Viernes por la noche, es plena pandemia mundial de esas que no se han visto en siglos. Ya no sabes qué ver con tanto tiempo libre. Estas horas y horas dándole vueltas a Netflix tratando de que algo te interese lo suficiente como para siquiera hacer un movimiento distinto y darle play. No hay nada. Como los cines están cerrados no está de estreno la última película de Dwayne AKA La Roca Johnson que puede hacer que tu cerebro desconecte por hora y media, y que ni si quiera tienes que saber si la quieres ver, porque una gran campaña de marketing global ya hizo el trabajo por ti y quieres verla porque sí. O puede que estés tan pero tan desesperada y aburrida en tu casa que un elemento salvador te llama la atención de cierta película y decides verla, en vez de seguir consumiendo una y otra vez videos en YouTube de las peleas de Oriana Marzoli en el reality de turno. Y es esta última la única opción viable para llegar a una ver una película como “The Vast of Night”.
Me lancé a ver esta película sin conocer nada de ella, sin conocer la sinopsis, sin haber visto el tráiler, sin haber visto siquiera el póster. El único dato que me llamó la atención fue que el director de fotografía Miguel I. Littin-Mentz es chileno. Y si hay alguien originario de mi país que logre trabajar en la industria del cine fuera de las fronteras (o dentro de la frontera, que cuesta una barbaridad) es digno de ser apoyado, dar al menos un vistazo a su trabajo y soñar que alguna vez nos tocará a los que nos quedamos. La solidaridad con el trabajo del compatriota me llevó al visionado de esta película que, de cualquier otra forma, no me hubiese interesado verla. Y es que la sinopsis no dice nada, no hay ningún elemento que invite a ver la película o que nos llame la atención. Y es el principal problema de esta película, que no provoca nada.
“El gran problema de The Vast of Night es que no produce las sensaciones necesarias para sostener la hora treinta minutos que dura la película”
“The Vast of Night” es una película del 2019 original de Amazon Prime, dirigida por el desconocido (para mi) Andrew Patterson. La película nos cuenta los acontecimientos que ocurren en un pueblito perdido en Nuevo México, EEUU en los años 50; una noche en que casi todo el pueblo está en un partido de baloncesto. Esa noche solo unos cuantos habitantes no están presenciando el juego, ya sea porque están en sus casas o en sus trabajos. Dentro de este grupo tenemos a Fay, una chica de 16 años que trabaja en la central de teléfonos durante la noche pasando las pocas llamadas que caen. Y por otro lado está Everett que conduce un programa de radio nocturno donde pone música y recibe llamadas de sus radioescuchas.
Los primeros treinta minutos de “The Vast of Night” pintan bien. Te sumergen en la dinámica del pueblo, en un bello plano continuo que sigue los pasos de Everett y al que posteriormente se le suma Fay; donde vemos que todos se conocen, se ayudan, se cuentan los chismes y no falta ese vecino que a nadie le cae bien. El plano continuo acompaña a ambos amigos hasta que la cámara se decide por Fay y la sigue a su lugar de trabajo. Al poco andar de su turno cae una llamada, nadie contesta. Sin darle mayor importancia Fay sintoniza el programa de radio de Everett. De pronto se escucha un extraño sonido a través de la radio que interfiere por unos momentos la transmisión del programa. Suena nuevamente la central, ahora ese sonido está en la llamada. Fay mantiene la comunicación para preguntarle a su compañera si había escuchado ese sonido antes. Cae otra llamada. Una señora que está en su casa a las afuera del pueblo, llama asustada porque hay unas luces en el cielo. Le pide a Fay que contacte a la policía y que estará en el sótano escondida. La llamada se corta. Fay extrañada llama a su casa para saber de su hermana. Está hablando con la niñera y de pronto, de la nada, se corta la comunicación. Una Fay intranquila llama a su vecina para que vaya a la casa para dar un vistazo y comprobar que todo está bien. Todo es tan extraño que Fay decide llamar a Everett y contarle lo que está pasando. Everett pone el sonido de la llamada al aire para saber si alguien más en el pueblo sabe algo. Cae una llamada, es Billy. Un radioescucha que ya antes ha estado en presencia del extraño sonido. La cámara ahora nos muestra a Everett en la radio mientras Billy comienza a contar su historia. Fin. ¿Sintieron eso? ¿Ese coitus interruptus en el relato? Y es que eso pasa cuando centras una película en el relato y que no puedes sostener ni con buenas ideas de dirección ni con buenas actuaciones. Es precisamente en este momento de la película donde todo cae y muy cuesta abajo.
