Quantcast
Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
Viewing all 2357 articles
Browse latest View live

Crítica: Big Match

$
0
0
Korea del Sur es experta en decepciones. Económicas me refiero, ni se me ocurriría hablar de decepciones personales ya que lo que gusta a uno puede aburrir a otro, y al revés. Me refiero a decepciones de cara a la taquilla, fracasos comerciales.

Desde que allá por 1999 comenzase a seguir la filmografía de este país, más o menos coincidiendo con su despegue internacional, hemos sido testigos de sonados descalabros taquilleros. El primero, si me memoria no me falla, fue aquella pretenciosa intención de hacer algo a lo “Jumanji” que fue “R.U. Ready?” en el 2002. Y así año tras año hemos visto como producciones con generosos presupuestos y cotizadas estrellas al frente de su reparto recibían cual inesperado bofetazo la indiferencia de su público.

La reiteración, más que tradición se convirtió en una maldición, y claro, con esta introducción, pocos serán ya los que no adivinen que esta “Big match” fue una de sus víctimas.

La cuestión es por qué razón fracasan estas producciones. No dependen del género; esta es de acción y de sobra hemos visto como otros títulos que comparten género triunfan. ¿Estrellas? Aquí por ejemplo tenemos a Lee Jung-Jae, al que hemos visto batir records con “The thieves/El gran golpe” –actualmente la segunda película autóctona más vista de la historia del país- o cosechar otros éxitos como “The head reader”, “New world” -2ª y 10ª producción autóctona más vista del 2013-, “The housemaid” -10ª del 2010- y “Typhoon” -5ª del 2005-. Hasta se sumaron a su reparto gente como la cantante BoA, ‘idola’ en su tierra, que debutaba en su país como actriz haciéndolo servir de reclamo a pesar de que, a decir verdad, ya había trabajado con anterioridad en otra película en EEUU como fue “Make your move”. Y si bien tras las cámaras teníamos a Choi Ho que todavía no se había podido atribuir ningún título rutilante, tampoco se puede decir que fuese un desconocido ya que en su currículum figuran estupendos ejercicios de género como “Bloody tie”.

La cuestión es que la naturaleza de esta ‘maldición’ no responde a ningún motivo en concreto. Una vez es el cansancio del público por un género, otra la coincidencia con algunos estrenos más importantes, y finalmente, no nos engañemos, porque la película es simplemente… mediocre.

El punto de partida de “Big match” la verdad es que no es muy original, ya que bebe de esas otras producciones de género que se convierten en una lucha a muerte contra el reloj. Si se me apura, hasta me atrevería a decir que Choi Ho quiso hacer su versión del “Quick” que contrariamente a esta se convirtió en el éxito sorpresa del 2011. Y es que las comparaciones, aunque odiosas, son constantes. Para empezar, el humor, y para terminar, la acción.

Pero como soy consciente de que aquella no la vio mucha gente por estos lares y además confeccionar una reseña con referencias a otra no es algo digno de alguien que se precie a tenerse por crítico por aficionado que sea, voy a analizarla punto por punto. 

“Big match” nos presenta a Choi Ik-Jo (Lee Jeong-Jae), un campeón de artes marciales mixtas al que le acusan de ser cómplice del asesinato de un usurero. En el calabozo tras ser detenido se enterará de que su hermano, principal sospechoso del crimen, ha sido secuestrado, y que él debe seguir las indicaciones de sus captores sino quiere que lo maten. Ik-Jo deberá superar desafío tras desafío, y su capacidad de salir airoso de cada prueba hará, no solo ganar o perder dinero a los que apuesten a favor o en contra suya, sino alargar la vida de su hermano.

Con este argumento tan, como he dicho, poco original Choi Ho construye un festival de risas y acción que no desmerece en nada a los grandes mitos del género. Total, al no tener ninguna limitación el director y su cohorte de guionistas –desconocidos y sin experiencia en el mundo de los guiones- disponen sin ningún tipo de pudor un variadito escaparate donde encontrar abundante acción. Así desde la escapada de la comisaria al más puro estilo Jackie Chan ochentero hasta el duelo final entre los dos antagonistas, pasamos por un 1vs.17, un Pacman humano, un estadio de fútbol o una pelea con el gigante ruso Vlad Demin.

En ellas veremos buenas peleas con coreografías bien ejecutadas y competentemente rodadas –solo hay un puñetazo, el primero que da BoA, que se nota que el especialista espera el golpe- en el que se combina desde las omnipresentes patadas voladoras del Taekwondo hasta técnicas más cercanas ya a la artes marciales mixtas, sin olvidar escenas de riesgo para los stunmans.

Con todo ello podríamos ir ya sacando conclusiones haciéndonos de paso la pregunta de por qué fracasó “Big Match” de cara a la taquilla. La respuesta no es fácil de contestar.

En su estreno coincidió con “Interstellar” y “Exodus: Gods and kings” con lo que competencia tenía, pero tampoco creo que fuese muy significativo ya que únicamente con su pre-estreno llegó a situarse entre las 10 producciones más vistas de la semana. Por lo tanto, expectación había. ¿Qué fue entonces lo que le condujo a ese ya definitivo fiasco? Solo se me ocurre una cosa: que el “boca a boca” de ese pre-estreno no fuese muy bueno. ¿Por qué?

Como hemos dicho párrafos arriba el film no dista mucho de otras producciones de éxito en el país, así es que voy a tener que dejar un poco de lado la objetividad y abandonarme a mis impresiones personales y a lo que conozco –modestia aparte llevo siguiendo la taquilla surkoreana en mi Web desde el 2003- de los gustos locales.

Para empezar, a pesar de que la primera hora de metraje tiene un ritmo endiablado, tras los 60 minutos iniciales la película sufre un parón. No llega a atragantarse, pero parece como si la película se reiniciase quedándose uno con la sensación de que se habían quedado cortos y tuvieron que rellenar para alcanzar un minutaje decente.

Quizás a raíz de ello estos minutos padecen de ese mal del “Por qué yo lo digo” tan habitual en las producciones comerciales. El máximo exponente es la propia resolución del caso que amparándose en las nuevas tecnologías y, siendo sinceros, la ignorancia por un lado y fascinación por otro que experimentan los espectadores por todo lo que suena a moderno, nos hacen creer que todo se soluciona con la emisión de unas imágenes. Y tan panchos…Tranquilos, que es tan absurdo que no lo considero un spoiler.

Sí, repito que es un mal generalizado, pero cada vez más la gente se cansa de que la tomen por imbécil. ¿Y quién no te dice a ti que el respetable ya había bajado el nivel de tolerancia tras ver “Interstellar”…?

Para ir acabando, vayamos con los nombres. Su director Choi Ho, no lo hace mal. Quizás a veces se deja llevar rozando los límites del videoclip, pero viéndolo por el lado positivo no resulta tan inapropiado cuando las situaciones se revelan casi como si de un videojuego se tratase.

Por lo que respecta a los actores, a Lee Jeon-Jae lo hemos visto en su salsa, más divertido y más en forma que nunca. Se podría decir que en un papel hecho a su medida. Por su parte, Shin Ha-Gyun sorprenderá desagradablemente a quienes no lo conozcan ya que casi siempre recurre a la sobreactuación para cargar de carácter a sus personajes, pero al igual que decíamos con la puesta en escena de Choi Ho, nunca se le puede echar en cara cuando, como en este caso, su objetivo es caricaturizar al típico villano. Salvando las distancias, Ha-Gyun es un buen clon de aquel Mr. Glass de “El protegido”. Y para acabar, hay que ver lo mucho que pierde BoA sin maquillaje… tanto que ni la excusa de mujer ruda lo compensa. Creíble sí, ¡pero qué bajón…!

Un último apunte: los guiños. Ya hemos sacado a relucir el nombre de Jackie Chan, pero podríamos añadir los de “Old boy”, “Fanático”, “Ong Bak”, etc…

Resumiendo, “Big match” es un divertido film de acción con muy buenas escenas de género. El problema es que va de más a menos quedándose uno con la sensación de que podría haber sido mejor. ¡Y eso que no es mala!, pero de sobras conocemos esa sensación de mal sabor de boca final que estropea lo que podría haber sido un hito en el género.



Crítica: The Survivalist

$
0
0
La película premiada como la mejor dirección novel en el Festival de Sitges de este año es una agobiante, reflexiva y opresiva visión futurista en la que asistimos al cambio que experimenta la vida de ese superviviente en su aislada choza perdida en un bosque de Irlanda del Norte cuando dos extrañas y una banda de saqueadores armados se presentan en ella.
Ese superviviente, el hombre solitario y rudo, huesudo y canijo, serio y primario, está interpretado de manera brutal y soberbia por Martin McCann, al que recordamos por haber pasado ya por Sitges con la magnífica ópera prima de Yann Demange,‘71, del año pasado, en la que sacaba partido y jugo a un personaje secundario y al que veremos en la serie Generation Z de Steve Barker. 

Este mundo del mañana no es vibrante y luminoso, al contrario, despoblado y post-apocalíptico, es un contínuo peligro en el que los pocos supervivientes rapiñan las escasas reservas que los otros puedan tener dejando las relaciones personales prácticamente a un lado por las desconfianzas y recelos constantes y donde toda esperanza se limita al simple sobrevivir un día más. Y es que no hay búsqueda desesperada de alimentos en centros comerciales, ni huídas a soleadas zonas recónditas a bordo de todoterrenos customizados, ni perretes amistosos que nos hagan compañía en este mundo del mañána. Todo es más agobiante y terrible, se han acabado los centros comerciales, los coches y hasta los perros. Quedan unos cuantos de nosotros tratando de cargarse a los que se nos cruzan para sobrevivir como se pueda, y es que cada situación en la que uno se encuentra con otro ser humano vivo, es un auténtico peligro, un cálculo de riesgo donde la posibilidad de que lo mejor sea cargárselo es bastante alta. 

El hecho de que la población mundial ha contaminado la tierra hasta el extremo de su extinción lo conocemos por un gráfico de apertura que compara el aumento de la producción de petróleo y una rápida disminución de la población en todo el mundo, con los pocos que sobreviven de las migajas que ofrecen la tierra, entre ellos el personaje de McCann. Durante los primeros 20 minutos, carentes de diálogo, asistimos a esa monótona vida y sus rutinas y descubrimos, o intuimos más bien, el traumático y duro pasado del superviviente. 

Es una cinta difícil en tono, estilo, contenido y estructura. Oscura, tensa, con un terrible panorama de fondo, sin respiro, música ni diálogos apenas no es, pues, para todos los públicos ni espíritus, y es mejor enfrentarse a su visionado de buen rollo y entusiasmo porque ya se encarga ella solita de fastidiárnoslos. 

El irlandés Stephen Fingleton, en su opera prima, (antes sólo había guionizado y dirigido cuatro cortometrajes entre los que destacan los aclamados SLR, de 2013 y Magpie del 2014), se pone así de parte de esos visionarios pesimistas que ya hemos visto en otras muchas cintas como escenario y que podemos intuir han servido de referencia para la cinta, desde Mad Max o Stalker a Waterworld, pero a lo bestia, haciendo que por ejemplo que The Road de John Hillcoat, con la que comparte pesimismo y planteamiento, parezca una peli primaveral y colorista. 

Y es que The Survivalist es una experiencia bastante angustiosa, no por original, sino por gráfica y deprimente que ya arranca con la imagen de un hombre arrastrando un cadáver desnudo para enterrarlo. Ese superviviente, McCann, lleva una monótona y solitaria vida desde hace unos años tras la misteriosa muerte de su hermano, cuando los recursos naturales comenzaron a agotarse y la sociedad estructurada se fue a pique, en la que la rutina diaria tiene la única finalidad de extenderse otro día. Tiene su pequeño y rácano huerto, fertilizado y abonado por los cadáveres que va acumulando, caza alimañas, recicla su orina, recoge bayas, agua y leña en lo que es casi una vuelta neo primitivista a la prehistoria, y no se separa de su escopeta en ningún momento, con la justificada paranoia de tener que usar una de las dos últimas balas que le quedan. 

SPOILER A este negro panorama llegan inesperadamente una mujer y su hija, (Olwen Fouere y Mia Goth), que descubren la granja perdida en el bosque en busca de alimento y refugio, poniéndolo todo del revés, amenazando la monotonía de la soledad del protagonista, aumentando la tensión y la angustia y haciendo que éste se plantée si merece la pena acogerlas o directamente es mejor cargárselas y seguir con su aislada supervivencia. 

Cuando ellas aparecen a uno le cabe la posibilidad de respiro, la esperanza de que la cosa se ponga menos densa y dramática, pero ocurre al contrario y la tensión y la paranoia no hacen sino crecer exponencialmente para hundirnos y deprimirnos aún más con las vivencias de estos supervivientes salvajes que tratan de confiar los unos en los otros en tan incómoda situación. 

Primero, la lujuria novedosa desatada por la falta de emociones recientes del hombre le lleva a aceptar el comercio de éstas por comida y decidir mantenerlas cerca, hasta que un grupo de asaltadores amenaza la existencia de los tres y le hiere. Es entonces cuando la mujer adulta le cura con sus prácticas de aborigen y él se plantea realmente confiar en ellas FIN SPOILER

The Survivalist es una película inteligentemente concebida donde el diálogo es prácticamente nulo (como la inexistente música), y los personajes hablan casi dictando sentencia, lo que refuerza el carácter realista de la cinta y la angustiosa experiencia del espectador que pronto descubre, a través de varios dilemas morales que ellos no viven en realidad, sino que sobreviven y subsisten, planteándonos constantemente la cuestión de cómo reaccionaríamos en su lugar, teniéndonos que enfrentar a esas difíciles y duras situaciones y tomas de decisiones. 

Tiene momentos francamente desagradables, a mí en especial me remató la escena sexual entre el protagonista, de desnudo difícil, con la enigmática, misteriosa y adolescente hija (de aspecto demasiado cercano a la infancia) de la acoplada, que sin ser gratuíta y estando justificada en ese contexto animal y primitivo donde se trueca alimento y cobijo por sexo, redunda en esa falta de humanidad, esperanza, sentimiento y futuro del guión que nos remarca que la soledad, y la amenaza continua, nos convierte en seres necesariamente egoístas. 

La cinta es también un revulsivo absoluto desprovisto de atavíos artificiales, que sirve de contrapunto y antídoto cinéfilo para vistosas, distópicas e improbables películas como Los juegos del hambre o Divergente, lujosas en efectos visuales y de guiones un poco remónguers, pues en ella no cabe esperanza ni heroismo y todo se reduce a la subsistencia básica y primaria, al hombre más animal que humano. Es de recalcar y destacar el estilo salvaje y directo, sin adorno ni excusa, visceral y angustioso, de la peli, donde esa falta de música y palabra duele primero para que el gesto y las brillantes interpretaciones acaben de rematar. 

Así mismo es destacable la calidad objetiva frente al bajo presupuesto de la cinta, lo que evidencia la excepcionalmente inteligencia en la producción, ya que al narrar ese futuro a escala reducida, no se echa en falta ni un euro para la construcción de esa choza en mitad del bosque y su credibilidad. Como la práctica totalidad de la película, a excepción de unos cuantos insertos, se desarrolla en ese mismo lugar y a la vista de los malos augurios que supone la coexistencia con asaltantes despiadados y violentos, es la imaginación del espectador la que rellenar los espacios en blanco y las afueras de ese bosque hasta el final. 

Fingleton no endulza ni suaviza en ni un solo plano ese brutal y terrible futuro futurible, nublado, violento y oscuro, sino que se centra en detalles escabrosos que refuerzan la sensación claustrofóbica de la soledad peligrosa en medio del desértico paisaje sucio y embarrado que la fotografía, estupenda, de Damien Elliott se encarga de reflejar. Ambos son a la vez extremadamente gráficos en algunos bosquejos de la cruda realidad (como el del terrible aborto y el de la pierna en la trampa para osos), que nos descubren la tendencia a representar directa y visualmente la violencia, lo que no agradará a muchos, pero a mí me ha encantado. 

Uno de los sentimientos humanos reconocibles que presenciamos es a su vez bastante deprimente, pues sabemos que nuestro protagonista vive solo desde que murió su hermano y en esa soledad ha establecido su autosuficencia hasta que tras acabar con la vida de un saqueador, descubre la foto de una hermosa mujer que despierta su deseo y su recuerdo del pasado, reprimido hasta entonces. 

En definitiva, estamos ante una visualmente desgarradora, desesperanzadora e impactante película dramática futurista, magistralmemente dirigida e interpretada, en el polo opuesto de esas recurrentes cintas distópicas y postapocalípticas que acostumbramos, un aviso de lo que se nos avecina a las marchas que llevamos y que nos lleva a plantearnos infinitas cuestiones morales como el sentido de la familia, aunque, como es evidente tiene sus fallos. Sobre todo, el abuso de falsos finales que no hacen sino monótona y algo estirada la trama. 

