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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: The Green Inferno

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Después de alejarme de ciertos productos o de hablar de el término “subproducto” pensaba que lo nuevo de Eli Roth –nuevo en España por la falta de interés de distribuidores retrogradas-, realizado en 2013 y que nos llega en 2016-si no se fue a su pase en el Festival de Sitges’13-, podía plantearse como un intento bastante fallido de homenajear un producto muy concreto de cine de terror de los 80.

Por lo que respecta a su director, Eli Roth, me causó bastante beneplácito en su primera aventura con “Cabin Fever” (2002) y su “gorno” –esa mezcla de gore y porno- llamada “Hostel” (2005) que tampoco estaba tan mal, pero a posteriori la secuela de “Hostel” y sus pequeñas apariciones en “Grindhouse” de Tarantino & Rodríguez o como actor en “Malditos Bastardos”, parecía ensombrecer lo que a primera instancia era el germen de un director que pretendía rendirse al género de terror desde la serie B y Z con cierto desparpajo. 

Por consiguiente, decidí visionar con cierta ilusión y reparo “The Green Inferno” (2013) que con unos exiguos 6 millones de dólares, pretendía homenajear al origen del “found footage”; la perturbadora obra del director italiano, Ruggero Deodato, “Holcausto Canibal” (1980). Más allá de lo pretencioso de la afirmación y de su esplendoroso homenaje, el film de Roth se convierte en un rocambolesco galimatías que nunca hubiera pensado que podría llegar a tales cotas. La dirección de Roth es plana y simple sin un ápice de alma y creatividad, que planea sobre la serie Z con una desgana que ni la secuela “Anacondas: la cacería por la orquídea sangrienta” logra conseguir, porque consigue más esta segunda que la primera. 

Una sucesión de planos aéreos nos introducen en la selva amazónica, en la que un grupo de ecologistas intentan defender la tala de árboles y cuyo aparente éxito ante una empresa multinacional, es truncado al accidentarse su avión y estrellarse en un lugar remoto de la selva; es cierto, estimados lectores, que sabíamos que el film de Roth no sería una proeza de guión y que los lugares comunes se sucederían, pero llegado a un punto en el que se ha domesticado al espectador con tanto clichés, tanto mi retina como mi cerebro se encuentran agotados de tanta estupidez. Pero bueno, a pesar de la insoportable primera media hora que es la peor introducción de personajes en situación que he visto desde hace años, aún mantengo mi voto de confianza y sigo visionando lo invisionable; sin lugar a dudas el mejor acierto del film, es la colorista y variopinta tribu indígena que han fantaseado para motivar a los espectadores y no dormirse con la pobre resolución de la producción. 

Llegados a este punto, uno se imagina que todos aquellos malos actores –que son todos, no se salva ninguno- irán muriendo poco a poco para darnos el placer de tal tostón, y en parte ese deseo inexorable de ver carnaza se encuentra en cada una de las mutilaciones antropófagas que hacen los miembros de la tribu, hacia los ecologistas perdidos por su selva. El problema recae en su pobreza de medios o la desgana de hacer algo más realista y menos de cartón piedra que ni gustará a los aficionados al gore ni los aficionados al terror, y para más inri unas salidas de humor de “caca, pedo, pis” que acaban de rematar la faena en una película que nacida desde el despropósito llega a cansarme por aburrimiento. 

Estamos delante de un film arrítmico, sin ningún tipo de tensión, ni de gusto visual –ni siquiera en las mutilaciones- siendo el cine porno un producto de más gusto creativo que el creado por Roth. De verdad que es imposible poder decir algo positivo de un film que no me parece ni correcto en sus lugares comunes, las salidas de tono están puestas con calzador y no es un disfrute corto de matanzas, sino que estamos delante de 100 minutos aburridos, con muy poca acción, gore muy descafeinado y unos actores de lo peor que he visto en años. Cierto es, que sabía lo que iba a ver y estaba concienciado, pero nunca imaginé que sería a este nivel, y para mi gusto sino fuera por ciertas obras fílmicas que tratan temas superheróicos, el cine fantástico anda un tanto escaso de originalidad, o al menos de un poco más de gusto por el entretenimiento. 

En la próxima espero ser más entusiasta.



Crítica: Puppet Master

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Existen una serie de mecanismos naturales que desconocemos poseer y realmente sí poseemos para aguantar más de lo que creemos y seguramente más de lo que merecemos y ya os digo que son unos mecanismos naturales que todos tenemos. Esos mecanismos los activa nuestro propio cuerpo cuando las cosas se ponen feas. También existen otro tipo de mecanismos que nosotros mismos vamos ideando y desarrollando para protegernos de situaciones que nos provocan ansiedad, como son los lunes.

Los lunes son mierdosos y todos lo sabemos. Los lunes comienza otra vez la rutina del trabajo o los estudios, las obligaciones y la repetición, y eso siempre conlleva realizar una serie de actividades que nos desagradan o que directamente odiamos, al igual que tener que convivir de nuevo durante unos cuantos días con gente que no nos simpatiza. Pues bien, en mi casa hemos ideado un mecanismo de defensa para los lunes, para hacer un poco más llevadero el peor día de la semana, y no es otra que declarar ese día como el día oficial del terror clásico. Un día que consiste en ver, sí o sí y sin ninguna excusa, un clásico de terror por la noche y dejarnos llevar por el espíritu nostálgico. Es un mecanismo que funciona y que os recomiendo encarecidamente. Haced que vuestros lunes valgan la pena!!

Efectivamente y como habéis adivinado por las fotos, la película que nos ocupa fue la elegida para este lunes pasado. Estamos ante uno de los clásicos por antonomasia de la serie B e iniciador de una infame y famosa saga: "Puppert Master", y bueno, por decirlo suavemente, empezaré diciendo que una película así no soporta un revisionado adulto sin desvelar sus muchas vergüenzas de ninguna de las maneras y que más allá de todo el merchandising molón que podamos tener de las marionetas, esta película es una de las excepciones a la regla, y es que no todas las películas de culto son necesariamente buenas, ni mucho menos, y señores, esta es realmente mala.

Si nos olvidamos de la nostalgia de la época y de lo entrañables que nos puedan parecer todas estas marionetas asesinas, "Puppet Master" no se sostiene por ningún lado. Desde luego, la historia hace aguas por todas partes y pese a su simpleza, es bastante complicado hacer una sinopsis, porque simplificando lo simple se consigue la casi nada, y no hay quien entienda muy bien qué es lo que realmente quería contar David Schmoeller, cuando decidió dar vida a las marionetas.

Recordemos como podamos la trama: un titiritero, perseguido por no sabemos quienes, consigue desvelar el secreto egipcio de la vida y crea una serie de peculiares marionetas con vida propia, que esconde antes de suicidarse. Años más tarde, un millonario contrata a una serie de parapsicólogos, videntes y personas con habilidades sobrenaturales concretas, para que le ayuden a encontrar el secreto de la vida eterna, sin embargo, el millonario Gallagher en cuestión muere, y con el señor aún de cuerpo presente, los muñecos vuelven a la vida en el hotel que Gallagher regentaba y se convierten en una amenaza para todos los allí presentes. Mamaaá!!!

¿Por qué? ¿Por qué pasan todas estas cosas? ¿Por qué nada de lo que ocurre tiene sentido y se es capaz de explicar lo que va aconteciendo si es una historia tan simple? ¿Por qué se quedan tantos cabos sueltos sin ninguna explicación, si esto es el ABC del terror?. Como argumento y como guión esto es un desastre absoluto, y lo que es peor, el ritmo le acompaña en el baile para hacer bastante insufrible la experiencia, en la que se saca tan poco partido al pánico irracional que despiertan los muñecos con vida, que uno piensa que en el mundo de los momentos desaprovechados, "Puppet Master" debe tener corona de oro y cetro de rey, y es que todas estas carencias podrían haberse camuflado con una buena capa de maquilaje y latex y haber hecho de esta experiencia un festín gore para que las marionetas se pusieran las botas, pero no, no ha sido el caso.

Entiendo que es una película de bajo presupuesto, pero todo tiene que tener algún sentido, si lo preferís, todo debería tener aunque fuera una excusa, pero aquí las escenas se suceden sin lógica y sin acuerdo, de tal manera que en el desfile marionetil, Pinhead, Tunneler, Leech Woman, Blade y Jester (las famosas marionetas) actúan dentro de una teletienda, unicamente destinada al frikismo post visionado que hace que cuando veas estos muñecos en cualquier tienda, sientas un deseo irrefrenable de llevártelos a casa, cerquita de Chucky, pero siendo serios, debemos reconocer que como película es una tomadura de pelo.

Entiendo que corría el año 1989, y que el tirón de los muñecos era importante, "Dolls" (1987) y sobre todo "El muñeco diabólico" (1988), ya le habían hecho casi todo el trabajo a "Puppet Master" y con un poco de interés, podrían haberse sacado cosas interesantes con estas marionetas que resultaron no tener objetivo, pues es innegable que los muñecajos tienen su aquel y gustan mucho, y da rabia porque la película podría haber sido una bizarrada de categoría, si se le hubiera prestado atención a los detalles y las escenas tuvieran un propósito. Teniendo en cuenta la sexualidad que rezuma "Puppet Master", y lo grotesco de cierta escena pretendidamente subida de tono entre Leech woman y uno de nuestros casposos personajes, haber ido un poquito más lejos, hubiera venido de maravilla. Al igual que dar la relevancia que debería a esa marioneta con manos humanas y fuerza sobrenatural, que no termina de encajar en ninguna parte y nunca mejor dicho, andaba como títere sin cabeza.

Está claro que las marionetas deberían rellenar esos huecos de guión que los humanos dejaban, pero al no emitir nada más que soniditos y decidir privarles de las peroratas que deberían haber soltado por esa boquita para potenciar que no hay titiritero que les controle, no consiguen ser lo temibles y malvados que les presuponemos y esa halo casposo en ese hotel casposo con esa banda sonora casposa, nunca desaparece.

Así pues, el lunes del terror clásico, como imaginaréis, se torció. "Puppet Master" es mucho mejor en nuestra memoria que en la realidad (lo mismo que le ocurre a "Dolls") y la semana comenzó con una mueca disgustada por mi parte, aunque por esas casualidades de la vida (alguna vez os hablaré del efecto Missterror...), justo al día siguiente de este visionado, leí que se va a realizar el reboot de esta película y que el director será S. Craig Zahler ("Bone Tomahawk") y la sonrisa me volvió, porque el tema pinta bastante bien, y yo añado que si en lugar de reboot, hacen un remake en condiciones, podemos estar ante un nuevo caso de mejora de la película original. A ver si alguien se anima.


Crítica: A Little Bit Zombie

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¿Eres de Dan O’Bannon o de George A. Romero? (La respuesta a esta pregunta no es excluyente…) Puede que empezar a escribir una crítica sobre ‘A little bit zombie’ nombrado a estos dos autores sea considerado por mas de un lector como poco menos que un sacrilegio pero por desgracia hacer esto es algo que no puedo evitar. Romero es conocido por muchos como el padre el zombie moderno; su ‘La noche de los muertos vivientes’ rodada en 1968 marcó un antes y un después dentro del género y este no puede ser entendido o explicado sin nombrar al director nacido en Nueva York (Y eso a pesar de que sus últimas películas han sido muy criticadas incluso por sus seguidores mas acérrimos).

El caso de O’Bannon puede resultar un tanto diferente ya que este solo dirigió una cinta del género zombie: ‘El regreso de los muertos vivientes’ pero cuya influencia ha sido muy grande (Mayor de la que muchos se pueden llegar a imaginar). El autor de guiones como los de ‘Alien’, ‘Desafio total’, ‘Lifeforce: Fuerza Vital’ no se prodigó como director ya que solo rodó dos películas: La ya citada ‘El regreso de los muertos vivientes’ y ‘The Resurrected’ (Considerada por muchos como una de las mejores adaptaciones de Lovercraft y cuya idea de mostrar a los protagonistas en un manicomio hace que nos acordemos de cintas como ‘En la boca del miedo’, como por otra parte no podía ser menos) pero cuya huella dentro del cine fantástico perdurará durante mucho tiempo (Recomiendo la lectura de ‘Dan O'Bannon's Guide to Screenplay Structure’ de Dan O’Bannon y Matt R. Lohr, algo que parece que Trevor Martin y Christopher Bond esta claro que no hicieron para escribir el guión de ‘A little bit zombie’).

‘El regreso de los muertos vivientes’ popularizo a los zombies come cerebros y la frase dicha por uno de ellos ha sido repetida en numerosas series y películas como por ejemplo en ‘Los Simpsons’. (Recomiendo leer la entrevista que realizó  Eric Spitznagel a Romero para Vanity Fair en el 2010 donde el segundo es preguntado acerca de los zombies que comen cerebros y este reconoce que en ninguna de sus películas desarrolla esta idea y este cree que la idea salió de la cinta de O’Bannon).

Esta pequeña introducción que en ningún momento pretende ser un análisis en profundidad del cine de Romero y O’Bannon sirve para dejar claro que Casey Walker director de ‘A little bit zombie’ es mas de O’Bannon que de Romero porque este vuelve a desarrollar la idea de que los zombies se alimentan de cerebros y porque su película tiene un toque de comedia (Las cintas de Romero son, por decirlo de alguna manera, mas serias, mientras que la de O’Bannon tiene por momentos un claro componente humorístico). Pero aquí se acaban las comparaciones con ‘El regreso de los muertos vivientes’, mientras esta resultaba una muy entretenida cinta que conoció varias secuelas, la película de Walker es un quiero y no puedo, un chiste alargado sin excesiva gracia. Por desgracia la a priori buena idea que maneja el director: Un grupo de jóvenes que se van de vacaciones a... oh! Sorpresa... una cabaña en el bosque verán alterados sus planes cuando un mosquito que ha chupado la sangre de un zombie pique a uno de ellos convirtiéndolo en un extraño no-muerto que parece poder luchar contra su enorme apetito.

La escena inicial con la presencia de Stephen Maite nos hace pensar que estamos ante la típica cinta ideal para programar en una maratón nocturna en Sitges (Lo mismo que pensamos cuando vimos ‘Stung’) que mezcla humor y violencia sin mas pretensiones que la de entretener al espectador. El problema llega cuando el director se centra en sus cuatro protagonistas: Steve el joven desafortunado al que un mosquito infecta (El hecho de que este trabaje resolviendo conflictos en el trabajo puede de alguna manera traernos a la memoria la cinta ‘Desmembrados’ pero por desgracia no hay mucho aquí de la película de Christopher Smith), su prometida Tina, su hermana Sarah que no la soporta (Aunque el sentimiento es mutuo) y el novio de esta, Craig cuya única función en la película parece ser la de poner el punto cómico de la película ya que muchas escenas acaban con este soltando un chiste que en la mayoría de los casos no consigue arrancarnos ni media sonrisa.

‘A little bit zombie’ transmite la sensación de que cuando la broma no hace gracia hay que forzar la situaciones para entretener al espectador y esta idea deriva en una sobreactuación por parte del protagonista de la película (Kristopher Turner) que a mas de uno puede acabar de ponerle de los nervios. Jim Carrey en pleno esplendor puede llegar a exasperar al espectador, hay que pensar que Turner no es Carrey y que por momentos este parece querer imitarlo, con eso lo digo todo. Un poco mas de contención en las interpretaciones y mas trabajo en el guión de la película a ‘A little bit zombie’ no le hubiera ido nada mal.

Walker parece no tener en ningún momento el control de aquello que quiere contarnos, sirva de ejemplo ese momento en blanco y negro a modo de sitcom donde se muestra la necesidad de comer cerebros del protagonista. Esta escena hace imposible que el espectador no se acuerde de ‘Asesinos natos’ de Oliver Stone por la manera que tiene Walker de presentar dicho momento, pero donde Stone sabía explotar el punto morboso de las series de televisión, Walker se muestra torpe y su escena acaba por resultar demasiado larga (Algo que se puede hacer extensible al resto de su película). De igual manera podemos llegar a pensar que estamos ante una nueva ‘Wasting away’ de Matthew Kohnen donde este mostraba el punto de vista de los humanos y de los zombies cambiando el color por el blanco y negro en una cinta que tal y como le ocurre a ‘A little bit zombie’ tenía un buen punto de partida pero resultaba demasiado larga (Y eso a pesar de su hora y media de duración).