“La película va de la atmósfera, del relato, de ponernos en la piel de los personajes”
El gran problema de “The Vast of Night” es que no produce las sensaciones necesarias para sostener la hora treinta minutos que dura la película. Que el relato, la matriz de la propuesta, no funcione solo se le puede atribuir a la poca claridad de ideas del director y a la poca capacidad de los actores de transmitir emociones. Y es que “The Vast of Night” tenía elementos para ser una película que trasmitiera terror. Un terror como el que sintieron las personas al escuchar la famosa transmisión de “La Guerra de los Mundos” de Orson Welles en 1938. Y es que la inclusión de elementos sobrenaturales en la cotidianidad ejecutada de buena forma puede ser muy fructífero, como lo hizo la magistral y nunca olvidable “Hereditary” (2018). Pero “The Vast of Night” no logra tomar esos elementos y darnos un solo susto, o inquietud o angustia, no lo logra. ¡No lo logra señores!
Se entiende que “The Vast of Night” es una película de bajo presupuesto, que no pueda tener grandes efectos especiales para meternos en onda y dar más peso a los sonidos raros y a las extrañas luces en el cielo. Pero es que tampoco apostaba a eso. La película va de la atmósfera, del relato, de ponernos en la piel de los personajes. De cómo es estar en los años 50, sin la tecnología actual viendo extraños sucesos en un pueblo perdido y solitario, donde la policía es solo el vecino con pistola y nada más. Pero nada de eso ocurre. La atmósfera no se logra y al no ser lograda, la atención del espectador se va para no volver. Y es ahí cuando la película comienza a hacer agua y a mostrar su bajo presupuesto, los detalles técnicos comienzan a sobresalir. Te das cuenta que en realidad el auto donde van los protagonistas no está en movimiento, que de la nada los personajes se alteran y vuelven a estar tranquilos otra vez. Se nota el alivio cómico, el chiste no causa gracia y queda fuera de lugar. Se ve que los personajes gritan cada vez más para hacernos creer que está pasando algo angustiante, y por si eso eso no funciona en el espectador se refuerza con la música para doble suspenso.
“un desperdicio de buenos momentos que de haber estado en las manos correctas, hubiese sido una película capaz de hacernos mear del susto”
Logras ver que se cambia de plano sin ningún objetivo o significado, solo para no agotar el ojo del espectador (como en el plano interminable y estático en que la mujer cuenta la historia de su hijo abducido o durante el relato de la historia de Billy). Tampoco termina de cuajar el hecho de estar viendo un show de televisión de los años 50 a través de una tv. No aporta ni estilo ni originalidad a la película y pareciera que queda como un comodín para usar en momentos que la película no tiene más escenas que mostrar, para dar dinamismo, o porque se acordaron de esa propuesta y la tienen que retomar de vez en cuando para que no quede antojadizo, un sinsentido total. Se comienza a notar en definitiva, la costura. La película se va desangrando hasta el final pero ya a esas alturas da lo mismo. Da lo mismo todo. Que termine pronto, ya fue. Mejor seguir viendo en reproducción infinita videos y más videos de las peleas y gritos de Oriana, que al menos me entretienen.
“The Vast of Night” es un desperdicio de buenos momentos que de haber estado en las manos correctas, hubiese sido una película capaz de hacernos mear del susto. Cabe descartar el trabajo de la fotografía a cargo del compatriota Miguel I. Littin-Mentz que podríamos decir, es el punto destacable de la película. Vamos chicos a no desanimar que para la próxima sale mejor.