Desgraciadamente las perspectivas comerciales de la peli, a pesar de su excelente agarre en la tensión y el drama son poco alentadoras y tras su rutilante estreno en los festivales de Tribeca, Londres y Sitges será bastante difícil de encuadrar en una cartelera cateta y boba como la nuestra, por lo que habrá que esperar a que distribuidores independientes la lancen al mercado doméstico y plataformas de demanda casera. Y es que el panorama que refleja, aparte de ser agobiante y extenuador es bastante realista en los momentos que nos encontramos, y con su retrato del fin de la civilación, de cómo el extremo consumo generalizado del petróleo y demás recursos naturales que pinta bastante chungo a la vista de la escasez de reservas, y el crecimiento desproporcionado de la población, parejo con la pobreza de la misma, ni es fácil ni agradable de ver. El excesivo grafismo que retrata ese hedor de familiaridad en el derrumbamiento de la sociedad y que hace extrañamente creíble a la película, no es agradable de ver en ningún momento. Aún así sería gratificante poder ir a ver cintas de como ésta al cine, plagado como está de bodrios y truñacos. Pero ésto ya no sería España...


Crítica: Víctor Frankenstein

$
0
0
La novela de Mary Shelley ha sido tantísimas veces adaptada a la gran (y peque) pantalla que a uno le da como pereza asistir a un nuevo revisionado en un festival de cine efervescente y lleno de posibilidades. Pero pasado ese primer trago que supone buscarle sitio para acabar viéndola, y envista de su breve hora y media de metraje, si uno se relaja y no se deja llevar por el descenso rítmico de su segunda parte, la experiencia no puede ser más gratificante. Y es que a veces, cuando uno no espera nada en absoluto, se encuentra margaritas en lugar de cardos, y Frankenstein versión 2015 es una margarita por completo.

Me quiere: 

Bernard Rose, director de uno de los mitos que me pone palote, Candyman, la primera, con esa Virginia Madsen que sigue siendo devoción absoluta, parece tener un don a la hora de retratar la condición humana en sus variantes más atormentadas y llevar al espectador por lugares comunes iconográficamente hablando que pasan a la categoría de casi mitos instantantáneamente (los ejemplos más claros en su filmografía son, con ésta, ese maravilloso Candyman, Amor Inmortal o Anna Karenina). 

Tras Candyman, el dominio de la mente (adaptación de relato de Clive Barker) del 92, y la cutrez máxima de Snuff, en 2005, esta Frankenstein es su tercera incursión en el mundo del terror.. En la metrópolis de Los Ángeles en la actualidad, el doctor Victor Frankenstein y su esposa y asistente son un par de científicos genetistas que tratan de crear al perfecto ser proto-humano. El resultado es Adam Frankestein, un prototipo de humanoide que servirá para prolongar la vida humana y curar enfermedades varias. 

Pero la cosa se va de madre, porque el ser no es muy humano lo que se dice, violento y retorcido, híper sangriento y salvaje. Cuando enferma y empieza a deteriorarse, los científicos deciden terminar el experimento con una inyección letal que no funciona y su creación se escapa para crecer aislado en el bosque antes de enfrentarse a la humanidad, a la inocencia y la crueldad del ser humano. 

No me quiere: 

El clasicazo de terror gótico-romántico de la Shelley (cómo me mola a mí esa reinvención de Gonzalo Suárez que es Remando al viento) se ha adaptado de mil maneras, a cada director su estilo, desde la magnífica versión de James Whale (que también tiene su reinvención magnífica en Dioses y monstruos, de Bill Condon, uno de mis dieces) con Boris Karloff, hasta la decente versión pseudo retro futurista de Kenneth Brannagh, Frankenstein de Mary Shelley con Robert de Niro, pasando por ese referente de la comedia de terror que es El jovencito Frankenstein de Mel Brooks o por ese truño de Yo, Frankenstein, del año pasado, o el truño entretenido holandés de Frankenstein’s Army de Richard Raaphorst. 

Pero no hay que olvidar que el icono es del tamaño de Drácula, y que ha protagonizado dibujos, franquicia en la Hammer, pelis del Gordo y el Flaco, series infantiles (aún tengo palotismo cuando recuerdo La tía de Frankenstein, con la sirena en la bañera, los fantasmas y mónstruos y el castillaco), sagas de personajes tan diferentes como Terence Fisher y Jess Franco, gores, pseudopornos warholianos, giallos, comedias y terrores... 

En este caso, el director se lleva el folclore gótico a su terreno con una versión del mónstruo violento y malvado en un rollo semi real del presente alejado de la leyenda del diecinueve. Vamos, que lejos del terror gótico que a servidor le flipa, la versión Rose tiene como una carga emocional y profunda, con brotes cómicos extrañamente ensamblados, a la que a ratos es un poco difícil de pillarle el punto, cuando se centra demasiado en la vertiente metafórica y sesudita de que el hombre es más perjudicial que el bicho, aquello de homo homini lupus.. 

En otras pelis el mónstruo era al final la víctima, y provocaba toda la pena y fascinación de la peli (no olvidemos el momento de la niña en la orilla, y la fascinación que le provocó a Ana Torrent en El espíritu de la colmena, otra metapelícula que relataba la visión infantil de la película "El Doctor Frankenstein" en la España de postguerra. Aquí, es una bestia parda sanguinaria. 

Me quiere: 

El puntazo gore y violento, aún menor de lo que se nos prometía y que a los perturbados morbosos como yo nos acaba sabiendo a poco, tiene una dosis estupenda de sangre derramada, vísceras y mutilaciones, aunque, lo que es casi una aberración, en este caso se abandona el origen del cuerpo de la criatura en cadáveres recientes (mmmm) para irse al rollo clonación y evolución genética. El planteamiento inicial es maravilloso y las interpretaciones, de diez, todas y cada una de ellas. Empezando por el matrimonio de científicos, Danny Huston y Carrie Anne Moss (preciosa!!!), secundarios de lujo, hasta Tony Todd como el vagabundo ciego del que se hace amigo, fantástico y el australiano Xavier Samuel, la criatura, lo mejor y más destacable de esta peli. 

En el plano técnico todo es alabable, con unos efectos especiales gore y de maquillaje magníficos. La límpida y terrible fotografía de Candace Higgins y la banda sonora extrañísima de Halli Cauthery no hacen sino engrandecer la versión, muy bien dirigida. 

No me quiere: 

Lamentablemente, la película, acaba pareciendo más un drama sobre quiénes son los verdaderos "monstruos" de nuestro mundo que la cinta de terror salvaje que prometía ser. 

Una cosa hasta irritante puede ser la presencia de esa voz en off que da voz (valgan redundancias) a los sentimientos internos y pensamientos de la criatura. 

Pero realmente en la historia de Mary Shelley la cosa es así, y el mónstruo podría expresar sus elaborados pensamientos, a pesar de que apenas puede hablar. 

Aunque a veces parece torpe en su ejecución, es una película lo suficientemente impredecible e interesante como para convertirse en una valiosa obra a sumar al amplísimo catálogo de adaptaciones de Frankenstein. 

Así que este no me quiere ya es otro medio me quiere...

Me quiere: 

La ceguera de Todd presupone que no juzga a la criatura, que le parece un niño asustado por el mundo en general que sólo quiere ser amado. 

Pero tras el viaje agotador y emocional de Frankenstein que lo lleva de vuelta al centro de investigación una vez conocido lo que significa ser humano y la crueldad innata del hombre evidencian la conclusión de esta triste reflexión sobre los males de jugar a ser Dios, que aún en el siglo XXI está condenada a terminar fatalmente. Y esa reflexión, aunque un poco petarde, ME ENCANTA. 

La primera parte de la peli es su punto fuerte, todo en esa narración nos atrae y cautiva. El clímax de la película es teatral y convence, pese a que hay un descenso de ritmo justo antes, que se perdona sobradamente... 

Traer el mito al presente, el icono a la carne y verlo todo desde la perspectiva de la criatura es un acierto digno de elogio, así que sí, gana el Me quiere!!!! 

Me quiere, me quiere.


Crítica: Niebla

$
0
0
“Sea Fog” – “Haemoo” para los puristas- fue uno de esos fracasos comerciales a los que nos tiene acostumbrados el público en Korea del Sur. Al principio… bueno, cuando su industria cinematográfica comenzó a ser conocida, empezó a forjarse una leyenda negra que hablaba de que cada año la que estaba predestinada a ser a priori la superproducción del año por presupuesto iba irremediablemente a fracasar, pero los años han convertido lo que era una leyenda en una realidad, un gigantesco monstruo que iba devorando películas sin razón aparente, solo a merced de los caprichos del público.

Vale, estoy haciendo un discurso un poco superficial y de cara a la galería porque muchas veces sí que sabemos por qué una película no logra alcanzar el éxito, pero en muchas ocasiones –más de las esperadas- una película en Korea fracasa cuando tenía todo a favor.

Por ejemplo, esta “Sea fog” no solo tenía un protagonista tan carismático como Kim Yun-Seok, capaz de vender una película por sí solo –no en vano ha sido el protagonista de taquillazos como “El gran golpe”, “The chaser”, “The war of flowers” o “Jeon Woochi: El mago taoísta” o aplaudidos por la crítica como “The Yellow sea”- sino también todo un productor como nada más y nada menos que Bong Jun-Ho (“The host”, “Mother”, “Snowpiercer”, etc.) con todo lo que significa de prestigio y hasta motor económico.

De hecho, el propio Jun-Ho, meses después de su estreno en una conferencia que dio en Abril del 2015 en el “Jacob Burns Film Center” de Nueva York, dijo que su siguiente proyecto “Okja”, a pesar de contar con dos estrellas internacionales de la talla de Jake Gyllenhaal y Tilda Swinton, no quería meterse con una gran producción recordando lo que sufrió con esta “Sea Fog”, por lo tanto no podemos considerar que este film fuese un fracaso “más”.

Y es que con un presupuesto de más de 6 millones de dólares USA, el film no llegó a vender ni un millón y medio de entradas. Cierto es que se recuperaría lo invertido, pero para lo que es habitual en aquel país, se podría considerar hasta un desastre.

Pero dejémonos de cifras y premisas, y vayamos con el análisis para ver si podemos entender la razón de tal descalabro.

Habíamos dicho que teníamos una estrella con la que servir de gancho y un respaldo de garantías como el “apellido” Jun-Ho. Es cierto que su director, Sim Seong-Bo, era novel pero tampoco era un mindundi ya que, entre otras, fue el guionista de “Memories of murder (Crónica de un asesino en serie)” con la que se diera a conocer Jun-Ho como realizador tras la nada desdeñable “Barking Dogs Never Bite”. Pero si esto no fuese bastante, la película estaba basada, además de en un hecho real, en una popular obra de teatro en el país. La cuestión es si esto también fue su tumba dada la mencionada popularidad de la misma, es decir, para qué quería ver el público una película que ya sabía por dónde iba a desarrollarse. Podría, pero no; las claves de su fracaso fueron otras.

La primera de ellas, y que sirva ya como análisis del film, es que estamos ante una obra que no sitúa en buen lugar a los propios surkoreanos. Y eso, para el que no lo sepa, es “veneno” para la taquilla.

Los surkoreanos son un pueblo amable y simpático, pero también muy auto-proteccionista. Chovinista menos, pero una nación que ha estado durante siglos sometida al designio y ataque de otros países ha terminado por construirse una coraza de defensa que es difícil de superar. Así, cualquier cosa que los ataque, sea por parte propia o incluso como en este caso en forma de película, la rechazan automáticamente.

Aquí los personajes tienen sus razones para hacer lo que hacen, y es cierto que sus responsables dejan la puerta abierta a la excepción –hablo en clave para no reventar mucho la trama, aunque luego vendrán quiénes sin pudor la destripen, sobre todo cuando la estrenen en nuestro país y les den por diseccionarla con tráilers y demás-, pero en líneas generales, la avaricia y la obsesión es lo que mueve a sus personajes presentándolos como seres mezquinos.

Y esto nos lleva directamente a la segunda clave: habíamos dicho que su protagonista Kim Yun-Seok era una de las estrellas más consolidadas del país, quizás uno de los pocos actores veteranos capaz de disputarle un papel a Song Kang-Ho con el que comparte un aspecto y estilo de interpretación. Pues bien, acostumbrados sus paisanos a verlo en papeles de héroe, que aquí interprete un personaje tan negativo… no gustó nada.

Ahora bien, aquí no estamos para sacarles las castañas del fuego a los productores y ver cómo hacer para que sus siguientes películas triunfen de cara a la taquilla, así es que dejemos de buscar razones al fracaso y sigamos con el análisis del film ajenos a resultados económicos.

El arranque de la película no es precisamente el mejor. No digo que no sea bueno, solo que los más exigentes verán claramente las trampas planteadas por sus responsables. Por ejemplo, para presentarnos a los personajes no dudan en acudir al humor cuando el film es radicalmente opuesto a una comedia. Está claro que es una opción que puedes elegir, pero para mí, es la opción más fácil. Luego, superado ese pasaje de presentación, se nos somete a unos 30 minutos en los que contrariamente, como decía, el drama es el protagonista, ostentado con esa parsimonia contemplativa tan propia de Asia y de las obras de autor en los que las situaciones llegan mascadas al espectador como si su cerebro se resistiese a asimilarlas. Con ello no digo que aburra, ni siquiera otra vez que sea algo malo, pero es mejor avisar.

Eso sí, superado ese trance, comenzará tal festival de sensaciones, que uno no podrá hacer otra cosa que no dejar de aplaudir.

El film no se puede decir que no sea actual. Justo cuando escribo esto en las televisiones de todo el mundo salen los miles de refugiados que huyen de la guerra de Siria a un destino mejor. Aquí son otros tiempos y otros lugares, pero el sentimiento es el mismo. Ahora bien, ¿qué es lo que pasa cuando la fatalidad se ceba en la desgracia? Pues pasa “Sea fog/Haemoo”.

Otra vez sin querer destripar nada, el film de Sim Seong-Bo se convierte en una pesadilla, casi… no, se convierte en un film de terror en toda regla. Sufrimiento, locura, otra vez obsesión, un cocktail angustioso y claustrofóbico en el que ese “¿Tú qué harías?” se convierte en la excusa perfecta para situarte en ya no testigo sino en un protagonista más.

Lo que ofrece Sim Seong-Bo es desgarrador, tanto que muchos para protegerse recurrirán a esa sonrisa amarga de la frustración y la impotencia, esa barrera que impide que la lágrima salga y el sufrimiento se contagie.

Y ya no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta. No nos extraña que la obra original fuese una obra de teatro ya que esa niebla que lo envuelve todo es tan… teatral. La fotografía, por su parte, del que quizás pueda ser el mejor Director de Fotografía del país como es Hong Kyeong-Pyo, habitual de Bong Jun-Ho y con títulos en su haber tan populares y reconocidos como “Snowpiercer”, “El bueno, el malo, el raro”, “Il mare”, “Lazos de guerra”, “The foul King”, “M” o “Mother”, no llega al nivel de excelencia de estas dos últimas –recordar que “Mother” por ejemplo hasta tuvo una versión en blanco y negro de lo buena que era su imagen-, pero no dejará indiferente a nadie.

Y qué decir de la Banda Sonora de Jung Jae-Il… En muchos momentos no hay música ya que sus responsables quieren enfatizar lo descarnado de las situaciones, pero cuando las notas del maestro surkoreano comienzan a dejarse oír… la carne de gallina.

Por último, mención aparte merece el desenlace: el epílogo es un tanto gratuito ya que son los minutos anteriores los que responden al sentimiento del film -casi filosofía de la nación-, pero por suerte no desentona demasiado con lo que se quiere transmitir.

Resumiendo, “Sea fog” es un disparo a la cabeza, un film brutal que aúna mensaje con entretenimiento, film de autor con film comercial. No nos extraña que vaya a ser estrenado en salas comerciales de nuestro país dado lo candente que está el tema de los refugiados sirios. Los paralelismos son patentes. El drama también.


Crítica: Haruto´s Paranormal Laboratory

$
0
0
Yo soy friki. Friki, friki, friki... Pero a pesar de serlo hay cosas que a uno se le atascan, y éste es el caso, sin ir más lejos, de Haruko chôjô genshô kenkyûjo, de El laboratorio Paranormal de Haruko, vamos. La tal Haruko, una mocita japo del montón (por los c...), tiene una extraña parafilia, está enamorada de su tele. Pero no en plan “jo, estoy enganchado a la tele”, no, en plan “jo, tía, es que le amo”. Como si de un episodio de esa serie que sin pretenderlo es comedia pura, bizarra y surrealista que es “Mi extraña afición”, se tratara, vemos cómo el subconsciente de la chavala colgada de su aparato viejuno catódico le hace transformarse en mozo otaku y cómo hasta se pone celosa pensando en que su telenovio pudiera enamorarse de otro. No es coña, no les tomo el pelo.
 
Este es el argumento, sin más, de una comedia-locurón que es imposible dejar de ver una vez que se ha empezado. Y es que procedentes del país nipón uno ha visto fricadas que han empezado siendo un truño (Kamikaze girl sin ir más lejos, que a servidor le fascina) y acaban convirtiéndose en referentes absolutos del acervo de uno. 

Pero a pesar de tener momentos espectacularmente llenos de energía y absurdo, la cosa no acaba de cuajar. Y eso que tanto en Sitges como en el resto de festivales (como los de Rotterdam y Hong Kong) por los que pasa, pese a no encasillarse en absoluto en el género o géneros de éstos, arrasa.

