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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: The Turning

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Sensaciones encontradas, antagonistas incluso. “The Turning” adapta y en cierta forma actualiza la novela clásica de terror gótico “The Turn of the Screw” (“Otra Vuelta de Tuerca”) escrita por Henry James, publicada originalmente en 1898 y considerada como la historia de fantasmas por antonomasia. No es la primera vez que la obra de James es llevada a la gran pantalla, ya lo hiciera Jack Clayton con “The Innocents” (1961), siendo estimada también como uno de los grandes clásicos de terror de la época.

Floria Sigismondi, consumada directora de videoclips, entre ellos los celebrados “The Beautiful People” y “Tourniquet” de Marilyn Manson, o “Little Wonder” de David Bowie entre otros muchos de artistas como The Cure, Muse o Kate Perry, es la encargada de abordar este arriesgado proyecto cinematográfico, su segunda puesta de largo tras “The Runaways” (2010). No es no obstante esta su primera toma de contacto con el género, pues ya ha dirigido para televisión varios episodios de series como “Daredevil”, “Hemlock Grove” o “El Cuento de la Criada”. En este caso, el guion de “The Turning” corre a cargo de dos mentes testadas a primer nivel como las de Carey W. Hayes y Chad Hayes, dedos detrás de la saga “The Conjuring”, de la cual han firmado el libreto de ambas entregas, así como de otras cintas del género como “Whiteout” (Dominic Sena, 2009) u otro interesante y poco reconocido remake como fue el de “La Casa de Cera” de nuestro Jaume Collet-Serra (2005).


“no ofrece las herramientas suficientes al espectador para que este pueda armar cualquiera de las a priori, dos alternativas que la historia propone en su desenlace”


Por desgracia y ni con esas, “The Turning”, consigue presentar en sociedad un guion a la altura de las circunstancias, algo absolutamente imprescindible en una propuesta como esta en la que la propia naturaleza del relato requiere de una precisión de cirujano en cada incisión para que la historia pueda llegar a buen puerto. Sigismondi es incapaz de mostrar la historia de manera en que el espectador pueda lidiar con su parte interpretativa, lo cual termina dejando un sabor de boca agridulce pese a algunas interesantes virtudes expuestas a lo largo del filme.

“The Turning”, al igual que la novela original, basa buena parte de su encanto en la ambigüedad de la historia. Estamos por tanto ante una de esas propuestas que abogan por un final abierto, fórmula de la que soy muy amigo y empresa a la que me encanta enrolarme siempre que se presenta la oportunidad. El problema de “The Turning” es que no ofrece las herramientas suficientes al espectador para que este pueda armar cualquiera de las a priori, dos alternativas que la historia propone en su desenlace.

Resulta imperativo que en este tipo de propuestas, el realizador, sin perder nunca de vista la sutileza, tenga a bien la generosidad para con el espectador, de ir dejando esas miguitas de pan a lo largo del camino para que este, pueda volver a casa. En este caso, entender ese lienzo en blanco que son los finales abiertos. Cuando esto no ocurre, la satisfacción de la elucubración se torna en frustración y la parte a interpretar se puede interpretar, valga la redundancia, como una gran tomadura de pelo. No se si es el caso de “The Turning”, elevar su desenlace a tal categoría, pero desde luego, está muy lejos de proporcionar la experiencia deseada al usuario debido a que todas esas pistas o bien están muy bien escondidas, mal colocadas o directamente, no están. A partir de ahí, montar el puzzle, más que un ejercicio empírico, se torna en una experiencia de fe. Tras el visionado, el espectador no tendrá que interpretar, directamente tendrá que inventar. Eso en el mejor escenario, en el peor, no entenderá una puñetera mierda y correrá el riesgo de flirtear con la categoría de “tomadura de pelo”.


