Quantcast
Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
Viewing all 2363 articles
Browse latest View live

"S-V/H/S", trailer de la esperada secuela

$
0
0
Ya ha visto la luz uno de los trailers más esperados de la temporada, el de la anhelada (o no), secuela de una de las cintas más controvertidas del pasado año, “V/H/S” , recordemos, antología de terror que tenía en el denominado found footage su leit motiv. “S-V/H/S”, como así se denomina esta segunda parte, reúne nuevamente a un compendio de directores de actualidad (siete en esta ocasión) que intentarán ofrecer un producto algo más homogéneo de lo visto en la entrega anterior.

Los integrantes de la nueva antología son: Gareth Evans, director de la espectacular cinta de acción “The Raid” (la cual por cierto, también tendrá secuela en breve); Timo Tjahjanto (“Macabre"), a quien también vimos enrolado hace muy poco en otra antología (“The ABCs of Death”) y precisamente, en uno de los segmentos más interesantes de la misma; Eduardo Sánches, pequeña eminencia del género tras dirigir la mítica (aunque sobre valorada en mi opinión) “The Blair Witch Project” y cositas mucho más interesantes como “Lovely Molly” y sobretodo, “Altered”; Jason Eisener, padre de la gloriosa y ya cinta de culto “Hobo With A Shotgun”; Adam Wingard, quien ya estuvo en la entrega anterior y al igual que Tjahjanto y Eisener, en “The ABCs of Death”, además de tener a punto de caramelo, otro de los pelotazos de la temporada (“You´re The Next”); Y dos debutantes, Simon Barret y Greg Hale.

Para ir abriendo estómagos, ahí va el sugerente trailer de la película.



Crítica: Scanners

$
0
0
Sólo poco más de doscientas personas en todo el mundo son "scanners", seres humanos con unos extraordinarios poderes mentales. Darryl Revok, el más poderoso, es el jefe del grupo. Todos ellos son capaces de controlar las mentes de los demás y pueden provocar terribles sufrimientos a sus víctimas. Cuando el doctor Paul Ruth descubre un scanner con más poderes que Revok, decide utilizarlo para acabar con el grupo.

La idea de “Scanners” llevaba filtrándose durante diez años en la cabeza del director David Cronenberg que a principios de los años setenta había escrito un argumento titulado “Telepathy 2000”. El primer título del guión fue “The Sensitives”, pero Cronenberg había leído la novela de Philip K. Dick “A Scanner Diary” y le gustó la expresión scanner. Así que adquirió el nombre, se documentó sobre los fenómenos parasicológicos e hizo el boceto del guión. Dicho boceto les interesó a los productores Claude Héroux, Victor Solnicki y Pierre David, que ya habían producido “Cromosoma 3” y que en aquel momento tenían una empresa llamada Filmplan.

El rodaje se desarrolló entre octubre y diciembre de 1979 en Montreal, pero cuando tuvo que comenzar la filmación, el director aún no había acabado el guión, por lo que debía ir escribiéndolo según avanzaba el rodaje.

Como ya se ha visto en los anteriores trabajos de Cronenberg, la mayoría de los lugares donde sucedían sus argumentos eran espacios domésticos, sin embargo, en “Scanners” todos los que aparecen son públicos o se emplean para trabajar. El film sugiere un mundo futurista sin que realmente esté diciendo que es futurista. Algo sumamente interesante.

La mayoría de los lugares fueron construidos especialmente para la película. En cuanto a los exteriores, la edificación más notable es la sede de ConSec, un edificio alto y aislado en medio de una pradera que recuerda a las Torres Starline de “Vinieron de dentro de...”. El resto de los inmuebles son tradicionales y un tanto desangelados.

Entre los objetos importantes de la película destaca el teléfono. Para ser exactos un teléfono público situado en una cabina al lado de una estación de gasolina; gracias a este aparato Cameron puede introducirse mentalmente en la computadora de ConSec y destruirla.

Uno de los personajes más interesantes es el progenitor de los scanners, el doctor Paul Ruth, un investigador que pretendiendo hacer un bien para la humanidad, logra crear un monstruo o una raza de fenómenos. Pero Ruth no es más que un pelele. Esta siendo utilizado por una poderosa y misteriosa organización. El otro personaje estrella del film es el malvado Darryl Revok, quien siempre está presente incluso en las escenas donde no aparece físicamente; presente en las conversaciones. Es como el mal, siempre presente.

Personalmente el personaje más interesante, aunque el menos en la filmografía de Cronenberg, es la protagonista Kim Obrist. Aunque su papel es poco decisivo es líder de un grupo de scanners disidentes y ocultos que parecen haber obtenido una mejoría practicando una especie de terapia de grupo. Poco decisivo porque solo usa sus poderes de scanner para defenderse eficazmente en una ocasión, cuando dentro del edificio de ConSec derriba y desplaza a un guardia armado, que pretende atraparla.

Respecto a la puesta en escena, la película es más ágil que “Cromosoma 3”, hay bastantes más travellings y de hecho, comienza con la cámara moviéndose hacia atrás precediendo al protagonista.

En la película se emplean tres fundidos encadenados, el primero entre el cuerpo amarrado en la cama de Cameron y las personas que van entrando en la dependencia donde está.

La película tuvo un gran éxito comercial. La recepción crítica, por su parte, no fue demasiado buena. En España se estrenó con el título de “Scanners... su solo pensamiento podía matar”. Gracias al éxito en las taquillas, se rodaron varias secuelas. La primera en 1991 se tituló “Scanners II: The New Order” dirigida por Christian Duguay. En 1992 Duguay volvió a dirigir otra secuela, “Scanners III: The Takeover”, que tiene poca relación con la dirigida por Cronenberg. En 1994 el productor Pierre David (“Videodrome”, “Scanners”) dirigió y produjo la secuela titulada “Scanner Cop” que tuvo secuela en 1995 con titulo de “Scanner Cop II. The Showdown”, dirigida por Steve Barnett.

LA ESCENA: El apoteósico enfrentamiento final.

LO MEJOR: Su historia.

LO PEOR: Sin comentarios.


"Patrick", nueva versión del clásico de los 70

$
0
0

Nueva versión, adaptación, remake... Como queráis llamarlo. Hoy nos desplazamos a tierras australianas para recuperar este clásico de 1978 que en su día grabó Richard Franklin. Sé que la mayoría estaréis hartos de remakes en los tiempos que corren pero desde aquí quiero romper una lanza a favor de éste, ya que podría ser una de las gratas sorpresas para este 2013 que de momento casi en el ecuador del mismo pocas cosas reseñables nos está ofreciendo.

Teniendo en cuenta que el director no es otro que Mark Hartley, el cuál es conocido por sus magníficos documentales Not Quite Hollywood: The Wild, Untold Story Of Ozploitation! y Machete Maidens Unleashed! ya viene con muchos puntos de serie. Si no los habéis visto, estáis tardando.

Si a esto le sumamos que entre las stars contamos con actores como Rachel Griffiths (siempre la recordaré como Brenda Chenowith en Six Feet Under), Sharni Vinson (nombrada recientemente por el inminente estreno de You're Next), Charles Dance (el rostro de Tywin Lannister en Juego de Tronos) y Jackson Gallagher encarnando a Patrick; seguimos en línea ascendente.

La sinopsis al igual que la estética de la cinta no dista de la original. Patrick, nuestro psicópata en coma, reposa en la habitación quince de un peculiar hospital privado. Lo que le diferencia de ser un cacho de carne con ojos postrado en una cama, no es ni más ni menos que nuestro nuevo amigo tiene poderes telequinéticos, los cuales se las harán pasar putas al personal que allí trabaja.

Me muestro optimista ante esta propuesta, ahora sólo nos queda esperar a octubre y ver si es todo oro lo que reluce en el trailer.

 

Crítica: El Hotel del Terror

$
0
0
La brujería y todo lo que rodea al mundo de las brujas, que ahora está nuevamente en boca de muchos aficionados al género de terror por el (supuesto) inminente estreno en nuestras pantallas de la última (e interesante) película de Rob Zombie, The Lords Of Salem, es una temática bastante utilizada a lo largo de la historia del cine aunque lamentablemente con pésimos resultados en la mayoría de ocasiones (ya veremos que nos depara Alex de la Iglesia en Las Brujas de Zugarramurdi). Cosa extraña, porque ese mundo oscuro, esotérico, ritual y macabro de la brujería a priori parece un caldo de cultivo estupendo para la “magia” del celuloide.

El Hotel Del Terror (cuyo título original es The City Of The Dead, aunque en EE.UU. se comercializó como Horror Hotel) es una modesta producción británica de 1960 dirigida por John Llewellyn Moxey cuya historia se enmarca dentro de los parámetros de la brujería y las sectas satánicas. Esta producción (absoluta serie B) lamentablemente no pasará a los anales de la historia como una buena película sobre el universo brujeril, aunque tiene (incomprensible para mí), cierto prestigio en determinados ambientes de “culto”.

La cinta se abre con un prólogo en una pequeña localidad de Nueva Inglaterra, Whitewood, en el siglo XVII, cuando los puritanos (comunidad protestante radical que habitaba en la zona) quema en la hoguera a Elizabeth Selwyn (interpretada por Patricia Jessel) por actos de brujería (este arranque recuerda enormemente al de la película de Mario Bava, también de 1960, La Máscara del Diablo). A continuación saltamos en el tiempo hasta nuestros días donde Alan Driscoll, un profesor universitario (Christopher Lee), le relata a sus alumnos las leyendas que han perdurado a través del tiempo de los aquelarres y las ejecuciones de las brujas. Una de sus mejores alumnas, Nan Barlow (una guapa Venetia Stevenson), interesada en estos temas y alentada por el propio Driscoll, decide adentrarse hasta Whitewood para buscar cualquier archivo o documento que aún se conserve en él y ponga de manifiesto lo verdaderamente acontecido durante aquellos años de fanático oscurantismo de 1692.

