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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: The Funhouse Massacre

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Si, tengo que reconocerlo, he disfrutado mucho con esta película. Si, es cierto, ‘The funhouse massacre’ es una cinta excesivamente irregular, donde ciertas partes tirando a cómicas no acaban de cuajar y donde esa especie de suicide squad en plan asesinos en serie de barraca de feria situada en un pueblo de la América profunda no es aprovechada como sería necesario y como al espectador le gustaría, haciendo que la presencia de alguno de estos criminales quede poco menos como una simple anécdota sin fuerza, lo que nos lleva a pensar que igual hubiera sido bueno que alguno de ellos se hubiera quedado en la sala de montaje. Todo esto sumado a que a la película le hubiera venido bastante bien un poco mas de gore, de mala leche y de humor negro, hacen que ‘The funhouse massacre’ sea una simpática película a la que el espectador, probablemente, pueda perdonarle los muchos fallos que tiene. La falta de pretensiones de la cinta dirigida por Andy Palmer y escrita por Ben Begley consigue que si los espectadores se acercan a ella sin prejuicios y con ganas de pasar hora y media entretenidos, es muy probable que lo hagan.

‘The Funhouse masssacre’ es carne de maratón nocturno de Sitges. Y esto, que ya lo dije con ‘Stung’ de Benni Diez lo digo con el máximo respeto, ya que han sido muchas las cintas que he visto en sesiones nocturnas de dicho festival que me han entretenido y mucho (Allí fue donde descubrí ‘The Collector’ de Marcus Dunstan, mi querida ‘Lesbian vampire Killers’ de Phil Claydon, la infravalorada ‘Shadow’ de Federico Zampaglione, esa frikada titulada ‘Norwegian ninja’ de Thomas Cappelen Malling, la brutalmente divertida ‘Sudor Frío’ de Adrián García Bogliano o las soberbias ‘Rabies’ de Aharon Keshales y Navot Papushado y ‘Rubber’ de Quentin Dupieux) ya que este es el hábitat natural para una cinta como esta: Verla rodeada de gente que tenga ganas de echarse unas risas y pasarlo bien viendo un poco de sangre. En un ambiente festivo es donde mejor se puede disfrutar de una película como esta, ya que es posible que si la vas a ver solo en casa igual te cueste mas conectar con la propuesta de Palmer o directamente te parezca una basura.

Cinco de los criminales más peligrosos de la historia reciente se encuentran encerrados en una institución mental de la que todo el mundo niega su existencia. Una periodista concertará una cita antes de, cómo no podía ser menos, Halloween, con el Doctor Warden (Robert Englund) para escribir un artículo y dar a conocer al mundo quién se encuentra detrás de esos muros. Pero algo pasará y estos, en lo que parece un elaborado y extraño plan, irán a la casa del terror de una feria rural para seguir con sus aficiones: Matar a gente de muy diversas maneras. El típico grupo de amigos que suele formar parte de este tipo de películas decidirán acercarse a la feria y disfrutar de la casa del terror… y bueno…ya de paso disfrutar de todo aquello que suelen hacer en este tipo de películas.,. ya me entendéis.. Otras cosa no, pero original, lo que se dice original el guión,.. poco…

Llegados a este punto es inevitable no pensar en dos películas. Una de ellas es el clásico de Tobe Hooper ‘La casa de los horrores’ (‘The Funhouse’) ya que ambas comparten la idea de situar a uno (O varios) asesino(s) en una atracción de feria a la que acudirán los incautos protagonistas (La inocencia inicial de la que hace gala el personaje interpretado por Renee Dorian en la cinta de Palmer nada tiene que envidiar a la del personaje de Elizabeth Berridge en la de Hooper). Si bien es cierto que vista a día de hoy la cinta dirigida por Tobe Hooper resulta demasiado inocente, esta dejaba de lado el humor para centrarse en el terror algo que no parece hacer la película dirigida por Palmer. Y es por esto que la otra de las cintas que me vinieron a la cabeza al ver esta película no fue otra que ‘Freaked’ de Tom Stern y Alex Winter porque cierto uso del humor y algunos gags me parecía que hermanaban a ambas películas (Personalmente me quedo con la cinta de Palmer. ‘Freaked’ me decepcionó la primera vez que la vi y a día de hoy sigo sin cogerle el punto. La veo, no me aburre pero tampoco me llega).

Pero hay otras cintas que al espectador le pueden venir a la cabeza la ver ‘The Funhouse massacre’. Ese torpe policía medio lelo parece un hermano bastardo de Dewey (David Arquette en ‘Scream’) y esa policía encargada de investigar los casos interpretada por Scottie Thompson muy probablemente nos traerá a la memoria al personaje que dio vía Jamie King en ‘Silent night’. Hay que añadir que en esta mezcla de terror y comedia que hace Palmer en su película también hay ciertos rastros de drama, algo que rompe completamente. La idea de Begley de involucrar personalmente a algunos de los personajes en la historia, no solo resulta forzada si no tópica y absolutamente increíble. Ese detalle que observaran los espectadores, también se podía haber quedado en la mesa de montaje y nadie lo echaría de menos.

A nivel interpretación no hay mucho que decir. Sigo pensando que si se hiciera un remake español de esta película habría que cambiar a Matt Angel (Morgan) por Julián López, y aunque el trabajo de Angel es de lo mejor de la cinta, López conseguiría probablemente sacar mas chispa a su personaje (Lo mismo me pasó al ver a Henrik en ‘Liza the fox-fairy’ y el personaje interpretado por Raúl Cimas en ‘Museo Coconut’). Obviamente una cinta como esta tira mucho de la sobreactuación y el exceso, algo que en algunos casos puede ir muy bien pero en otros no tanto, haciendo que el espectador pueda tener la sensación de que en algún momento todo resulta demasiado forzado para arrancarle una sonrisa, lo que deriva en que la película pierda frescura. El chiste repetido y alargado deja de ser un chiste.

‘The funhouse massacre’ posee un gran trailer que consigue captar interés del espectador y le deja muy claro a este ante que película se encuentra: Ante una cinta que probamente tenga más de humor que de terror, ante una cinta pequeñita pero bien pensada cuyo único fin de divertir al espectador. Pero a la vez, el trailer promete tanto que habrá personas que se sientan decepcionadas con lo que Palmer acaba ofreciendo. ‘The Funhouse massacre’ es una película para ver dejando los perjuicios de lado, es una película que hay que estar dispuesto a ver con ganas de divertirse y pasar un buen rato. La cinta de Palmer no pasará a la historia del cine pero si que es una de esas películas que consiguen ganarse nuestra simpatía y que la recordemos con cariño. Y al fin y al cabo creo que eso era lo que buscaban tanto Palmer como Begley y lo han conseguido.

Lo mejor: La presentación de los asesinos. La falta de pretensiones de la película.

Lo peor: La historia no deja de ser muy leve y los toques de humor no siempre están bien conseguidos.



Crítica: Curtain

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Nos pasamos el día pidiendo, deseando, pensando en lo que queremos y no tenemos. Nos pasamos el día soñando, teorizando, incluso exigiendo. Nos pasamos los días cerrando los ojos, pesando lo que haríamos si tuviéramos más dinero, menos trabajo y más tiempo libre. Nosotros, los fanáticos del terror, nos pasamos los días intentando que nos sorprendan, dejándonos hacer para que ello ocurra, pidiendo cada vez que nos disponemos a ver una nueva película que tenga algo original, aunque sea mínimamente, de hecho, tenemos un espacio libre en el cerebro reservado para la sorpresa que probablemente nunca se llene. Yo tengo mucho espacio en este cerebro, han sido muchos años de entrenamiento para apretar las ideas y dejar ese espacio para la sorpresa, y ese espacio afortunadamente no se llena y espero que así sea siempre porque la sorpresa es un componente fundamental de la gasolina que hace que el motor de la vida funcione. Y sí, "Curtain" sorprende.

Cierto es que las premisas originales tienen que estar soportadas por algo de presupuesto para llevarlas adelante con un mínimo de dignidad, o por un excelente guión que haga más leve la falta de medios técnicos, eso parece ser algo que viene en el primer párrafo del manual del director.  En este caso, me temo que "Curtain" está hecha con cuatro duros, con todo lo que ello conlleva, y está claro  que tiene un guión interesante, pero tiene dos opciones: o dar vida a un corto que se lleve todas las ovaciones de cada festival por el que se exhiba, o dar a luz un largo que peque de poco interés en la parte central y de mucho interés en el inicio y fin.

La historia de "Curtain" es simple, muy ochentera, pero se rodea de complejidad precisamente por lo que intenta esconder, por lo que no se narra, por los cabos sueltos. "Curtain" nos cuenta la historia de Danni, una ex enfermera con un vida difícil, que se muda a un minúsculo apartamento donde descubrirá que las baldosas del baño abren la puerta a otra dimensión cada vez que cuelga una cortina de baño en la bañera. La sinopsis no puede ser más alocada y atractiva a la vez. Portales a otras dimensiones ya hemos visto en muchas ocasiones ("The Gate" o "Stargate" por mencionar alguna de ellas), portales que había que buscar, dilemas sobre las "llaves" que abrían esas puertas y consecuencias de atravesar esas diferentes dimensiones, ahora, que una puerta a otra dimensión se abriera a consecuencia de una cortina de ducha, esto es único, arriesgado y valiente.

No me cabe duda que "Curtain" es una película que se apunta a la fiebre de la moda ochentera, y lo hace en el fondo y en la forma. La forma es sencilla, barata, sin adornos y con pocos efectos debido, con total seguridad, a la escasa financiación. No faltan los sintetizadores resultones que hacen las delicias de los ochenters y esa sensación de entender que el mundo es diverso y que en él puede ser que existan otras dimensiones paralelas a la nuestra, sin entrar en un estado de pánico constante. En el fondo, esto en cine fantástico: a las mencionadas puertas a otras dimensiones, se le unen extrañas y letales criaturas, un escuadrón que vela por el equilibrio entre las grietas y una pareja de jóvenes con los que empatizas al segundo de conocerles.

Los ingredientes del cine más independiente de corte ochentero están en la licuadora, y os aseguro que necesitamos echarle mucho hielo para soportar el calor del verano, el problema, como digo radica en que ese hielo, que en la vida real podemos traducir como dinero, se queda escaso y hace que se planteen una serie de incógnitas que forman un embrollo en el desarrollo que no ayudan a la ligereza que necesita el hecho de que nos encontremos ante sólo dos escenarios, pocos actores, poco dinamismo y un alto grado de surrealismo. Si en esta tesitura, en la que el espectador ya se está formulando un buen número de preguntas, lías aún más la madeja sin que haya ningún rayo de luz en la mente de ese espectador que pacientemente está aguantando un desarrollo lineal y algo tedioso, la garantía de éxito se destruye, se convierte en agua y se diluye por esa bañera que no dejamos de ver en casi cada escena.

Por otra parte y como contrapunto positivísimo, encontramos, como ya he mencionado, un inicio magnético y un desenlace brillante, que cierra muy bien la historia y que convierte a "Curtain" en un trago extraño, pero placentero en el que queda claro que ideas hay, que buenas intenciones también y que la ejecución, tan ligada al presupuesto, muchas veces inclina la balanza. Desde mi punto de vista, Jaron Henrie-McCrea (el padre de la criatura), tiene talentazo y ganas, y espero que las productoras apuesten por sus próximos proyectos, porque pueden significar la sorpresa que ayude a rellenar ese espacio en el cerebro que tanto cuesta cubrir.

Termino animando a ver esta película, que queda lejos de ser redonda, pero que es muy curiosa y original, y ¿qué son setenta y cuatro minutos de nuestra vida? A mi me hizo viajar a mi pasado porque yo he vivido en un cuchitril parecido al que aparece en la película, con unas cortinas como las que se nos muestran y con una grieta en la pared que seguro que llevaba a otra dimensión, porque estad seguros que mis vecinos no eran de este planeta.


Crítica: Curtains

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Hace ya tres días os hablábamos de esa original propuesta titulada “Curtain”. Buenas ideas y pocos, muy pocos recursos para desarrollarlas. Hoy tenemos que añadir una “s” a la ecuación, o un plural, si queréis. También tenemos que montarnos en la máquina del tiempo y darle un poco a la manivela hacia atrás (para viajar en el tiempo, se entiende, que hay mucha mente sucia por ahí) para toparnos con una también curiosa película de 1983, “Cortinas” (“Curtains”, Richard Ciupka) una ópera prima, para ser más concretos y siguiendo por la senda de la curiosidad, se encuentra en el lado opuesto del espectro si entramos en comparaciones con la reciente cinta de Jaron Henrie-McCrea. Pues hablamos aquí de sobrados medios, estrangulados a manos de escasas ideas.

Se que la película del belga Richard Ciupka (quién no obstante, firma la cinta bajo el nombre ficticio de Jonathan Stryker, como simpático guiño a uno de los personajes de la película) está considerada por muchos, como una referencia dentro del cine slasher de los ochenta (si bien esta etiqueta estaría un poco cogida con pinzas, pues tiene bastantes más elementos del giallo, que del propio slasher), pero la realidad es que pese a sus palpables excelencias técnicas y las respectivas cuasi ilimitadas posibilidades que esto, le otorga a la serie B (que no suele brillar en general, por ir sobrada de recursos), “Curtains” es una de esas películas que van cuesta abajo desde el minuto uno y que terminan con el espectador desnucado contra el canto de acera de turno.

La película, claramente deudora de aquella mítica “Bahía de Sangre” (“Reazione a Catena”, Mario Bava, 1971), pues hereda de aquella, una excelente cinematografía (aunque sin llegar al excelso nivel de virtuosismo de aquella) al servicio de un subgénero no tan habituado a ello, fue definida en una reciente conversación al respecto por una persona que sabe bastante más de lo que va la copla de lo que ella misma se cree, de la siguiente manera y cito textualmente: “¡Menuda historia más atada con spaguettis! Escenas interminables, lo del manicomio del que nunca se vuelve a saber, personajes que solo pasaban por allí, el director inquietante y las muertes cutronas, clásico slasher”. Diré que la realidad de “Curtains”, yace en una fosa muy cercana a esto.

“Curtains” no escatima en medios para presentar la historia y para ello, pone sobre la mesa uno de los prólogos más largos de la historia del cine. Curiosamente, todo lo acontecido en él, parece no tener la menor importancia para los acontecimientos venideros. Por lo que uno se pregunta: ¿Para qué? No sabe, no contesta. El hecho es que la película, aunque parezca una contradicción, peca de excesivo mimo por el detalle. Sea esto un giallo, un slasher, o un poco de ambas, aquí hemos venido a hablar de nuestro libro, a ver tetas y sangre, que es lo que uno espera de este tipo de películas, pero no, el amigo Ciupka nos salió espléndido e intentando emular a Bava y su “Bahía de Sangre”, optó por intentar dotar a su ópera prima de una profundidad, a todas luces innecesaria en un producto de esta naturaleza.

Esto se traduce en un esfuerzo titánico por intentar dotar de profundidad a los personajes, cuando hasta el más tonto sabe, que para lo único que están ahí es para caer en manos del asesino de turno y , porque no decirlo, alegrarle la vista al espectador masculino con una amplia galería de hermosas mujeres. Las pretensiones no terminan en el dibujo de los personajes, tampoco el guión escrito por el televisivo Robert Guza Jr. se libra de los aires de grandeza de Ciupka, quien alarga las escenas hasta el infinito y más allá de manera totalmente innecesaria, algo que sume al espectador en una sensación cercana a la desesperación en más pasajes de los clínicamente recomendables.

El mimo patológico, es una constante a lo largo de todo el filme. Esto se extiende por supuesto, a las escenas de los asesinatos, muy superiores estéticamente a lo que uno suele encontrarse en los slashers, valga como buen ejemplo de ello, la que sin duda es la escena por antonomasia de la obra, por supuesto me estoy refiriendo a la ídem de la siniestra anciana homicida persiguiendo a su víctima sobre patines en la nieve. Poesía en estado puro para una secuencia digna de verse una y otra vez, para deleitarse con la plasticidad del momento y a la altura de aquella exuberante moza desnuda como dios la trajo al mundo siendo perseguida por la bahía en la película de Bava.

Aquí entramos en conflicto. Pues si la presentación de las muertes es brillante y sobradamente hermosa, cuando llegamos al punto álgido, todas suceden fuera de plano, vamos, lo que vendría siendo un gatillazo en toda regla. ¿Como puede ser que algo tan cuidado y con tanto recurso estilístico de serie, fracase estrepitosamente allí donde el slasher, suele acertar de forma certera? No sabe, no contesta. Supongo que tendrá algo que ver el hecho de que el propio autor de la obra, tenía a esta en una consideración distinta a la de los aficionados. Más como una cinta de suspense, que como un slasher al uso, pese a que sin duda contiene elementos de este. De hecho, estoy seguro que el propio Wes Craven sacó alguna que otra influencia que plasmar luego en su popular y sobrevalorada saga de “Scream”. Para ser concretos, la extrema torpeza, cómica incluso, del asesino , de la que sin duda bebe (por no decir que mama) el esperpéntico Ghostface.

