El cine de terror ha sido, históricamente, considerado por los cinéfilos no afines, como cine de segunda, tachado en muchas ocasiones como un mero pasatiempo de usar y tirar, alejado de las excelencias que el séptimo arte atesora en otros géneros cinematográficos. Una gilipollez, como cualquier otra, pues al final, todos arrimamos el ascua hacia nuestra sardina, barremos para casa o como queráis llamarlo. Lo que es innegable y va más allá de fobias y filias personales, es que cada vez más, el cine de terror, en pos de la muchas veces necesaria evolución, se está moviendo por terrenos más cercanos a otro tipo de géneros más bien considerados dentro de esta caprichosa industria.
Nace pues una nueva corriente de películas de terror que no se limitan a deambular por los lugares comunes que ha delimitado el género a lo largo de todos estos años. Un tipo de terror que no rehuye el contacto a la hora de zafarse con biorritmos hasta la fecha ajenos al mismo. Es cierto que si hablamos en términos de comedia, esto no es nada nuevo. Terror y comedia hace mucho tiempo que caminan de la mano y a estas alturas nadie se sorprende ni se echa las manos a la cabeza en este sentido, todo lo contrario. Más transgresor es el hecho de aunar terror y drama (más allá del hecho de que el terror, siempre es un drama en sí mismo), me refiero al cine dramático de homologación popular.
Títulos de reciente factura como “The Babadook” (Jennifer Kent, 2014), “Shelley” (Ali Abbasi, 2016), “Under the Shadow” (Babak Anvari, 2016), “A Dark Song” (Liam Gavin, 2016), “La Región Salvaje” (Amat Escalante, 2016), “The Transfiguration” (Michael O´Shea, 2016) o la controvertida “The Neon Demon” (Nicolas Winding Refn, 2016), han demostrado que la linea que separa el cine de terror del cine dramático puede llegar a ser tan fina, que apenas puede apreciarse, descolocando a propios y extraños, en especial a aquellos que atados con una correa al cuello, siguen anclados en escenarios del pasado. La evolución puede llegar a resultar un viaje de lo más traumático y no todo el mundo está capacitado para llevarlo a cabo, lo cual no quiere decir que este no pueda ser placentero, más aun el destino final. Para ello, hay ocasiones en las que hay que intentar huir en medida de lo posible de las etiquetas y entender que terror y drama, pueden ser y son, dos géneros complementarios.
Bryan Bertino no es un recién llegado a esto del terror. Hablamos del director y guionista de “Los Extraños” (“The Strangers”, 2008), uno de los home invasion más populares de los últimos años y también del de “Mockingbird” (2014), falso documental que tubo bastante buena aceptación en su momento. Su nuevo trabajo, el cual lleva por título “The Monster”, se engloba dentro de esta nueva corriente de películas de terror “dramáticas” a la cual hacía mención. En este caso, el drama viene dado por la complicada relación madre/hija entre Kathy (Zoe Kazan) y Lizzy (Ella Ballentine), las cuales están atrapadas en una tóxica relación de amor y odio dentro del ya de por si complicado telón de fondo que representa la relación de un hijo con sus progenitores cuando estos dan por terminada su relación en común.
“The Monster” nos habla por tanto de familias desestructuradas y de su posible impacto en sus miembros, pues no siempre son los en apariencia más vulnerables, los que terminan por llevarse la peor parte, en este caso, es Kathy, quien sufre las peores consecuencias de la relación, pues no todas las mujeres están tampoco preparadas de fábrica, para ejercer de madres. Esta tortuosa relación entre madre e hija, es el eje principal sobre el cual Bertino, construye un drama típico para luego, añadirle una monster movie de serie B aun más típica, y mezclarlo, no agitarlo, como suele decir el agente secreto más famoso del planeta.
Y es que si en películas como por ejemplo “Shelley”, era complicado delimitar donde terminaba el drama y comenzaba el terror (lo que a la postre, terminaba siendo precisamente, la gracia de la misma), en “The Monster” no existe esta disyuntiva. El matrimonio de conveniencia propuesto por Bertino nos presenta de manera muy clara ambos géneros por separado. Por un lado, la relación entre madre e hija, la cual acapara el primer tercio del filme, para una vez comenzado el segundo acto de la función y presentado el tercer personaje en discordia, limitar todos los guiños al drama dentro de (in)oportunos flashbacks diseminados a la largo del metraje.
Y digo inoportunos, porque la realidad es que en esta ocasión, la comunión entre ambos géneros no termina de cuajar. Es cierto que el primer tercio de la película, aquel en el que se nos presenta con todo lujo de detalles la relación entre madre e hija resulta de lo más interesante, dotando a los dos personajes protagonistas de una profundidad que no suele verse en el género de terror y poniendo los cimientos de un producto que claramente está por encima de la media tratándose de una monster movie, cintas que no suelen caracterizarse por escarbar en exceso en las interioridades ni de trama ni de personajes. “The Monster” lo hace y lo hace bien. Nada que objetar.
Pero una vez puestos en materia y ya inmersos en los dominios del terror, el intento por seguir exprimiendo la relación entre ambas féminas no solo es innecesario, también muy negativo, ya que lejos de aportar nada nuevo que no supiésemos ya, lo que consigue es cortar el ritmo de una historia de terror que ya de por sí, sin “ayuda” de terceros, estaba sentenciada al fracaso por tópica y carente de personalidad alguna. Ni en situaciones, ni en el propio diseño de la criatura y no haré referencia alguna para no chafarle la sorpresa a nadie, pero vamos, que el equipo artístico no se ha comido mucho la cabeza.
“The Monster” lo tenía todo para convertirse en otro de los grandes pelotazos de la temporada. Si esta nueva y prometedora amistad entre terror y drama no para de darnos alegrías a los amantes del género, la película de Bryan Bertino se queda en tierra de nadie, presentando un drama de profundo calado que no por tópico, deja de ser efectivo que, por desgracia, se desdibuja cuando tiene que lidiar con su compañera de viaje, una monster movie del montón y de escasos alicientes más allá de su fabulosa ambientación, que no está a la altura del potencial mostrado por la vertiente dramática del filme. Los intentos de sobre explotar esta segunda para intentar disimular las carencias de su alter ego monstruoso, no hacen sino que embarullar aun más un título que termina pidiendo la hora a gritos. Buen drama, mediocre filme de terror.
Lo mejor: Las interpretaciones de Zoe Kazan y Ella ballentine, ambas estupendas. Y la gran ambientación, destacando un fabuloso uso de las luces.
Lo peor: La historia de terror carece de personalidad y no consigue transmitir absolutamente nada, muy perjudicada además, por el abuso de flashbacks a modo de relleno.