Para los que ya conocen a la directora y guionista, Lisa Takeba, de su peli del año pasado Samayou koyubi, (El meñique, o algo por el estilo) la cosa no será tan sorprendente, pues aquella ya tenía gran parte del sentido del humor absurdo y surrealista de la que ahora vuelve a hacer gala. Sólo que en lugar de retratar el amor por el electrrodoméstico en El meñique contaba la historia cómico-sentimental de una zumbada colgada de un vecino que la aborrece, y que también estrenó en el festival de Rotterdam, arrasando igualmente. 

Es delicioso asistir a la excéntrica historia de Haruko, que se ha pasado la vida rechazada y acosada por rara y que libera tensiones y frustraciones gritándole a ese viejo aparato que acabará siendo su novio ideal, aunque conserva la forma del televisor en la cabeza. La cosa es que dicho artilugio lleva un contador de broncas que llegado a 10000 desata una maldición que en lugar de hacer aparecer niños azulones o mujeres blancuzas de peluca de metro y medio, se transforma en un humanoide veinteañero, guapetón, superdotado (habla idiomas y es un poco wikipédico, pero sí, piensen mal, porque tiene también un, digamos... pene extraordinariamente... desarrollado...) y raruzo con la misma capacidad gritona que la chavala, que se enamora perdidamente de él. En un principio todo marcha a las mil maravillas y telenovio es el mozo que todas/os hemos querido tener cerquita, pero enseguida empieza a sobresalir y destacar hasta el punto de convertirse en una celebridad de la interpretación japonesa, y nuestra prota empieza a sentirse celosa y desplazada. 

A la vista de este argumento uno se puede imaginar lo que la cinta es, promete y cumple: una peculiar comedia paródica y surrealista con un guión romántico y chisposo que a ratos flojea y nos cuela demasiados gags, pero que lejos de aburrir, sorprende y nos deja ojipláticos y se recuerda con una sonrisa. Sin más pretensiones ni menor rendimiento, extraña, irreverente pero tremendamente divertida en la que también tienen participación los padres de Haruko, el excéntrico padre, y la fallecida madre. 

Uno termina de verla aturdido, mareado, pero flotando en una estupenda sensación rosa y amarilla. (Qué sinestésico todo). 

La factura, para el cortísimo presupuesto de la peli, es más que admirable, y el hecho de regodearse en esa escasez de pasta (con un maquillaje de partirse la caja, sin efectos, con una tele que parece de cartón y momentos mal rodados y peor montados) contribuyen a la divertidísima sonrisa perenne que a uno le queda, aún con el rostro perplejo y la mandíbula medio desencajada. 

Lo mejor: Su imaginativa y retorcida premisa. La dirección artística, muy muy pink. La extraña fotografía, de un tal Shu Momose, deficiente y muy años ochenta, pero que acaba molando horrores.

Lo peor: Es por momentos excesivamente peculiar y las interpretaciones son raras, raras, lo que nos deja bastante aturdidos en algunos momentos. 

¿Qué hace una peli como esta en un festival como éste?...


Crítica: III

$
0
0
Hoy os pediré que no os fiéis del subconsciente, está ahí para declararnos la guerra, y en su anarquía y astucia, el subconsciente es el mejor líder de la secta que se monta cada día en nuestras cabezas, y nuestro peor aliado a la hora de mostrar nuestro verdadero yo. El yo es aquello que existe en cada uno de nosotros y que cohabita con nuestros miedos, porque estamos hechos de miedo puro y cobardía, y no nos gustan los cambios, por eso cuando el subconsciente se alía con el yo, el resultado es temible.

"III", es el subconsciente de Pavel Khvaleev, un director que ha visto muchas veces "La Celda" (2000), y que ha querido arreglar todos sus asuntos pendientes escogiendo el atajo del subconsciente, en este caso combinado con la enfermedad y la necesidad de adentrarse en los más profundo de nosotros mismos para conseguir respuestas vitales. Pero en este bonito envoltorio, en esta atractiva idea, Khvaleev se olvidó de una de las cosas mas importantes del cine, que es dotar de vida a su película, porque "III" puede llegar a convertirse en poco menos que una tortura, bajo una preciosista puesta en escena.

Os pongo en antecedentes, "III" nos traslada a un pueblecito rudo, donde hay una especie de epidemia que hace enfermar a todos sus habitantes hasta morir. Nuestras protagonistas, las hermanas Ayia y Mirra, se verán inmersas en una espiral de enfermedad, contagios, cuarentenas y necesidad de ayuda, que les hará tomar la decisión de acudir a la única persona que parece que las puede ayudar, el cura del pueblo, para que intente sanar a una de ella, Mirra, ya en avanzado estado de enfermedad, para que sobreviva.

Hasta aquí podríamos decir que el argumento va en una línea más o menos lógica, y digo más o menos, porque no sé si si el cura del pueblo es la mejor opción para estas cosas, igual el médico del pueblo hubiera sido la mejor elección, pero supersticiones aparte, este recorrido entra dentro de alguna lógica. Lo ilógico llega con la ayuda proporcionada. Nos adentramos pues, en el mundo del subconsciente, en lo inventado y en lo enterrado, y lo hacemos con una potencia visual apabullante, lo hacemos con un torbellino de imágenes oníricas, y contundentes, que utilizan la belleza del feísmo y que hacen de la fotografía su mejor cualidad para intentar explicar mil cosas, sin explicar ninguna.

En ese otro mundo, paralelo a la enfermedad física, encontramos el plano mental más rebuscado, el intento de hacer algo impactante y el proyecto de una historia curiosa, pero tan mal planteada que resulta inconexa, errática e incomprensible. Una historia donde el ser como un dios tiene el poder de la manipulación y el control, pero que pierde el mismo con el espectador, pues al esfuerzo de sobreponerse a una historia sin gancho que llega a resultar aburrida, se le suma esta segunda parte, que triplica ese sobreesfuerzo para intentar no perder el hilo de esta historia, que es génesis y resurrección y que con un buen guión hubiera funcionado muy bien, pero que queda en agua de borrajas sosa y sin gracia con el guión que tiene, eso sí, servida en un cuenco bonito hasta decir basta.

Todas las virtudes del film, todas las ovaciones, claramente son para la puesta en escena de "III", para la mencionada fotografía, hipnótica y magnética, y los escenarios pesadillescos, salidos de un "Silent Hill" europeo, que tiene el punch de producciones con más presupuesto y que guarda celosamente el espíritu rural ruso. El pecado de "III" es intentar crear una santísima trinidad a partir de los tres personajes principales y que el espectador no sea consciente de esto nunca.

La ayuda para sacar adelante "III" como un producto indie con pegada, no es bien brindada por el casting, que demuestra más miserias que bondades, y que se limita a ejecutar sin pena ni gloria un guión que, por difuso, no deja huella nunca, y que catapulta al olvido a una propuesta, que no dejando de ser curiosa, se hace pesada y confusa en exceso y que no invita a la reflexión ni al recuerdo. Café descafeinado aguado sin azúcar para merendar!!

"III" pasa a ser una película sólo recomendada para aquellos a los que les gusta mucho arañar debajo de la superficie, aún a sabiendas de que lo que encontrarán no termina de decir gran cosa. Lástima porque insisto en que el envoltorio es muy muy bonito. Una película que se suma al gran saco de la buena forma y el insulso fondo.


Crítica: Baskin

$
0
0
Es difícil escribir sobre ‘Baskin’, no porque no tenga una opinión formada de la cinta de Can Evrenol (Que la tengo) y tampoco porque no me gustara (Que me gustó) si no por que esta era una de las cintas mas esperadas del festival y tras su proyección levantó gran cantidad de opiniones tanto a favor como en contra. (Aunque siendo sincero parece que fueron mas las críticas negativas que las positivas por lo menos es lo que yo pude apreciar durante el tiempo que estuve en el festival tanto escuchando comentarios de la gente haciendo fila para entrar a ver otras películas como por distintas conversaciones que mantuve con varias personas).

‘Baskin’ es la adaptación al largometraje de un corto del mismo título que el propio Evrenol dirigió en el año 2013 y que fue presentado con gran éxito en diversos festivales convirtiéndose desde ese momento en poco menos que una obra de culto. Su transformación al largometraje no era más que cuestión de tiempo y tan solo dos años después es una realidad: La película de Evrenol participó en el pasado festival de cine fantástico de Sigtes en la sección oficial a concurso. 

Sin muchos rodeos podemos decir que esta película es un resumen perfecto de todo aquello que falla a la hora de alargar un cortometraje, de hacer que en este caso los poco mas de diez minutos que duraba la obra original se convierta en una película de hora y media: Tras la brillante idea original, tras el impacto que causó el corto en el que se basa el director y los guionistas, estos no tienen o no saben que contar, no se muestran acertados a la hora de crear toda una historia alrededor del encuentro de los policías con una extraña y salvaje secta que esta llevando a cabo uno de sus rituales, haciendo que todo aquello que el espectador espera de esta película tarde y mucho en llegar (Como ocurre mas veces de las que nos gustaría, alrededor de una anécdota, de una idea se construye o se intenta construir una historia en algunos casos sin mucho acierto). 

Y si, lo que queremos ver llega pero si algo tiene ‘Baskin’ es que no es una cinta para espectadores impacientes, Evrenol en su faceta de guionista junto con Ogulcan Eren Akay, Cem Ozuduru y Ercin Sadikoglu profundiza en la historia de esos policías cuya noche acabará convirtiéndose en una autentica pesadilla. A pesar del ritmo y del humor negro con el que estos envuelven a ciertas partes de la historia, el espectador no deja de tener la sensación de estar ante una película que parece estar alargada hasta la saciedad para rellenar metraje y hacer que esta tenga una duración más o menos estándar. 

Aunque Evrenol juega a ser una especie de Tarantino a la hora de mezclar referencias de diversas películas, este no consigue que su cinta enganche a la mayor parte del público en parte por lo que le cuesta a esta mostrar todo aquello que queremos ver (Aquí vuelvo a exponer mi queja: No me gustan ni muchas de las sinopsis con las que el festival de cine de Sitges resume sus películas ni la manera en la que en algunos de los casos se presentan las películas, algo en lo que ni Melina Matthews ni Dafnis Balduz tienen la culpa ya que ellos simplemente leen un guión pero muchas veces) haciendo que la primera parte de la misma consiga que muchos espectadores desconecten de la propuesta del director turco dejando este ‘Baskin’ en una simple y exótica película que demuestra que no todas las buenas ideas plasmadas en un corto se pueden exportar a un largometraje de manera satisfactoria (O bueno igual el problema es que se ha querido aprovechar la fama del corto y la adaptación ha llegado demasiado pronto sin tiempo para trabajar el guión con la profundidad y la dedicación necesaria). 

Es inevitable acordarse de cintas como ‘Reservoir Dogs’ al ver el comienzo de la película donde los policías protagonistas al igual que el grupo de ladrones de la película de Tarantino se encuentran conversando alrededor de una mesa en un bar y aunque aquí no nos encontramos con la soberbia explicación de que significa el ‘Like a virgin’ de Madonna también tenemos nuestra dosis de conversaciones con contenido sexual que intentan arrancar una sonrisa al espectador. Pero no solo la opera prima de Tarantino nos viene a la cabeza, también lo hacen ‘Mulholland Drive de David Lynch (Ese momento en el que los dos policías se encuentran solos en el bar donde uno le cuenta al otro cierta pesadilla nos remite sin ningún tipo de dudas a la escena en el bar Winkies en la que un personaje explica al otro el terrible sueño que ha tenido, momento en el que Lynch juega de manera soberbia con aquello que se soñó y con lo que esta sucediendo en ese instante y donde el director americano cierra de manera notable esa escena algo que no se puede decir de la forma en la Evrenol culmina la conversación entre sus dos personajes porque aunque la atmósfera de ‘Baskin’ resulta perfecta la película en general resulta demasiado previsible) o incluso ‘Inception’ de Christopher Nolan (No solo nos volvemos a encontrar con la escena de una furgoneta cayendo a un río, si no que uno de los personajes en medio de la realidad o del sueño cae de una silla hacia atrás de la misma manera que lo hacia Leonardo DiCaprio en la película de Nolan). 

Puede que lo que personalmente me llamara mas la atención en sentido negativo de la primera parte de la película no fuera el exceso de batracios que no me aportó absolutamente nada o la forma en la que Evrenol comienza su cinta (De manera un tanto tramposa todo hay que decirlo) si no el hecho de que una película tan decepcionante como ‘Hell’s ground’ me viniera a la cabeza al ver ‘Baskin’. Evrenol sustituye a ese grupo de jóvenes que van de concierto por un grupo de policías en una extraña misión, otra vez estos se vuelven a perder y otra vez se topan con un extraño descubrimiento (Una extraña secta o un asesino en burka) y lo que es peor otra vez volvemos a ver una escena casi calcada donde los protagonistas van cantando (Por decirlo de alguna manera) una canción que escuchan en la radio de su furgoneta camino de su desdichado encuentro con el mal. 

Es la mas o menos última media hora donde ‘Baskin’ parece coger el vuelo, donde la entrada de los policías a una mansión abandonada nos deja momentos que parecen extraídos de ‘Los sin nombre’ (Jaume Balagueró vio esta película en la sesión del domingo por la tarde y sinceramente me gustaría y mucho saber su opinión) y Evrenol vuelve a jugar con las atmósferas y la banda sonora de manera notable. Pero es la presencia del actor que interpreta al líder de la secta con el que topan los incautos policías el que consigue marcar un antes y un después en esta película, él es ‘Baskin’ y sin él esta película no sería lo mismo (Personalmente y aun reconociendo que ‘The gift’ me pareció una de las mejores cintas del pasado festival de cine de Sitges creo que antes que Joel Edgerton , el actor que interpreta al jefe de la secta se merecía el premio al mejor actor). Es en este momento cuando ‘Baskin’ se pone festiva, mal rollera, perversa y sádica, donde esta ofrece al espectador todo lo que este esperaba de ella y donde Evrenol nos deja momentos ciertamente disfrutables mostrando lo que es la esencia de Sitges. 

Es una lastima que un final harto previsible y que un largo prologo que se puede hacer mas pesado que una vaca en brazos hagan que el espectador llegue a la parte final de esta película un tanto cansado y sobre todo decepcionado haciendo que este acabe con una extraña sensación de lo grande que podría haber sido esta película y no lo es, lo que sumando a la enorme decepción que parece suponer para muchos seguidores del corto original la forma en la que Evrenol plasma a las personas que forman parte de ese oscuro ritual, llegando a reconocer que en muchos momentos el en corto, al que se presupone mucho menos presupuesto que el largometraje, tenia una mejor caracterización y era mas aterrador que esta película, haga que mucha gente piense que para ‘solo’ disfrutar de la última parte de la película mejor ver la obra original y no perder hora y media de vida. Pero como siempre... pasen, vean y juzguen ustedes mismos… 

https://www.youtube.com/watch?v=C09DRVuiDns 

Lo mejor: El líder de la secta. La parte final de la película. La ambientación y fotografía. 

Lo peor: La película se pierde en innumerables diálogos y tarde mucho en llegar lo que queremos ver.


Crítica: Victoria

$
0
0
El mundo de la crítica está lleno de maricas malas, no me cabe la menor duda. No entiendo qué cojones se le puede pesir más a una de las sorpresas (por no decir LA sorpresa) cinematográficas del año, un truco planificado de manera brillante que nos deja con la boca abiertas narrando una historia en un único plano secuencia de agárrense los machos, dos horas y pico. Narrativamente, sorprendente, Victoria es todo un logro del cine de la nueva era, donde no caben los errores y los aciertos son propios del calibre de la mejor de las maquinarias con un lenguaje a todas luces innovador.
 
La vi a unas horas indecentes, tras un empacho peliculero de uno de esos días en los que no quedan horas para ver y ver más cine y la verdad es que no tenía lo que se dice muchas espectativas, por lo que no descartaba una siestaca roncadora a la luz del proyector, pero lejos de eso apenas pude parpadear, esperando pillar-infructuosamente- en un renuncio a ese maestro del cine que ha resultado ser Schipper. 

La peli, que ya arrasó en el Festival de Berlín y no ha parado de acaparar premios desde su estreno, podría pasar por una muestra más de esa tendencia tan de este 2015 que es contar una historia en primera persona, en un plano secuencia o casi, como Birdman (pero sin trampa, ejem, y cien veces mejor hecho) o Son of Saul, pero va mucho más allá y nos ofrece un caleidos copio de emociones difícilmente repetible. 

Victoria es una española que vive en Berlín. La conocemos en la madrugada de una noche de farra en la que el alcohol corre al ritmo machacón de la música tecno, y los chupitos de vodka se multiplican en progresión geométrica cuando la cámara la busca y la encuentra para ya no soltarla, en un garito moderno de un barrio berlinés. A la salida, sola, se encuentra con una panda de cuatro chusmas germanos salidos de “Hermano Mayor:La reunión”y en lugar de escaquearse y salir pitando, no sabemos si por la soledad, porque está salida, porque es un poco tonta, o vete tú a saber, hace chupipandi Scooby con ellos y hasta se cuela por el más marginal, Sonne, que cumple años. Lo que ella necesita de veras es compañía que disimule su soledad por un rato, hasta el punto de que esa compañía y lo que hagan, es lo de menos. Así que empieza a relacionrse con los muchachos de una manera asombrosamente natural que nos atrapa de inmediato. La noche avanza y las “travesuras” del grupete son ya delitos punibles, pero nuestra Vicky sigue ahí, al pie del cañón hasta que tiene que pirarse a su curro en una cafetería, donde le toca el piano al germano, que lo flipa, y le explica su fracaso en el conservatorio de música... Y fin. 