Y por último es inevitable pensar en el momento de ‘The Taint’ donde Misandra interpretada por Collen Walsh recuerda la idílica vida que tenía con su marido antes de la infección del agua que afecta solamente a los hombres. Todo aquel que haya visto la cinta de Drew Bolduc recordará que este momento es una brutal crítica al american way of life donde esta está preparando el desayuno a su marido y donde este cogerá el periódico que tiene un llamativo titular, momento que resulta similar (si no prácticamente calcado) al mostrado por Walker en su película (Al menos el inicio de dicha escena).

Para hacer una comedia de zombies que entretenga al espectador hace falta que los chistes tengan gracia, que las escenas estén bien resueltas y la historia nos interese... por mucho que los protagonistas beban cerveza ‘666’ no podemos dejar de pensar en la cantidad de buenas ideas que se han perdido por culpa del histrionismo del protagonista y por la incapacidad de los guionistas por crear una historia minimamente interesante. ‘A little bit zombie’ esta lejos de ‘Cooties’ (Cinta que tampoco me gustó demasiado) o de la muy entretenida ‘Scouts guide to the Zombie apocalypse’ (Me niego a usar el título con el que se editó esta cinta en España). Personalmente esperaba mucho mas…una lastima.


Crítica: Capitán América: Civil War

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Y al fin hemos podido disfrutar del esperado cierre de la trilogía del enmascarado por antonomasia de la tierra de las oportunidades y las barras y estrellas. Mucho ha llovido ya desde aquella primera andadura del capitán hace cinco años y, vista en su momento la película de Joe Johnston, pocos o ningunos, se podían imaginar la inesperada evolución que sufriría la franquicia en adelante. “Capitán América: Civil War”, significa la última pieza del puzzle, la llave que encaja a la perfección en la cerradura, el estadio final de una hermosa mariposa.

Si “Capitán América: El Primer Vengador” (2011) fue un fiel reflejo del cine de Joe Johnston, todo un clásico del cine de aventuras para toda la familia, como bien ha demostrado a lo largo de su filmografía (y recordemos que ya tuvo una incursión en el universo de los superhéroes en 1991 con “Rocketeer”), con una propuesta como no podía ser de otra forma, completamente enfocada a dicho género, la irrupción en la saga de los hermanos Russo, dos pipiolos en el mundo del cine, llegados eso si, con gran experiencia en el medio de la televisión, significó un sorprendente giro de rumbo con respecto a lo visto en la primera película. “Capitán América: El Soldado de Invierno” (2014), para muchos, la mejor película de Marvel hasta la fecha (y poco me falta para sumarme a esa corriente de pensamiento, pese a la fabulosa “Los Vengadores” de Joss Whedon) reinventó no solo la franquicia, también la forma en la que Marvel había interpretado su propio universo en la gran pantalla hasta la fecha.

Mucho más en sintonía con el thriller que con el típico cine de superhéroes para todos los públicos de otros muchos títulos de Marvel, “Capitán América: El Soldado de Invierno”, estaba mucho más cercana al Batman de Nolan, que a todo lo visto en la denominada primera fase de Marvel, plagada de títulos ligeritos para “disfrutar” (un disfrute cogido con pinzas en la mayoría de casos) en familia, más preocupados en sentar las bases para futuras empresas más ambiciosas, que en realizar grandes películas. Se ha visto, con el paso de Marvel a la televisión, con series como “Daredevil” o “Jessica Jones”, que lo iniciado por los Russo (y ya apuntado en cierta medida por Whedon en “Los Vengadores”), fue poco menos que providencia divina.

“Capitán América: Civil War”, de nuevo dirigida por Anthony y Joe Russo, está basada en el popular cómic de Mark Millar y Steve McNiven publicado en el año 2006. De todas formas, se trata de una adaptación un tanto libre, “tuneada” para la ocasión para introducir a nuevos personajes en la trama como por ejemplo Pantera Negra o el Barón Zemo, ambos con gran peso específico en la trama, y como no podía ser de otra forma, es en muchos aspectos, una continuación lógica de la anterior película, abogando nuevamente por un tono serio, de alto contenido dramático y donde la psique de los distintos personajes tiene mucha más relevancia a lo largo de gran parte del metraje, que el espectáculo cinematográfico que uno podría esperar de este tipo de películas. No obstante, y pese a que predomina lo primero, uno de los grandes aciertos de la película, por no decir el principal, es el buen equilibrio logrado entre ambas formas de entender el cine de superhéroes por Marvel hasta la fecha, dando como resultante una perfecta relación simbiótica.

Esta tercera entrega de la franquicia, se asemeja en gran medida o al menos guarda importantes paralelismos con lo visto en “El caballero Oscuro: La Leyenda Renace” (“Dark Night Rises”, Christopher Nolan, 2012) en el sentido de que nos encontramos ante una obra de marcado carácter coral, donde pese al hecho de que el personaje del Capitán América ejerce de maestro de ceremonias, en ningún momento hace muestras de virtuosismo con la guitarra solista, dando como resultado una cinta plagada de subtramas, donde el principal objetivo de éstas es plasmar la lucha interior y las variopintas motivaciones de los distintos personajes, por lo que sin duda estamos ante la cinta de Marvel más intensa a nivel de emociones hasta la fecha, amén de la más compleja a nivel de desarrollo de personajes.

La película, pese a su predominante ritmo pausado y gran cantidad de contenido, en ningún momento se hace pesada gracias al brillante montaje, dinámico y muy bien estructurado donde el efecto montaña rusa brilla con tanta fuerza que apenas podremos fijar en él nuestra mirada. Por ello, resulta una tónica a lo largo de todo el filme, el hecho de pasar de cero a mil en un segundo, con grandes momentos de denso guión (prohibitivo incluso, para aquellos que aun tengan un concepto arcaico del subgénero), seguidos de afiladas y vertiginosas secuencias de acción. Secuencias, que una vez más, al igual que en la anterior película, destacan tanto por su espectacularidad, como por su sobriedad, combinación en principio antagónica que en manos de los Russo, resulta poco menos que el secreto de la piedra filosofal. Ésta no convierte los materiales en oro, pero sí funciona a modo de perfecto pegamento (Z) entre el tono del filme y la inevitable naturaleza bombástica del cine de superhéroes.

En “Capitán América: Civil War”, volvemos a encontrarnos con buena parte de los personajes vistos en anteriores películas de Marvel, en especial, con los presentados en las últimas cintas de la compañía como “Los Vengadores: La Era de Ultron” o “Ant-Man”, y también introduce algunos nuevos a modo de presentación para futuras películas en solitario como el citado Pantera Negra o Spiderman y, si hubiera que destacar algún “pero” en la cinta de los Russo, lo encontraríamos quizás en la presencia del trepa muros, metida con calzador en la trama y totalmente alejada del tono de la misma. La presencia del personaje, sin duda atiende a motivos comerciales y esto se nota, chirriando bastante todas sus apariciones, clímax alcanzado en la esperpéntica secuencia de presentación junto al bueno de Tony Stark (y que alguien me explique el nuevo status de MILF de la tía May), al nivel de lo visto en “Batman v Superman”, en la cutre presentación de los miembros de la liga de la justicia.

Curiosamente, si hay un personaje que brilla con luz propia, seguramente, con mucha más fuerza que en ninguna otra de sus apariciones hasta la fecha en el universo Marvel (y ya han sido unas cuantas), es el de Tony Stark. Por fin, vemos a un Stark liberado de ese cinturón de piedras a base de chascarrillos y alejado del habitual rol al que nos tiene acostumbrados, para mostrar una perspectiva del personaje totalmente nueva. Robert Downey Jr lo borda en un papel dramático de gran intensidad, que termina por engullir a su, en esta ocasión, némesis enmascarada, un Capitán América, en un rol mucho más reconocible y bastante más plano del que ofrece el “filántropo” millonario, con más claro oscuros que nunca. Y por supuesto, sin olvidarnos de un maravilloso Paul Bettany en las sintéticas carnes de Vision, al cual se le saca, y mismo vale para la Bruja Escarlata, bastante más partido que en “Los Vengadores: La Era de Ultron”... (modo sexual ON) se me escapa aun el pipí (por no hablar de otros fluidos corporales) al recordar su imposible enfrentamiento con Ojo de Halcón, tirando del cambio de fase (modo sexual OFF).

De todas formas, era inevitable, dada la naturaleza de la historia, alguna que otra concesión de cara a la galería y ésta, la encontramos en el esperado, circense y algo descafeinado enfrentamiento entre ambos bandos de superhéroes. Secuencia tan vistosa como torpona y cargada de momentos cómicos, que poco encaja con lo visto en el resto de la cinta, suponiendo la principal decepción de la misma, pese a que ese pequeño gran hombre que es Scott Lang, pone todo de su parte para que al menos, como mal menor, nos peguemos unas risas. Nada que ver con el fascinante y ahora sí, coherente enfrentamiento final a tres bandas, que deja claro que caminos para llegar a El Dorado de la épica, hay muchos, y no todos ellos pasan exclusivamente, por grandes dosis de pirotecnia o la destrucción de grandes urbes de población. “Capitán América: Civil War” contiene la mejor batalla final, que se ha visto en una película de Marvel, menos bombástica que muchas, pero más intensa y emotiva que ninguna.

Queda claro pues, tras semejante pepino de los Russo, y habiendo intimado ya con preciosidades del calibre de la segunda temporada de “Daredevil” o de la fantástica y reivindicable “Batman v Superman”, que es en el universo de los superhéroes, donde el amante del fantástico está encontrando este año, su particular oasis en medio del desierto. “Capitán América: Civil War”, sencillamente, fabulosa. Eso sí, los que sigan pensando que el cine de superhéroes debe de ser un entretenimiento ligerito para disfrutar en familia, se van a llevar una nueva decepción, pues nada más lejos de la realidad. Al menos, en el caso que nos ocupa.

Lo mejor: Que Marvel Studios haya entendido que el cine de superhéroes, ni puede ni debe estar enfocado exclusivamente a un público familiar. El gran equilibrio entre desarrollo del guión y acción, y por supuesto, el épico y emotivo enfrentamiento final.

Lo peor: La decepcionante batalla masiva de superhéroes, la presencia con calzador de Spiderman y el poco mimo, desde una perspectiva mitómana, hacia la figura de Zemo, quien podría haberse llamado de cualquier otra forma, y no habría pasado nada.


Crítica: La Mansión de la Niebla

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La siguiente película demostraba la gran influencia que suscitaba el sistema de la coproducción en los parámetros estilísticos en un film; en La mansión de la niebla (1972) la producción estuvo compartida con Italia y ello conllevó la presencia de varios especialistas en el equipo técnico de la película, que la beneficiaron de una interesante y muy lograda aura gótica.

A su vez, destacamos la labor de su director, Francisco Lara Polop, cuyo film fue la primera y única incursión en el género de terror, adentrándose en el subgénero de casas encantadas mucho más propio del cine británico, americano o italiano, teniendo como referentes a La mansión de los horrores (House on haunted hill, 1959; W.Castle), Suspense! (The innocents, 1961; J.Clayton), El espejo de la bruja (1962; C.Urueta), La casa encantada (The haunting, 1963; R.Wise), Hasta el viento tiene miedo (1968; C.E.Taboada) o Un lugar tranquilo en el campo (Un tranquilo posto di campagna, 1969;E.Petri),y cabría tener en cuenta el acercamiento al subgénero en la televisión a través de Historias para no dormir (1964-1982) y su capítulo La casa (1968) que supondrían toda una serie de referentes a tener en cuenta para la explotación de cánones de este tipo de películas.

Lara Polop explotó las características esenciales de estas producciones, a través de una serie de recursos que introducían hechos sobrenaturales (puertas que chirrían, ventanas que se abren solas, presencias extrañas, etc.), aunque todo mostrado desde la perspectiva del cine de suspense y cuyo prólogo, se presta a presentar a sus personajes siguiendo las pautas de las novelas de Agatha Christie, sobre todo con Los diez negritos (Ten little niggers,1939); en este caso, los diferentes personajes van por separado en su viaje por carretera hasta que por la noche, un desvío incorrecto y la espesa niebla hacen que se pierdan todos ellos, confluyendo en una mansión apartada de la civilización. El grupo que espera al cese de la niebla, se hospeda en una extraña casa cuya anfitriona explica extrañas historias sobrenaturales del lugar y en la que irán desapareciendo cada uno de los miembros.

Con tal argumento, el director supo potenciar a través de la fotografía de Guglielmo Mancori y la dirección artística de Jaime Pérez Cubero, las influencias del gótico italiano a través de la atmósfera tétrica y amenazante de los exteriores, sobre todo en las escenas nocturnas que se suceden en los alrededores del cementerio -que lo conectarían al gótico de Mario Bava- y a los estilizados decorados que le confieren esa majestuosidad que tanto imperaba en la tendencia gótica hammeriana.

Volvemos a encontrarnos con una producción por encima de la media española -15 millones de pesetas- y se tradujo con la presencia de estos notables elementos plásticos, que elevaron el resultado cualitativo del proyecto, siendo una buena propuesta de subgénero sobrenatural cuyo clímax final presentaba una resolución empírica a los hechos fantásticos; entroncando con cierta tradición literaria española por racionalizar el factor fantástico como también lo hizo Edgar Allan Poe en algunos de sus relatos; en el ámbito cinematográfico encontramos un antecedente español a este aspecto, la versión española de Malenka, la sobrina del vampiro (1969; A.de Ossorio). En el caso de La mansión de la niebla (1972) los hechos sobrenaturales que se suceden en el film forman parte de un plan ideado por el marido de una de las huéspedes, cuyo divorcio lo conduciría a la bancarrota y no podría gozar de la sustanciosa herencia de su mujer; por lo que contrata a una serie de personas que simularan ser fantasmas, víctimas asesinadas, etc., y así conseguir el enloquecimiento de su cónyuge, para sustraerle su fortuna antes de formalizar el divorcio.

Las intenciones del guión de Luís G. de Blain y Antonio Troiso a pesar de su explotación de elementos canónicos de este subgénero, se predispusieron a intentar construir algo novedoso a través de un engaño y una farsa, poniendo en duda la esencia del fantástico y ubicándolo en el terreno de lo racional; a pesar de proponer un aspecto más cercano a la posmodernidad, el film se encuentra demasiado anclado en sus clichés por lo que sobresale su tratamiento estético, que muestra esa predisposición al gótico italiano que más tarde sirvió de enlace para otras obras españolas e influenciarse del auge del giallo italiano.


"V CFEM", Festival de Cine fantástico Europeo de Murcia

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El fin del mundo protagoniza el V Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia

El C-FEM, que se celebrará del 13 al 20 de mayo, incluye la proyección de 15 largos y 30 cortos e importantes novedades en la sección ‘Off Cinema’.  El festival ha sido reconocido con el sello ‘Europe for Festivals’ de la Red Europea de Festivales “por su compromiso con la cultura y su implicación en el tejido local”.  En esta edición se han presentado a concurso más de cuatrocientos trabajos de ocho países.

El Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia, C-FEM celebra su quinta edición del 13 al 20 de mayo con el fin del mundo como hilo conductor. Durante una semana se sucederán las proyecciones de las mejores películas del género fantástico, con el ciclo ‘Cine Apocalíptico’, y de los últimos trabajos con las secciones oficiales a concurso, así como charlas, talleres, mesas redondas, y las actividades incluidas en el apartado ‘Off Cinema’. 

Con más de cuatrocientos trabajos presentados a concurso, 15 largometrajes y 30 cortometrajes en el cartel, y con importantes novedades en la programación, C-FEM llega a su quinta edición consolidado como una de las citas de referencia para los amantes del género de terror y ciencia ficción. 

