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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: February

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Como se suele decir, llegar y besar el santo (o al diablo, según se mire). Y es que ni los más optimistas podíamos imaginar lo que nos iba a deparar el debut tras las cámaras de Osgood Perkins, hasta la fecha, actor de perfil bajo que había participado como secundario, en un puñado de filmes y alguna que otra serie de televisión. Tras visionar ésta su su ópera prima, puede afirmarse sin demasiado margen a equivocación que “February” es una de las mejores películas que han podido verse en esta edición del festival de Sitges y si me apuráis, una de las mejores películas de terror de los últimos años.

Y eso que los presagios no eran buenos. Dicen las malas lenguas por ahí (y algunas muy buenas también), que en esto del terror, los grandes nombres propios tienen gran peso específico, en negativo. Dicen estas lenguas, que actores de renombre o populares y cine de terror, son ingredientes que rara vez funcionan en la cocción. Por ello y fiándose uno de dicha regla no escrita, la presencia de uno de los rostros del momento como es el de Emma Roberts (sobrina de otra Roberts de postín, Julia), joven actriz que ha alcanzado gran popularidad gracias a su participación en shows televisivos como “American Horror Story” y “Scream Queens”, así como en la cuarta entrega de la saga de terror teenager “Scream”, era poco menos que un gato negro muerto en la acera. Por suerte, algunas reglas, están para romperlas.

“February” es el título elegido por Perkins para el baptismo de sangre de su primera andadura como director. En ella, nos propone un sombrío intento de escapar de la soledad, a toda costa, por parte de dos chicas azotadas por la pérdida en una personal y acertada mezcolanza de géneros e influencias varias que oscilan entre el terror psicológico del maestro Hitchcock y la virulencia rojo sangre del giallo italiano. El resultado, una cinta de terror clásico, muy clásico, que contrariamente, aborda y actualiza temáticas mil veces manidas dentro del género de forma fresca y alejada de convencionalismos devorados, digeridos y excretados mil y una vez. Si creías haberlo visto todo en lo que a cultos satánicos se refiere, ahora que tan de moda está el sub-género con la hiper publicitada nueva película de Amenábar, está claro que aun no te has dejado helar la sangre por la fría nieve de Febrero.

La película es ya toda una declaración de intenciones desde su primer aliento. El preciosista prólogo onírico es poco menos que su biblia de cabecera. Sagrada escritura que no abandonará en adelante y a la cual deberemos entregarnos en cuerpo y alma, si queremos estar en comunión con la obra y entenderla y disfrutarla en toda su magnitud. Dicho prólogo, nos aplasta contra la butaca con una de las fotografías más brutales que servidor haya visto en años. Gélida, triste y cortante como un cristal roto. Acompañada además, por el mejor de los sonidos, el silencio. Muchas veces, ponemos sobre la mesa de disección todo aquello que se dice en una película, pero en otras tantas, no nos damos cuenta de que lo que no se dice, puede ser tan o más importante. “February” nos lo recuerda constantemente.

Intimidados aun por sus indómitas excelencias técnicas, aun nos queda rendirnos ante los enigmáticos ojos de la inocencia, los de una joven y soberbia Kiernan Shipka, que lo borda en todos y cada uno de los pasajes en los que aparece su angelical rostro, mimando los silencios como nadie y disputándole el control de las manijas del reloj al mismísimo Cronos. Haciendo de cada segundo una eternidad, y de cada eternidad un segundo, a su antojo. Es en los silencios, en los gestos y en las miradas de la actriz, donde quema con más fuerza la frialdad de un guión, tímido en apariencia pero mucho más complejo de lo que insinúa o de lo que queremos entender. Tanto, que puede llegar a confundir al espectador menos ágil (yo mismo), quien deberá terminar de colocar por sí solo (o con ayuda), las últimas piezas del puzzle para darle (su) sentido a todo.

Dejando de lado por un segundo sus grandes virtudes estilísticas, “February” engancha por su deliciosa pausa, recreándose casi de forma onanista en cada una de las macabras postales que va dibujando para desarrollar el relato. Y en esa recreación, muestra lo justo para que queramos ver y sobretodo, saber más. Porque aquí no se trata tanto de ver, como de saber. Estamos ante una cinta que da prioridad a lo psicológico y que lleva constantemente los mecanismo del género a su terreno para darles nueva forma. En este sentido me encantaría poder ser algo más incisivo, pero prefiero no desvelar absolutamente nada sobre la naturaleza de la trama, pues es en ese descubrimiento llegado cierto punto de la trama, donde encontramos otro de los grandes momentos de “February”, uno de esos volantazos que casi te sacan de la carretera que a mi personalmente, tanto me gustan.

Y retomando un poco con lo que comentaba al principio, sería injusto no hacer mención de la estupenda labor de la citada Emma Roberts, quien en una tesitura bastante diferente de la de Kiernan Shipka, nos ofrece también la que sea posiblemente hasta la fecha, su mejor interpretación. Roberts demuestra aquí que está para empresas bastante más importantes de las que se había embarcado hasta ahora.

Tan solo algunas cuestiones sin respuesta y la gran complicidad que se le exige al espectador para buscarlas por sí mismo, impiden que “February” alcance la excelencia que sin duda merecía. No obstante, estamos ante una obra casi redonda que atesora una de las puestas en escena más brillantes y enigmáticas de los últimos años. Una película que juega con la curiosidad del espectador en todo momento, convirtiéndolo en un yonki de conocimiento que no encontrará descanso hasta el último fotograma del filme. Algunos, ni siquiera eso. Una oda al cine de suspense. Oscura, macabra, de compleja simpleza y narrada con tanta clase y estilo que pueda llegar a saturar a más de uno.

Lo mejor: La asombrosa fotografía, el manejo de los silencios y la facilidad con la que reinventa un subgénero que a estas alturas, parecía reinventable. Y por supuesto, Kiernan Shipka.

Lo peor: El guión es algo rebuscado y termina planteando algunas incógnitas que requieren respuestas tan o más rebuscadas por parte del espectador.



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