Bueno, ni de coña, fin del buen rollo, porque en esas dos horas y pico en tiempo real, su vida da un giro radical. 

Ese es el arranque del argumento (escueto, de acuerdo, pero es que no todas las pelis tienen que contar la guerra de Secesión como Lo que el viento se llevó) que Olivia Neergaard-Holm junto a Sebastian Schipper(director también) han ideado para hacer lo que realmente querían:realizar un prodigio técnico, en el que la cámara, vibrante, no cede ni una milésima de segundo, sin cortes, y la tensión, la claustrofobia, absolutamente cortante y constante, te atrapa de manera inconsciente durante la narración en tiempo presente hasta que llega un momento en el que la sucesión surrealista de hechos intrigantes y hasta sin sentido que acontecen en pantalla nos han absorbido irremediablemente, haciéndonos partícipes de esa interminable toma que es el eterno y magnífico plano secuencia en que estructuran la cinta y que consigue el propósito de unificar tiempo y espacio, sentimiento y acción prescindiendo del montaje y el cambio de secuencias para no restar ni un segundo de realidad, de claustrofobia y angustia a la trama. 

Es un argumento simplón, una excusa, de acuerdo, pero lo que la cinta logra, el hecho de no poder quitar la vista de la pantalla ni en un reojo disimulado, con nuestros cerebros atrapados en plan experimento hipnótico, es francamente digno de todos los premios habidos y por haber. Con un ritmo igual de frenético que la también alemana “Corre Lola, corre”, una de mis pelis favoritas, la tensión de “La casa muda” y una protagonista que es puro carisma y cinegenia, todo aquel que critique (al menos en su forma) “Victoria” desde la meditación, una vez pausada y digerida, es un hipócrita gafapastil. 

Porque Victoria supera muy por encima su premisa argumental y nos regala esa experiencia que nos hace meditarla y debatirla una y diez veces después de verla. 

Y aunque a nadie le dejará indiferente, algunos de ustedes dirán: “Pues vaya novedad... Contar una mierda de historia en un plano secuencia como si de una vomitona resacosa se tratara...” 

Y hasta cierto punto llevan razón. Scipper no ha inventado la pólvora, y ya en “La soga” el maestro del terror nos hizo un falso plano único. 

Además, una cinta no es sólo cómo se cuenta, sino lo que se cuenta, que generalmente es lo que de verdad importa, por lo que la innovación en estos estilos de narración, si no acompañan a una buena historia no pueden ser buenos. Pero el caso es que en Victoria todo, absolutamente todo acaba encajando, sórdido e inquietante, y si se le presta la debida atención, la forma envuelve a un fondo también resaltable (no tanto como ese tenaz desafío que es la técnica, es cierto, pero sin dejar de ser un thriller angustiante como los que nos gustan). 

Además tiene una virtud única y maravillosa: la vivencia, en esa primera persona, no tarda nada en traspasarse al espectador, que empieza a notar como suyas las emociones, las sensaciones de esa chica que se llama como el triunfo, pero a la que parece que no le va a ir bien del todo, cuando eso es lo único que nos acaba importando. Ese atrape emocional de la peli que se aferra a la identificación, a la empatía, lejos de la racionalidad lo hace desde la entraña, lo visceral, te agarra de los huevos, vamos, y no del cerebro, fruto de una sensación lisérgica más que meditada o centrado. Así, más que temiendo por Victoria, tememos por nosotros/ella, esa magistral catalana Laia Costa, porque en esas dos horas y cuarto somos uno más en ese grupo extraño y al límite, para acabar siendo la protagonista misma, sobre todo en el momento en que la trama se enturbia y se pone difícil. 

Porque las cosas, que en un principio parecen facilonas no lo son en absoluto para la prota. Baila, bebe, ríe, pero en el fondo está sola, hasta el punto de dejarse llevar en su apetito (no tanto sexual como social, sentimental) y arrastrar por lo peor de lo peor en un amor fou narrado en voz baja, tenue y bobalicón. 

Y aunque todo en la cinta huele a sexo, este no llega a darse por culpa de un altercadillo (no quiero hacer ni un solo spoiler)y entonces empieza a oler a miseria, a suciedad, a perversión y a maldad, y duele, porque a Victoria le duele, y a mí me duele...Y eso, amiguetes, no tiene precio. 

Pero resulta que el aire de inocencia infantil y blandengue de Victoria es sólo una de las capas de cebolla en las que se envuelve su verdadera personalidad. Y es por eso por lo que vamos desnudando capas y conociendo a la verdadera protagonista, que acaba mucho mejor dibujada de lo que parecía estar en un principio, cuando la hemos visto sometidas a vejaciones en un garaje, envuelta en un robo y un secuestro, mimetizada en ese bajo fondo humano y cívivo del peor de los Berlines. 

Tras la montaña rusa de infortunios que es la peli uno se da cuenta de que la trama, ese argumento que sabía a poco, está muchísimo más trabajado y ordenado de lo que parecía, y los personajes, aún no desarrollados por completo, vibran, lucen y brillan, sumergidos en la trepidante acción que todo lo acapara y acaba siendo una experiencia, un arriesgado tour de force. 

Y es que esa historia no está quieta, avanza y muta, sorprende y asfixia, dejándonos sin argumentos a rebatir. Y ese ambicioso reto técnico, sigue quedando de manifiesto, nos deja boquiabiertos, acongojados hasta el momento en que creemos que vendrán los créditos y no vienen. 

Cuando llegan, y la primera persona cuyo nombre aparece es el cámara, toda la sala, toda, aplaude al unísono. Eso tampoco tiene precio, no... 

Así que, bien, la cinta no es sólo un plano secuencia, si bien es cierto también, que sin él, sería algo ya contado antes. Pero precisamente esos 140 minutos en tiempo real, sin corte, sin segunda oportunidad, es un ejercicio de visionado OBLIGATORIO no ya para el fan de Sitges y sus géneros, sino de cualquier cinéfilo. 

La cinta saca todo el provecho posible al personaje de Victoria, a esa Laia Costa, vista en ‘Pulseras rojas’ y ‘Carlos, Rey Emperador” y que ha arrasado en los premios de la Academia del Cine alemán, que la ha premiado como prota. 

Yo dejaré pasar un buen tiempo para volver a verla, o para ver otra peli contada con este modo narrativo, pero desde luego, una vez vista “Victoria” sólo me salen alabanzas. 

La cinta tiene el mejor de los finales posibles. Es frenética y radical, moderna e hipnótica, pero sobre todo es puro cine. 

Victoria ha sido un espectro, un fantasma en esa noche berlinesa de delincuencia y desgracias. Nadie la conoce. Ella no conoce a nadie Y es que nadie conoce a nadie. 

Las influencias del cine de Gaspard Noé (esa Irreversible que es otra de mis diez pelis preferidas) y de Tom Tykwer son más que evidentes y se agradecen a la vez que duelen. Yo, la recomendaría a todo el mundo, y es más, como dudaba de su estreno y tenía una posibilidad, he movido el hilito para que ya puedan verla en calidad decente. Muchos dirán que es meramente efectista... Pues claro, pero coño, mejor imposible. Háganme caso y véanla.



Crítica: The Hive

$
0
0
La pérdida de memoria se ha convertido en un recurso muy familiar tanto para los guionistas como para los críticos, sean profesionales o aficionados como un servidor. De hecho, se podría jugar con el término y decir que de esta afección tampoco se libran estos últimos cuando se quiere referenciar una película con una premisa idéntica y se vincula automáticamente a “Memento”. Este es uno de esos casos. ¿Nadie se acuerda –nunca mejor dicho- ya de “Recuerda”? Pues puestos a buscar parecidos, casi me quedaría con la de Hitchcock…

Aunque a decir verdad, “The hive” no es ni de “papá” ni de “mamá”; aunque parta de una pérdida de memoria sí que se puede decir que es una obra original. De hecho, el secreto de su… sí, podríamos decir ‘éxito’ está en que su primera hora desconcierta al traernos un conjunto que hace del misterio y de los cambios de registro, su línea directriz.

Porque para empezar parece un film de terror formal. Solo hay que ver el maquillaje del protagonista y alguna que otra imagen cruenta que te hará exclamar cualquiera de las versiones que hayas ad@ptado del significativo WFT!. Pero el asombro no terminará ahí ya que rápidamente pasaremos a “otra” película. Sí, otra.

Tras esos cinco/diez minutos iniciales “The hive” se convertirá en una comedia romántica al uso. ‘Al uso’, pero no tópica. Las situaciones son las comunes –el típico ligón, un campamento, tretas para llevarse a la chica “al huerto”, etc.- pero los diálogos y resoluciones de algunas situaciones son tan ingeniosas como, si se me permite la cursilada, encantadoras. La pareja protagonista tiene química, y ahí es en donde en parte se me cae la referencia de “Memento”; veo más –salvando las distancias- a Gregory Peck e Ingrid Bergman que al thriller obsesivo de Nolan.

Pero tranquilos, que la película no tardará en volver a girar hacia el género cuando, y siempre bajo la tiranía de los flashbacks, se nos cuente el detonante que llevó a nuestro protagonista a su actual estado. En ese momento primero pensaremos que estamos ante un nuevo exponente de la marea “zombie” que desde hace casi un lustro intenta ahogarnos, pero no tardaremos en darnos cuenta que las influencias son otras. Porque sí, porque a lo dicho de las resonancias de utilizar la amnesia como punto de partida tenemos que sumar una peculiar “plaga” de endemoniados de claro regusto “Evil Dead”. ¿Sorpresa? Depende.

Está claro que el planteamiento ideado en su día por Raimi, sin ser del todo original, resulta propicio para un tiempo como el que nos toca vivir en el que la otra plaga, la de zombies, es lo que demanda el mercado, o al menos, a la que responden grandes productoras o simplemente productores independientes. Si sumamos el creciente interés de los últimos tres años a todo lo que huela a demonios y posesión, la fórmula, como decía creada por Raimi, da respuesta a estas dos inquietudes comerciales.

Sin embargo, su director David Yarovesky, como también guionista junto a un tal Will Honley, no se resignan en buscar un problema, una excusa que propicie la situación, sino que ahondan en él dando al menos la impresión de tener más ambición, esa de la que muchas veces se olvidan las producciones de “serie B”. Es cierto que analizado fríamente ese trasfondo pseudo-científico se reduce a un relleno, pero como vengo diciendo… ¿cuántas veces hemos visto en otras películas que ni se dignan a darnos una explicación? Además, bajo mi punto de vista tiene los suficientes detalles como para no caer en un análisis tan frívolo y distante. A veces hay que dejarse llevar.

Por ejemplo, recurrir a la ‘guerra fría’ y a la imaginaría soviética me parece una buena premisa. Alguno puede pensar que es una americanada más, señalar a los rusos como los ‘malos’ de la película como otras tantas veces, pero cuando uno vea la película –tampoco es plan de destriparla- se dará cuenta de que no. Encima, para los nostálgicos es un disfrute reencontrarse con Elya Bassin, un clásico de los ochenta arrinconado ahora al mundo de la televisión.

Y por si faltase algo, dado ese entorno tampoco nos extraña la elección soviética ya que los amigos del Mundo de Misterio de sobra conocerán procedimientos y experimentos que estos realizaron con fines militares. Eso sí, esta parte tampoco escapa a esos ecos de otras producciones ya que hace poco vimos en “El Instituto Atticus” un planteamiento parecido.

Pero lo mejor, dejando de lado ya decisiones creativas y puestas en escena, es la elección de los poseídos como “arma”: las connotaciones bíblicas, el “Somos legión”, pasará desapercibido a los adolescentes y jóvenes a los que en un principio parece ir dirigido el film, pero es otro de esos detalles que a las claras demuestran el grado de madurez de la producción.

Luego, su mensaje, ese que justifica la parte de “comedia romántica”, puede parecernos blandito y de cara a la galería, pero yo creo que cierra el círculo permitiendo que el conjunto resulte redondo. De la resolución final, por otro lado, no puedo hablar mucho ya que la destriparía, pero volvemos de nuevo a los “parecidos razonables”.

Para ir acabando decir que los efectos de maquillaje se encuentran a un nivel muy alto, destacando los ojos de los poseídos; la dirección artística bien equilibrada entre el punto teenager y lo macabro; y hasta el apartado musical tiene su justo protagonismo, no en vano la misma está producida por el célebre Steve Aoki. Que sí, que es un tipo centrado en el mundo del dance, pero no seré yo quien desprecie el talento de alguien por pertenecer a un mundo tan a su vez desprestigiado. Además, ¿quién no recuerda ese “Warp speed” con voz de J. J. Abrams?

Para terminar, ahora sí, otra chorrada. He sacado a relucir el nombre de Raimi en un par de ocasiones. Es curioso que uno de los protas del film sea Sean Gunn, hermanísimo del más conocido James Gunn. ¿Paralelismo con los hermanos Raimi? Ya había dicho que era una chorrada…

Resumiendo; no es casualidad que el nombre de Aoki adquiera importancia ya que el film bien podría venir tutelado bajo el sello MTV ya que es colorista, comercial y efectista, pero no por ello debemos desecharlo. Tiene una buena estructura detrás y los suficientes detalles como para causar una grata impresión; de hecho, para mí se ha convertido en una de las sorpresas del 2015. Mezcla de géneros y conceptos ya vistos que funcionan como una unidad homogénea gracias al inconformismo y un puntito de pasión.


Crítica: The Diabolical

$
0
0
En ningún lugar como en casa. Es esta una máxima que en mayor o menor medida, todos compartiremos en algún momento de nuestras vidas y es que el hogar, es como esa pequeña burbuja de oxígeno dentro de un mar infinito de mil y una preocupaciones que nos ahogan a diario y en la cual, nos sentimos resguardados de todas esas agresiones externas con las cuales lidiamos cuando la tenemos que abandonar para formar parte de la robótica y rutinaria cadena de montaje que nos exige la vida para seguir formando parte de ella. El cine de terror, se ha aprovechado desde tiempos inmemorables de esta verdad universal, jugando con nuestro retiro espiritual y con nuestro miedo a perderlo.

Es por ello, que siempre nos han perturbado tanto las historias de casas encantadas, porque el mal no viene de fuera, sino que lo tenemos dentro y tenemos que convivir con él mientras la burbuja se resquebraja hasta romperse. Solo hay una cosa más aterradora que vivir con miedo, compartir techo con él. Esta es la idea que una vez más, vuelve a explotar “The Diabolical”, ópera prima de Alistair Legrand, quien dirige y escribe este enésimo episodio de casas encantadas y espíritus cabreados que pese a todos los indicios (y no tengo muy claro si para bien o para mal), termina saliéndose un poco del manual para apostar por un concepto algo más novedoso y al mismo tiempo, porque no decirlo, arriesgado.

En “The Diabolical” no nos vamos a encontrar solo con el típico relato de casa encantada (que también). El director echa mano de cierta ambigüedad para adentrarse en otro terror tristemente habitual como es el de la violencia doméstica (denominada violencia machista) y los malos tratos. Y digo que lo hace con ambigüedad pues aunque se apunta en muchos pasajes del filme, en ningún momento se nos presenta ni como una certeza, ni como el leit motiv de la trama como si ocurriera en aquella recomendable “Acoso del Más Allá" ("100 Feet", Eric Red, 2008), que trataba el tema de manera cuasi pornográfica en las sufridas carnes de una estupenda Famke Janssen, si bien los paralelismos con la película de Eric Red son varios y palpables, tanto por esto que apunto, como por la elección de la protagonista, otra habitual del género como es Ali Larter, quien encarna un rol bastante parecido al de la holandesa, aunque ya digo, en una tesitura bastante menos perturbadora.

Y es que “The Diabolical” está lejos, muy lejos, del nivel de incomodidad que podía llegar a generar “100 Feet” en sus momentos álgidos. El hecho de tirar más de tópicos y del folclore del sub-género a la hora de construir las secuencias de terror, que de un terror mucho más cercano y real para el espectador como es el dela violencia de género, la pone muy por debajo en este aspecto de la cinta de Red. Aquí se aboga más por lo clásico, por las típicas apariciones fantasmales habituales de este tipo de propuestas que se apoyan más en lo que se ve, que en lo que se intuye. Aspecto este, por otro lado, al que no se le pueden poner excesivas pegas, pues a nivel visual, “The Diabolical” hace gala, casi siempre, de muy buenas maneras. El “casi” se lo ganan a pulso algunas cantadas a base de efectos digitales que ensucian el conjunto y que parecen sacadas de alguna película cutre de serie B de finales de los ochenta/principios de los noventa.

