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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: World War Dead: The Rise of the Fallen

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- Podríamos hacer una película de terror de estas baratitas, digo yo… 
- Pues sí, de estas con cámara al hombro… ¿cómo se llaman…? 
- Found footage… Eso. Son malas de narices, pero cubrimos la cuota de género y si alguien dice algo, nos escudamos en que están de moda. 
- Y ya que hablas de moda… podríamos hacerla de zombies que es lo que se lleva. 
- ¡Cojonudo! Matamos dos pájaros de un tiro. ¡Qué grande eres! Justificas tu sueldo. 
- ¿Y qué os parece si lo hacemos con…¡tachan! ¡N-A-Z-I-S Z-O-M-B-I-E-S! 
- Eso está ya muy visto, hombre… 
- Mmmmm… espera, espera… y si en vez de nazis… ¿¡nos remontamos a la Primera Guerra Mundial?! 
- ¡Perfecto! ¡Más original no puede ser! ¿No te decía yo que eres un genio?

Esta es la conversación que me imagino mantuvieron los ejecutivos de la “Anchor Bay” -productora/distribuidora relativamente conocida e importante pero que a vista de estos resultados poco a poco va perdiendo su reputación- antes de confeccionar esta película. Alguno dirá que igual el film lo pusieron en marcha sus responsables más a pie de calle como su pareja de realizadores, pero me parecería tal desfachatez que no me cabe en la cabeza. 

Y es que además he querido comenzar esta reseña con este teatrillo porque si tuviese que ponerme a reseñar la película “a pelo” acababa en dos líneas. Por un lado porque el film es lo que es sin más: un “found footage” con zombies de la Primera Guerra Mundial, y por otro porque peor no podría ser (o sí, pero dentro de lo malo, mejor dejarlo así). 

“World War Dead: Rise of the Fallen” utiliza como excusa para encuadrarse en el formato “found footage” el rodaje de un documental sobre la Primera Guerra Mundial. Esto podría hacer que el mismo se encuadrase ya en el subgrupo del subgrupo del subgrupo etc. de los “Mockumentaries”, pero aquí ni hay entrevistas ni la intercesión de otros metrajes o documentos. Es más, no puedo considerarlo así cuando una vez comienzan las ‘correrías’ se acaba el espíritu documental. 

En todo caso, el pretexto del documental no solo sirve para justificar unos medios precarios, una mala puesta en escena y una nula ambición sino para, por una vez y sin que sirva de precedente, que no nos burramos. Sí, BURRAMOS, es decir, muramos del aburrimiento. Me explico. 

Mira que siempre estoy echándoles en cara a estos mequetrefes de tres al cuarto que se creen Spielberg cuando ruedan un “foud footage”, que nos hagan esperar un buen rato para que empiece la acción. Pues bien, aquí a pesar de que tendrán que pasar más de treinta minutos para ver a los primeros zombies, no nos aburriremos en exceso ya que los protagonistas se dedican a contarnos parte de lo que pasó en la contienda militar conociendo algunos de sus lugares más destacados. Lo sé, no estoy siendo objetivo ya que al que acuda a la película buscando únicamente zombies esto le resultará aburrido, un rollo, pero el que tenga más inquietudes pues igual, como a mí, le vale. Elementos de género en esos minutos solo tendremos dos, un espejismo y un esqueleto que encuentran en una ciénaga, pero poca cosa. 

Luego, cuando comiencen a salir zombies, la cosa empeorará todavía si cabe más. Dejando de lado que todo se resume a correrías por trincheras con poco argumento más que huir de los muertos vivientes, todo resulta tan oscuro y sencillamente mal rodado que no podremos ni siquiera apreciar si el maquillaje de los zombies es bueno. Que no se pueda ya nos está indicando sibilinamente que no, pero si encima algunos de ellos llevan máscaras de gas… ya es la confirmación. 

Luego hay situaciones como el broche encontrado en el esqueleto del arranque que podría abrir la puerta a una subtrama que aportase algo original. Ni lo penséis, y lo siento si en cierta forma os estoy destripando la película, pero es un relleno más. Por suerte, el suplicio acabará pronto ya que a pesar de esos rellenos, entre la media hora inicial y que el film no llega a la hora y veinte minutos… no sufriremos mucho. El que se atreva a terminarla, claro. 

Resumiendo; “World War Dead: Rise of the Fallen” es una película de zombies en trincheras. Ni más ni menos. Lo malo es que empieza tarde y no tiene ni efectos especiales ni calidad a pesar de estar respaldada por una productora con medios. Si encima no te interesa el trasfondo histórico, lo mejor que puedes hacer es huir de ella.



Artículo: Tres películas de terror "rotas"

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Con la esquizofrenia y el desconcierto que nos genera el uso repetido de títulos, fundamentalmente en el terror casposillo new age, me disponía a hacer una crítica de “Broken”... Problema: ¿Cuál de las tres que encajan en nuestra página y que antes o después me tragué será la debida?... Ante la duda, como dicen en mi pueblo, la más tetuda, ¿y qué hay más tetudo que hacer una mini crítica de las tres?. Sí, amigos, no le busquen sentido porque no lo tiene ni en lo más remoto, pero así es uno, con sus idas de olla.

“The Brøken”... A veces el reflejo que nos devuelve el espejo, asusta... 

Empecemos con “The Brøken” peli encasillable en aquello del “Thriller psicológico”, bastante apañada del 2008 proviniente del Reino Unido, guionizada y dirigida por el Sean Ellis de “Cashback”. 

La cinta empieza con una cita de Poe sobre el desdoblamiento de personalidad y con unas placas de rayos X de un paciente que nos introducen sutilmente a nuestra protagonista, Gina McVey, una preciosa, deliciosa y convincente Lena Heady, que aquí es una joven radióloga en un hospital de Londres, y que esa misma tarde acude a la celebración del cumpleaños de su padre,(Richard Jenkins). Entre los invitados al evento están su novio Stefan, (Melvil Poupaud), su hermano Daniel (Asier Newman)y la novia de éste, Kate, (Michelle Duncan). 

En mitad de la cena, mientras charlan animadamente con unas copichuelas de Valdepeñas, un espejo que colgaba en la pared se rompe en mil añicos sin causa aparente, provocando entre los miembros de la cena una sensación tensa, muy Buñuel, que les angustia y jode el festivalete. Al día siguiente, nuestra prota cree ver en la calle a una mujer exactamente igual a ella, una doble, un doppelganger, y sobrecogida e intrigada decide seguirla hasta su apartamento, donde, al encontrar la puerta abierta, descubre horrorizada una fotografía de su padre con esa otra mujer. Mientras conduce de regreso, tiene un accidente de coche y pierde parte de su memoria, que le hace creer que Stefan no es su novio sino otro hombre, lo que los médicos diagnostican como “Síndrome de Capgras” que puede ser el resultado de una lesión cerebral. Con la ayuda de su terapeuta, va abriendo poco a poco los retazos de memoria de los momentos que rodearon el accidente. 

Y llegamos a la Atmósfera... El As bajo la manga de Ellis, desde un techo que gotea, espejos que se rompen y voces/miradas que la acosan. A partir de ese momento, la paranoia se apodera de ella y comenzará a dudar incluso de sus propios allegados mientras decide investigar qué está pasando y llega a desentrañar una oscura realidad que tiene mucho que ver con aquel espejo roto. 

La cinta de Ellis no deja de ser una correctísima pero bastante tópica película de terror psicológico tan abundante a finales de los noventa y de las que mi amado devotamente DePalma ha sido un abanderado estupendo. La historia, simple, clara y directa, no presenta demasiadas vueltas de tuerca, lo cual es su mayor logro junto a la forma de contarla a nivel técnico-delicioso y más que sobresaliente-absolutamente dotado de un palpable sello propio, con una fotografía en escala de grises y azules obra de Angus Hudson y la eterna sombra del claroscuro que dejaba en los ojos de Miguel Angel aquella “terribilitá” y que no hacen sino recrear una frialdad lúgubre y distorsionada como podría serlo parte de la psique humana. La banda sonora, espectacular, dosifica el nivel de angustia y tensión y muta y se transforma en los tres tercios bien diferenciados de la cinta, acompañando más que dirigiendo. Sobra decir que argumentalmente además, la cinta tiene una cuota de momentos espeluznantes e inquietantes bastante disfrutable, excitante y contundente, si bien no es una sucesión de sustos sin sentido y subidas de volumen disparatadas. 

Es cierto que a nivel cualitativo la cinta supone una bajada de potencia considerable, pero es innegable la estela y halo de autor del director Sean Ellis que aquí construye un thriller asfixiante parejo con el terror psicológico con una maravillosa atmósfera inquietante que desorienta, recreada desde cero y por donde van circulando los personajes y la acción sin demasiadas explicaciones ni esfuerzos por parte de Ellis, pero a destacar esa capacidad de capturar la atención y mantener al espectador en vilo cada vez que la cámara se acerca a un espejo o superficie reflectante, visualizando así la metáfora latente en la película sobre el miedo del ser. Pero ciertamente la cinta se apoya en algunos sustos de mercadillo, que hacen más lento el desarrollo y traban el resultado final, una conclusión quizás apresurada que inevitablemente nos deja llenos de preguntas lógicas y de continuidad, pero que sin duda no son más que un pequeño precio a pagar por una película notable, melancólica,culta, formalmente deliciosa y que acaba siendo lo suficientemente arriesgada y capaz incluso de hacer referencia a la escena de la afamada ducha de "Psicosis", como lugar de vulnerabilidad máxima en plena desconfianza, sin dimensionalizar su capacidad autoral pero saliendo airoso del peliagudo temita. 

Quede para el recuerdo la magistral manera de introducir pequeños matices y pequeños cambios que hacen de la cinta algo por momentos apasionante, aunque después las revelaciones y la solución se produzcan de forma algo arrebatada. Pero por unos momentos, la estimulación gradual que consigue Ellis roza a la magníficamente lograda siempre por Hitchcock y Lynch, a los que quizás inconscientemente emula, aunque su desventaja y mayor fallo a mi juicio es que en el fondo es demasiado clara en algunas de las intrigas y la mecánica, lo que aminora el enorme potencial que podría haber tenido, siendo directamente casi un clásico que desafía el cine de terror psicológico a fondo, a lo que no llega, sin embargo siendo lo suficientemente original, con un uso del terror visceral lo suficientemente bueno como para mantenernos atenazados y cautivados durante todo el metraje, con esa sensación extraña y espeluznante de paranoico pavor de poder ser reemplazados por nuestros propios y misteriosos reflejos. 

Y desgraciadamente, aunque redunde, el final lastra unas buenísimas decisiones e intenciones, y una vez que el espectador cae en lo que el director se guarda en la manga, la solución se vuelve demasiado predecible y las preguntas como “¿Por qué se muda Gina con su novio, del que desconfía, después del accidente, en lugar de volver a casa?...¿No será que Ellis no quiere que veamos algo en su casa?” o irónicamente, de entre todas, la gran pregunta sin respuesta: “¿Qué pasó con el conductor del otro coche?”, que no se nos va de la mente en todo el metraje esperando que el resultado venga por ese derrotero y que sin embargo la película no se molesta en volver a abordar el tema en absoluto.

La cinta tuvo una acogida muy mala, seamos sinceros, a pesar de que en el After Dark Horrorfest del 2009 se consideró prácticamente la mejor de los "8 Films to Die For". Al niño poseso le recuerda a Lynch, a Hirtchcock, a Bava y en dos momentazos a Argento, así que por supuesto, mi nota no puede ser menos de un ocho.



“Broken”... Con la pata quebrada.... 

Y vamos a por la segunda, y más floja de las tres, a pesar de que lo tenía todo para ser la mejor, una peli que tiene a Simon Boyes y Adam Mason como guionistas y directores mano a mano, y que deslumbró bastante, a pesar de ser muy corrientita, en algunos festivales de género como el “Amanecer” de Edimburgo. 

La cinta nos cuenta la historia de una joven madre, que tras salir con un tipo maravilloso descubre que no lo es tanto al despertarse en medio del bosque con el psicópata de turno, al que tendrá que aguantar y satisfacer (y no, que no se les haga la boca agua, pues poco torture porn hay aquí) más de cuarenta días sabiendo que su hijita también ha sido secuestrada. 

Vale, empecemos haciendo una concesión al ritmo, que en el principio es admirable, aunque se va entorpeciendo conforme la cosa avanza y vamos descubriendo las cosicas del zumbao a la par que la tipa secuestrada a lo largo de unas escenas interminables y aburridas que en ocasiones rozan lo absurdo. Y ya, poco bueno se puede decir del resto... El paleto como psicópata es un disparate, entre sus parafilias están que la secuestrada le plante un huerto (WTF) y la secuestrada llega a ser tan odiosa que uno desea que de verdad salga el psycokiller que el paleto lleva dentro y la destripe pero ni eso. La cinta se vendió como para espectadores con estómagos curtidos, pues no se asustaba de la violencia y mostrar sus efectos y consecuencias, más que justificados en momentos en los que cualquiera hace cosas desesperadas por la propia supervivencia y la de un hijo. Pero qué desilusión, de gore, nada, dos cortecillos cutres, tres efectos de Ciclo de grado Medio y sangre de ketchup Prima... 

Adam Mason ya nos había deleitado con su saber hacer en la ridícula “The 13th Sign” y “Dust”, y a pesar de la truñada de Broken seguiría haciendo cine y paradójicamente mejorando considerablemente, con las casi maravillosas “Luster”, “Junkie” y sobre todo “Pig”, una de mis preferidas, aunque también rodó las bárbaras, disparatadas y quemables felonías de “La silla/sentencia del diablo” y “Blood River”. 

Volviendo a Broken, la cinta es fea, muy fea de ver, cada ángulo de la cámara parece haber sido elegido por el becario alcohólico del cámara, sin lograr ninguna de las amplias posibilidades que tanto la trama como el desparpajo actoral permitían. El color es absurdo, monótono e insulso. Y en cuanto a la historia, pues un desperdicio, porque a mí el rollo secuestro y psycho killer me lo hacen pasar pipa, pero es que aquí no hay por donde pillarlo. 

La mayoría de las escenas son innecesarias y se echan en falta otras, quizás sólo cuatro o cinco que dotasen de potencia al zurullo este, carente de intriga, con un clímax absurdo y un desarrollo igual de cansino que estúpido. 

Y llegamos a lo peor. Que lo hay. Y es que la protagonista femenina, Nadja Brand (también en las dos cintas anteriores de Mason, su musa) está, cómo decirlo... Sobreactuada no, lo siguiente. Si en el catering hubieran servido speed con Red Bull cada mañana la cosa se explicaría, porque de otra forma... Y del paleto redneck psicópata de pacotilla mejor ni hablemos porque es un insulto a esta sacrosanta página. 

En una cinta que nos promete terror del bueno, con el horror subyacente del secuestro y la esclavitud, la crueldad mental y física de fondo, muy a pesar de su najísima factura y escaso presupuesto, y de las cuestionables aptitudes de los actores, debería haberse recreado al menos en un gore brutal y delicioso, que la peli pide a gritos, desde un guión vacío sólo rellenable con sangre y casquería. 

Pero no. Tenemos unos trocicos gorecillos, bastante cutres que a la peña le parecieron salvajes, porque permítanme decir que para algunos esta es una peli de culto, pero yo, como inculto que soy, me quedé igual... Una cuchilla de afeitar en un vientre de goma que la torturada moza tiene que usar para soltarse (ejem... La sombra de Saw sigue siendo muuuuuy alargada). También un corte de lengua... A estas alturas, ay.... Pero claro, era un corte necesario para explicar su “cruentíiiiisimo” final: la madre ciega de por vida y la hija de 6 años muda, deslenguada.

Vamos, que hemos visto cosas más fuertes los sábados por la tarde en las cadenas privadas en esa sucesión de bodrios infumables y pretendidamente intrigantes. 

Al niño poseso le parece que una idea tan maniaca y puñetera como secuestrar a madre e hija daba para muchísimo y se ha quedado en nada. Así que mi nota es: Puta mierda.



Bang-hwang-ha-neun kal-nal (Broken) Venganza fría o caliente,pero venganza... 

Dentro del género “Thriller Sur-Coreano”, hay un apartado que adoro y del que soy devoto en concreto y es la subtrama “Venganza”. 

Todo director de cine coreano que tiene un nombre en el extranjero ha tocado al menos una vez el tema, a veces prodigiosamente, como Park Chan-wook en su magistral trilogía de la venganza, encabezada por mi preferida “Sympathy for Lady Vengeance” y otras de forma más regulera y rebuscada. 

Broken no se parece demasiado a la mayoría de esas cintas, lo que acaba siendo un halago más que una queja. Es una película estupendamente hilada, articulada, muy, muy bien planteada y resuelta de forma grácil, casi sencilla, sin el abuso de las vueltas de tuerca a las que ya nos vamos acostumbrando. Y es que la cinta parte de una historia sencilla, y con un ritmo frenético y espectacular nos arrastra hasta una solidísima conclusión que emocionalmente no sé, pero cinematográficamente es la exacta, la justa, la adecuada, la perfecta, vamos. 

Las novelas del japonés Keigo Higashino son muy populares en Corea, y han dado pie a adaptaciones cinematográficas de mayor y menor éxito antes de esta "Broken" que se basa en "El cernido Blade", que ya llegó a las pantallas japonesas en 2009, un drama de venganza psicológico muy, muy oscuro dirigida por Lee Jeong Ho, famoso tras su debut en 2010 con "Best Seller ". 