Curiosamente, otro de los puntos más negros de la obra, es su tramo final. Pese a que pueda sonar raro dentro de este contexto, absolutamente precipitado. Da la sensación que al amiguete belga se le echó el tiempo encima con tanto preámbulo y que no le quedó otra que empotrar al personal rápido y de mala manera. Toda la intriga generada a lo largo del filme, es desperdiciada de manera tosca, abrupta y predecible, pasándose por el forro incluso, toda esa preciosista plástica de baile de salón que tanto peso había tenido hasta entonces en la película, para terminar asestando una última estocada de forma cutre, víctima de las prisas, o de las ganas por terminar, que se yo.

“Curtains”, un nuevo terror ochentero a medio camino entre el giallo y el slasher, que intenta alejarse de la naturaleza teenager de este segundo, para intentar llegar a un público más adulto, o más habituado a otro tipo de cine. Muy bien rodada y muy bien interpretada, pero que termina fallando en lo a priori más sencillo, contentar al público más fácil, aquel que lo único que demandaba era sangre y tetas. En este sentido, “Curtains” se queda corta. Mucha chica guapa y un asesino carismático como el que más, para una función para todos los públicos sin apenas excesos de ningún tipo. Aun y así, una película curiosa de ver y plagada de detalles, que sin duda gustarán a los paladares cinéfilos más exquisitos.

Lo mejor: El espectacular póster promocional (de los más míticos de la época), la preciosista puesta en escena, lo alto que pone el listón a nivel artístico para un producto que flirtea tanto con el slasher de los ochenta y la portentosa interpretación de un excelso John Vernon.

Lo peor: Como slasher, le falta punch. Menos refinamiento y mucho más gamberrismo. Y tanta incontinencia verbal desatada, puede meter algún que otro pene para adentro.


Crítica: Shelley

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Los que disfrutamos de este tipo de cine, del cine de terror, buscamos de forma cuasi desesperada LA tecla. Esa tecla adecuada que a veces, solo a veces, se toca para abrir esa pequeña cajita llena de hormigas que todos llevamos dentro. Al abrirse, estas recorren nuestra espalda generando el tan ansiado cosquilleo, señal inequívoca que dicha tecla era la buena y que al fin, hemos conseguido encontrar a nuestro jodido Pokemon más deseado, ese que lleva la palabra “miedo” escrita en sangre en medio de la frente. No somos conscientes, muchas veces, que el miedo y el terror, se encuentran en lo cotidiano y que muchas veces, la gran mayoría de ellas, ni siquiera hace falta buscarlo, pues es él, quien nos encuentra a nosotros.

“Shelley” significa el debut de Ali Abbasi, producción danesa en la cual el primerizo cineasta parece tener muy claro esto que comentaba, que el terror no hay que buscarlo, el terror está entre nosotros, siempre, nos guste o no. En “Shelley”, Abbasi deforma la realidad de tal manera, que algo tan aparentemente bello como traer a un hijo al mundo, termina pareciendo la peor de las pesadillas en una película que una vez más y siguiendo la estela de títulos recientes como “Darling” (Mickey Keating, 2015) o la popular “La Bruja” (“The Witch”, Robert Eggers, 2015), abanderadas de una nueva forma de entender el género, lejos de los tópicos efectistas marcados por la industria en la actualidad, nos propone un relato que hace de la ambigüedad, la más afilada de las garras con la que desgarrarnos las entrañas.

Divido “Shelley” en tres cabezas de Hidra, tres actos orgánicamente interconectados pero bien diferenciados, a través de los cuales el director va adentrándonos con tanta sutileza como mala uva en su particular y macabra reimaginación de la maternidad. Una oscura y depravada hipérbole de la realidad, que sin duda conseguirá remover más de una consciencia, en especial las de aquellas que hayan o se encuentren en este momento, gestando una vida en su interior, para quienes las cuchilladas de la afilada hoja de Abbasi será especialmente cortante.

La primera cabeza nos mira. Lo hace tímida, desde una sombría grieta con esos ojos rojos como dos pequeñas llamas que juguetean en la oscuridad mientras parecen advertirnos que corremos un gran peligro

No hacen falta excesivos minutos para darse cuenta de que “Shelley” es un brutal ejercicio de estilo. La cruda y espectacular fotografía de los bellos paisajes en los que se desarrolla la acción, le transportan a uno de forma irremediable al lugar. Ali Abbasi decide ya en estos primeros compases, gran parte de la suerte de la contienda, pues es imposible no caer rendido ante semejante clase de cinematografía y ante tal orgía de buen gusto por parte de un director, que cuesta a horrores otorgarle la categoría de novel. “Shelley” es una maravilla técnica, más tratándose de una ópera prima. La frialdad de las imágenes, el manejo de las tímidas sonoridades e incluso de los atronadores silencios, hacen de estos primeros compases del filme, es una experiencia a medio camino entre lo cinematográfico y lo espiritual.

La madre le cuenta un cuento a su hijo no nato. Un cuento sobre madres. El cuento de la necesidad de serlo, y de la necesidad por serlo. Un cuento sobre las cicatrices de la pérdida y sobre la fuerza de una madre que viajará hasta el mismísimo corazón de las tinieblas, para poder estar junto a su hijo. Un cuento sobre la necesidad, sobre las consecuencias cuando dos necesidades inamovibles, chocan con una fuerza descomunal para dar forma a unos primeros compases de tanteo donde la función parece otorgar roles muy marcados a los distintos personajes, pocos, tan solo tres... de momento.

Este primer tercio del filme, deja patente la facilidad por parte de Abbasi de generar suspense y cierta incomodidad, a partir de muy poco. Todo está correcto, pero algo no va bien y el espectador lo percibe. Vemos venir la tostada, con premeditación, y creemos ser plenamente dominadores de la situación, creemos tenerlo todo controlado. Pero la vida no funciona así, jamás tenemos nada controlado, todo lo contrario. Y los ojos siguen clavados sobre nosotros. Siempre.

La segunda cabeza se acerca a nosotros y nos olisquea la mejilla mientras nosotros olemos su hediondo aliento. Polanski plantó la semilla del diablo. Ahora hay semilla, la pregunta es, ¿Hay diablo?

Completamente sometidos ya, al particular universo de “Shelley”. Esclavos de sus leyes y de sus normas, y ya con el sabor de lo cotidiano, aferrado cual garrapata en nuestras papilas gustativas, la película procede al primer golpe de volante en el viaje. Los roles cambian y nos damos cuenta de que no iban los tiros por donde nosotros, ilusos, creíamos. La “influencia” de “La Semilla del Diablo” de Polanski es evidente llegados a este punto del filme. Entramos en ese punto del terror psicológico, en el que la cuestión está en debatirse en cuanto de real hay, en lo que estamos viendo. El elemento “locura” aparece en escena y las leyes, las normas, se deforman. Todo ello, por supuesto, dentro de ese marco preciosista al tiempo que perturbador, al que ya parecemos pertenecer.

Es cierto que el desarrollo de esta parte de la historia, nos resulta de lo más familiar. Bebe de donde bebe y la fuente es recurrente. Pero aun así, la película no pierde su poder de seducción ni un solo instante, ni siquiera el pausado tempo, consigue sacarnos de la misma. Todo lo contrario, el genial uso que se hace de los silencios y de la expresión corporal de los personajes, añaden toda una serie de matices y detalles, que dotan de gran profundidad a la ilustración. Y es aquí donde aquellos que no tenían aun muy claro, si estaban viendo un simple drama, o una película de terror, comienzan a entender que “Shelley” tiene para todos y con igual contundencia, cuando comienzan a aparecer las primeras concesiones claras al género.

La tercera cabeza ruge, justo antes de abalanzarse sobre nuestra yugular y hundir sus afilados dientes en ella. Dicen que el mayor logro del diablo, ha sido hacerle creer al hombre que no existe

Aun acongojados pro el rumbo de los acontecimientos, encaramos el último tercio del relato con una nueva reinvención del mismo. Una vez más, las reglas cambian y por tanto, el juego. Si Polanski era antes el nombre sobre la mesa, para tirar de las siempre complacientes referencias, ahora no nos queda otra que hablar de Richard Donner y de su profecía de 1976, aunque para entender lo que “Shelley” nos propone de aquí al final, tenemos que hacerlo también de Lars Von Trier, pues es imposible, especialmente en este último tramo (pese a que a nivel estilístico, la sombra del holandés, siempre nos ha revoloteado sobre la cabeza), no acordarse también de su "Anticristo".

Entramos en el capítulo más visceral de la película. Pese a todo, la ambigüedad y la paranoia siguen estando muy presentes, lo cual dice mucho a favor del buen pulso de Ali Abbasi, pues no siempre es fácil mantener el globo hinchado hasta el final. “Shelley”, al igual que ocurría en la película de Trier, se quita la careta y se destapa como la aterradora obra que es, si bien con una peculiaridad, que detrás de la careta, encontramos el mismo rostro. Y ahí, es precisamente donde nos deleitamos con una de las mayores grandezas del filme. Su capacidad de mudar constantemente de piel, de reinventarse a sí misma, pero siendo siempre fiel a su naturaleza, manteniendo una coherencia que rara vez suele verse en el cine de terror actual y por supuesto, incomodando, incomodando mucho al espectador, con algunas secuencias que desde luego no serían del gusto del ortodoxo Hollywood del que estamos tan acostumbrados a mamar.

El desenlace, crudo, seco, ¿Ambiguo? Hay que verlo señores. “Shelley”, más allá de una preciosista maravilla técnica, dirigida con pulso de hierro e interpretada sin fisuras por unas estupendas Cosmina Stratan y Ellen Dorrit Petersen, es un pequeño pedacito de hermosa realidad deformado al extremo. Un cuento perverso, enfermo y claustrofóbico sobre el milagro de la vida y sus miserias, que llega para dejar huella y que para bien o para mal, dudo mucho que pueda dejar a nadie indiferente. Una nueva forma de entender el género que coge el testigo de todas las películas previamente citadas para dejar claro que en esto del terror y pese a que la industria se empeñe muchas veces en lo contrario, en este banquete, sigue habiendo sitio para los paladares más sibaritas.

Lo mejor: Su deliciosa dirección artística, lo perturbador de algunas secuencias y el gran mérito de dar credibilidad a un relato tan manido (ridiculizado incluso) dentro del género de terror.

Lo peor: Como suele ocurrir con este tipo de productos controvertidos, tan alejados del circuito comercial, la barrera entre odio y amor, es prácticamente imperceptible.


Crítica: Flu

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El año pasado Bo Mikkelsen dirigió una apreciable cinta de temática zombie claramente influenciada por la serie ‘The Walking dead’ en la que este mostraba el aislamiento sufrido por las familias que viven en el distrito de Sorgenfri debido a un terrible virus que convierte a la gente en seres sedientos de sangre. A pesar de ser considerada por muchos como una cinta de terror, la película de Mikkelsen se centraba en sus personajes, en el miedo al impuesto aislamiento que sufren, en el desconocimiento de lo que verdaderamente está pasando y en su necesidad de huir de allí.

Dos años antes de esta película, Sung-su Kim rodó la muy entretenida ‘Flu’ que aunque a primera vista puede tener muchos parecidos con ‘Contagio’ de Steven Soderbergh (Ambas películas narran la historia de una mutación del virus de la gripe aviar y como este se propaga sin control. Aunque ‘Flu’ sucede de forma local –La acción está centrada en Corea del Sur- y ‘Contagio’ de forma global –En la cinta de Soderbergh son muchos los países afectados por el virus- ambas comparten también tanto la ausencia de vacuna como la facilidad de contagio. Esta última idea está mucho mejor explicada en el caso de la cinta de Soderbergh gracias al personaje interpretado por Matt Damon que en ‘Flu’ donde una pequeña explicación acerca del porcentaje de posibilidades que hay de enfermar parece justificarlo todo. La pandemia de gripe A que se vivió entre los años 2009 y 2010 fue caldo de cultivo y nunca mejor dicho para toda una hornada de películas que trataban de una manera mas o menos clara dicho tema) son mas que obvios los puntos en común entre la película de Sung-su Kim y la de Mikkelsen, tanto es así que el título con el que se ha comercializado la cinta de Mikkelsen, ese ‘What we become’ bien podría servir para titular la película de Sung-su Kim.

Aunque alejados en lo que a su ritmo y sus intenciones se refiere, ambas cintas muestran dos distritos de grandes ciudades que son aislados debido a un terrible virus que se escapa al control de las autoridades sanitarias. Ambos directores exploran tanto el miedo derivado de ese extraño virus que afecta a la gente y para el cual no hay cura como los efectos del aislamiento producido en las personas y la necesidad de proteger a la familia. La forma elegida por ambos directores para acercarse a esta situación también posee ciertas similitudes: Tanto en ‘Flu’ como en ‘What we become’, dos de los protagonistas, en un caso esa persona que trabaja en un equipo de rescate (Cuya presentación hará que muchos espectadores se acuerden de la forma elegida por Brad Peyton para dar a conocer al bueno de Dwayne ‘The Rock’ Johnson en la desastrosa y tremendamente aburrida ‘San Andreas’, ya que en ambos casos estos tendrán que salvar a dos mujeres cuyos coches han caído por un agujero quedando en un mas que milagroso equilibrio.

Tanto la escena rodada por Sung-su Kim como la de Peyton comparten la misma idea y mismo desarrollo) o el hijo de la familia protagonista, se enamoran de una chica que acaban de conocer y que marcará su forma de actuar. Puede que este sea el punto más flojo de ‘Flu’. La historia entre Kang Ji-koo y Kim In-hae resulta excesivamente forzada y por momentos increíble debido a la irrupción de la hija de esta y la relación que se establece entre ella y el obsesivo admirador de su madre. El factor azar que abunda en esta película también juega en contra de la misma, ya que resulta del todo increíble que en un distrito tan abarrotado como es en el que suceden los hechos que Sung-su Kim nos cuenta, los protagonistas se encuentren sin problemas (Hay alguna idea mas derivada de lo forzado del azar que es probable que llame la atención del espectador pero es mejor no comentarla ahora).

A pesar de todas estas similitudes existentes de esta película con ‘Contagio’ o ‘What we become’, ‘Flu’ consigue encontrar su sitio y Sung-su Kim nos deja una cinta con mucho ritmo y sorprendentemente entretenida. A pesar de algún bajón de interés, de ciertas escenas un tanto forzadas y de algún momento un tanto alargado (Aunque sus dos horas de duración no se hacen pesadas, hay que reconocer que si a esta película se le hubiera quitado algún minuto, esta habría mejorado), el director surcoreano se muestra hábil a la hora de reflejar la propagación del virus (Momento que a muchos les traerá a la memoria la cinta ‘Outbreak’ – ‘Estallido’- de Wolfgang Petersen), la psicosis de la gente y en menor medida, los intereses creados alrededor de las drásticas decisiones que se han tenido que adoptar.

Aunque Sung-su Kim consigue dejarnos algunas escenas realmente soberbias, el peso que los políticos van ganando conforme avanza la película acaba dejando en el espectador una sensación agridulce. Si en ciertos momentos el azar está demasiado presente, a la hora de mostrar al presidente surcoreano se observa una cierta idealización del mismo, lo que deriva en que tengamos la sensación de estar ante una película que aunque planteando una situación realmente dramática tiene ciertos posos de cuento de hadas que rompen radicalmente con lo que el director está intentando contarnos. Con todo ‘Flu’ es una muy interesante película que se ve muy bien y con gran interés. Muy recomendable.

Lo mejor: A pesar de sus dos horas de duración y de algún bajón de ritmo, la película resulta muy entretenida.

Lo peor: Las escenas protagonizadas por los políticos no acaban por funcionar como sería necesario. Algún momento resulta un tanto alargado.


Crítica: The Suffering

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No es la sutileza, una cualidad que esté al alcance de cualquiera. Yo, que en cambio, me suelo considerar por lo general, bastante, sutil digo, no voy a comenzar este análisis de la forma en la que me gustaría, pues entiendo que pecaría de falta de sutileza y podría destriparle la película que nos ocupa a más de uno, al menos, a aquellos más avispados, por así decirlo. Y es que si una cosa me ha quedado clara tras visionar la segunda y nueva obra de Robert Hamilton, es, que cualidades tendrá muchas, pero desde luego, la sutileza no es una de ellas. Al menos es lo que yo interpreto a tenor de sus labores como director y guionista de “The Suffering”.

