantes auto devoran sus propias neuronas en esa búsqueda cuasi mística para unas, utópica para otras, que les abra las puertas del edén de la creatividad y por ende (supuestamente), del éxito. Por suerte o por desgracia, somos criaturas imperfectas de la creación y creatividad (entendida como algo subyacente al talento) y éxito, no tienen porque ir de la mano. Solo así se puede entender la popularidad alcanzada por determinadas propuestas de dudosa calidad mientras auténticas delicatessens, se marchitan y mueren en el anonimato.

En una edad cinematográfica tan oscura como la que nos ha tocado vivir, donde la mediocridad está tan arraigada que solemos olvidar casi instantáneamente y de manera sistemática gran parte del cine que consumimos, hay que exprimir todas las fórmulas posibles, para llegar al público, por más ruines que estas sean. Ahí entra la magia del ilusionismo publicitario, capaz de vendernos un tiburón que vuela como la bomba del año y que además, nos lo lleguemos a creer tanto como para convertir una tomadura de pelo, en una lucrativa franquicia. Dicen que una sociedad se merece a sus políticos. Igual, los espectadores, también nos merecemos parte el cine que hoy tenemos. 

Tras esta pequeña y como casi siempre, pesimista reflexión de un servidor, decir que viendo como está el patio, igual hay que bajar un poco el listón, las expectativas o ambas cosas y dejar de buscar la excelencia (dicen que las cosas se encuentran cuando no se buscan) para dejarnos cortejar por el lado más canalla (en todos los sentidos) del celuloide, supuesto en el cual, quizás podremos disfrazarnos de cordero para ser uno más del rebaño y disfrutar tanto de mediocridades (solo así se pueden entender cosas como “Annabelle”), como de todas estas majaderías calentadas a micro hondas, fecundadas por la jeta de unos creadores de cuestionable talento para el cine, pero con mucho ojo para el negocio y paridas y acunadas por obra y servicio del bajo o nulo nivel de exigencia del espectador actual, dentro y fuera del género. 

Con el tirón que siempre ha tenido el cine zombie entre los aficionados al género y el no menos cariño cosechado a lo largo de los años por el ídem de animales asesinos, era de extrañar que ambos sub-géneros no hubieran convergido ya a estas alturas. Después del lubricante éxito de propuestas cómicas como “Ovejas Asesinas” (“Black Sheep”, Jonathan King, 2006) o “Sharknado” (“Sharknado”, Anthony C.Ferrante, 2013), el debutante Jordan Rubin se sube al carro de la canallada efectista y desvergonzada para traernos, previo agresiva campaña publicitaria, el choque cultural que muchos estaban esperando, zombies y animales asesinos en una misma película: “Zombeavers” (“Castores Zombies”). 

“Zombeavers” es una simpática (que no hilarante) serie B con descendencia a Z que para no perder la costumbre, rinde homenaje al cine de terror de los ochenta. Una película de paupérrimos recursos que tal y como se hacia antaño, consigue sacar el 200% de los escasos medios de los que dispone, construyendo, a partir de cuatro muñecos y otros tantos gags estúpidos, un validísimo entretenimiento que además, no dejará a nadie indiferente, ya sea para bien o para mal. En lo personal, me cuento entre los primeros, pues tengo que reconocer que he salido bastante satisfecho de este enésima aventura rural en la enésima cabaña del lago y es que amigos, a veces, cuando hay cariño, todo se ve desde otra perspectiva, incluso los demonizados tópicos y clichés del género. 

De hecho, que “Zombeavers” no fuera un cúmulo de estos, hubiera supuesto una grandiosa decepción. Pero tranquilos, no falta ni uno solo de ellos. Un escenario recurrente, personajes estúpidos, chicas monas ligeritas de ropa (algún que otro destete incluido y parece mentira que adía de hoy, esto siga sumando puntos dentro del terror), sexo, lenguaje malsonante, FX de vergüenza, sangre, un guión absurdo... vamos, todo aquello que uno espera de una propuesta como la que nos ocupa. De ahí que el margen de fracaso del amigo Rubin, sea proporcional a la originalidad de su propuesta, es decir, cero. “Zombeavers” ofrece ni más ni menos, que lo que promete. Así que por una vez y sin que sirva de precedente, hay que reconocer que su campaña de publicitaria, lejos de engañosa, ha sido una fiel y emotiva declaración de amor.

Ante semejante ejercicio de honestidad, pocas cosas se le pueden reprochar a la cinta. Estamos ante uno de esos contradictorios casos donde todos o gran parte de los contenidos del filme, podrían transfugar de virtud a demérito y viceversa. Esto, por supuesto, para aquellos que sepan disfrutar de este tipo de propuestas absurdas, absoluta carne de maratón nocturno de festival o para disfrutar una noche loca en casa con los colegas y olvidar tras (o durante) unas cuantas cervezas. No creo que se pueda o se le deba exigir más a “Zombeavers” y por ello, me tiro de los pelos del bigote tras leer determinados comentarios sobre el filme tras su exhibición en Sitges... ¿de verdad alguien se esperaba otra cosa? Pero claro, supongo que es más fácil y sobretodo, mejor visto, reírse de (y no “con”) los ridículos castores zombies que de la gafapastada de turno que nadie ha entendido y que por supuesto, a nadie le ha gustado. 

En resumen, hablar de “Zombeavers”, no es hablar de la mejor comedia de terror de la temporada, ni siquiera de una de las mejores, todo lo contrario, es hablar de una chorrada mayúscula, de nula originalidad y cinematográficamente mediocre a todos los niveles, pero también es hablar de ochenta minutos de honestidad y entretenimiento sin pretensiones en una cinta hecha con y desde todo el cariño del mundo al género y plagada de afectuosas referencias al mismo: “Evil Dead”, “Creepshow”, “Critters”, “La Noche de los Muertos Vivientes”... sin todas ellas, no habría sido posible dar forma a semejante macarrada ochentera que como digo, encantará a unos y horrorizará a otros. 

Lo mejor: Sabiendo lo que se tiene entre manos (y no hacen falta demasiadas luces), es imposible no pasar un buen rato con esto. 

Lo peor: Se queda algo corta en cuanto a gore y mala leche. Y puestos a pedir, algo más de ingenio en los gags, tampoco habría venido nada mal, le habría servido para subir ese par de peldaños que separan la sonrisa, de la carcajada. “Zombeavers” se acomoda en lo primero.


Viewing all 2362 articles
Browse latest View live