Así, el festival ha sido reconocido con el sello ‘Europe for Festivals, Festivals for Europe’, que otorga la Asociación Europea de Festivales, plataforma que integra cien eventos culturales de cuarenta países, a los certámenes que cumplen con los requisitos exigidos: compromiso con la cultura, implicación con sus comunidades locales, y enfoque europeo y global. 

De la bienvenida al fin del mundo al descenso a los infiernos El Apocalipsis llegará de la mano de algunas de las grandes películas del género como Bienvenidos al fin del mundo, de Edgar Wright; Dawn of the dead, de George A. Romero; Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón; o La Jetée, de Chris Marker. 

Cabe destacar dentro de la programación oficial fuera de concurso la clausura del V C-FEM, que se celebrará el viernes 20 a las 20.30 en la Filmoteca Regional. Ésta correrá a cargo de uno de los grupos más importantes de la escena musical murciana, Bosco, que tocará en directo la música que ha compuesto, exclusivamente para C-FEM, para poner banda sonora a una de las primeras películas surrealistas de la historia del cine: L’inferno. De 1911, esta cinta de 1911 es una adaptación de la obra de Dante Alighieri la Divina Comedia y se inspira en los grabados de Gustav Doré. 

Secciones a concurso 

Más de 350 cortos y 60 largos de ocho países (España, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Polonia, Finlandia y Andorra) se han presentado en las secciones a concurso, lo que supone un récord en la historia del festival, con un aumento en la participación en más de un treinta por ciento. 

El festival otorgará el premio C-FEM a los largometrajes europeos, dotado con 1.200 euros, a las producciones y coproducciones europeas realizadas entre 2014 y 2016. Las películas seleccionadas, que se proyectarán a lo largo de toda la semana, dan buena muestra de la fortaleza del festival. Así, podremos ver en Murcia, únicamente en el C-FEM, High rise, largometraje que se estrena en España el viernes 13 de mayo. Jeremy Irons, Sienna Miller, Tom Hiddleston y Luke Evans, entre otros, forman parte del elenco de este film considerado ya como “la Naranja mecánica del siglo XXI”.

También dentro de la sección a concurso se proyectarán otros trabajos que están dando mucho que hablar en los grandes festivales del género como Demon, The legend of Barney Thomson, German angst o Lovemilla, premiadas y seleccionadas en algunas de las citas más importantes del mundo.

Destaca dentro de esta sección la participación española, con cineastas de primer nivel como Antonio Trashorras y Norberto Ramos, que presentan en Murcia Anabel y Amor tóxico, respectivamente. 

El Gran Premio del Festival y el Premio del Jurado se reservan para los cortometrajes producidos en España entre los años 2015 y 2016, excluidos los trabajos de animación; mientras que el premio ‘Murcia Fantástica’, se centra exclusivamente en los trabajos de cineastas murcianos. 

Pero, además, en su determinación, no sólo de impulsar la creación cinematográfica, sino de acercar el cine fantástico a todos los públicos y reconocer la labor de aquellos que trabajan en este ámbito, el C-FEM ha introducido algunas novedades. Así, esta quinta edición incluye un reconocimiento especial a los colaboradores que han contribuido a hacer que el festival se consolidara y creciera año tras año. Así, el I Premio Nosferatu se otorga al cineasta murciano Andrés Guevara por su “implicación y apoyo incondicional al festival”. El V C-FEM también ha fortalecido en esta edición sus secciones a concurso implicando a los alumnos de los IES Floridablanca y Saavedra Fajardo, con los que se ha constituido el I Jurado Joven C-FEM, que premiará la mejor película del festival. Además, el escritor y guionista murciano Manu Riquelme impartirá un taller de crítica cinematográfica en los dos centros. 

‘Off Cinema’ 

Esta quinta edición trae también importantes novedades dentro de su ciclo ‘Off Cinema’. El festival sale de la Filmoteca y da comienzo a un itinerario por Murcia que empezará en el barrio del Infante para en ediciones posteriores abarcar otras zonas de la ciudad. El sábado 14 de mayo, un equipo de peluqueros, maquilladores y dj’s se encargará de convertir la plaza de la Constitución en un escenario de ciencia ficción con ‘Sienta la cabeza’. Se trata de un espectáculo en el que se combinarán la música, la peluquería más alocada y el maquillaje creativo para ofrecer un evento diferente a todos los públicos. 

Las charlas tendrán lugar en la Sala B de la Filmoteca Regional y darán comienzo con los críticos Marcos Botella, Andrés Guevara y Antonio Rentero, que analizarán La Jetée tras su proyección, el domingo 15 a las 19 horas. Los reconocidos ilustradores Fernando Dagnino, Manu Riquelme y Magius hablarán de Caos, cómics y apocalipsis el miércoles 18 a las 21 horas. Por último, el jueves 19 a las 19.30 horas tendrá lugar la conferencia The Bloopbusters: ¿ciencia o ficción?, con profesorado de la Universidad Politécnica de Cartagena. 

La sección ‘Off Cinema’ incluye además el IV Concurso de Cartelería Creativa a cargo de la Escuela Superior de Diseño de Murcia, cuyos trabajos seleccionados se expondrán en la Filmoteca Regional.

Desde Nido de Cuervos, recomendamos a todos los que tengáis oportunidad de asistir, que no os perdáis este interesantísimo evento, perfecta oportunidad de disfrutar en pantalla grande de títulos realmente interesantes. Podéis consultar horarios y la programación completa de proyecciones y actividades en la web oficial del festival.

Crítica: Lifeforce

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¿Qué sería de la vida sin un punto de locura? Me temo que no sería nada y lo sé, está claro que tenemos que buscar el equilibrio, nada merece la pena como para estar siempre serio , y nada es tan intrascendente como para pasarse el día despreocupado, por eso hay que entender que el equilibrio pasa muchas veces por tener ese punto de locura que todos necesitamos, esa chispita, ese resplandor que mezcla la incoherencia con el júbilo. Todos lo hemos sentido (algunos más que otros), sabéis de lo que hablo y también sabemos que esos momentos hay que tomarlos con cautela o se corre el riesgo de pasarse de rosca y si no, que se lo digan a Tobe Hooper cuando soñó con "Lifeforce". Por suerte este clásico contradice todo lo que acabo de decir y entiende que el equilibrio está sólo en la percepción que se tiene de él, y si la locura duerme contigo cada noche, la cautela sólo existe para aguar la fiesta, por lo tanto, hay que intentar encerrarla en el armario.

"Lifeforce" apareció gracias a esas alineaciones maravillosas del universo, en el año 1985, once años después de que Tobe Hooper entrara en nuestras vidas por la puerta grande con "La Matanza De Texas", clásico entre los clásicos. Con "Lifeforce" se metió de lleno en la esquizofrenia de las mezclas imposibles que resultan posibles. "Lifeforce" es una auténtica locura que mezcla todas las epifanías que en algún momento tuvo el sr. Hooper y sale muy airosa, y es que los vampiros del espacio exterior son mucho más de lo que su nombre indica, estos vampiros significan la transgresión de una época y un género, son ganas de contar muchas cosas en poco tiempo, de tocar diferentes palos en una sola pieza para que entendiéramos que 1985 fue un año adelantado a la época que le tocó vivir, y que la inmortalidad de los vampiros era simplemente una anécdota y los cánones, papel arrugado que pasarse por el forro, para demostrar que cuando se quiere, se puede.

Tobe Hooper lo que demostró con "Lifeforce" es que cuando se cree en algo y se cuenta con talento, incluso las teorías mas descabelladas, puedes ser exitosas, y conste que su capacidad quedó sobradamente expuesta al respetable anteriormente con la ya citada "La Matanza de Texas" (1974), "El Misterio de Salem´s Lot" (1979) o "Poltergeist" (1982). De esta manera, entendemos que si Tobe Hooper quiere llamar vampiros a los zombies, lo puede hacer, si quiere mezclar la paranoia con el cometa Halley, lo hace también, y si quiere mostrar elementos que en un principio parecen decisivos para el devenir de la película, para luego olvidarse por completo de ellos, lo hace y punto. Esto es "Lifeforce" y va más allá del entendimiento, esto se trata de dejarse llevar y disfrutar del viaje.

La trama nos cuenta la expedición de la nave "Churchill" en el interior del cometa Halley y el descubrimiento de lo que aparentemente es una nave alienígena sin actividad, que contiene extrañas criaturas muertas con forma de murciélago gigante y tres cápsulas de cristal con formas claramente humanoides dentro, que tendrán que inspeccionar, y que aparentemente son una atractiva mujer y dos hombre jóvenes. Será esta enigmática mujer quien se convertirá en una seria amenaza para la vida humana, provocando una epidemia de lo más curiosa en la ciudad de Londres.

Así, a grandes rasgos, nadie pensaría que estamos ante una película de vampiros, y es que realmente es complicado identificar a estos vampiros con la idea que cada uno de nosotros tenemos de los no muertos, pues aquí no se chupa la sangre, aquí no hay colmillos ni se huye de la luz del día, aquí el único denominador común con la imagen mental del no muerto que tenemos, es la irremediable atracción que los vampiros ejercen sobre sus víctimas y las ganas de adueñarse del alma humana (también conocida como fuerza vital). En "Lifeforce" esta figura vampírica es más sexual, más carnal que el misticismo con el que estamos acostumbrados a lidiar cuando hablamos de estos seres, pero ¿qué mas da si Hooper identifica estos seres extraterrestres con vampiros? ¿Cómo resistirse a dejar de ver un instante a Mathilda May y los pechos más amortizados de la historia del cine? El caso es que te lo crees por completo y te metes de lleno en la vorágine que significa el crossover de criaturas, y durante las casi dos horas de duración de la película, siempre quieres más...

El guión, por descabellado que parezca, no hace aguas y es bastante sólido, porque sabe conformar una historia inverosímil de forma verosímil, porque utiliza personajes claves que hacen de nexo entre ida de olla e ida de olla, como son el propio Carlsen (nuestro protagonista) o el mítico profesor Fallada, que naturaliza, sin estridencias, las ideas hooperianas del apocalipsis de los zompiros. De esta manera, encontramos momentos de absoluta cordura en la narración y momentos para el recuerdo que dejan ojiplático al personal por el bizarrismo de lo que están mostrando. Permitidme que en este punto, rememore un fragmento de una escena loca en la que Carlsen intenta "expulsar" al vampiro espacial del cuerpo de una lozana pelirroja, junto con el coronel Caine:

- Carlsen agarrando fuertemente por los brazos a la joven: "Sé que eres masoquista, una masoquista de cuidado, así que te voy a sacar de este cuerpo a golpes. Coronel Caine, salga de la habitación, esto le puede resultar incómodo".

- Coronel Caine:"Tranquilo, siempre me ha gustado mirar".

La cara de salidos de ambos personajes en un contexto de terror tan extraño, os aseguro que deja el culete torcido, pero a la vez, la naturalidad con la que se plantea es tal, que entiendes que esto trasciende a las reglas de la cordura y la linealidad y que es libre albedrío, pero un libre albedrío marcado con pulso firme y sin titubeos que tiren todo por la borda. El deseo sexual huele tan fuerte en "Lifeforce" que se puede considerar como un personaje más. El erotismo de los ochenta flotaba en el aire y Hooper supo aprovecharlo perfectamente bien.

Respecto a los efectos especiales, pues muy de la época. Puro maquillaje y látex, que si bien tiene momentos muy maniquíes, le vienen como anillo al dedo a una producción que siempre desprende un potente aroma británico que precisamente es parte de lo que hace de "Lifeforce" algo tan diferente de las propuestas americanas coetáneas. Efectos equilibrados de los que no se abusa, pero que nunca quedan cortos. Entendible totalmente que ganaran el premio a los mejores efectos en el festival de Cine fantástico de Sitges de ese año.

Y rematando, tenemos grandes actuaciones que cumplen al dedillo con las indicaciones de Mr. Hooper, y justifican con gestos y miradas el ir y venir del guión, emplastando escenas que representan la mezcolanza de "Lifeforce" con giro inesperado, de una forma decidida y totalmente aprovechada para que la fiesta continúe. De esta manera, no sólo debemos recordar a Mathilda May, que pasa desnuda casi todo el metraje y representa la atracción del vampiro a la perfección, sino también a Steve Railsback (Coronel Carlsen) y a un "joven" y espasmódico Patrick Stewart, que le da enjundia a la historia y reafirma aun más el carácter británico del film.

¿Qué sería de la vida sin un punto de locura? Me temo que no sería nada. ¿Qué sería de NUESTRA vida sin cosas como "Lifeforce"?

Corred insensatos, corred a buscar vuestra copia de "Lifeforce" y disfrutad de nuevo de la serie B.


Crítica: Liza the Fox Fairy

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Empiezo esta crítica siendo totalmente sincero ya que me gustaría hacer un par de comentarios antes de entrar a hablar en profundidad del trabajo del desconocido Károly Ujj Mészáros (‘Liza the fox fairy’ es su primer largometraje, antes de esta película, Mészáros había rodado solamente seis cortometrajes, el último de ellos en el año 2008). Personalmente ‘Liza the fox fairy’ me parece una película realmente entretenida, una de esas cintas capaces de levantar el animo en un día gris con su mezcla de humor negro, fantasía y ese punto de rareza que hace de esta película una cinta realmente exótica que junto con su gran banda sonora consigue dejarnos un muy buen sabor de boca.

Pero hay varias consideraciones acerca de esta película que creo que es necesario hacer. La primera de ellas es acerca del tono elegido por Mészáros para contar su historia y la forma en la que este presenta a su protagonista principal. Liza parece ser una hermana menor de Amelie, el tono de fábula bienintencionada (Aunque un poco tétrica) hace imposible que el espectador no se acuerde de la película de Jean-Pierre Jeunet, por lo que si eres una de esas personas que no disfrutaron o que directamente odian las aventuras del personaje interpretado por Audrey Tatou, esta no es tu película.

La siguiente consideración es acerca del mensaje del que habla (O que parece querer transmitir) ‘Liza the fox fairy’: Solo podemos ser felices si tenemos pareja, si no seremos poco menos que unos desgraciados. Cuando en este blog se publicó la crítica de ‘The house of pine street’ se trató el tema de cómo la película parecía culpar a la protagonista del aborto sufrido en el pasado. Obviamente en la cinta de Mészáros no hay ningún aborto (Todo en esta película resulta muy naif, hecho con la intención de arrancar una sonrisa al espectador y no ofender a nadie. La forma que tiene el director de mostrar la muerte de sus personajes es bastante cómica, propia de una película que no deja de ser una fábula rodada para llegar al gran público. Tanto es así que ‘Liza, the fox fairy’ vuelve a la idea del amor verdadero, amor puro que Chris Buck y Jennifer Lee mostraban en la oscarizada ‘Frozen’) pero esta está plagada de ideas acerca de la importancia de encontrar pareja. Parece que la causa de la infelicidad de la protagonista es simplemente que no tiene a nadie a su lado (La película tiene frases del tipo: ‘El destino da a cada uno una pareja’, ‘espero que tenga que ver con un hombre, te mereces un poco de felicidad’). La idea de que (en este caso) una mujer no es nadie si no tiene a alguien a su lado está demasiado presente en muchos de los fotogramas de esta película por lo que desde ese punto de vista, ‘Liza the fox fairy’ me parece que tiene un mensaje un tanto preocupante.

‘Liza the fox fairy’ cuenta la historia de Liza y su amigo invisible Tomy Tani, un cantante japonés fallecido cuando era joven. El mayor anhelo de Liza es conocer el amor pero esta se encontrará con un pequeño problema: Todo aquel que se enamora de ella, muere en trágicas circunstancias (Bueno, realmente podríamos decir que Liza tiene otro problema más: Está tan desesperada por encontrar a alguien que la pobre solo consigue que personas con serios problemas mentales se acerquen a ella).