Hamilton, quien con “Key” (2011), se desvirgó en esto del cine con una propuesta medianamente personal e interesante (al menos a nivel de concepto), parece no haber querido arriesgar en exceso para este su segundo envite. “The Suffering” es a priori una propuesta escandalosamente académica, cuasi de manual. Para darle forma, el director se adentra en los misterios ya muy poco misteriosos de ese cine de fantasmas que vomita un buen puñado de títulos a poco que profundizamos con los dedos en su garganta. Un subgénero que a día de hoy, cuenta con tantas miserias a sus espaldas como seguidores y que por ello, pese a la mala cara del paciente, parece disfrutar de una sorprendente buena salud, aunque dicha salud atienda más a índices de popularidad y de capacidad de convocatoria a un público muy concreto (y muy fiel, dicho sea de paso), que a un tema de calidad, que por desgracia, no es el caso.

Precisamente, el caso, es que “The Suffering”, pese a su premeditada falta de ideas, ni mucho menos causa una mala impresión en sus tiernos inicios. Una correcta fotografía, una sugerente partitura a base de piano y una puesta en escena muy británica (la película es norte americana) con todo lo que ello conlleva, hacen de estos primeros compases del filme, un preludio relativamente esperanzador. De hecho, esta sensación tiene continuidad en mayor o menor intensidad, a lo largo de la primera mitad del metraje. Una historia típica y tópica en un escenario patrimonio universal del género de terror. Una inmensa propiedad en las afueras, un melancólico tasador que llega para ponerle precio, un amable y hospitalario anciano forrado hasta las trancas y un cúmulo de extrañas situaciones que se irán sucediendo a medida que pasan los días.

Con una puesta en escena muy del gusto del terror gótico, con una buena utilización de las sonoridades y un no menos efectivo uso de los juegos de luces, “The Suffering” consigue atrapar al espectador en estos primeros estadios. Las situaciones extrañas se suceden y aunque estas carecen del menor halo de originalidad, tampoco llegan a caer en lo ridículo, como ocurre en otras muchas ocasiones. Una misteriosa silueta que aparece en una fotografía por aquí, unos susurros de mujer que dicen nuestro nombre por allá e incluso algún que otro pintoresco encuentro carnal con curiosos personajes, hacen de esta primera mitad un difrute minimamente interesante gracias a su lograda atmósfera y buenas cotas de suspense. ¿Alguien dijo sutileza?

Efectivamente, y habíamos quedado en que el amiguete Hamilton iba bastante justo de ella. Es un eufemismo, os lo aseguro. Y es que llegados a este punto, punto en el que uno estaba aun medio erotizado, es cuando el guion escrito por el propio Hamilton junto a un tal Marco V. Scola, comienza a tomar al espectador por tonto tirando una serie de migas en el camino, para que este pueda encontrar el ídem de vuelta. Escandalosa la forma en la que se tira por tierra todo el suspense generado en la primera mitad del filme, haciendo gala de una torpeza tal que uno, ya tiene bastante claro lo que está ocurriendo (y lo que es peor, lo que va a ocurrir) a falta de más de cuarenta minutos. Cuarenta minutos que no hacen otra cosa que poner énfasis en todas esas pistas que evidentemente, ya se habían entendido la primera vez.

Es por ello que esta segunda mitad de película, se convierte en una experiencia soporífera y carente de interés, sin reglas y donde todo vale de manera burda y tramposa. Dejando muy claro que en lugar de intentar explorar la vía de construir un relato propio, se ha optado por el recurso fácil de manual. Alguien debería haberle dicho al bueno de Robert Hamilton, que dicho manual hace ya tiempo que dejó de tener vigencia, al menos de cara al aficionado de perfil medio-alto que a estas alturas de la película, demanda algo más que cuatro artimañas baratas que si bien en el pasado, han podido funcionar medianamente bien en alguna que otra ocasión (y no voy a citar títulos para no destapar el chiringuito), a día de hoy resultan poco menos que ridículas, amén de una gran pérdida de tiempo para el sufrido espectador, en este sentido, eso sí, muy acertada la elección del título del filme.

En conclusión, “The Suffering” es una película correcta en forma, con una puesta en escena que desprende cierto encanto gótico que gustará a los amantes de lo clásico, con una efectiva banda sonora y unas interpretaciones de aprobado, pese a la exageración de determinados clichés por parte de algunos personajes, pero, por desgracia, bochornosa, incluso insultante para el espectador en su fondo. Un guión que no se sostiene más allá de sus primeros cuarenta minutos al desvelar por completo cualquier atisbo de incertidumbre que se pudiera haber creado hasta ese momento. De ahí en adelante, “The Suffering” no despierta el menor interés. Para colmo, nos intentan meter enrollado por el culo, el enésimo y rancio panfleto propagandístico de turno. A medio camino entre lo olvidable y lo evitable.

Lo mejor: Su correcta factura técnica y el razonable interés que despierta en su primera mitad.

Lo peor: La falta de sutileza del guion, se carga la película a partir de ese mismo punto. En adelante, una previsible gran pérdida de tiempo.


El Verano Sigue Siendo de Terror, Novedades Para Todos los Gustos

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Comenzamos este pequeño repaso a la actualidad del género con miedo, mucho miedo. Y es que sobrellevar este asfixiante calor veraniego no es nada sencillo, con terrores del calibre de que el amigo Jason Momoa, quien ya protagonizara el ridículo remake de “Conan”, será el encargado de protagonizar el nuevo reboot de “El Cuervo”, aberración que parece ser finalmente, verá luz. Terror en estado puro (y no del que todos deseamos), al comprobar también que la nueva (y esperemos que última) entrega de la infausta saga de “Resident Evil”, la cual lleva por título “Resident Evil: The Final Chapter”, está cada vez más cerca (27 de Enero en salas españolas) y estrena tanto póster como trailer. Allá cada uno con su salud.

Aun con el susto en el corazón, seguimos con cosas algo más prometedoras como es el caso de “The Love Witch”, curiosa cinta que homenajea el cine de los 60 y que para ello, ha sido rodada en el tan romántico formato technicolor. Dirigida por Anna Biller y protagonizada por Elle Evans (“Scouts Guide to the Zombie Apocalypse”) y Samantha Robinson, la cinta nos pondrá en el pellejo de una sensual bruja contemporánea que intentará catar rabo a base de hechizos varios. Tampoco pinta del todo mal “Patient Seven”, nueva antología de terror donde siete dementes nos ilustrarán con sendas historias. “Let Her Out” es el título de lo nuevo de Cody Calahan (“Antisocial”), donde detrás de su espectacular póster promocional, se esconde una actualización en femenino de la mítica novela de Stephen King “La Mitad Oscura”, la cual recordemos, ya tuvo su propio adaptación cinematográfica en 1993 de la mano de George A. Romero. 

“Lake Bodom” pinta a nuevo pelotazo del terror escandinavo. Desde Finlandia y basada en hechos reales, el realizador Taneli Mustonen, recrea los brutales crímenes acontecidos en 1960 en el lago Bodom. La saga de “Amityville” también tiene nueva entrega. “Amityville Terror”, donde la enésima familia, no solo tendrá que hacer frente a las fuerzas malignas que habitan la casa, también a los hogareños del lugar, quienes intentarán por todos los medios que no salgan de ella. Lo nuevo de M. Night Shyamalan se llama “Split”. Tras la estupenda “La Visita”, el director parece alejarse una vez más del terror sobrenatural en un relato donde locura y secuestros se dan la mano. “Found Footage 3D” riza el rizo para aquellos que a estas alturas, aun tengan un mínimo de interés por este desgastado (por no decir muerto y enterrado) formato que tantos y tantos filmes ha dado en los últimos años. 

“No Respires” de Fede Álvarez (“Posesión Infernal”) y producida por maese Raimi, es quizás una de las películas más esperadas del año. Ojear el trailer promocional, no hace sino que insistir en dicha idea. Tampoco pinta nada mal la co-producción entre Irán e Iraq “Under The Shadow”, cinta que muchos se han apresurado ya en bautizar como la nueva “The Babadook”. Otro motivo para la esperanza es “The Good Neighbor”, donde el veterano James Caan, promete hacérselas pasar putas a una pareja de jóvenes estudiantes de cine que intentan pasarse de listos. “The Devil´s Dolls” vuelve a poner a una joven adolescente en el ojo del huracán. Su madre, una detective, intentará atrapar al asesino en serie que aterroriza a una pequeña localidad. “I Am Not a Serial Killer”, es lo nuevo de Billy O´Brien, director de aquella interesante monster movie rural de título “Isolation” y que nos propone aquí un prometedor thriller de terror que enfrentará a un asesino en serie, con alguien que aspira a serlo. La película está protagonizada por el mítico Christopher Lloyd. 

Después de disfrutar como enanos, con la estupenda y controvertida “Shelley”, nos llega ahora otra cinta de embarazos problemáticos, "Antibirth". Lo hace de la mano de Danny Perez, quien en esta ocasión embaraza en extrañas circunstancias a Natasha Lyonne (“All About Evil”) para un filme de fuerte estética psicodélica. Más sobre gestaciones y mamás en apuros, ahora en “Blood Hunters”, donde una mujer despertará en una sala de parto con todo el personal masacrado y lo más llamativo para ella, sorprendentemente embarazadísima. No podía faltar el título post-apocalíptico de turno y es ahí donde nos topamos con “Here Alone”, donde dos facciones, la de los cuerdos y la de los tarados a cusa de un desconocido virus que ha asolado a la raza humana, se enfrentarán en una película que recuerda a horrores a aquella estupenda “The Day”. En “Chopping Block”, la mala suerte se ceba con un grupo de ejecutivos recién despedidos, deciden secuestrar a la hija de su jefe. Las desgracias nunca vienen solas y esta, parece ocultar un pequeño secreto. “Grave” (también conocida como “Raw”) apunta a ser otro de los pelotazos de la temporada, poniendo sobre la mesa el siempre controvertido tema del vegetarianismo. En ella, las consecuencias para Justine, cuando sucumba a los placeres de la carne, serán de inimaginada magnitud. 


Novedades interesantes también en televisión. Por un lado tenemos el trailer de la esperada nueva serie de Netflix “Luke Cage”. Tras las fabulosas dos temporadas de “Daredevil” y la interesante primera intentona de “Jessica Jones”, el negrata acorazado promete emociones fuertes a partir del 30 de septiembre. Por otro, la sexta temporada de “AHS”, de la cual se conoce aun bien poco, pero que parece ser versará sobre los misteriosos hechos acontecidos en la colonia de Roanoke en el siglo XVI, se estrenará en USA el próximo 14 de septiembre y va revelando ya sus primeros teasers promocionales.

Crítica: In The Deep

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Como buena Piscis, os aseguro que no puedo estar un sólo día sin pensar en lo bien que me siento dentro del agua, en el mar, en un río, en un lago, incluso en un charco yo soy feliz. La liviandad que proporciona estar flotando en el agua sólo debe ser comparable a la ligereza de estar flotando en el espacio, esa sensación de comunión con uno de los elementos más indispensables para nuestra vida es totalmente fascinante, adictiva y estremecedora al mismo tiempo por la implícita sensación de fragilidad que recorre tu cuerpo ante un escenario tan imparable y desproporcionado como es el mar. Lástima que yo viva en la meseta. Lástima que no pueda ver todos los días el poder del mar.

En una tesitura tan secana como la que me rodea, poder disfrutar de películas que impliquen grandes cantidades de agua siempre es un oasis en mi mente, una corriente de aire frío en la insoportable deshidratación que conlleva vivir en un sitio tan seco. Es por eso que en pleno verano, películas como "Tiburón", "Deep Blue Sea", "Calma Total", " Open water" o incluso " El lago Azul", deberían proyectarse en televisión sin parar, como herramienta psicológica de higiene mental. Esto lo sabe bien Jaume Collet Serra, que no es Piscis, pero por los pelos, y este año nos ha metido a golpe de cañonazo humano en el mar y nos ha mostrado sus bondades, con "The Shallows".

Yo no voy a hablar de "The Shallows", sino de su hermana "In The Deep", esa que se apunta a todas las fiestas y con la que todo el mundo quiere bailar. Para desconsuelo de muchos directores que cortejaban una película como esta, diré que "In The Deep" sólo baila con Johannes Roberts, uno de los directores que más amor-odio levantó en 2010 con su fascinante película "F". Personalmente, "F" me pareció una película que manejaba la tensión de un modo espectacular y soy muy fan de ella, pero no estoy aquí para hablar de la peli que hizo que los adolescentes con capuchas se convirtieran en una amenaza instantánea, sino para sumergirme en las profundidades del mar y ver tiburones.

Supongo que habrá quien piense que es bastante oportunista lanzar una película aprovechando el éxito y la publicidad de otra de similares características, y desde luego no seré yo quien le quite la razón, pero en "In The Deep", este aprovechamiento no se hace a costa de "The Shallows" como puede parecer, sino de la propia estación en la que se lanza en DVD. Queridos, en verano, cualquier cosa que huela a tiburón va a tener su público, porque la tiburonofilia o escualofilia crece cada día un poco más y la serie Z se aprovecha de ello título tras título. Sólo hay que pensar en algunos títulos de este último año: "Sharknado 4" ( aún sigo en shock pensando que que esto se ha convertido en una saga rentable...), "Sharktopus" o "Shark Exorcist" para darse cuenta de ello. "In the Deep" se aprovecha de esta fiebre, pero lo hace con contundencia y para dejar claro que a los tiburones hay que temerles y no utilizarles como excusa friki para hacer películas hediondas que no aguantan más de dos cervezas con amigos.

"In the Deep" nos lleva a México, que es el sitio donde las jóvenes norteamericanas van a divertirse, porque al parecer México es siempre divertido y loco y tiene mil y una aventuras temerarias que suelen salir mal. Nuestras protagonistas, Kate y Lisa, no van a ser ajenas a este despiporre y después de que empecemos a tomarles simpatía, deciden que meterse en una jaula oxidada, que carga un pequeño barco que parece menos seguro que aquel en el que se subió Roy Scheider para cazar al gran tiburón en 1975, es una buena idea para disfrutar de la adrenalina que supone estar a cinco metros de la superficie con un tiburón nadando a tu alrededor. ¿Imagináis qué va a pasar? Efectivamente, las cosas se van a poner muy feas ahí abajo y la jaula no va a aguantar lo que el capitán de la barca ( Mathew Modine) prometía.

La película, que realmente comienza cuando nuestras chicas se ponen la máscara de oxígeno y empiezan a sumergirse en el mar, es absolutamente inquietante y malrollera y provoca una sensación de claustrofobia en la inmensidad del mar que perturba a lo grande, porque la profundidad del océano debería ser todo lo contrario, debería ser agorafóbica por completo, pero en la sequedad de nuestro sillón nos sentimos encerrados ahí abajo en el mar, a oscuras, absolutamente desprotegidos, vulnerables, rompibles, pequeños e ignorantes de cualquier norma que que ese mar dicta. Para que nos hagamos una idea, la sensación es parecida a la que nos dejaba " The Descent" o "Buried", siendo películas totalmente diferentes, pero "In the Deep" transmite esto a la perfección, y podría decir sin equivocarme que es el equivalente marino de "Gravity", lo que le sitúa en un alto lugar del ranking de películas acuáticas que buscan desesperadamente provocar tensión.

En "In the Deep", el Sr. Roberts va a intentar provocar esa tensión mediante unos tiburones que juegan en casa y se las saben todas, unos tiburones tan reales como los que podemos ver en cualquier documental de sobremesa que impresionan como tienen que impresionar, aunque como he comentado, la tensión viene dada por la indefensión que se siente en el mar, sin saber qué hacer, cuando se está totalmente desorientado, cuando falta el oxígeno y sobra la angustia, porque la clave de "In the Deep" es la angustia, el terror de ser consciente de que sabes menos que Jon Nieve y que neceitas una ayuda que no llega. "In the Deep" va de tiburones sí, pero también de la certeza de que no somos invencibles y que la muerte, caprichosa, llega en el momento menos oportuno.

No puedo esconder debajo de un pez manta que la película se toma bastantes licencias para que pueda haber película. Hay situaciones que no tienen demasiada lógica y uno se pregunta constantemente por ese extraño fenómenos de escuchar perfectamente debajo del agua cuando la máscara que nuestras chicas llevan no cubre las orejas, ni hay ningún pinganillo que sirva de auricular. Uno también se pregunta por alguna ayuda-desayuda que llega tarde y mal, y se echa en falta más riesgo en determinada escena que tiene como protagonista a uno de los tripulantes del barco. Hay algún sin sentido en las actuaciones, pero chicos, estamos bajo el mar y no somos la sirenita, actuamos de forma caótica y visceral y en ese caos nos llega un giro que ves venir para luego olvidar y que termina sorprendiendo, ya que por muy previsible que haya sido, me temo que has dejado que las burbujas de aire entren en tu cerebro y que lo percibas todo como nuevo e inesperado, lo que implica un cierre de la función muy efectivo.