Madre soltera y viuda con dos hijos pequeños a su cargo y dificultades económicas que tiene que hacer frente además, a un espíritu que convive con ellos en la casa familiar y que, parece ser, se trata del ídem de su difunto esposo. El punto fuerte de “The Diabolical” es que a una premisa como ésta que no parece dar para muchas filigranas, consigue darle una interesante vuelta de tuerca para rotar el relato en determinado momento del viaje, hacia terrenos más propios de la ciencia ficción (me ahorraré referencias que las hay y muchas, para no dar excesivas pistas de por donde van los tiros) que del terror sobrenatural. Y lo mejor de todo es que, en un principio, parece funcionar.

Pero sabemos que las cosas no son como comienzan, sino como terminan y está claro que al debutante Alistair Legrand, se le ha terminado la gasolina antes de llegar a su destino y ha terminado atrapado en la tela de araña que el mismo había tejido con tanto mimo al no saber que hacer con todo el imaginario de cosecha propia manejado de la segunda mitad de metraje en adelante que, en manos más experimentadas, de seguro habría dado para más de una satisfacción a los que amamos la ciencia ficción ante todo lo demás. Es una lástima que el atractivo guión esbozado y las novedosas ideas puestas sobre la mesa, terminen quedándose en papel mojado a la hora de la verdad y se opte por aquello de correr un tupido velo y que cada uno se busque la vida en lugar de rematar la faena.

Los agujeros (o cráteres) del guión y las muchas preguntas sin respuestas que nos deja la historia tras su último aliento son demasiadas y de demasiado peso como para pasarlas por alto y hacer la vista gorda. Por lo que lejos de un desenlace satisfactorio, lo que nos queda es un galimatías de suposiciones que no llevan a ninguna parte y un puzzle incompleto con demasiadas piezas por armar que no encajan en ninguna parte, haciendo que el giro que el filme propone para su segunda mitad, se desmorone ante nuestros ojos no sin incredulidad. Dejando como único activo palpable de la película, aquella primera mitad de manual sobre casas encantadas que ya creíamos superada y, si debemos valorar “The Diabolical” solo por ello, por cuatro apariciones fantasmales, un rostro bonito con tirón y una historia sin excesivo gancho en las formas y extremadamente tibia en el fondo, el veredicto final no puede ser positivo.

Una lástima que una película con tanto potencial, en cualquiera de sus dos partes bien diferenciadas, se haya perdido por querer abarcar dos universos tan distintos en lugar de centrarse en uno de ellos y poner ahí, toda la carne en el asador.

Lo mejor: Algunos efectos especiales y su sorprendente giro argumental.

Lo peor: Insinúa, pero no consigue pinchar en carne en ninguna de sus dos vertientes, ni en la de terror ni en la de ciencia ficción.


Crítica: Parasyte parte 1 y 2

$
0
0
Yo soy friki, friki, friki, friki (2). Descubrí el manga Kiseijû (un súper ventas, con doce millones de ejemplares vendidos), de Hitoshi Iwaaki, por casualidad, en época de sequía de fricadas post Ebichu y me enganchó a lo bestia, como la mayoría de los comics para adultos nipones, que nacen de la retorcida y pervertida mente preprogramada y contenida de un tipo genial, con buen contenido inteligente, hilarante y mordaz y puntazos de partirse la caja. Por casualidad también me enteré de que existía un anime que lo adaptaba así que lo devoré en un pispás y me gustó tanto o más que el manga. Así que lógicamente cuando me enteré de que por fín se iba a adaptar a la gran pantalla y en imagen real, empecé a babear, y hasta que he visto las dos partes en que lo han decidido dividir la trama no he parado. En un principio los derechos del manga habían sido comprados por una empresa norteamericana, lo cual no hacía que aspirase a mucho, la verdad. Pero una vez caducados esos derechos, Parasyte se convirtió en 2 películas puramente japos y la estupenda serie de anime.

Lejos de decepcionarme tengo que reconocer que lo he disfrutado como un enano y que mientras la mayoría de la sala carraspeaba incómoda ante algunas ocurrencias yo tenía que contener mis carcajadas paleto barbudas.

La historia relata la llegada a la Tierra de unos extraterrestres cabrones, devoradores de carne humana y salidos como gorrinos que en plan Los ladrones de cuerpos se van introduciendo a través de nariz y oídos en el cerebro de los japos en su afán de controlar el mundo. Hasta que dan con Shin'ichi Izumi (Shôta Sometani), un joven otaku que escucha música con auriculares en su cama e intentan introducirse en su cerebro y la cosa sale mal, porque el mozo se hace un torniquete, quedándose atrapado el bichejo atrapado en el interior de su mano derecha(en el manga, la mano con la que se autoquería habitualmente, así que imaginen las situacioncillas), que desde entonces trata de ir a su bola. El parásito-Migi, o Righty-el nuevo compañero de nuestro prota va asumiendo una forma semihumana, primero se abre una boca en la palma de la mano, más tarde un ojo en el dedo índice, y así, mano parasitaria y joven parasitado tienen entonces que buscarse la vida juntos, en una incómoda alianza, y encontrar una solución al problema, mientras el país sigue siendo poseído por los endiablados seres y una oleada de asesinatos caníbales amenaza a la humanidad.

Dirigida por Takashi Yamazaki, director con buena trayectoria, autor de las fabulosas y más que recomendables Always:Sunset on the Third Street I (2005) y II (2007) y The Eternal Zero (2013), así como de la infantilona y bastante torpe Stand by Me, Doraemon, Parasyte se presentó a la Sección oficial de Sitges en dos entregas, con una acogida más bien fría, la verdad y precedida por la polémica que desató New Line Cinema con el tema de los derechos. Y es que aunque podamos establecer referentes en infinidad de clásicos como La cosa, The Faculty o Están vivos, son muchas las pelis deudoras del magistral manga que adapta la peli, el preferido del recientemente fallecido Wes Craven.

Los encargados del casting han elegido sabiamente a verdaderos buenos actores en los papeles principales, en lugar de los habituales ídolos nipones de la mayoría de producciones del país, destacando Sometani como el prota Shinichi, un actor frecuente en películas independientes que arrasó en festivales con su magistral interpretación en 2011 en el dramón "Himizu", de Sion Sono, y que aquí hace una interpretación absolutamente premiable.

"Parasyte" comienza con una magnífica secuencia que muestra una de las criaturas que dan título a la cinta-un parásito con forma de ciempiés-abriéndose camino en un cerebro humano a través de un canal auditivo. Esto no es sino una pequeña muestra de las estupendas dosis de gore de lujo, en un alarde lejano a la contención a derramar sangre y visceracas,y claro está, una de las cosas que servidor más ha disfrutado.

Además, al evitarse los localismos nipones que generalmente nos descolocan, es una peli disfrutable por cualquier espectador.

La evidente imposibilidad de condensar y resumir la inmensa riqueza casi barroca del manga hacen que la historia avance quizás demasiado rápido, pero en general la adaptación es sobresaliente, y hacen la historia lo suficientemente coherente como para enganchar a los desconocedores del cómic como a los fans, a pesar de que algunos puntos fundamentales de la trama tuvieron que ser editados y condensados demasiado, lo que traerá lógicamente y como siempre que se trata de una adaptación, a unos cuantos detractores que se quejen de las masacres del original.

Sólo cabe decir que el anime, que también es una adaptación, más fiel, eso sí, dura unas nueve horazas, así que en este caso es para darse con un canto en los dientes al ver cómo el espíritu original está más que a salvo en dos partes de duración soportable.

Cierto es que la mayoría de los personajes originales están sólo dibujados y muy poco desarrollados en comparación con el manga, que contiene un puñado de los personajes más carismáticos y bien resueltos que recuerdo: Shinichi, Migi el simbionte, Murano, Tamiya... Pero insisto, el resultado es sorprendente a todas luces y la relación entre el asustadizo héroe adolescente Shinichi y el descacharrante parásito inteligente (con voz de Sadao Abe) es mucho más que una buena premisa, y la cinta contiene abundante acción, drama, humor sin llegar nunca a ser un drama ni una comedia boba.

Mención aparte merecen los fabulosos efectos de CGI y sonoros, perfectamente economizados y propios de una súper producción millonaria, con fascinantes aderezos de música pop y raudales de efectos digitales bien integrados.

Recomendable por completo, no llega a la excelencia de la obra original, pero es simpática, irreverente y adictiva como pocas, así que si tienen la oportunidad, no se la pierdan.



Kiseijû: Part 2

Muchas de las adaptaciones que se hacen de un manga japonés a peli de acción real acaban siendo películas de dos partes, muchas intragables y algunas resultonas (Death Note). En este caso, la riquísima narrativa y variedad de situaciones del original pedía casi una trilogía aunque se resolvió igualmente en dos partes, y aunque esta segunda sigue manteniendo profundas reflexiones sociales y filosóficas trasladables a la realidad, acaba siendo un pelín menos convincente que la espectacular primera parte.

Takashi Yamazaki regresa con la historia de Shinichi y su compañero simbiótico Migi justo donde les dejamos, empezando la lucha contra los terribles organismos que se apoderaban de los humanos habitantes de Higashi Fukuyama como anfitriones.

Shinichi ha aprendido a exterminarlos con el uso de la mano, que se transforma en unas letales cuchillas ninjas y ha perdido la timidez y miedo de antaño, tras los tristes acontecimientos de la primera parte, y sacia su sed de venganza en un despliegue de gore y CGI aún mayores.

La película esta vez se divide en varias líneas argumentales, como el romance de Shinichi Satomi con una luchadora (aunque se prescinde de las encendidas escenas sexuales del original), la pérdida de su propia humanidad con los cambios, los avatares del equipo de asalto de la policía y la existencia de los parásitos caníbales ya organizados e infiltrados en todos los estratos sociales del país.

Se da así un giro drástico en la narración, que pierde su carácter lineal con una gran expansión de subtramas y personajes, lo que se agradece en parte-sobre todo con los villanos violentos, pero cada vez más humanos-pero se atrofia en un acelerado desenlace que acaba sabiendo a poco.

Y perdiendo su componente de terror prácticamente por completo, si bien es frenética y escandalosamente sangrienta, cargada de acción y buenas intenciones.

Basadas en el original cómic de 1988 de Hitoshi Iwaaki -y su reedición de 1995, las dos pelis, de 2014 y 2015 duran en total 226 minutos. Toman prestado el concepto de la novela clásica de 1955 de Jack Finney “Los ladrones de cuerpos” adaptada para el cine en varias ocasiones (1956, 1978, 1993, 2007).

Parasyte 2 es quizás un sacrificio apresurado de la historia, pero a su vez un colofón más que decente y una ambiciosa expansión, necesaria, pero que se queda corta por desgracia y deja a la deriva algunas de las emociones logradas en la primera parte, que ya de por sí desarrollaba bien poco a los personajes.

Ahora los parásitos ya están extendidos, y se multiplican estratégicamente más fuerte bajo el poder del recién elegido alcalde de la ciudad, Tsuyoshi Hirokawa (Kazuki Kitamura), Ryoko Tamiya (Eri Fukatsu) ha dado a luz un bebé medio parásito y Shinichi se va deshumanizando poco a poco mientras Migi le ayuda a exterminar a los invasores.

Algunas escenas son excesivamente dramáticas y con extrema fuerza emocional, hasta el punto de acabar pareciendo cursi por falta de desarrollo.

Aún así, la secuela conclusión, tiene suficiente humor y acción como para resultar aceptable y entretenida.

La película parece retratar la batalla real entre los policías y los secuaces de Goto, pero Yamazaki y su co-guionista, Ryota Kosawa, alcanzan mayor profundidad planteando cuestiones filosóficas como la posible convivencia entre inteligencias superiores, demostrando que el verdadero campo de batalla de la historia es el alma del protagonista, Shinichi.

Lo mejor: Técnicamente sigue siendo espectacular.

Lo peor: Su final explosivo completamente apartado ya del terror. Una refrescante alternativa a la scifi de Hollywood.


Crítica: Air

$
0
0
Robert Kirkman autor de los comics de ‘The walking dead’ en los que se basa la famosa serie de televisión del mismo nombre que ahora ha conocido una precuela con el título ‘Fear of the walking dead’ es el productor de ‘Air’. Si a eso le sumamos la presencia de Norman Reedus (Actor que participa también en la adaptación para la televisión de ‘The Walking dead’ y que ha trabajado también en películas como ‘Blade II’ de Guillermo del Toro, ‘Antikörper’ de Christian Alvart, el notable episodio de John Carpenter para el ‘Masters of Horror’: ‘Cigarrete Burns’ o el videoclip ‘Judas’ de Lady Gaga) y la de Djimon Hounsou (No debemos llevarnos a engaño con el actor natural de Benín cuyos trabajos en cintas como ‘Diamantes de Sangre’ de Edward Zwick, ‘La isla’ de Michael Bay o ‘Furious Seven’ de James Wan demuestran que su gran presencia física parece ser una condición sine qua non para conseguir muchos de los papeles que interpreta en la pantalla grande y que también parece encasillarle en cierto tipo de roles, pero ante todo Hounsou es un gran actor galardonado por sus trabajos en ‘Diamantes de Sangre’ o ‘In America’ por la que fue nominado como mejor actor secundario tal y como ocurrió con ‘Amistad’) y una premisa cuanto menos interesante (Tras una serie de ataques nucleares, la atmósfera de la Tierra se ha vuelto irrespirable.

Dos personas disponen solo de hora y media cada seis meses para poder controlar que los equipos que mantienen a un grupo de elegidos en estado de hibernación hasta que la atmósfera sea de nuevo habitable funcionan correctamente) hacen de esta una cinta cuanto menos interesante, que llama y mucho la atención del espectador, que le hace pensar a este que se va a encontrar con una de esas cintas claustrofobicas, opresivas y mal rolleras que hacen que dedicar hora y media de su vida para su visionado merezca la pena.

Por desgracia todo se queda en buenas intenciones y la cinta de Christian Cantamessa se desinfla como un globo pinchado y al espectador se le hace difícil mantener la atención durante gran parte del metraje (Sobre todo conforme esta avanza hacia su final). No solo Cantamessa desaprovecha la premisa de la película para dejarnos una cinta bastante aburrida y soporífera si no que además este se muestra incapaz de explotar el dramatismo de la historia, de profundizar en el enfrentamiento de dos hombres antes amigos cuya forma de actuar se debate entre sus deseos y sus deberes, pero sobre todo lo que resulta mas decepcionante es la poca pericia del director para crear el ambiente claustrofóbico y de degradación humana que una cinta como esta necesitaba.

Al enfrentarse a una cinta como ‘Air’ hay que tener en cuenta ciertos referentes que pueden jugar en su contra. ‘Solaris’ de Tarkovsky que adaptaba la novela de Stanislaw Lem y que también fue llevada a la pantalla grande con desigual resultado por Steven Soderbergh con George Clooney en el papel que interpretó Donatas Banionis en la cinta de Tarkosvky (Parece que los directores no aprenden que eso de rodar cintas prefabricadas para grandes actores no suele salir bien. Además de la cinta de Soderbergh tenemos dos claros ejemplos con Will Smith como protagonista: ‘Soy Leyenda’ de Francis Lawrence y ‘After Earth’ de M. Night Shyamalan), ‘Moon’ el notable debut en la pantalla grande de Duncan Jones y ‘The Divide’ de Xavier Gens (Director de la apreciable ‘Frontier(s)’ que le valió ser considerado como uno de los puntales del nuevo cine fantástico francés junto con Alexandre Aja, Pascal Laugier, Alexandre Bustillo y Julien Maury entre otros pero que nos dejó una muy decepcionante ‘Hitman’ con Timothy Olyphant como protagonista) son tres cintas que por muy diversos motivos serán recordadas por muchos espectadores y les harán pensar que estas películas han sido obras de referencia para Christian Cantamessa y Chris Pasetto a la hora de construir el guión de su película.

‘Air’ comparte con ‘Solaris’ y ‘Moon’ la presencia de esos visitantes, de esas personas que ven los protagonistas y que por motivos mas que obvios es imposible que estén ahí. Si en el caso de Tarkovsky su protagonista recibe la visita de su mujer que se suicidó tiempo atrás y en el de la película de Jones es Ava, personaje interpretado por Kaya Scodelario, la que se muestra ante Sam Bell, es Abby (Sandrine Holt) una extraña mujer la que se presenta ante uno de los protagonistas de forma activa en contraposición de lo que ocurría por ejemplo en la cinta de Duncan Jones. Estas presencias que tienen como función mostrar todo aquello que añoran los protagonistas, una forma de enfrentar su realidad con sus fantasmas deberían ser usados por Cantamessa para reforzar el estrés y la presión que sufren estos por estar encerrados en un espacio único (Bien sea la base lunar o el silo de misiles reconvertido en esa especie de nueva arca de Noé) para derivar en el enfrentamiento personal, en la degradación moral a la que pueden llegar las personas para llevar a buen puerto lo que ellos consideran correcto pero por desgracia el director americano fracasa de forma estrepitosa a la hora de plasmar no solo la fiebre de la cabaña (Trastorno que debido al aislamiento prolongado de una o varias personas donde estas mezclen realidad y ficción llegando incluso a ideas paranoicas y persecutorias.