Mészáros arranca su película usando el típico recurso de la voz en off para presentarnos a su protagonista y sus anhelos así como alguna de sus aficiones (La idea de leer obsesivamente un libro hace que nos acordemos de ‘Citizen Dog’ de Wisit Sasanatieng, aunque en este caso Liza esta aprendiendo japonés y parece entender lo que lee, no como Jin y su libro caído del cielo) dejándonos una genial escena musical entre ella y su amigo e ídolo Tomy Tani. Esta canción y otras más se pueden escuchar de manera gratuita por ejemplo, en el soundcloud de Eric Sumo. La banda sonora de esta película consta de varios temas de Eric Sumo & the fox-fairies, el ‘Levan Polkka’ de Loituma, varias composiciones interpretadas por el Hungarian Studio Orchestra y sobre todo el ‘Jäätytn sade’ de Geronimo que escucha de forma compulsiva el detective encargado de investigar las extrañas muertes que suceden alrededor de Liza. La expresividad de este personaje hace que muchos pensemos en nada mas y nada menos que en el cine de Aki Kaurismaki . El hecho de que este esté obsesionado con el country finlandés y la estética que usa Mészáros para su película hace que la idea de pensar en el director finlandés se acreciente. Investigando un poco podemos observar que esta canción forma parte del recopilatorio ‘Jukebox: Music in the Films of Aki Kaurismäki’ por lo que obviamente esta referencia parece mas que buscada por parte de Mészáros.

El director consigue que si el espectador entra en su propuesta este vea toda la película con interés y una sonrisa en la cara. No se aprecia ningún bajón exagerado de ritmo, algo que suele ser frecuente en este tipo de cintas. Volviendo al ejemplo de ‘Citizen Dog’, la cinta de Sasanatieng se veía con interés pero conforme avanzaba su metraje esta iba perdiendo fuerza y chispa, haciendo que el espectador llegara a su parte final un tanto cansado. Tampoco se aprecia que el director una vez que ha enganchado al espectador, acabe rodando su película con el piloto automático. Podremos considerar que hay algunos momentos o chistes un tanto flojos o forzados (También hay otros simplemente soberbios como cuando Liza habla de su maldición a la policía), alguna escena que sobra (Como la de los ciempiés) pero ‘Liza, the fox fairy’ tiene una gran capacidad para siguiendo una línea prefijaba poder reinventarse y seguir sorprendiendo al espectador.

Mészáros divide su película en los diversos personajes que se van acercando a la desdichada Liza. La excentricidad de estos y el tiempo que están en pantalla es un acierto ya que el director y guionista consigue que ninguno de ellos acabe saturando al espectador. (Es imposible no pensar en Raúl Cimas en ‘Museo Coconut’ al ver a Henrik o no acordarse de los quebraderos de cabeza que le produce a más de uno que parte de la herencia vaya a parar a manos de M. Gustave en ‘El gran hotel budapest’). ‘Liza the Fox fairy’ es una muy entretenida película, excesiva por momentos y demasiado deudora de sus referentes. Mészáros nos deja buenos momentos aunque podemos tener la sensación de que alguna escena se le ha ido de las manos y de que bajo la apariencia de fábula buen rollera estamos ante una historia previsible y que hemos visto mil veces antes. Dejando de lado el hecho de volver a tratar el tema de que la felicidad solo se puede obtener si tienes pareja, ‘Liza the fox fairy’ es una muy entretenida y divertida película con momentos realmente brillantes. Muy recomendable.



Crítica: La Invasión de los Ultracuerpos

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Siempre es un placer, más aun en los tiempos tenebrosos que corren, pasarse de vez en cuando así como quien no quiere la cosa por el club de “Remakes que superaron a su original”. Si recientemente tuve el honor de flirtear con la deliciosa versión de Chuck Russell de “The Blob”, hoy me toca hacerlo, pese a mi marcado carácter monógamo, con otra erotizante reimaginación de uno de los clásicos por definición del terror y la ciencia ficción de los 50 como fue “La Invasión de los Ladrones de Cuerpos” (“Invasion of the Body Snatchers”, Don Siegel, 1956).

Al igual que la película de Siegel, “La Invasión de los Ultracuerpos” dirigida en 1978 por Philip Kaufman, está basada en la novela de Jack Finney, una fascinante anomalía en una filmografía, la de Kaufman, que nada ha tenido que ver con el fantástico, al menos como director, pues bien conocida es su implicación en labores de guionista en el universo del arqueólogo aventurero más famoso de la historia del cine, trabajando tanto en “En Busca del Arca Perdida” (“Raiders of the Lost Ark”, 1981), “Indiana Jones y la Última Cruzada” (“Indiana Jones and the Last Crusade”, 1989) como en la más reciente y triste (por no usar un término menos generoso) “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” (“Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull”, 2008).

“La Invasión de los Ultracuerpos” no solo forma parte del club de “Remakes que superaron a su original”, también del de las películas más aterradoras que haya dado nunca el género. Kaufman se destapó aquí, como todo un maestro en el arte de la perturbación, rodando un filme realmente incómodo para el espectador y lo hizo además, sin necesidad de grandes florituras (si se me permite el chiste fácil), por eso, hablar de “la Invasión de los Ultracuerpos”, es hablar de cine en estado puro, sin adictivos de ningún tipo más allá del talento puro y duro de un cineasta que consigue sacar hasta la última gota de zumo de la naranja para dar forma a un relato fascinante y sobrecogedor del primer al último minuto de sus casi dos horas de metraje.

Una de las cosas que siempre me han maravillado más de la película, es sin lugar a dudas el asombroso partido que se le saca a la perturbadora banda sonora compuesta por el efímero Denny Zeitlin a lo largo de la misma. Esto puede degustarse ya en la mítica secuencia de créditos, donde apoyado en la genial banda sonora, Kaufman consigue convertir unos a priori “inocentes” primeros planos de la comunión entre esporas llegadas del espacio y flores terrestres, en todo un ejercicio de terror cinematográfico en estado puro. Sonoridades frías y minimalistas, que adentran al espectador en ese San Francisco opresivo y sombrío en el que Kaufman nos “invita” a entrar para luego cerrar la puerta con llave detrás de nosotros, arrojarla por el retrete y abandonarnos a nuestra suerte.

Una suerte que supura suspense por todos los poros y que nos adentra en un juego donde la paranoia toma el control de las operaciones en el mismo momento en que Elizabeth (Brooke Adams), despierta una mañana y ve en su marido, a un perfecto desconocido, que comienza a comportarse de forma extraña y a reunirse de forma clandestina con otros desconocidos. Este es el punto de partida de esta vuelta de tuerca con reverso fantástico de las tradicionales historias conspiratorias que es “La Invasión de los Ultracuerpos”. De ahí en adelante, una frenética y vertiginosa bajada sin frenos por alguna de las grandes pendientes de San Francisco. Al volante, un superlativo (como siempre) Donald Sutherland y algún que otro secundario de lujo como Jeff “Mosca” Goldblum o Leonard “Spock” Nimoy.

Si la banda sonora hiela la sangre, sobrecogedor el uso que hace Kaufman de la cámara, como si estuviera haciendo el amor con ella, recorriendo cada centímetro de su sinuosa figura y recreándose en ello, tomándose su tiempo para conseguir que cada plano, por cotidiano que este pueda parecer, degenere en algo perturbador. Es sorprendente, como una película de ritmo tan pausado como esta, puede llegar a resultar tan dinámica... hay que quitarse el sombrero ante la capacidad narrativa de la que hace gala el director en todo momento y es que más allá de su escalofriante puesta en escena, esta revisión consigue que empaticemos con todos y cada uno de los protagonistas y por extensión, que hagamos nuestros todos sus temores. Esto se ve mucho más claro si cabe, si entramos en comparaciones con la horrible versión dirigida por Oliver Hirschbiegel y James McTeigue, “Invasión” (“The Invasion”, 2009), completamente carente de la gran capacidad de incomodar que tenía la cinta de Kaufman.

Pese a la evidente sobriedad del filme, más preocupado en generar sensaciones a base de insinuaciones y del lado más psicológico del relato, la película hace gala de unos efectos especiales superlativos, alcanzando la cúspide en la mítica secuencia del jardín, donde Matthew (Sutherland) intenta ser copiado por una serie de vainas cuando se queda dormido bajo la luz de las estrellas.

Por ello, “La Invasión de los Ultracuerpos” es otro de esos revisionados obligados para cualquier amante del terror, la ciencia ficción e incluso el suspense. Una película inquietante que deja de lado las connotaciones políticas de la cinta de Siegel para centrarse en el terror puro y duro para la cual, parece que no han pasado los años y que a día de hoy, mantiene intacta toda la esencia que la hizo grande en su día y título de culto en los nuestros. Técnicamente sobresaliente, con una banda sonora efectiva como pocas y un pulso narrativo lento, pero ajeno a cualquier tipo de especulación en una historia en la cual no dejan de suceder cosas desde esa oda macabra que son sus títulos de crédito, hasta la mítica secuencia final que inmortalizó al gran Donald Sutherland y que hoy, casi cuarenta años después de su concepción, sigue poniendo los pelos de punta.

Como curiosidad para terminar, recordar el pequeño cameo realizado por el actor Kevin McCarthy, protagonista de la película de 1956, quien aquí da vida en una de las secuencias más escalofriantes del filme, al desconocido que se arroja contra el coche conducido por el personaje de Sutherland, advirtiéndole del peligro que corren, al igual que hacía al final de la primera película. De la misma forma, la actriz Veronica Cartwright (una de las protagonistas de la cinta), tendría también una pequeña aparición en la infame “Invasión”.

La secuencia: No hay duda posible, hablar de “La Invasión de los Ultracuerpos”, es hablar de un gesto, de una mirada, de un dedo acusador y de un grito. No obstante, siempre me ha hecho gracia la curiosa composición que Kaufman nos regala justo al morir la secuencia de créditos iniciales, en la cual, un sacerdote se balancea en un columpio junto a unos inocentes niños en un parque. Muy acorde con el perturbador tono y enrarecida atmósfera del filme.

Lo mejor: Técnicamente impecable, con una fotografía y una banda sonora que quitan el hipo, por no decir que hielan la sangre, amén de unos fx superlativos. Su gran facilidad para incomodar con muy poco y por supuesto, la inolvidable secuencia final.

Lo peor: Lo he intentado, pero de momento, no se me ocurre nada.


Crítica: Bunny, la Cosa Asesina

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Por desgracia, vivimos en una sociedad donde lo documentales de la 2 son delicatessen para los cuatro sibaritas de turno o para aquellos que buscan un somnífero natural que les ayude a alcanzar ese maravilloso estadio zen que es la siesta de sobremesa. Y es que lo que realmente crea escuela, lo que vende, el denominado opio del pueblo, son todas esas estupideces de encefalograma plano donde retrasados hormonados y fulanas pintorrojeadas juegan a los novios, se follan entre todos y se descalifican para el disfrute de todos esos borregos que se amorran como zombies ante la caja tonta y se hacen pajas por las noches con su personaje favorito de turno. Estamos en una sociedad, donde la maquinaria que mueve el engranaje, es lo vulgar y lo soez.

Después de visionar “Bunny, la Cosa Asesina” (“Bunny, the Killer Thing”, 2015) del debutante Joonas Makkonen, a partir de un exitoso cortometraje de cosecha propia, se me revelan tantas respuestas como preguntas se me plantean. La conclusión que saco es que esa vulgaridad a la que hacia mención, también puede tener su recorrido, su pequeño momento de “gloria” dentro del género de terror, de la comedia de terror, para ser concretos, pues solo así se entiende que una película como esta, pudiera resultar premiada en la pasada edición del NOCTURNA. Y es que premios a parte, “Bunny, la Cosa Asesina” (editada incluso recientemente y para más inri, en formato doméstico en territorio español), es uno de los mejores ejemplos de que no existe límite alguno a la hora de degenerar algo (en este caso, un estilo cinematográfico) cuando el propósito es llegar a según que destino.

Makkonen nos propone una comedia de terror con tintes gore que rinde homenaje, parodia o humilla, según se mire, un subgénero tan querido y entrañable para el aficionado al terror como es el slasher. Para ello y en un orquestado ejercicio de populismo, utiliza el sexo, como eje principal de la historia. Lo hace además, de la manera más vulgar posible y dándole todo el protagonismo posible, a falta de buenos actores de carne y hueso y de (buenas) ideas cinematográficas, al pene. Sí amigos, el pene, la polla, el rabo, el miembro, la verga, el cipote, e incluso, el miembro viril, para los más refinados. No cabe duda de que el pene vende, pues aunque parezca mentira, ese pedazo de carne, sigue siendo a día de hoy, un pequeño (o gran) tabú para muchos.

No obstante, parece que la polla se va haciendo un pequeño hueco (literalmente) en el mundo del cine y ya ha tenido buen peso específico en algunas cintas de género reciente. Como olvidar la monstruosa verga de pesadilla que aparecía en “Someone´s Knocking at the Door” (Chad Ferrin, 2009), los ciruelos de goma que utilizaba (e incluso amputaba) el angelito de “Felt” (Jason Banker, 2014) o nabos alienígenas como el visto en “One Eyed Monster” (Adam Fields, 2008)... incluso hemos tenido oportunidad de lidiar con rabos de verdad, de carne y hueso, como el que nos mostró para la causa, ese samurai germano transvestido que protagonizaba “Der Samurai” (Till Kleinert).

Queda claro pues, que las pollas, con todo ese aroma a clandestinidad que emanan (en los casos más higiénicos), tienen bastante poder de convocatoria. Makkonen no duda en exprimir esto hasta límites obscenos y para ello, se inventa a un asesino de diseño concebido para la causa, un mutante híbrido de humano y conejo, que se pasea por los fríos bosques fineses con una enorme polla a modo de tercera pierna con la cual, agrede a sus víctimas, para matarlas en unos casos, para follárselas en otros, al grito de “chochos frescos”. En este sentido y atendiendo a la estética final del personaje, no me ha quedado muy claro si la intención del director era la de mostrar a un verdadero mutante, o a un degenerado embuchado en un disfraz de conejo con una polla de goma atada a la cintura.

Bien, poco importa. La película se resume en el personaje en cuestión corriendo de un lado para otro agitando el nabo cual lazo de cuatrero, mientras aporrea, masacra o viola, a las pobres víctimas que se cruzan a su paso. En este caso, un grupo de jovencitos guarrones que pasaban la noche en una cabaña en medio de la naturaleza escandinava. Y bueno, dicho así, pues no suena tan mal, podría incluso tener su gracia, no se si para ganar un premio en un festival serio, pero si para echarse unas risas con los colegas en una noche de juerga cinéfila... nada más lejos de la realidad. “Bunny, la Cosa Asesina” no tiene puñetera gracia. Todo lo que plasma en pantalla el amigo Makkonen huele a polla sucia (por poner ejemplos gráficos acordes con el tono del filme). Mal interpretada, un guion sin sentido pésimamente estructurado donde absolutamente nada tiene sentido, gags dignos de aquellos zombies a los que hacía referencia al inicio de este análisis y unos efectos especiales bastante mejorables, pese a la abundancia en hemogoblina.

Un absoluto disparate que puede llegar a resultar simpático en sus compases iniciales, pero que termina perdiéndose en las propias limitaciones de la fórmula, dejando de lado el gran potencial de una historia surrealista y grotesca como pocas, pero que en otras manos y con un poquito de gracia, podría haber dado para una de esas bizarradas que con el paso del tiempo, algunos llegan a calificar de “cine de culto”. Por desgracia, “Bunny, la Cosa Asesina” se queda en una simple broma de mal gusto, carente de gracia, de ingenio y de todos aquellos elementos que hacen de este tipo de cine, cuando se hace bien, algo tan entrañable y disfrutable.

No todo el cine tiene que tener sentido, ni tiene que tener buen gusto. Faltaría más. Lo que sí tiene que hacer, es entretener y divertir. El hombre conejo de la polla de goma no lo hace, por más que la menee y por más barbaridades que salgan por esa boca suya. Mucha prótesis y mucha palabrería de almohada, pero a la hora de la verdad, se queda en mucho menos de lo que pregona a los cuatro vientos, resultando, aunque pueda sonar aventurado decirlo por mi parte, demasiado políticamente correcta y mucho menos bizarra y bruta de lo esperado, supongo que por culpa también, de los escasos medios tanto técnicos como artísticos de la cinta. Yo al menos, no he sabido verle la gracia por ninguna parte y mira que me suelen gustar este tipo de burradas.

