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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Gretel and Hansel

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Érase una vez un cuento. Como todo buen cuento, estaba pensado para obligar a la moraleja y disuadir, normalmente mediante la violencia, de hacer el mal. El cuento estaba ideado para la enseñanza infantil, pero no por ello se servía de la narración inocente, sino que no reparaba en castigos y ensañamiento para el villano. Esto, adornado de una entonación delicada si el cuento era narrado, o embellecido con coloridas y fantásticas ilustraciones, si la forma elegida era la escrita, ha sido una parte muy importante de nuestra infancia y nuestro aprendizaje. De esta forma, nuestros infantiles oídos escuchaban cómo la abuelita de Caperucita era devorada viva por un lobo, que a su vez era abierto vivo en canal, cómo un flautista en Hamelin secuestraba a todos los niños del pueblo y los encerraba en una cueva, cómo Blancanieves era envenenada y el príncipe se llevaba su cadáver con él o cómo Gretel quemaba viva a la bruja con la que convivía.


“Perkins se atreve con las brujas, manteniendo el denominador común que hasta ahora tiene su cine: la fuerza de la adolescencia femenina”  


Gretel se convertía, por derecho propio en el primer modelo infantil de lucha que enseñaba que pobreza y desgracia eran uña y carne y que en la vida nadie regala algo a cambio de nada. Gretel era concebida como una heroína para los atentos entendimientos infantiles y se percibía como una víctima de sus circunstancias por los adultos que almacenaban el cuento de los hermanos Grimm en tapa dura, en un rincón de la estantería. No tengo claro el momento en que Oz Perkins, director de “Gretel and Hansel”, supo que el cuento merecía ser llevado a la gran pantalla. Supongo que conocer este dato, nos ayudaría a ser conscientes de su relación con la historia y el objetivo de la misma. Pero, por suponer, imagino también que crecer al abrigo de alguien como Anthony Perkins, sin duda, marca una manera especial de relacionarse con el arte cinematográfico.  

Sea como sea, la tercera película de Osgood Perkins, vuelve a poner de manifiesto la oscura elegancia del director a la hora de rodar y lo cómodo que se siente en las mezclas de lo natural y lo sobrenatural. Si en “February” (2015), el Demonio imperaba en un internado, en “I am the pretty thing that lives in the house” (2016), eran los fantasmas quienes se apropiaban de la narración. A la tercera, como si fuera la vencida, Perkins se atreve con las brujas, manteniendo el denominador común que hasta ahora tiene su cine: la fuerza de la adolescencia femenina. En cada una de sus obras, el director neoyorkino deja todo el peso de la historia en jóvenes en medio de su autoconocimento que terminan el viaje hacia la luz o la oscuridad, siendo mujeres empoderadas.


“Esta sombría reinvención del cuento, no pretende buscar una moraleja adaptada a tiempos modernos, sino que devuelve al bosque lo que es del bosque”  


No es casual que el nombre de Gretel, vaya delante del de su hermano en el título de la película. No es que esté pensado en clave feminista, sino que es feminista por definición propia, ya que Gretel es la protagonista absoluta de todas las partes de la narración.  Lo es porque demuestra un poder inusitado en el momento que le toca vivir, al tener la suficiente dignidad y amor propio para no ceder a los abusos masculinos a cambio de comida, aun cuando ni siquiera hay raíces en el bosque que echarse al estómago. Y siendo esto solo el inicio del periplo de la protagonista y narradora, Perkins deja claro en qué tipo de personaje estaba pensando cuando decidió apostar por este cuento y mostrar el coming of age de Gretel en el que convierte a esta fábula.  

Una historia de tan solo tres personajes que representan los conflictos de la maternidad, la supervivencia en tiempos de hambre y el entendimiento de que el destino no se elige, sino que se aprovecha.  Esta sombría reinvención del cuento, no pretende buscar una moraleja adaptada a tiempos modernos, sino que devuelve al bosque lo que es del bosque. Lo hace de una forma exquisita y preciosista, valiéndose de la experiencia visual como punto principal de disfrute.  La fotografía de “Gretel and Hansel” es tan bella y los escenarios tan abrumadores, que incluso pasan por delante de un ritmo muy pausado, como acostumbra este director, que en varias ocasiones pone en serio peligro el mantenimiento del suspense. Cierto es que los bosques de Irlanda (elegidos para recrear el hábitat de la bruja), tienen ya la suficiente aura mística para ayudar el trabajo de fotografía, luz y color de Galo Olivares, pero es espectacular lo que se consigue en este apartado. En estos bosques, la joven Gretel encuentra en su mentora a su enemiga, sin darse cuenta de que no es el hambre lo que hace que se adentre en la triangular casa negra, sino su propia naturaleza.


“las ensoñaciones se quedan en un mero ejercicio estilístico que no aporta demasiado a la narración”


Un nuevo concepto de oscuridad se abre ante el espectador, encontrándose entre lo siniestro y lo bello sin poder discernir qué tiene más peso en la trama. Sin duda alguna, la nueva corriente de terror a la que asistimos desde hace unos años, aleja estas narraciones de los sustos y de las líneas argumentales estándar, aprovechando todo el poder del entorno para crear sinergia con los personajes. No es casual tampoco que el triángulo sea una constante en esta manera de concebir el terror. El misticismo está asociado al triángulo de una forma constante. Tres lados que se pueden interpretar como los tres personajes (Gretel, Hansel y la bruja), cada uno de ellos representando un parte de un todo y entrando a esa casa triángulo como paso espiritual hacia la omnisciencia. Perkins maneja los símbolos a su antojo, pero de  forma egoísta no comparte con el espectador el simbolismo de esta obra, por lo que las ensoñaciones se quedan en un mero ejercicio estilístico que no aporta demasiado a la narración.

Es en el guión donde justamente flojea la película, pues el riesgo que parece querer asumir desde el inicio para reinventar el cuento en una clave aún más macabra, se queda en mero intento y en un ejercicio más contemplativo que arriesgado. El hecho de que estemos ante una película de corta duración, con pasajes que parecen alargados deliberadamente no dice mucho del aporte extra de imaginación que un guión de estas características hubiera necesitado. Aun así, la película es absolutamente embriagadora y notable. No solo por el delicioso tratamiento de cada imagen, sino por las maravillosas interpretaciones de la expresiva Sophia Lillis como Gretel y Alice Krige como Holda. Ambas actrices entran en el juego de la mágica atmósfera creada, de una forma tan especial, que la refuerzan y le dan un punto extra de calidad. Todo ello acompañado de una sublime banda sonora que completa una experiencia gozosa para los sentidos.  

No es una película perfecta, ni mucho menos. Ni siquiera es buena creando y manteniendo tensión, pero estoy segura de que este no era en cometido que Oz Perkins tenía en mente cuando inició este proyecto. “Gretel and Hansel” busca y consigue, creedme que lo consigue, envolvernos en un oscuro mundo mágico, donde el tiempo se detiene y la humedad del bosque se mete tan dentro del cuerpo que cala hasta el espíritu y todo sabemos, que un espíritu mojado es mejor que vague libre.



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