Ambos personajes encerrados en ese silo de misiles son susceptibles de sufrir la llamada fiebre de la cabaña, es por eso que resulta todavía mas decepcionante la forma en la que Cantamessa muestra la evolución de los dos protagonistas, de las conversaciones que mantiene uno con esa extraña mujer que se le presenta de vez en cuando y sobre todo como este plasma el enfrentamiento entre estos. La idea de hacer dudar al espectador sobre que hechos son reales y cuales no, sobre si los miedos y las paranoias que sufre alguno de los protagonistas es fruto de una manía persecutoria brilla por su ausencia y el director se centra en un típico desarrollo carente de fuerza y sobre todo falto de dramatismo). Es en su aproximación a ‘The Divide’ de Xavier Gens donde la cinta de Cantamessa muestra de manera clara y concisa todas sus debilidades. En el año 2011 el director francés nos dejo una muy interesante muestra de cine mal rollero donde las haya.

Tras una serie de terribles explosiones que hacen como en el caso de ‘Air’ que la superficie terrestre resulte inhabitable, un grupo de supervivientes descubrirán que la única forma de sobrevivir será encerrarse en un sótano, pero la escasez de alimentos y la prisión en la que viven obligados sacará a la luz lo peor de las personas en lo que se convertirá en una perversa lucha por ser el mas fuerte. La cinta protagonizada por Michael Biehn y Rosanna Arquette entre otros resultaba lastrada por una duración del todo excesiva pero era capaz de transmitir una muy extraña sensación al espectador haciendo de su visionado algo tremendamente incomodo. ‘The divide’ no solo parece compartir con ‘Air’ el asilamiento que sufren sus protagonistas y el proceso traumático que les afectará y les cambiará de forma radical, si no también el punto de partida de la historia (Esa guerra que ha acabado con la vida tal y como la conocemos en la superficie terrestre y sus áridos paisajes. Cantamessa utiliza grabaciones de televisión que ven los protagonistas para contarnos los motivos que han llevado al encierro voluntario de estos y la hibernación de los elegidos, hecho que como mínimo llama la atención debido a que estos que son conscientes de lo que ha pasado pero aún así ven videos repetidos que les cuentan una y otra vez la misma historia.

Si todo estaba tan preparado por el gobierno para crear esta nueva arca de Noe les podían haber pasado unas películas o algunos episodios de alguna serie para que estos no se volvieran locos viendo los telediarios y partidos repetidos) pero donde Gens exploraba la degradación humana de una manera directa y sin concesiones (Algo que reforzaba con la soberbia banda sonora de Jean-Pierre Taieb), Cantamessa le da a su cinta un tono demasiado ligero sin llegar al extremo al que muchos llegarían si estuvieran en una situación como esa. Siempre he defendido que cada historia tiene su espacio, no me entusiasma que obras de teatro sean adaptadas al cine, aunque puedan tener espacios comunes hay ciertas cosas que solo puede ofrecer el teatro y viceversa. Siendo ‘Air’ una película muchos espectadores podrán tener la sensación de estar ante una obra de teatro llevada al cine, por el espacio único donde sucede la historia y por, en muchos momentos, la forma de actuar de los protagonistas.

En resumen, ‘Air’ es a todos los niveles una cinta tremendamente decepcionante que se ve con interés decreciente, donde su director se muestra incapaz de explorar en profundidad la forma en la que afecta el aislamiento a sus dos protagonistas y donde la parte dramática no solo no funciona si no que lo que es peor, no emociona, no nos llega. Aburrida y prescindible.

Lo mejor: La premisa de la película.

Lo peor: La forma en la que Cantamessa desperdicia esa premisa.


Vota Lo Mejor del 2015

$
0
0
El 2015 comienza a dar sus últimos coletazos agónicos y es por ello, que como cada año, estamos preparando en Nido de Cuervos nuestra selección particular, personal e intransferible con las que para nosotros han sido, las mejores películas del mismo. Éste año, si cabe, mucho más complicado que en otras ocasiones por la gran cantidad de títulos de calidad que nos ha deparado el género en todas sus vertientes y subgéneros, tanto en pantalla grande, pequeñas producciones e incluso en televisión.

En esta ocasión queremos daros la posibilidad de elaborar también vuestro propio ranking con aquello que más os ha gustado (también lo que menos) y para ello, abrimos desde hoy y hasta la última semana de Diciembre esta votación de la cual saldrá Lo Mejor del Año según los lectores de Nido de Cuervos. 

Para ello, podéis votar cada uno de vosotros, en esta misma entrada, a lo siguiente: 

- TOP 5 con vuestras cinco películas de género favoritas del año (sin orden de preferencia).

- LO PEOR DEL AÑO con la que a vuestro juicio ha sido la peor o más decepcionante película del año. 

- TOP 3 SERIES con vuestras tres series de televisión (dentro del género) predilectas del año. 

Gracias de antemano a todos por vuestra participación y a disfrutar de lo poquito que queda del año cinematográfico.

Crítica: Condemned

$
0
0
Que levante la mano quien tenga vecinos molestos. Yooooooo!!! Que levante la mano quien tenga vecinos más cerdos que los orcos de Mordor. Yoooooooo!!! Que levante la mano quien piense en mudarse de piso cada día por culpa de los vecinos. Yooooooo!!! Ummmmm, como intuyo que habrá muchas manos levantadas entre vosotros, creo que es el momento de que hablemos de "Condemned", porque si algo nos va a enseñar, son las miserias de los vecinos.

"Condemned" nos abre las puertas a un edificio ruinoso, que esconde mucha sordidez y esas miserias que anunciaba en mi presentación. Son precisamente esas miserias las que conforman el sentido de la película, pues escarbando entre la suciedad y las pústulas, es donde descubrimos lo que Eli Morgan Gesner, el padre de la criatura, quiere contarnos, que al final no es más que una excusa para mostrarnos gore y desazón, pero que al menos, resuelve todas las incógnitas que nos suelen plantear las películas de infecciones.

La película, que tiene un arranque horrible y desesperanzador para el espectador donde los haya, nos muestra un par de días en una particular comunidad, un edificio ocupado por una serie de estrambóticos personajes, a cada cual peor. Se nos habla de ellos con la excusa de la huida de casa de nuestra protagonista, Maya, para refugiarse en casa de su novio por internet , Dante, quien vive en Nueva York y sueña con ser estrella del rock. La sorpresa llega cuando Maya descubre que Dante vive como ocupa en un destartalado edificio. A medida que se suben los pisos, se nos van presentando los vecinos: tarados, yonkis, nazis homosexuales que practican la dominación y la sumisión, un judío que se esconde de su rabino emparejado con un travesti y adictos al crack, un cocinero de droga, un señor que no sale de casa nunca por miedo a una hecatombe, etc. Una joya de comunidad, vamos. Y por si esto supone poco caos para Maya, pronto se verá inmersa en una locura de infecciones supurantes, pus y sangre por doquier que lleva a una violencia desmedida.

En la primera parte de "Condemned" vamos a subir y bajar escaleras sin parar y entenderemos las singularidades de cada piso al milímetro, ya que se detiene toda la acción en esta presentación de personajes en exceso, y esto lleva a preguntarnos cuándo empieza la película en varias ocasiones, porque entiendo que estas presentaciones son necesarias, pero el rollo 13 rue del percebe sin fin es uno de los mayores fallos de la película, ya que le sobran tranquilamente veinte minutos en los que esperamos impaciente en el portal a que bajen nuestros amigos para jugar.

Entiendo que esta parte es necesaria para adelantarnos a la pregunta del misterio de la infección, pero como comentaba, tanta presentación y prolegómeno, le hace un flaco favor a la tensión de la trama y la curiosidad puede llegar a irse por esa tubería que se nos muestra unas treinta veces en la película, por si no habíamos entendido a la primera que ahí está la clave...

Una vez superada esta fase "aquí no hay quien viva", llega la fiesta del mal gusto, y acuden a nuestra mente películas como "Septic man", "Thanatomorphose", "Contracted" e incluso "Starry eyes", pues las guarrerías varias en las que se convierte un cuerpo putrefacto tienen perfecta cabida en "Condemned", aunque este no es el objetivo de la película, sino el modo de llegar a él. Me explico, puede que nos quedemos solo con la forma de "Condemned" y así llegaríamos a encontrar ciertos paralelismos con las película de la Troma, pero como indicaba al principio, si escarbamos algo más y entendemos que lo importante de esta propuesta no es la infección en sí, sino las consecuencias últimas de ella, dejaremos de lado los tromismos, y llegaremos a la conclusión de que la película es más seria de lo que a priori parece, y que termina siendo interesante.

Las virtudes de las pústulas y las heridas vienen de la mano de unos efectos especiales artesanos donde el maquillaje brilla con justicia, y un ambiente totalmente malsano y claustrofóbico donde la suciedad campa a sus anchas e incluso parece que el hedor podría traspasar la pantalla. Las miserias vienen dadas por un guión que peca de repetitivo, con algunos cabos sueltos, unos actores que no destacan ni para bien, ni para mal, una banda sonora escogida que podría parecer molona, pero que no aporta la tensión que se requiere y una primera parte que da vueltas en círculos sin parar.

"Condemned" no entrará en ningún ranking de este año, ni para bien, ni para mal, se va a quedar en una propuesta que no molesta ver, pero que tampoco mata, por mucho que lo intente. A mi ha terminado por resultarme curiosa, que teniendo en cuenta mi cara en los primeros cuarenta minutos, con esta afirmación, me puedo dar con un canto en los dientes. Eso sí, después de esto he tenido que bajar la mano y decirme a mi misma que mis vecinos no son tan molesto, ¿o sí? grrrrrrrrrrrrrrr.


Crítica: Exorcismo Documentado

$
0
0
Por fin, tras dos años desde su estreno, podemos llegar a ver una versión decente de “Exorcismo documentado”; y digo ‘por fin’ no por el tiempo transcurrido –que también- sino por lo difícil que es llegar a ver una película de, paradójicamente, un país hermano como Guatemala. Pero lo primero es lo primero.

Muchas ganas tenía de ver esta película ya que desde su estreno no se ha dejado de hablar de la misma, no solo por convertirse en un fenómeno en su país de origen sino incluso en toda Sud/Centroamérica. Sin embargo, y aquí es donde enlazo con lo dicho al principio, es curioso que cuando nos ponemos hablar de Latinoamérica a algunos se les llene la boca de buenos sentimientos, de proximidad y de mestizaje, y luego resulta que es más difícil ver una película de este origen que una del lejano oriente. Y me pongo el primero: de Asia he visto ya más de seiscientas películas, mientras que de las ‘del otro lado del charco’ no superarán a malas penas el centenar. Y si digo ya de Guatemala… Y es más curioso: el género fantástico y de terror de su vecina México sí que me es bastante familiar, me encanta de hecho, pero como digo, la cinematografía guatemalteca me es más exótica que por ejemplo la de Bután. Y eso que Ricardo Arjona me encanta…

Favoritismos aparte, “Exorcismo documentado” nos trae un ‘mockumentary’ en el que se sigue paso a paso las distintas fases de una posesión de una joven de 16 años, desde los primeros síntomas hasta su exorcismo pasando por los habituales reconocimientos médicos. Nada nuevo y menos en una época donde tanto los “found footages” están tan de moda que en realidad parecen la maldición a exorcizar como la propia temática de los endemoniados parece haberle tomado el relevo a los cientos de títulos de zombies que nos han estado y están todavía amorcillando. Sin embargo, hay que ver cómo con tan poco se logra un resultado tan estupendo, dando la razón a todas esas voces que en su momento la destacaron.

Para empezar, estamos frente a una película pequeñita, solo hay que ver sus títulos de crédito finales para ver cómo muchos de los implicados realizan varias labores a la vez; no obstante, como decía en el anterior párrafo, hay que ver lo bien aprovechados que están todos los recursos de la película, hasta tal punto que como aspecto más negativo de la misma no situaría la falta de medios a la hora de plasmar los efectos especiales, sino, y siempre bajo mi modesto punto de vista, un par de personajes que no están todo lo bien interpretados que uno desearía. Sobre esos efectos especiales, los efectos de maquillaje lucen como los de cualquier otra producción sin importar su origen, y los que dependen de las nuevas tecnologías, tampoco es que “canten” o destaquen negativamente, al revés, son resultones.

Por lo demás, a nivel técnico o artístico, “Exorcismo Documentado” no tiene carencias acusables presentándose bastante formal siguiendo los cánones de este tipo de producciones. Es más, su puesta en escena va más allá de los tópicos de un argumento que recoge todo lo visto una y mil veces en este tipo de historias, ya que enfatizando en la presunta verosimilitud de la historia –se dice, se cuenta… que está basada en un hecho real- intenta turbar al espectador con alguna que otra escena escatológica bastante dura.

Y no seré yo –de hecho ya lo he dicho- el que diga que su desarrollo no nos trae nada nuevo o que incluso tengamos algún fallo recriminable al guión como ese en el que la madre, católica practicante, se pregunta si traer a un exorcista ayudaría en algo a su hija tras una hora y 10 minutos de verla sufrir con incluso macabras transformaciones físicas, pero el ritmo y equilibrio entre producto de género y documental, suple de sobra esas carencias.

Otra cosa sería si hablásemos de su capacidad para inquietar. Sustos tenemos pocos y los trucos utilizados son los comunes de escaleras arriba y abajo, gateos por el techo, apariciones en los espejos, reacciones inesperadas varias, levitaciones, sonidos, etc., pero es la suma de todos los factores los que logran que esta producción se halle por encima de la media.

Uno de estos factores sería la Banda Sonora que no ceja de sonar en todo el metraje; y esto, para un producto modesto, es algo plausible. El otro, que a pesar de recurrir en ocasiones a la “cámara al hombro”, no se aprovecha del procedimiento/método para intentar tapar posibles fallos: la cámara objetiva está ahí, con ligeros temblores y planos caprichosos para dotarle de más realismo, pero todo es estudiado. Ni improvisación, ni mucho menos, amateurismo.

Para acabar, un par de detalles chocantes. Uno, que el papel del exorcista lo interprete un actor español de nombre José Manuel de la Puente. Yo diría que es un actor de doblaje patrio, pero no he encontrado nada al respecto. No sé si es que ha utilizado un seudónimo. En todo caso, impone y resulta creíble. Estupenda réplica del añorado Padre Merrin.

El segundo es más anecdótico y particular. Cuando el psicólogo está repasando un libro de posesiones, si uno logra abstraerse de las escalofriantes fotografías verá que en el texto que las acompaña se hace mención a Salvador Roca y a la archidiócesis española de Valencia, mi tierra; y es que D. Salvador, fallecido meses antes de la realización del film, era toda una autoridad en estos fenómenos tanto dentro de nuestras fronteras como, y esto lo demuestra, fuera de ellas.

Resumiendo, sin ningún pudor me atrevo a decir que “Exorcismo Documentado” es una de las mejores películas de este tipo de los últimos tiempos. Y no solo por la ‘mierdanía’ reinante sino porque demuestra que con pasión y cuidado por el detalle se pueden hacer cosas mejores que con presupuestos elevados.



Crítica: Ludo

$
0
0
Babai, Pelé, Ria y Payel son cuatro muchachos, dos parejas de adolescentes -que se conocieron en la versión India de Hermano Mayor (no, pero podría)-que llegan desbocados, salidos y arrogantes de su pueblo a la gran ciudad de Kolkata (Calcuta), ávidos de beber, desfasarse, ligar con bípedos del sexo opuesto y pasar una noche de fiesta como en las películas (de Bollywood no, porque poca fiesta).

Quieren echar un polvaco en un motelucho a lo Bates, les da igual, todo les vale. Sólo hay un problema, y es que no tienen una rupia o la moneda que por allí se estile, bueno, ni de las que se estilen en ninguna otra parte, por lo que deciden que una buena alternativa es echar el pinchito y pasar lo que queda de noche en un centro comercial que está apunto de cerrar (una de mis fantasías pre sueño...El pinchito no, el colarme en un c.c. En realidad tengo dos, en una le doy bofetadas a Ana Rosa Quintana y a Carmen Porter, que oye, relaja muchísimo y no es delito, y la otra, ésa, que me meto en un Corte Inglés o una Fnac con tooooodo a mi disposición, para babear, vamos...) El caso, que los cuatro se cuelan en el centro comercial, pero sin darse cuenta no son los únicos que han tenido esa idea. Pronto aparece una extraña pareja de ancianos con siniestras intenciones, un trozo de cuero doblado y un bol de cristal con dos dados de hueso... Todo con un tufo a lo Jumanji/Hellraiser de serie Z.

Con semejante arsenal pretenden jugar al “Ludo”, un simple juego, pero mortal, que procede de sus ancestros y que fue profanado por unos jóvenes amantes siglos atrás, que quedaron atrapados en el tablero del pseudoparchís chungo, desatando una maldición terrible que clama venganza sangrienta y baños de hemoglobina, desatando el infierno de inmediato, por lo que los adolescentes se ven obligados a luchar contra un antiguo mal que está ávido de sangre y venganza.