“Tampoco el relato cuenta con la grandilocuencia y la épica de The Haunting, pero la historia de fondo resulta lo suficientemente sugestiva como para que nos interesemos por ella”


Y es una lástima, ya que “The Turning” roza lo excelso en algunos apartados y pese al riesgo que supone el hecho de trasladar la acción a nuestros tiempos (los noventa, para ser exactos, como bien nos deja claro el filme tomando la muerte de Kurt Cobain como punto de partida), ya que se pierden algunos elementos visuales tan propios del terror gótico como pueda ser la utilización de los homologados candelabros y demás enseres de la época victoriana, la realidad es que Sigismondi consigue dotar a la película de una notable atmósfera y una perturbadora puesta en escena. De acuerdo, no llega a los niveles de “The House of the Devil” (Ti West, 2009), uno de los grandes terrores escénicos de los últimos dos lustros (+1), pero sí consigue dotar a la mansión de cierta personalidad y rancio fondo de armario.

Tampoco el relato cuenta con la grandilocuencia y la épica de “The Haunting” (Jan de Bont, 1999), pero la historia de fondo resulta lo suficientemente sugestiva como para que nos interesemos por ella y queramos llegar al fondo del misterio. Es aquí pero, donde hayamos otro de los puntos flacos del filme, de nuevo mostrando flaquezas a la hora de jugar con la sutileza. Y es que hay una diferencia abismal entre esta, la sutileza, y las medias tintas. “The Turning” cae a menudo en lo segundo. En especial, a la hora de abordar los temas más peliagudos o controvertidos de su trama, en este caso, la relación entre Kate (Mackenzie Davis) y Miles (Finn Wolfhard). La historia de fondo pone sobre la mesa una serie de situaciones de abuso, tanto físicas (violaciones) como psicológicas, pero cuando se trata de plasmarlas en la relación entre ambos personajes, lo hace de forma excesivamente tibia. En este sentido, “The Innocents” fue capaz de ir mucho más allá si nos atenemos a la enorme distancia entre épocas en el tiempo. Resulta decepcionante, que a día de hoy, se siga pasando de puntillas sobre según que temas tabú.


“no es una propuesta que busque el susto fácil, todo lo contrario. Las abundantes apariciones están ideadas para contribuir a su inherente halo de suspense”


Pese a ello, tanto Mckenzie Davis (“Terminator: Dark Fate”) como Finn Wolfhard (“It”) ofrecen sendas solventes interpretaciones. Sobre la primera, las dudas que pueda generar sus personaje respecto a su papel en la historia, en ningún caso vienen dadas por una deficiencia en su trabajo, sino por la construcción del personaje por parte del propio guion. La jovencísima Brooklynn Prince (Flora) completa el reparto principal. Un juego a tres bandas entre cuidadora y cuidados que nunca termina de explotar todo su potencial pese al buen trabajo de los actores, por culpa de las miserias de un libreto confuso y mojigato.

“The Turning” es una película muy cuidada a nivel escénico (quizás los fantasmas sean el único punto negro en este apartado). Tanto su apartado visual a la hora de recrear un actual pero lúgubre escenario, como el mimo puesto en su sobrecogedora banda sonora (en el cual queda clara la predilección de la directora en lo que a gustos musicales se refiere), repleta de temas de la época grunge y con un score obra de Nathan Barr (hemos podido escuchar otra buena muestra de su talento en la reciente “The Hunt”) que sin perder el respeto por los sonidos más clásicos y propios del terror gótico, llega a atreverse incluso con sonoridades vanguardistas para dar forma a un todo de lo más personal (sirva de ejemplo de ambos la espectacular secuencia de créditos finales). En su haber, apuntar también que no es una propuesta que busque el susto fácil, todo lo contrario. Las abundantes apariciones están ideadas para contribuir a su inherente halo de suspense, lo cual siempre es de agradecer en los tiempos que corren.

Por contra, ni la narrativa ni el guion ayudan a comprender un desenlace que lejos de suponer un satisfactorio reto para el espectador, se torna en un galimatías casi insalvable que termina desvirtuando una experiencia que, por naturaleza, esta indivisiblemente ligada al éxito de su giro final.

Lo mejor: McKenzie Davis y la banda sonora.

Lo peor: Excesivamente tímida y confusa (el final te volará la cabeza... literalmente). El cuestionable diseño de las apariciones.



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