ARTORIUS NOS HABLA SOBRE EL "THE TERMINATOR" DE CULLEN BLAINE. UN BIGOTE PARA LA HISTORIA DE LA CIENCIA FICCIÓN DE SALDO
Vamos a empezar con una declaración personal: la cutrez, la sinvergüenza, la escasez de medios y los malos directores y actores son la sangre del género fantástico. O más bien, el sistema excretor: el cerebro y el corazón pueden ser muy bonitos, pero si no existieran los intestinos y el ojete del culo, les digo yo que el género de fantasía y terror como sistema “vivo” hubiese colapsado hace mucho.
“un auténtico clasicazo de la serie B que se sumerge en no pocas ocasiones den el metraje en la serie Z, rodada con... poco. Poco talento, poco dinero, poco catering sospecho, y poco tiempo de rodaje disponible”
Y por eso, cada tanto, conviene bajar a esas décadas maravillosas que fueron los 70-80s y hacernos un baño coprofílico de esos que elevan el alma, el consumo de alcohol vía “chupito cuando haya el fallo tal”, y el colesterol en sangre. ¿Por qué? Pues porqué sí, porque en esta era de acceso fácil a todo tipo de productor cinéfílos amerita el recordar de donde venimos como fans del género que somos, y rendir el debido homenaje a la desvergüenza que son los pilares sobre los que se asienta la fantasía. Joder, que bonito me ha quedado. Para describir que me aburría en casa estando malito y me puse “R.O.T.O.R.” (1987) en Filmin, no está mal. Entiéndanme, era eso o ver por billonésima vez “The Warriors” (1979), y ojo, debería haber visto “The Warriors”, pero vamos al lío.
“un festival del desacierto: planos horribles, micrófonos saludando a cámara, actuaciones horrendas y efectos especiales que son historia viva de videoclub”
“R.O.T.O.R.” es un clon de combate del “The Terminator” (1984) de Cameron, dirigida por Cullen Blaine, un tipo decididamente ecléctico: aparte de esto, tiene acreditados episodios de la serie de los 70 de animación de “la pantera rosa” y, ojo al dato, “El Mundo Mágico de Bella” (1998), una de esas producciones de Disney directas a videoclub basadas en sus taquillazos de dibujos animados y hechos para atraer a padres incautos a espectáculos por lo general vergonzosos (salvo “Pocahontas 2” y “El Rey León 2”. Esas las salvo).
“R.O.T.O.R.” es, sin duda, su obra magna. Y eso no se si es decir mucho o poco, pero prosigamos: nos hallamos ante un auténtico clasicazo de la serie B que se sumerge en no pocas ocasiones den el metraje en la serie Z, rodada con... poco. Poco talento, poco dinero, poco catering sospecho, y poco tiempo de rodaje disponible. ¿Es Cullen Blaine uno de esos directores talentosos que pueden sobreponerse a las dificultades, como un Spielberg en sus inicios? Por suerte para nuestro sentido del humor, la respuesta es NO.
“si tienes un mínimo paladar para la serie B-Z lo vas a disfrutar de lo lindo. Si no, rehuye esta película como la peste”
Interpretada con absoluto desacierto por un elenco del cual esta fue su única participación acreditada en película alguna, con problemas de raccord y continuidad, situaciones sin sentido y un cyborg equipado con uno de los mejores mostachos de la historia del cine, “R.O.T.O.R.” es un festival del desacierto: planos horribles, micrófonos saludando a cámara, actuaciones horrendas y efectos especiales que son historia viva de videoclub. El stop motion con el que muestran el endoesqueleto de plástico del androide protagonista moviéndose en toda su gloria es tan involuntariamente cómico que es de lo más recordado para todos aquellos que hemos tenido la dicha de ver esta obra en nuestra tierna infancia.
La banda sonora y todo lo que tenga que ver con el apartado sonoro es hiriente en el mejor de los casos, y el guion... Ohmama, el guion. No les voy a hacer spoilers, pero créanme que si tienes un mínimo paladar para la serie B-Z lo vas a disfrutar de lo lindo. Si no, rehuye esta película como la peste, me lo agradecerás (o no). Y dicho todo esto... ¿Qué valoración voy a ponerle? Pues le voy a cascar un seis. ¿Por qué? Pues porque cada vez que la veo, en el contexto adecuado, me lo paso tan bien que le pondría un diez solamente por los momentos imborrables propiciados por el ritual de visualizarla. Algo por el estilo de lo que me pasa con “Troll 2” (1990), por ponerle un ejemplo. Si me agarro a la cruda realidad, a lo que simplemente hay en pantalla, tendría que ponerle un dos, así que simplemente saco la media y, si no te gusta querido lector, pues poco puedo hacerle. Y bueno, hasta aquí mi apreciación sin spoilers de “R.O.T.O.R.”, puede que la película con los mejores bigotes de la historia y construida a base de ingeniería visual inversa (no se si existe el término): o como hacerse legendaria con escenas tan anticlimáticas que desafían a la retina. Un ejemplo de todo el mar de fondo y cochambre que reúne el terror y el fantástico en sus bases, ¿Pero no necesitan los arboles de humus, vulgo residuos, vulgo mierda para crecer y florecer en hermosas flores? Pues aquí lo tenéis, siempre necesario, siempre imprescindible, y siempre, por mí, recordado.
Lo Mejor: El bigote. El stop motion atroz. La ¿batalla? Final. La escena de las sillas. El desastre de guion. Los actores/actrices, terribles. Los errores de continuidad. La terrible iluminación y la fotografía horrenda. El momento del nacimiento del robot village-people fan. El otro robot. La cantidad de chupitos y palomitas que me he metido en el cuerpo. Lo que llego a disfrutar cada vez que la veo.
Lo Peor: Ehm... léete lo mejor.