Lo mejor: La idea no deja de sonar excitante y las dos primeras apariciones del conejo, resultan incluso simpáticas.

Lo peor: Superada la sorpresa inicial de todo el royo guarro este de las pollas y los chochos, lo único que nos queda es una comedia de terror extremadamente cutre y sin gracia alguna.


Crítica: El Cuento de los Cuentos

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Hacía tiempo que el cine europeo no ofrecía una interesante aproximación al fantástico, y es en este caso el cine italiano, el que da el paso con esta extraña fábula titulada “El cuento de los cuentos” (Il racconto dei raconti, 2015), que nada tiene que ver con la obra soviética en stop motion ,“Skazka skazok” (Tale of tales, 1979) de Yuriy Norshteyn –que comparten mismo título-.

La obra del director italiano, Matteo Garrone, adapta de forma libre Lo cunto de li cunti overo lo trattenemiento de peccerille de Giambattista Basile escrito en cinco tomos de 1634 a 1636, cuya propagación de la misma por Europa resultó más exitosa gracias a los Hermanos Grimm por 1837 y también gracias a las adaptaciones realizadas por Charles Perrault, que dieron a conocer relatos tan archiconocidos como “La Cenicienta”, “Rapunzel”, “El gato con botas”, “La bella durmiente” o “Hansel y Gretel”. Datos relevantes para entender el tono y el carácter de fábula y/o cuento de hadas del film de Garrone.

“El cuento de los cuentos” se divide a través de tres relatos sobre tres monarquías, que consiguen entrelazarse en su tramo final para ofrecer una mayor cohesión, aunque posiblemente sea el guión a cuatro manos de M.Garrone, E.Albinati, U.Chiti y M.Gaudioso el punto más débil de la película, adoleciendo de una falta de ritmo en las tres historias que desarrolla, ya que algunas toman mejor relevancia que otras.

Por otro lado, Garrone ofrece una película de empaque internacional con la presencia de actores como Salma Hayeck, Vincent Cassel o Toby Jones y una factura de alto nivel que consigue transmitir el carácter fantástico de la obra, buscando el tono mágico de cualquier cuento de hadas. Cierto es que el director de “Gomorra” (2008) cambia de registro, ofreciendo un film visualmente atractivo que podría emparentarse en momentos a obras como “En compañía de lobos” (The company of wolves, 1984; N.Jordan), “El pacto de los lobos” (Le pacte des loups,2001; C.Gans) “El secreto de los hermanos Grimm” (The brothers Grimm, 2005; T.Gillian) o “The Fall. El sueño de Alexandra” (The Fall, 2006; T.Singh) por citar algunos títulos que me vinieron a la mente al visionar el film.

Se agradece el esfuerzo por todo el equipo técnico, en situar la acción de la película en localizaciones reales por todo el territorio italiano, dando más verosimilitud al relato pero que decae en sus momentos en los que intenta recrear ciertos escenarios o criaturas a partir de unos CGI más bien toscos y que no coinciden con los 12 millones de euros de presupuesto, que parecen más bien destinados a la lujosa ambientación y la barroca puesta en escena, como el maravilloso vestuario de Massimo Cantini Parrini; siendo rematado por la interesante partitura del siempre excelente Alexandre Desplat.

Pero “El cuento de los cuentos” adolece de un metraje poco atractivo en el sentido más festivo, es decir, le falta garra y entretenimiento, todo resulta grandilocuente y maravilloso pero no llega a convencer a través de tres historias que pierden bastante fuelle a lo largo de su desarrollo, y que acaban por ser más bien plomizas que no relevantes. El tono de fábula y cuento de hadas, es conseguido en muchas ocasiones –resultando de gran belleza visual- pero en otras tantas, parecía que estábamos en una versión “low cost” de cine histórico o de una versión de serie B de “Juego de Tronos”. Creo que se tendría que haber trabajado más el empaque formal y visual de las tres historias para crear una mayor cohesión, y formalizar un mundo fantástico y maravilloso mucho más desbordante, ya que en muchas ocasiones el film es un “quiero y no puedo” que no acaba de encajar a la perfección.

De todas formas, me alegro de la recuperación del cine europeo –y más del italiano- de volver a tomar el fantástico con decisión y presupuesto, para volver a retomar un género que de labrarlo más surgirían proyectos tan atractivos como éste pero mucho más redondos.


Crítica: Infierno

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Dario Argento ha sido y es para muchos, uno de los más ilustres cineastas que ha dado el cine de terror. Principal referente del giallo italiano, Argento tiene a sus espaldas en mi opinión y a trazos generales, una mediocre filmografía. Si hace un tiempo hablamos en estas páginas sobre su mítica “Suspiria” sin excesivo entusiasmo, pese a sus inequívocas virtudes escenográficas, hoy le toca el turno a “Infierno” (“Inferno”, 1980), segunda entrega de la denominada trilogía de “Las tres madres”, la cual sería finalizada en el año 2007 con la que sin duda es (no sin mérito) la más floja de las tres películas: “La madre del Mal” (“La Terza Madre”, 2007).

Soy plenamente consciente de lo poco popular que supone el hecho de arremeter contra el trabajo de un cineasta de tal dimensión y mística (por más sobrevaloradas que estas estén a mi juicio), pero la realidad es la que es (en este caso la mía, por supuesto) y tras revisionar la cinta de 1980, queda bastante claro que “Infierno” adolece, de forma más acentuada si cabe, de muchas de las miserias que ya hacían gala en “Suspiria” y por si no era ya suficiente carga, también de alguna otra, por más que como casi siempre, tratándose del bueno de Dario, la puesta en escena sea tan deliciosa que por momentos, y solo por momentos, sea capaz por ella sola, de hacernos olvidar el auténtico despropósito al cual estamos asistiendo.

“Inferno” aboga por el surrealismo ya desde su primer aliento y nos propone una historia imposible que ya de entrada, requiere de un salto de fe que no todos los espectadores serán capaces de dar. Así de entrada, se nos sitúa en un viejo edificio de Nueva York donde Rose, una poetisa que acaba de mudarse al inmueble, encuentra un antiguo libro escrito en latín escrito por un alquimista y arquitecto llamado Emilio Varelli que habla sobre tres antiguas brujas de inusitada maldad y gran poder. Varelli explica en él, ser el constructor de la residencia de dichas brujas. Y aquí encontramos ya la primera gran licencia del nefasto guion del filme, pues por algún extraño motivo, la protagonista está convencida de que el edificio es en realidad, dicha residencia.

Tras una serie de casualidades, Rose encuentra un sótano y en él, una zona sumergida en la cual debe hacer inmersión por casualidades del destino para encontrar una antigua y lujosa mansión bajo las aguas, plagada además de cadáveres en descomposición, lo cual no hace sino que confirmar sus sospechas. No será este el último capricho de un guión que roza lo ridículo constantemente y que es en realidad, tan solo una excusa para que Argento haga gala de su talento escenográfico a la hora de recrear atmósferas pesadillescas y de llevar al extremo el juego con los colores, en especial con esos rojos y azules que hipnotizaron a más de uno en “Suspiria” (no negaré que yo me cuento entre ellos).

El añadido negativo para la ocasión, respecto a la película de 1977, es el nefasto nivel interpretativo de un reparto plagado de pésimas interpretaciones, una poco afortunada alineación de astros si lo sumamos a la triste realidad del guión, que hacen de “Infierno” una película dificilmente creible, más allá de fanatismos y fetichismos personales. Con toda una serie de personajes que entran y salen de la historia como Pedro por su casa, haciendo gala de una anarquía de tales dimensiones, que los propios Sex Pistols habrían necesitado doblarse la dosis para intentar darle algo de sentido a la función. Yo, que de drogas el único tema que toco es el ibuprofeno, aun intento encajarme la mueca ante semejante galimatías en el cual, en ningún momento quedan excesivamente claras las intenciones o motivaciones de ninguno de los personajes.

Tampoco la abusiva y psicodélica banda sonora compuesta por Keith Emerson, quien aquí tomó el relevo de los míticos Goblin (quienes habían inmortalizado tres años antes en “Suspiria”, una de las melodías clásicas por antonomasia del cine de terror) ayuda a que nuestra mente pueda ordenar el críptico rompecabezas que Argento nos escupe a la cara. Queda claro no obstante, que si se intentaba buscar una malsana coherencia entre guión y partitura, esto si que habría que ponerlo en el haber del filme.

Hablar del montaje de la película, es seguir haciendo hincapié en la más absoluta esquizofrenia narrativa. Tijera aquí y tijera allá, para darle aun más empaque de surrealismo a la velada y de paso, acabar de desconcertar al espectador por si este no estaba ya suficientemente descolocado.

Pese a todo este desaguisado, no se puede negar que la cinta desprende cierto aroma embriagador, siempre apoyado por supuesto, en esa delicioso lienzo que solo Argento es capaz de pintar y en el fascinante atractivo de sus propios fetiches personales. Si el uso de los colores ha sido una de sus grandes pasiones y rasgos de identidad, no menos pasional se muestra el italiano a la hora de elegir y tratar con suma elegancia y premeditada casualidad a las féminas que protagonizan sus películas, una constante a lo largo de toda su filmografía y ahí, no se le puede negar el buen paladar al romano. Irene Miracle, Daria Nicolodi y Eleonora Giorgi, componen un trinomio femenino bastante más interesante que el compuesto por las supuestas tres brujas de la historia.

Y no es tanto por la belleza natural o atractivo innato de las actrices, sino más por el uso que el director hace de estas cualidades. Argento adora a la mujer y le rinde completa pleitesia y culto cual templo en cada plano, en cada secuencia, no hay ni un solo encuadre, ni un solo gesto, ni una sola mirada, que sean obra del azar, todo está milimetricamente medido para ensalzar la sensualidad femenina, coloreando de erotismo gran parte de las en apariencia inocentes muñequitas. Siempre apropiadamente desorientadas y atemorizadas, suplicando ser socorridas mientras se llevan el dedo a los labios, dejan entrever sus afilados pezones a través de la tela mojada o andan sobre unos pálidos pies descalzos con las uñas apropiadamente pintadas de rojo Argento.

No cabe duda pues, que el cine de Argento tiene su puntito y que “Inferno”, pese a naufragar como relato y desafiar muchas de las supuestas leyes cinematográficas, no es ninguna excepción. Eso sí, hace falta ser muy “Argentista” para poder sacarle todo el jugo a una película como esta. Aquel que no comulgue mucho ni con el giallo, ni con las peculiaridades del cine de Argento, dificilmente hará la vista gorda ante el cúmulo de barbaridades que se esconden detrás de esta segunda entrega de la trilogía de las tres madres. Nunca el giallo se ha caracterizado por la calidad y coherencia de sus libretos, pero a “Inferno”, en este sentido, hay que darle de comer a parte.

“Infierno” en alta definición: Si hablamos del continente, tampoco la edición en Bluray que se puede encontrar en España, juega muy en favor de la película. En un disco sin prensar, con todo lo que ello conlleva, sin extras de ningún tipo, con una calidad de imagen bastante mediocre con más grano que un adolescente pubertoso y uno de los audios más desastrosos que he escuchado dentro de este formato.

Lo mejor: Estéticamente muy atractiva con algunos momentos de absoluta belleza como la secuencia de la inmersión, plasticidad en estado puro. Eleonora Giorgi, como mejor ejemplo del gran partido que Argento ha sabido sacarle (siempre desde el buen gusto) al género femenino y el hecho de que es tan absolutamente incoherente y absurdo el guion, que el elemento sorpresa está asegurado.

Lo peor: Que nadie intente encontrarle sentido a nada de lo aquí contenido, o corre serio riesgo de un coma cerebral. Quizás tolerable para los afines al giallo, nunca para alguien ajeno.


"Sitges 2016", "Star Trek" conquista la 49ª edición del festival

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'Star Trek' conquista Sitges

La 49ª edición del Festival, que se celebrará del 7 al 16 de octubre, toma la mítica serie como leit motiv

El universo de la mítica saga Star Trek será el leit motiv de la próxima edición de Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que se celebrará del 7 al 16 de octubre. Star Trek cumple 50 años y Sitges –a las puertas de su 50ª edición, que llegará el año próximo– se abre de lleno al universo trekkie dedicándole el cartel y programando diferentes proyecciones y actividades.

La franquicia Star Trek, creada por Gene Roddenberry en 1966, se compone de cinco series de televisión, una serie de animación en 2D y doce películas, además de una docena de videojuegos, diferentes juegos de rol, cientos de novelas y relatos de ficción. Se trata de un auténtico fenómeno de culto y con una infinita legión de fans, que tendrán la oportunidad de encontrar en Sitges la génesis y manifestaciones de la galaxia trekkie.

El cartel de Sitges 2016 toma como referencia, precisamente, Star Trek. Ha sido realizado, un año más, por la agencia China, con Rafa Antón como director creativo ejecutivo; Miguel Ángel Duo como director creativo, y Antonio G. Cárceles como director de arte. El cartel de Sitges 2016 muestra una icona gráfica de Star Trek y está acompañado de una segunda pieza tipográfica, que une el Festival con el más allá.

El equipo de China resume de esta manera su creación: “No hay nada que dé más ganas de viajar que un mapa enorme. Y la imagen de este año no es más que un intento de reflejar el mapa más gigante del mundo: el del universo. Queríamos capturar de manera sutil la infinidad del espacio y las ganas de explorarlo, de llegar donde ningún hombre ha llegado jamás. Y a su vez, localizar el Festival en ese mapa. Un pequeño gran festival en una pequeña ciudad de una pequeña península de un pequeño planeta. Una dirección clara que ayude a todos los fans de Star Trek del universo a encontrarse este octubre, y a compartir juntos esa pasión por el cine y los mundos por explorar”.


Alegría por partida triple pues, para todos los aficionados al universo Trek, pues recordemos que al estreno de la nueva película de la franquicia, "Star Trek: Más Allá" ("Star Trek Beyond", Justin Lin, 2016), previsto para el próximo día 5 de Agosto en territorio español, hay que sumar el anuncio de una nueva serie de televisión con Bryan Fuller ("Hannibal") al frente del proyecto.

 

Crítica: Bite

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Se acerca el verano, se acerca peligrosamente, y puede gustarte más o menos, puedes ser del tipo vampiro de más allá del muro que prefiere mil millones de veces antes el frío al calor, o puedes ser del tipo "el sol me llena de energía" y sentirte feliz cada vez que salen los rayos abrasadores, sentado en un banco mirando al cielo con los ojos cerrados. Seas como seas, todos tenemos un denominador común en esta época, que es el hecho de que una vez que se acerca el verano, se acercan también muy sonrientes los mosquitos, y seas de preferencia verano o de preferencia invierno, lo que está claro es que estos mosquititos nos van a devorar a picaduras y, amiguitos, la molesta sensación de piel irritada, la roncha pequeña que al contacto con nuestra uña y su fricción se convierte en el señor de los ronchones, nos va a acompañar unos cuantos meses, mientras nos engañamos pensando "Bah, es sólo una picadura".

Todo esto lo recuerdo para crear el pánico que se merece esta estación porque ultimamente la maldad se ha apoderado de mi, y para presentaros "Bite", o la última monster movie con cara y ojos y, claro, pústulas también. "Bite" es una serie B de modesto contenido que se la juega todo a una carta, a la de la conversión del humano en monstruo y los generosos efectos especiales, algo bastante común a este subgénero, porque no hace falta recordar que una obra magna como "La Mosca" ya está rodada y al final, lo que el público demanda es baba y viscosidad.

Dicho y hecho, "Bite" apuesta por un camino de arenas movedizas, pero al menos tiene la suficiente cabeza como para no moverse intentando salir del lodo, "Bite" se queda quieta esperando ayuda y eso le funciona, pues el hecho de que el guión deje unos agujeros más grandes que la mordedura de algún animal gigante salido de "El Alimento de los Dioses", no perjudica en demasía un resultado que apuntaba desde el principio a otro lado, el de la transformación.

