En una sociedad como en la que vivimos del bienestar hay tres factores importantes que la gente rehúsa con más énfasis que cualquier otro componente de sentimentalismo que nos hace prevalecer como seres vivos que somos: el temor a lo desconocido, la soledad y la felicidad.
Solo hace falta salir un día de casa para darse cuenta que la inseguridad a la que nuestro ser se expone, por ejemplo en un acto tan cotidiano como ir a comprar el pan, puede concluir muchas cosas malas: que te secuestren, que te atropellen, que te caiga una maceta de una ventana, que te roben o incluso que notes la presencia de alguien que te va siguiendo. Para combatir esta inseguridad hay gente que se rodea de los suyos, que se compra un perro o se pone los cascos del MP3 para sentirse más protegido o simplemente pasar desapercibido a ojos ajenos.
Por una extraña razón nos han enseñado de pequeños que la soledad es mala. Todavía busco a alguien que me de una explicación razonable a esto, ya que en mi etapa de soledad fue una de las mejores etapas de mi vida. Pero ahí está. Gente que aguanta a otra gente que de seguro que no soporta por el simple hecho de no estar sola. Muchas veces con el miedo a eso de “no quiero morir solo”, “quiero alguien que me cuide cuando sea viejo”, etc. Aunque estar al lado de la persona que amas es lo más bonito que te pueda pasar no siempre encuentras a esa media naranja y si la encuentras el tiempo te hace poner los pies en el suelo, más bien los morros, y te hace dar cuenta que tienes que volver a la soledad. Y hablando a favor de ella he de decir que es buena ya que no dependes de nadie y al no tener donde apoyarte te hace ser más fuerte, te convierte en un superviviente.
Alguien dijo una vez: “Si alguna vez te haces la pregunta de si eres feliz, seguro que no lo eres. Ya que si lo eres no haría falta preguntarte esto”. Felicidad, menuda palabra. ¿Qué es la felicidad? ¿Realmente llegamos a ser felices o solo guardamos pedacitos de buenos momentos en los bolsillos? Alcanzar tus metas te tendría que hacer feliz o tener una vida cómoda, pero cuando logras esto luego ¿Qué? Si estuviera en un terapeuta y me hiciera la pregunta de si soy feliz tan solo le contestaría: “Estoy bien, gracias”. Creo que es lo máximo que podemos llegar, a estar bien.
Pues bien, ¿Dónde quiero ir a para con estas tres propuestas? Pues como dice el título a “entrar” directamente en la película pero sin contaros nada relevante de ella. Son de esas películas que vale más encontrarte sin saber nada, una película que habla de la inseguridad, la tristeza y la soledad.
Grabada como si fuera un mockumentary, ojo, solo con la técnica ya que mockumentary no tiene nada, nos adentramos en la vida de una chica cualquiera en una ciudad cualquiera. Vemos su día a día con parsimonia, como voyeurs sentados en un banco observando a los transeúntes pasar pero en esta ocasión solo tenemos ojos para ella. Pero al mismo tiempo, la cámara juega a dos bandas. Por una parte nos muestra este voyeurismo innato que tenemos todos y por otro nos muestra el punto de vista de la chica. Sus temores, su soledad, su tristeza.
La película de una hora y media de duración, es lenta, muy lenta, extremadamente lenta. Normalmente rehúso y me aburren un montón estas propuestas pero Entrance engancha. El estilo de narración está muy bien rodado ya que juega constantemente con uno de los tres factores dichos anteriormente: el temor. Cada nuevo personaje, cada nueva situación te hace saltar la alarma de que algo va a pasar pero como en la vida misma al final no pasa nada hasta que…
El mirón que observaba pasa a la acción. Nuestra comodidad pasa a ser nerviosismo ya que la rutina al igual que la cámara se desdobla y nos muestra la tristeza, pero esta vez ajena, que en realidad no estamos solos en este mundo, aunque la manera en que se nos muestra es un poco, bastante, muy heavy.
Siempre hay alguien observando, para nuestro bien, o para nuestro mal. Esto solo el destino lo sabe. Que la soledad es tan solo un estado que uno mismo puede elegir entre estar a gusto o no, que la tristeza nos acompaña desde el primer llanto hasta el último suspiro y que el temor, por mucha protección o por mucho que queremos pasar desapercibidos está ahí, acechando en cualquier rincón de nuestra ciudad.
SPOILER
El clímax: Cuando el desconocido le susurra en la oreja que la ha estado observando y que se siente afín a ella, que muy pocas personas tienen está conexión.
El fallo: Cuando la chica va de habitación en habitación y la cámara nos muestra a todos sus amigos muertos. Para mi no hacía falta, la frase del desconocido en que dice que se los va a cargar era más que suficiente. Al mostrarnos los cuerpos es querer justificar y meter chicha de muertes al final. Creo que con solo la imagen de ellos dos en el patio hubiera bastado para hacer redonda la película y dejarse de la huida/persecución final ya que estropea el ritmo del film.