La cinta se centra en Sang-Hyun, (interpretado por el galardonadísimo actor Jung Jae Young,que dota de un realismo descarnado a su interpretación), un pobre desgraciado que desde que perdió a su esposa tras un terrible cáncer, vive con su hija quinceañera Soo-Jin,(Lee Soo Bin), su único motivo para seguir vivo. Un día, Soo-Jin es cruelmente violada, asesinada y abandonada en una sucia casa de baños y claro, la noticia acaba por hundir al protagonista, su vida se desmorona, hasta que frustrado por la falta de avances en la investigación del caso de su hija, recibe una misteriosa llamada que le desvela la identidad de los dos culpables y la dirección de uno de esos dos hombres. Sang-Hyun cruza el país en busca de venganza y al llegar a la casa del hombre, que en realidad es un adolescente, se encuentra alguna evidencia y ciego de dolor mata torpemente al asesino, convirtiéndose así en un fugitivo prófugo de la justicia y buscado por la policía, mientras intenta dar caza al otro asesino. El detective encargado del caso (Lee Sung Min) trata de dar con él antes de que acabe convirtiendo al otro asesino en víctima, a pesar de sentir clara empatía por su situación. 

Como en el espíritu de la novela de Keigo Higashino, la película es bastante diferente a la mayoría de pelis del mismo género, centrándose más en el dilema moral que la venganza de Lee sugiere, y negarse a proporcionar el tipo de emociones escapistas que tienden a utilizar esas otras cintas-por otro lado, igualmente estupendas. Aquí el dilema es la incómoda justificación de la venganza, más aún cuando recae sobre adolescentes, y el hecho de que la miseria y el daño sólo engendran más de lo mismo, y como tal, la cinta cumple a la perfección y se convierte prácticamente en un imprescindible del coreano reciente. 

Sentimientos como la pena, el arrepentimiento están vivos en todo el metraje y el director sabiamente conduce la interpretación del prota por el camino correcto: nunca intenta hacer su protagonista simpático, muy a pesar de la crítica al sistema de justicia, lento, y claramente inválido. A través de esto, es una película que cubre algo de terreno moral difícil e incómoda - aunque es bastante común que los thrillers de venganza para poner a la audiencia en la piel de la protagonista, "Broken" es una de las pocas películas que tratar realmente y hacer que los espectadores se sienten realmente mal por ello. Como era de esperar, Lee hace mantener una cierta distancia de sus personajes, al igual que Higashino en sus novelas, y es un asunto de frío que se aplica a través de sus temas y narrativa en lugar de la emoción o el melodrama. Esto bien podría hacer un reloj frustrante para aquellos que buscan algo más sencillo y visceralmente gratificante, aunque excelente y dolorosamente creíble rendimiento de Jung Jae joven se asegura al menos un cierto nivel de participación. 

Simplificada, con el empleo de una narrativa directa y el uso justo del material apropiado y efectivo, el director logra una película de venganza amarga y visceral y una crítica al obsoleto en ocasiones sistema coreano, que es en exceso benevolente con menores asesinos. 

Al niño poseso le mola el cine coreano, que con el francés y el australiano son sus tres terrores preferidos, así que casi casi le doy el sobresaliente.

Y veo que hay otras cuantas “Broken” por ahí sueltas... Con lo rico que es el idioma en su evolución léxica, semántica y lingüista y seguimos quedándonos con lo de siempre... Ainnnnns!!!


Crítica: Terminator Génesis

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La pregunta es, ¿Como demonios hemos podido sobrevivir tanto tiempo sin Arnold Schwarzenegger? Maldito el momento que el austriaco decidió jugar a los políticos allá por las américas y dejar huérfana a toda una generación de fans acérrimos que crecimos a la sombra de su escultural figura de semi dios. La industria del cine, la del cine de acción en concreto, lo ha pagado y lo ha pagado caro. El hueco dejado por el coloso originario de Thal, jamás ha podido ser llenado por más que algunos hayan intentado usurpar se trono de manera infructuosa (véanse Vin Diesel o The Rock, por citar algunos insensatos). Por suerte para todos los que amamos una forma de entender el cine, la larga travesía del desierto ha terminado y Swarzy ha regresado para poner las cosas en su sitio, donde siempre debieron estar.

Después de protagonizar alguna que otra destacable película desde su regreso, como la divertidísima “El Último Desafio” (“The Last Standing”, Ray Owens, 2013), el hijo pródigo por fin regresa a casa por la puerta grande y lo hace para volver a meterse en el acero de uno de los personajes que lo convirtieron en leyenda, el T-800, el mítico asesino cibernético enviado por Skynet desde el futuro, para eliminar a una tal Sarah Connor, señora que años más tarde, debería engendrar al salvador de la raza humana en una de las películas de ciencia ficción más célebres de la historia del séptimo arte: “Terminator” (“Terminator”, James Cameron, 1984). 

Aunque apostar por la saga iniciada por Cameron, siempre ha sido apostar sobre seguro, pues hablamos de una de las franquicias más disfrutables que haya dado la ciencia ficción por más que muchos hayan intentado demonizar alguna de sus secuelas, en especial la tercera entrega: “Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas” (“Terminator 3: Rise of the Machines”, Jonathan Mostow, 2003), que si bien resultó ser la más floja de la saga (entendible y lógico, si el punto de partida eran las cintas de Cameron), no dejaba de ser un delicioso disfrute para todos aquellos que en alguna ocasión, soñamos con salvar a la raza humana vestidos de cuero negro, hacerlo por esta nueva entrega, generaba alguna que otra duda razonable. 

De entrada, la cinta estaba en las poco expertas manos de un tal Alan Taylor, cuyo currículum no era del todo alentador, con una de cal y una de arena. Por un lado, el tipo había dirigido seis episodios del que posiblemente sea el mejor show para la televisión que existe en la actualidad: “Juego de Tronos”, pero por otro, tampoco hay que olvidar que también fue el encargado de dar continuidad a las vergüenzas del rubísimo dios del trueno (por no decir del “truño”) Thor, con la mediocre “Thor: El Mundo Oscuro” (“Thor: The Dark World”, Alan Taylor, 2013), que si bien en niveles de ridiculez y vergüenza ajena, no consiguió superar a su predecesora (empresa imposible a todas luces), tampoco se puede decir que se cubriera de gloria precisamente. 

Pero nunca hay que perder la esperanza por más oscura que sea la noche, y si el amigo McG había conseguido parir seis años atrás una estupendísima entrega como fue “Terminator: Salvación” (“Terminator: Salvation”, McG, 2009), al señor Taylor había que concederle como mínimo el beneficio de la duda. ¿El desenlace a la encrucijada? Pues que sin duda y pese a que algunos (por no decir unos cuantos) merecerían extinguirse de la faz de la tierra, la raza humana merece ser salvada y además, merece serlo con la cabeza bien alta, pues esta “Terminator Génesis” es el mejor episodio de la franquicia desde la cinta de 1992. 

Obviaremos las excelencias técnicas de la película ya que estas se le sobre entienden y nos centraremos en un aspecto que a estas alturas de la guerra entre humanos y máquinas, ni el más profético podía prever. Me refiero a las excelencias del guión. Si amigos, habéis leído bien, las excelencias del guión. Que en el año 2015, la quinta parte de una película como “Terminator”, llegue donde otras mucho más pretenciosas apenas vislumbran con la mirada, ya dice mucho en su favor. Y es que si una virtud tiene “Terminator Génesis”, esa es la de sorprender al espectador siempre que se lo propone, algo que desde luego, no suele estar al alcance de los denominados “Blockbusters” y que la cinta de Taylor tiene completamente por la mano. 

Sin ningún tipo de dudas, estamos ante el guión más elaborado de la saga y siguiendo la estela de “X-Men: Días del Futuro Pasado” (“X-Men: Days of Future Past”, Bryan Singer, 2014), consigue sacar todo el partido del mundo a las paradojas temporales, construyendo así un relato mucho más complejo que entregas anteriores. Pero hay más, porque“Terminator Génesis” consigue además, darle una nueva vuelta de tuerca a la historia que todos podíamos esperar de esta nueva aventura. La ensalada se aliña con los mismos ingredientes de antaño, pero es en la mezcla, donde reside el secreto del éxito y el resultado, es lo mismo de siempre, pero diferente. Deliciosa contradicción que hará las delicias de todos aquellos que creían que la saga ya no podía reinventarse u ofrecer algo nuevo. “Terminator Génesis” lo hace. 

Tras el espectacular prólogo apocalíptico, la cinta comienza con su particular baile de disfraces para ir quitando máscaras a medida que avanza la velada y con ellas, con las máscaras tiradas por el suelo y pisoteadas, los giros argumentales nos agarran con más y más fuerza por la cintura para hacernos girar una y otra vez, con fuerza, pero con delicadeza. Nueva contradicción que nos transporta a un momento del relato que todos creíamos conocer al dedillo y que ahora, después de tantos años de falsa certeza, al fin conoceremos. Dicen que en los detalles está la diferencia y “Terminator Génesis” está plagada de ellos. 

Por supuesto, no hay que olvidar la naturaleza “festiva” del producto y por lo tanto, que nadie piense que todo lo que tiene que estar, no está. Espectáculo en estado puro, muchos efectos especiales, muchas secuencias de acción, muchos guiños y homenajes al resto de títulos de la franquicia (en especial a sus dos primeras entregas) y sobretodo, mucho Arnold Schwarzenegger, quien aquí, ejerce de absoluto comandante de las operaciones y ahí encontramos otra de las grandes virtudes del filme, pues si bien el guión está claramente pensado para su lucimiento personal, este no se resiente por ello en ningún momento y ambos funcionan a la perfección en una relación simbiótica que hará las delicias de aquellos que como yo, hayan crecido con el cine de este señor, en propias palabras del T-800, “viejo, pero no obsoleto”. Swarzy abusa una y otra vez del humor que ha venido caracterizando a su personaje desde la segunda entrega y pese a ello, te arranca la carcajada una y otra vez en la versión más entrañable de su modelo. Loable. 

Si tuviéramos que buscarle “peros” a esta deliciosa frikada apocalíptica, tendríamos que hacerlo al igual que en la película de Mostow, en su reparto, con algunas elecciones dificilmente entendibles. Si bien poner a la madre de dragones en las carnes de una jovenzuela Sarah Connor es hasta cierto punto razonable, lo de su hijo no tiene perdón de Skynet y es que lo de Jason Clarke, que perfectamente podría haber aparecido en un gag de Muchachada Nui, Nuiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!, resulta bastante inquietante, por no hablar de Jai Courtney como Kyle Reese, que tiene pinta de todo, menos de Kyle Reese. 

En conclusión, “Terminator Génesis” se presenta como una de las grandes sorpresas de la temporada y como una película, por pretencioso o poco creíble que esto pueda sonar, a descubrir. Una insospechada vuelta de tuerca que hace temblar los cimientos de la realidad, para reinventar lo que a estas alturas ya parecía difícilmente reinventable y que sin duda alguna, sorprenderá a más de uno, sobretodo si lo que ese uno espera, es simplemente dos horas de más de lo mismo, que también... benditas contradicciones. Dicen que el orden de los factores no altera el producto... en este caso, lo mejora. 

Lo mejor: El guión, mucho más elaborado de lo esperado. Su capacidad de moldear viejas fórmulas a su antojo y conveniencia y por supuesto, Schzarzenegger, que sigue demostrando que por más años que pasen, sigue siendo el puto amo del cotarro. 

Lo peor: Algunas elecciones del reparto no son las más acertadas y el hecho de que haya que ser muy friki de la saga, para poder entender el fuerte componente homenajeador de la cinta.


"Ash Vs Evil Dead", trailer oficial del regreso de la leyenda

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¿Quien le iba a decir a un jovenzuelo Sam Raimi allá por 1981 cuando dirigió con cuatro dólares y un puñado de amigos, su ópera prima detrás de las cámaras, que ésta terminaría por convertirse en uno de los títulos más influyentes y reconocidos de la historia del género? “Posesión Infernal” (“Evil Dead”, 1981, Sam Raimi), sigue siendo a día de hoy, una de las mejores cintas de terror que uno pueda echarse a la boca y de largo, una de las más imitadas. 

De hecho, el propio Raimi, en un ejercicio de meta-influencia, se homenajeó a si mismo y a su propia obra, seis años después con la que para muchos (y me incluyo), es una de las obras cumbres del fantástico moderno: “Terroríficamente Muertos” (“Evil Dead 2”, Sam Raimi, 1987). Este psueedo-remake, rodado con mayores medios e introduciendo elementos de humor negro, significó el antes y el después para muchos, a la hora de entender el género. Años más tarde, Raimi se animaría con una nueva secuela que volvería a petarlo y a convertirse en una nueva cinta de culto: “El Ejército de las Tinieblas” (“Army of Darkness”, Sam Raimi, 1992). Combinando el género de terror, la comedia y el cine de espada y brujeria, esta tercera entrega no tardó en cosechar una infausta legión de seguidores, ganándose a pulso su actual estatus. 

Largos años hemos soñado con que el genio Raimi, se animara con una cuarta parte que diera continuidad a las hazañas del anti-héroe Ahs Williams, pero desgraciadamente, todo quedó un un sueño húmedo que jamás llegó a materializarse en carne. Por suerte, parece que al fin, nuestras plegarias han sido oídas y aprovechando el fuerte tirón que tienen en la actualidad las series de televisión, donde incluso las de índole fantástica y de terror han conseguido hacerse un importante hueco en las cajas tontas de todo el mundo gracias al éxito de shows como “The Walking Dead”, que han abierto el género al gran público, Raimi ha conseguido lo que hace unos años, parecía imposible.

La primera temporada de “Ash vs Evil Dead” (y esperemos que no la única), compuesta por diez episodios y producida por todos aquellos que hicieron realidad la trilogía más grande que haya dado el cine fantástico, está protagonizada como no podía ser de otra forma, por el mítico Bruce Campbell, quien volverá a meterse en la camisa de Ash Williams para combatir una vez más, motosierra en mano, a las fuerzas del mal que quieren entrar en nuestro mundo. El estreno está previsto para este 31 de Octubre en los USA, así que no habrá que esperar demasiado para poder descubrir en primera persona, si el show estará a la altura de la leyenda. 

A parte de Campbell, encontramos en el reparto a otro nombre ilustres del universo Raimi como el de Lucy Lawless (aka Xena) y en los últimos días, se ha especulado también que el show pueda contar con la presencia de Jane Levy interpretando el papel de Mia, protagonista del remake realizado hace un par de años de “Posesión Infernal”. ¿Os imagináis semejante crossover? Estando raimi de por medio, desde luego no haya nada imposible. De momneto, os dejamos con el trailer oficial de la serie que se ha podido ver estos días en la Comic Con.

Crítica: Der Samurai

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Soy incapaz de hacer esta crítica sin hacer unos cuantos spoilers como una casa con piscina y jardín, así que comienzo la misma, avisando que si aún no has visto "Der Samurai", no sigas leyendo... 

El éxito del cine depende únicamente de la perspectiva con la que lo vea el espectador, depende del momento, de la sensibilidad o la falta de ella, de la objetividad con la que se quiera ver una obra, o la subjetividad con la que se quiera disfrutar la misma. El éxito del cine depende únicamente del espectador, ni siquiera depende de la calidad. Digo esto, porque estoy harta de ver blockbusters apestosos que se convierten en la gallina de los huevos de oro y películas de una calidad asombrosa que se queden relegadas a una esquina del torrent. Nosotros, los espectadores, tenemos un poder ilimitado cuando vemos cine, somos los que decidimos, todo depende de nosotros, y así, de manera inconsciente, muchas veces el cine, unicamente, depende de la perspectiva del espectador, el momento y de todo lo mencionado un poco más arriba, en especial en propuestas como "Der Samurai".

Este comentario inicial lo hago porque desde luego "Der Samurai" está lejos de ser una película de terror al uso, es mucho más thriller psicológico que terror, aunque tengamos a la estrella de toda película de terror que se precie, que es la figura del asesino despiadado. En este caso, toda la película se centra en la reflexión del espectador constante, pues el objetivo de "Der Samurai", polémicas aparte, es la interactuación del espectador a lo largo de todo el metraje, quien no para de preguntarse constantemente si todas las pistas que se le van sirviendo en bandeja, realmente concluyen en la respuesta que desde antes de la mitad de la película va teniendo clara. 

"Der Samurai" no es una película de samuráis, no es una película de guerreros, no es una película épica, ni pretende ser una epopeya violenta. "Der Samurai" es la historia de un joven policía llamado Jakob (Michel Diercks ), que vive en un pueblo alemán de esos cerrados, en los que cada habitante sabe al dedillo la vida de sus vecinos, y en el que la mayor preocupación es un lobo que ataca a los perros de la zona. Jakob no es un policía que infunda respeto, más bien todo lo contrario. Jakob es el raro del pueblo, el raro con un coche de policía, un arma en la mano y la responsabilidad de detener a cualquier persona que atente contra la paz del pueblecito. Comienza "Der Samurai". 

Jakob tiene una estrategia para acabar con la amenaza del lobo, símbolo de la vida salvaje y libre, sin ataduras y temible por todos los que le ven. El lobo es el símbolo del respeto, y Jakob lejos de intentar cazarle, lo que pretende es convertirse en su aliado. De esta manera, el hecho de que Jakob alimente al lobo, en lugar de intentar darle muerte, es el centro de esta película, pues Jakob busca al lobo desesperadamente, el lobo es su obsesión, porque entiende que sólo conociendo perfectamente al enemigo es como se puede acabar con él. De esta manera, el riesgo es intentar entender más al lobo que a sí mismo, y el peligro, es convertirse en el mayor lobo que él haya conocido. 

A esto le sumamos, que pronto aparece una figura esencial en el relato, El Samurái (Pit Bukowski), un joven enigmático, vestido de mujer al que Jakob entrega una katana que ha llegado a su nombre, simplemente porque es suya. Comienza el relato del samurai, y dicho relato no es más que llevarse por delante todo lo que se ponga en su camino. La historia a partir de aquí, sólo se centra en la persecución entre Jakob y el samurái, quien sembrará el caos a su paso. 

Obviamente si no entiendes los simbolismos, o al menos los buscas, en "Der Samurai", la experiencia probablemente te parezca una tomadura de pelo, pues es una película extraña, y aunque no es demasiado compleja, juega mucho con esos simbolismos, con las figuras y las gafas de pasta, lo que no significa que estamos ante una mala idea, ni mucho menos, sino que es una propuesta que de nos gustarte este tipo de cine, digamos, mas experimental, no va a cuajar demasiado entre el aficionado de terror. 