En cuanto al aparado técnico, todo muy correcto. Tomas marinas con un único punto de iluminación que hacen que no haya una necesidad de efectazos especiales para alcanzar el propósito perseguido cuando el tiburón se pone fiero, más silencios que efectos sonoros, que incrementan la sensación de inmensidad oceánica, que más que refrescar, arde y hace que sudemos. Las dos actrices, Mandy Moore y Claire Holt, entregadas a la historia, porque aquí no se trata de lucir cuerpazo, sino de mostrar la respiración entrecortada y generar angustia, y eso lo saben hacer muy bien estas dos chicas y Mathew Modine, que pasaba por ahí y al que podemos saludar, pero que es poco más que un mero reclamo tras su paso por "Stranger things".

Seáis Piscis o no, si buscáis un thriller notable, dais en el clavo con "In The Deep". Johannes Roberts, vuelve a dejarme una sonrisa en la boca y pone el punto sobre la i en el agua, devolviendo a los tiburones el estatus que les pertenece y que se les había robado desde hace un tiempo: Ellos son terror y ese terror hay que tomárselo en serio. Palabrita de Piscis.



Sitges 2016, "Inside", remake de "A L´Interieur", inaugura el festival

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La perturbadora 'Inside', de Miguel Ángel Vivas, inaugurará Sitges 2016 

La producción catalana es un remake de la cinta francesa 'À l'intérieur', escrito por Jaume Balagueró y Manu Díez, con reparto internacional y rodado en inglés 

El Festival de Sitges levantará el telón de su 49ª edición con la première europea de la terrorífica Inside, una cinta dirigida por Miguel Ángel Vivas (Secuestrados, Extinction), con guión de Jaume Balagueró y su colaborador habitual Manu Díez, y protagonizada por Rachel Nichols y Laura Harring. Se trata de una producción de Adrián Guerra y Núria Valls (Nostromo Pictures).
Los peores temores de la audiencia cobrarán vida en Inside, película inaugural de la 49ª edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que tendrá lugar del 7 al 16 de octubre. El certamen apuesta, una vez más, por la producción autóctona en su gala de apertura, reafirmando su compromiso con el cine catalán. 

La historia de Inside sigue los pasos del film en que se basa, À l'intérieur, dirigido por Alexandre Bustillo y Julien Maury, que impactó el público en Sitges 2007 y se ha convertido en una cinta de culto. Así, una joven viuda, embarazada y deprimida, intenta reconstruir su vida después del fatídico accidente de tráfico en el que perdió a su pareja y su oído de manera parcial. Ahora, a punto de dar a luz, vive en una casa aislada de un suburbio cuando, una noche de Navidad, recibe la visita inesperada de otra mujer con un objetivo demoledor: arrebatarle el bebé que lleva dentro. Pero la furia de una madre para proteger a su hijo nunca puede ser subestimada. Rachel Nichols (The Loop, Tokarev, Cuatro Fantásticos) y Laura Harring (Mulholland Drive, Inland Empire, El amor e n los tiempos del cólera, The Punisher) interpretan los dos papeles principales en esta lucha cuerpo a cuerpo, brutal y sangrienta. 

Inside está producida por Nostromo Pictures, una compañía con base en Barcelona que ha estado detrás de los films de Rodrigo Cortés Buried y Red Lights; Grand Piano, que inauguró el Festival de Sitges en 2013 o el éxito de taquilla Palmeras en la nieve. Tiene en marcha los thrillers El guardián invisible y Contratiempo.

Crítica: Evolution

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Tengo un problema a la hora de escribir acerca de ‘Evolution’, tengo un problema con la cinta de Lucile Hadzihalilovic (Directora de ‘La bouche de Jean-Pierre’ y de ‘Innocene’ y encargada de la edición de ‘Seul contra todos’ y ‘Carne’ de su marido, Gaspar Noé con quién también colaboró en el guión de la sobresaliente ‘Enter the void’) y ese no es otro que a pesar de que me encanta el cine que toma elementos propios de la ciencia ficción, las distopías, la intriga y el misterio, el cine que se toma su tiempo para desarrollar sus historias donde los diálogos no abundan y donde el espectador necesita que la historia avance para poder entender (O creer entender) que está pasando (Me declaro absoluto fan de por ejemplo ‘Carré Blanc’ de Jean-Baptiste Léonetti, cinta que aunque se aleja de la propuesta de Hadzihalilovic comparte esta su idea de no ponérselo nada fácil al espectador), ‘Evolution’ posee una primera parte excesivamente lenta que puede derivar en que al espectador le cueste conectar con esta película y donde a pesar de la corta duración de esta cinta (No llega a la hora y veinte) este podrá tener la sensación de que a esta película le cuesta centrarse dejándonos una primera parte con escenas preciosas (La escena inicial de la película donde vemos Nicolas interpretado por Max Brebant buceando en el fondo del mar hace imposible que no nos acordemos de Maxime Collin en ‘Léolo’.

Aunque al lector le pueda llamar la atención la comparación con la cinta del trágicamente fallecido Jean-Claude Lauzon esta no solo se queda en esta escena, basta recordar que el protagonista de la cinta del director canadiense utilizaba la imaginación y la lectura para evadirse de la realidad y alejarse de la locura que imperaba en su familia paterna. En ‘Evolution’ no tenemos esa carga poética de ‘Léolo’, -No en la misma medida aunque sigue presente, por ejemplo en la idea de la estrella de mar encontrada en el fondo marino y la forma de las luces-, no tenemos esos saltos entre realidad y ficción, humor y drama de la cinta de Lauzon, pero llama la atención que en la cinta de Hadzihalilovic una pequeña libreta donde el protagonista dibuja cosas que en un principio no tiene porque conocer, le sirve a este como ventana a una realidad que lo aleja del extraño mundo que lo rodea del mismo modo que los libros y la imaginación le servían a Léolo para evadirse.

El espectador tiene que pensar que el punto de partida de ‘Evolution’ es contarnos la historia de unos niños que viven en una isla donde los únicos adultos son mujeres. No hay hombres, no hay explicaciones de porqué están allí, no se sabe cuando ni como llegaron. Las respuestas las irá encontrando el espectador de una manera mas o menos clara y de una forma mas o menos satisfactoria según vaya avanzando el metraje de la película) pero con algunos momentos que frenan el ritmo de la película que aunque sirven para que el espectador conozca a Nicolas, su madre y sus amigos resultan demasiado fríos y distantes.

Esa frialdad no abandonará en ningún momento a la película y por tanto a la relación que el espectador establece con esta (A pesar de que Hadzihalilovic muestra acercamientos entre varios de sus personajes estos resultan demasiado fríos. El espectador podrá llegar a pensar que está ante una especie de pseudo versión de ‘Equals’. La cinta dirigida por Drake Doremus reseñada en este blog narraba la historia de una sociedad distópica donde los sentimientos han sido erradicados. Aunque ‘Evolution’ se aleja de las ideas que Doremus desarrolló en su película, la frialdad, la falta de empatía de los adultos que Hadzihalilovic muestra en su película bien podría hacernos pensar que estos han sido tomados prestados de la cinta de Doremus).

Es, tras veinte minutos de metraje, cuando la película realmente consigue enganchar al espectador. Si ‘El silencio de los corderos’ entraba en otra dimensión tras el primer encuentro entre Clarice Starling y Hannibal Lecter, lo mismo se puede decir de la visita de Nicolas a tan extraño lugar. Es a partir de ese momento donde Hadzihalilovic consigue dejar de lado la apatía en la que había sumido al espectador para captar la atención de este. La directora se muestra hábil a la hora de dosificar el misterio y el mal rollo lo que refuerza la idea de que si la primera parte de esta película tuviera mas ritmo, mas fuerza esta podría haber sido una grandisima película. (Nota: Cuando hablo de mal rollo hemos de dejar de la lado la idea de mal rollo a lo ‘Martyrs’ –La buena, claro- o cintas similares. Hadzihalilovic se apoya en una gran ambientación y construyendo algunas escenas realmente soberbias –Véase a esas mujeres viendo constantemente una grabación- deja en el espectador una sensación bastante extraña, tanto es así que por momentos podemos llegar a pensar en alguna novela de Shaun Huston aunque con mas carga poética y con ausencia de gore o violencia explicita).

Son muchas mas las escenas sobre las que me gustaría escribir, son muchas mas las películas que me vienen a la cabeza al ver ‘Evolution’ (Especialmente una también reseñada en este blog que me recordó clarísimamente a esta película) pero que por desgracia no puedo comentar porque si algo tiene la cinta de Hadzihalilovic es que si el espectador consigue superar los primeros veinte minutos es bastante probable que la intriga y el misterio que desarrolla la directora en su película consiga captar la atención de este. haciendo que quiera descubrir por si solo que ocurre en tan extraño lugar.

‘Evolution’ es una cinta fría y por momentos hermética lo que sumado a su ritmo lento hace que esta no sea una película que se pueda recomendar a todo tipo de espectadores. Conforme avanza el metraje ‘Evolution’ va ganando enteros, la necesidad de encontrar respuestas consigue captar nuestra atención lo que junto a ciertos grandes momentos hace que una vez pasado el punto de no retorno nos sea imposible dejar de ver esta película.

Lo mejor: Algunas escenas resultan memorables. Aunque al principio pensemos que no, Hadzihalilovic consigue engancharnos con su propuesta.

Lo peor: Los veinte primeros minutos, capaces de frenar al espectador mas entregado.


Crítica: The Piper

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Qué difícil es la vida del guionista en el mundo del cine. Vale, todo depende del color del cristal con que se mire, y la verdad es que la industria en los últimos años no ha dado muestras de que esa afirmación esté bien fundamentada. Entre remakes innecesarios y adaptaciones aún menos esperadas… ¿cuántas veces hemos dicho que parecía que la originalidad había muerto? Sin embargo, ¿es culpa de los guionistas y por extensión de los cineastas o de los productores y su maquinaria?

Pero más allá… ‘Beyond’, para darle una apariencia snob al inicio de esta reseña… -comprenderlo, el verano y el calor hace daño a mis ya de por sí maltrechas neuronas… - de remakes y adaptaciones, el género de la sci-fi y el terror ha caído en una tendencia no muy… ¿creativa? que digamos como es la de transformar o distorsionar cuentos clásicos de nuestra niñez, y así hemos tenido por doquier Blancanieves, Caperucitas, gemelos golosos y demás fábulas que poblaron nuestra infancia. Vamos, al estilo de versionar éxitos al cine porno, jejejejjeje…

Pero dentro de esta obviedad que estoy soltando nos encontramos con un detalle que puede pasar más desapercibido y es el que nos lleva a esta película en concreto, o mejor, a la cinematografía de origen de la misma. Y es que si Hollywood en eso de… sí, podemos decir ‘costumizar’ los cuentos a su antojo y conveniencia comercial parece la reina lógicamente por capacidad de producción, Corea del Sur en realidad por proporción debería ostentar el título ya que en la última década nos hemos encontrado con revisiones de “Los zapatos rojos” de Andersen, otros Hansen y Gretel anteriores incluso a los norteamericanos, una Alicia, una actualizada Blancanieves y hasta un par de Cenicientas. Y claro está, ahora un “Flautista de Hamelin”. ¿Sorprendente, verdad?

Como modesto conocedor de este país, cultura y cinematografía la razón podría ser achacable a su afán por mantener una imagen límpida, irreal casi, nunca mejor dicho y convenientemente, de fábula, que esconda otras miserias y sobre todo ese miedo a ser feliz de su pueblo, hipócrita y moralista, pero aquí no estamos para ejercer de antropólogos, sociólogos o sicólogos, así es que vayamos con el film en sí.

Como película de terror, “The piper” tiene muchos defectos, empezando por el que últimamente está socavando al género como es el de la ausencia de capacidad de transmisión, es decir, el que espere verse mordiéndose las uñas o cubriéndose con una sábana para aislarse de la película va apañado. Y ya no solo es ese mal generalizado, agudizado si cabe si nos circunscribimos a la filmografía surcoreana donde es muy común confundir thriller con terror, es que la concepción como film provoca que nos posicionemos lejos del mismo, lo que por otro lado tampoco está mal. Me explico.

Partiendo de una fábula tan popular –aquí no se esconde el origen y se sigue al principio casi palabra por palabra lo escrito por los hermanos Grimm-, la primera parte de la película no quiere alejarse demasiado del espíritu recurriendo a conceptos por otra parte tan impropios del género como la ternura, presentando personajes y situaciones más al uso de la comedia que impera en el país que a lo esperado. Nos encontramos con un par de escenas truculentas con tal de no perder la perspectiva totalmente, pero se intenta sacar rédito a un pedazo de actor como Ryu Seung-Ryong, uno de los actores más versátiles que ha dado no solo Corea del Sur sino Asia.

Los más desconfiados y perspicaces sospecharán que se allana el terreno para lo que vendrá en la segunda parte y sí, la verdad es que tampoco se esconden y la relación padre-hijo e incluso la afectiva-romántica con el personaje de la chamán, al saltarse el hilo argumental deja a las claras “segundas” intenciones. Sin embargo, empezando con las conclusiones, cuando lo “esperado” logra no bien sorprenderte pero sí alcanzar los efectos buscados no solo lo previsible pasa a un segundo plano sino que adquiere otra dimensión. La dirección del debutante Kim Kwang-Tae resulta extremadamente plástica, sensible y certera cuando se intenta, como digo, tocar la fibra, y contundente cuando hay que dejarse llevar. Y de esto, la segunda parte es un torrente contra el que es difícil luchar.

Ya había avanzado que el film en la primera hora nos regala un par de escenas escabrosas, todo un indicio de lo que vendría después. Sin pudor y con a veces una violencia que los más remilgosos pueden tachar como ‘gratuita’, Kwang-Tae se apoya por un lado en la irracionalidad del ser humano y en sus más bajos instintos, y por otro en esa aversión tan generalizada hacia los roedores (musofobia) para ofrecernos un festival no, obviamente, para todos los públicos.

La mezcla de sensaciones que para bien o para mal no dejan indiferentes junto a unos efectos especiales representados por la legión de roedores nada desdeñables, ofrece un espectáculo que es cierto que se hace esperar para los que buscasen solo contenido de género, pero que a pesar de la ruptura con lo mostrado, paradójicamente resulta bien integrado.

Unas pocas pinceladas de ese humor tan autóctono como el salpimentado por un erotismo chusquero, referencias constantes a la guerra que azotó el país, una fotografía cuidada y una banda sonora de primer orden, como corresponde a una producción de este origen, cierran el círculo de una producción técnica y artística impecable.

Para cerrar la reseña, un par de objeciones bajo mi modesto punto de vista: girando sobre ese eje central como es la relación padre-hijo es una lástima que no se haya sabido sacar más partido a la del jefe de la aldea con su ‘retoño’. Podría haber surgido de ahí algo grande. Eso, y el epílogo que en cierta forma viene a darme la razón sobre lo que decía al principio de los surcoreanos y su no-búsqueda de la felicidad. Ahí lo dejo.

Resumiendo, “The piper” es un cocktail de géneros, bien equilibrado y efectista. Fabula sí, pero adulta y perversa.


Crítica: Nunca Apagues la Luz

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“Nunca apagues la luz”… “Nunca apagues la luz”… Pues oye, bien mirado, el título no está nada mal. La película es otra cosa. Atendiendo a la película debería haberse titulado “Apaga y vámonos”. Vale, estoy ingenioso, impertinentemente ingenioso diría; pero es que la verdad…

Dos premisas nos han traído esta película hasta las salas de exhibición, dos premisas que todos ya conoceréis pero que por extenderme en la reseña –el Sr. Rector nos obliga a escribir al menos un folio o no nos da nuestro racionamiento de mijo y alpiste- dejaré constancia. La primera, que la misma viene producida por nada más y nada menos que James Wan, el nuevo gurú del cine de terror. La segunda, que la película está basada en un ‘pequemetraje’ –sí, con las connotaciones que queráis- con la que este David F. Sandberg se dio a conocer.

Así es que dicho esto, vayamos con la película en sí partiendo, como no podía ser de otra manera dada mi innata estupidez, desde las propias premisas.

A ver, pequeño saltamontes… Que a uno le salgan bien un par de películas no es para coronarlo como el Rey del género. Habíamos dicho que Wan era el nuevo gurú del cine de terror gracias a una estupenda “Expediente Warren”, una inferior secuela, una saga de renombre y paradójicamente, una infravalorada “Silencio desde el mal”. ¿Pero es esto suficiente? Hombre, claro, dirá alguno. Pues no. Para vender una película una mentirijilla nunca viene mal, pero todos sabemos de qué pie cojea la industria. Y si no lo sabéis preguntárselo a John Landis que repudió el título de director de género en pos de reivindicar la comedia. Pero volvamos a centrarnos.