Algunos aspectos del film son bastante interesantes, como por ejemplo: la atmósfera gótica y fantasmagórica que transmite el pueblo de Whitewood muy del estilo pulp de Creepy (gracias a una correcta ambientación pese a lo sobrio y minimalista del atrezzo); una estupenda fotografía en blanco y negro (sin duda lo mejor de toda la película y obra de Desmond Dickinson); el mal rollo que desprenden los enigmáticos personajes interpretados por Christopher Lee, Patricia Jessel (en un doble papel) y Valentine Dyall y la hipnótica partitura compuesta por Douglas Gamley. Entonces, ¿por qué no funciona? La respuesta de siempre, el guión. Pero vayamos por partes (y en este caso las hay y bien diferenciadas).

El film arranca de forma brillante, con un prólogo que es la escenificación de una de las leyendas que narra el profesor Driscoll. Continúa aumentando las expectativas que tenemos con la llegada de la joven Nan a un Whitewood contemporáneo rodeado por una espesa niebla y poblado por seres enigmáticos que ocultan terribles secretos. Nos frotamos las manos cuando la joven descubre que la posada donde se hospeda alberga pasadizos secretos que pueden estar siendo utilizados por sectas satánicas que siguen practicando la brujería. Y llegados a este punto sin retorno, a los 40 minutos de metraje, todo gira bruscamente, convirtiéndose a partir de este preciso instante en un carrusel de despropósitos, situaciones absurdas, incoherencias y mala resolución tanto argumental como narrativa de lo que va aconteciendo. Resultando graciosa de lo grotesco, ridículo y cutre que presenciamos (algo terrible para una supuesta cinta de terror). Una verdadera lástima porque hasta entonces estaba siendo muy estimulante.

No obstante, los más fanáticos del género es posible que encuentren atractivo su visionado, por tratarse de un producto no excesivamente conocido que combina brujería, sectas y pactos con el diablo, sin caer en la truculencia (la película huye constantemente de mostrar sangre) y decantarse por las atmósferas opresivas y llenas de suspense. Lástima que la falta de medios convierta el guión en una sucesión de torpezas y “cutreces” que enervan al más paciente (las actuaciones de Dennis Lotis, Tom Naylor o Norman Macowan cuyos personajes cobran mayor relevancia en la segunda parte son deplorables, y algunas situaciones dignas de las parodias de El Informal). Pese todo sus escasos 80 minutos pasan volando (lo cual al menos se agradece).

Un pequeño detalle para acabar aunque contiene SPOILER así que dejad de leer los que estéis dispuestos a dar una oportunidad a esta cinta. La estructura de la película, al igual que en la producción del mismo año, Psicosis, cambia completamente cuando la (supuesta) protagonista de la historia, la joven y rubia estudiante Nan Barlow, que estaba llevando el peso e hilo de la narración muere en un ritual de brujería y sus familiares emprenden desesperadamente su búsqueda. Al final, al igual que sucedía en la obra del maestro Hitchcock (que se estrenó antes), los personajes giran el cuerpo, que aparece de espaldas, de la bruja que muestra su verdadero rostro desfigurado.


"The Human Centipede 3", primeros rumores

$
0
0

Hoy han salido los primeros rumores sobre la tercera y última parte de The Human Centipede. Se ha filtrado que Tom Six se está preparando para rodar en una prisión de Los Angeles.

¿Qué estará tramando Six? ¿Va a grabar las consecuencias de los atroces actos de los mad doctors? Podría ser, ya que el reparto se conserva, es decir, podremos volver a ver a Dieter Laser y Laurence R. Harvey. Y por si fuera poco se añaden a la lista  Robert LaSardo, Abraham Rubio y William Guirola.

Ya sé que sois muchos los fans de THC, pero yo he de confesar que me quedé en la primera y aún estoy dudando si adentrarme en la segunda. Eso sí, he de reconocer que esto de que la tercera parte esté rodada en una prisión a una le despierta la curiosidad.

Ahí os lo dejo, ¡a digerirlo bien!


"Scenic Route", ¿Grata sorpresa o decepción?

$
0
0

Esta propuesta que os traigo hoy no sé muy bien por donde pillarla, os explico por qué. En el SXSW, en el cuál fue seleccionada y visionada hace un tiempo se han visto críticas de todos los colores.

Los hermanos Goetz, (que como directores se les conoce otra película más titulada Mass Transit rodada por allá el 98 y son responsables también de Kiss Kiss, Bang Bang), nos narran la historia de un par de viejos amigos que emprenden un viaje por el desierto. Uno de ellos, Mitchell (Josh Duhamel), se podría decir que ha triunfado en la vida y al otro, Carter (Dan Fogler), no le ha ido tan bien. Carter no tiene otra idea mejor que, para pasar más tiempo con Mitchell, trucar el coche para que parezca que se ha averiado y así ponerse al día con éste. El conflicto aparece cuando descubren nuestros protagonistas que el coche realmente sí que ha quedado inservible.

Esta podría ser una bonita historia de amistad truncada por la envidia. U otra bonita historia de supervivencia. O un poderoso duelo de actores aunque esto último lo dudo mucho si tenemos en cuenta quien forma el dueto protagonista, sólo diré dos películas: Transformers y Kung Fu Panda.

La fecha de estreno no está todavía confirmada, pero se cree que será este mismo agosto. Os dejo con el trailer, que poco nos deja a nuestra imaginación. 

 

Crítica: Wishmaster 2

$
0
0
Para hacer una secuela que sea clavada a la primera vale más quedarse en la cama y no hacer nada, pero a diferencia de un servidor, los responsables de “Wishmaster 2: Evil Never Dies” no se les pegan las sábanas e introducieron cambios que van de menor a mayor. Aunque es una buena iniciativa, deriva hacia un final de ida de olla apoteósico.

Los cambios que se notan a primera instancia es que el Djinn una vez liberado, no solo tiene que encontrar a su liberadora para que pida los tres deseos sino que antes tendrá que apoderarse de 1001 almas para su posterior tormento. Una vez conseguida la meta y pedido los tres deseos, luego sí, volvemos a la finalidad de la primera parte que era abrir las puertas a sus hermanos demoníacos para que causen caos, destrucción, muerte y repugnancia visual a los seres humanos, y es que estos genios son más feos que el copón. Eso no quita que con el maquillaje hayan perdido fuelle sino que se mantiene en la línea del buen hacer.

Unos ladronzuelos entran a robar en el museo de los dioses de la primera parte y les sale mal, en su huida, la chica de la banda descubre la piedra y accidentalmente, como no, libera al Djinn. Éste para encontrar la 1001 almas piensa en el mejor lugar de la Tierra en que podrá conseguirlas en un abrir y cerrar de ojos: la cárcel, se nota que el tipo no sabía de la existencia del INEM porque seguro que quedaría empachado.

La primera parte de la película se desarrolla notablemente, con un montón de reos pidiendo deseos, la elegida teniendo visiones y la introducción de una figura masculina ayudando a la pobre desamparada. Los deseos cumplidos son irónicamente graciosos, por ejemplo, un preso pide que se joda su abogado porque no lo ha defendido correctamente… minutos más tarde vemos al abogado follándose a sí mismo, el como no os lo diremos ya que es la parte divertida ¡Y encima el tío disfruta! Marrano.

Vamos a por los dos protagonistas: la chica y la figura masculina, en este caso su ex, reconvertido en un hombre de Dios debido al rechazo de la fémina que en vez de encerrarse en el baño a hacerse pajotas se ha encerrado en un convento… haciéndose pajetas viendo a su ex y sus posturas erótico-festivas.

Después de esta primera parte empieza la ida de olla, o la zarpa de Dios ya que me meten la religión cristiana de por medio de una forma un tanto brusca e incomprensible. Dejad que me explique mejor. La chica es la típica moza de pelo negro, pierciengs, labios rojos, minifaldas, vestida de negro, o sea una jamona. Peeeero el cura, muy sabiendo en los temas sobre el demonio le dice que solo lo podrá derrotar siendo pura. Pues bien, la manera de hacerse pura da grima ya que ahí van los pasos a seguir:

1. Cambiarse el peinado y ponérselo en plan de maestra de primaria.
2. Quitarse los piercings y desmaquillarse, a veces es mejor no desmaquillarse por la posible cara de troll que pueda haber debajo.
3. Cambiar el negro por una gama de colores pastel como si fuera vestida como una sosa tarta de bodas.
4. Lo más importante: cortarse un dedo. Pero eso sí, el meñique, así que para hacerce puro uno tiene que cortarse un dedo esta mujer quedaría en la graduación de pureza más baja, ya que si realmente se arrepintiese o quisiese hacer las cosas bien se habría cortado la mano entera. Que tampoco veo necesario cortarse nada, pero bueno… un genialidad idea del guionista que no sabía, seguramente, como convertirse en pura.
5. Y por último, una vez has hecho todo esto y has visitado a un sacerdote que te rebautice queda el último paso: follarte un cura. WTF?

O sea que los cuatro anteriores no han servido de nada si luego te follas a un sirviente de Dios, o sea relleno para hacer la película.

A partir de ahí la película se descontrola y se vuelve bastante bizarra, he ahí la visión del cura clavado en la cruz y el desenlace final. Que lo de la pureza en la realidad se lo pasan por el forro de los cojones.

Remarcar otra vez a Divoff y aunque la película va de mejor a peor vale la pena verla.