Una vez más insisto en que la idea me gusta, creo que tiene mucho potencial, pero divaga demasiado, y al final termina perdiéndose en detalles y no estando bien hilada. Para mi, el principal punto negativo es que todo lo que se ha ido gestando a lo largo de la película, se diluye en escenas que no pueden darse de una forma lógica y que hacen que la comparación con "Alta Tensión" (Alexandre Aja, 2003) , presente a lo largo de casi todo el metraje, termine siendo totalmente lícita, sobre todo en la parte negativa de ambas, que no es otra que la mirada retrospectiva que el espectador tiene de la película, una vez que llega el desenlace. 

De todas formas, estoy convencida de que a Till Kleinert, poco le importa que las cosas no cuadren, porque ni siquiera en el desenlace es claro. Esta idea que el espectador tiene clarísima, Till tiene claro que es algo únicamente del espectador, y que él, como director, ni confirma ni desmiente. Él simplemente provee de símbolos su relato, para que seas tú el que decidas, tienes que decidir quién es Jakob, quién el Samurái y quién el lobo. Así, yo puedo pensar en una trinidad en ese justo momento en que la cabeza hace click y ya no hay marcha atrás, pero también puedo pensar que realmente no hay nada cierto en lo que he visto. Hay bastantes indicios (por no decir todos) que dejan claro que los tiros van por la primera explicación, pero la certeza, a diferencia de la película francesa, que en el final, muestra paso a paso lo acontecido, aquí no se muestra nunca y siguen las dudas incluso después de los créditos finales. 

Se ha hablado de un slasher gay y para mi, nada más lejos de la realidad, esto no es un slasher y no creo en su condición gay. El hecho de que el samurai vista de mujer no es más que el símbolo de la represión de la violencia de Jakob, pues al descubrirse tal cual es, la imagen de un vestido resulta más simbólica por transgresora (que es lo que el samurái hace constantemente) que afín a la supuesta homosexualidad del samurái. De esta manera la división entre los dos egos, la diferencia entre Jakob y el Samurái es meridiana, tanto a nivel visual como a nivel de comportamiento de los personajes, y así, su unión es más impactante. 

Otro punto por el que se habla de un samurái gay es por la visión de su pene erecto en un primer plano, ante la visión de Jakob con la katana en la mano. No interpreto esta escena como una imagen que busque la polémica, ni siquiera lo interpreto como una atracción entre el samurái y Jakob, sino como la máxima expresión del placer, ¿se os ocurre algo más explícito para simbolizar el deseo que lleva al placer pleno, que un pene erecto? A mi no se me ocurren muchas más cosas... Esto ocurre, no porque el samurái sienta deseo hacia Jakob, sino porque se muere de placer al ver finalmente a Jakob con la katana. De esta forma, el deseo va de la mano de la violencia, y la violencia finalmente es la transformación del personaje. 

Y a pesar de lo rica en símbolos que es "Der Samurai", no queda claro el sentido, pues la película se centra demasiado en sobrevolar la cabeza de los personajes sin un fin definido, y sin duda la falta de mucha más mala leche en las escenas donde debería haber sido despiadada (de hecho debería haber sido hiper gore en esas escenas), y donde hubiera ganado algo así como mil puntos, le hace no convertirse en una película que probablemente se hubeira convertido en culto. Este es su mayor pecado. Los personajes y las interpretaciones, las tiene. El escenario, lo tiene y destaca mucho (buena fotografía y paisajes vistosos, que actúan como cuadro perfecto para lo que se cuenta). El tono pesimista y crudo del cine alemán, lo tiene.La idea, la tiene, pero el desarrollo de tal idea llega a ser torpe, enredándose en parecer más cool de lo que realmente es y frustrando un resultado que podría haber sido realmente bueno, si hubiera explorado la parte brutal, que sólo se nos insinúa, del samurái. La necesidad de sangre en "Der Samurai" es imperiosa!!! 

No obstante, es una propuesta diferente, y eso se agradece. Es une película que resulta dinámica, pese a esa divagación que ha comentado y que no llega a aburrir en ningún momento porque el interés por el desenlace nunca se diluye. Me parece una curiosidad, que para bien o para mal, no se debería dejar pasar.


Crítica: Código 46

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El destino es un virus. El amor es un virus. El polifacético Michael Winterbottom nos deja una de las grandes distopías románticas de la última década, tan bonita en su forma como terriblemente triste en el fondo. Debido a la división de embriones y a la fecundación in vitro cualquier ser humano que comparta código genético con otro hará que ambos sean considerados genéticamente iguales.
Las personas que compartan un 25%, 50% o un 100% de información genética no podrán mantener una relación, en caso contrario se considerará como una relación genéticamente incestuosa y pasará a ser tratada como una infracción criminal del código 46. Las relaciones de uno son las de todos. El lenguaje de uno es el lenguaje de todos. Si en el año 2007 el argentino Esteban Sapir dirigió la fantástica distopía titulada “La Antena” donde el director y guionista jugaba de manera magistral con el lenguaje, las palabras y el silencio para dejarnos una magnifica obra que tomaba todo lo mejor del cine expresionista alemán y que con claras referencias a cintas como “Metropolis” de Fritz Lang (Entre otras) resultaba una soberbia metáfora acerca de cómo un tirano había arrebatado la voz a la gente para intentar robarle después las palabras, cuatro años antes en el 2003 Michael Winterbottom llevó a la pantalla grande el guión de Frank Cottrell Boyce donde este nos presentaba una sociedad distópica divida entre la gente que tiene papeles para vivir en la ciudad y aquellos que por un motivo u otro no pueden acceder a las grandes urbes y que se ven obligados a vivir fuera del sistema y que como en el caso de la cinta de Sapir utiliza el lenguaje y las palabras como elemento de vital importancia. 

Si en “La Antena” la figura del Señor Televisión tenía el poder y lo controlaba todo, en “Código 46” esa figura esta representada por La Esfinge. No deja de resultar extraño o cuanto menos curioso que la sociedad presentada por Winterbottom en su cinta donde la gente vive dentro o fuera del sistema y donde para viajar de un sitio a otro se necesitan “papeles”, en un mundo aparentemente tan hermético y controlado, el lenguaje resulte tan globalizado y que este contenga palabras de varios idiomas entre ellos el inglés, el español, el farsi, chino, italiano, francés, árabe…. (Soy fiel defensor de las versiones originales y esta es una de esas películas que reafirman mi creencia. He visto “Código 46” tanto en castellano como en versión original y el juego que Winterbottom y Cottrell Boyce realizan al jugar con el lenguaje esta realmente conseguido en la versión original y no tanto en la versión doblada al castellano. 

Aunque el trabajo por parte del director y guionista se limita a la modificación de ciertas palabras y no del conjunto de la frase, principalmente porque una mayor mezcla de palabras y conceptos haría de la cinta algo prácticamente imposible de entender para la mayoría de nosotros y nos encontraríamos casi ante un experimento como el que realizó Jean-Jacques Annaud con “En busca del fuego”, como hispano parlantes tenemos ciertas ventajas a la hora de ver esta cinta en su versión original ya que si bien esta es en inglés algunos de los conceptos que no se limitan solamente a saludos y frases que dentro de un contexto son fáciles de entender son en castellano lo que facilita la compresión de lo que están diciendo los protagonistas). Si en la cinta de Sapir la falta de voz y el intento de robar las palabras mostraban la alineación de la sociedad y de las personas que viven en ella, en “Código 46” es el exceso de palabras, la mezcla de lenguajes para formar uno solo lo que muestra esa alineación a lo que si se le suma todo el tema relacionado con la ciencia ficción de la historia, todo lo relacionado con la división celular hace que parezca que las personas han perdido su individualidad. Las relaciones de uno son las relaciones de todos, las palabras de uno son las de todos, el lenguaje de uno es el de todos. 

“Código 46” es ante todo una romántica historia de amor con un trasfondo de tragedia griega y es que el mito de Edipo esta presente a lo largo de toda la historia: Desde la representación de esa esfinge que todo lo sabe pasando por la propia historia. Pero si algo tiene de bueno el trabajo de Winterbottom y en especial el de Cottrell Boyce es que para disfrutar de su película no hace falta ser un entendido en cultura griega. No, resulta muy sencillo sentir empatía (Sin necesidad de ningún virus) por la historia de amor de María Gozales y William Geld y en caso de querer un análisis mas profundo acerca de la historia que Winterbottom pone en imágenes siempre podremos ver los paralelismos entre su película y el mito de Edipo y analizar si esta es una cinta que toma elementos del mito para de alguna manera jugar con ellos y actualizarlos o si simplemente es una excusa para dar a su historia un poco mas de empaque. 

Y lo mismo ocurre con su envoltorio de ciencia ficción, si algo tiene “Código 46” es su accesibilidad, no estamos ante “The Zero Theorem” ni ante una película donde los efectos especiales y la estética estén por encima de la historia, no estamos ante las típicas cintas de ciencia ficción con coches voladores, con pistolas de rayos x ni nada de eso, los elementos propios de este género son claramente visibles pero escasos y aquí lo importante son los personajes y sus sentimientos. Igual que ocurría con “Young Ones” de Jack Paltrow, Winterbottom sitúa su historia dentro de una sociedad distópica, una sociedad que si no fuera por ciertas ideas que manejan los personajes nos sería muy difícil situar en el tiempo (Sobre todo en el caso de “Código 46” ya que el hecho de las terribles sequías que asolan el mundo recreado por Paltrow hace que nos adentremos dentro de un cine mas post apocalíptico y como espectadores lo podamos percibir lejano). 

Al igual que ocurría en “Young Ones”, en “Código 46” volvemos a encontrarnos con ese enfrentamiento entre lo civilizado representado por la ciudad y lo salvaje representado por el desierto, si bien es cierto que en el caso de la cinta de Paltrow las personas han podido decidir si mudarse a las ciudades o quedarse a vivir en el desierto, en la película de Winterbottom esto ha dejado de ser una opción pasando a convertirse en una imposición. Pero es claro que este exilio (Voluntario o forzado), el enfrentamiento entre dos realidades tan distintas y esa represtación de las fronteras que hacen tanto Paltrow como Winterbottom nos hace pensar que ambas cintas podrían estar casi relacionadas y donde acaba “Código 46” empezar “Young Ones” tomando como base a personas que viven fuera del control de la esfinge. 

La película del director inglés narra la historia de William Geld contratado por su sentido de la intuición para dar con la persona que esta falsificando papeles que permiten viajar a la gente de un país a otro aunque el gobierno se lo haya negado. Pero los planes de este se verán trastocados cuando conozca a una de las sospechosas: Maria Gonzales y se enamore perdidamente de ella. Si algo sabe hacer Winterbottom con sus imágenes es hipnotizar al espectador: Desde esa explicación de los sueños de Maria dejando pasar estaciones de metro pasando por ese baile en la discoteca donde parece que la labor de Samantha Morton es la de seducir a la cámara y por tanto al espectador (Momento que se ve reforzado por la impresionante canción “Song 6” de Freak Power, grupo formado entre otros por Norman Cook) llegando a la forma en la que el director nos muestra las ciudades y los alrededores de Jebel Ali. 

Es difícil no verse atrapado o seducido por la historia de amor de Geld y Gonzales al menos en lo que a su superficie se refiere (En cuanto al fondo habría que hablar largo y tendido pero eso lo dejamos para después de haber visto la película), es difícil no encontrar llamativa (En el mejor sentido de la palabra) esa escena de amor que bien podría hacer las delicias del primer Cronenberg y ruborizar al que rodó “Un método peligroso”, en definitiva es difícil no dejarse llevar por la historia que Winterbottom nos esta contando. No estamos ante “The Eternal Sunshine of the Spotless Mind” (Cinta posterior a esta y a la que me niego a llamar por su titulo en español) ni es la intención del director pero ambas comparten esa visión del amor y de la importancia de los recuerdos, de cómo hay cosas que tenemos tan adentro que son imposibles de dejar de lado… 

Hay dos cosas que destacan en “Código 46”. Una de ellas es la cuidada puesta en escena y fotografía de la película. (Aquí es necesario volver a recordar el trabajo de Esteban Sapir en “La Antena”, una muestra de cómo una impresionante puesta en escena puede estar al servicio de la historia y no al revés. La cinta de Winterbottom no es la de Sapir pero se observa un exquisito trabajo a la hora de planificar y rodar ciertas escenas lo que hace que esta sea una película de una estética muy cuidada).

La otra cosa que destaca por encima de todas es la soberbia banda sonora compuesta por The Free Association (Cuya cabeza visible es David Holmes conocido sobre todo por haber compuesto la banda sonora para películas de Steven Soderbergh como las de “Ocean’s Eleven”, “Ocean’s Twelve” y “Ocean’s Thirteen” entre otras, pero que siempre se ha mostrado solvente a la hora de componer como demuestran sus trabajos en “Hunger” de Steve Moqueen o “’71” de Yann Demange – Banda sonora que se puede escuchar por ejemplo en spotify y que parece seguir los pasos de lo que hicieron Gavin Friday y Maurice Seeze en “The Boxer” de Jim Sheridan, tanto por los temas como por la inclusión de diálogos al principio de algunas de las canciones) a lo que hay que sumar el excelente uso de otros temas musicales por parte de Winterbottom. Aparte de la ya comentada “Song 6” habría que añadir también el “Warning Sign” de Coldplay pero sobre todo el director nos regala uno de esos momentos pequeñitos pero inapagables al escuchar a Mick Jones cantar “Should i Stay or should i go”. Si algo deja patente “Código 46” es el buen hacer de Winterbottom a la hora de unir imágenes y música dejándonos una de esas cintas hay que ver en una pantalla muy grande con el volumen muy alto. 

No voy a entrar en detalles, no voy a soltar ningún spoiler y contar el final de la película pero si que hay algo acerca en la forma que tiene Winterbottom de cerrar la historia que nos cuenta que merece la pena comentar. Hace unos años cuando tuve la oportunidad de ver “Blow up” de Antonioni en un cine de reestreno leí que David Lynch consideraba a esta película una gran cinta por sus abstracciones, por la forma de desarrollar el misterio, por la forma que el espectador tiene de entender (o no) lo que esta pasando, básicamente todo lo que considera propio de su cine. Lo que mas me llamó la atención de las palabras de Lynch acerca de “Blow up” no fue que este considerara la adaptación de una historia corta de Cortazar como un compendio de todo aquello que define a su cine si no que este consideraba perfecta la escena final de la película. 

Salvando las distancias que son muchas con “Código 46” me ocurre algo parecido a lo que le pasa a Lynch con el final de “Blow up”: La forma de utilizar la música para recalcar ideas y sentimientos, la maestría de un recurso tan simple como es el fundido en negro (Y que muchas veces vemos como se abusa de el o usa de manera incorrecta) me parecen la forma mas perfecta de cerrar una película como esta. Nada, absolutamente nada podría llegarnos más. No hacen falta fuegos de artificio ni andarse por las ramas, igual que Winterbottom ha hecho durante el resto de su cinta este sabe que quiere contarnos y como contárnoslo, es su manera nos guste o no, y personalmente creo que lo hace de forma notable. 

“Código 46” es una gran muestra de cine de ciencia ficción donde lo que importa son las personas y no los efectos especiales. Premiado en el Festival de Cine Fantástico de Sitges el guión de Frank Cottrell Boyce se beneficia en su paso a la pantalla grande del trabajo de dos grandes actores como son Tim Robbins y una Samantha Morton que últimamente no parece encontrar su lugar y de la que siempre hay que recomendar esa genial película titulada “Synecdoche, New York” que dan vida a los personajes principales y a los que no nos cuesta en ningún momento ver como esa pareja que se enamora en una sociedad donde las reglas son demasiado rígidas. Para ver con calma y disfrutar. Muy Recomendable.


Crítica: Eliminado

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No quisiera de ninguna manera dar la sensación de que el niño poseso es un exigente rotelmeyer cargado de mala leche y negativismo. En el fondo (y la superficie) soy un chico fácil, contentable con bastante poco, engatusable y llevable al huerto (ejem) sin mucho problema. Vamos, que me gusta el cine, en general, el terror en particular y el casposillo y cutrón con debilidad. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra.
Y esta peli, como la última que acabo de criticar, no hay por donde cogerla. Es un bodrio con todas las letras, que trata de subirse al carro de las carteleras facilonas veraniegas, en las que el aire acondicionado hace que perdonemos en gran medida las nulas calidades de algunas cintas, y con una promoción a lo bestia, muy MTV, nos vende humo, ni chicha ni limoná. 

Historia: (agárrense los machos), seis amigos (por llamarlos de alguna manera, porque son todos/as unas maricasmalas) están dedicando el valioso tiempo de su adolescencia en un chat online más cutre que los del IRC de hace diez años. Como ninguno se ha leído El lobo estepario ni tienen muchas inquietudes (de ningún tipo, no olvidemos que son generación MTV, o sea, les pirra Mamá a los 16, Alaska y Mario y el reallity de las Kardashian y su padre trans) se dedican a juguetear metiéndose los unos con los otros. 

De golpe y porrazo, sin esperárselo, reciben un mensajito por Skype de, tachánnnn, Laura Barns.... Esto...¿Y?, se preguntarán ustedes... Pues resulta que la tal Laurita era una mozuela a la que en una noche de botellón quemaneuronas y perreo/guarreo sus amiguetes (esas maricasmalas en cuerpo ajeno) le grabaron un video que colgaron en la red tras lo cual se suicidó... Los seis se quedan picuetos, y víctimas del regomello van descubriendo que el misterioso séptimo invitado, al que no pueden echar del chat ni con aceite hirviendo, puede ser quien dice ser porque comienza a contar secretitos de todos y cada uno de ellos taaaan íntimos que nadie podía saberlos... 