Semejante truñada compite con Anabel, Tag y Vulcania por el deshonroso podio a las tres peores cintas del año presentadas a concurso en este Sitges. Una peli que viene precedida de críticas halagüeñas indias que la categorizaban como la película más terrorífica del país y que es mala hasta decir “basta”, carente de interés y con menos aliciente que un remake búlgaro de “Raza”, víctima del egocéntrico márketing que la alaba haciendo agravio comparativo y cagándose por completo la más mínima expectativa.

Tenemos pues a los cuatro chungos y a los dos viejunos, organizando la partidita, mientras a través de unas insoportables escenas de flashback nos cuentan el origen, la maldición y de donde vienen los viejuners, y los cuatro amigos descubren su noche de diversión en realidad podría ser su última noche.

La pretendida cinta de terror hindú quiere serlo también indie, al parecer, por lo que en lugar de instrumentos de música tradicional y melodías mareantes nos cuelan una especie de tecno industrial del subdesarrollo que da bastante penica, acompañando a unas escenas cutronas en las que no se salva ni el gore (de hecho tras la primera escena sangrienta nos quedamos a medio llenar, lo mismo que sucedió en el Festival de Cine Fantástico de Montreal 2015), una sucesión de giros narrativos bastante bobos y algunas escenillas de acción que acaban siendo lo mejor con diferencia de la peli.

Con una duración de hora y media, los directores guionistas parecen quedarse enseguida sin ideas, y no es que la premisa fuera una idea bomba, pero el interés cae en picado y la cinta se hace larga, larga, larga.

Echa mano de unos efectos visuales raros, oscuros y casi góticos, que pretenden reflejar parte de la cultura india y sus paisajes al run run del depritecno. Y si uno no cae dormido es por los sustos, salpicados como queso azul en pizza congelada, que aún siendo de factura baja y baratuza, al menos nos espabilan por momentos.

Los artífices del truño pretenden hacer de su película una oda al amor inmortal gótico a lo Drácula, pero la cosa se queda en una p... mierda envuelta y con lazo.

Malas interpretaciones (la de los chusmateenagers es para encerrarlos), mal maquillaje, efectos pobres y sosos, acompañan un montaje incomprensible que trata de crear misterio tal vez pero sólo descoloca y ofende.

Previsible y ridículo, el groso de la cinta es la dichosa partida de parchís demoniaco vampírico, lo cual deja de ser entretenido tras la primera tirada e imposible empatizar con ninguno de los personajes, que no pasan por cocientes medianamente normales, y lo que es peor, logran que no nos importe un pimiento lo que les suceda (El momento de “las reglas dicen que me puedo comer tu lengua” es parteojetes).

El uso de algo tan insignificante como un parchís como inspiración argumental de la película no es sólo friki, es una mala idea en una época y una industria donde la mayoría de las ideas son copias, remakes, reboots o adaptaciones... Pero no es cosa nueva, ya tuvimos la versión terrible de Hundir la flota con Rhianna, y a la vista de aquel fracaso parecía que no volveríamos a ver nada por el estilo, aunque ya a estas alturas uno no descarta La oca, el Monopoly o el Pictionary.

Los directores, que han reducido sus nombres a una marca de material fotográfico y una carta de póker, se ve de sobra que son postmodernillos, y a su favor podemos decir que tratan, a su manera, errónea, de explicar las cosas, aunque es básicamente inútil porque la peli tiene agujeros irrellenables, y los tres cuartos de hora finales son aburridos, no, soporíferos como un valium y culminan en una de las peores escenas de la historia del cine.

Para redondear la piltrafa, ni las reglas del juego ni las verdaderas consecuencias de ganarlo o perderlo se revelan de forma clara, por lo que toda la segunda mitad de la película es absolutamente confusa y un disparate, lo que, sumado a la oscuridad, a los planos extraños y a la torpona dirección, hacen que por momentos uno no sepa dónde exactamente están los personajes. Y eso, lejos de acojonar, que sería lo normal y deseable, aburre...

Lo mejor: El concepto, mejorado, podía ser decente. Algún susto eficaz y escenas como aquella en la que uno es comido vivo, gore cutrón, delicioso...

Lo peor: Todos los esfuerzos de los directorcillos de crear una especie de estética y atmófera sobrenatural se reducen a poner las luces lo más bajo posible, usar filtros de academia, y en la parte final abusar de la sobreexposición cansina.

Con lo cual, todo parecido con una pesadilla es casual, confuso e incoherente. Y de una serie baja, baja.

Lo peor de lo peor: Un bodrio como Ludo no podía quedarse en eso, en una putamierda a olvidar. Como viene de India, se regodea de ello reflejando no sólo la miseria y el subdesarrollo, de los que parece hacer gracia, sino que está absolutamente influenciado por la represión cultural del país, y eso sí que no lo tolero y le quita los minipuntos que pudiera sumarle.

Sus intentos de vincular el sexo con el horror es denunciable. Los de vincular la independencia femenina con el mal, son vergonzosos. Uno de los monstruos del más allá del tablero devora las entrañas sangrientas y grasientas de alguien sólo para verle en la siguiente escena fumándose un cigarro post canibalismo.... ¿Sutil, verdad?


Crítica: Lord of Tears

$
0
0
“Pardiez, que me aspen!”, pensó el niño poseso cuando, informándose un poquillo de lo que iba a presenciar media hora después en el festival, se encontró con notazas en Filmaffinity e IMDB. La cosa pintaba quetecagasenlasbragas... Más aún cuando con una sala a rebosar, la guionista de la peli, una híperexpresiva y coolish Sarah Daly nos la presentaba no ya sólo como una revisitación de los mitos de Ctulhu (quien me haya leído alguna vez sabe que ADORO a Lovecraft), sino como un homenaje a los grandes peliculones de serie B deliciosa que la Hammer dedicó a Poe.

Disimulé que me había puesto palote palote cruzando las piernas y contuve mis babas gelatinosas de rottweiller ante un pollo asado como pude y conforme se apagaban las luces preparaba a mi inconsciente para que gozara libre, como perro en celo en un paraiso canino... Mi cara, hora y media después era un poema.Cara de acelga se queda corto...

Tantísimo me había relamido que me costó un rato darme cuenta de la realidad. Y esa realidad es que Lord of Tears es una mierda como un piano de cola.

¿Dónde quedan esas referencias, esas similitudes al subgénero de cultos ancestrales que amo desde “El hombre de mimbre” (la de Robin Hardy, del 73)?...

¿Dónde ese tono melancólico del gótico de la Hammer, de las atmósferas de Roger Corman, de las miradas de Lee?...

Críticos gafapastas, directores de festivales, señores indies y demás, claven mis extremidades en cruz, invertida, por favor, pero lo que ustedes consideran un paseo onírico con descenso extremo y perturbador a los infiernos de la loca mente humana a mí me parece una tomadura de pelo y de las gordas, obesas.

Con un tufo desagradable y tremendamente amateur en el que la labor de dirección no es que cojée, es que ni se atisba, basada en una reprochable y desconcertante estética con pestuzo a naftalina a base de planos estéticamente feos y técnicamente insuficientes, su argumento no es del todo malo, pero desde luego no da como para hacer del film algo mínimamente digerible, y del Cthulhu de Lovecraft, la verdad es que tiene poco, pero algo tiene, esa figura del ser primigenio, el señor de las lágrimas, Moloch, con cuerpo de hombre y cabeza y brazos de búho terrorífico inspirado desvergonzada y vergonzosamente mucho más en la leyenda urbana del Slenderman y los videos virales que recorrieron la red hace unos años con el magistral hallazgo iconográfico que supone el dios búho y que aquí recuerda desgraciadamente más a un personaje secundario de Barrio Sésamo. La cosa es tal que así, James Findlay, un profesor de escuela bastante trastornado (Euan Douglas) recibe en herencia la viejuna e impresionante mansión familiar Baldurrock en las Highlands escocesas al morir su madre a la que no veía desde hacía años, pero la difunta le advierte que ni se le ocurra ir al caserón, porque el origen de su desquiciamiento actual está en que siendo un niño se creía acosado por un terrible monstruo, el tal Moloch. La primera en la frente... Si no quieres que vaya, coño, vende la casa y déjale un apartamento en marinadorrrr, que lo vas a volver catacróquer. Pues no.

Entonces el desquiciado, que de pronto se torna aguerrido, tenaz, sagaz y valentón, decide investigar en su pasado el por qué de sus pesadillas terribles y oscuras (no has tenido tiempo en veinte años, no, que eliges el mejor momento, con la casa vacía y la niñera fantasma esperándote, amiguete).

Una vez allí, en plena bruma y niebla misteriosa, casoplón muy de Hammer, eso sí, conoce a una misteriosa y hermosa mujer (Lexy Hulme) de la que se enamora perdidamente el borderline, que no debe haber tenido lo que se dice mucho sexo en su vida de ciuarentón triste, así que los dos junticos acaban descubriendo que el chalet familiar, en vez de construirse en plena costa, como la mayoría del levante español, está levantado sobre un atávico templo de ofrenda a un dios primigenio con cabeza de búho y al que hay que rendir tributo de cuando en cuando a través de la muerte.

A todo esto, nuestro prota, se encuentra casualmente una foto viejuna en la que la misteriosa mujer que es ya objeto de su deseo y calentón aparece... Equilicuá, y es que su churri no es sino el vengativo espíritu de su niñera, que fue asesinada por su padre cuando era niño como sacrificio a la lechuza dichosa... Y que pasa de ser una gilipuertas calentorra a una gilipuertas malvada con inspiración en la maldición y demás cine nipón. Bluffffff!

Vale, como decía, lo peor no es su argumento, que daba para una historia consistente y bien contada.

Pero el director, Lawrie Brewster, empeñado en lograr imágenes oníricas y tenebrosas muy rollo Rob Zombie (válgame Dios), con una cámara del Mercadona y tres actores de un centro ocupacional para aspirantes descartados de Gran Hermano 23, buscando una insana atmósfera a través de una dirección artística nula, una fotografía deficiente, y lo que es peor, un guión malo, pero malo de cojones, un montaje como de coña, en el que se pretende ser simbólico e innovador siendo más basto que un “arao”, obvio y basuril.

Sí, la solitaria y tenebrosa mansión Baldurrock está bien localizada, pero es que sólo faltaba que la hubieran rodado en un bungalow de Calpe...

El público, mucho menos ojiplático que yo, aplaudía y se carcajeaba constantemente, a la vez que iban abandonando la sala por temor a daños irreparables y crónicos en la parte izquierda del cerebelo.

La verdad es que valoro muchísimo el esfuerzo de la peña que trata de sacarse las castañas del fuego y hacer terror independiente con dos duros, pero en el momento en que esa condición de serie Z se quiere camuflar como cine de culto, hípermoderno, hipster y de tendencia, me parece que lo mínimo que se merece es una crítica negativa como la mía, porque aún reconociendo sus limitadas pero existentes virtudes, la película no puede resultar más fallida y desastrosa.

Su intento es torpe y sin fruto, ya que la imagen parece muerta en todo el metraje, sin una chispa de inteligencia o buen criterio, con unos planos fijos eternos, mal iluminados y peor sostenidos a través de los cuales la historia se va escurriendo como mantequillla fundida.

Justificar lo anterior con su falta de medios no es ni sano ni correcto, porque sólamente en publicidad se deben haber gastado diez veces su presupuesto, con el fin de colárnosla como peli de culto nueva era previo pago de los con sabidos 9 euracos, manda cojones... Lo de la interpretación ya es que es harina de otro costal...

El actorzuelo protagonista, con una desagradabilísima voz nasal y un método interpretativo aprendido en diez fascículos, a lo Gandía Shore, está de Razzie, sin duda, pero lo peor es ella, Alexandra Hulme, guapa de póster y con menos dotes interpretativas que copa de sujetador y que pasa por tres o cuatro estados esquizoides a la velocidad del rayo (de barriga, porque su interpretación es netamente diarréica).

Y por si fuera poco, tenemos a David Schofield, reconocido actor británico como el perturbador y terrible Moloch, en una interpretación propia de Las tortugas Ninja de gomaespuma...

De la continuidad, del raccord ni hablamos, porque no existe ni remotamente, que diría mi director manchego.

Y sí, ahora es hora, de que todos aquellos que me llevaron a hacerme un pajote mental estupendo esperando el oro y el moro calificándola, y cito textualmente “de lo más interesante rodado en el último lustro”, “sin duda uno de los mejores films, no ya de terror, sino en general, de 2013”, o “innovadora obra de arte postmoderna” me crucifiquen, me lapiden, me escupan y defequen en mi nick, que me lo mereceré por paleto y por no llegar a vuestros intelectos y afinidades megamodernis.

Si lo que pretendía era perturbar, en el fondo lo consigue, porque tras el shock del visionado me entró una mala leche que tela marinera.

Ni Lawrie Brewster ni Sarah Daly son, a tenor de este bodrio, dignos de que sus nombres aparezcan en la misma frase que Lovecraft, porque hacen a La Herencia Valdemar (2ª Parte) una obra maestra en comparación y referencia acertada.

Y permítanme decir que tras haber contado con uno de los grandacos para la BSO de mi peli, y viendo que con dos duros se puede lograr lo impensable, la música de esta peli es otra cagarruta, así que ni eso se salva, porque no hay diseño de sonido, sino truculentas y burdas paladas al tímpano ajeno.

Les juro que intenté que me gustara.

Más aún, habría firmado antes de entrar al cine que me iba a flipar.

Pero la decepción, la sensación de que se han choteado de mí en mi cara y la absoluta falta de respeto por todo lo que el cine de terror supone hace imposible que califique justamente a la cinta, ya que no tenemos negativos ni formularios de reclamación de entradas y gastos psiquiátricos.

Los responsables deberían como el prota estar condenados a vagar en la desdicha de por vida y recibir baños de lágrimas cada tres minutos.GRRRR.

A veces, por mucho que uno trate de no ser cruel le sale su vena demoniaca, herencia paterna, sin duda... Mi nota es: Cagada Extrema.


Crítica: Queen of Spades

$
0
0
En EEUU, extendido al resto de Occidente y asumido como hasta algo propio, tienen a “Bloody Mary” –y no, no es el decadente cocktail como puede creer algún despistado-, o como también es conocida en otros países, a “María sangrienta”, una leyenda urbana que dice que si te miras en un espejo y pronuncias tres veces su nombre, se te aparecerá su espíritu. La historia es tan vieja y sobre todo popular, que ha tenido hasta alguna traslación a la gran pantalla.

En Japón, dentro de su extensa fauna de Yokais –espíritus y demonios de los que disfruta su folclore- tienen a los Kamikiris, un demonio que corta el pelo a la gente mientras duerme para comérselo.

Pues bien, en Rusia por lo visto tienen –desconozco si existe una base cultural o es algo inventado ex profeso para la película- su propia versión del asunto que mezcla alegremente cosas de un sitio y de otro.

Así, con esa base, se nos monta una película sumamente comercial que desecha alguno de los tics habituales del cine ruso –p.e. un montaje que solo entienden ellos, algo de lo que los amantes al cine ex-soviético ya sabrán de lo que hablo- para ofrecer un producto tan formal, tan clásico si se quiere, que podría pasar por un film occidental más. A los hechos me remito:

Por estructura y hasta por momentos las formas, la película nos recuerda, salvando las distancias, a “The ring”: unos adolescentes jugándosela alegremente y unos padres tratando de salvar a estos y a sí mismos. En el proceso, el clásico juego del gato y del ratón con una puesta en escena con más resonancias a otros títulos con elementos ya vistos de espejos y reflejos por doquier, junto a sustos y sonidos tétricos rematados por efectos especiales que no tienen nada que envidiar a los confeccionados al otro lado del charco.

Quizás le falta, fruto de todo lo dicho, personalidad propia más allá de unos ecos que nos recuerdan que estamos ante un producto ruso –por mucho que el país haya avanzado hasta casi superarnos con apartamentos envidiables (salvo las puertas de cartón) y hayan cambiado Volvos por Ladas…-, pero como decía líneas arriba, como producto de género convencional cumple como lo haría cualquier otro título de los que inundan los videoclubs patrios. Aunque claro, esto tampoco quiere decir que sea un buen producto, ni siquiera por encima de la media.

Entretener, entretiene, peeeeero… volviendo a lo que decía de “The Ring”, ¿os acordáis de cuándo en EEUU hacían una versión de los referentes nipones? Eran artificiales hasta el punto de ser descafeinados. Aquí ocurre lo mismo: se nota que se tiene una buena base, que el nivel técnico y artístico es impecable, pero se yerra en la transmisión y en el remate. Es cierto que no es fácil evitarlo, pero por esa razón se distingue el grano de la paja.

Sobre lo de transmitir, pues sin atmósfera y con tópicos es difícil llegar a inquietar al espectador, aunque ya lo tenemos asumido. Sobre el remate, aquí se lleva la peor parte. Todo lo “ganado” –resalto ese entrecomillado- lo tira por la borda no por una razón, sino por dos, lo que es peor.

Una, porque “innova” con un falso final. El problema es que quedando todavía más de veinte minutos por delante –ocurre a malas penas superada la primera hora de metraje- ya sabemos todos que lo que se nos cuenta es un tanto estéril. Y ya no solo eso, sino que la excusa para volver a la carga es un tanto… estúpida, un “porque tú lo digas” en toda regla.