El dato insignificante y posterior reflexión: El primer deseo que se produce en la peli es la de uno de los ladrones pidiéndole que “ojalá no hubiera nacido nunca” y el tipo se va haciendo más pequeño, hasta convertirse en un bebé para luego en un espermatozoide. Pues bien, si fuera así, nadie tendría recuerdos de él, su padre no se hubiera follado a su madre, su novia seguramente no hubiera atracado el museo y toda la película no hubiera existido nunca, así como esta crítica. Todo lo que habéis leído no existe, es producto de vuestra imaginación. Eso, o el guionista no prestó mucha atención en lo que hace referencia a causa-efecto.

Innecesario: La metedura de la cristiandad en una película que no pinta nada.


Crítica: S V/H/S

$
0
0
Regresa el terror analógico. Con él, un buen puñado de directores de actualidad (y otros que suspiran por serlo) subidos al arca de las especies (que no de las especias) en misión divina o sagrada empresa: arrancar de nuestros paladares el sabor agridulce que se aferró en lo más profundo de nuestras papilas gustativas tras el controvertido visionado de la primera entrega de esta nueva antología de terror, por lo que parece, rebautizada en franquicia. Y lo hace nuevamente, por supuesto, en formato “found footage”, con la cámara en primera persona inmortalizando los terrores que tienen preparados para nosotros, la siguiente panda de amiguetes: Simon Barret, Jason Eisener, Gareth Evans, Gregg Hale, Eduardo Sánchez, Timo Tjahjanto y Adam Wingard.

Es Simon Barret (guionista de atrocidades como “Gritos de Muerte” y “A horrible Way To Die”), quien juega a los directores dando el pistoletazo de salida con la típica historia collage que funciona como nexo de unión al resto de historietas y lo hace sin despeinarse, de forma continuista con respecto a lo visto en el anterior filme. En esta ocasión”, escondido bajo el título de “Tape 49”, mismo perro con distinto collar, sacado a pasear por una pareja que por que que se yo, yo que se, o incluso, por aquellas cosas de la vida, se adentran for second time en la casa de los horrores guardados en plástico para encontrar las terroríficas revelaciones de un joven que vive detrás de una pantalla de televisión. Junto a estas, los relatos de nuestros estimados cineastas en forma de pedacitos de horror de 20 minutos de esperanza de vida cada uno de ellos.

Juzgar “Tape 49” con el mismo rasero que al resto de las historias de sus congéneres, sería algo injusto, pues el propósito de la narración de Barret, es algo distinto de el de estos. De hacerlo, de juzgarlo, pues seguramente hablaríamos del segmento más flojo de la obra, más allá de que espante las moscas con el rabo en sus agónicos últimos compases en forma de epílogo diabolico-festivo. Lo hace, las espanta, y lo hace sin escatimar en artificios y sin vergüenza en recurrir a tópicos del género, en este caso, del cine de posesiones demoníacas y demás juergas del inframundo. Aunque para ser justos y si hablamos de tópicos, la palma se la lleva otro personaje, y este, si tiene delito, pues bajo la solapa de su chaqueta aparece una chapa en la que reza: “director de cierto prestigio”, Mr. Adam Wingard (“A Horrible Way To die”, “The ABCs of Death”), vuelve a darle una palmadita en la espalda a todos aquellos que se les llena la boca o empina el nabo cuando dirigen su mirada con cierto escepticismo hacia sus anteriores fechorías.
 
“Clinical Trials”, que así se titula el corto de marras, no es otra cosa que un buen ejemplo de como No debe abrirse una antología, al menos, no si quieres que en la audiencia se despierte un mínimo de interés hacia la misma, si bien es cierto que esto también alberga una doble lectura, pues comenzar desde lo más bajo, puede dar validez a aquello de “la cosa solo puede ir a mejor”, que en realidad es lo que termina sucediendo. Lo voy a decir ya, “Clinical Trials” es una auténtica basura, un perfecto ejemplo de falta de inventiva o de ganas por hacer algo mínimamente original. Esto ya nos lo habían contado los japos hace un buen puñado de años (incluso los americanos tuvieron los santos cojones de realizar un horrible remake), en concreto, los hermanos Pang con su ya mítica (para los que gusten de este tipo de cine y no me cuento entre ellos) “The Eye”. Los que conozcan aquella historia de fantasmas empolvados, podrán hacerse una rápida idea de por donde pueden ir los tiros en el corto de Wingard.

Nula originalidad, visualmente descafeinada (de vergüenza ajena las caracterizaciones de los fantasmas de turno), carente de tensión (sustos infértiles y torpemente colocados) y en definitiva, un pasaje del terror más propio de una feria de gitanos, que de un gran parque de atracciones.

Del director de "The Blair Witch Projet" y "Alterado" (Eduardo Sánchez, junto a un tal Gregg Hale), nos llega la propuesta corta para los amantes de aquellos que corren sin vida, de los que miran fijamente con los ojos inyectados en sangre y la pupila blanca... sí, hablamos de zombies, o infectados (sonreid chicos y chicas, aquí hay mordiscos de los que arrancan la carne, de los que dejan huella...).

El argumento, como es habitual en este tipo de experimentos breves, es simple: Un precioso día en el que dar un paseo en bicicleta por el bosque, que se trunca por un mordisco mal dado, sí señor, hablo de infectados en un día de sol, hablo de un ciclista que vive una locura absoluta de muerte, salvajismo, y pérdida de humanidad en muy poco tiempo, hablo de una huida con una cámara colocada en su casco protector, hablo de una historia de pérdida y recuperación, pues nuestro chico, es mucho más que un cacho de carne hambriento, nuestro chico es el centro de una pretendida reflexión cinematográfica que dudo mucho que pueda ser algo más que curiosa, en un género, hasta ahora cerrado con la gran concesión que se hizo desde "El Amanecer de los muertos" a las carreras de los zombies/ infectados (llamadles como queráis).

"A ride in the park" es floja, es justita, muy muy justita, pero tiene un elemento diferenciador (intentado en alguna que otra ocasión...), que es la inclusión de la conciencia de vivo en alguien ya muerto, pero que se sigue moviendo (espero que me estéis siguiendo, porque me está costando horrores no desvelar nada del corto, para decir lo que quiero decir). Ahora bien, desde mi punto de vista, la cosa no funciona para nada, pues ni se consigue la empatía, ni se consigue el punto dramático, ni se consigue la reflexión, ni entiendo muy bien la finalidad de ese punto final, más allá de intentar terminar un producto con un desarrollo cansino y una innovación cogida por los pelos.

Las tomas, como en cualquier otra historia de estas antologías de "VHS", son irritantes, histéricas, mareantes y a la vez cercanas, pero en este caso, no consiguen el propósito de ponernos en la piel (y la carne) del protagonista, y terminan exasperando mas que otra cosa.

Los efectos especiales (puro maquillaje Fx, que, así sin más aditivos, me encanta), es correcto y de las actuaciones poco puedo decir teniendo en cuenta el tema que se toca...
 
En definitiva, un corto, que creo que no está lo suficientemente madurado, y por tanto no consigue el objetivo de los directores, sólo nos deja indiferentes, en espera de la siguiente historia. Mal camino.

Timo Tajhjanto (“Macabre”) con Gareth Evans (“The Raid”) como fiel escudero cual Sancho Panza, recubren con sangre y carne el esqueleto de la que sin duda es la mejor historia de toda la cinta, “Safe Haven”. Un viaje encarnizado a las entrañas del mundo de las sectas donde se combinan de forma brillante algunos de los trazos de identidad de ambos cineastas, la enfermiza morbosidad de Tajhjanto y la visceralidad rítmica de Evans. Tras una primera mitad de relato que juega al despiste con el espectador seduciéndolo con bocados de realidad, llega al apocalipsis fílmico, cinco minutos de puro frenesí sacado del mismísimo infierno con ecos a aquella estupenda "Pro-Life" de maese Carpenter y que por si solos, justifican el visionado de toda la antología.

No voy a desvelar absolutamente nada más al respecto por que esto, es una de esas cosas que uno debe descubrir por si solo, un espectáculo cercano a lo que experimentamos todos aquellos que nos atrevimos en su día con “Evidence”, seguramente, el desenlace más bizarro que servidor haya presenciado en su ya dilatada carrera de visionados. Si bien “Safe Haven”, no consigue alcanzar aquellas cotas, no consigue que nos falte el oxígeno en los pulmones, no cabe duda de que a mas de uno se le va a desencajar la mandíbula de tanto abrir la boca ante semejante carnaval  de sangre y depravación.

Una cosa es segura, tras el visionado de “Safe Haven”, llego a una conclusión: El suicidio puede llegar a ser la mar de divertido, si es colectivo, más.

Y llegamos a la última historia, una de las mas esperadas por ser del director que es: el gran Jason Eisener ("Hobo with a Shotgun").

Después de ver todo lo que es capaz de hacer este hombre, puedo decir que, una vez más, me ha sorprendido, no solo por el subgénero elegido, sino por la transformación de la ciencia ficción en terror.

Esta vez nos encontramos ante una historia de alienígenas y abducciones, y la propuesta cumple, y con nota, lo que se espera de algo como "VHS", pues en menos de veinte minutos nos cuenta una historia con historia, nos tiene totalmente en tensión, tiene momentos que aterrorizan, enseña lo que tiene que enseñar y sugiere aquello de lo que nuestra imaginación está ávida.

La trama comienza con una reunión de amiguitos en una típica casa de familia acomodada (con embarcadero y todo), cuando los padres de uno de ellos se van a pasar el fin de semana fuera...Aquí lo predecible: los niños haciendo jugarretas a su hermana adolescente y el novio de esta, burlas entre estos pequeños granujas, juegos con el perrito que tienen de mascota, primeras masturbaciones frente a una tele con porno...vamos, lo típico de un fin de semana solos. Con lo que no cuentan los protagonistas de este fin de semana de libertad es con lo impredecible, que no es otra cosa, que la visita de varios alienígenas (con nave espacial incluida) con claras intenciones de abducción para vaya usted a saber qué.