Ahora, como en un vodevil vamos a hacer un aparte para recrear algunas de las críticas que la “película” (qué puta vergüenza) tiene en la red, junto a una nota meritoria casi digna de Kurosawa:

-”Espeluznante experimento de terror”
-”Es básicamente 'Viernes 13' con un portátil” 
-“Da un giro novedoso al género de 'películas de adolescentes muertos'" 
-"Unfriended se compromete con su idea y continuamente encuentra nuevas maneras de explotarla creativamente” 

Vamos a ver... Ejem... Señores críticos (de los que cobran por hacerlo, tócate los huevos), ¿Este refrito de Carrie y cualquier Found Footage es digno de loa y boato, de alabanza y obligado visionado? 

Y una leche... Nos la podrán vender como ejercicio técnico (de innovador nada, ¿no recuerdan Open Window por ejemplo?) que revitaliza el plano secuencia de Hitchcock con un despliegue argumental en tiempo real (mentira y de las gordas) a través de la simplona, cutre y nada efectiva captura de pantalla de MacBook... Pero de terror????? 

¿Donde puede ver alguien el terror en una conversación entre seis deficientes mentales que hacen que uno se lamente de no haberse vasectomizado a tiempo si no se tienen 12 años y se está en medio de un cementerio a las tres de la mañana viéndola desde una lápida? 

Miedo me dio pensar que esa es la generación que nos jubilará, que el director tiene el morro de ir de súper cool y descubridor de la penicilina con su experimento, que la publicidad haya sido tremenda y constante y que un tal Adam Sidman aparece acreditado como encargado de la “fotografía”... Joder, si es que encima, dos de las cams de los seis ceporros debían ser compradas de tercera mano en Ucrania en los 90, porque la imagen no es que sea turbia y mala ya, es que es imperdonable... 

Como imperdonable es que en una peli que sigue la estela de los famosos diez negritos, o sea, de esas en las que van cayendo uno tras otro a lo Ágatha Christie no haya un solo personaje empatizable, que haga que el espectador se preocupe lo más mínimo por su indeterminado futuro. Y es que son todos tan desagradable que ese resultado futuro es del todo irrelevante, de hecho uno desea que la venganza se los hubiera llevado a los seis de una, evitándonos esos 83 minutejos y nueve euros (aquí insertaría un comentario que me voy a reservar para no hacer apología de algo que no debo). 

Y es más... Si la amenaza de la muerta (que no nos acabamos de creer en ningún momento) es absolutamente ciber internautica, cómo es posible que ninguno de los seis monguers tenga la brillante idea de apagar su vaio???? 

Hay otra posibilidad, aún más retorcida y molesta, y es la que ha seguido su director en alguna presentación, justificando el relato como una reflexión de esta sociedad absolutamente obsesionada con la tecnología y en especial del ciberacoso, del aprovechamiento de los peligros de la evolución tecnológica y lo perjudiciales que los medios sociales pueden resultar... 

A otro chucho con ese collar, que uno ya es perraco viejo y se conoce esas argucias vendeentradas más que de sobra, y hay que ser un cabronías para hacer uso de ello... 

Unfriended no es realmente la peor peli del año, ni de lejos, pero desgraciadamente toda su brillantez (milisengudiana) empieza y acaba en la muy torpe ejecución de su premisa, por mucho que la idea del ordenador no sólo ya como ayuda para desarrollar la trama, sino como medio y protagonista podía haber llegado a buen puerto. 

Pero es una peli en la que todos, absolutamente TODOS los arquetipos del terror, los tópicos cutrones y esperables están presentes, y en la que las interpretaciones son poco menos que dolorosas, de esa pandillita inverosímil de amiguetes que se desenvuelven de miedo en YouTube, Facebook, iMessage, Spotify y Skype pero parecen incapaces de hacer la O con un canuto. 

Sus responsables son incapaces de generar ninguna tensión, lo cual en un drama intimista iraní será aceptable, pero en una peli de miedo es inconcebible. No hay tensión, no, ni ritmo, y realmente tampoco argumento, sólo una idea estirada (malamente) y seis imbéciles gritándose por chat. Y es que definitivamente, grabarles mientras lo hacen en esa LAN party no es ni de coña una narrativa nueva, un descubrimiento, es una patada en los huevos a esos directores que se lo curran para seguir sorprendiendo con sus cintas, sin ir de experimentales siendo lo más mediocres, porque además de que cosas similares las hemos visto veinte veces, y mucho mejor ejecutadas, el uso excesivo de imágenes borrosas, tiempos de buffering y capturas fijas, sin aprovechar ni uno de los siniestros planos que se podían ofrecer, va en contra del propio planteamiento de la cinta. 

Lo mejor: Hay cosas todavía peores.

Lo peor: Que haya gente salida de escuelas de cine tan importantes como la mejicana que tras rodar documentalazos nos ofrezcan una peli tremenda como es Bound to Vengeance (sí, hablo de mi amiguete José Manuel Craviato y su espléndido acercamiento al terror) que no reciban la más mínima publicidad y pasen desapercibidos mientras cagadas como esta estén presentes en todos los medios de comunicación. Injusticias de la vida.


"Sitges 2015", nuevos títulos confirmados

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La violencia de 'Green Room' y el porno romántico de 'Love' se suman a la programación de Sitges 2015 Será una edición marcada por la pluralidad, que acogerá el terror sobrenatural de ‘We Are Still Here’ y lo último del cine asiático.


La 48ª edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya continúa añadiendo títulos a su programación. El director del certamen, Ángel Sala, anunció ayer algunas de las nuevas incorporaciones a Sitges 2015 en un encuentro mantenido con el público en la Fàbrica Mortiz de Barcelona. Las esperadas Green Room, de Jeremy Saulnier, y Love, de Gaspar Noé, estarán en Sitges 2015. 

El director de Blue Ruin, Jeremy Saulnier, causó impacto en Cannes con Green Room, una sangrienta batalla entre una banda punk y una de skinheads. Cine independiente norteamericano de ultraviolencia, protagonizado por el capitán Jean-Luc Picard, Patrick Stewart. 

Tras las transgresoras Irreversible y Enter the Void, Gaspar Noé, director argentino afincado en Francia, cierra la trilogía con Love, un experimento de romanticismo pornográfico en 3D que también creó controversia en Cannes. El film mantiene los ambientes claustrofóbicos de las cintas anteriores, aunque se adentra en el terreno del melodrama, centrado en la historia de un triángulo amoroso lleno de flash-backs, drogas, música y fluidos. 

En la programación del Festival no podía faltar un subgénero con numerosos adeptos siempre fieles, el del terror de casas encantadas. En Sitges 2015 podrán disfrutar con We Are Still Here, opera prima de Ted Geoghegan, protagonizada por la mítica Barbara Crampton (Doble cuerpo, Re-Animator, The Lords of Salem, entre otros). 

En una 48ª edición que mira con especial atención hacia Japón, tres producciones se añaden a las nuevas propuestas, ya anunciadas, de Takashi Miike (Yakuza Apocalypse: The Great War of the Underworld), Sion Sono (Love & Peace) o las dos partes de Ataque a los Titanes. Se trata de la adaptación animada de estas últimas; Parasyte, adaptación del manga homónimo de Hitoshi Iwaaki, dirigido por Takashi Yamazaki, que también se verá en dos partes, y The Ninja War of Torakage, el retorno del director Yoshihiro Nishimura, que se aleja del gore de anteriores cintas como Tokyo Gore Police o Vampire Girl vs Frankenstein Girl. 

Sin movernos de Asia, el Festival anuncia The Taking of Tiger Mountain, de Tsui Hark, una coproducción entre China y Hong Kong de temática bélica, y SPL 2: A Time for Consequences, dirigida por Pou-Soi Cheang, proveniente de Hong Kong.

Sitges 2015 –una edición centrada en el homenaje a Seven, de David Fincher, en el 20 aniversario de su estreno– ya ha anunciado uno de los premiados: el director Nicolas Winding Refn, que recibirá el Premio Màquina del Temps. Entre las películas más esperadas que cubrirán la parrilla destacan Victoria, de Sebastian Schipper; la última producción made in Blumhouse, The Gift, los niños zombies de Elijah Wood en Cooties, o el Schwarzenegger más dramático de Maggie. Por lo que se refiere a la producción catalana, el Festival presentará Segon origen, de Carles Porta; El cadáver de Anna Fritz, de Hèctor Hernández Vicens; Vulcania, de José Skaf; Summer Camp, de Alberto Marini y Sacramento, de Carlos Cañeque.

Abonos y acreditaciones

La venta de abonos de Sitges 2015 se inicia hoy, 17 de julio. Además de los abonos habituales, las novedades principales de esta edición son el Abono Butaca VIP Retiro y los packs temáticos para secciones: Pack Fantàstic, Pack Anima’t y Pack Noves Visions. El plazo para poder solicitar acreditaciones de prensa se abrirá el lunes, 20 de julio.

Crítica: Pizza

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Lo que se va acordar uno de esta película, o incluso las risas que va a provocar, cada vez que se llame a la pizzería/kebab de la esquina y nos llegue a casa un repartidor de rasgos claramente hindús… Dejando las anécdotas aparte, me vais a permitir hacerle una pequeña introducción a la película que nos sitúe en la actualidad del género en la India, cinematografía que me enorgullezco de seguir desde hace casi dos décadas.
Hace cuatro o cinco añitos, en uno de estos reportajes viajeros con los que suelen entretenernos las cadenas patrias de televisión, nos aseguraban que en las películas de Bollywood no se podían besar. Ya en aquella época era mentira. Es cierto que hace muchos años aquel gesto era poco menos que tabú y la industria del cine no quería molestar a la conservadora mentalidad y cultura hindú, pero ya hace bastante tiempo que vemos apasionados besos en cualquier producción sin importar su talante o status de sus estrellas. Es más, en aquella misma época que se emitió aquel programa la comedia hindú pasaba por una fase que podría considerarse paralela a aquel “destape” de los sesenta españoles. Los argumentos bebían de aquel enredo salpicado de malentendidos sexuales, y las mujeres si bien es cierto que no llegaban a descubrir sus tesoritos, sí que enseñaban lo máximo que la dictada decencia les permitía. 

Actualmente encontrarse situaciones claramente sexuales entrando en el terreno del erotismo ya no es raro e incluso actrices porno consagradas como Sunny Leone se han convertido en estrellas sin que nadie levante la voz en contra de su pasado. 

Con el género del terror hemos vivido una trayectoria parecida. Es cierto que producciones siempre han habido, pero siendo sinceros ni en la misma cuantía que ahora ni, mucho menos, con las mismas sensaciones. Las que teníamos o eran muy ingenuas, más thrillers engañosos, o tan bizarras que eran dignas de ver solo por las propuestas surrealistas y calidad ínfima. 

Desde hace un lustro, los temas y puestas en escena se han actualizado y modernizado, y ya no es extraño encontrarse con zombies o espíritus vengativos. Se podría decir que, al igual que en otros géneros, se han occidentalizado, pero en el género del terror las referencias han pasado de la cutrez de algunas categorías III hongkonesas a la tibieza espiritual del terror tailandés de las que incluso han llegado hacer remakes. 

Sin embargo, y enlazando ya de una maldita vez con la película que nos ocupa, esta “Pizza” si bien no es original ya que se trata de otro remake, su origen no es muy lejano ya que se remonta a un film tamil rodado dos años antes. Y vamos, conociendo que esta, la de producir diferentes versiones dependiendo de los diferentes idiomas que se hablan en el país, es una práctica habitual, no hay que darle más importancia de la que tiene. De hecho, no solo de sobras conocemos que en la mayoría de los casos suelen ser copias casi exactas sino que muchos de los técnicos y artistas que intervinieron en aquella repiten aquí. 

Dicho esto, lo segundo que tengo que decir es que –y parece mentira que a estas alturas tenga que mencionarlo…- por mucho que su origen parezca exótico, “Pizza” cumple con todos los estándares de calidad de una película occidental. La fotografía es cuidada, el montaje correcto y los actores tan dignos como los de cualquier otro lugar. Está claro que hay rasgos culturales que nos pueden llamar la atención o resultar curiosos a los que no estén acostumbrados, pero incluso las casas que salen en la película, no tienen nada que envidiar a las de estos lares… Quizás los teléfonos móviles, pero… ¿qué es esto comparado con esos prejuicios que intento que desechéis? Un detalle más: la película fue rodada para que fuese exhibida en sistema 3D con lo que más o menos os podéis hacer una idea del nivel técnico en el que se encuentra la industria del país. En todo caso, los efectos especiales es cierto que no son los de la “KNB Effects Group Inc.” pero quitando un par más cantarines, son correctos.

Aclarados estos términos, vayamos con las interioridades.

A pesar de que el film está encuadrado en el género del terror tiene otras connotaciones que a la postre son las que hacen… ¿grande? a la producción. 

Por un lado, y por orden de ‘aparición’, el humor. “Pizza” no es una comedia, ni siquiera una comedia de terror, pero sí que tiene puntazos que la hacen sumamente divertida. Esto podría ser algo malo, y no solo por romper el tono de film de terror, sino porque aquellos que conozcan el humor hindú sabrán que es un humor blanco, casi infantil, con mucha querencia al gag físico, casi toon, y hasta de mal gusto cuando hace chanza de los menos favorecidos. Sin embargo en “Pizza”, quizás por salirse de ese mismo encuadre de comedia, el humor es más sutil e ingenioso. Ver por ejemplo esa escena cuando el jefe y los compañeros del protagonista entran en la casa maldita con un… ¡crucifijo! (Ni que decir que son hindús…) ¡Incluso al principio hay algún efecto sonoro cómico!

Junto al humor, o mejor dicho, contraponiéndose, tendremos un poco de melodrama. Viendo su origen diríamos que es normal ya que en la India el melodrama es el pan de cada día, pero nadie se puede echar las manos a la cabeza viendo como en los últimos tiempos los nuevos gurús –nunca mejor dicho- del género del terror como por ejemplo James Wan, recurren a ello tanto para que los espectadores se identifiquen mejor con los personajes como para que, a pesar de las connotaciones fantásticas, estos tengan los pies en el suelo. 

Y para terminar antes de entrar con lo que nos interesa, es decir, el horror, también nos encontraremos con un trasfondo de intriga más terrenal con mafias por en medio que o bien pueden descolocar a más de uno leyendo esto, o al revés, no darle importancia y… Me callo. 

Ahora sí, metámonos en harina.

“Pizza”, con todo lo dicho en los párrafos anteriores no se adentra en el género hasta llegar a los 20 primeros minutos, y una vez llegados a este punto va poco a poco cogiendo carrerilla. Primero nos mete el tema como el de una posesión –posesión hindú para más señas, algo novedoso para el presuntuoso occidental- y luego como el que no quiere la cosa da un tirabuzón mortal encerrando al protagonista en una casa y acumulando el mayor número de sustos, tópicos y situaciones manidas. Pero señores… ¡menuda media hora! 

Al principio, como he dicho es un “más de lo mismo”: sombras que se mueven delante de la cámara, niñas inquietantes, sustos acompañados de sonidos ‘a toda paleta’, puertas que se cierran, huellas de sangre, canciones que surgen de la nada… recapitulando, lo de siempre. Sin embargo, cuando uno menos se lo espera está encadenando susto tras susto y divirtiéndose de ver cómo de mal lo está pasando el protagonista. Aquí la gracia no es sentir miedo –a decir verdad, ¿hace cuánto que no pasamos miedo con una película de terror?- sino disfrutar del mal ajeno. Morbo. 

Me extendería sobre su resolución, pero descubriría la sorpresa…

Cambiando de tercio, cuando reseño una película de este origen suelo comentar algo sobre su Banda Sonora y en su caso, coreografías, encuadrándolas en lo que yo llamo de manera cariñosa como la “Sección de coros y danzas”. Pues bien, estoy seguro que alguno creerá que ‘como todas las películas de Bollywood tienen bailes’, “Pizza” no va a ser menos. Pues que sepan esos ‘enteraillos’ que no todas las películas tienen bailes. ¿Cuántas veces he oído eso de que en medio de un tiroteo se ponen a bailar? Mentira… o al menos desde hace más de dos décadas. 

Si la película no se da al baile, es decir, es de autor, como aquí de miedo o simplemente a su director no le encajaba, no hay baile y no pasa nada. Así en “Pizza” no hay ni una coreografía, aunque temas musicales, algunos. Pero no os preocupéis, que estos están representados como videoclips acompasando el estado de ánimo de los protagonistas, como temas que surgen de la televisión sin más función que un acompañamiento sonoro de fondo o como instrumento clásico en el género en forma de, como ya he comentado, esas cancines de carácter cincuentero o sesentero que surgen de la nada para incomodar al héroe. 

Para acabar, una batería de detalles. Como está claro que no podían contratar a estrellas consagradas como Hrithik Roshan y Anushka Sharma, ficharon a sus “clones” más baratos Akshay Oberoi y Parvathy Omanakuttan. ¡Hay que ver lo que se les parecen! Y por cierto, Omanakuttan hace honor a su título como finalista en el certamen de “Miss Mundo” del 2008. Guapísima. 

Segundo detalle. Aunque la película no llega a las dos horas de duración, nos encontraremos el típico “Interval” –en otros casos son “Intermission”- tan común en las producciones de este origen. Para el que no sepa lo que es, les diré que es una pausa en medio de la película. Eso sí, aquí está ubicada tan… tan… que es para matar figurativamente a alguien. Otro buen detalle. 

Y por último, esos pósters de películas de terror… en ESPAÑOL. Por un lado el de “Círculo de terror/El circo del crimen” de O'Connolly, y por otro el de “El gato negro” de Fulci. Muy curioso. Solo faltaba el de “Suspiria” viendo los filtros de colores fuertes que se gasta el director de fotografía… 

Resumiendo, a pesar de la renovación que está sufriendo el cine de género en la India, “Pizza” es una producción que ha logrado alcanzar ya esas cotas de calidad y satisfacción deseadas. Equilibrada, divertida y con ese encanto que solo tiene la India y que permite ser algo indulgente con sus defectos.