Os hablo un poquitín de la historia para que nos pongamos todos en situación: tres amigas estadounidenses viajan a centroamérica para celebrar la despedida de soltera de una de ellas, Casey ( Elma Begovic). Allí, entre juerga y juerga, en un baño furtivo en una zona prohibida para turistas, Casey es mordida por un bicho. Cuando regresan a casa, la realidad de la nueva vida que va a emprender hace que su mundo se venga abajo y Casey comienza a experimentar cambios físicos que determinarán dramáticamente su destino.

Obviamente, como todos habréis deducido cuando habéis leído un poco más arriba "monster movie", el final está claro sin necesidad de ver la película. Sabéis que solo hay dos maneras de hacer esto: con bicho gigante asesino que se las sabe todas ("Stung" por poner un ejemplo reciente), o con transformación humano-bicho ( "La Mosca"). Una vez decidido el camino que se recorrerá, la diferencia entre lo notable y lo mediocre la marcará el guión, así como la diferencia entre lo entretenido y el fracaso, la marcará el desarrollo del personaje, la evolución más física. De "Bite" se puede decir que es una cinta mediocre con una evolución de personaje fantástica que termina siendo bastante disfrutable por los momentos tan desagradables que nos regala y la poca importancia que se da a sí misma, más allá de la parte puramente estética (como ocurría en "Thanatomorphose").

En general a las monster movies las valoramos por lo grotesco del asunto, y como tal, "Bite" no escatima en jugosidad y ofrece una de las transformaciones más cuidadas y desagradables (en el buen sentido, claro) de cuantas hayamos visto, porque en esto, la tendencia es siempre a la mejora y siempre que haya un buen maquillaje de por medio, este factor asegura el aprobado holgado.

A partir de aquí, uno se puede preguntar por qué se cuidan tan poco los guiones, por qué no hay origen ni objetivo, por qué sólo hay desarrollo, pero entonces hablaríamos de otro tipo de películas y dejaríamos de centrarnos en las huevas, las pústulas, los fluídos, el carácter siniestro del nido, los efectos sonoros y el instinto depredador, que en realidad es lo que se espera que destaque en "Bite". Entendiendo pues que el mordisco es lo que destaca y lo que alimenta cada minuto de metraje, "Bite" se disfruta, y aunque siempre te queda el amargor de creer que dará un pasito más que nunca da, en su subgénero de películas de transformaciones insectiles más reciente, es de lo más curioso y entretenido que vamos a ver.

Ya voy sintiendo el verano, pero yo estoy tranquila, porque también existen otros dos tipos de personas: las que sufren las picaduras de los mosquitos de manera abusiva, y las que tenemos la suerte de tener una sangre muy poco apetecible para estos insectos. La mía parece ser que les repele y nunca me pican, así que permaneceré en la sombra escuchándoos a vosotros pronunciar la siguiente frase una y otra vez: "Bah, es sólo una picadura".


Crítica: Darling

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Cuando fundes tu vida a negro, la mente se queda en blanco. Yo he visto parte del mundo en blanco y negro y me han llamado "querida" porque no se acordaban de mi nombre. Cuando fundes tu vida a blanco porque ya no eres capaz de distinguir lo que quieres y lo que debes hacer, la mente se queda en negro y ya nadie te llama ni siquiera "querida". Cuando estás en ese punto, ver la vida en blanco y negro es la peor de las torturas, pues los colores sólo viven dentro de ti y no eres capaz de dejarlos salir por miedo, vergüenza o culpabilidad.

"Darling" es una de las mejores películas modernas que vais a poder ver, rodada íntegramente en blanco y negro y eso debería seduciros, porque "Darling" es pura seducción y expresa con los mejores recursos todo lo mencionado más arriba, para que sintamos lo peor de lo mencionado más arriba y lo mejor de lo que mencionaré más abajo. "Darling" es la atracción de una mala psique, las ganas de recomponer una pieza destrozada y una gran casa a la que nunca se puede llamar hogar.

Capítulo 1- HER

Ella es una mujer de grandes ojos que trata de mirarlo todo para controlarlo todo, para que no se le escape nada y que así no la vuelvan a coger por sorpresa, porque los traumas son el lobo de caperucita y hacen que se te agranden los ojos para que siempre mires lo que está ocurriendo y lo que ocurrió, y es así como nuestra protagonista, Darling ( Lauren Ashley Carter), lo mira todo curiosa, desea abrir puertas cerradas, observa su objetivo de cerca y da la vuelta a una cruz como si fuera su propia vida, para que el descenso al Infierno sea lo más rápido posible.

Capítulo 2- INVOCATION

El director de "Darling", Mickey Keating invoca varios espíritus cinematográficos a la hora de dar luz a este proyecto, que en su mente debió ser soñado como piezas de un puzzle que montar sin apenas respirar. En esta invocación, aparecieron en su personal ouija, Roman Polanski quien le enseñó que la repulsión se gesta en largos pasillos, puertas cerradas y se nutre de frágiles jovencitas atormentadas por un trágico pasado. Stanley Kubrick, quien le mostró que el resplandor de ciertas mentes en un entorno apropiado para la maldad, brilla como el cristal reflectando el fuego, pero es tan imposible como quien trata de no hacer caso a unas voces que cada vez suenan más fuerte. Es esta invocación la que hace que incluso Hitchcock se encienda un puro y observe cómo nuestra querida niña camina con zapato plano como si levitara en lugar de pisar firme y su psicosis fuera la nuestra.

Capítulo 3- THRILLS

"Darling" es el cuento que se les lee a quienes no quieren dormir, pues Darling pretende que el pasado desaparezca y que el presente le haga un poco más libre de sí misma, es por eso que Keating refuerza su argumento, de una forma constante, con recursos estilísticos propios del cine indie y el efectismo del terror moderno con ese aire vintage que embriaga, que requiere de fotogramas psicóticos, rápidos flashbacks y ensoñaciones speedicas que rompan con la calma que crea desde el inicio, para que el espectador vaya imaginando cómo termina el cuento. Todo esto apoyado en una excelente elección de cada efecto sonoro, de cada segundo, de cada tema musical, de cada portazo en tu cara. Pero es precisamente en esos flashbacks donde yo eché en falta un poco más de argumento, y entendiendo que no es algo que se le pasara por alto al director sino algo premeditado, desde mi perspectiva de persona curiosa, necesitaba escarbar un poco más en las cicatrices del costado.

Capítulo 4- DEMONS

"Darling" utiliza una narrativa que juega a la trampa, abriendo tres frentes: el que sugiere con el nombre de sus capítulos y la historia de la casa que Darling cuida, el que muestra su protagonista en ese agónico descenso al infierno y el que se desprende del final con cada palabra de Madame (Sean Young). Hay que tener en cuenta entonces que "Darling" puede contentar a un variado grupo de espectadores de género ya que no apuesta por una sóla idea, pese a que es una cinta muy dirigida, precisamente, al tipo de amante del género que huye del susto fácil y la trama mascada de esas películas que no pesan en la memoria.

"Darling" tiene un empaque muy determinado que sabe a postre, a aquello por lo que estamos esperando y para lo que siempre tenemos un hueco. "Darling" es como un demonio que saca las garras cuando se ve amenazado y da zarpazos que destrozan la garganta y llenan las paredes de sangre, sangre que termina corriendo por un desagüe que Darling ve como su propia vida, porque no hay mejor sitio para llorar que en la ducha, cuando las lágrimas y el agua que te cae se funden y se confunden, y de esta misma manera no hay mejor sitio para redimirse que una bañera sedienta de sangre.

Capítulo 5- INFERNO

Es necesario que existan propuesta como "Darling", que cogen algo de aquí y de allá y lo llevan a un terreno nuevo para intentar innovar, renovar un género que debería estar en constante cambio y que muchas veces se anquilosa en fórmulas exitosas que terminan implorando su autodestrucción por sobreexplotación, para que volvamos a amar al genero y entiendo que el show bussiness es eso, negocio, pero ¿quién dijo que el arte no puede ser rentable? Se puede y se debe intentar crear arte dentro de la belleza, de la fealdad, de la sangre y de la contemplación. Se puede y se debe crear arte si hay talento, debería ser obligatorio. Se puede y se debe indagar en diferentes posibilidades artísticas para crear arte. No me cabe duda que Mickey Keating intenta crear arte, él puede hacerlo y por tanto debe hacerlo y su Infierno hubiera sido hacer cualquier otra cosa que no fuera una película así, aunque no sea redonda y se quede escasa en ciertos aspectos. El Infierno de nuestra querida Darling es abrir la puerta de su propia mente y horrorizarse con lo que allí encuentra. El Infierno del espectador es acompañarla en este viaje sin poder mirar con ella a través de la ventana.

Os animo a ver este trocito de vida en blanco y negro, porque no os dejéis engañar con publicidad y falsos consejos que no pretenden ayudar, en ocasiones, los colores no van a hacernos más felices. Yo os aseguro que en esos momentos, la perspectiva la consigues únicamente con el blanco y con el negro.



Crítica: Salvar el Planeta Tierra

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En el año 2014, ‘Hwayi: Monster boy’ de Joon-Hwan Jang se alzó con el premio especial del jurado en la sección Focus Àsia del festival de cine fantástico de Sitges. La cinta que se beneficiaba del gran trabajo de Jin-gu Yeo que daba vida al joven protagonista, seguía la línea de ese cine de violencia y venganza que tan bien se les da a los surcoreanos y tanto nos gusta por estos lares. Bien acompañado por Yun-seok Kim (‘The Chaser’, ‘The yellow sea’) lo único que se le podía echar en cara a la película era su duración y la sensación de que, a pesar de encontrarnos ante otra de esas cintas que como espectadores disfrutamos mucho, esta abusaba demasiado de ciertos clichés haciendo que el exceso de la historia no consiguiera eclipsar la sensación de estar ante una cinta que ya hemos visto mil veces antes.

Diez años antes, Joon-Hwan Jang se puso detrás de las cámaras para dirigir el que fuera su primer largometraje y nos dejó en ‘Salvar el planeta Tierra’ una excesiva cinta que mezclaba el humor con la ciencia ficción, los secuestros, las investigaciones policiales y los chubasqueros salpicados de sangre, y todo esto a ritmo de las archiconocidas canciones ‘Over the Rainbow’ (En su versión del grupo coreano Transfixion) y ‘Besame mucho’ (Aunque el uso de esta última dista mucho de la forma escogida por Wong Kar-wai de utilizar esta canción en alguna de sus películas). ‘Salvar el planeta Tierra’ es otra de esas cintas que podrán gustar o no, pero que desde luego se muestran total y absolutamente sinceras con el espectador desde el comienzo de la misma: Joon-Hawn Jang deja patentes muestras del exceso y de la excentricidad con la que el espectador se va a encontrar a partir de ese momento.

Tras el comienzo de esta película todo el mundo sabe que puede esperar de una película como esta, otra cosa es que el espectador pueda ser capaz o no de conectar con la manera escogida por el director coreano para contar su historia, con su sentido del exceso y del espectáculo (Cuando escribí la crítica de ‘Meteletsa: Winter of the dead’ hice un comentario prácticamente parecido. Ambas cintas se muestran sinceras con el espectador y nadie podrá considerar que se les ha engañado. Si bien ‘Salvar el planeta Tierra’ deja claro el histrionismo y su exceso, la película de Nikolay Pigarev hace lo propio pero mostrando su falta de chispa y fuerza lo que deriva en una cinta realmente aburrida).

Byeong-gu está obsesionado con la idea de que los extraterrestres están entre nosotros. Tras arduas investigaciones, este llega a la conclusión de que el dueño de una importante industria química es uno de ellos y se puede comunicar con su líder supremo mediante telepatía. Byeong-gu tomará una drástica decisión: Secuestrar al empresario para así poner fin a la invasión y poder salvar al planeta.

Aunque ‘Salvar el planeta Tierra’ se mueve en varios niveles tocando géneros muy distintos pero sin centrase especialmente en uno (Comedia, ciencia ficción, thriller, torture porn…) la palabra que mejor define a esta película es simple y llanamente: Exceso. Y esto es algo que puede jugar tanto a favor de la cinta como en contra debido a que la manera escogida por el director para narrar la historia de Byeong-gu puede resultar lo suficientemente atractiva para todos los amantes de las rarezas y del cine que se mueve fuera de los parámetros que consideramos convencionales y que juega con ideas propias de ciertos géneros para jugar con ellas, pero puede frenar al resto. Acercarse a ‘Salvar el planeta Tierra’ es hacerlo con ganas de divertirse y sorprenderse. Aunque la cinta de Joon-Hwan Jang posee el gran problema de muchas de las cintas actuales y que también tiene su siguiente película ‘Hwayi: Monster boy’ y no es otra cosa que su duración (En este caso nos vamos hasta las casi dos horas de metraje) la película se sigue, si el espectador ha conseguido entrar en ella, con creciente interés lo que deriva en que una vez finalizado su visionado recordemos a ‘Salvar el planeta Tierra’ con gran simpatía (Y eso hoy en día no es fácil de conseguir).

Es inevitable pensar en varias películas a la hora de ver ‘Salvar el planeta Tierra’. En alguno de los casos es clara la intención de Joon-Hwan Jang por jugar con esas referencias (Como ocurre con ‘Sospechosos habituales’ de Bryan Singer o ‘2001: Una odisea del espacio’. Momento que nos deja sin duda alguna la mejor escena de la película. La reformulación de las historias bíblicas fusionadas con la cinta de Kubrick nos deja uno de esos momentos que por si solos justifican ya el visionado de la película. Esos minutos resultan, desde el punto de vista de la persona que escribe estas líneas, absolutamente soberbios) junto con otros que están presentes en la memoria del espectador (Mas de uno se acordará de ‘Maniac’ de William Lustig o de la versión de Franck Khalfoun ya que los protagonistas de estas cintas y Byeong-gu trabajan con maniquíes.

¿De verdad nadie pensó en lo tétrico que resultó el último anuncio de la lotería de navidad en España?. Incluso, aunque de una manera más forzada, ese viaje en coche que se muestra en los títulos de crédito iniciales pueden llevar a más de uno a recordar el viaje de ese extraño consejero sentimental de ‘Milocrorze – A love story’. Aprovecho estas líneas para reivindicar la película de Yoshimasa Ishibashi, otra de esas cintas que también hacen del exceso su seña de identidad pero que resulta tremendamente entretenida y muy interesante. El hecho de que el protagonista secuestre y torture al dueño de un imperio químico también hará que más de un espectador se acuerde de algunas cintas surcoreanas. Por momentos la manera que tiene Joon-Hwan Jang de contarnos la historia de Byeong-gu pueden llevarnos a pensar que estamos ante una especie de parodia de la trilogía de la venganza de Park Chan-wook ).

Pero el exceso del que hace gala la película hace deriva en que a su director se le vaya de las manos la historia que maneja haciendo que la cinta tenga un ritmo desigual y que alguno de los personajes resulten demasiado caricaturescos y poco perfilados (Véase por ejemplo el caso de la novia equilibrista del protagonista). El director surcoreano se marca lo que podríamos llamar ‘un Hitoshi Matsumoto’ y sin llegar a lo que hizo el japonés en su cinta ‘Big Man Japan’ nos deja una parte final absolutamente delirante que aunque esta a la altura de lo esperado sorprenderá a mas de uno.

‘Salvar el planeta Tierra’ es una cinta excesiva. Una de esas películas en las que o se entra y se disfruta o parece una tomadura de pelo. A todos aquellos que estén cansados de ver siempre el mismo tipo de cine que copa las salas le recomiendo ver una película como esta (Fue editada en España de la mano de Avalon). Para todo aquel que no le gusten las rarezas o, digámoslo directamente, las fricadas, mejor abstenerse.

Lo mejor: La manera en la que el director fusiona ciertas historias de la Biblia y ‘2001: Una odisea del espacio’.

Lo peor: Lo radical de su propuesta puede frenar a más de uno. Su excesiva duración.