Los extraterrestres no se diseñan de una forma especial para este corto, son los que se nos han dibujado una y otra vez en películas y narraciones, y tengo claro que no es la falta de imaginación lo que hace que no sean amenazantes o "diferentes" a lo que tenemos en mente, pues la idea no es que los alienígenas asusten con su sólo presencia, la idea es que lo haga esa cámara en primera persona, que precisamente es la finalidad de estos cortos (o debería serlo señores directores- estas cámaras son la herramienta, no la excusa-). Así pues, cuando la oscuridad de los espacios abiertos en plena noche, se rompe con la espectral presencia de estos seres tan cerca de esa cámara que podrías tocarlos si alargas un poco el brazo, lo cierto es que asusta y mucho. Y si acompañamos todo esto con unos efectos sonoros que casan a la perfección con las imágenes, el resultado es impecable, y lo dice alguien a quien lo que le molesta de las películas de terror precisamente es que lo que asuste sea el efecto de sonido, en lugar de una muestra visual de terror (lo que me lleva a pensar siempre, que cuando se mete mucho sonidito es porque la deficiencia de terror visual va a ser palpable).

Teniendo en cuenta, que el tema de los aliens no me llama para nada la atención, y que raramente me gusta algo al respecto, removerme por dentro con algo como "Alien abduction slumber party" era, a priori, complicado, pero una vez más, reverencio a Eisner, pues consigue, con diferencia ser el que se alce la matrícula de honor, pues guste mas o menos, es de los pocos que ha logrado de un corto de "VHS" hacer algo sólido (incluida la escena final, diseñada para que todos digamos "nooooooooooooooo" con mirada triste").

Brevemente, la conclusión con "VHS 2" o "Super VHS" es que ni damos un paso hacia adelante, ni retrocedemos .El tema es que, en términos generales, las expectativas vuelven a ser malas aliadas, pues , pese a estar bastante por encima de la primera entrega, no llega a estar al nivel esperado (teniendo en cuenta a los directores que la componen), pues la diferencia entre las 2 primeras historias y las 2 últimas es tan evidente, que hace que, una vez más, la descompensación juegue a favor de un sabor de boca entre amargo e insípido, en el que no se puede pensar en una antología, sino en directores sueltos, lo que significa que la propuesta, como conjunto, falla estrepitosamente. Aun así, y sólo por las historias de Timo Tajhanto y Jason Eisner, merece la pena sufrir las de Barret, Sánchez y Wingard.

No dejéis de verla, pero esta vez queridos, con prudencia y sin dejarse deslumbrar por la luz.
 
 


Crítica: Insensibles

$
0
0
Con motivo del inminente estreno de la película en las salas de nuestro país, recuperamos la crítica que le dedicó el Sr.Bundy después de su proyección en la pasada edición del festival de Sitges.
 
 
¿DE QUÉ VA?

David, un brillante neurocirujano, sufre un fatídico accidente de coche siendo sometido a una serie de pruebas que le revelan que tiene cáncer y que necesita un trasplante de médula. Para sobrevivir, se lanza a la búsqueda de sus padres biológicos. Aunque las respuestas sobre su origen parecen ocultarse tras un velo de silencio y misterio, en su búsqueda descubrirá que durante la Guerra Civil española, en los Pirineos, un grupo de niños nació con un extraño y desconocido mal: eran insensibles al dolor físico.

La enfermedad, conocida como Síndrome Mishida, provoca a los afectados una percepción deformada del dolor, los valores humanos y la violencia por lo que los afectados acabaron resultando un auténtico peligro tanto para sí mismos como para todo y todos los que estaban a su alrededor. Tras su encuentro con Berkano, la vida del protagonista cambiará para siempre. Será entonces cuando el pasado vuelva a filtrarse por las rendijas del presente, de forma que todos los hechos acaecidos, además de rememorarse, cobren un sentido escalofriante para los seres que permanecían ajenos a los secretos escondidos en él.

FICHA TÉCNICA

Dirigida por Juan Carlos Medina, que ejerce de guionista junto a Luiso Berdejo (“[REC]”), contiene un reparto formado por Àlex Brendemühl (“Héroes”), Juan Diego (“Lope”), Tomas Lemarquis, Derek de Lint, Irene Montalà, Félix Gómez (“Agnosia”) y Bea Segura.

Alejandro Martínez se encarga de la dirección fotográfica, mientras que Johan Söderqvist de la música.

La producen Roxbury Pictures, Televisió de Catalunya, A Contracorriente Films, Fado Films, Les Films d’Antoine y Tobina Films. Coproducción hispano-franco-portuguesa que se rodó durante siete semanas en localizaciones de Cataluña y Huesca.

Se preestrena en España en la Sección Oficial de largometrajes a competición.

En el Festival de Cine de Estrasburgo recibió el prestigioso premio Méliès de Plata a la mejor película fantástica europea. Compite por el Méliès de Oro en el Festival de Cine de Sitges.

¿CUÁL ES EL TEMA TRATADO? ¿DE QUÉ GENERO SE TRATA?

Film de intriga o suspense de corte fantástico. Thriller psicológico a caballo entre la actualidad, la España de la Guerra Civil y sus años posteriores.

COMENTARIO

“Insensibles” es una de las producciones catalanas del Festival de Cine de Sitges y, sin lugar a dudas, la menos afortunada. Comienza con una bien rodada e impactante escena de un accidente automovilístico y con el misterio de unos niños que no sienten el dolor, pero a medida que va avanzando el ritmo trepidante y el misterio del guión va haciéndose pesado, inverosímil e incluso risible.

La historia se cuenta en dos partes: una primera en el presente de David, quien descubre tras un accidente que tiene cáncer y que necesita de sus supuestos padres un transplante de médula. La segunda parte del film va de la década de los treinta hasta la de los sesenta, pasando por los años anteriores a la Guerra Civil, los años de la contienda, la posguerra con la II Guerra Mundial de trasfondo hasta la Dictadura española. En esta segunda parte vemos como una serie de niños del pueblo son encerrados en un psiquiátrico de por vida por padecer una especie de enfermedad que les permite no sentir dolor. Los niños, incomprensiblemente, juegan con su cuerpo indoloro y se queman la mano o se arrancan las uñas. Ambas partes se unirán en una sola en el desenlace; un desenlace tan absurdo e insensible (no transmite nada porque ya en la mitad de la película nos dejó de interesar la historia), que no tiene sentido y es del todo poco o nada creíble.

LO BUENO: La dirección artística. La escena del accidente de vehículo.

LO MENOS BUENO: Un guión sin fuerza. Una historia poco o nada interesante y creíble. Aún sigo sin entender porque los supuestos padres de David tienen el fatídico destino que tienen.




"Asmodexia", el diablo se gasta acento catalán

$
0
0
El ya mítico hospital del Torax en Terrassa (servidor se ha pegado alguna que otra juerga macabra por sus alrededores), escenario de películas como “El Maquinista” o “Frágiles”, vuelve a acoger un nuevo filme de terror patrio, en este caso, del debutante Marc Carreté (director de cortometrajes como “Mal Cuerpo” y “Castidermia”, exhibidos ambos en anteriores ediciones del festival de Sitges). El cineasta catalán dirige y co-escribe (junto a Mike Hostench, subdirector del propio festival de Sitges), su primer largometraje, “Asmodexia”, una nueva incursión en el cine de exorcismos y posesiones infernales en el cual, acompañaremos durante cinco días a un exorcista y a su nieta, mientras limpian de demonios las calles de Barcelona.

El filme será producido por MS Entertainment, una nueva productora barcelonesa especializada en cine de género y a la cual, le deseamos desde aquí toda la suerte que no tuviera en su momento la extinta Fantastic Factory.
 

Crítica: El Señor de los Anillos: Las Dos Torres

$
0
0
Ya es un hecho que las tres películas de Peter Jackson sobre “El Señor de los Anillos”, uno de los libros más leídos del mundo, han hecho historia y están entre los grandes clásicos del séptimo arte. Su segunda parte, la que nos atañe -titulada “Las dos torres”-, destaca por revolucionar los efectos especiales. Me refiero a los efectos de los 50 minutos de secuencia de la batalla del Abismo de Helm donde 10.000 uruk-hai creados por ordenador actúan de forma autónoma, con inteligencia propia. Esto pudo ser posible gracias a Massive, un programa informático creado por Stephen Regelous y desarrollado por Weta (la compañía de efectos especiales del filme, fundada por Jackson) que se basa en los principios de la inteligencia artificial. El gran logro de este sistema es que puede crear miles de agentes individualizados, que responden de manera única e instintiva al entorno que les rodea. Este programa se complementa con otro, llamado Grunt, creado por John Alitt, que recoge los datos de Massive y establece qué aspecto debe tener el agente, que tipo de vestuario y armadura, qué gama de colores, etc. Peter Jackson por su parte rodó más de 20 horas de dicha batalla. Lo mejor de la película, sin duda.

Otra maravilla de la informática es la recreación de Gollum, un ser que debe su aspecto a la combinación de la mejor tecnología informática y a los gestos y la voz del actor Andy Serkis. Los animadores de Weta estudiaron la interpretación de Serkis, que rodaba las escenas del filme con un traje de látex recubierto de puntos, usándolas luego en Weta como referencia para digitalizar sus movimientos. A partir de esos puntos, animaban a la versión digital del Gollum, con más de 300 músculos y 250 expresiones faciales. Después Serkis añadía su voz.