P.D.: Por si faltase algo, hay hasta un beso…


Crítica: Final Girl

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Es sabido que el terror, en especial en determinados subgéneros, no precisa de ciertos elementos a priori importantes en esto del cine, para su buen funcionamiento. Es sabido también, que en este sentido, el espectador, debe y suele poner, en un ejercicio de suma generosidad, bastante de su parte para que algunas propuestas consigan llegar a buen puerto. Dicho salto de fe, se convierte en una pieza clave en el engranaje que termina por definir una experiencia cinematográfica de esta calaña. No es menos sabido, pero, que en ocasiones lo que se nos pide, puede resultar tan imposible de dar, incluso por aquellos más ungidos en la generosidad, que no existe posibilidad alguna de negociar la necesaria relación simbiótica entre obra y espectador para alcanzar un acuerdo favorable y beneficioso para ambas partes.
“Final Girl” es un escupitajo verdoso y repulsivo sobre la mesa de negociaciones. Un insulto a aquel que tiende la mano de manera altruista con el único fin de que el sol siga haciendo acto de presencia en cada amanecer y que las cosas sigan estando donde deben estar. En este sentido, no hay duda de que lo que nos propone el debutante Tyler Shields es poco menos que el denominado caos. Un caos declarado de manera unilateral que como no puede ser de otra forma, nos arrastra hacia un único destino posible: la muerte del sol. Y sin el astro rey, y con todas las cosas fuera de su lugar, las cabezas que piensan y entienden, se desprenderán de sus hombros para caer rodando colina abajo hasta precipitarse en un abismo tan oscuro y profundo que ni el mismísimo sol sería capaz de iluminar. 

“Final Girl” es también, una de las más legítimas tomaduras de pelo que servidor haya visto en lo que va de año y un ejercicio de anti cine que trasciende a géneros y a buenos samaritanos donde su proyecto de director, el sr.Shields, hace gala de escasa imaginación -algo que sería perdonable de no venir acompañada, de sorprendentes dosis de pretenciosidad- y poco o nulo respeto por el espectador (que no olvidemos, al final es el que paga... algunas veces, al menos) para firmar uno de esos denominados survival, en esta ocasión con tintes thrilleros, que tan bien suelen funcionar dentro el perfil medio-bajo del terror actual y que aquí, a falta de faro, se estrella de manera estrepitosa contra las rocas. 

Bajo una puesta en escena tramposa, que intenta jugar al despiste con el ojo más crédulo y sobre la cual el director intenta construir esta gran mentira que es “Final Girl”, asistiremos atónitos a como este telefilme barato de manual, intenta aparentar lo que no es. Para ello, Shields echa mano primero de un par de rostros populares y en especial, se aprovecha del reclamo que representa la presencia de la pequeña miss Sunshine en el reparto. La señorita Abigail Breslin, quien se está convirtiendo ya en una asidua del género (viene de protagonizar el drama zombie “Maggie” junto al ex-gobernator), pone aquí sus rubísimos encantos al servicio de la causa. A su lado otro habitual del género, Wes Bentley. Uno no puede dejar de preguntarse como han llegado a parar los huesos de ambos a tan poco agradecido sepulcro. 

La mentira ya está urdida. Tenemos el escenario preparado para la ocasión y tenemos los actores de postín... ¿Suficiente? A poco que uno tenga dos dedos de frente (y no digo que yo los tenga), la respuesta es un no rotundo. Esto es un telefilme y óigame usted, que no sería ni el primero ni el último, pero que no nos quieran vender gato por liebre. Más cuando estamos ante uno de los libretos más bochornosos y mal escritos, que hayan paseado sus vergüenzas por la pequeña pantalla en tiempo ah. Si hablamos de “incoherencias”, creo que nos quedaríamos bastante cortos para intentar explicar, cuan inverosímil y absurdo resulta todo lo que acontece en escasa hora y media.

Hay más. Y no voy a quejarme de ese prodigio de originalidad y frescura que significa su prólogo donde un desconocido misterioso recluta a una joven y solitaria niña de supuesto gran potencial para adiestrarla en el arte de matar... al menos, a la pequeña la han bautizado como Veronica y no como Nikita. Pero lo dicho, no voy a quejarme. Quien sabe si algún fan de la casposa serie de sobremesa de finales de los noventa, podrá encontrar ciertas dosis de nostalgia en este primer tercio de filme... a mi, que la serie creada por Joel Surnow, me deba bastante grima, pues desde luego no sería este el mejor punto de partida para intentar venderme la moto. 

Pasado el bochornoso “homenaje” y teniendo además bastante claro a esas alturas que Shields es (o se cree), el listillo de la clase, comienza el despiporre. Nos ponen una botella de Jagermeister junto al guión para ir bajando los párrafos, e igual cuela. Así a palo seco, la historia es otra. Lo voy a decir, “Final Girl” contiene uno de los guiones más estúpidos e inverosímiles que he tenido que sufrir en mi vida. Un absurdo constante plagado de sin sentidos que parece ideado por ese crío de diez años que ha perpetuado una travesura de las que terminan en hostia e intenta argumentarla ante ese padre que ya prepara la mano... pero para ser justos, este marrón no se lo debería comer solo Shields, pues el libreto corre a cargo de unos tales Stephen Scarlata, Alejandro Seri y Johnny Silver. Entre los tres hacen una neurona. 

Con semejante hoja de ruta, lo que uno se encuentra a modo de actores, no podía ir por otra linea. Y es que si el guión es lamentable, el nivel de los intérpretes (más allá de los dos nombrados, que cumplen) es de teatrillo escolar. No se ha visto semejante panda de asesinos en lustros. A cual más malo y a cual, más ridículo. Si el objetivo del director era que les deseáramos la muerte a todos y cada uno de ellos, basándonos en altas dosis de vergüenza ajena, hay que decirlo, ahí, lo ha clavado. Cualquier otra pretensión al respecto, solo podría catalogarse dentro de la linea editorial del filme.

Intento que alguien sobreviva. Que no todos mueran al impacto contra las rocas y que al menos, se pueda rescatar a alguien de entre las olas teñidas de rojo sangre... lo intento e igual, podríamos hablar (por hablar bien), de la efectiva utilización del juego dual entre luces y sombras, consiguiendo dar forma a un escenario de corte teatral en lo profundo del bosque, que desde luego habría dado para bastante más que para ver una jovencita pegándose de ostias (sin gracia) con cuatro patéticos esperpentos de etiqueta (que nadie espere ni una miserable gota de sangre o destello de violencia gráfica... ahí la fidelidad con su hermana pequeña de televisión si es encomiable) o de su correcta fotografía, con algún que otro recurso visual bastante logrado, más allá de que solo se utilicen a modo de efectismo gratuito. 

Conclusión, “Final Girl” es un telefilme de las tres y media para todos los públicos que aspira a ser proyectado en prime time aunque para ello deba disfrazarse con mil y una caretas y tirar de surrealismo de cartón piedra. Previsible,  plano, absurdo, inverosímil y carente del menor interés o ápice de tensión, que se empeña en insultar al espectador a cada paso que da. Además, haciendo gala de evidente pedantería. Vamos, lo que vendría siendo una tomadura de pelo. Para cogerla con pinzas, no se nos vaya a pegar algo. 

Lo mejor:¿Estáis de broma?

Lo peor: Hay tanto para escoger, que me da incluso pereza.


Noticias y Actualidad: "La Horca" adelanta su estreno; "Resident Evil 6" comienza su rodaje; Director para el remake de "It" y más...

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Se adelanta el estreno del slasher “La Horca” 

A pesar de las malas críticas recibidas en Estados Unidos los aficionados al slasher que esperamos como agua de mayo el estreno de “La Horca” estamos de celebración ya que la distribuidora Warner Bros España ha decidido adelantar su estreno una semana pasando de estrenarse el viernes 7 de agosto a estrenarse el 31 de julio.

“La Horca” supone el debut en la dirección de Travis Cluff y Chris Lofing y en su primer fin de semana en USA ya ha logrado recaudar la friolera de 10 millones de dólares. La película nos contará la historia de un pequeño pueblo americano en el veinte años atrás varios estudiantes murieron durante una representación teatral. Para honrar estos sucesos varios jóvenes deciden volver a representar la obra despertando así algo que cambiara sus vidas para siempre. 

La película protagonizada por Cassidy Gifford, Ryan Shoos, Reese Mishler, Pfeifer Brown se ha convertido en un nuevo éxito comercial en su país de origen y es uno de los estrenos de género más esperados para este verano. 

Comienza el rodaje de “Resident Evil 6” 

Tras el retraso sufrido por el embarazo de Milla Jovovich esta semana ha comenzado al fin el rodaje de la nueva entrega de la saga Resident Evil que de nuevo estará dirigida por Paul W.S. Anderson. Esta nueva entrega, que se estrenará bajo el título de “Resident Evil: The Final Chapter”, al parecer supondrá la conclusión final para esta saga, al menos tal y como la conoces hasta ahora, y será la última vez que veamos a Milla Jovovich enfundándose en el traje de Alice. La propia actriz ha confirmado el comienzo del rodaje colgando en sus redes sociales una imagen donde la vemos sometiéndose a una de sus primeras sesiones de maquillaje. 

Andy Muschietti podría dirigir el remake de “IT” 

Tras el abandono de Cary Fukunaga (“True Detective”) Warner Bros no ha tardado en buscarle un sustituto y según hemos podido saber esta semana estarían pensando en poner al director Andy Muschietti (“Mama”) al frente del proyecto.  

Esta nueva adaptación de la célebre novela de Stephen King está planeada como una película dividida en dos partes (al igual que la miniserie) y anteriormente se había anunciado al joven actor Will Poulter ("El Corredor Del Laberinto") como el encargado de sustituir a Tim Curry para enfundarse en el traje de Pennywise. 

Recordemos que Andy Muschietti también sonó como el director encargado de la nueva versión de la “La Momia” que prepara Universal sin embargo el director argentino decidió abandonar el proyecto debido a diferencias creativas con la productora. 

Neill Blomkamp muestra más de lo que nos prepara para “Alien 5” y Sigourney Weaver muestra su descontento con “Alien Vs Predator” 

Todos recordareis que hace algunos meses FOX anuncio que daba luz verde a la nueva película de la saga Alien que se encargaría de dirigir Neill Blomkamp. El director sudafricano ya había mostrado en más de una ocasión su entusiasmo con este nuevo proyecto y esta semana de nuevo lo ha vuelto a demostrar colgando en sus redes sociales un nuevo boceto de sus ideas para esta nueva entrega. Según palabras del propio director esta nueva entrega será una secuela directa de “Aliens” y en el reparto volveremos a encontrar a Michael Biehn y Sigourney Weaver. 

Esta última también ha declarado esta semana en una entrevista concedida a The Radio Times que fue ella misma quien pidió que [SPOILER] en el final de “Alien 3” la teniente Ripley muriera. [FIN DEL SPOILER] tras enterarse de que se estaba planeando realizar una película en los que los personajes de Alien y Depredador se enfrentaran. La actriz aclaro que no tiene nada en contra de la película pero que ni ella ni el propio James Cameron entendieron nunca que este enfrentamiento fuera llevado a la gran pantalla. 

Paz Huerta reclama a los productores de “Nurse 3D” 55 millones de dólares 

Para finalizar tenemos la noticia graciosa de la semana y es que la actriz Paz Huerta ha denunciado a los productores de la película “Nurse 3D” reclamándoles 55 millones de dólares ya que según palabras de la propia actriz “ellos son los encargados del estancamiento de su carrera cinematográfica”. 

En la demanda la actriz aclara que ella no tiene la culpa de las malas críticas recibidas sobre su actuación ya que tras sufrir una lesión en la columna durante el rodaje el director Douglas Aarniokoski arto de la situación decidió contratar a una doble de cuerpo que se encargó de rodar algunas de sus escenas.


Crítica: Bound To Vengeance

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Donde la mayoría de las películas acaban es donde empieza “Bound to Vengance”. De esta manera se publicita a la cinta de José Manuel Cravioto en su trailer y por una vez no podríamos estar más de acuerdo.

A pesar de que el director reconoce que las influencias de su película vienen del nuevo cine fantástico francés (“Martyrs”, “A l’interieur”, “Frontiers”) y del cine de terror americano de los años setenta, “Bound to Vengeance” podría considerarse una especie de segunda parte apócrifa del “Demonlover” de Oliver Assayas, nos hace pensar que el personaje interpretado por Uma Thurman en las dos partes de “Kill Bill” tiene una digna sucesora en la figura de Eve (Tina Ivlev) y además esta vuelve a retomar ciertas ideas que ya mostró Joel Schumacher en “Asesinato en 8mm” para hacer de todas ellas algo todavía mas perturbador. 

Pero sobre todo si algo bueno tiene la película de Cravioto es que contrariamente a lo que podríamos pensar al leer el título, la sinopsis de la cinta (Una joven que ha sido secuestrada por un maniaco sexual conseguirá escaparse tomando a su captor como rehén) o ver el trailer de la misma, esta película se aleja radicalmente de propuestas con las que a priori la historia puede guardar ciertos parecidos. El título original de la película era “Reversal” pero fue cambiado posteriormente a “Bound to Vengeance” porque según palabras del propio director: “Reversal es un título mas conceptual. Me gustan ambos. Reversal es un título bonito pero “Bound to Vengeance” es mas claro y tiene mas fuerza”. 

Este hecho puede jugar en contra de la propia cinta ya que muchos espectadores pueden llegar a pensar que se van a encontrar con una cinta a lo “I Spit on your grave” (Primera y segunda parte) de Steven R. Monroe y podemos dar gracias de que José Manuel Cravioto como director y Rock Shaink Jr. y Keith Kjornes como guionistas hayan huido de tan nefasto referente (Lo siento por los seguidores de las cintas de Monroe pero personalmente sus películas me parecen un espectáculo violento y sin sentido que desprende un desprecio y un machismo como hace tiempo que no había visto en pantalla).

En el 2002, Olivier Assayas (“Finales de Agosto, principios de septiembre”, “Las horas del verano”) dirigió una cinta de esas que podríamos definir como hermética debido a que por momentos es difícil acercarse a ella por la forma en la que el director muestra el espionaje entre empresas y por una parte final que puede descolocar a muchos espectadores. Esa cinta titulada “Demonlover” participó en el Festival internacional de cine fantástico de Sitges en el 2002 y se alzó con el premio a la mejor banda sonora compuesta por la mítica banda Sonic Youth. 

La película protagonizada por la danesa Connie Nielsen (“Gladiador”, “Pactar con el Diablo”), Gina Gersohn (“Lazos Ardientes”, “Mall”) y Chlöe Sevigny (“Kids”, “The Brown bunny”) narraba desde el punto de vista de su protagonista Diane de Monx (Connie Nielsen) la lucha por parte de dos grandes empresas para hacerse con el mercado del porno (Centrado en el manga y sus posibles aplicaciones al 3D) y donde esta acababa viéndose envuelta en algo mas grande y perverso de lo que ella nunca pudo llegar a imaginar. La cinta que durante gran parte de su metraje era planteada como una típica cinta de espionaje no especialmente accesible para el espectador (De hecho “Demonlover” tiene tantos seguidores como detractores) acababa derivando en un muy sucio relato sobre la explotación sexual. Es inevitable pensar en la cinta de Assayas al ver la película de Cravioto al escuchar ciertos temas musicales que componen la banda sonora de “Bound to Vengeance” y que recuerdan al trabajo de los Sonic Youth para la cinta de Assayas o por ejemplo, y muy especialmente, porque la película de Cravioto parece empezar justo donde acaba “Demonlover” y que la situación que vive Eve no es mas que lo que le ocurría a la protagonista de la película de Assayas después de varios meses secuestrada. 

La sensación de encontrarnos ante una especie de segunda parte de “Demonlover” es tan clara que incluso Cravioto sitúa a su protagonista en una casa en medio del desierto al igual que sucede con alguna de las escenas de la cinta Assayas y donde el director francés nos deja alguna momento un tanto deudor de “Carretera Perdida” de David Lynch. Tal es la aparente conexión entre ambas historias que seria altamente recomendable hacer una sesión doble con “Demonlover” y “Bound to Vengeance” ya que ambas comparten la idea del secuestro para explotar sexualmente a las víctimas para negociar con su sufrimiento. Como dice la publicidad de la cinta de Cravioto: La película empieza donde acaban donde la mayoría acaban. A la vista de lo expuesto no podemos estar más de acuerdo. 

“Bound to Vengeance” bien podría estar publicitada también con eso de “La noche de las bestias”. No por compartir ideas con la cinta de James DeMonaco (Estas películas no son para nada comparables ni en su historia ni en sus pretensiones) si no por que la acción transcurre en una noche (Obviamente sin contar con los flashbacks que nos presentan a la protagonista y a su novio y que son y con mucha diferencia lo mas flojo de la película) en la que el director nos narra el periplo de Eve para liberar a otras chicas que se encuentran en la misma situación que ella y que le hará descubrir que bajo la aparente normalidad, bajo el modélico vecino con una familia ideal y una vida perfecta se encuentra un autentico monstruo, una bestia. 

El verdadero miedo no viene de espíritus que salen del televisor, de sesiones de espiritismo donde uno de los participantes rompe el círculo o de terribles asesinos que aparecen en los sueños de los protagonistas. No, el verdadero miedo nace de la tranquilidad y de la seguridad. Del vecino que todas las mañanas nos desea un buen día, del chico con el que compartes asiento en el autobús y con el que tienes una agradable conversación. Los verdaderos monstruos están a nuestro alrededor, idea que ya fue mostrada por Joel Schumacher en “Asesinato en 8mm” pero aquí de una forma todavía mas perturbadora. Es por esto que su director define a su cinta como una película de terror y no como una cinta de acción que explora el terror de la situación en la que se encuentra su protagonista. 