Crítica: Eat

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Si hay una cosa que me repugna y me saca de quicio, es la gente que se muerde las uñas. He visto de todo. Gente que se mete el dedo en la oreja y cuando lo tiene bien untado, se lo chupa como si no hubiese un mañana. Gente que se hurga la nariz cual excavación petrolífera y cuando tiene el moco más viscoso, se lo lleva a la boca para mascarlo a modo de chicle e incluso gente que se saca la roña resultante entre los dedos de los pies para luego olerse los ídem de la mano. Si, hay que ser cerdo, pero yo lo he visto. Allá cada uno como se excite. Pues con todo, me sigue dando más grima la gente que se muerde las uñas de las manos (de seguro lo harían también con las de los pies de tener esa posibilidad).

“Eat”, debut cinematográfico de Jimmy Weber, va un poco de todo esto. De viajar hacia lo desagradable, al tiempo que le pega una buena dentada en las pelotas a modo de sátira crítica al noble arte de la interpretación aplicado a la industria de Hollywood y de hacerlo además, viajando en Renfe, es decir, viajando mal. Y eso que tengo bastante claro tras el visionado de la obra, que el amigo Weber y yo, compartimos fobia hacia los “come uñas”. Lo tengo claro, porque el director, eleva dicha fobia, a la categoría de enfermiza obsesión y eso, que tan solo estamos intuyendo la tímida punta del iceberg, pues es cierto que “Eat”, va de llevarse cosas a la boca, va de ese apetito voraz que no somos capaz de satisfacer y va también, de esa muchas veces extraña y dificilmente comprensible relación existente entre los entresijos de mente y los placeres de la carne (ya sea vieja o nueva, como nos enseñó aquel sabio de nombre Cronenberg).

El canibalismo comienza a ser un tema bastante manido dentro del género de terror. Harto olvidados han quedado ya aquellos tiempos donde uno se escandalizaba con el lado más siniestro del apetito humano al degustar títulos como “Cuando el Destino nos Atrape” (“Soylent Green”, Richard Fleischer, 1977), “Holocausto Canibal” (Ruggero Deodato, 1980) y más recientemente “Ravenous” (Antonia Bird, 1999) o “Somos lo que Hay” (Jorge Michel Grau, 2010) por citar alguna de muchas. Más exclusividad encontramos en el caprichoso hecho de comerse a uno mismo, ahí tenemos un buen exponente en la francesa “En Mi Piel” (“Dans Ma Peau”, Marina de Van, 2002) y es precisamente ese sendero, o uno bastante cercano, el que recorre la película de Jimmy Weber, el del auto-canibalismo.

Y al igual que ocurría en la cinta de Marina de Van, quien se devoraba a ella misma, en “Eat”, el impulso de auto devorarse está directamente asociado a un estado muy concreto de la mente, pues es cuando el sujeto es expuesto a ciertas emociones, cuando siente esa necesidad primitiva de engullir su propia carne. Quizás esto, no quedaba tan claro en la película de Marina de Van, donde quizás se asociaba más el trastorno a algún tipo de enfermiza perversión. Si en “Eat”, donde la protagonista utiliza este curioso hobbie como consecuencia directa de la frustración y el fracaso, aunque tampoco creo que sea de especial relevancia indagar en las causas que lo propician, pues lo realmente interesante de la cinta, amén de la manida crítica de turno al negocio de Hollywood y al peso específico que tiene la imagen en esta sociedad muchas veces, carente de valores, reside en la carne en sí misma y en la capacidad por parte del director, de hacernos experimentar toda una serie de sensaciones que muchos, creíamos tener muy superadas.

No soy una persona que suela horripilarse ni rasgarse las vestiduras con lo que ve en pantalla y ni mucho menos, soy una de esas personas que siente la necesidad de apartar la vista de la pantalla para ahorrarse algún que otro disgusto, pero debo reconocer que “Eat” ha conseguido que lo haga en más de una ocasión, gesto además, acompañado por un fuerte apretamiento de ojete y todos sabemos, que lo de apretar el ojete no es un acto baladí que debamos pasar por alto. Por ello y en esa búsqueda interminable de sensaciones y nuevas experiencias como la que muchos entendemos esto del cine, no cabe duda de que “Eat” aporta su granito de arena, aunque sea en el dudoso marco de éxito de lo que vendría siendo la escatología.

Esto no deja de tener si cabe, un valor añadido, pues no es “Eat” una película que verse exclusivamente sobre el cine de terror, en realidad, diría que ni mucho menos es el ingrediente que predomina en la receta de un título que más bien pretende contarnos el enésimo cuento para no dormir sobre el fracaso y las consecuencias que este tiene sobre cada uno de nosotros. En este caso el de una actriz frustrada víctima de las miserias de la industria. Grandes esperanzas de futuro que se tornan en una oscura pesadilla de presente, una macabra espiral de la cual uno, es incapaz de escapar por más empeño que ponga en el intento.

La gran virtud de “Eat” es su capacidad por resultar extremadamente desagradable, sí. Pero lo más curioso es que las cotas de éxito son mucho mayores cuando lo hace a base de sutileza, que a base de embudo. No cabe duda que en este caso, el erotismo (como casi siempre) funciona bastante mejor que la pornografía y en “Eat”, una simple insinuación, vale más que la más gore de las imágenes, que las tiene. Por ello, la tragedia se masca en cada fotograma a modo de crónica de una muerte anunciada poniendo a prueba nuestra capacidad natural de contraer el culo.

Por desgracia, no todo es fiesta y contracción anal en “Eat”, pues para encontrar el placer, tenemos que soportar nuestras buenas dosis de dolor. Placer y dolor, ya lo decían los cenobitas. En este caso, el dolor viene dado por un guion repetitivo y muchas veces exasperantemente divagante sobre una misma idea que no hay que tener muchas luces para ver que da para lo que da y por supuesto, el resto de metraje hay que rellenarlo con algo, ese “algo” son un sinfín de irrelevantes diálogos sin el menor interés que funcionan a modo de agua y harina (que pega, pero no es pegamento) entre las eróticas comilonas onanistas de la protagonista, una más que solvente y rubísima Meggie Maddock, sobretodo si la comparamos con el resto de un reparto que se mueve, en el mejor de los casos, en la más absoluta “mediocridad”, por no salirme de lo políticamente correcto.

Ya hacia los bises del concierto, se introducen algunos nuevos elementos a la trama que la introducen más, no sin cierta artificialidad y alguna que otra nota de surrealismo, en terrenos más cercanos al terror o al thriller de corte más visceral que terminan de embarullar más si cabe, una mezcla que ya de por sí hacía gala del suficiente mestizaje estilístico como para liar más el asunto. Supongo que un intento desesperado por sacar al espectador de esa cárcel de anodino aburrimiento en la cual cumplía condena a falta de visitas. En este caso, no en forma de esposas con ligueros y la vagina perfumada, sino de la rubia en cuestión degustando el sabor de su propia carne haciendo gala de buenas dosis de escarnio y mala baba.

Una película curiosa que sin apenas medios y con una historia tan sencilla como tronada, consigue resultar por momentos, de lo más inquietante y perturbadora, aunque para ello, nos obligue a ahogarnos durante el proceso en el aroma de nuestros propios bostezos. Dicen que somos masoquistas por naturaleza, y aquí se trata de pasarlo mal para poder pasarlo peor, así que igual, hay bastante de cierto en ello. “Eat” no pasará a los anales de la historia del cine e incluso algunos, querrán darse cabezazos contra la pared (o lo que es peor, que me los de yo por haber podido convencer a alguien de que vale la pena perder el tiempo con esto), pero lo que no se le puede negar es que desagradable, es un rato. Y al menos en mi caso, se trataba de poco más que eso.

Lo mejor: La capacidad de meter el dedo en la llaga hasta el hueso de algunas escenas, es de juzgado de guardia. Los fantásticos FX y destacar también, la personal y “popera” secuencia inicial de créditos, todo un ejercicio de estilo.

Lo peor: Si arrancas de la ecuación dichas escenas y ya vienes con la lección sobre las miserias de la industria, aprendida de casa, lo que queda es un melodrama bastante soporífero.


Crítica: Night of the Demons (1988)

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La industria del cine es en muchas ocasiones como una gigantesca mano que estruja una diminuta teta de vaca para extraer hasta la última gota de leche. En los últimos años, hemos tenido en la festividad de Halloween, uno de los mejores ejemplos de que cuando algo se pone de moda, no hay que separar la bota de la garganta ni un solo instante mientras exista un mínimo aliento de vida. Por ello, tras la creciente popularidad de tal festividad norte americana, tanto dentro, como fuera de sus fronteras (el fenómeno en España, también está en auge, desbancando tradiciones tan nuestras y “respetables” como el garrote vil o el toro de la Vega... bueno, lo primero tendría un pase si fuera para aplicárselo a los que defienden lo segundo), no es de extrañar que el panorama cinematográfico fantástico, engendre todos los años algún que otro título con temática Halloweenera.

Por desgracia y como suele ocurrir, cantidad y calidad son dos conceptos que rara vez van de la mano y tras el aplastante éxito de “Truco o Trato” (“Trick ´r Treat”, Michael Dougherty, 2007), los aficionados al género de terror tenemos que aguantar (por no decir, sufrir) todos los años, llegadas ciertas fechas, todo un aluvión de mediocridades que intentan explotar el creciente interés del populacho por la fiesta de Halloween. Todo el mundo quiere encontrar esa película perfecta para ver con los colegas mientras el amargo sabor de la cebada se adueña del gaznate y la expectativa de llevar a nuestro lecho (o al que sea) con oscuras intenciones a esa amiga de turno algo perjudicada por el alcohol, perfectamente embutida en un disfraz de vampira sexy, crece por segundos.

Pues bien, con lo de la señorita no os puedo ayudar, allá cada uno con sus habilidades, pero en lo de la elección de la película, ya puedo meter algo más de mano, si se me permite el chiste fácil y es que si hay un título perfecto por definición, para tal evento, ese es sin ningún lugar a dudas “Night of the Demons” (Kevin Tenney, 1988), película que recordemos, ya tuvo su respectivo (por no decir, obligado) remake (estupendo, por cierto, todo sea dicho) en el año 2009 de la mano del casi siempre solvente Adam Gierasch y con el incombustible ex-John Connor, Edward Furlong al frente, para darle más erotismo si cabe, al asunto.

Tenney, todo un asiduo al género allá por finales de los ochenta y bien entrados los noventa (recordemos que fue quien firmó las dos entregas de “Witchboard”), se adelantó al boom de Halloween con la típica película de terror de serie B que tanto proliferó en la década de los ochenta. De hecho, “Night of the Demons” es una serie B de manual que contiene absolutamente todos los ingredientes que han hecho de este subgénero uno de los más amados por el aficionado de a pie. Y eso, que se encuentra bastante lejos de ese Valhalla cinematográfico hacia el que hay que peregrinar para alcanzar el tan ansiado status de cine de culto.

Pese a todo, no se puede negar que “Night of the Demons” es una de esas cintas que siempre le dibujan a uno una macabra sonrisa al recordarla, sobretodo, porque en algunas ocasiones, la memoria, o la falta de ella (en este caso), juega muy a su favor. Y es que vista a día de hoy, la broma no pasa de simpática en un contexto estrictamente cinéfilo y consideraciones “fiesteras” a parte.

Lo primero que salta a la vista cuando uno encara el revisionado de la película de Tenney, es el pésimo nivel interpretativo de todos los integrantes del reparto, incluso para estar hablando de una serie B. Si e ello, le sumamos el como no podía ser de otra forma, lamentable doblaje al español, es como para levantarse del sofá e intentar probar suerte en otra parte. Pero un poquito de paciencia basta para que nos los repensemos y sigamos en sintonía, pues el amigo Tenney, que de tonto no tiene un pelo, tiene muy claro lo que el adolescente fiestero quiere, y no se quema mucho metraje (apenas unos minutos) antes de que una sexy e inocente Cathy Podewell, se baje las bragas y nos muestre las posaderas.

Ya con toda nuestra atención ganada, los tópicos ochenteros se precipitan tan rápido que casi no da tiempo a asimilarlos. Un grupo de jóvenes donde no falta ni uno solo de los roles de la época: la chica inocente, el novio pijo que quiere robarle dicha inocencia, el tipo duro macarra, el gordo pervertido y maleducado ,la guarrilla, la siniestra, la tontita y Rodger. Sí, porque cualquier serie B que se precie, tiene a su propio “Rodger”. Ese personaje entrañable al que un día conocimos y que nos acompañará el resto de nuestras vidas. Rodger es el alma de la fiesta y auténtico epicentro de las mejores risas de la función. Pocas veces un personaje de una serie B, tuvo la palabra “muerte” tatuada en la frente y consiguió sobrevivir a ello, haciendo del arte del escape, toda una religión con la que adoctrinar a posteriores generaciones. Alvin Alexis dio vida a un personaje para el recuerdo, y el mío, desde estas mismas lineas.

Si los personajes son de manual, las situaciones no desentonan. Un caserón en las afueras de siniestro pasado, una leyenda sobre diabólicas entidades del más allá que les mete el pito para adentro a ellos y les aprieta el culete a ellas, un grupo de jovencitos salidos (ya con el pito en su sitio) pasándolo bien y una inevitable sesión de espiritismo. ¿Quién se iba a resistir a pedir una pizza con semejantes ingredientes? Pues evidentemente, nadie. De hecho la fórmula sigue estando vigente en la actualidad, ahí queda por ejemplo, la reciente “Exeter” (Marcus Nispel, 2015) como perfecta descendiente directa.

Pero más allá de la fórmula de la coca cola o de las gracietas de Rodger, si por algo se ha recordado a la película de Tenney a lo largo de los años, es por el misticismo de alguna de sus secuencias. En especial la mítica danza de Ángela (Amelia Kinkade) junto al fuego de la chimenea al son del “Stigmata Martyr” de los Bauhaus, una de las postales más populares del terror de los ochenta y que en la versión de Gierasch, fue actualizada en las carnes de Shannon Elizabeth y con el “Black Nº1” de Type 0 Negative, en una secuencia bastante más enfocada a calentar braguetas que la original, con pico lésbico incluido.

Esta es la más mítica, pero no la única. También para el recuerdo quedó una posesa Linnea Quigley, metiéndose un lápiz de labio por el pezón. Secuencia que fue reinterpretada en la versión de 2009 a bombo y platillo gracias a la voluptuosidad de la conejita Bobbi Sue Luther. Y es curiosamente, la propia Quigley, quien le discute a Amelia Kinkade el primer puesto en el podio de los bailes erótico festivos del terror de los ochenta, no en “Night of the Demons”, sino tres años antes en “El Retorno de los Muertos Vivientes” (“Return of the Living Dead”, Dan O´Bannon, 1985), en aquella inolvidable secuencia en el cementerio con la señorita Quigley como dios nuestro señor la trajo al mundo y rojos cabellos.

Y por supuesto, no podía terminar este pequeño recuerdo a la cinta de Tenney sin hacer mención a los fantásticos efectos especiales recreados para la ocasión y claramente deudores de lo visto en “El Exorcista” (“The Exorcist”, William Friedkin, 1973), sobretodo en lo que concierne al rostro de Ángela, que debió ser poseída por algún pariente cercano del que lo hiciera con la pequeña Reagan. Grandes caracterizaciones para una película que pese a no contener excesivas escenas gore, hace gala de una estupenda puesta en escena y de una más que correcta ambientación, con alguna que otra aparición demoniaca de lo más sugestiva gracias no solo al trabajo de maquillaje, también al buen uso de la cámara y al juego de luces.

“Night of the Demons” no es ni de lejos, una de las grandes serie B de los ochenta, pero si contiene los suficientes elementos como para hacer de ella, tanto un entrañable recuerdo como un disfrutable visionado en la actualidad. Una película entretenida, con buenos efectos especiales, un par de secuencias míticas, alguna que otra risa y en definitiva, todos aquellos ingrediente que para bien o para mal, han hecho grande este subgénero. Recomendable revisionado... sobretodo, para aquellos que sigan manteniendo intactas sus expectativas con la moza de turno.

“Night of the Demons” en Bluray: Nuevamente, tenemos que hablar de una edición mediocre y poco digna de un producto tan entrañable como este, con una calidad de imagen que no pasa del suficiente y un sonido tan horroroso, que es casi imposible seguir los diálogos cuando hay música de fondo.