Y por si esto no fuese suficiente despropósito, esos veinticinco minutos siguientes se los podrían haber francamente ahorrado. Si la hora anterior era más o menos resultona, entreteniendo y hasta si me apuras enganchando, lo que vendrá a partir de ese momento tirará por la borda todo lo anterior: no solo será estirado, rozando el aburrimiento, sino adoptando soluciones que ya hemos visto en otras producciones dejando un olor a rancio que tira pa’tras... No digo más.

Resumiendo; a pesar de su origen relativamente exótico “Queen of spades” no deja de ser el típico film comercial con buena presencia pero fallido. De momento, de este origen, me quedo con sus comedias, infinitamente superiores. 

P.D.: Seguro que los muy morbosos le encuentran a la “Lolita” pelirroja de la película su puntito, pero solo se quedará en una sensación, en otro espejismo…


Crítica: Scouts Guide To The Zombie Apocalypse

$
0
0
Piedra, papel o tijera! Jugar a esto va a ser lo más cerca que yo esté del mundo de los scouts y sus habilidades de supervivencia. Mi padre intentó, sin éxito, enseñarme a desenvolverme en el bosque. Él sabe hacer fuego con piedras o cristales, sabe seguir rastros, se guía por la luz solar y estoy segura de que podría vivir en el bosque tras un Apocalipsis zombie sin problemas, y cuando digo vivir es vivir, no sobrevivir como haríamos los demás. A mi me hubiera gustado ser como la protagonista de "You're next" y haber aprendido estas cosas útiles, pero no, me gustaba más la vida urbanita y el sofá de mi casa, de ahí que yo sea el perfecto pasto de zombies. Piedra, papel o tijera!!!

Los scouts, esa movida que a nosotros nos suena tan lejana, tiene un gran arraigo en el mundo anglosajón, pero también está bastante estigmatizado, por lo que una zombedy con estos adolescentes resolutivos no era una idea descabellada, aunque la sola mención de la palabra zombedy, a mi ya me provoca urticaria, no solo porque nos hayan saturado no hace mucho tiempo atrás con esto, sino porque no soy espectadora para este tipo de propuestas que no me hacen ni la más mínima gracia, de hecho "Shaun of the dead" simplemente me pareció simpática, así que, en base a esta afirmación, ya podéis imaginar el resto.

Es por esto que no, no quería ver "Scouts guide to the zombie apocalypse", pese a que su póster invitaba a echarle una ojeada. Intenté no verla por todos los medios, pero al final, en casa, que somos "Podemitas" y vivimos en democracia, la pusimos y se obró el milagro, porque no pude invertir mejor mi tiempo, así que intentaré por todos los medios que vosotros os animéis con la película y que paséis un rato la mar de divertido.

"Scouts guide to the zombie apocalypse" es una comedia de zombies protagonizada por adolescentes, y eso no debería echaros para atrás, porque me arriesgo a decir que es una de las mejores zombedias que vais a ver jamás, y sin duda, también una de las mejor cuidadas, dirigidas, producidas y ejecutadas. Decir esto dentro de una género tan poco agradecido, tan sobreexplotado y con cacotas del tamaño de Alaska, es una afirmación que puede resultar temeraria, pero de la que me hago responsable y asumo todo el riesgo, pues tiene el ingenio necesario, la mala hostia necesaria y la sangre necesaria para poder estar tranquila a la hora de hacer este tipo de comentarios.

Nos encontramos con tres scouts, "sociedad" ya casi extinta, con las hormonas revolucionadas y diferentes intereses, en la noche en la que a uno de ellos, Auggie (sin duda mi favorito), va a ser agraciado con la condecoración Halcón por el Scout leader Rogers. Una noche en la que sus dos mejores amigos, Ben y Carter, van a anunciarle que dejan los scouts y probablemente a partirle el corazón. Todo se tuerce cuando una infección convierte a todo el pequeño pueblo en el que viven (a escasas cuarenta millas de Haddonfield...) en zombies sedientos de sangre. Ellos son scouts y están preparados, así que aprendamos a sobrevivir!!

A priori, la historia es algo hedionda, nada original y da una pereza terrible, pero nada más lejos de la realidad, porque el guión es muy ágil y el grado de diversión va en aumento pasados los primeros quince minutos, llegando a límites en los  que el interés es máximo. Destaco que es una producción muy cuidada, no hablamos de serie B chusca, hablamos de mimo en cada escena y de diálogos enfocados a nuestro divertimento, con momentos realmente antológicos (momento Britney Spears, oh baby baby... inconmensurable!! y momento pene, inmenso también). El humor es sencillo, nada rebuscado, surrealista o de una inteligencia supina (que realmente es un arma de doble filo), el humor es básico como él sólo, humor de gag, humor actual y humor pensado para dejar tu mente en blanco, ayudarte a que no pienses en nada y que te metas de lleno en el mundo de estos scouts. Obviamente, y como en todo, si no comulgas con este tipo de humor, apaga y vámonos.

Chicos, no nos olvidemos de que estamos hablando de una película de zombies, y como sabemos en este tipo de propuestas, los efectos especiales y el maquillaje son fundamentales, así que para los curiosones que se preguntan si en este apartado "SGTTZA" (Ole!!) cumple, ya os digo que sí y que lo hace con creces. Aquí hay de todo: amputaciones, laceraciones, explosiones, mordiscazos, desmembramientos... todos los invitados bailan a lo bestia al son de la música en este fiesta zombie y es merecido que me ponga en pie y aplauda al director, Christopher Landon, por no ser rácano en este aspecto y ser una persona espléndida en mala leche.

Otro de los apartados en los que destaca "SGTTZA", es en el actoral, con un trío de ases ( Tye Sheridan, Logan Miller y Joey Morgan), que bordan cada diálogo con una naturalidad apabullante, que hacen que no sean los típicos adolescentes hostiables, y que pese a estar en la edad del pavo, se quedan con el público y el público con una parte de ellos. Ovación para estos tres!!!

Y como no todo iba a ser bueno o estaríamos ante la zombedia definitiva, algún pero tiene, y más teniendo en cuenta que no deja de ser una comedia adolescente de zombies, y que eso es precisamente su cruz, porque quizá peque de ser demasiado teenager y demasiado comedia, perdiendo así un poco la tensión que también debería generar, y que hay una subtrama amorosa que desde mi punto sobra por completo, pues la única relación que aquí importa es la de los tres mejores amigos, haciendo así que el personaje femenino (Denise) , que tampoco desentona, no termine de tener el peso que su personaje en realidad debería tener en el guión, y que se quede muchas veces en el bonito florero que hace que las flores luzcan mejor.

Dicho todo esto, si no os he convencido hasta ahora, desde luego es que yo saqué papel y vosotros tijera, pero en un último intento, y de cara a alguna que otra votación de 2015, yo de vosotros, le echaría un vistazo lo antes posible, y sí, si es con amigos, como siempre, mejor.


Crítica Thirst (Sed)

$
0
0
El cine reciente de terror ha explorado de forma casi obsesiva el proceso de transformación de los personajes femeninos que protagonizan este tipo de películas. Desde el “Thanatomorphose” de Eric Falardeau, pasando por el “Contracted” de Eric England (Por un momento llegué a pensar que era obligatorio llamarse Eric para poder rodar una cinta como esta), sin olvidar la reciente “Starry Eyes” de Kevin Kolsh y Dennis Widmeyer, todas ellas han analizado el traumático cambio físico que sufren las protagonistas de las películas de forma bastante similar en sus aproximaciones (Muy especialmente en el caso de “Contracted” y “Starry Eyes”) pero con resultados un tanto desiguales.

Si algo quedaba claro en estas cintas es que los directores usaban la degradación que sufre el cuerpo de las protagonistas como representación de su sufrimiento interno (El hecho de que en estas películas a las que podríamos sumar el “Honeymoon” de Leigh Janiak los personajes cuyos cuerpos sufren un grave deterioro físico llegando incluso a la descomposición sean siempre mujeres es algo que habría que analizar).

Si en el caso de la cinta de Falardeau, el personaje interpretado por Kayden Rose se veía como el simple objeto del deseo de su novio y su amante donde sus sentimientos eran relegados a un segundo plano, si en “Contracted” una relación que agoniza derivará en un proceso de degradación psicológica y física cuyo detonante será acostarse con un pervertido sin usar protección o si en “Starry Eyes” Kolsh y Widmeyer reflejaban el descenso a los infiernos de una chica que quiere triunfar en el difícil mundo del cine, fue en 1979 cuando el australiano Rod Hardy plasmó en imágenes el guión de John Pickney donde ya se presentaba la idea de mostrar a una joven sufriendo una traumática transformación aunque en este caso y a diferencia de los antes mencionados este cambio esta exento del simbolismo que mostraban Falardeau, England, Kolsh y Widmeyer en sus cintas (Dejo fuera de este grupo de películas a “Halley” de Sebastián Hofmann. No por el hecho de ser protagonizada por un hombre si no porque este sufre de una extraña “enfermedad” que hace que su cuerpo ya este descompuesto al principio de la película por lo que Hofmann no muestra el proceso de degradación física desde el inicio si no que lo usa para construir su historia. Alberto, su protagonista, no deja de ser un zombi en vida).

Es la cinta de Kolsch y Widmeyer, “Starry Eyes” la película con la que este “Thrist” de Rod Hardy parece tener más puntos en común que con el resto de las cintas antes mencionadas. Y es que ambas cintas comparten no solo esa transformación de su protagonista si no que este cambio viene derivado por un extraño culto formado por un grupo de personas aún mas extrañas. (Se podría discutir acerca de la relación entre las chicas y estos extraños personajes ya que en el caso de la cinta de Hardy esta ha sido secuestrada mientras que en el de “Starry Eyes” es Sarah la que acaba llamando a la puerta del productor, pero no debemos olvidar que el detonante de la acción cinta de Kolsch y Widmeyer es un casting al que la joven protagonista se presenta. Al final en ambas cintas y por diversos motivos una extraña secta se acabará fijando y obsesionando con las chicas) Como nota aclaratoria hay que recalcar que la visión de Hardy no posee la violencia y el mal rollismo de “Starry Eyes” y su visionado, al menos en este aspecto, resulta mas sencillo que en el caso de la película de Kolsch y Widmeyer.

La sombra de David Cronenberg es alargada (tal vez demasiado) y si ya se habló de las influencias del cine del director canadiense especialmente con “Contracted” también podemos encontrar ciertos paralelismos entre su cine (Por lo menos el de su primera época) y el “Thrist” (“Sed”) de Rod Hardy. Obviamente la influencia del cine de Cronenberg no es la misma ahora que en 1979 sobre todo porque por aquel entonces el canadiense empezaba a ser conocido gracias a sus cintas “Vinieron de dentro de…” (1975), “Rabia” (1977) y “Cromosoma 3” (1979), tres películas que tenían en común no solo el gusto por la deformación del cuerpo si no también por los experimentos de malvados y perversos doctores. Podemos quedarnos con “Rabia” donde Rose interpretada por Marilyn Chambers era sometida a una radical operación de cirugía que la acababa por convertir en un ser sediento de sangre.

Hardy cambió el hospital donde transcurría parte de la acción de la cinta de Cronenberg por una finca privada, en ambos casos dos lugares apartados y cambia a los pacientes que se recuperan de sus operaciones de cirugía estética por una serie de personas que sirven para alimentar a los vampiros. (Esta idea, la de mostrar a un grupo de personas que son utilizadas para alimentar a los vampiros parece que va a ser usada por Hardy para plantear alguna idea de calado, un enfrentamiento entre diferentes estratos sociales apuntada con ciertas frases del guión pero todo esto queda en nada, diluido en medio de una historia alargada hasta la saciedad con un desarrollo que acaba cayendo en lo tedioso y sobre todo con una incoherente parte final del todo precipitada. Dejando de lado la posible carga crítica de la idea, estas fábricas de sangre han sido utilizadas en muchas películas y novelas. Sin ir más lejos y por citar solo dos casos que aunque tocan el tema del vampirismo lo hacen desde dos puntos de vista totalmente diferentes tenemos las novelas de Guillermo del Toro y Chuck Hogan, la llamada trilogía de la oscuridad, y la película de Mark Waters “Vampire Academy” –Recodemos la escena en la que el personaje interpretado por Zoey Dutch y el interpretado por Gabriel Byrne hablan mientras el segundo se alimenta chupando sangre de un gotero).

Hardy vuelve a presentarnos a esos malvados doctores que quieren de algún modo tratar o manipular a la protagonista, en este caso interpretados por Henry Silva y por David Hemmings (El malogrado actor fallecido en el 2003 en Rumania por culpa de un ataque al corazón mientras rodaba “Blessed” – “Hijos de Satán” es conocido por la mayoría del publico por haber interpretado a Thomas en “Blow-up” de Michelangelo Antonioni donde este adaptaba una historia corta de Julio Cortazar -“Las babas del diablo”- y que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en 1967. Hemmings desarrolló una prolífica carrera como actor y director donde muchos de los títulos en los que participó se inscriben dentro del género de terror. Ahí están sus trabajos como actor en cintas como “El ojo del diablo” de J. Lee Thompson, “Voices” de Kevin Billington, “Rojo Oscuro” de Dario Argento o “Harlequin” de Simon Wincer entre otras sin olvidar su trabajo detrás de las cámaras dirigiendo “El superviviente”, película proyectada recientemente en el Phenomena de Barcelona).

Hardy plantea su historia de manera ciertamente interesante, ese secuestro de una joven de clase alta que lo tiene todo por un extraño grupo de gente que intenta que esta se una a su causa. Una idea como esta nos remite, al menos inicialmente, a la novela de John Fowles “El coleccionista” que luego fue llevada a la pantalla por William Wyler en 1965 debido al secuestro que sufre Mirada Grey por parte de Freddie Clegg con la intención de que esta se acabe enamorando de el. Es claro que tanto Fowles como Pinkney nos presentan a dos protagonistas que bajo privación de libertad se van a ver forzadas a que sus sentimientos o su forma de pensar con respecto a sus captores cambie. Hardy y Pinkey huyen de todo lo mostrado por Fowles en su novela para centrarse en un desarrollo un tanto timorato y aburrido que tras un gran punto de partida no acaba por arrancar como hubiera sido aconsejable y que nos deja interesantes escenas junto con otras un tanto ridículas en las que además la interpretación de su protagonista no ayuda precisamente, dejándonos reacciones y expresiones que resultan demasiado forzadas y poco creíbles.

Si la intención de Hardy era la de homenajear a cierto tipo de cine por desgracia estos momentos están mas cerca de arrancar una sonrisa de que otra cosa. Tampoco hemos de dejar de lado esos efectos especiales que sorprendentemente ganaron el premio en el Festival internacional de Sitges en 1979 y que llaman la atención y no en el mejor sentido de la expresión. Ni esa cabeza que parece haber sido robada del almacén del museo de cera de cualquier ciudad, ni esa pared que se quiebra ni otras escenas consiguen llamar la atención del espectador, momentos que por desgracia han envejecido muy mal y juegan en contra del resultado final de “Thrist”. Pero Hardy no solo fracasa a la hora de desarrollar la historia de Kate Davis en su encierro si no que muy especialmente lo hace en el momento de recrear la psicosis y miedo que sufre la protagonista, estas escenas mitad oníricas mitad pesadillas que deberían servir para facilitar al espectador comprender el proceso al que se ve sometida la protagonista pero que acaban por resultar una amalgama sin la fuerza necesaria rodadas de una manera un tanto torpe.

Hay que apuntar que ese acercamiento al mito del vampirismo de la manera que lo hacen Hardy como director y Pickney como guionista puede molestar a los mas puristas pero que como mínimo llamará la atención del resto. Aquí los vampiros se mueven tranquilamente durante el día, no se transforman en murciélagos, no se hace ninguna referencia a símbolos religioso (crucifijos y demás) o espejos pero es que además los vampiros necesitan de dientes artificiales para chupar la sangre de sus víctimas (Se podría establecer una discusión acerca de ante que tipo de vampiros nos encontramos, si ante un culto de personas que comparten una histeria colectiva lo que les hace creer que son vampiros lo que sumado a la clase social a la que pertenecen les permite hacer todo lo que ellos quieren o si realmente estamos ante otra aproximación distinta al mito del vampirismo. Hubiera resultado bastante estimulante que Hardy hubiera querido jugar con esta confusión y que el espectador se hubiera tenido que plantear ante que grupo de personas se encuentra, pero la idea de mostrar en rojo los ojos de los protagonistas ante su sed de sangre humana tira por tierra toda discusión posible).

“Thrist” es una curiosa cinta de vampiros que resulta lastrada por un desarrollo que deja mucho que desear y por una parte final donde parece que a Hardy le hubieran dicho que tenía que acabar rápido de rodar y no supo cerrar su película de una manera redonda. “Thirst” es una de esas películas que poseen una gran idea inicial que consigue captar la atención del espectador pero cuyo interés se va perdiendo conforme avanza el metraje debido sobre todo a que abundan las escenas alargadas innecesariamente. Aún así la cinta de Hardy merece al menos un visionado por la forma que tiene este de acercarse al mito del vampirismo.


Viewing all 2357 articles
Browse latest View live