Yo a Wan lo tenía –en pasado, por si alguien no se había dado cuenta- por un tipo inteligente. No digo que no lo sea, pero en el último par de años toda esa rebeldía, inconformismo a encasillarse cuando dijo que iba a abandonar el género del terror –cosa que ya se ha visto que no- me ha parecido una pantomima, la típica postura de ‘enfant terrible’ que se queda en eso, parafernalia estéril. Ya lo dije con “Demonic”, su primera producción fuera de la franquicia “Saw”, y ahora esta “Nunca pagues la factura de la luz”… perdón, “Nunca apagues la luz” viene a darme la razón al respecto de que Wan no solo ha quedado absorbido por ese sistema que parecía repudiar sino que se aprovecha de él. Y es que si pones tu nombre a un producto como este…

Pero antes de destapar el tarro de las esencias de mierda, vayamos con la segunda premisa que también tiene tela. Decíamos que la película se basa en un ‘pequemetraje’ de su director. No es la primera vez que sucede esto ni será la última. Nada nuevo. El problema viene a la hora de estirar la morcilla. En los últimos años hemos visto como un libro como “El hobbit” se ha convertido en una trilogía o el Graduado Escolar de Belén Esteban en un best-seller. Pues aquí un vídeo que, siendo francos, no llega a los tres minutos de duración ha dado para una película. Eso sí, tampoco os creáis, que el metraje no llega a la hora y media. Pero lo que no logren las redes sociales, principales valedoras del vídeo en su momento…

Aquí para mayor despropósito se ha construido una historia alrededor de un efecto visual como era el de apagar y encender la luz por lo que, como no podía ser de otra manera, no hay por dónde cogerla. Y eso que la cosa empieza bien, esperanzadora.

Veamos; en los cinco primeros minutos –tampoco destripo nada- comprobamos cómo un tipo sale corriendo cuando ve a la villana de la función. ¿Normal no, diréis? Pues yo creo que no, vamos, el sentido común hace tiempo que se agotó en el género del terror. Y por si fuera poco, unos minutos después vemos como otro tipo, no se resigna a ser el amiguete de la mujer de la que está enamorado. Vale, eso lo hemos visto ya una docena de veces, sin embargo quiero recordaros que esto no es una comedia romántica por lo que sí, es original.

Pero ahí se acaba la cosa. A partir de ahí nos encontramos con una película llena de tópicos, referencias a otros títulos como “Kairo”, niños maduros u otras de criaturas con aversión a la luz, y el dichoso ‘enciende-apaga’ que termina por ser cansino. Cansino y previsible, de hecho para provocar el sobresalto se recurre al cada vez más ineficaz y aburrido ‘te-voy-a-reventar-los-tímpanos’. ¿A esto hemos llegado Wan?

Pero lo peor no es la nula capacidad de transmitir alguna sensación más allá de la estupefacción por la pobre representación de la que estamos siendo testigos, es ya directamente el cabreo cuando se nos está tomando por tontos. Lo de no dar miedo, pues desgraciadamente es un mal generalizado en el género, pero que las explicaciones dadas el único sentido que tengan es querer hacer algo “a lo Wan”, pues no.

Estoy seguro que al igual que pasó con la citada “Demonic”, alguien -¿el propio Wan quizás?- tomó las riendas del asunto para salvar a los supervivientes de un hundimiento inevitable. Aquí los indicios son más claros ya que los únicos elementos perturbadores de la película –esos maniquís del sótano- se presentan en los últimos minutos del film y claramente tienen el sello del realizador de origen malayo. Pero es que el desenlace… una cosa es dejar incógnitas –p.e. ¿por qué ir a por el padre y porqué en el almacén?- y otras dejarlas al servicio de, como aquí, buscar un objetivo porque la película esté producida por James Wan y había que seguir su estilo. No puedo explayarme con tal de no destripar nada pero seguro que cuando la veáis sabréis a qué me refiero. Sí, a eso.

Por lo demás, alguna colocación de cámara herencia de su padrino pero sin su genialidad denotando además que se está utilizando al espectador, y poco más. Los efectos especiales casi son inexistentes y los actores… aprobado justo. El niño de la película no lo hace mal, pero termina como algunos de sus compañeros de reparto, aburrido de su papel.

Resumiendo, “Nunca apagues la luz” es como un telefilm que deja indiferente y que no justifica la producción de Wan. Series B anónimas justifican su existencia más que esta. He dicho.


Crítica: The Mind´s Eye

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En los ochenta, todos teníamos nuestros propios referentes o directores de cabecera. Ahora, en los neo-ochenta, parece que tenemos que volver a rellenar el álbum de cromos. La fiebre del cine ochentero parece que ha llegado para quedarse, una nueva moda más que añadir a un género, el de terror, que estruja las tetas de las que mama hasta que estas terminan degenerando en boniatos secos. Bien, ni tan mal. Hemos tenido modas peores: el cine de zombies, el cine apocalíptico, el cine de vampiros, las precuelas, los remakes, los found footage... creo que también podremos con esta. Eso sí, habrá que ir rellenando ya el álbum de nuevas glorias y, sin duda, el precoz Joe Begos, debe de tener un lugar destacado en la colección. A día de hoy y con tan solo dos títulos a sus espaldas, uno de los mejores referentes del fantástico neo-ochenta.

Al cine de los ochenta, se le permitían muchas cosas y este revival, no iba a ser menos. De esta forma, se elimina de la ecuación una de las variables más incómodas del cine fantástico actual: la falta de ideas. El neo-ochenta no requiere de eso, de nuevas ideas y Joe Begos, lo sabe. Lo supo hace tres años cuando decidió subirse al carro con la por otro lado, estupenda “Casi Humanos” (“Almost Human”, 2013), una divertidísima amalgama de influencias varias y lo sigue teniendo claro ahora con su nuevo trabajo (el cual podrá verse por cierto, en la inminente y esperada nueva edición del festival de Sitges), “The Mind´s Eye”, título que si englobamos en la recurrente etiqueta de “homenaje”, pues queda bastante claro que son las peludas pelotas del canadiense David Cronenberg las que son lamidas hasta la extenuación, pues es “Scanners” (David Cronenberg, 1981), el principal referente de Begos para dar forma a este, su nuevo viaje regreso a la época dorada de la serie B.

Quien tenga más o menos en la memoria, lo que fue la cinta de Cronenberg, tendrá bastante ganado para entender lo que nos depara esta “The Mind´s Eye”, un thriller de ciencia ficción que en esta ocasión, se adentra un poco más en los terrenos de la serie b de acción de lo que lo hiciera el canadiense en su día. Begos, nos propone una experiencia poco menos que absurda y con uno de esos guiones que le hacen a uno preguntarse porque diablos no estudió para guionista en lugar de perder el tiempo con otro tipo de banalidades. Pero he ahí la magia, o la trampa y el cartón, según se mire. “The Mind´s Eye”, por definición, está exenta de toda esa serie de absurdas reglas por las que muchos se rigen a la hora de poner la lupa. Jeta del amigo Begos, o mérito, según se mire también.

El caso es que “The Mind´s Eye” es lo que es. Es una reimaginación, adaptación, homenaje o cualquier otra mierda que se nos pueda pasar por la cabeza mientras tengamos claro que esta, estará surgida de la costilla de “Scanners”. Pasada eso sí, por el filtro del bueno de Joe, para lo bueno, y para lo malo. Para esto, solo hace falta hacer otro pequeño ejercicio de memoria, ver lo que ofrecía en su anterior trabajo, para lo bueno, y para lo malo, y listos, obtendremos una idea bastante fidedigna de si vale la pena o no, emplear nuestro valioso tiempo en su nueva película. Yo si me lo permitís, me tomaré la licencia de recomendaros que lo hagáis, que lo perdáis, y de hacerlo, que lo hagáis, por supuesto, en una pantalla de cine, porque “The Mind´s Eye” será muchas cosas, y muchas de ellas incluso, poco recomendables para la salud, pero desde luego, si alguien sabe captar la esencia del cine de los ochenta, ese es Joe Begos y si “Almost Human” era un delicioso regreso al pasado, esta hermana bastarda de “Scanners” sin duda merece hora y media de nuestro tiempo.

Y eso que la película se gasta el mismo toque cutrón y austericida que su anterior trabajo. Más si cabe. Y que más allá del surrealista e imposible guión, plagado de situaciones absurdas y de reacciones completamente inasumibles por una supuesta mente sana, encontramos auténticos atentados contra el séptimo arte a modo de supuestas interpretaciones profesionales, llevándose la palma un habitual secundario que aquí, igual le queda un poquito grande el tinglado que tiene entre manos. Hablo de John Speredakos en el papel del Dr.Michael Slovak, el villano de la historia, en una interpretación antológica, épica incluso, que dejará por los suelos cualquier sobreactuación que creáis haber degustado en algún momento de vuestras vidas cinéfilas y entiendo que más de uno, pueda llevarse las manos a la cabeza con el trabajo de este adalid de la hipérbole aplicada al metodo. Esperpéntica dirían algunos. Y no les quitaré ni ápice de razón, pero queridos, y queridas, que queréis que os diga alguien que amó tanto, lo perpetrado por el grandioso Dieter Laser en la repudiada por muchos, y mal entendida por otros tantos, “The Human Centipede III: Final Secuence” (Tom Six, 2015). Amar a Laser y no hacer lo propio con Speredakos, no sería ni consecuente, ni moralmente tolerable.

No queda ahí la cosa. Pues el filme hace gala de toda una serie de alumnos aventajados del infame Slovak, que sin duda pondrán a prueba la fe del espectador en esto de las artes escénicas, pero domado Speredakos, lo demás está chupado. Como se suele decir, si pasa la cabeza, pasa el cuerpo. Y no deja de ser curioso encontrar este tipo de deficiencias en un filme que hace gala, precisamente, de un estupendo cartel interpretativo, al menos a nivel de nombres propios del género. En “The Mind´s Eye” encontramos a pesos pesados del fantástico como Lauren Ashley Carter, a quien hemos visto en filmes como “Jug Face” (Chad Crawford Kinkle, 2013), “Pod” (Mickey Keating, 2015) o capitaneando a modo de monólogo la estupenda “Darling” del mismo Keating.

Más son los nombres ilustres. Tales como los del omnipresente Larry Fessenden (“We Are Still Here”), Noah Segan (“Deadgirl”) o Graham Skipper, quien ya protagonizara “Almost Human”, anterior película de Begos. Todos ellos muy metidos en el rol exagerado que propone la cinta, en especial Skipper, quien protagoniza un memorable tour de force con el amigo Speredakos, difícil de olvidar.

Con una puesta en escena cutre, cuestionables interpretaciones, un libreto para atarse al mástil del barco, en pos de la cordura e incluso algunas partes de innecesaria cháchara que cortan bastante el ritmo de la acción, ¿Que tiene para ofrecer “The Mind ´s Eye”? Pues estupendas secuencias de acción, violencia extrema y uno de los mejores ejercicios de cine gore de este 2016, con unos fx superlativos que sitúan a la película como visionado obligado para todos los amantes del cine más extremo y pasado de rosca. Por supuesto, la banda sonora electrónica plagada de polvorientos sintetizadores no podía faltar a la cita y no lo hace. Pese a que no es de las mejores que se han podido oír últimamente, cumple a la perfección su función de lubricante romántico entre espectador y obra.

Poco más se puede decir de “The Mind´s Eye”. Si eres de aquellos/as que manchaban el calzoncillo o la braguita con las gotitas del deseo cada vez que el bueno de Michael Ironside redecoraba alfombras con los sesos del prójimo y que completó la colección de cromos por más cuartos que tuvo que dejarse en el intento, lo nuevo de Joe Begos no se te puede pasar por alto. Hay que tener claro lo que se viene a ver (algo que no siempre ocurre en los tiempos que corren) y ser poco propenso a la beligerancia con la forma de hacer y entender el cine, de este joven y prometedor cineasta. Cualquier otro perfil de espectador, querrá arrancarse los ojos con esto.

Lo mejor: Hablamos de los mejores efectos especiales que se han visto este año. Cita ineludible para cualquier amante del gore que se precie.

Lo peor: Algunas interpretaciones, están más cerca del teatrillo de barrio que del cine profesional.


Crítica: American Conjuring

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"Dejadme el trabajo sucio a mi. No me importa mancharme de mierda, ya lo he hecho más veces y podré con ello". Esta frase, que parece sacada de una novela mala de cualquier género literario en el que podías pensar (que novelas malas hay a millones de todo tipo de formas) es lo que mentalmente pronuncié cuando mi querido Rector me encargó este trabajo, al tiempo que me entregaba un guante de goma que me llegaba hasta el hombro. "¿Tan adentro tengo que meter la mano?", pensé, "Claro que sí, bonita. ¿Has leído el título de la película de marras?", pensó el Rector. Nadie pronunció una palabra, porque tengo la habilidad de poder saber lo que él piensa sin tener que preguntar. Habilidad Missterror.

Efectivamente, el título no puede ser más hediondo: "American Conjuring". Antes de verla, la lógica ya dice que esto tiene un trago, pero ahí estaba yo para abrir bien la boca. Sin rodeos, pequeños y pequeñas, estáis ante la peor película de este año, y lo digo sin ningún género de dudas aún sabiendo que todavía no hemos terminado Agosto y que queda mucho año por delante. Sin duda, "American Conjuring" es la "Robert the doll" de este año. Confieso que he visto esta película porque me siento en deuda con el terror y con vosotros, porque una de mis misiones es evitaros el contacto con películas que pueden provocar daños cerebrales irreparables. Ya la he visto yo por vosotros, esa es mi excusa, ahora, si vosotros la veis, claramente no la tenéis y solo se me ocurre una palabra: masoquismo.

Intento buscar una sola razón por la que emponzoñarse y adentrarse en el mundo de "American Conjuring" y no se me ocurre ni una sola, sin embargo puedo mencionar dieciocho elementos que deberían cerrar este capítulo para siempre y disuadiros de cualquier tentativa de darle al play con semejante atentado contra el cine. Luego pasaremos por este mal rato juntos, ahora me gustaría abrir un pequeño debate sobre la desvergüenza de estas producciones de medio pelo, que intentan sacar algún tipo de provecho de los éxitos ajenos, copiando fórmulas al dedillo, con títulos sospechosamente parecidos, o esas versiones casposas que Asylum, por poner un ejemplo, produce y que pueden hacer gracia, pero que realmente no la tienen. En este caso, "American Conjuring", que originalmente se llamaba "Bind", pasó a tener este título porque la productora lo decidió en el último momento, saltándose a la torera lo que Dan Walton y Dan Zachary, los directores de esta película, habían establecido. Supongo que la productora, una vez que vio el resultado final y entendió que no había por donde cogerla, decidió en un último intento desesperado, aprovecharse del éxito de "The Conjuring" para atraer a algún incauto a esta trampa mortal.

No contentos con poner un título como "American Conjuring", en los diez primeros minutos de la película, aparece al apellido Warren asociado a un investigador de los fenómenos acaecidos en la casa en la que se desarrollan los hechos. ¿Me habéis escuchado potar? Pues lo he hecho... Ante todo quiero advertir, y esto va dirigido para aquellos que busquen algo relativamente parecido a "The Conjuring", que podéis dejar de leer ya porque la broma empieza y termina con el título y esta pinícula que hoy nos ocupa no tiene absolutamente nada que ver con ningún Expediente Warren. Esto es la versión clase Z de un "Amytiville" venido a menos y una desvergüenza total.

Para los que aún sigáis leyendo, es hora de entrar en terrenos pantanosos, subirnos los pantalones hasta las rodillas y mancharnos de lodo hasta las ingles. Voy a recordar las escenas que toda película que apunte muy bajo y se conforme con la etiqueta de mediocre, nos ha regalado en algún momento, cuando intenta desvelar que hay algo sobrenatural rondando a los protagonistas: 1. Pareja joven que compra una casa sin haberla visto previamente porque han encontrado un chollo en el campo y así huyen del ajetreo de la cuidad. 2. Mudanza a la casa antes de que hayan llegado los muebles, y paso de la primera noche en la casa viaje en sacos de dormir. 3. Hija pequeña empalagosa e hija adolescente del mundo darks. 4. Marido cortando leña el primer día de mudanza pese a que toda la familia va en manga corta porque obviamente NO hace frío (apuntaré que todos sabemos que las casas de campo vienen con leña incorporada, y no hace falta tener que buscarla o comprarla. Van en un mismo kit y siempre está ahí para cuando quieras cortarla). 5. Mujer que nota frío como preámbulo de una presencia sobrenatural. 6. Presencia en forma de vieja o de bruja, o de demonio, o de fantasma en la ventana superior de la casa, visible desde el jardín. 7. Mecedora que se balancea sola. 8. Pelota que salta sola desde una habitación hasta el pasillo. 9. Muñecas de porcelana antigua en el sótano en primer plano. 10. Susurros que vienen del bosque. 11. Carrito de bebé antiguo moviéndose solo varias veces en la película. 12. Puertas que se abren y se cierran solas. 13. Personaje sobrenatural con una máscara del bazar de debajo de tu casa, o del Tiger más cercano que no aparece en un par o tres de sutiles escenas, sino en decenas de ellas, como buen cansino histórico. 14. Niña tarareando mientras colorea dibujos siniestros de su familia muerta. 15. Cambios de humor del papi sin que vengan a cuento mientras abre muuucho los ojos, en un intento desesperado de parecerse a Jack Torrance. 16. Primer plano de una mano de dedos largos y arrugados y garras en vez de uñas sujetando una puerta o una cortina de ducha. 17. Figura que se mueve debajo de las sábanas y que cuando las levantas desaparece. 18. Tormenta terrible la noche en la que se desata la locura.