Lo mejor: Entretenimiento sin pretensiones, sus dosis de misticismo y el cachondo final a lo “Creepshow”.

Lo peor: Las horribles interpretaciones y lo tarde que comienza la fiesta, dando como resultado un tramo final más atropellado de lo deseado.


Crítica: Night Fare

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Ya ha llovido lo suyo desde que la denominada Nouvelle Horreur Vague nos explotara en toda la cara y marcara un antes y un después dentro del género fantástico, y no solo en su Francia natal, también en el resto del viejo continente. Uno le da vueltas con los dedos al sintonizador del cerebelo para traerse a la memoria salvajadas del calibre de “Alta Tensión” (“Haute Tension”, Alexandre Aja, 2003), “A L´Interieur”, Alexandre Bustillo & Julien Mauri, 2007), “Martyrs” (Pascal Laugier, 2008) o “La Horde” (Yannick Dahan & Benjamin Rocher, 2009) y la máquina de salivar, se pone a funcionar a máximo rendimiento. Pero como digo, mucho ha llovido desde entonces.

Es cierto que el terror galo nos ha seguido ofreciendo de vez en cuando, nuevas e interesantes propuestas, sin ir más lejos, ese delicioso e idílico binomio que forman los Bustillo & Mauri, nos han regalado sendas joyitas del calibre de “Livide” (2011) y “Aux Yeux Des Vivants” (2014), a la espera de que se materialice su nueva y no poco arriesgada empresa con la nueva entrega de “La Matanza de Texas”. Pero la realidad, es que no dejan de ser pequeñas anécdotas, dentro del putrefacto cadáver de lo que un día fue el cine de terror de nuestro país vecino. Un puñado de gusanos que intentan abrirse camino devorando la carne, en una agonizante y cuasi desesperada travesía hacia las glorias de un pasado, a todas luces, mejor. Con antaño iconos como Aja y Laugier, recorriendo ahora la larga travesía del desierto por las américas, con más pena que gloria, por cierto. Vamos, que ni están, ni se les espera.

Podríamos poner nombre a uno de estos gusanos. Podríamos bautizar, con sangre si se quiere, como Julien Seri a una de estas pequeñas inmundas criaturas. Un tipo que se adentra por primera vez en las áridas tierras hoy semi desérticas de lo que antaño fue la verde y próspera Nouvelle Horreur Vague, después de haber dirigido dos producciones tan populares en tierras galas como “Yamakasi” (2001) y “El Retorno de los Yamakasi” (2004). Suficiente bagaje pensaría él, como para ponerse la mochila a la espalda, por más pesada que esta sea, y emprender la larga marcha hacia la redención de un género, el terror Francés, que a día de hoy, sigue viviendo del recuerdo de tiempos mejores.

“Night Fare” es el título escogido por Seri para dar nombre a su criatura, un thriller de terror bastante cercano al cine slasher que nos adentra nuevamente en los intestinos del París más sombrío y desgarrador, una noche cualquiera. Una noche para el reencuentro de la amistad, y también del amor, por más que en el precio a pagar para encontrar la tan ansiada redención, tanto con los demás, como con uno mismo, termine siendo mucho más elevado de lo esperado para el conflictivo trío protagonista del filme. En él, tendrán que verse las caras con un misterioso taxista que les perseguirá por las calles de París después de que estos, se bajaran del auto sin pagar la carrera.

Seri y su equipo de guionistas, se nutren del clásico del suspense “El Diablo Sobre Ruedas” (“Duel”, Steven Spielberg, 1971) para dejar sutilmente la gotita de semen y su respectivo ejército, a las puertas del reino uterino. La máquina toma forma de monstruo y pone a prueba tanto la resistencia como la razón de la carne y los huesos. Tampoco hace falta sintonizar mucho, para que a uno le venga algún que otro título más a la cabeza, por limitada que esta sea, como es mi caso. Y en el mío, en mi caso, me es imposible no acordarme de aquella fabulosa “Almas de Metal” (“Westworld”, Michael Crichton, 1973), donde un cálvisimo y aterrador Yul Brynner, se las hacía pasar putas a dos forajidos de pega como Richard Benjamin y James Brolin en un far west de cartón, piedra... y metal.

La realidad no obstante, es que no hace falta viajar tanto para ojear la cartilla de nacimiento de “Night Fare”, pues tristemente para la cinta de Seri, ésta guarda muchas más similitudes de las deseadas con otro título reciente del panorama fantástico. Efectivamente, me estoy refiriendo a “The Demolisher” de Gabriel Carrer, una de las propuestas más estrambóticas que pudieron verse en la pasada edición del festival de Sitges y que visto lo visto, parece ser para Seri, poco menos que un libro de cabecera. Y los que tuvieron la suerte o la desgracia, de visionar la película de Mr.Carrer, entenderán a la perfección y sin necesidad de excesiva vehemencia por mi parte, que ningún parámetro que se halle cercano a tan poco afortunada obra, puede englobarse dentro de lo que se podría entender como “aceptable”.

Además del hecho de que el personaje del taxista, se dedique a repartir a diestro y siniestro por las calles de una urbe nocturna, al igual que ocurría en “The Demolisher”, el parecido con la película de Carrer va, por desgracia, un pasito más allá. Pues al igual que en aquella ocasión, las situaciones absurdas y surrealistas, se suceden una detrás de otra. Con el taxi y contenido, ungidos en alguna especie de hechicería sobrenatural, que les confiere la capacidad del teletransporte, apareciendo a su antojo a la vera de sus aterradas presas de caza. Por ello, es muy difícil, por no decir imposible, tomarse en serio nada de lo que la película propone y eso, que la guinda del pastel, aun está por llegar.

“Night Fare” es un corre calles (nunca mejor dicho), un juego del gato y el ratón, que de refilón nos adentra en los bajos fondos y en las gentes menos deseables que habitan en toda gran ciudad. Curiosamente, parece ser que el misterioso taxista, tiene especial fijación por este tipo de calaña y centra gran parte de su ira en ellos, en un nuevo ejercicio de la mal denominada violencia gratuita, donde no se escatima en recursos a la hora de ponerle puntos y comas a dicha violencia. Por ello, el que busque acción y sangre fácil, aquí tiene para dar y aburrir, el problema es justamente eso, que el que busque algo medianamente serio y con un mínimo de coherencia, se va a aburrir de lo lindo, al no encontrar mucho más, que un cúmulo de situaciones imposibles entre el supuesto asesino y sus víctimas, tanto el tándem protagonista, como todos aquellos que se vayan cruzando en su camino.

Pero como digo, la guinda está bien guardada para el final. Cuando uno creía que ya no se podía hacer más el ridículo, “Night Fare nos “regala” uno de esos finales épicos, que consiguen elevar las cotas de ridiculez, hasta límites insospechados. Si no sabes como terminar la historia, no lo hagas. “Night Fare” es una absurdez de principio a fin y aunque no lo fuese, el slasher no necesita de explicaciones ni de justificaciones. “The Demolisher” tampoco se comía mucho el coco en este sentido, por lo que, ¿Para qué meterse en semejante charco? Pues el señor Seri lo hace, y no se le ocurre otra cosa que intentar meternos doblada una fábula ancestral sobre el honor, la justicia y no se que más mierdas, que no tienen la menor coherencia con el tono de la película. Una absoluta burrada que conseguirá sacarle los colores a más de uno, a no ser que se disponga de un sentido del humor bastante afilado por parte del espectador.

Lo que si no se le puede negar a la cinta, es un efectivo (bueno, más bien efectista) empaque tanto visual como sonoro. Muy moderno al menos, apostando por el formato videoclip en gran parte de metraje, así como de una banda sonora a ritmo de esa electrónica ochentera que tan de moda está en la actualidad dentro del género, como se ha podido oír en cintas con tanto calado como las de Nicholas Winding Refn: “Drive” (2011) y “Solo Dios Perdona” (“Only God Forgives”, 2013), así como en “The Guest” (Adam Wingard, 2014) o “It Follows” (David Robert Mitchell, 2014). Muy bonito todo, pero difícilmente consigue disimular las muchas miserias de el enésimo intento de retornar la gloria al terror francés, que una vez más, fracasa con estrépito.

Una película que pese a partir de una fórmula absolutamente genérica dentro del género, y sin el menor pedigree, si podría haber dado al menos, para un rato de entretenimiento de haberse elaborado un guion minimamente serio en el cual apoyar toda la violencia que el filme maneja. No ha sido así y el resultado, ha terminado siendo poco más que una historia absurda, plagada de imposibles y tan descabellada, que solo puede tomarse como una broma, para colmo, sin gracia. Al menos con “The Demolisher” se podía echar unas risas uno, al no tomarse en serio a sí misma en ningún momento. “Night Fare” carece de esa falta de pretensiones y eso, la termina condenando al más absoluto desastre. Puede que el terror francés no esté muerto. Puede que los buenos tiempos regresen. Puede. Pero desde luego, no será de la mano de “Night Fare”.

Lo mejor: Su atractiva banda sonora y algunos momentos puntuales de violencia extrema.

Lo peor: Todo resulta artificial, descabellado y poco creíble, pero el desenlace, es de lo más grotesco (y en este caso, no es ningún piropo) que me he llevado a la boca en tiempo.


Crítica: El Otro Lado de la Puerta

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Y el premio para la interpretación a la madre más sufridora del cine reciente es para… Sarah Wayne Callies. La actriz a la que muchos espectadores conocen por series como ‘Prision Break’ o ‘The Walking Dead’, protagonizó en el año 2015 la sorprendentemente entretenida ‘Pay the ghost’. La cinta dirigida por Uli Edel (Si, el mismo director de la notable ‘Yo, Cristina F.’ o de la muy interesante a pesar de un cierto tono caricaturesco ‘R.A.F: Facción del ejercito rojo’) y protagonizada por un Nicolas Cage bastante mas comedido de lo que nos tiene acostumbrado (Que esta frase no lleve a engaño, la cinta tiene sus buenas dosis de caretos marca de la casa), narraba la historia de la desaparición de un niño la víspera de Halloween.

Un año después y cuando sus padres se han enfrentado de muy diversas maneras a la perdida, estos empezarán a sentir de nuevo la presencia de su hijo. Ahora Wayne Callies vuelve a interpretar a una madre que ha perdido a su hijo de una manera bastante traumática (En el caso de la cinta de Edel, este desapareció mientras paseaba con su padre, en el de la de Johannes Roberts por culpa de un accidente de tráfico y de una terrible y dolorosa decisión) que se ha tenido que enfrentar a ello para continuar de alguna manera con su vida (Aquí el personaje interpretado por Wayne Callies se parece mas al que da vida Nicolas Cage en ‘Pay the ghost’ que al que esta interpretó en la misma película, ya que en ambos casos estos personajes se muestran incapaces de superar la perdida por el enorme peso de la culpa que ambos arrastran por considerarse responsables de que sus hijos ya no estén con ellos), una madre que por diversos motivos vuelve a notar la presencia de su hijo, lo que puede llevar a que por momentos el espectador tenga la sensación de que la actriz ha trabajado en dos películas con un corte y una temática demasiado parecidas.

‘The other side of the door’ no pasará a la historia del cine de terror por su calidad (No dejamos de estar ante una película tirando a floja) ni por conseguir que el espectador pase miedo en la butaca del cine (La cinta no deja ser otra de esas películas demasiado influenciada por la estética asiática en lo que al cine de terror se refiere. ‘The other side of the door’ vuelve, como parece ser habitual en este tipo de películas, a mostrar toda una serie de típicas escenas que de tan manidas acaban cansando. ¿Es realmente necesario ver otra vez como es imposible encender una cerilla? Tampoco Piki, esa criada que trasmite tanta tranquilidad y confianza que parece querer competir con la Señora Baylock aunque su función sea la de ser simplemente la de ser otro Judd Crandall, consigue dejar en el espectador un poso de inquietud o incomodidad.). Si algo tiene la cinta dirigida por Roberts es una lamentable falta de originalidad (Esperemos que Ernest Riera y el propio Roberts, autores del guión de esta película, hayan pagado derechos a Stephen King, ya que la historia que estos han escrito no deja de ser la versión exótica del ‘Cementerio de animales’ del autor norteamericano.

Todos los pasajes de la historia que Roberts se encarga de plasmar en imágenes resultan demasiado conocidos y transitados, pero sobre todo ya vistos ya que muchos de ellos ya fueron mostrados tanto en la novela de King como en la adaptación de esta al cine dirigida en 1989 por Mary Lambert. Resulta imposible no pensar en la obra de King y la película de Lambert al ver ‘The other side of the door’, igual que ocurría con ‘The Lazarus effect’ de David Gelb. Pero no solo la historia escrita por Stephen King está demasiado presente en la película de Roberts, la cinta de Alexandre Aja, ‘Mirrors’ también parece asomarse peligrosamente en ciertos fotogramas, ideas e incluso en el título de esta película. Aja no solo está presente en ‘The other side of the door’ como productor ejecutivo si no también porque este parece haber permitido que Roberts y Riera hayan cogido ciertos elementos de su historia para desarrollar su película.

‘Mirrors’ sin ser la mejor cinta de Aja, si que es una película muy entretenida que se ve bien, una de esas películas que tranquilamente se puede ver otra vez, algo que no creo que pueda hacerse con la cinta de Roberts) y una tremenda falta de fuerza (Por momentos muchos espectadores podrán tener la sensación de que las únicas justificaciones para situar la historia de Stephen King en la India.. perdón.. la historia escrita por Roberts y Riera han sido: Primero, intentar establecer una cierta distancia con la cinta de Lambert y segundo; hacerse un Eli Roth, es decir disfrutar de unas buenas vacaciones en un país extranjero con la excusa de rodar/participar en una película, que es lo que parece que hizo el autor de ‘Cabin Fever’ con ‘Aftershock’ y que también es lo que hizo John Huddles con su ‘The Philosophers – Alter Dark.’.

Realmente no hay nada que justifique que esta historia suceda en este país y no en cualquier otro lugar. El exotismo que parece que últimamente envuelve al cine fantástico y de terror –Sirva de ejemplo esta película y la muy floja ‘El bosque de los suicidios’ de Jason Zada- está resultando demasiado decepcionante. Una buena ambientación, un país al que se le puede sacar mucho provecho puede resultar interesante si y solo si, detrás hay una buena historia que contar y se sabe hacer con ritmo y fuerza. También es cierto que muchos espectadores podrán pensar que situar la historia en la India sirve para justificar la presencia de esa milenaria y extraña tribu, pero esta idea también podría desarrollarse en, por ejemplo, Estados Unidos… ¿Acaso en ‘Bone Tomahawk’, su director no presenta a una rara tribu que vive en medio de la nada, que venera a sus muertos y es capaz de acechar a todo aquel que acabe con la paz de estos?)

No hay mucho que decir sobre los actores de esta película. Wayne Callies acabó por saturarme, pero claro esto no es mas que una opinión personal y esto no tiene porque sucederle a todo el mundo. Y Jeremy Sisto, el que fuera el objeto de obsesión de May Dove, no deja de ser un mero espectador, un secundario al que se le podría haber sacado mas juego. Es Sofia Rosisnky la que personalmente me sorprendió y cuyo trabajo acabó pareciéndome bastante aceptable. La banda sonora compuesta por Joseph Bishara, autor también de la música de cintas como ‘Insidious’, ‘The conjuring o ‘The vatican tapes’, cumple su función perfectamente pero como el resto de la película no aporta nada que la haga destacar por encima de propuestas parecidas.

‘The other side of the door’ es una película que está en la línea de ‘El bosque de los suicidios’. Si no te gustó la cinta de Zada, no pierdas hora y media de tu vida viendo esta película. Si consideraste que esa era una obra entretenida y con buenos momentos es posible que disfrutes de esta película. La cinta de Roberts es una película que se ve y que no aburre excesivamente a pesar de lo conocido de su historia y de tener la sensación de que no pasa nada interesante y que cuando pasa ya se ha desperdiciado gran parte del metraje.. Personalmente no recomiendo que abráis la puerta y veáis esta película pero cada uno es libre de decidir que hacer, que ver y que puertas abrir…


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