Y también los efectos especiales destacan por lograr crear los ents, una raza de árboles hablantes y caminantes que son los habitantes más antiguos de la Tierra Media. Su misión: proteger los bosques. Bárbol es uno de esos ents, quien luchará contra el malvado Saruman. En la versión original, su voz es la de John Rhys-Davies, el actor que también interpreta al enano Gimli.

A parte de los ents, los nuevos personajes de esta segunda parte son el rey Théoden de Rohan (Bernard Hill), hechizado por otro de los nuevos, el consejero real Gríma Lengua de Serpiente (Brad Dourif), que a su vez actúa siguiendo los dictados de Saruman. También Faramir (David Wenham), hermano del sacrificado Boromir, un soldado que habita los bosques con su milicia y que salva a Frodo y Sam. El guerrero Éomer (Karl Urban) es otro nuevo, al igual que su hermana, Éowyn de Rohan (Miranda Otto), sobrina del rey Théoden, que la adoptó después de que los orcos mataran a sus padres. Y, por último, aunque apareció brevemente en “La comunidad del Anillo”, Gollum es otro de esos nuevos personajes de esta entrega. Interpretado por Andy Serkis, el Gollum es una criatura deforme debido al Anillo, que consiguió cuando todavía era un hobbit normal (500 años antes) y que le ha convertido en un monstruo.

En lo referente a la historia, “Las dos torres” es quizás mejor que la primera parte, porque es cuando todo se vuelve más interesante. Ahora se trata de continuar la historia y la narración se vuelve más sombría, más épica y profundiza más en cada personaje. La primera parte sirvió solo de presentación para contar lo que viene en “Las dos torres” (título referido a las torres Barad-dûr y Orthanc, donde habitan las fuerzas del Mal encarnadas por el Señor Oscuro Sauron y Saruman).

En este nuevo episodio, también de tres horas de duración, la Comunidad se disuelve tras la muerte de Boromir. Por su lado, Frodo y Sam parten rumbo a Mordor para destruir el Anillo, mientras Aragorn, el elfo Legolas y el enano Gimli se lanzan a rescatar a los hobbits Pippin y Merry, secuestrados por los esbirros de Saruman. Los tres se toparán con el resucitado Gandalf el gris, que ahora es Gandalf el blanco, reforzado en poderes y sabiduría. Éstos se unirán para combatir las fuerzas del Mal y evitar la destrucción de la raza humana.

LA ESCENA: Sin dudas, la brutal batalla del Abismo de Helm.

LO MEJOR: Los efectos especiales. El personaje de Gollum se convierte en toda una sensación como ya lo hizo Yoda cuando apareció por primera vez en “El Imperio Contraataca”.


"El Hobbit: La Desolación de Smaug", trailer y póster

$
0
0
Grandes nuevas las que nos llegan desde la tierra media y es que hace un par de días que vio la luz el esperado trailer del no menos esperado segundo capítulo (al menos para servidor, que valga la redundancia, disfrutó como un enano con “El Hobbit: Un Viaje Inesperado” ) de la nueva trilogía basada en el universo Tolkien. En esta ocasión, la continuación de las aventuras de nuestro Hobbit favorito, el bueno de Bilbo Bolsón, nos llega bajo el título de “El Hobbit: La Desolación de Smaug” , la cual verá la luz en las salas de nuestro país el próximo día 13 de Diciembre.
 
Para ir haciendo boca (o camino, mucho más apropiado para esta ocasión), os dejamos con el precioso poster promocional y el primer tráiler en español.
 

"Frankenstein´s Army", ciencia y ocultismo Nazi

$
0
0
Nuevo e interesante debut detrás de las cámaras el que nos propone Richard Raaphorst. ¿El título de su criatura? “Frankenstein´s Army”, un nuevo terror en formato found footage o falso documental que nos adentrará en los horrores de la segunda guerra mundial, donde un grupo de soldados rusos en avanzada por la Alemania del este, se topan con un laboratorio secreto nazi en el que encontrarán algo más que fórmulas y teorías sobre un ambicioso experimento basado en las investigaciones del Dr. Frankenstein (que no Fronkonsteen), a partir de las cuales, los nazis están trabajando en crear a un ejercito de super soldados a partir de cuerpos muertos.

Temática no excesivamente original que ya se ha tratado en varias películas pero que aquí, adquiere una nueva dimensión gracias al tratamiento en primera persona, el cual, a tenor del impresionante trailer promocional, tiene pinta de conseguir llegar donde otros no lo han hecho, al corazoncito del aficionado.
  

Crítica: Come Out and Play

$
0
0
El controvertido mundo de los remakes nos vuelve a "sorprender", esta vez, con una silenciosa revisión de aquella fantástica cinta del año 1976 llamada "¿Quién puede matar a un niño?", y dirigida por el emblemático Narciso Ibañez Serrador. Y Me refiero al remake como silencioso, porque la publicidad y distribución que ha tenido ha sido pobre, saliendo directa y discretamente al formato doméstico, del que nos declaramos consumidores compulsivos. 

La revisión, practicamente es un calco de la original, pero sin Chicho Ibañez Serrador, es decir, el contenido es potentísimo, la forma es correcta, aunque mejorable, pero la comunión fondo-forma se queda corta, y quiero explicar esto bien, porque a mi no me ha parecido un mal remake, ni mucho menos, pero los siempre benditos matices son los que, como es usual, terminan inclinando la balanza. 

De entrada nos topamos con un tipo de terror visceral, y sobre todo antinatural (como casi todos los terrores), que es el terror a los niños (quienes deberían ser los seres inspiradores de ternura extrema), o mejor dicho, el terror a las reacciones de los niños (por impredecibles), y este, es un tipo de terror muy cercano, pues ¿a quien no le ha pasado el quedarse en blanco ante una reacción totalmente inesperada de un niño? (y eso nos ocurre en mayor medida a los que no tenemos hijos) Por otra parte, nos encontramos con el terror a nuestra propia conciencia, pues lo cierto es que el título de la película original nunca fue mas acertado, pues realmente, ¿quién puede matar a un niño?... 

La trama parece simple, pero a la vez tiene un punto de enrarecimiento, que la verdad, de la manera en la que está sugerido, creo que no le beneficia para nada, pues dicho enrarecimiento, desde mi punto de vista (siempre desde mi punto de vista), debería haber discurrido por otra carretera secundaria... 

Dos turistas angloparlantes (por el acento diría que norteamericanos, aunque eso no se especifica en ningún momento), están de viaje por algún lugar de sudamérica (y esto lo vuelvo a decir por el acento y los rasgos de los lugareños, no porque en algún momento se mencione). Él, Francis, simpático y desenvuelto, es el único de la pareja que habla español, y por tanto, quien se erige en guía. Ella, Beth, es una dulce mujer en avanzado estrado de gestación. Se nos van dando pistas de que este tipo de viajes son muy del gusto del matrimonio a través de sus diálogos retrospectivos. Ellos deciden pasar unos días en una tranquila isla que debieron ver en alguna guía de viajes de las que se venden en cualquier centro comercial. Una vez en la isla, el ambiente se enrarece cuando el sol más aprieta, pues lo que allí se encuentran es una isla sin rastro de habitantes, a excepción de una gran pandilla de niños haciendo lo que mejor saben hacer los niños, que es jugar. El nerviosismo crece cuando Francis y Beth comprenden cuáles son los juegos a los que se está jugando en aquella isla. 

Primeramente, tengo que decir que "¿Quién puede matar a un niño?" me parece una obra maestra y que, en cualquier caso, el remake iba a ser difícil que se acercara a lo que supuso para mi la película del 76, pues esa película alimentó el debate que yo tengo conmigo misma desde que tengo el raciocinio suficiente como para intentar entender estas cosas que se escapan a mi explicación, que es la duda sobre si el hombre es malo por naturaleza o se hace, víctima de las circunstancias, el entorno o factores externos fuera de nuestro control. Me reservaré mi opinión al respecto, pero tengo que decir que el hecho de ver a niños pequeños disfrutando con la maldad mas absoluta, me iba dando pistas, y eso hubiera sido glorioso por sí mismo en este "Come Out and play", si no le hubieran incluido el tramposo y ambiguo elemento sobrenatural que en un momento dado, sobrevuela en el ambiente, algo que me borró la mueca de satisfacción de la cara como si me hubieran abofeteado, pues Makinov (su director)se muestra atrevido para mostrar la maldad nata personificada en las manos de un niño , y sigue siendo atrevido mostrando algo tan duro como presenciar muertes de infantes, pero en última instancia, lo deja todo a cargo de una explicación sobrenatural, que me parece, a todas luces, indignante, pues la trama no se merecía encontrarse con algo así (y tranquilos que esto no es el final, no me lapidéis...). La trama debería haber discurrido libre y sin explicación , para que fuera el espectador quien, en su lógica o su ilógica, hubiera encontrado la explicación que menos daño le hiciera, porque esto duele, duele mucho. 

Hablamos de la representación de la inocencia en representación de la crueldad , algo, cuando menos, incómodo. En "Come Out and play", esta parte incómoda está perfectamente ejecutada, pero hay un quiero y no puedo, hay una intención, pero no un objetivo definido, por tanto, en medio de toda esta eyaculación de propósitos, nos encontramos con un camino muy ancho, un camino bastante liso, sin apenas piedras, un camino que se puede recorrer sin problemas, lo que traducido a lo que estamos viendo en pantalla, significa que no sentimos la tensión que deberíamos sentir desde que Francis y Beth llegan a la isla. Todo se hace fácil de ver, y teniendo en cuenta lo incómodo de un tema tan peliagudo como la supervivencia a costa de los principios naturales de unos padres, me parece un error grave, que no presentaba la original (que secaba como el solazo que azotaba aquel pueblecito español de casas blancas). He aquí el primer fallo de esta revisión. 