Estos son los detalles que recuerdo, pero estoy segura de que hay más, y vale que alguno de estos dieciocho elementos recurrentes en el cine sobrenatural pueda estar presente, esto lo entiendo, pero ¿todos?, repito, ¿todos a la vez? Madre del amor hermoso!! Hay que tener mucha desfachatez para incluir todos los clichés de este subgénero juntos para hacer una película de mierda, en lugar de intentar currarse un guión que al menos no le de vergüenza ni a los propios directores, que recuerdo que son dos. ¿Ninguno de los dos tenía el más mínimo interés en que hubiera algo minúsculamente decente en "American Conjuring"?

No voy a extenderme mucho más porque no quiero perder más tiempo, así que dedico mi último apartado a los figurantes de la película, porque me niego a llamarles actores. El figurante protagonista (Darren Matheson) tiene una escena de risa histérica frente a la ventana, épica que se me quedará grabada en la parte más oscura de mi cerebro para siempre. Terror en estado puro! Decía Chuck Rusell que el terror no tiene forma. Lo secundo totalmente. El terror es como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Esta vez se ha transformado en forma de actores/figurantes con frase larga y todos y cada uno de ellos son terror mismo.

Sobre los giros finales, prefiero no pronunciarme tampoco, son tales despropósitos que no aguantan ni una concatenación de letras con la más mínima lógica, mejor os cuento que acabo de hacer un gazpacho muy rico y que le he echado sólo un ajito, pero que después de beberlo podría llamar madre a Daenerys Targaryen, lo que significa que me estoy haciendo ya mayor.

Yo me hago mayor, no puedo escapar al tiempo. Yo me tiro al barro con estas películas porque la norma no escrita del terror es que por cada película buena que ves, tienes que tragarte al menos veinte películas malas y una de ellas muy mala, y porque asumo mi estupidez a la hora de hacer las elecciones de los visionados nocturnos. Vosotros que ya estáis advertidos, no sigáis mis pasos, por favor.


Crítica: The Mermaid

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Escribo esta reseña justo el día después de la muerte de Gene Wilder, sin duda alguna uno de los genios de la comedia a nivel mundial, de ahí que quizás no vaya a recurrir a mi habitual mordacidad para analizar esta película como merecería ya que la tristeza me embarga. Pero la referencia a uno de los cómicos por excelencia de los setenta y ochenta no es un homenaje ya que el director de esta “The mermaid” Stephen Chow Sing-Chi, sin miedo a equivocarme, podría ser considerado otro de los maestros del género. Eso sí, estoy seguro que ni una quinta parte de los que conocen a Wilder sabrán quién es Sing-Chi, a pesar de que dobla en número de producciones tanto como actor como director al norteamericano, y eso que solo supera por poco la cincuentena de años…

Ponerse ahora a hablar de Stephen Chow Sing-Chi puede ser una tarea ardua y aburrida, no solo por, como decía, su cuantiosa producción sino porque paradójicamente su ‘anónima’ popularidad provoca que en la red proliferen los datos, obras y milagros del mismo. Solo diré por dejar constancia de un antecedente, que cuando en este país no se hablaba de cine asiático más allá de los reducidos círculos de aficionados –en aquel momento ni conocíamos ni sabíamos lo que era la palabra ‘friki’- su “Shaolin Soccer” llegó a aparecer hasta en los telediarios de sobremesa patrios.

Pues bien, este “Rey de la comedia” –y no solo porque ese es el título de una de sus películas más importantes- hace ya casi una década que dejó las labores de interpretación para centrarse en las de dirección y producción, y su química con el género y, sobre todo, público no ha cambiado: sigue siendo el número uno de la taquilla rompiendo todo tipo de récords. Es cierto por otra parte que esto no tiene mucho mérito en China –al igual que pasa con la India- ya que una película le roba el título a otra como “La más taquillera de la historia” mes tras mes, pero es inevitable pensar que lo de Sing-Chi con su público va más allá de un… romance comercial a lo largo de lo que parecen ya eternas décadas, y más si como en este caso –comenzando ya a revelar conclusiones- la calidad como película deja mucho que desear.

“The mermaid” comienza bien. Bien hasta lo que uno podría considerar con un poco de bagaje sobre la típica comedia cantonesa y más concretamente la trayectoria de Chow Sing-Chi. En cuanto a personajes tenemos a los típicos pícaros chinos, a sus omnipresentes travestis -casi ‘marca de fábrica’ de su realizador- y cameos, muchos cameos. ¿El humor? Pues chabacano y con un punto infantil que se contrapone a otro más vulgar, desnudo –nunca mejor dicho- de esa aparente inocencia. Soltaremos alguna carcajada más por voluntad y predisposición que por otra cosa. El problema vendrá cuando superemos esos diez primeros minutos…

Ya no es solo que la cadencia entre gags/chistes disminuye hasta lo casi inexistente, es que algunos tienen poca o ninguna gracia. O lo que es peor, se han visto ya en el tráiler como los retratos-robots de la comisaria. El juego de palabras Madonna/McDonalds o el de los pantalones del ‘pulpo-man’ y poco más.

Quizás es que estamos mal acostumbrados; quizás es que la película está muchos peldaños por debajo de una película satisfactoria o hasta de calidad; o quizás es que tan solo no es una comedia. Porque sí amiguitos, “The mermaid” es una oveja con piel de… cachorrito.

Decíamos que empieza dentro de lo que cabe, como uno espera. Quizás menos ingeniosa, pero como una comedia. Los minutos van pasando y ya uno detecta que la producción ha dejado la etiqueta de comedia cantonesa o alocada para convertirse en una comedia romántica, la típica ‘renacentista’ donde la chica intenta matar a chico, chica se enamora de chico y todos terminan huyendo. Hasta eso tiene un pase si atendemos otra vez –mira que me repito- al bagaje de su responsable, es decir, en casi todas sus películas subyace una historia de amor chica-chico. El handicap vendrá cuando se dé un paso más… hacia el abismo: la comedia romántica se torna melodrama y ahí se acaba el crédito concedido a su realizador.

Olvidaros de esos sobresaltos dramáticos del último tercio de toda buena comedia romántica con la cinematografía de Corea del Sur para no salirnos de Asia como principal protagonista; aquí el planteamiento y resolución se nos presenta forzado y con una precipitación que denota que algo no iba bien y se quería finiquitar el entuerto a toda costa. Así la película se enreda en una redención ridícula que no encaja con lo mostrado al inicio y unas escenas de acción que tampoco casan más allá de justificar espectáculo.

Y ya que hemos sacado a relucir… –‘relucir’ es tirar muy alto en este caso- lo del espectáculo, recojamos el guante dejado un par de párrafos más arriba donde hacía mención a la calidad del film. Habiendo visto ya a estas alturas de la película –ironía on- un par de docenas de producciones de origen chino con efectos especiales y CGI que no tienen nada que envidiar a otras norteamericanas u occidentales, es indigno que “The mermaid” se presente con unos efectos digitales tan deficientes. Sí, deficientes. Vale que la misma está realizada para el sistema 3D y que en 2D pierde… ¿magia? Pero es que aquí ni magia ni ‘majia’.

Dejando de lado ese ‘pulpo-man’ que podría resultar convincente, tanto las sirenas como sobre todo, su posicionamiento en pantalla, resulta indigno para los tiempos que corren. Yo con un programa de edición de vídeo casero y un chroma en base a una sábana vieja logro los mismos resultados. Y no, no es una bravuconada o querer dármelas ahora de malote; respeto demasiado a los técnicos del mundo del cine como para tomarme a broma su labor, pero es cierto que cosas así, junto a la ignorancia del gran público, provoca que a toda una industria, en este caso la chin a, se le menosprecie.

Y claro, unido a todo esto, otros aspectos que tampoco ayudan a elevar el nivel del film como ese patético discurso ecologista que se nota metido con calzador –ojiplático se queda uno con lo de la bomba nuclear- o los chistes y guiños privados a su industria que pueden pasar desapercibidos para el espectador ajeno a su cinematografía. Y ya no hablo de los comentados cameos –en especial el eterno Tsui Hark- sino a detalles como por ejemplo la mención a Bruce Lee con mediación de la Banda Sonora.

Y vuelvo a hilar temas, ya que estamos con los detalles y la Banda Sonora: la película, bajo mi humilde punto de vista, te deja tan indiferente que uno empieza a fijarse en eso, en los detalles más chorras como el gran parecido de Zhang Yuqi con Cecilia Cheung, actriz vinculada a Sing-Chi hasta que cayó en desgracia, a la que curiosamente le cogió el testigo en “CJ7” del propio cineasta. Por su parte, la Banda Sonora nos recuerda demasiado a la partitura de “Kung Fu Hustle/Kung-Fu-Sión”, aunque más coral y un poco más westerniana. Hasta en eso cojea.

Resumiendo, “The mermaid” es una película fallida. Intenta tocar muchos palos pero se queda en tierra de nadie. Si encima le sumamos unos efectos especiales muy cuestionables, tenemos una producción decepcionante para lo que uno esperaba de Stephen Chow Sing-Chi. Mucho ruido y pocas… ningunas nueces.



Crítica: The Neon Demon

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Rojo, azul, negro. El color rojo simboliza la pasión, la fuerza, el poder. El color azul simboliza la verdad y la armonía. El color negro simboliza el silencio, la elegancia y de nuevo, el poder. La sobre exposición de estos colores, sin embargo, trasladan nuestro ánimo y nuestra capacidad de experimentar sensaciones por derroteros muy diferentes, siendo el rojo lo que nos agita, nos desorienta y nos tiene en tensión, el azul lo que nos deprime y el negro lo que nos intimida. Nicolas Winding Refn hace del uso y del abuso de estas tonalidades un modo de entender el cine, de la misma manera que Argento se sirvió de ellos, el siglo pasado, para ensalzar virtudes y para esconder carencias. Winding Refn y Argento a veces se cogen de la mano y dan largos paseos.

Rojo, azul, negro. Está claro que para lograr un reconocimiento generalizado en el cine en general, y en el de género en particular, la capacidad de generar hypes es directamente proporcional a la intensidad con la que el gran público va a acoger la película. Una película con un hype estratosférico, tendrá críticas estratosféricamente meticulosas para bien y para mal. Será analizado al milímetro y los fallos serán exageradamente criticados, así como serán aplaudidos los aciertos. Esto lo sabe bien el amado y odiado James Wan, o Ty West, por ejemplo. Nicolas Winding Refn, desde mi punto de vista, es el gran hacedor de hypes, eso es lo que le da el chute de energía que necesitan sus propuestas más pausadas. ¿Alguien ha podido escapar al influjo de cada imagen que nos llegaba de "The Neon Demon"? ¿Hay alguien que no creyera que cada imagen que cuidadosamente se filtraba cada ciertos días, era más poderosa que la anterior? ¿No era cierto, que cada imagen aislada podría haber sido un poster promocional por sí misma? ¿Qué podía salir mal con semejante belleza?. Más tarde saldremos de dudas, por lo pronto, lo que debemos saber es que esta inteligencia a la hora de mostrar las profusas imágenes de una forma paulatina, es el mayor logro de Winding Refn, ya que eso es precisamente lo que encierra el significado y el éxito de "The Neon Demon".

Rojo, azul, negro. Hablaba del hype generado por "The Neon Demon", porque estoy convencida de que va a ser una película amada u odiada, pero que pocos serán los que se mantendrán en una posición templada al terminar los créditos. Yo soy una de las tibias y me temo que eso tiene sus pros y sus contras. "The Neon Demon" nace para ser una estrella o para estrellarse, pero no para ser "una más", así que Nicolas Winding Refn , tendrá que perdonarme que no haya querido ser iluminada por los neones y que el demonio me haya tentado, pero no lo suficiente. Este es el punto más incómodo del escritor, cuando no encuentras ni el rojo, ni el azul, ni el negro y entiendes que a veces los ojos que miran no son del color adecuado.

Rojo, azul , negro, púrpura. A estas alturas, no creo que haya debate sobre la capacidad de Nicolas Winding Refn de hacer de la estética de la escena su mejor arma, y que prioriza esa estética al guión. Ese es su tatuaje, la marca indeleble que deja con cada nuevo paso que da. Hablaré de la santa trinidad de Refn para entender que en "Drive", la estética que le dio fama, la banda sonora y el uso de silencios estaba por encima del guión, ya que pese a que la historia era magnética, la fotografía y la forma en que estaba ideada cada escena, se comían el guión, pero la experiencia resultaba fascinante para algunos, y no menos que correcta para otros. Más acusado aún fue "Only God Forgives", donde la estética de la cinta nos dejó perplejos y donde añadíamos estrellas y estrella porque la película era desesperadamente bonita y eso le aportaba una profundidad que en realidad el espectador tenía que poner de su propia cosecha, para desentramar la cantidad de incógnitas que se quedaban en el aire, con un guión que generaba unas dudas que nunca despejaba. Personalmente encontré estas dudas fascinantes y considero que la cinta proporcionaba las suficientes pistas para que el espectador con un poco de intención, reflexionara sobre ellas y completara aquella insólita historia de venganza. Vamos de menos a más, y terminamos con "The Neon Demon", que lo apuesta todo a la imagen, a la belleza, a la estética, a la superficialidad de una historia vacía que no cuenta nada.

Rojo, azul, negro, púrpura. "The Neon Demon" es una historia simple, mil veces vista, una de esas subtramas que aparecen en las películas sobre la ambición, el deseo y la envidia y que se resuelven en media hora. "The Neon Demon" habla de poder, de belleza, de soledad y de muerte, como la mayoría de las películas que vemos a diario, pero lo hace de una forma en la que, como comenta uno de sus personajes, no es la belleza lo que más importa, sino que la belleza es lo único que importa. Como plasmación de esta idea en pantalla, no tengo pega alguna, está cien por cien conseguido. Mi contrariedad viene porque eso lo puedes aplicar a una fotografía, a un cuadro o a una escultura, pero no lo puedes aplicar a una película, de la misma manera que tampoco sería aplicable a una novela. Tenemos claro que hablamos de una película, de una de las películas más esperadas de los últimos tiempos, y no hay historia que soporte la imagen. Decepcionante, cuando menos.

Rojo, azul, negro. Voy a ir eliminando el púrpura que simboliza la vanidad y la extravagancia, y eso ya lo viene implícito en el nombre de Nicolas Winding Refn. "The Neon Demon" es una gran performance que busca una reacción ante la belleza pero que no intenta contar nada más de lo que cuenta, que es muy poco, por tanto, no hay manera de dar complejidad a la historia de Jess, la guapa adolescente que viene del pueblo a la cuidad y fascina a todos con su belleza y su magnetismo, generando todo tipo de reacciones. Se deja al espectador de lado, al no darle la posibilidad de armar una historia mucho más oscura, enrevesada y aplastante, al no proporcionar ninguna herramienta para ello. La película pide a gritos oscuridad, pide a gritos la sutiliza de algún flashback que muestren a Jess en su esplendor, pide a gritos mucha más visceralidad en su tramo final, y eso, me temo, Nicolas, que sale de las tripas y no tanto de los ojos que contemplan tanta y tanta belleza, porque a veces es necesaria la fealdad para generar esa belleza.

Rojo, azul, negro. "The Neon Demon" nos dirige el pensamiento a momentos ya vividos, se podría hablar de muchas influencias, sin duda, "Suspiria" aparece como profesora a la que se le presta toda la atención, pero también "El Cisne Negro", incluso "La Dalia Negra" (curioso esto de los colores), estuvieron en mi mente cuando yo quería que en su lugar estuviera aquello que el demonio neón tuviera que contar y que poco contaba. Una primera hora y media que funciona como un cigarro, aspiras el humo y lo tragas, expulsas lo que el pulmón ya no quiere, te quedas humo dentro y dejas humo fuera, pero no deja de ser humo, que tocas y desaparece. ¿Qué aporta "The Neon Demon" al cine contemporáneo? Realmente entre poco y nada, pues esta forma de plasmar ideas con escenas visualmente sublimes, es el sello de identidad de este director, así que se repite en la fórmula, que ya no es novedosa y me temo que no es capaz de transmitir lo que Jess sí era capaz de trasladar a cada una de las personas con las que se encontraba: Poder.

