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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Scare Campaign

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No hay nada como un buen susto. Esconderte en el hueco de la escalera mientras tu novia baja pensando en las musarañas para emerger cual resorte diabólico, gruñir el panfleto de serie B de turno previo estudio y contemplar su aterrado rostro con el consiguiente grito de pavor, puede ser una experiencia de lo más satisfactoria para el usuario siempre y cuando la broma no termine con un femenino guantazo, o con el susodicho durmiendo en el sofá, en los casos más flagrantes de carencia de sentido del humor de la potencial víctima. Pese a los riesgos, no cabe duda de que esto de asustar al prójimo suele ser de lo más divertido y solo hace falta pasarse por Youtube y ver el éxito que tienen tonterías como “Scary Pranks”, todo un filón para los que gustan de perder el tiempo consumiendo vídeos en Youtube como si no hubiera un mañana.

“Scare Campaign” es la nueva película de los australianos Cameron Cairnes y Collin Cairnes, segundo hijo de la pareja tras la cachonda “100 Bloody Acres” (2012). En ella, desarrollan la idea de “Scary Pranks” a gran escala introduciendo elementos de actualidad como el éxito de los reality shows y todo lo que se aglomera detrás de este, la lucha por las audiencias o la dudosa moralidad y falta de ética de sus contenidos. Un mundo de tiburones voraces hambrientos de share donde todo vale si de ganarse al espectador se trata. Pero estamos en plena era de internet y como no podía ser de otra forma, las audiencias también son moneda de cambio en la red y también mueven a millones de potenciales espectadores a diario vendiendo todo aquello que queremos ver, al instante y a la carta. Los Cairnes se centran en el reverso más tenebroso de internet, la denominada “deep web”, para rescatar una temática recurrente dentro del género, el vídeo snuff.

Con todos estos ingredientes, el tándem australiano da forma a esta divertida e inteligente comedia negra de terror, o película de terror con tintes cómicos (véase según criterio, pues la etiqueta de “comedia” viene muy condicionada por el ADN propio de cada espectador) donde a modo de autoparodia, se ríe de los tópicos del terror (tal y como ya hiciera la fabulosa “Cabin in the Woods”, con la cual comparte también esa fina linea que delimita el terror de la comedia) al tiempo que deja caer su particular y ácida crítica al mundo del entretenimiento televisivo en un guión plagado de giros argumentales que no tienen tanto la intención de sorprender al espectador, como la de enfatizar en su naturaleza autoparódica en un fresco y simpático ejercicio de metacine que irá desembocando en algo mucho más macabro y turbador a medida que la picarona matrioska se vaya quitando prendas.

“Scare Campaign” destaca por su inteligente libreto. En una época donde los aficionados al terror tenemos que sufrir a diario los tópicos del género, es todo un balsámico soplo de aire fresco encontrarse con una propuesta como esta donde se sitúa al espectador al otro lado del espejo, haciendo de la trampa y el cartón una herramienta narrativa y mudando la piel de éste de víctima a verdugo en una película que te hace cómplice desde el divertido prólogo y no te empuja a la vía hasta que la cosa se pone realmente fea. Sí, es cierto, los giros se ven venir a leguas de distancia y el factor sorpresa en esta ocasión, está cogido con pinzas, algo que a priori podría parecer una losa demasiado pesada con la que cargar tratándose de una película que supuestamente basa todo o gran parte de su potencial en dichos giros, pero nada más lejos de la realidad, al menos, en lo que respecta a los dos primeros de ellos, que no dejan de contar con la certeza asumida y premeditada de que el espectador los tiene bajo control, por mucho que a los más despistados, les pueda coger con la guardia baja, lo cual no dejará de ser una doble satisfacción.

Más dudoso sería el tema si hablamos del giro final, el cual si parece que viene algo más liberado de guasa y con alguna pretensión más que la de hacer la broma y es que éste también peca de la misma inocencia que los dos anteriores, lo que nos deja un desenlace algo descafeinado, más allá de que los responsables hayan optado por jugar la carta de la ambigüedad y dejar el resultado final en manos del propio espectador en uno de los tan habituales y muchas veces controvertidos, finales abiertos.

Si le buscamos las cosquillas a la película, no se puede negar que las encontraremos. Lo haremos en el nivel de algunas interpretaciones que no terminan de resultar todo lo convincentes que debieran, en especial en la figura de uno de los personajes protagonistas, el director del programa, Marcus (Ian Meadows), a quien parece que la constante evolución del filme se le queda algo grande y no consigue encontrar en ningún momento el tempo adecuado para transmitir las sensaciones que pide cada uno de distintos estadios. Esto se nota especialmente sangrante en el tramo final de la película, terminando por perjudicar unos últimos metros de carrera que ya de por sí, andaban justitos de tensión, bastante lejos de acercarse a las sensaciones naturales que deberían producir a tenor del tono y por más que no se escatime en violencia, donde algunas muertes brutales brillan con luz propia gracias a unos fantásticos efectos especiales o que la actriz protagonista, Meegan Warner, ponga sobre la mesa toda la pasión de la que carece su compañero de reparto, lo cierto es que “Scare Campaign” no consigue cerrarse con la contundencia necesaria como para hablar de un producto redondo.

Pese al pequeño traspiés final, hablamos de una película muy entretenida, plagada de simpáticos detalles que consigue arrancar la sonrisa del espectador en base al reconocimiento por parte de este de muchos de los automatismos habituales del género de terror en lugar de apostar por los gags tontos de turno. Un título muy trabajado a nivel de guión y muy solvente en lo que respecta a las cotas de sangre y violencia que, sin duda, da para hora y media de entretenimiento y para colarse en el selecto grupo de comedias de terror que consiguen ir un pasito más allá de la habitual estupidez.

Lo mejor: La frescura de la idea y la gracia con la que ésta se desarrolla, apoyada en un minucioso montaje.

Lo peor: Algunas interpretaciones no están a la altura y el desenlace final, que entre pitos y flautas se queda bastante lejos del impacto deseado.



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