Cravioto narra en su película la historia de Eve que tras pasar varios meses secuestrada y tras sufrir diversas vejaciones por parte de sus secuestradores conseguirá escaparse y tomar a su captor como rehén (Es de agradecer que el director no se ensañe con imágenes que refuerzan esta idea si no que gracias a un cuarto lleno de cintas, a la forma de vestir de otras chicas –que en algún momento hace que nos acordemos de alguna escena de “Saw”-, a la ambientación en general y a ciertas frases dichas por el protagonista que hacen referencia a lo especial que es Eve y que gracias a eso es la chica con la que mas dinero han ganado, el espectador no tiene ninguna duda del infierno al que ha estado sometida la protagonista. Esta forma de abordar estos hechos hace que la película de Cravioto se aleje aún más de las cintas de Steven R. Monroe ya que si se sabe que se quiere contar no hace falta ser excesivamente explicito). “Bound to Vengeance” es una de esas películas que ganan enteros conforme avanza su metraje, conforme su protagonista va sufriendo una profunda transformación al descubrir la oscura trama de secuestros donde ella solo es una víctima mas. 

A pesar de un inicio que no nos acabamos de creer (Lo siento pero la forma de liberarse y de llevar a su captor no me convence), de una primera visita a una casa que no acaba por cuajar (Probablemente porque el director se muestra un tanto pretencioso al mostrar cierta escena usando las palabras del secuestrador de Eve para complementar la acción de la misma), de cierto abuso del concepto Deus ex–machina, de la previsibilidad de la película dentro de las incoherencias planteadas en la historia y de ese juego del gato y el ratón que se establece entre Eve y su secuestrador y donde por momentos no tenemos claro que rol ocupa cada uno en la historia no acaba de ser explotado como nos hubiera gustado, el director sabe dotar a su cinta de ritmo, sabe hacer que tras la segunda casa la película gane interés y donde sobre todo una protagonista en estado de gracia (Solo hace falta ver el inquietante plano final de la cinta) muy bien acompañada de Richard Tyson (Si..si..el malo de “Poli de Guardería”) hacen de “Bound To Vengeance” una muy interesante cinta que merece la pena y mucho ser vista y disfrutada (Si este es el adjetivo adecuado, claro). 

Como nota final decir que sorprende (Y mas sabiendo la escasa duración de la película) la forma y la manera que tiene Cravioto de mostrar el título de la cinta tras 19 minutos de metraje (Que nos recuerda a lo que hizo por ejemplo Michel Gondry en “The Eternal sunshine of the spotless mind”) que divide a su película en dos partes diferenciadas donde la primera obviamente sirve a modo de presentación de los dos protagonistas centrándose en la lucha de Eve por escapar y donde Cravioto plantea las bases de historia que va a desarrollar. Muy recomendable. 

Lo mejor: Tina Ivlev y el impresionante plano de la chica con la capucha puesta. 

Lo peor: Ciertas cintas recientes nos pueden llevar a pensar que estamos ante otro tipo de película.


Crítica: Adieu Au Langage

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Un tratado sobre el uso del lenguaje y su uso cinematográfico por muy estimulante que sea no es desde luego lo que podríamos considerar la alegría de la huerta. Si a esto sumamos que uno de los protagonistas de dicho tratado es un perro vagabundo que recorre las sucias calles intransitadas de la ciudad y los campos gélidos y vacíos que contemplan impávidos el paso de las estaciones en su devenir cíclico puede que más de uno se eche atrás y diga un rotundo no a la última y definitiva obra de Jean Luc Godard.

Y no seré yo el que desaconseje esa escapada, porque la película es en realidad todo lo contrario a lo que como fan de determinados géneros espero tragarme en un festival como Sitges. 

Pero una vez dentro de la sala, rodeado de amantes del cine del franco suizo, de su nouvelle vague burbujeante, entre los que digo desde ya que no me encuentro-sí, llámenme paleto, inculto, comercialista y palurdo de pueblo chico-y ante el derroche fascinante de los mejores 3D que se han rodado hasta el momento, he de reconocer que lo flipé y mucho. 

El semidios francés que ha supuesto todo un icono, un modelo a seguir, una vanguardia y un pedazo de la historia de este arte que adoramos, recurre a los avances técnicos más punteros para reflexionar y experimentar un fondo a través de la forma. 

Argumentalmente la historia roza el cinema verité desde el simplismo, una mujer infelizmente casada y un hombre coinciden e intercambian reflexiones y fluidos. El perro, metáfora quizás del devenir social que se agota en redes y relaciones impersonales aparece y reaparece. Como reaparece el marido cornudo y enajenado. La historia se detiene por un instante para reflexionar sobre la posible diferencia entre el ladrido del perro y el berreo de un bebé desesperado y cansino. La historia se reanuda y personas que no son más que personajes alienados debaten sobre la economía, la sociedad y la cultura en un parloteo innecesario que nos hace darnos cuenta de que en realidad al único personaje que entendemos de veras es a ese perro huidizo y sabio. 

El director parece querer despedirse con un film testamentario que resume toda su carrera, en espíritu al menos, ahondando de forma hipnótica y subyugante en el caos y el desconcierto y recreándose en una visión pesimista y salvaje de no sólo la interactuación social sino del mundo entero que nos rodea. 

La cinta es en sí un cuestionario autorreflexivo en el que las posibles respuestas están en blanco. El cine de Godard ha ido evolucionando, haciéndose cada vez más complejo y a ratos hasta infumable e indescifrable, pero con Adios al Lenguaje hace uso de un ejercicio metalingüístico fascinante, abstracto e incluso surrealista que deja en agua de borrajas a sus anteriores éxitos tales como Los puentes de Sarajevo, Film Socialisme, The Cello o Elogio del amor y que resulta complejo, casi imposible de analizar tras verlo sólo una vez. Y no, no creo que vaya a repetir por el momento. Porque si bien es cierto que la película me parece casi imprescindible, también lo es que me resulta incómoda, desagradable y un coñazo de padre y muy señor mío. 

Ese experimento críptico y retorcido con el que pretende demostrar que el cine no es sino una prolongación de la mente humana, un arte que debe transgredir normas y salirse de cauces y márgenes establecidos acaba realmente cayendo en otras normas igual de taxativas y otros márgenes, respetables, sí, pero también preestablecidos. Vamos, que como dicen en mi pueblo, “acaba cagándose en los huevos como las urracas”. No por ello es desdeñable, ni mucho menos, y como cine que reflexiona sobre el cine, sobre el lenguaje cinematográfico, aunque pretenda sacar esa reflexión como si de una regla de tres se tratara a la sociedad misma, tiene un valor incuestionable. 

Pero desde mi ignorancia, mi afán desmedido por el entretenimiento como finalidad última del Cine, así con mayúsculas, y a pesar de que la cinta dura setenta escuetos minutos, dicho experimento me resulta bastante pedante, pretencioso y arrogante, como esa nueva cocina que todo lo deconstruye para acabar presentando una tortilla de patatas en un vasio de chupito. Adios al Lenguaje es una advertencia también, de que la comunicación desaparece, de que el lenguaje cinematográfico está dando sus últimos estertores, de que el cine, al menos como se nos planteaba desde las vanguardias ha perdido su significado y ha muerto. 

Cinematográficamente la cosa es bien distinta. Adios al lenguaje es una magistral obra de arte, que marida los carteles del autor con unas imágenes dolorosas por bellas y un sonido absolutamente impecable, fusionados en un montaje soberbio que se enorgullece de ser caótico. 

Y como tal, la peli acaba haciéndose imprescindible, aunque sólo sea para dejar en ridículo a las inmensas megaproducciones hollywoodienses que usan el 3D sólo como un plus recaudatorio e innecesario en la mayoría de las ocasiones y no como un arma cargada de crítica, como sucede en la cinta, potenciando la autonomía de la imagen y alejándose de lo convencional. 

Aquí, el magistral uso de las tres dimensiones hace sucumbir al espectador en un estado inexplicable mientras contempla y asiste a un paisaje sonoro que refleja a la perfección diferentes estados de ánimo. Sí, puede que el lenguaje esté muriendo en el cine, pero sólo porque se está convirtiendo en una basura recaudadora, porque políticos avergonzantes suben impuestos a la cultura denostándola no ya como un derecho sino como un placer enviciado de segunda. 

"Adiós al lenguaje" es una pieza vibrante, transgresora, pedante pero necesaria, indescifrable pero imprescindible que aborda la dicotomía entre sociedad y cine, entre lenguaje y vida llegando a ser a partes iguales seductora y desesperante, libre al fin y al cabo. 

Ya reflexionó sobre temas parecidos en 'Histoire(s) du cinéma' pero aquí lo hace de manera definitiva y postrera haciéndonos pensar un poco más de la cuenta sobre las infinitas posibilidades del cine que estamos dejando escapar. 

Desde luego no es una cinta para todos los públicos ni paladares. El collage contínuo de rótulos, escenas pregrabadas, disertaciones filosóficas indescifrables puede resultar un zas en toda la boca para muchos, porque es difícil no abstraerse y seguir el ritmo marcado-pretendidamente libre-por el autor. Pero eso también es parte de su potencial mágico y brillante, que nos contagia de un entusiasmo pesimista desconcertante por completo que dice adiós no sólo al lenguaje sino a la estructura, a los convencionalismos y las fórmulas caducas y sobreexplotadas previsibles por complejo mientras saluda al infinito echando un vistazo al mundo en que nos movemos, salvaje, absurdo y decadente. 

Desde luego, lo que es indudable es que en este discurso de despedida, en el que el lenguaje desaparece y la imagen, aún bella, queda sin sentido, es que Godard se divierte provocando y sorprendiendo al respetable con una cinta rotundamente transgresora y moderna que trata de provocar un efecto y ser causa más que simple retrato o episodio. En Cannes, donde arrancó aplausos y abucheos a partes iguales ganó el Premio del Jurado que entregó Jane Campion ex aequo con la tremenda Mommy de Dolan, ese veinteañero extraterrestre y superdotado. 

Lo mejor: Es una auténtica EXPERIENCIA tridimensional, como nadie ha logrado nunca antes transmitir. 

Lo peor: Incurre en contradicciones en su planteamiento, pero ¿no es el ser humano una contradicción pura y dura? 

IMPRESCINDIBLE


Crítica: White God

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Que hay mucha gente que prefiere los animales a las personas es bien cierto, y no es una frase hecha, doy fe de ello. Existe tanta poca esperanza en el ser humano y en su inteligencia, que la falta de ella y el instinto como supervivencia, en ocasiones se convierte en la mejor elección para seleccionar un compañero de viaje. Entiendo que de la nobleza animal se han escrito ríos de tinta, pero es más valiosa una sola imagen de un perro ante su dueño que mil palabras, para entender que el compromiso que adquiere este animal con su cuidador, trasciende todo tipo de entendimiento humano.
A mi me gustan los animales, pero aún sigo prefiriendo a las personas, pues soy una soñadora y estoy bastante convencida de la bondad natural del hombre (aunque a veces ya no sé ni lo que pienso...), y creo que excepto algunos casos en los que la naturaleza trastorna al hombre desde su nacimiento, son las circunstancias las que conducen tu vida a la maldad o la integridad. La gran pregunta es , ¿es el hombre malo o bueno por naturaleza? ¿es nuestra capacidad de elección la que nos hace buenos o malos? ¿hay perros malos por naturaleza o son sus dueños o la falta de cariño lo que les empuja, a veces, a comportarse de manera peligrosa? Me temo que yo no tengo respuesta, así que espero que vosotros sí, o al menos saquéis conclusiones acertadas. 

El Dios blanco nos habla de ello, y lo hace el blanco porque el húngaro Kornél Mundruczó nos muestra que es él quien tiene la sartén por el mango, porque es él quien decide la clase de perro que es sostenible en su mundo, porque en "White God" ("Fehér isten"), la metáfora social es constante y la equivalencia perro-persona es toda una declaración de intenciones y sobre el yugo de ambos, el dios blanco decide. Los perros y los humanos, el bien y el mal, la violencia y la pasividad, la amenaza y el castigo, el que manda y el que obedece, el dios y el que no tiene dios. 

Lo que esta película nos cuenta, es la historia paralela de Lili (Zsófia Psotta) y su perro Hagen (Body/Luke). Historia que comienza cuando se ven obligados a separarse gracias a la mezquindad de un padre ausente que no sabe tratar a los perros y mucho menos a las personas. Los roles entre unos y otros comienzan rápidamente a diferenciarse en "White God", como podréis imaginar, así, la historia de la jovencísima y rebelde Lili transcurre en un mundo y la tortuosa historia de Hagen por otro, ambos con un nexo común: la soledad y la necesidad del otro. Así, cada uno de ellos se enfrenta a cada circunstancia que le toca de una manera y sobrevive como puede, como entiende que lo tiene que hacer, de la manera en la que se sufra menos, porque hablamos de un sufrimiento palpable en cada mirada de Hagen y de Lili, porque en los silencios de Lili es Hagen quien ladra, en un desesperado intento de alcanzar una felicidad efímera. 

Está claro que la primera impresión de "White God", es la de servir de alimento con proteínas extra a la convicción de una sociedad injusta, cruel, insolidaria, cafre y despiadada, donde los perros no son sólo canes, sino que reflejan el estrato más bajo de esa sociedad nauseabunda, donde aquellos que no son de raza deben estar apartados y aquellos por los que se paga una tasa son permitidos como animales de compañía. En ese aspecto, la comparación perro-humano es más que acertada y visible. 

"White God" toca diferentes palos, y lo más curioso, lo más impactante y lo más maravillosos para mi, ha sido ver la espectacular interpretación de los perros, ver cómo experimentamos el drama, la venganza, el terror, la desesperación, la alegría, la confusión y el poder a través de la mirada, de los movimientos y de las reacciones de los perros, en especial de Hagen y su acompañante eventual, a quien llamaré "Barbitas". Podemos decir así, que pasamos por el survival canino, el torture porn canino, el drama canino y el horror canino. "White god" nos lo da todo, e insisto en lo impresionante de esta estampa. Mientras, los personajes humanos, en su mayoría villanos, pasan a un segundo plano, quedan relegados a un puesto mediocre y pierden toda la importancia en el relato, más allá del odio provocado, los perros se hacen fuertes en las interpretaciones, en los planos y en la historia. 

En "White God" todo es frío, cada reacción, la elección de la banda sonora, la capucha en la cabeza, la mirada de Hagen cuando renace en un mundo lleno de maldad, las miradas que Lili le dedica a su padre...todo frío, porque el frío cala en los huesos como una tormenta imparable y es ese frío el que calienta nuestro corazón de espectador, hasta el punto de retorcerlo para que prefieras convertirte en un perro callejero antes que en la persona que cierra la puerta de su casa rápidamente para no tener ningún tipo de cuenta con el mundo exterior. Esa frialdad, reflejo de una sociedad sin valores, sirve de escenario ideal para mostrar una guerra en la que el animal es la persona y la persona es el animal.

Considero que "White God" no es sólo una película destinada a los amantes de los perros, creo que también está muy dirigida a aquellos que no lo son, pues es una ocasión perfecta para experimentar una simbiosis única perro-persona, en una escena final de poner los pelos de punta por su belleza, por su poética, por su fuerza y por su elegancia. Una de esas escenas del cine que perdurarán para siempre en nuestra memoria. No es de extrañar la cantidad de nominaciones a premios en festivales de relevancia que ha tenido esta película. No es de extrañar que se alzara con el premio a mejor película de Cannes (en su sección Un certain regard). No es de extrañar que haya gente que crea que sobran películas en las que el hombre es el necio y el perro el noble, pero esa gente probablemente no ha visto a través de los ojos llenos poder de Hagen. No es de extrañar que creas que "White God" es la película más cruel que has visto en mucho tiempo. No es de extrañar que las correas aprieten demasiado al terminar la película. 

Que hay mucha gente que prefiere los animales a las personas es bien cierto, y no es una frase hecha, es un dios blanco que camina a cuatro patas.


Crítica: The Ganzfeld Haunting

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A veces las leyes de la genética son unas cabronas... El bromista de Mendel nos daba un conjunto de reglas básicas sobre la transmisión por herencia de las características de los organismos padres a sus hijos que hoy constituyen el fundamento de la genética. Uno, puesto a pensar, diría: Bruce Willis, un caramelito en Luz de Luna, vale, con tendencia a una sexy alopecia, pero un buenorro al fín y al cabo y Demi Moore, la eterna sosa mona, que ahora va de trufajovencitos, engendran una moza... Mmmm... Debería ser una tía buena a todas luces...”, y va y les sale Rumer Willis, que sí, Mendel, tiene un cuerpo caballuno y una cara como la de Mr. Potato con lo peor de cada progenitor... Una putada....

El experimento de Ganzfeld es un patético, aburrido y ridículo thriller sobrenatural del director Michael Oblowitz (The Breed), con guión propio y de Theodore E. Gildred III y Caroline Riley. que supone el enésimo intento de la hijita caballuna de Bruce y Demi, por triunfar en una peli de pretendido terror adolescente. Junto a la susodicha, feuna y sobreactuadísima “actriz” (que aquí se ha hecho una lipoescultura que ni la de la Campa y está de infarto si no la miras de cerca) la cinta está protagonizada por Ryan Donowho (Altitude), Billy Zane y Dominic Purcell. 

La peli nos muestra a cuatro estudiantes de psicología-súper creíbles todos- que se proponen realizar un trabajo de fín de semestre para sacar notaza y experimentan la percepción extrasensorial. Por si la peli no tenía un buen tirón, el dire nos mete infinitas escenas en las que los niñatos se ponen ciegos de drogas duras y sexo a pelo, muy psicológico para después colarnos el rollo sobrenatural, mucho menos interesante. 

Es entonces, cuando un asesino despiadado y sangriento acecha a este cuarteto y cualquier medio fan del terror se huele la tostada matutina y sabe de sobra cómo termina esto. 

La fecha de lanzamiento para la peli aún no ha sido confirmada, pero ojo, en España, ya tiene distribuidora... Manda cojones.... 

El Experimento Ganzfeld (del alemán «campo homogeneizado»), consiste en el uso de una técnica empleada en el campo de la parapsicología para probar la percepción extrasensorial. Se utiliza una estimulación sensorial parcial para producir un efecto similar al aislamiento sensorial, que genera impresiones en el interior del individuo. 