El segundo fallo es la poca credibilidad que, a mi modo de ver, presentan los actores protagonistas escogidos, a la hora de defender sus papeles, pues una cosa es contención (algo que me suele gustar mucho), y otra es inexpresión, porque pase que Ebon Moss-Bachrach (Francis) tenga una dificultad añadida por hablar un idioma que no es el suyo, y en el que aún no está muy cómodo, y que vaya de una extremo a otro en segundos, pero lo de Vinessa Shaw (Beth), es ya es más escandaloso, cuando en ningún momento consigue trasmitir la ambivalente sensación que debería tener una mujer embarazada de 6 meses, con el sentimiento de maternidad tan a flor de piel, cuando la amenaza es aquello que más se ama y que aún no se tiene. 
 
Uno y dos...y si no se cuentan mas fallos a destacar, pienso que después de todo la cosa no ha salido tan mal, y que recuerdo el remake como una experiencia bastante agradable, y que desde luego se merece mas que un aprobado, porque en realidad supera con con creces las pocas expectativas creadas, y desde luego se merece mucha más atención de la que ha tenido. 

Para visionar esos días en los que el calor abrasa y no hay nada que apacigüe la sensación de arder por dentro y por fuera. En esos momentos, "Come Out and play" se hace fuego. 

Y por favor, cuidado con vuestros críos.

 

Crítica: Stoker

$
0
0
La primera vez que vi el tráiler de Stoker creí que la película narraba otra historia más de bullying contra una chica ‘rarita’, luego descubrí que era de Chan-wook Park y empecé a interesarme más. Cuando por fin la vi, resultó que la historia se había convertido en una profecía de su propio título. La cinta en sí se siente como un simbolismo en busca de una historia, provocación sin excusas y sin destino; y si nunca hubiera visto Oldboy, creería que Chan-wook Park es un estudiante de cine más. Pero como he visto Oldboy (en repetidas ocasiones), vamos a llamar a Stoker una noche libre. O quizá dirigir una película escrita en un idioma que no es el tuyo complica demasiado las cosas. Cualquier excusa es buena para perdonarle este film.
 
En el lado positivo, Park junto al escritor Wentworth Miller (el calvo de Prison Break); hacen que explicar el argumento sea muy fácil: la problemática India Stoker (interpretado por Mia Wasikowska con unas ridículas lentillas) es la típica chica pálida, rica, melancólica y posiblemente con algún poder psíquico bizarro sacada de cualquier cinta de Tim Burton. Cuando su padre muere, su espeluznante tío Charles (Matthew Goode) se muda a su casa, en principio parece ser que para tirarle los trastos a su madre, que es algo putilla; Nicole Kidman (gracias por tu colaboración). Y ya está.

Llamo espeluzante al tío de la muchacha pero más bien cualquier cosa que hace durante los primeros dos tercios de película podría ser considerado normal, o incluso educado; y es sólo el encuadre y la música lo que convierte su halo en perturbador. Parece que Park no entendió realmente el subtexto del guión que estaba rodando (o quizá, la falta de él, de subtexto, no de guión). De hecho, los primeros 30-40 minutos de la peli consisten enteramente en acción y diálogo mundano, colocado a conciencia para aburrir a través de música forzada, trucos de edición y planos de stock, como: la chica ingenua en su eterno vestido blanco de encaje abre la ventana de su habitación en el segundo piso mientras la brisa lo ondea; baja la mirada y contempla a su antagonista, saludándola y sonriéndole de manera ominosa mientras cava agujeros extraños en el jardín. El contenido no lo hace portentoso, sólo la manera de rodarlo. Nunca estás seguro de porqué estás viendo esa imagen, en vez de porque alguien cree que es importante. (¿Quién es ese alguien? Frank Stallone.)

Stoker te deja esperando (y esperando), desesperado porque algo interesante ocurra. Finalmente ocurre, para crédito de la película, con una memorable escena de ducha que no voy a espoilear a nadie. Sin amago de sorpresa, la mejor escena de la cinta que no tiene diálogo. La escena lleva la historia a otro nivel, un nivel muy extraño, y se convierte en algo interesante por un tiempo, pero luego cae al intentar llevarlo a otro nivel de rareza. Da la sensación de forzar la reacción deseada en el público, más que intentar comunicar su visión. Se nota que está intentando Shyamalanearnos, y lo consigue en algunos momentos; más a la manera de El Bosque que El Sexto Sentido. Independientemente de las ediciones de escuela de arte o los trucos de cámara, los giros y revelaciones se parecen más a un capítulo de Ley y Orden que a Oldboy, dejando un final que adivinas al dedillo. No hay sorpresa aparente en la revelación del asesino.

Stoker tiene más hiperrealidad excéntrica y cursi de una cinta de David Cronenberg sin casi nada de su visualización escabrosa y original que lo justifique. Es en algunos momentos entretenida y no tiene mucha paja por la que ir a través, pero me sorprendió mucho que durara 98 minutos, porque parece que hayas estado dos horas y media sentada mirándola.

 


Crítica: Under The Bed

$
0
0
En el cine, como en la vida, cuando uno adquiere cierto bagaje, se le presupone aquello de la experiencia (por mucho que algunos no aprendan ni en un millón de años por más hostias que se den o les den) y, se supone, también, que esta experiencia nos hace mejores, al menos, esto sería lo que dictaría la lógica Vulcana (porque de la humana no me fío tanto). Por lo tanto, de alguien como Steve H.Miller, que de acuerdo, no es un John Carpenter de la vida, pero si un tipo que ya tiene a sus espaldas un buen puñado de títulos, algunos más interesantes que otros, véanse el caso de “Automaton Transfusion”, la que fuera una de las mejores propuestas zombie de la cosecha del 2006, “The Agression Scale”, curiosa reimaginación del clásico de la comedia familiar “Solo En Casa” (2012) o el más que disfrutable remake de “Silent Night” (2012) y, también hay que decirlo, excrementos cinematográficos como “Scream of the Banshee” (2011).

Basándonos pues en dicho currículum, uno, al subirse al trapecio, al encarar el visionado de su nueva obra, pues más o menos, sabe que por muy mal que puedan ir las cosas, tiene una red debajo lo suficientemente consistente como para evitar que nos reventemos las pelotas contra la sucia arenilla de circo ambulante que es esto del cine independiente. Y eso, por mucho que el título de su nueva andadura sea en el mejor de los casos, poco sugerente. “Under The Bed” (para los que no tengan la suerte de dominar el inglés como servidor, quien está AWESOMEmente bien dotado para las lenguas, decir que la traducción sería “Debajo de la Cama”). ¿Y que hay debajo de la cama de Miller? Os preguntaréis. Pues bien, lo que uno suele encontrar habitualmente por aquellas zonas geográficas: borras, pelusas, pelos, polvo, bichos, bichos muertos, papel higiénico... vamos, lo que se conoce vulgarmente como mierda.

Si pequeños cinéfilos bastardos míos y demás peluches de color naranja que se frotan la entrepierna con sus pequeñas manitas sin dedos una calurosa madrugada de verano, “Under The Bed”, la nueva película de Steve H.Miller, es muy a pesar mío y porque no decirlo, suyo, un buen puñadito de eso, de mierda. Y es que a estas alturas del partido, después de 90 intensos minutos de juego, tras una prórroga y con un buen puñado de penaltis lanzados, uno no puede presentarse a clase con 70 minutos de telefilme bajo el brazo, sentarse en su pupitre y esperar que a la buenorra de la profesora (una MILF por definición), se le humedezcan las braguitas mientras el pequeño Miller expone su trabajo en la pizarra entre aspavientos de sus extremidades superiores.

“Under The Bed” es un viaje retrospectivo a nuestros terrores infantiles, un tour guiado a los recovecos más oscuros y perturbadores de aquellos maravillosos años de nuestra infancia. Y si hablamos de antros terroríficos, debajo de la cama sería el primero de lista si bien, dentro del armario pugnaría por arrebatarle el campeonato. Y eso que la propuesta es cristalina como ella sola, como esa braguita fina con transparencias que acuna un precioso y exhuberante trasero femenino subiendo por una escalera a un palmo de nuestras narices. Cristalina. Si. Jamás un título nobiliario ha dicho tanto de su dueño. La película del monstruo debajo de la cama. La película de aquellos dos hermanos que tienen miedo a dormir porque existe algo más aterrador, aunque parezca mentira, que la maldita pelusa, siempre traicionera, esperando el momento de elevarse ante nosotros en oscura comunión y maquiavélica complicidad con la brisa para postrarse sobre nuestros labios...

… el cuento del coco. Esto de las leyendas urbanas sobre come niños ya empieza a resultar cansino, entre boogeymans, viejas coleccionistas de dientes de leche y hombrecillos que viven en sótanos de viejas casas de truculento pasado... vamos, que uno ya tiene los suficientes malos recuerdos de sus tiempos mozos como para tener que estar reviviendo este tipo de sandeces para no dormir. Y no lo hacen, dormir digo. Porque ni el hermano atormentado, que regresa a su pueblo natal y al seno de la familia tras años de ausencia (que sabemos que está atormentado porque fuma y se pone una capucha negra), ni su hermanito pequeño (que no es tal, que es el anticristo, o al menos, eso me contaron los hermanos Winchester en un episodio de la quinta temporada de Supernatural), son capaces de pegar la oreja en la almohada cuando mueren las luces y el dormitorio se convierte en un coto de caza de infantes.