Rojo, azul, negro. La figura de Jess, y es el elemento más ambiguo, para mi, lejos de ser la Lolita del siglo XXI, es la representación del poder. Hay personas que tienen un magnetismo especial, no se sabe lo que es, ni por qué lo tienen, no son las personas más bellas, ni las más inteligentes, simpáticas o ingeniosas, simplemente tienen algo, esa cosa que hace que te atrapen sin ser consciente. Jess significa ese poder, ese magnetismo, para mi, no hay nada más. Elle Fanning, probablemente lo tenga también y sin duda, es un acierto a la hora de interpretar a Jess, aunque también es cierto que su, con toda probabilidad, cláusula de no enseñar más carne de la cuenta, hace que cierta escena quede vacía y sin sentido, eliminando todo el riesgo de la ecuación.

Rojo, azul, negro. Aparte de un montón de escenas que no aportan nada a la trama, quiero destacar los personajes prescindibles, que funcionan como cebo para atraer personal a la taquilla del cine, pero que uno no termina de entender en un entorno como "The Neon Demon" porque también son humo. Hablo de los personajes de Keanu Reeves y Christina Hendricks, que son los entes de los que se debería huir en toda historia, aquellos personajes de relleno sin los cuales la historia sería exactamente la misma. Añadir este tipo de personajes, así como ese constante interés en alargar de manera exasperante determinados pasajes irrelevantes de las escenas, no hace sino evidenciar la alarmante falta de enjundia de la historia, cuando desde mi punto de vista, la historia misma debería haber sido toda para el único personaje interesante de "The Neon Demon", que es Ruby, la inquietante maquilladora que interpreta magistralmente Jena Malone. El resto de personajes están tan estereotipados que da rabia, rabia por caer en elementos comunes tan poco acertados.

Rojo, azul. Si hablamos de banda sonora, hablamos de Cliff Martinez, afamado compositor y habitual en las películas de Nicolas Winding Refn, con quien se entiende a las mil maravillas. Una vez más, la banda sonora, es el complemente perfecto a la imagen y por sí sola consiste en uno de los elemento a destacar. No es de extrañar que propuestas que se nutren de la forma en lugar de alimentarse del fondo, den una relevancia extraordinaria a la banda sonora así como a los silencios, otro de los fuertes del director Danés. En el caso de "The Neon Demon", los silencios, estas las pausas sonoras, son demonios, pero lo son porque no aportan profundidad, ni enfatizan ningún momento que lo requiera, llegando a terminar por ser aburridos y, una vez más, vacíos.

Azul. Es el desenlace de "The Neon Demon" lo que salva la función, y rellena esa duda sobre su género que plantean las tres cuartas partes del metraje. Bien, ya nos movemos en el thriller, nos adentramos en el terror, por tanto, hay que dar de comer al ya hambriento espectador y en lugar de servirnos un plato poderoso, con fundamento, se nos da de comer algo de carne, pero sobre todo, huesos, y eso nos deja a medias en una función que podría haber sido ovacionada en ese punto y que se queda a medio gas. Ahí nos falta esa visceralidad de la que hablaba. La sangre no sólo tiene que ser el adorno perfecto de una piel pálida. La sangre tiene que brotar para que no nos olvidemos del rojo.

Rojo. Son muchos los puntos de desencuentro con "The Neon Demon", demasiados vacíos narrativos a tener en cuenta, demasiado autoaplauso y autocontemplación, y siento que esta crítica es ya demasiado larga. No obstante no puedo suspender una propuesta como "The Neon Demon" porque me parece una auténtica belleza, y yo también soy superficial en muchos momentos. Hoy es uno de ellos y si bien, Nicolas Winding Refn me parece que no termina de entender que lo importante es que las imágenes estén al servicio de las historias y los guiones y no al revés (y esto le pasaba también al bueno de Argento), también soy consciente de que el color de sus ojos, es el prisma perfecto a través del que ver la belleza de una imagen.

Negro. "The Neon Demon".


Crítica: No Respires

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Quien le iba a decir a un jovenzuelo Sam Raimi allá por 1981 cuando se juntó con unos amiguetes para rodar con poco más de cuatro chapas aquella “Posesión Infernal”, que con el paso de los años, se iba a convertir en una máquina de generar dinero. Y es que en el año 2002, Raimi funda junto a su inseparable Robert Tapert, Ghost House Pictures, su propia productora de cine de terror. Y desde aquella primera “La Maldición” (“The Grudge”, Takashi Simizu, 2004), la casa fantasma de Raimi no ha parado de generar ganancias, apostando, salvo excepciones (véase la genial “Arrástrame al Infierno” en 2009 de su propio puño y letra), por un terror de corte comercial relativamente austero y apto para todos los públicos.

Lo que no se puede decir, es que a la productora le haya temblado el pulso a la hora de profanar tumbas y violar cadáveres. Si su primera macabra fecundación fue nada más y nada menos que un remake de una de las cintas más míticas del cine de terror asiático, ha llegado a atreverse con sendos refritos de cintas de culto del género como la propia “Posesión Infernal” de Raimi o “Poltergeist”, su apuesta más ambiciosa, al menos, a nivel económico, costando unos 35 millones de dólares, cifra más que considerable si lo comparamos con el resto de títulos salidos de Ghost House.

“No Respires” (“Don´t Breathe”) es lo nuevo que nos traen Raimi y los suyos. Y lo hacen, de la mano de un sorprendentemente vivo, Fede Álvarez. Digo lo de “sorprendentemente” porque después de ponerse al frente de un remake tan a priori blasfemo como fuera el de “Posesión Infernal”, lo más normal a estas alturas es que el uruguayo, estuviera poco menos que muerto y enterrado para esto del cine. Pero no. La verdad es que Álvarez es de los pocos que puede decir que sobrevivió a un producto de semejante índole (menos suerte tuvo su compañero de productora, Gil Kenan, a quien después de ver lo que hizo con “Poltergeist”, no se le debería permitir estar a menos de dos kilómetros de un estudio de cine). Y es que su “Posesión Infernal”, fue bastante menos desastrosa de lo esperado. Aquí el que suscribe, incluso la tiene en su colección particular de discos azules, lo cual, no es moco de pavo.

¿Pues quien mejor entonces para seguir generando pasta (amén de hacerlo, con un mínimo de calidad) con la nueva película de Ghost House, que el bueno de Fede Álvarez? Pues evidentemente, nadie. Así nos llega “No Respires”, thriller de terror a medio camino entre el home invasion y el survival que como viene siendo habitual en todo lo que llega de la productora de Raimi, llega para contentar tanto a unos, como a otros, sin comprometerse en exceso ni con unos, ni con otros. Quiero decir que “No Respires”, aun y siendo un producto descaradamente comercial, contiene los suficientes elementos como para resultar también sugerente para el aficionado más afín al terror. Y eso, que no tengo la menor duda de que nuestras madres estarán encantadas con la película de Álvarez.

El título de la cinta está bien escogido, no digo que no. Yo de todas formas, la habría titulado “Del Revés”, aunque se que llego un poco tarde para eso. Y es que “No Respires”, pese a su naturaleza mainstream y su escasa originalidad, no deja de resultar curiosamente peculiar en un aspecto: su prisma. Y es que solo hacen falta unos pocos minutos, para que uno se posicione en contra del trío protagonista, aun sin saber, a que tipo de terrores deberá enfrentarse. Que luego se puede intentar disfrazar la mona de seda con sacarina y demás edulcorantes, pero la realidad, es que los protagonistas de la historia son un grupo de maleantes que asaltan casas para desvalijarlas y ahora, para rizar aun más el rizo, deciden hacer lo propio en la casa de veterano de guerra CIEGO que vive recluído en su casa, atormentado por la muerte de su hija. Hay que ser hijo de puta. Se entenderá pues, que la empatía con dichos personajes sea cero.

Estamos por lo tanto ante un filme que nos propone el enésimo asalto domiciliario, desde la óptica de los malos. Simpático al menos. Eso sí, ahí termina cualquier atisbo de originalidad que pudiera contener la película. De hecho, estamos ante un relato bastante manido estos últimos años. Títulos recientes como “Hush” (Mike Flanagan, 2016), por el hecho de introducir en la ecuación una minusvalía física (en aquel caso era la sordera), “Mischief Night” (Richard Schenkman, 2013), donde la protagonista invidente tenía que hacer frente a un asesino en su propia casa o “Intruders” (Adam Schindler, 2015), en la cual, se jugaba ya con el intercambio de papeles entre la supuesta víctima y sus verdugos. Tampoco los giros argumentales que el filme se guarda celosamente debajo de la manga, brillan precisamente por su genuinidad, resultando demasiado previsibles como para ganarse el aplauso del espectador. Como mucho, el de alguna madre despistada. En este sentido, también me vienen a la cabeza algunos títulos que han recorrido la misma (o parecida) senda, pero estos me los reservaré, para no chafarle la función a nadie.

Ese afán por contentar a un amplio espectro de público potencial, juega también en contra de la película. No ya porque estemos ante un filme no excesivamente violento, pues tampoco la ocasión lo requiere dentro del contexto de la historia. Lo digo más bien por determinadas situaciones del guion, que sin duda en otro momento, y en otro lugar, habrían dado para algo mucho más sucio y perturbador. Entiendo que las madres no quieren sentirse ni sucias, ni perturbadas y de ahí, el trato “familiar” que se le da a dichas situaciones, haciendo que el tono de la cinta, sea bastante menos “adulto” del deseado, llevándose la palma el decepcionante desenlace de la película, claramente prefabricado con una secuela en mente, que habría dado para tantos posibles cierres magistrales, que toca las pelotas que se cierre de la forma en que lo hace.

No hablaré de las tan populares licencias. No soy de los que miran con lupa este tipo de cosas dentro del género de terror y tampoco lo haré aquí. Solo diré que los amantes a buscarle los tres pies al gato (que los ahí, y muchos), tienen en “No Respires”, una auténtica bicoca, en los casos más extremos, una paja de hora y media. Cuidado con la piel del nabo, que es más delicada de lo que parece. Ante todo, lubricación.

Pero dejando de lado su falta de originalidad, su tono popular, y sus muchas licencias, que nadie se lleve a engaño, “No Respires” es un más que correcto thriller, de estupenda factura técnica y muy logrado a la hora de generar la tan ansiada tensión. De acuerdo, si lo comparamos con otras propuestas recientes más o menos de su misma familia, ni consigue generar la incertidumbre de “Calle Cloverfield 10” (“10 Cloverfield Lane”, Dan Trachtenberg, 2016), ni alcanza las cotas de frenetismo y visceralidad de “Green Room” (Jeremy Saulnier, 2015), pero si que es verdad que consigue atrapar al espectador y hacerlo partícipe de sus reglas de juego, sacando mucho rédito del uso de los silencios y sobretodo, de la oscuridad del entorno, inmejorable marco para hacer saltar al espectador de su butaca en más de una ocasión.

Destacar también la figura del villano... o del héroe de la película. El “desvalido” anciano invidente que en su hábitat, se postula como uno de los mejores personajes de la temporada. Stephen Lang (“Avatar”) está sencillamente fantástico en su rol, a medio camino entre lo entrañable y lo siniestro. Será el encargado de defender lo suyo de las usurpadoras manos de Jane Levy (Posesión Infernal”), Dylan Minnette (“Let Me In”) y Daniel Zovatto (“It Follows”). Sin olvidarnos por supuesto, del "amigable" can del ciego, quien acapara todo el protagonismo de los momentos más emocionantes de la película.

En definitiva, “No Respires” es una apuesta sobre seguro y como tal, funciona. Terror para todos los públicos de perfecta factura sin apenas fisuras, que gustará mucho a unos, y contentará lo suficiente a otros. Una lástima que no nos hayamos conocido en otro momento y en otro lugar, pues con tres o cuatro irreverentes pinceladas de “mal gusto” en el libreto, podríamos estar hablando de una cinta de terror de bastante más recorrido y no de un entretenimiento de temporada. Teniendo en cuenta que esto de dejarse los cuartos para ver terror en pantalla grande, suele ser valga la redundancia, una experiencia de TERROR, dejarse la pasta en un producto como “No Respires”, es al menos, una apuesta segura para nuestros bolsillos. Decepcionante y recomendable a partes iguales.

Lo mejor: La aterradora mirada del hombre ciego y el gran partido que se le saca al entorno. La secuencia de la lefa, de lo poco gamberro del filme, es amor puro.

Lo peor: En su afán para contentar a todos los públicos, se queda muy corta de mala leche. Los giros argumentales, que se ven venir a una legua y un buen puñados de situaciones imposibles, que nos obligarán a mirar hacia otro lado.


Crítica: Friend Request

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En una de las escenas recordadas con mas cariño por los amantes del cine de terror el personaje interpretado por Jamie Kennedy en ‘Scream’ nombraba las para él, tres reglas de oro para sobrevivir a una película de terror. La primera de ellas hacia referencia al sexo y la segunda como una extensión de lo que es o era considerado pecado se centraba en el alcohol y las drogas.

Este comentario reforzaba la idea acerca de cómo cierto tipo de cine parecía culpabilizar ciertos comportamientos que en aquella época podían ser considerados como poco éticos o aceptables. Ahora, en pleno siglo 21 y donde ya parece que casi nada puede escandalizarnos parece que el cine ha cambiado su punto de mira y se centra en las redes sociales. Si en los años ochenta el mal parecía residir en el sexo, el alcohol y las drogas, ahora este se encuentra en Internet y en ciertas páginas web que nos conectan con el mundo pero que en realidad nos alejan de él cada vez más. Si antes los protagonistas eran asesinados si practicaban sexo, tomaban drogas o bebían alcohol, ahora estos mueren por tener facebook, the social redroom o similares.

Simon Verhoven y su ‘Friend Request’ son los últimos en subirse al carro de esta moda y demonizar las redes sociales y el uso que se hace de ellas (El tufillo moralista del principio de la película representada en la figura del profesor parece hacernos pensar que esta película ha querido apuntar mas alto de lo que debía, pero esta idea se queda simplemente en eso, en una idea y esta acaba diluyéndose en medio de una historia que acaba resultando predecible y mediocre) pero si en el caso del ‘Antisocial’ de Cody Calahan este cambió (sutilmente) el nombre de la página web desde donde parece que se propagaba la terrible infección que afectaba a la gente llamándola ‘The social redroom’ (Inevitable no pensar en el título ‘The social network’ de David Fincher y aquello de lo que hablaba), Verhoven huye de todo tipo de rodeos y va directo al grano: Aceptar una amistad en Facebook puede ser el inicio del fin.

‘Friend Request’ se aleja claramente de la cinta de Calahan (‘Antisocial’ es una película interesante aunque fallida y decepcionante. La historia de Calahan tenía suficientes elementos a favor para que este nos hubiera dejando una muy interesante cinta pero sus infectados, demasiado cercanos a ’28 días después’ y la forma de este abordando el tema no acababa por funcionar haciendo que esta película no sea todo lo interesante que su premisa parecía prometer) y se acerca peligrosamente a una de las cintas mas flojas y decepcionantes que hemos visto en mucho tiempo: ‘Unfriended’ de Leo Gabriadze (Según imdb, el título de la cinta de Verhoven en Alemania es ‘Unfriend’) ya que ambas cintas muestran a un grupo de jóvenes estudiantes (Universitarios o que están todavía en el instituto) que son acosados por una extraña presencia que quiere ir acabando con ellos poco a poco. En ambos casos, el suicidio de una amiga será el detonante de tan terrorífica situación aunque los motivos para que la joven tome tan dramática decisión difiere en ambas películas.

Verhoven se aleja radicalmente de la forma elegida por Gabriadze para narrar su película. Mientras el primero se muestra más clásico en su estilo (La historia sigue a sus personajes de forma directa y no a través de la pantalla de un ordenador. Por el tema que trata el director algunas escenas obviamente han de mostrar tanto redes sociales como escenas donde se ve el código de las mismas –Por favor, si podéis ver esta película con un programador hacedlo, creo que será muy divertido-, y este se muestra bastante acertado a la hora de enseñar la adicción de la protagonista a facebook, gracias a una música que casa bastante bien con las imágenes y a la forma elegida por este para editar las escenas. Suele ser habitual que en estas películas las escenas donde se muestran chats, páginas web o similares rompan el ritmo pero en este caso casi sucede al contrario, son estas escenas las que parece que tienen mas ritmo y es el resto de la película la que acaba rompiéndolo), el segundo intenta sorprender al espectador con la forma elegida para rodar su película, lastima que ese mismo año el español Nacho Vigalondo rodara su decepcionante ‘Open Windows’ de una manera por momentos muy similar.