En la década de 1930, Wolfang Metzger elaboró esta técnica como parte de su investigación en la Teoría Gestáltica. 

En un experimento ganzfeld habitual, el receptor permanece en una habitación, relajado y sentado en una silla reclinable. Se le coloca sobre cada ojo media pelota de ping-pong y unos auriculares por los que se emite una especie de ruido blanco. El receptor está en un leve estado de aislamiento sensorial durante media hora. En este tiempo, el emisor observa estímulos elegidos al azar e intenta enviar dicha información mentalmente al receptor. Por otra parte, el receptor habla en voz alta durante estos treinta minutos, describiendo lo que es capaz de ver. El investigador lo graba en una cinta o lo transcribe en papel, y dicha grabación o transcripción se utiliza para ayudar al receptor durante el criterio de decisión. En el procedimiento de decisión se saca al receptor del estado ganzfled y se le ofrece una serie de posibles estímulos, de los que debe decidir cuál es más parecido a las imágenes que ha presenciado. 

A día de hoy es un experimento descartado de cualquier terapia o prueba parapsicológica por constituir un fraude clarísimo basado en el fallo-acierto y en el que el acierto se cuantifica más que el error. En la peli las cosas son un poco más raras y “paranormales”... 

Bueno, volvamos a lo que ha sido considerado un “sexy thriller paranormal”. 

Como decíamos, los cuatro estudiantes, se ponen tibios de coca, vinorro y sexo drogados, con lo cual sus percepciones serían bastante tontas, pero lejos de eso, empiezan a experimentar visiones de una niña (hermana de la prota), muerta hace años, tachán tachán, por el padre de uno de los cuatro. Argumento incoherente, efectos especiales absurdos, interpretaciones de todo el reparto, compuesto por la consabida Rumer Willis ( Sorority Row) , Toby Hemingway ( Cisne Negro ) , Taylor Cole ("The Violent Kind") y Ryan Donowho ( Cabin Fever : Patient Zero ) estrellas junto a actores veteranos Holt McCallany ( Fight Club ) y Dominic Purcell ( "Prison Break " ) propias de chimpancés del circo Royal y un final precipitado y confuso, hacen de ésta, uno de los truños post navideños que uno se traga como el turrón abandonado estratégicamente por toda la casa a ver si pica alguien. 

Y picarán, se lo aseguro, porque el tráiler está bien montado y parece ofrecer mucho más de lo que es. 

Lo mejor: El cuerpazo de la Willis, por fín. Las escenas leves calienta heteros y poco más. 

Lo peor: El director no sabía qué contarnos, así que nos coló todo el zorrunrío previo para ir calentando motores y que el espectador al menos viera carne de primera, si bien las actuaciones son de tercera, de teatrillo barato. El argumento es infumable y se hace eterno. El director quiere ir de modernillo y se queda como muy, muy cateto. 

Recomendable a fans de la Willis y su precioso culazo.



Crítica: La Horca

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En 1993, en el pequeño auditorio de la escuela preparatoria Instituto Beatrice, Nebraska, un grupo de estudiantes representan una obra de teatro titulada “The Gallows”(La horca).

Los entusiastas padres de Charlie Grimille, uno de los actores, graban con su cámara casera la escena en la que actúa su hijo, que al final de la obra, tras ser condenado a la horca, debe ser ejecutado. Pero, ay, por Dios, por avatares del atrezzo la puertecilla de madera bajo los pies de Charlie se abre por error y él se retuerce muriendo en directo, en lo que muchos creerían la mejor de las interpretaciones.

Dos décadas después, la joven y odioseja estudiante perfecta Pfeifer (Pfeifer Brown) tiene la brillante idea, sin criterio, respeto ni cabeza, de pasar del mal rollaco que supone montar la misma obra de teatro como homenaje a Charlie, pero bueno,asi son estos yankis de hormonas sin neuronas... En la obra, el papel de Charlie lo interpretará su novio, el mazas Reese (Reese Mishler), que además de vergonzoso es bastante malo en el escenario. 

Entonces, su mejor amigo, un violento, estúpido y cargante abusador, Ryan(Ryan Shoos), tiene la idea de colarse en el colegio y destrozar vandálicamente el escenario la noche antes de la presentación, ayudados por Cassidy, su novia, casi tan odiosa como él. 

Con este planteamiento bastante regulero, muy inspirado en la brillante Carrie de dePalma, y que es alargado y forzado al máximo,sin lógica alguna, y lo que es peor, sin la más mínima tensión, ni un susto decente que haga que el precio de la entrada merezca la pena, “La soga” no es más que un pésimo ejemplo de found footage pesetero, que hace mal uso y aprovechamiento de cámaras y situaciones con una estética totalmente plana, chusca y cateta, y una narrativa absurda y cansina.

Tengo que reconocer que en un principio era un fiero detractor manifiesto del subgénero cámara en mano. Ya “Holocausto caníbal”, que yo consideraría el primero de ellos filmado con tal intención, porque los super 8 de Austzwich son muy fuertes, vídeos en los que se interpretaban matanzas para mostrar al führer,me pareció un bodriete, y la peli que resucitó, energetizó y volvió a poner en boga el metraje encontrado y que en esta crítica no nombraré para no ofender a defensores a ultranza de Blair,ejem,me parece una tomadura de pelo de las gordas. 

Sin embargo hubo una época en la que me encargué de ver todos los ff que iban saliendo, y pese a que la mayoría eran zurrapa fílmica, me fui aficionando y descubrí mi absoluta devoción por su frescura, su traspaso de realidad, su puntito verité y su capacidad, si está medianamente bien hecho, para provocar terror y además, del bueno. 

No es desde luego este el caso, y a la vista del panoramita que se nos avecina (he visto ya,en calidad de heredero de Satán cuatro de los que se estrenan en los dos próximos meses) parece que el recurso narrativo, explotado hasta la saciedad pero no siempre correctamente,se agota, y o bien surgen ideas y puestas en escena imaginativas o esta sucesión de mierda diarréica de la mala se llevará por delante el generillo para siempre, para desgracia de fans como el que esto escribe. 

Bien alejado de experimentos estupendos como por ejemplo, me vienen a la mente Afflicted, Wer, The Den, Amber Alert, Cloverfield... cada uno en un palo distinto, con más o menos pelas y postpro, donde el extraordinario y novedoso uso del fuera de campo, la ruptura absoluta de la cuarta pared y el terror que supone no saber hasta qué punto lo que se está viendo es cierto, La horca es otra peli cutre, de pésimo gusto, escaso presupuesto, carente de guión, y cargada de terribles interpretaciones que no merece siquiera su estreno en carteleras, pero como más vale caer en gracia que ser gracioso, lo tendrá, para disgusto mio y de todos o casi todos los amantes del terror que paguen su entrada para verla. 

Claramente dirigida a un sector muy definido y como peli de verano sólo disfrutable por adolescentes ignorantes de todos los vericuetos del subgénero y de la narrativa fílmica en general, la peli adolece de chispa y muestra demasiado pronto sus torpes cartas en un rutinario ejemplillo menor de metraje encontrado carente de todo interés. 

Con un clarísimo microbudget, esto es, un aprovechamiento absoluto de los cuatro duros con los que contaban los novatos Chris Lofing y Travis Cluff, al menos no se arruinarán, pero tampoco se tratará del taquillazo esperado que lance sus carreras como directores (“Low budget, Big profit”). Los estudios han adquirido el bodriete y nos quieren colar un truño como mi puño, a lo Fisting. 

"La horca" comenzó como un pequeño proyecto de 15.000 dólares filmado en 2012. Blumhouse Productions (la franquicia de "Paranormal Activity" e "Insidious", entre otras) le dio una oportunidad dándoles un poco de pasta a los directores para enmendar la chapuza y asegurar su estreno. Y es entonces cuando el viejo truco de la campaña viral se despliega. 

Así, La Horca nos llega precedida de la campaña publicitaria viral que a todos hizo jugar “Charlie, Charlie” , como trampa dirigida al definido target de la cinta, con un montaje de 80 minutejos, con una escueta historia de fondo, por decir algo, con muy poca originalidad y mucho cliché. Y en un claro ejemplo de lo cinico del Hollywood de hoy y siempre: New Line compra este producto restaurado de bajo presupuesto con tufo pretencioso de cinta independiente, y la vende en verano, distribuida por Warner Bros. consciente del relax laxante de la cartelera en estos meses, y oh!cáguense, la película ha recaudado la nada desdeñable cifra de los 18 millones de euros hasta ahora en los EE.UU. y Canadá, a pesar de que la crítica especializada y la general la colocan entre las peores pelis de lo que llevamos de milenio y encuestas de audiencia de CinemaScore le cascan una calificación de C, la peor puntuación posible. 

Vamos, que no convence ni a público ni a crítica pero vende lo suficiente como para tapar agujeros de estudio... Una vergüenza. 

Pero es que esa vergüenza es reveladora de lo que está sucediendo en la industria del Cine, donde cada vez es más difícil diferenciar las masivas producciones de Hollywood, con los datos de Hong Kong o el mismo Bollywood. 

Masificación. Repetición. Abuso.Y falta de vergüenza, paradójicamente.

Pero volvamos a la “historia”: Tras la breve escena introductoria tomada del video casero de los padres de Charlie en el 93 y cuando éste muere estrangulado accidentalmente, se nos avisa en pantalla de que todo, absolutamente todo lo que se verá a continuación es verdadero y evidencia policial de un caso real. 

Y lo que se ve es cómo, veinte años después, un grupete de alumnos de la misma escuela decide volver a poner en escena la obra maldita instigados por la nerd, pese que alrededor de la obra se han tejido mitos fantasmales, y como os había contado, Ryan el HATER será el encargado de grabar TODO lo que suceda, vamos, un 90% de mierda para adolescentes, sin gracia ni tensión y un par de sustos que cantan ópera. 

El caso es que el tal Ryan es tan absolutamente insoportable que no es que no empatices con el,no, es que deseas que le arranquen dientes y uñas una a una ante la cámara y todo se vuelva gore y torture del bueno... Pero no, desgraciadamente la cosa sigue, con gracietas llenas de un humor muy a los albóndigas en remojo IV que sólo da ganas de que el fantasma del muchacho muerto sea de los chungos y vengativos y haga su parte en aquello de la mejora de la especie... 

Y es que el cumplimiento de esa premisa de que hay que grabarlo todo, afecta a la propia narrativa, resta interés y desubica constantemente, esquivando la lógica, la tensión y el buen gusto en todo momento. 

Asi, la única escusa posible para tal patraña, que es su idea de origen natural, ojo, no pluralizo, se diluye a los pocos minutos y conforme la peli avanza, por supuesto en la oscuridad, porque como buenos Guiris Shore, los cuatro intrépidos se cuelan de noche en el instituto, quedando atrapados y despertando al espíritu del tal Charlie, se vuelve insoportable,aburrida, burda y paletuza hasta la saciedad, por mucho que los responsables de fotografía (ejem, Edd Lukas, que comparte con George sólo apellido) intenten generar tensión con apenas un poco de luz de fondo y pegando la cámara a los rostros de los personajes histéricos,(se echa de menos un moco colgando) sólo logran reflejar una película fallida, carente de atmósferas y que en sus apenas 80 minutos se torna interminable y cansina. 

Eso en cuanto al apartado fotografía, porque el sonoro es más de lo mismo, abusando de levantar el volumen para hacer que saltes en la butaca regando con cocacola al de atrás y que te peque una paliza que al menos parezca algo real, porque eso sí, ni un susto decente, y con un final absurdo, mas que ridiculo donde una de los aterrados estudiantes resulta ser...(((SPOILER)))...Tachán: hija del fantasma... Vamos, muy del Almodóvar de los 80, pero en aburrido. Ah, para rematar el spoiler, todos los demás la palman... 

Entre el repertorio de tópicos yankis tenemos a la estrella de fútbol del instituto, el “wenorro” (pseeee) de Reese (Reese Mishler), que se encargará de hacer el papel que interpretaba el muerto en la obra por caprichito de su novia, la típica americanita medio lerda que lee a Kant y el Superpop por turnos, Pfeifer (Pfeifer Brown), en una relación a lo Glee, atleta-nerd. También tenemos como ya hemos visto al repelente y odioso hasta el final Ryan, encargado de grabarlo todo y con el don de la ubicuidad. 

El caso es que Reese, como hemos visto, se muere de vergüenza porque sabe que es muy mal actor (en la vida real también), y se deja convencer por Ryan para colarse en el insti y destrozar el escenario antes de la noche del estreno. Así, acompañados por una animadora (no podía faltar) que va de muy tetona y se queda en medio pluff, se cuelan de noche en el tenebroso instituto. 

El primero de los problemillas surge cuando se encuentran con Pfeifer, allí, toda cabreada. Pero, desgraciadamente para ellos y para nosotros, ese va a ser el menor de los problemas de la cuquipandi, porque, en mitad de la noche, encerrados, con los teléfonos sin cobertura (¿algún cliché más?...Sí, todos, se lo aseguro), parece que la presencia del fallecido Charlie va a manifestarse de un momento a otro, desde que misteriosamente aparece la soga de utillería con la que murió...Chanchán... Toma tensión! 

A partir de aquí todo son como dije, ruidos fuertes, subidas de volumen, pasillos estrechos y oscuros, puertas de armario que se abren solas, vamos, la anti atmósfera que cualquier amante del género podía esperar/desear. 

Eso importaría mucho menos si contase con un guión decente, pero los cuatro personajes principales son tan absolutamente planos que incluso se ven escuálidos en las poco exigentes normas del género, de por ejemplo Uwe Boll... 

El primer acto se hace eterno, aburridíiiiiisimo, dolorosamente prolongado con un tufillo indie que da asquete, para acabar con un toque culminante que lejos de resolver la movida, plantea más preguntas que respuestas, en un torpe clímax que se desarrolla en un solo plano detrás de la acción hasta que para cagar lo único medianamente interesante (por decir algo) se introduce una segunda cámara en steady. Grrrrr!!!! 

Nos encontramos pues ante la enésima película de terror basada en el recurso narrativo de contar la trama (cofcof) a partir del material registrado por los propios actores con sus propias cámaras, pero reproduciendo todos los clichés bastardos del peor cine de de terror, sin absolutamente nada nuevo, ni desde lo narrativo ni desde lo estético, que llame la atención ni que trate de representar una especie de reescritura interesante de lo mil veces visto, y por supuesto, mejor, al estar La horca llena de lugares comunes, tetámenes escotados innecesarios, volúmenes que suben y bajan, sustos baratos, personajes llenos de clichés y mal trazados, así como de un elenco olvidable y sobreactuado, por lo que sin duda es una potencial candidata a entrar en lo peor del año, sin ser lo peor, ojo. 

Como curiosidad, el uso de los nombres reales de los actores puede estar destinado a añadir realidad a la sensación, cosa que salvo a sus familiares y 200 amigos del FB, pasará inadvertido. 

Otra de las curiosidades del film es el que podría ser el único susto medio efectivo de la película, que ya han explotado todos los tráilers y materiales de promoción de la peli, y que es una descarada y para nada homenajeadora imitación de una de las famosas escenas de una peli que me encanta, “El hombre que mató a Liberty Valance”, que ya plagió, pero como maestro y Dios del cine John Carpenter en Halloween y mi debilidad, dePalma en “Vestida para matar”, pero bueno... 

La horca le debe mucho a esas películas de terror ochenteras, y cuenta hasta con un malvado que se presenta como un verdugo enmascarado. 

Realmente el mayor acierto de la peli es tratar de ofrecernos una mezcla de terror paranormal y slasher puro y duro, que, si no es lo que se dice exactamente original, no es de lo que más hemos visto, y tan fabulosamente resolvió “Una cabaña en el bosque”, pero eso es como comparar “El padrino” con “Aquí llega Condemor”. 

Y es que hay defectos IMPERDONABLES a estas alturas: todo se graba desde el punto de vista de la cámara del odioso, pero amigos hay otra cámara, etérea, definida, que no tenemos ni idea de quién maneja, pero a los directores les viene de perlas para contarnos todo aquello que no capta la cámara de Ryan. Si acudimos al found footage como medio de expresión no podemos caer en el error de meter música (en este caso además, una mierda firmada por Zach Lemmon), ni a los sonidos pregrabados que cantan falsísimo, como no se puede reforzar la iluminación para hacer más nítido lo que cubre la oscuridad. 

Y si lo hacemos, luego no podemos quejarnos de que nos den como nota PUTAMIERDA. 

Es una pena que no hayan sabido explotar el material escalofriante con el que contaban en principio, ese primer acto en el que unos padres captan la imagen de la muerte de su hijo en la obra de teatro y hayan diluído ese escalofrío en el más cutre de los found footages, a través de pasillos oscuros, gritos y lamentos y malas, muy malas interpretaciones. 

Aún así, no desistan, amigos. Hay una gran caterva de ingeniosos directores llenos de ideas fantásticas que plasmar usando el found footage, el mockumentary, el falso documental. No lo duden.

Vienen cosas aterradoramente malas, es verdad, pero también, cosas espectacularmente buenas.


Crítica: White Settlers

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Juguemos a un juego. Yo hago una pregunta y tú adivinas que es lo que ocurrirá a continuación. Sí, es una chorrada, pero tiene relación con el alegato que voy hacer de la película. Así es que haciendo mía aquella mítica frase de aquel no menos popular concurso televisivo: “Atención, pregunta: Tenemos a un matrimonio joven que se compra una casa en medio de la Escocia rural tras abandonar Londres. Esa misma noche tras la mudanza comenzarán a oír ruidos en la casa… ¿a qué se deberán estos sonidos?
Venga tenéis diez segunditos para responder por si hay alguno que no ha comprendido mi pregunta. La intención, es otra cosa. 