Personajes estereotipados para situaciones de encefalograma plano narrativo. Cuantas veces nos han contado las mismas tonterías y cuantas veces nos hemos dicho a nosotros mismos que aquella sería la última vez. Pero repetimos, volvemos a tropezar en la misma piedra y yo sin probar aun el bocata de calamares. No oso. No oso. Y la película que sigue en un quiero y no puedo o un puedo y no quiero, no acabo de tenerlo claro, porque sabemos que Miller no es Carpenter, pero sabemos también que sabe, que lerdo para esto del cine tampoco es y aquí se columpia sobre nuestra paciencia y lo hace a ciencia cierta de que somos humanos y de que tropezamos las veces que haga falta. Y aguantamos, y ahora los aspavientos con las extremidades superiores los hacemos nosotros, como pidiéndole explicaciones, pero estas no llegan, bostezamos. Sabemos a donde quiere llegar la historia, sabemos que al final vamos a ver lo que hemos venido a ver, las preguntas son el cuando y el como.

El cuando se hace de rogar, el tipo que sigue en el columpio cual niño malcriado y los minutos, que aunque de entrada se antojan breves (poco más de una hora de metraje), mutan a eternos y la eternidad, en mala compañía, puede llegar a resultar, valga la redundancia, eterna. Y es que no es hasta los últimos 20 o 15 minutos, cuando “Under The Bed” se pone su vestido negro ajustado, sus zapatos de tacón y se pinta los labios de intenso rojo pasión, para abandonar la franja horaria de 15:30 a 17:00 de domingo por la tarde y adentrarse en los terrenos de un sábado noche gamberro, cervecero y lo que se tercie. Las cartas sobre la mesa y el monstruo bajo la cama. Cada cosa en su sitio. ¿Ofrece lo que buscábamos? Bueno, al menos, ofrece algo, y ya es mucho, porque a esas alturas, ni estaba ni se la esperaba. Más vale tarde que nunca y nunca es mucho tiempo.

El como es tan o más titubeante que el cuando. El monstruo mola, se muestra, se va soltando y es gelatinoso, lo cual siempre es bien. La cuestión es si es suficiente. Si a mi me preguntan diría que no, pero quien soy yo para decir en que dirección sopla el viento cuando rara vez me quito el pasamontañas. El tema es que el tipo hace lo que buenamente le permiten las miserias del nefasto guión y así, la cinta quema sus últimos cartuchos e intenta hacernos olvidar que hemos estado perdiendo el tiempo delante de la caja tonta durante más de cincuenta minutos en un tramo final resultón (viendo lo visto, no es poco) aunque evidentemente desaprovechado. Y es que amigos, ¿que diablos se puede encontrar debajo de la cama sino mierda?.

Estas sabanas son suaves como el culito de un nene porque mi niña le pone suavizante hasta las trancas: El diseño de la criatura.

Cambio las sabanas una vez al mes manque vaya meado y cagado: De los 70 minutos, sobran, siendo generoso, 55. Su tufo apestoso a telefilme de sobremesa y toda la credibilidad que al amigo Miller se le ha escurrido por el retrete.
 
 

Crítica: Hatchet 3

$
0
0
Yo me hacía unos hojaldres que lo flipas. Me volvían loco. Los comía a todas horas. Les ponía tomate frito de base para recubrirlo posteriormente con deliciosa mozzarella, tomate en rodajas, atún y especies varias. Yo estaba deseando que llegase la hora de cenar para degustar aquellos pequeños pedacitos de felicidad, noche tras noche, noche tras noche, noche tras... hasta que llegó la fatídica fecha, el temido momento es el que si, amigos y amigas, me cansé del puñetero hojaldre. Ya no me sorprendía, por mucho que intentase añadirle algún ingrediente nuevo (terrible cuando se me ocurrió hacerlo con sardinas) o darme un respiro un par de días para ver si volvía a nacer la pasión entre nosotros (entre yo y el hojaldre digo), pero nada. Porque por más que nos guste algo, si se abusa, termina cansando.

Algo parecido (me) ocurre con la ya veterana franquicia que nos ocupa, la concebida hace ya siete años por el sr. Adam Green (“Frozen”, 2010), quien dirigiera las dos primeras entregas de la misma: “Hatchet” (2006) y su secuela, “Hatchet II” (2010) y quien ahora delega en un debutante, BJ McDonnell, quien pierde la virginidad cinematográfica, después de una dilatada carrera como cámara (un habitual por ejemplo, de las películas de Rob Zombie) con esta tercera entrega, a la cual, por cierto, le tenía especial ganas un servidor porque pese a que no es el tres un número por el que sienta especial simpatía, si es cierto que terceras partes (casi) siempre me han conseguido enamorar. Así que aquí estamos, delante de “Hatchet III” en una nueva cita con el amiguete Víctor Crowley, o lo que es lo mismo, el Jason Voorhees hormonado del siglo XXI.

Un habitual del género, un aquí cuasi irreconocible Ken Hodder, es el encargado de meterse dentro de la carne del que posiblemente sea uno de los asesinos más brutales que haya dado el cine desde el bueno de Jason y quien en esta tercera entrega, por si aun quedaban dudas, las disipa a base de hacer lo que mejor sabe hacer este tipo, descuartizar y desmembrar a todo bicho viviente que se le ponga por delante. Dicen que el aprendiz, siempre termina superando al maestro. Aquí la prueba de tal afirmación, porque la cantidad de violencia gráfica contenida en el continente, es tal, que ruborizaría al mismísimo Voorhees haciéndole sentir que ha estado perdiendo el tiempo todos estos años en su longeva y mitificada por algunos, saga.

Teniendo claro que “Hatchet 3” es como no podía ser de otra forma, uno de los splatters mas brutales del año...no no, me quedo corto, es el MÁS brutal del año y con diferencia, el ajo de la cuestión y el secreto de su posible éxito, residía en ver si el hecho de que la película recayese en manos de un nuevo director, servía para darle un poquito de aire fresco a la franquicia, alejándose del marcado carácter clónico de las dos primeras películas. Por desgracia, nada ha cambiado bajo el sol, bueno, bajo la luz de las estrellas en los sucios y húmedos pantanos de Louisiana, “Hatchet 3” es exactamente lo mismo que sus predecesoras, ni más ni menos. Así que en realidad, tampoco hay mucho que analizar en esta nueva entrega, pues la verdad es que valdría cualquiera de las opiniones vertidas sobre los filmes anteriores.

¿Novedades significativas? Pues ya he dicho que pocas por no decir ninguna. Un festín de cine gore por los pantanos con un asesino brutal dando caza a sus víctimas, recreándose en cada una de las muertes e intentando rizar el rizo en todas ellas. Que si, que los que disfrutaron con las dos primeras entregas, volverán a hacerlo con esta, porque como suele ocurrir con las franquicias slasher, el factor sorpresa es cero y, por lo tanto, el riesgo de decepción también. Ahora, los que busquen un poquito de “algo” diferente, de nuevos horizontes, de evolución, pocos alicientes van a encontrar en esta tercera parte. La única diferencia que he sabido encontrarle a esta nueva andadura, sea quizás el hecho de que desaparece en cierta medida el carácter cómico de los otros filmes, si bien las interpretaciones del reparto, siguen siendo malas de remate, es cierto que la historia está narrada de forma más seria y que las concesiones al humor son pocas, más allá por supuesto, de las risas que puedan proporcionar las bombásticas salvajadas gore que empapan la pantalla de sangre cada 5 minutos.

Comentar que la pequeñaja Danielle Harris (“ChromeSkull: Laid To Rest 2”, “The Victim”) vuelve a protagonizar una cinta que comienza justo, donde lo dejara la segunda entrega, con el personaje de Marybeth, dando muerte al monstruo. Decir que estamos ante un prólogo brutal, fuerte olor a sangre y heavy metal de fondo, para dar el pistoletazo de salida a esta orgía de vísceras. Nueva hora y media para el lucimiento personal de Víctor Crowley. Destacar también la presencia de un rostro icónico del terror que hace aquí el característico caméo de la saga, como ya hicieran anteriormente ilustres como Tony Todd o Robert Englund, se trata de Sid Haig, quien protagoniza el momento más divertido de la cinta. El hojaldre ya está en la mesa y amigos, viene cargadito de tomate.

El dato curioso: El actor Derek Mears, conocido por dar vida entre otros monstruos, a Jason Voorhees, es el encargado curiosamente, de dar caza en esta ocasión a Víctor Crowley.

Si me prometes que vas a eyacular sangre, puedes hacerlo sobre mi dulce rostro: Estamos ante un nuevo espectáculo gore de primer orden, el tatuaje de Danielle Harris y la certeza de que ahora, lo que realmente me chifla, es el pollo en salsa con verduritas.

En caso contrario, será mejor que apuntes tu pistola hacia otro lado forastero: La fórmula comienza a pecar de repetitiva y ya no sorprende como antaño. El nivel interpretativo del reparto continúa siendo nefasto.
 
 

Crítica: Arachnoquake

$
0
0
En el ochenta por ciento de las películas salen gallinas. Es un hecho ya que es un animal que no hace falta hacerlo por infografía y son fáciles de domesticar, les metes en una jaula y ya tienes animal. Pero, aunque esta película no trata sobre gallinas -para eso ya se encargó Troma de hacerle un debido homenaje con “Poultrygeist: Night of the Chicken Dead”- sino como lo habréis podido imaginar por el título, trata sobre un animal más repulsivo: la araña.

Pero no es una araña común. No son de esas que enciendes la luz y ves como te sube por la cama a toda ostia mientras chillas como una niña y saltas como un mono. Tampoco son de esas majas y delgadas que están en las esquinas de las paredes o las típicas Viudas negras y similares que gracias a quien sea no se me han colado nunca en casa. Las arañas de “Arachnoquake” son mucho peor, y no lo digo porque estén realizadas con CGI, sino por el tamaño y el arma secreta que tienen, aparte de la telaraña atrapa-humanos claro. Se nos muestran tres tipos de araña: la grande como una mano, la más grande como un perro y como no podía faltar, la mamá-araña. Por suerte carecen de inteligencia y son ciegas y aunque en la película se repite un par de veces estos factores a la hora de la verdad de ciegas no tienen nada y de inteligencia pues eso, no, eso no tienen. Además vaya mierda maricones que si te cargas la reina te mueres fulminado. ¡Vaya raza más poco superviviente por Dios!