‘Friend request’ sitúa a sus protagonistas en un ambiente universitario (Que nadie se lleve a engaño, aquí no estamos ante la hermandad alpha gamma beta si no ante un grupo de amigos a los que parece que les sobra el dinero, basta con ver alguna de las pequeñas y humildes casas en las que viven) algo que a mas de uno le podrá traer a la cabeza, aunque brevemente, la cinta ‘Anatomia’ de Stefan Ruzowitzky. A pesar de la incomoda presencia de ese profesor y su mensaje sobre la adicción a internet, Verhoeven arranca su película consiguiendo captar el interés del espectador gracias a la manera elegida por este para introducirnos en la amistad entre Laura y Marina, llevando al espectador a pensar que aunque esta puede que no sea una gran película por lo menos le mantendrá entretenido durante hora y media.

Pero si aceptar una amistad en facebook es el principio del fin, sucede lo mismo al tener alguna esperanza con esta película. Si la reciente ‘Cell’ deja claro como no hay que adaptar una novela al cine, ‘Friend request’ es un perfecto resumen de cómo coger una película minimamente entretenida y tirarla a la basura con un absurdo y previsible final (Aunque alguna idea parece lógica, esta está desarrollada de manera burda y torpe) Todo lo bueno (O lo poco bueno) que Verhoeven había conseguido apuntar, no solo no es aprovechado por este si no que además es desperdiciado sin ningún tipo de reparo.

Pero hay algo todavía peor y eso no es la falta de originalidad de la historia (La sombra del cine asiático de terror eclipsa a esta película) ni la falta de lógica de la película (La guapa y popular protagonista se hace amiga de una pobre chica cuyas publicaciones hacen de esta una mezcla entre Miércoles Addams y Charles Manson), no, lo peor de todo son las por momentos horribles interpretaciones. Es difícil destacar una interpretación peor que otra. Brooke Markham (Isabel), Brit Morgan (Olivia), Liesl Ahlers, etc.. etc.. incluso secundarios con muy poco tiempo en pantalla como es el caso del oficial Dempsey al que da vida Nicholas Pauling dejan momentos realmente lamentables. No solo la historia acaba fracasando estrepitosamente si no que además el trabajo de los actores no ayuda precisamente. (Y tampoco el uso de lentillas…ejem…).

Hay muchas cintas y series que tratan el poder de las redes sociales e internet con mayor menor acierto, a las ya citadas podemos sumar también ‘Chatroom’ de Hideo Nakata, ‘Fear dot com’ de William Malone, etc, etc… ‘Friend request’ no aporta nada nuevo, no hay nada que la haga diferente porque bajo su bonita envoltura volvemos a estar ante una historia mil veces vista. Verhoeven nos deja una cinta que se va apagando conforme avanza su metraje y acaba convirtiéndose en algo realmente decepciónate y hasta aburrido. Prescindible.


Crítica: The Neighbor

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Odio a mis vecinos, lo reconozco. No a todos, a unos en concreto. Pero, en principio, no les tengo por nada más que por unos personajes molestos de cuestionable educación e irritantes costumbres. Podría ser peor. Podrían ser cualquier cosa mucho peor. Y es que, ¿Qué sabemos de nuestros vecinos? Nada. Podríamos estar durmiendo espalda con espalda durante años con el mismísimo carnicero de Milwaukee y no darnos cuenta. O sí, o amanecer una mañana con la garganta sesgada, yaciendo sobre la cama empapada de nuestra propia sangre. Todos esos ruidos extraños, muchas veces inexplicables a intempestivas horas del día o de la noche, seguramente, jamás llegaremos a saber a que se deben y seguro que en muchos de los casos, es mejor así.

El cine de terror no ha sido ajeno a esta corriente de pensamiento. De hecho, la historia del mismo, está plagada de vecinos poco recomendables. Alfred Hitchcock fue de los primeros en dar buena cuenta de ello en “La Ventana Indiscreta” (“Rear Window”, 1954) con un escayolado James Stewart a unos prismáticos pegado (algunos somos más de mirilla, por más que Jim Gillespie nos recomendara no hacerlo en “D-Tox”) y D.J Caruso ni corto ni perezoso, le compró el concepto en “Disturbia” (2007), con algo menos de clase, todo sea dicho. Por tener, hemos tenido hasta vampiros por vecino, al menos eso nos contó Tom Holland en “Noche de Miedo” (“Fright Night”, 1985), donde el cineasta dejó claro que a él, también le habían chupado la sangre en algún momento de su vida. No pudo ser más gráfico.

“The Neighbor” nos emplaza a varios nombres propios. Por supuesto, el primero y más importante de ellos, el de Marcus Dunstan. Quien irrumpiera con inusitada fuerza tras las cámaras en el mundo del terror con “The Collector” (2099) e incluso saliera airoso de la arriesgada secuela “The Collection” (2012), sin olvidar sus éxitos como reputado guionista de la saga “Saw”, o aun mejor, de otra saga aun más fabulosa, la de “Feast”, es el encargado de dar forma a “The Neighbor”, un nuevo relato de terror a modo de thriller sobre aquellos junto a los que vivimos y sobre los cuales no sabemos nada, hasta que nuestros mundo realmente se cruzan, o en ocasiones, colisionan. No es el único. A su lado, su inseparable Patrick Melton, con quien co-escribe el guion (como suele ser habitual, por no decir, norma) y un tercero, casi tan importante en esta ocasión, el de el ex-Nine Inch Nails Charlie Clouser, a estas alturas, uno de los más reputados compositores de bandas sonoras en la actualidad, quien ya había trabajado con los Dunstan & Melton (recordemos que es el papá de la mítica sintonía de “Saw”) y que aquí, en “The Neighbor”, tiene un papel más protagonista que nunca.

Recordemos que el tándem, se había postulado para dirigir la posible nueva entrega de la saga “Halloween”. Tenían hasta título: “Halloween Returns”, e iba a ser una secuela directa de la película de John Carpenter, obviando el resto de entregas de la franquicia, pero finalmente, Dimension Films canceló el proyecto y se quedaron con la miel en los labios, como ya les pasara en su día a los Bustillo & Mauri con el remake de “Hellraiser”. Por cierto y hablando de les enfants terribles del horror galo, apuntar que su obra maestra, “A L ínterieur”, será editada en territorio español tanto en DVD como en Bluray el próximo día 28 de Septiembre, haciéndole así justicia a una de las mejores películas que ha dado el género en los últimos años.

Y sobre “The Neighbor” lo voy a decir ya, esta va a ser una crítica unidireccional. Quiero decir, que pasado ya un día desde su visionado, aun no he sido capaz de encontrarle ni una sola pega, ni un solo reproche, Si acaso y por rizar el rizo, su desenlace, que no me ha parecido del todo redondo, pero sobre el cual no voy a decir absolutamente nada, para no dar posibles pistas de hacia donde van los tiros, pues entiendo que el filme pide a gritos mantener la incertidumbre hasta el último suspiro de vida. Y lo hace, lo pide, lo exige, porque si hay otra cosa que también puedo decir alto y claro, es que estamos ante la cinta más emocionante del año y ríete tú, de aquellos que lo fliparon con “No Respires”. La película de Fede Álvarez te atrapa, la de Dunstan, te aplasta contra la butaca.

Y ese es el principal activo de “The Neighbor”, una historia que te atrapa desde el primer minuto y que no te suelta hasta el último, gracias a un guion brillante y un dominio de los tiempos excepcional por parte del director, quien consigue dotar al libreto de una agilidad tal que el espectador, no consigue despegar la mirada de la pantalla ni un solo segundo, con unas cotas de intensidad, como digo, bastante más altas que lo visto en la cinta del Uruguayo. En esta acentuada tensión, también tiene mucha parte de culpa Charlie Clouser, quien en uno de sus mejores trabajos (ojito, porque estamos ante una de las mejores bandas sonoras del año, sin duda alguna), consigue recrear una atmósfera siniestra y misteriosa gracias a una partitura que nos estrangula delicadamente a lo largo de toda la cinta, sabiendo muy bien cuando deleitarnos con el sonido del silencio, para colocar las tildes allá donde son necesarias.

No estamos ante una película que nos depare excesivas sorpresas y queda bastante claro desde el principio cuales van a ser los derroteros de la historia, pero si es cierto que en su simpleza, el guion sabe cubrir muy bien sus pasos y no enseñar nunca las cartas antes de tiempo. De hecho, su primera media hora, apunta hacia lugares muy distintos, para terminar amasando todos los ingredientes de manera muy orgánica en la masa final, dando forma a un thriller con tintes de terror que maneja componentes varios de títulos como “Frío en Julio” (“Cold in July”, Jim Mickle, 2014), “Blue Ruin” (Jeremy Saulnier, 2013), “Bound To Vengeance” (José Manuel Cravioto, 2015) e incluso la propia “The Collector” (2009).

Otra de las grandes virtudes de la cinta, es la facilidad con la que nos hace empatizar con los personajes. Sin duda, a esto contribuye muchísimo el excelente hacer del dúo protagonista formado por Josh Stewart (o el neo-Sean Penn), quien ya fuera sufridor protagonista de “The Collector” y que aquí vuelve a poner su triste pero muy expresiva mirada al servicio de la causa y su partenaire femenina, una no menos estupenda Alex Essoe, quien al igual que ya hiciera en “Starry Eyes” (Kevin Kolsch &  Dennis Widmyer, 2014), vuelve a comerse la cámara para digerirla, excretarla y volver a devorarla una y otra vez en un ciclo escatológicamente delicioso. Vamos a amarlos desde el principio y vamos a sufrir con y por ellos, a lo largo del intenso y trepidante metraje, algo que en el cine de terror de hoy en día, por extraordinario, no debería pasar por algo baladí.

Los amantes de la saga de “The Collector”, sin duda se preguntarán si “The Neighbor” guarda similitudes gráficas con aquella. La respuesta es no. No estamos ante una película que aborde el terror desde las vísceras, aquí se apuesta todo al suspense, lo cual no quita, que estemos ante una cinta violenta y con alguna que otra concesión al aficionado de corte más extremo, pero como digo, más como algo anecdótico, que como dogma de religión. Si buscamos las excelencias visuales, en “The Neighbor” las vamos a encontrar en su estupenda fotografía y en el gran dominio de los espacios, dando como resultado una experiencia asfixiante y por momentos claustrofóbica que aquí sí, guarda muchas similitudes con la citada “No Respires”.

Estamos pues, no se si a estas alturas se puede ya tachar de “sorpresa” tratándose de Marcus Dunstan, por lo tanto diré, ante una de las mejores películas de terror del año. Intensidad y emoción en estado puro para un guion notable, sin malabares ni virtuosismos, pero de una sobriedad tal, que es imposible encontrarle fisura alguna. En un tiempo donde las licencias están a la orden del día en el género, “The Neighbor” resulta tan angustiosamente creíble que a uno, solo le queda apretar el culo y esperar a que sus seres queridos, salgan sanos y salvos de esta gran jugarreta que les ha jugado el siempre caprichoso (y muchas veces hijo puta) destino. Excelente.

Lo mejor: Tensa como ella sola, como si una mano nos agarrase con fuerza las pelotas con dudosas intenciones a lo largo de toda la película y, por supuesto, la BRUTAL banda sonora.

Lo peor: Estoy en ello. Por decir, me habría gustado otro final... o no, no lo se. Pido el comodín del público.


Sitges 2016, lo nuevo de Terrence Malick, Werner Herzog y más confirmaciones

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Los nuevos trabajos de Terrence Malick y Werner Herzog en la Sección Oficial de Sitges 2016 

El sorprendente film francés ‘Grave (Raw)’, ganador del Premio Fipresci en Cannes de este año, y la salvaje ‘Hardcore Henry’, Premio del Público en Toronto, también en Sitges 2016  

Entre las producciones presentes en la Sección Oficial también destacan las premières internacionales de las producciones catalanas ‘Mine’ y ‘El ataúd de cristal’ 

Terrence Malick y Werner Herzog. Dos pesos pesados del cine contemporáneo se añaden a una Sección Oficial del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que este año ya ha confirmado a Rob Zombie, con su slasher 31; Nicolas Winding Refn, con el radical thriller The Neon Demon, o Paul Schrader (que recibirá la Màquina del Temps) con su film de alto voltaje Dog Eat Dog.  

Voyage of Time, el primer documental de Terrence Malick, que podrá verse en una sesión especial en Sitges 2016, es probablemente el proyecto más ambicioso del director norteamericano. Altamente experimental, Voyage of Time es un intento, a modo de film collage, de ilustrar la historia del universo con poderosas imágenes y con las voces de Cate Blanchett y Brad Pitt como narradores. En sesión especial también podrá verse Salt and Fire, el último film del director alemán Werner Herzog. En este thriller Michael Shannon y Gael García Bernal dan vida a un científico y a un ejecutivo de una gran compañía, respectivamente, que deberán limar sus diferencias para evitar un posible desastre provocado por la erupción de un volcán. 

Más títulos potentes, además de regresos destacados, se siguen sumando a la Sección Oficial de este Sitges 2016. De Francia proviene uno de los estrenos más importantes: en Grave (Raw) de Julia Ducournau, una de las películas de horror más sorprendentes de la temporada, la adolescente Justine deberá averiguar cuál es su verdadera naturaleza. Sin irnos de Francia, Sitges 2016 contará con la première mundial de la epopeya de ciencia-ficción Arès, de Jean-Patrick Benes, en la que se plantea un París distópico, con el país galo sumido en la pobreza, en el que la única salida para la población son las violentas peleas televisadas en las que todo está permitido. Sin dejar la ciencia-ficción, el director Matt Johnson (quien presentó The Dirties en Sitges 2013) regresa con Operation Avalanche, en la que cuatro agentes de incógnito de la CIA se infiltran en la NASA para destapar una de las mayores conspiraciones de la historia de América. Videojuegos y ciencia-ficción también se dan la mano en la première española de la salvaje Hardcore Henry, de Ilya Naishuller, film ruso de acción rodado en primera persona que recibió el Premio del Público en la sección Midnight Madness del Festival de Toronto. Siguiendo en Europa, desde Bélgica llegará a la sección competitiva de Sitges 2016 Mon ange del director Harry Cleven, romance en clave fantástica entre un chico invisible y una joven ciega. Una de las últimas locuras de Kevin Smith también estará presente en una sesión especial. La comedia fantástica Yoga Hosers, con Johnny Depp, promete delirio, humor y monstruos a partes iguales.  

Sitges 2016 sigue con su afán de apoyar el cine fantástico catalán. Después de que el Festival anunciara Proyecto Lázaro, film futurista de Mateo Gil, Pet de Carles Torrens, y la película inaugural Inside de Miguel Ángel Vivas, tres son las producciones autóctonas que se suman a estos títulos. En una sesión especial podrá verse Mine, co-producción entre España, Italia y EEUU, dirigida por Fabio Guaglione y Fabio Resinaro. En este thriller, un soldado (Armie Hammer) se ve expuesto, tanto física como psicológicamente, a las inclemencias del desierto, después de una misión fallida. Otro film que podrá verse dentro de la Sección Oficial será El ataúd de cristal de Haritz Zubillaga. En el film, Paola Bontempi interpreta a Amanda, una actriz que se verá atrapada dentro de una limusina a merced de una voz metalizada que le irá ordenando lo que deberá hacer. En una sesión especial, Sitges 2016 contará también con el nuevo y esperado trabajo del director catalán J. A. Bayona, Un monstruo viene a verme, en la que Connor, de doce años, deberá superar la enfermedad de su madre con la ayuda de un monstruo.  

Y en sesión especial también, el Festival de Sitges proyectará la nueva película de Nacho Vigalondo, Colossal, protagonizada por Anne Hathaway, que relata la extraña conexión entre una joven con problemas psicológicos y el ataque de un monstruo que está aterrorizando la ciudad de Seúl.  

Al ya anunciado film de Emiliano Rocha Tenemos la carne, incluido en el sello Blood Window, se añaden dos nuevas producciones provenientes ambas de México. En la Sección Oficial a competición del Festival se proyectará el western/thriller Desierto de Jonás Cuarón, protagonizado por Gael García Bernal y Jeffrey Dean Morgan. Y también en Sección Oficial pero en una sesión especial podrá verse la première mundial de Las tinieblas de Daniel Castro Zimbrón, en la que un padre mantiene a sus hijos encerrados en el sótano de una cabaña en mitad del bosque, con la excusa de que una bestia acecha en los alrededores.  

Y de Latinoamérica al otro lado del mundo, a Asia. A las ya anunciadas superproducciones como Train to Busan, The Handmaiden o The Wailing entre otras, en la Sección Oficial también se contará con dos de los films más esperados provenientes de Japón. El kaiju eiga japonés, o cine de monstruos, estará presente con la última producción protagonizada por su monstruo más querido: Shin Godzilla (Hideaki Anno y Shinji Higuchi), que se ha estrenado hace apenas un mes en el país nipón con éxito total de taquilla, competirá en Sitges 2016. Como también lo hará Museum de Keishi Ohtomo. Basada en un famoso manga publicado entre 2013 y 2014 en Japón, la película se centra en la investigación de una serie de grotescos asesinatos que siempre tienen lugar en días lluviosos.
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