Pues esto, ya sabéis de que va el asunto. Grupo de supervivientes vs arañas, no hay mucho más que contar. ¿Pero de dónde salen estos bichos? Seguro que más de uno ya estáis intrigados, por tanto primero os diré los bichos humanos que salen ya que como dicen, la unión hace la fuerza y aquí hay grupitos que se van juntando para el bien común.

Una família se dedica a hacer recorridos por la ciudad enseñando la historia del pueblo tanto con un bus como en una lancha. El padre, ex-militar, la hija, tía buena, y el hijo, un tipo que pasa de todo y solo le mola la juerga o sea, nuestro máxime protagonista. Su heroicidad ataviado con un traje de buzo, indescriptible la escena final, luchará como si fuera la Ripley, contra la mamá-araña. Pero vamos pasito a pasito que os acabo de contar el final.

Pero que más da, esto es lo de menos, al igual que los demás personajes que salen. Todos muy entrañables y ¿Sabéis quien sale? Tres pistas: ¿Edward Furlong. Edward Furlong o Edward Furlong? Bingo, sois unos máquinas.

Pues eso, sale el Sr. Furlong haciendo esta vez de papa (wtf?) de dos niños que podríamos decir son de su misma edad y su mujer es la hermana de Kirk Cameron de “Los problemas crecen”. Eso sí, sale poco. Una pena. Al Furlong me refiero no a la otra, que sale bastante la muy cansina.

La película es divertida: chistes fáciles, pasa rápida, no se hace nada pesada y por fin, después de mucho tiempo me he reído casi a carcajadas.

Podría estar escribiendo y contaros más cosas sobre el excitante mundo de las arañas... Espera, que me he olvidado de donde vienen. Pues del suelo y por culpa del Fracking. Claro van cavando y cavando y ¿Qué esperan encontrar aparte de gas? Pues arañas, que si bien antes he dicho que son mariconas por la supervivencia, parecía ser que debajo tierra se las apañaban muy bien ya que escupen ¡FUEGO! Y yo sin extintor...
 
Ahora sí, continuo con lo de antes. Podría estar escribiendo y contaros más cosas sobre el excitante mundo de las arañas pero no me da la gana. Buscad en la Wikipedia y ved la película que aunque esté marcada con la Z es de muy buen ver.

Un apunte personal. Últimamente SyFy le pasa la mano por la cara a The Asylum, a ver si estos últimos se vuelven a poner las pilas de una vez.
 
 

Crítica: Alligator

$
0
0
 
“Mi novia se llamaba Ramón, y eso que más da, se murió muy deprisa…”.

No era mi novia, sino mi mascota. Mis padres me lo regalaron para mi cumpleaños y me puse super-contenta. La puse en un acuario y la observaba cada día. Su cola verde, sus dientecillos tan pequeñitos que centelleaban bajo la lámpara de mi cuarto… era tan y tan bonita, en este caso bonito, que le puse Ramón. Es un bonito nombre para un cocodrilo y según mis padres, al igual que la canción, se murió muy deprisa y lo tiraron por el retrete. Mi inocencia no sabía entonces que no se murió, que solo estorbaba a mi padre que no quería que se le cagara más en la colada. ¡Qué se le va a hacer! Otra mentira de la niñez. Así que mientras yo crecía y mi pasión por los reptiles iba en aumento, mi pequeño Ramón lo hacía comiendo la mierda de los demás debajo de la ciudad, en las alcantarillas. ¡Tooooooma leyenda urbana!

Un buen día, me vino a visitar un policía. Algo maduro para mi edad pero bien guapetón. Creo que tenía algún pequeño problema de calvicie pero lo llevaba bastante bien. Me contó una historia sobre un cocodrilo gigante que se iba comiendo a la gente y yo siendo lista como soy le dije que los cocodrilos gigantes no existen. Hasta que lo vi con mis propios ojos. Así, que con todo lo que sabía sobre bichos me dispuse a ayudar al policía a capturarlo… Si llego a saber que era mi pequeño Ramón…

“Más vale tener humor, que en el culo un tumor”.

Hace mucho tiempo que soy policía, pero me pasó una de las gordas. En un atraco me quedé paralizado, me robaron mi pistola y se cargaron a mi compañero. Desde entonces soy la oveja negra de la comisaría. Pero que más da. Me gusta trabajar solo. Me río de mi calvicie, nadie se mete en mis cosas y me siguen asignando casos importantes. Esta vez me ha tocado investigar sobre la desaparición de cierta persona en las alcantarillas de la ciudad. O sea, que tendré que tragar mierda y, mira por donde que hay un novato que quiere hacerme compañía.
 
El destino me la tiene jurada. Hemos bajado y cuando estábamos llenos de cacota nos ataca un cocodrilo gigante y vaya por Dios, que se come a mi compi. Ala, la mala fama otra vez y encima nadie me cree con lo del bichejo grande. Ni la tía buena experta en reptiles me hace puto caso. Así que tras varios intentos me tildan de estúpido y me retiran de la policía. Pero como soy un tipo honrado y no quiero que muera más gente, me equipo como si fuera un MacGyver casero y voy a por la bestia. Eso sí, primero hago mis pinitos con la tía buena. Que soy viejo pero no tonto.

“…hoy voy a empezar, hoy es el comienzo del final, el cocodrilo…”

De pequeño era muy hermoso, tanto que me sacaron de mi hábitat natural para meterme en un acuario para y por capricho de una niña. Así que para vengarme de mi inmigración forzosa me dediqué a cagarme en la ropa de mis “dueños”. Pero claro, era pequeño y con solo dos dedos me podían coger. Y vaya si lo hicieron… los muy cabrones lo hicieron para tirarme por el váter y tirar de la cadena como si de un zurullo más se tratase. Así que tuve que criarme entre mierda, ratas y lo que mi boquita de piñón podía tragarse.

Pero el destino me tendió su mano. Y fueron otros humanos los que me salvaron de crecer y quedarme escuálido y ser el hazmerreír de mi especie. De vez en cuando venía un tipo con unos perros muertos y los echaba en la entrada de la alcantarilla… delicioso manjar. Lo que yo no sabía es que estos perros eran experimentos de una empresa que cogía los canes de las perreras, los secuestraba de las casas y demás sitios para inyectarles hormonas de crecimiento y a ver que pasaba. Y lo que pasaba es que se morían y por no alarmar a los ecologistas y a los de defensa animal pues se deshacían de ellos como se deshicieron conmigo. Tirándolos a la mierda.

Pero los humanos son torpes y el tipo gordo que se encargaba de, sin saberlo, alimentarme, un día resbaló y fue a parar a mis fauces. Desde entonces no podía dormir. Ese nuevo sabor me tenía embriagado. Una exquisitez del mejor gourmet del mundo oigan ustedes. Así que ni oso ni perezoso salí de mi literalmente casa de mierda, y fui a buscar ese néctar de los dioses que pululaban por las calles de la ciudad. Conocí –mientras los devoraba- a muchas personas interesantes, incluso me colé en la fiesta de cumpleaños de un niño para darme unos entrantes e incluso fui padrino en una boda.

Aunque todo lo bueno termina. Es un echo. Y un McGyver de pacotilla con su carnal compañera me acompañaron muy amablemente a de regreso a mi casa para darme las buenas noches.

“Cazador blanco, cirugía plástica, un jefe con mucho carisma y un reportero de vocación”.

Personajes variopintos van y vienen durante Alligator, conocida aquí como “La bestia bajo el asfalto”. A destacar los tres personajes que reza la negrita: el cazador con cara de cirugía que ha cazado cualquier ser viviente y que ahora ve una presa que se le hacen los pelos de los huevos de oro solo con pensar en cazarla; el jefe de policía muy estresante él, que da toques de humor en cualquiera momento, incluso es gracioso cuando te echa del trabajo y un reportero que lleva esto de las fotos en la sangre ya que mientras es devorado el tío en vez de intentar huir va tirándole fotos a los dientes del cocodrilo. Estos personajes más los protagonistas hacen de Alligator una película muy entretenida, muy simpática y muy entrañable, eso sí sin olvidarnos del magnífico trabajo de los responsables de animar y crear al bichejo en cuestión. Todo artesanal. Animatrónic y maquetas con unos movimientos que más quisieran conseguir ahora con los dichosos CGI.

En definitiva, una película 100% recomendable para los nostálgicos de la edad de oro del cine: los maravillosos ochenta.
 
 

"Evidence", el asesinato es un arte

$
0
0
 
“Evidence” es el título de la nueva película de Olatunde Osunsanmi, director de la estupenda “La Cuarta Fase”, con el que regresa al formato que le catapultó al éxito: el mockumentary. Lo hace además, en compañía de dos nombres ilustres ya en esto del terror, pues el tándem protagonista está compuesto ni más ni menos que por Stephen Moyer, popular por encarnar al vampiro Bill en la exitosa serie “True Blood” y al que vimos recientemente al frente de otra cinta de terror, “The Barrens”. A su lado, Radha Mitchell, a quien hemos podido ver en “Pitch Black”, la primera entrega de “Silent Hill” y en el remake del clásico de George A. Romero “The Crazies”, dirigido por Breck Eisner en 2010.

La historia comienza cuando la policía llega a una gasolinera abandonada donde se ha producido una brutal masacre. Las únicas pruebas encontradas en la escena del crimen son los dispositivos electrónicos de las víctimas: una video-cámara y dos móviles.
 

Viewing all 2363 articles
Browse latest View live