Estoy seguro sin miedo a pecar de prepotente que muchos habréis contestado –si alguno fuese sincero y sobre todo generoso me lo podría corroborar abajo en los comentarios…- que se deben a espíritus desatados. Total, el 90% de las producciones de este género con ese planteamiento responden a películas de fantasmas. Pues no, “White Settlers” es mucho más terrenal, y los visitantes son más humanos y creíbles de lo que cabría pensar. Aunque claro, lo de “Basado en hechos reales” del inicio de la película también ayudaba a este respecto… 

Dicho esto no podemos engañar a nadie. El film dirigido por el semi-desconocido Simeon Halligan deambula peligrosamente entre la frontera del thriller y del terror ya que, aunque angustiosa, no deja de ser una película de asaltos domiciliarios con su consecuente juego de escondites y correrías diversas. No obstante, como he dicho, si bien elementos puros de género no dispone a priori, sí que llega a transmitir la inquietud natural de estos casos teniendo otras particularidades que llegan hacer atractiva –o al menos en mi caso- la producción. 

Para empezar, y quizás por ser el concepto más importante de la misma aunque no lo parezca, la carga crítica que contiene. Me explico. 

Los protagonistas son una pareja de jóvenes –o ya no tanto- que dejan la ciudad para vivir en el campo. No nos justifican la razón de ese cambio ni a lo que se dedicaban ni tampoco a lo que se dedicarán. Hablan de unas granjas, pero tampoco sabemos si lo que quieren es construir un hotelito rural de estos que tanto se llevan ahora. Lo que sí que nos señalan sin ningún tipo de pudor son los prejuicios hacia los escoceses, prejuicios que se exceden hasta incluso cruzar la línea del chiste fácil. Los españoles –ya no digo los mismos británicos- conocerán muy bien esta situación viviendo como estamos un proceso pre-separatista/pre-independencia por parte de Catalunya. ¿O es que es la primera vez que hemos oído una chanza sobre los catalanes medio en broma, medio en serio? O al revés, los catalanes sobre los españoles. En Reino Unido, teniendo caliente el referéndum escocés –la producción fue estrenada semanas antes del mismo- no es extraño encontrarse con este debate/polémica a diario. 

Por otro lado, ya más superficial, “White Settlers” hace los honores al bello paisaje escocés aunque desde una perspectiva menos de “Highlander” y más de pastos y bosques. La fotografía del film, sin ser protagonista, es una de sus bazas más importantes. Contrariamente, y a pesar de que la dirección de Halligan sea uno de los factores que consiguen que una película tan pequeña como esta llegue a encajar por encima de sus posibilidades, su manejo de la cámara al inicio no la destacaría. Hay escenas en las que acaba las tomas con la cámara en movimiento hacia ningún sitio, y eso puede descolocar al espectador. 

Y ya que hemos sacado a relucir el tema de su presupuesto… Que nadie se espere un slasher: sangre hay poquita, eso sí, con una comedida ración de violencia, pero que quede claro que esto no es ningún espectáculo de ‘cuchillás’ y destripes. 

Para acabar, a pesar de que su desenlace es un poco… desconcertante, yo particularmente lo aplaudo; por un lado porque –no lo puedo decir sin destriparlo así es que ya lo veréis-, y por otro porque provoca no solo el debate sino la curiosidad incitando a que los más inquietos indaguen sobre el caso.

Resumiendo, “White Settlers” es un thriller competente que sin traer una historia o puesta en escena original, sí que contiene un trasfondo interesante. Entretiene y da que pensar.


El regreso de Jason; Nueva dosis de Vicious brothers, Tenemos "Scream" para rato y más...

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Ya tenemos guionista para la nueva entrega de “Viernes 13” 

Al parecer la producción de la nueva entrega de la saga “Viernes 13” se ha puesto en marcha. Esta semana el guionista Nick Antosca ha confirmado en su cuenta de Twitter que se encuentra trabajando en el primer borrador de la nueva entrega protagonizada por nuestro amigo Jason. Antosa es un viejo conocido de los amantes del género ya que se ha encargado del guion de varios capítulos la maravillosa serie “Hannibal” y también es el guionista de la entretenida “The Cottage”.

Por ahora poco sabemos de este proyecto más allá de que David Bruckner (“The Signal”) se pondrá tras cámaras y la película se ambientara en los años 80 desmarcándose así por completo del remake dirigido en 2009 por Marcus Nispel. Los aficionados al slasher tendremos que esperar todavía hasta el verano de 2016 para poder disfrutar de la nueva entrega de la longeva saga. 

The Vicious Brothers vuelven a la carga 

Colin Minihan y Stuart Ortiz, a los que seguramente conozcáis por su nombre artístico The Vicious Brothers, se encargarán de dirigir “Temple” su nueva película en la que adaptaran el popular libro japonés de Eiji Otsuka en el que se analizan las diferentes historias existentes sobre los fantasmas que rodean a varios templos de Japón. 

Si algo llama la atención de este proyecto es que el guion de la cinta correrá a cargo de Simon Barrett escritor de las maravillosas “Tu Eres El Siguiente” y “The Guest”. La película se rodara en Japón este año de cara a estrenarse en el segundo semestre del año próximo. 

Tras las más que interesantes “Grave Encounters” y “Extraterrestrial” está claro que este nuevo proyecto de The Vicious Brothers es uno de los más esperados de cara al próximo año. 

Se prepara un nuevo remake para “Nosferatu” 

La productora Studio 8 ha anunciado esta semana que ha puesto en marcha una nueva revisión del clásico de Bram Stoker que tomará como base el clásico de F.W. Murnau “Nosferatu”. Al frente de este proyecto se encuentra Robert Egger que será el encargado de escribir el guion y dirigir la cinta.

Egger es conocido por ser el director de “The Witch” la película sobre brujería que triunfo este año en Sundance y que promete ser uno de los proyectos más interesantes de este 2015. 

La adaptación de “Five Nights At Freddy´s” encuentra director 

Tras encargarse del remake de “Poltergeist” el director Gil Kenan será el encargado de llevar a la gran pantalla el famoso videojuego “Five Nights At Freddy´s”. 

La película contará con la producción de Seth Grahame-Smith, quien aún tienen pendiente de estreno “Orgullo, Prejuicio y Zombies”, David Katzenberg y Roy Lee, productores de remakes de cintas asiáticas como “The Eye” o “The Ring”. 

Al parecer el creador Scott Cawthon también está involucrado en la adaptación de este videojuego en el que un guarda de seguridad tiene que enfrentarse a un grupo de muñecos animatrónicos que despiertan con sed de sangre en medio de la noche. 

La serie “Scream” renueva para una segunda temporada en MTV 

La serie basada en la película “Scream”, que a un servidor ha logrado callar la boca con sus cinco primeros episodios, ha sido renovada por la cadena musical estadounidense MTV. 

La noticia se ha confirmado de manera oficial esta semana durante una conferencia en la que estaban presentes los productores de la misma. El principal motivo de la renovación según ha confirmado la vicepresidenta de la MTV Mina Lefve es los buenos datos de audiencia cosechados por sus cuatro primeros episodios. 

Tras confirmarse que, al menos por el momento, no se llevara a cabo “Scream 5” los fans de Ghostface tendremos que conformarnos con disfrutar de él en la pequeña pantalla. 

Se confirma el reboot masculino de “Los Cazafantasmas” 

En pleno proceso de rodaje del nuevo reboot femenino de “Los Cazafantasmas” al frente del cual se encuentra Paul Feig (“Espias”) el guionista de “Iron Man 3” Drew Pearce ha confirmado esta semana que se ha encargado de elaborar el primer borrador de una nueva versión masculina del equipo que al menos por el momento será totalmente independiente a la historia de sus homólogas femeninas. 

El proyecto está a la espera de obtener el visto bueno de Sony y según palabras del propio guionista la idea sería contar con actores de la talla de Channing Tatum y Chris Pratt al frente del reparto.

Crítica: Harlequin (Dark Forces)

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Miguel Casanova en su reciente y notable cortometraje “Milshake Express” analiza la corrupción política y la utilización de las personas para alcanzar ciertas metas. Individuos, candidatos que no dejan de ser meros títeres en manos poderosas. Todo vale. Todo el mundo es prescindible una vez que se la ha sacado provecho.

Y en ciertas circunstancias todos podemos ser un comodín, el problema viene cuando nos damos cuenta de que se nos esta utilizando y nos planteamos cual es nuestra situación dentro de todo este circo, ¿Seguimos la corriente para de alguna manera poder aprovecharnos o nos rebelamos? En 1980 el director australiano Simon Wincer presentó en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges la película “Harlequin” conocida también por “Dark Forces” o “Más allá de la reencarnación” y que se alzó con el premio al mejor guión, la mejor fotografía y el premio especial de la crítica. En ella Wincer ponía en imágenes una historia de corte fantástico protagonizada por Robert Powell (“Tommy”, “El superviviente”), David Hemmings (“Blow-up”, “Rojo Oscuro”) y Carmen Duncan (“El imperio de la muerte”, “Touch and go”) que abordaba el oscuro mundo de la política en unos términos parecidos a como por momentos lo hace Casanova en su cortometraje aunque el segundo desde un punto mas realista dejando de lado toda la carga fantástica. 

Tras la desaparición del vicegobernador Eli Steele en un extraño accidente en el mar y la larga hospitalización del gobernador Connors, el senador Nick Rast se postula como el favorito a sustituir al primero. Cuando un extraño cure a su hijo de la leucemia que este padece y sea acogido como uno mas en la familia Rast, las dudas acerca de cuales son las verdaderas intenciones de tan extraño personaje iran creciendo en el entorno de Rast conforme la posibilidad de que este se convierta en vicegobernador vaya ganado peso. 

El guión escrito por Everett De Roche no deja de ser una especie de actualización de la historia de Rasputín y aunque aquí no esta la familia del Zar Nicolás II estamos ante un senador apunto de dar un gran salto en su carrera política (De hecho el nombre del mítico monje loco era Grigori y Wolf, esa extraña presencia que perturbará a la familia Rast y a sus allegados, se también llama Gregory. Tampoco debemos pasar por alto que Rasputín ejerció una gran influencia sobre el Zar Nicolás II y Wolf sobre Nick Rast, personajes que en ambos casos también comparten nombre. Por momentos podemos creer que Wolf es como el visitante de “Teorema” de Pasolini que seducirá a toda la familia, aunque en “Harlequin” esta influencia parece reservada solo a las mujeres mientras que en la cinta de Pasolini el invitado interpretado por Terence Stamp seducirá tanto a hombres como mujeres).

Son claros los paralelismos existentes entre la vida de Rasputín y su relación con la familia del Zar con la historia de Gregory Wolf y los Rast. No solo la grave enfermedad de los hijos de Nicolás II y Nick Rast sirve para que Wolf y Rasputín se acerquen a ellos si no que además curaran o harán creen que curan a sus hijos. En ambas historias la hipnosis juega un papel fundamental en la aparente sanación de los chicos, incluso Wolf llega a decir eso de: “estará bien si el quiere estar bien”. Son las mujeres de Nicolás II y Nick Rast las que mas notaran la influencia de Rasputín y Wolf respectivamente y es que no solo la curación de sus hijos (Ambos con enfermedades relacionadas con la sangre, en un caso hemofilia, en otro leucemia. Y si Rasputín curó al hijo del Zar con aspirinas parece que Wolf lo hace con Cortexiphan) afectará al juicio de estas si no que también la mirada, la presencia y la forma de hablar de ambos personajes será parte fundamental del poder que tanto Wolf como Rasputín ejercen sobre estas. 

Pero podemos estar tranquilos, Everertt de Roche construye un guión que funciona a varios niveles y no es necesario conocer en profundidad la vida de Rasputín para poder disfrutar de la película (Y ni si quiera conocer el paralelismo existente entre ambas historias). Las intrigas políticas, el uso de las personas para la consecución de ciertos intereses y el misterio acerca de los intereses de los individuos que rodean a la familia Rast (y no solo en lo que a Wolf concierne) hacen de esta una cinta realmente interesante y cuyo visionado merece la pena. 

Wincer presenta a ese extraño personaje de nombre Gregory Wolfe gracias a una fiesta de cumpleaños que nada tiene que envidiar a la tétrica fiesta de Damien Thorn en “La Profecía” (“The Omen”). Aunque esta no acaba de forma tan impactante como lo hacía la de la cinta de Richard Donner, la presencia de Wolf (Robert Powell) vestido de payaso (Sin parentesco familiar conocido con Pennywise que sepamos) y que realiza juegos de mímica lo convierte a este en algo realmente perturbador, algo radicalmente alejado de lo que muchos consideraríamos adecuado para una fiesta infantil y mas si el homenajeado padece una grave enfermedad. El director es capaz de dotar a su cinta de una extraña y fascinante atmósfera que hace que el espectador no se plantee la lógica y la coherencia de ciertas escenas sobre todo durante la primera parte de la película y muy especialmente en la forma en la que Wolfe acaba contactando con la familia Rast. No solo por el hecho de esa extraña fiesta de cumpleaños si no por esa aparición en el cuarto del hijo de los Rast que parece que será copiada 6 años después por Jim Henson para su “Laberinto” en el momento en el que Rey de los Goblins (David Bowie) entra en casa de Sarah para llevarse a su hermano pequeño. 

En ambos casos esta presencias espectrales que parecen venidas de otro mundo surgirán de la nada para atender las suplicas de las protagonistas (Si Sarah pedía que el rey de los goblins se llevara a su insoportable hermano porque no paraba de llorar, Sandra Rast no soporta ver como su marido y su hijo consideran que es necesario dejar de luchar contra la enfermedad de su hijo revelándose ante una decisión que ella considera del todo injusta). Por momentos parece que Wincer esta mas interesado en ubicar a Wolf dentro de la historia que en la coherencia inicial de esta ya que la forma de reaccionar de los protagonistas al ver entrar a un extraño en casa resulta del todo ilógica. (Y eso de que las respuestas a todas las preguntas que quedan en el aire es eso de “Brujería” o “Hipnosis” pues lo siento pero a mi no me sirve).

“Harlequin” es Wolf y Wolf es “Harlequin”. A pesar de que cinta de Wincer no ha envejecido bien tanto por el exceso de estética ochentena (La forma de vestir de Wolf en la escena de la cárcel resulta cuanto menos llamativa) como por unos efectos especiales que cantan demasiado (Aunque nuestro amor por este tipo de cine hace que muchos les encontremos encanto pero hay que reconocer que a gran parte del público puede llamarles la atención y no de forma positiva) y a pesar de que ciertas escenas no estar bien resueltas (Todo la parte de la historia que hace referencia a la sirvienta, el momento en el que Wolf coge al hijo del protagonista sobre las rocas ante un inoperante guardaespaldas y por desgracia y muy especialmente todo lo referente a ese clímax final de la película que no esta a la altura de lo esperado) o incluso ridículas (¿Realmente era necesario incidir en la idea y vestir a Wolfe como un arlequín?), nos sentimos hipnotizados por la historia que Wincer tiene entre manos y nos es imposible dejar de ver esta película. No es una obra maestra, no es una mala película, “Harlequin” es una obra con elementos suficientes para llamar la atención del espectador. 

Pero no todo es bueno en esta película y es que Wincer y De Roche se muestran por momentos demasiado obvios, demasiado centrados en la trama fantástica de la cinta lo que hace que la película pierda cierta fuerza ya que no explotan como sería necesario la idea de si estamos ante un seductor con una gran personalidad, don de gentes y una tremenda facilidad de palabra o si realmente estamos ante una persona con poderes. Y aunque parece que ciertas escenas apuntan o pueden apuntar a esta idea, jugar mas con esa ambigüedad hubiera hecho que esta cinta hubiera ganado enteros. El devenir de la trama hace que ciertas preguntas que tiene el espectador al principio de la película se diluyan pero no porque estas encuentren respuesta si no porque Wincer al igual que Wolf consigue que nuestro punto de vista se centre en otras cosas y nos olvidemos de ellas y esto es merito tanto del director como del escritor. 

“Harlequin” es una muy interesante cinta que mezcla el cine político con el fantástico y que se beneficia de tres grandes actores en los papeles protagonistas. A pesar de un clímax final que no esta a la altura de lo esperado y que por momentos resulta un tanto tosco, la cinta de Wincer es una película recomendable para todos aquellos que quieran acercarse a un tipo de cine que ya no se hace. Muy interesante y por momentos hipnótica.


Crítica: They Live

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Hoy despertamos con la triste noticia del fallecimiento de Roddy "El Gaitero" Piper, luchador de wrestling y actor muy vinculado al fantástico que sin duda será recordado por dar vida a John Nada, el mítico anti-heroe que protagonizó aquella fabulosa crítica social que fue el "They Live" de Carpenter. Desde Nido de Cuervos, realizamos nuestro particular homenaje a la figura de Piper, recuperando la crítica realizada en su día. Va por ti Roddy. R.I.P

Crisis. En estos días vivimos con la palabra crisis en la boca todo el rato, escuchamos la palabra crisis en cada frase: crisis económica, crisis existencial, crisis creativa, crisis sobre crisis, y después más crisis. ¿La culpa? ¿La inevitabilidad? ¿La solución? ¿La denuncia?. Hermanos cuervos, siento deciros que estamos cara a cara con la crisis más voraz a la que probablemente jamás nos enfrentemos, y vemos cómo nos escupe a la cara una y otra vez, y aquí viene lo mejor, no hacemos nada.
 
Como medio de defensa utilizamos la normalización, la costumbre. Intentamos pasar el trago soportando estoicamente las intrigas políticas, los vergonzosos y deleznables tráficos de influencias , los robos de nuestros dirigentes, los recortes que se hacen con cuchillo de cazador a la clase obrera y sobre todo, la incompetencia y la inmundicia que nos gobierna como si fuéramos ganado. Esa es nuestra defensa, el aguante, y lo hacemos porque si no has tenido la suerte de haber nacido con una estrellita en tus hermosas posaderas ,o unos papis que subvencionen todos tus pasos, en cuyo caso perseguir los sueños es algo muy fácil, tu destino es trabajar en algo que detestas (con la mejor de las suertes), para poder vivir entre los sueños que habitan en tu cabeza una vez que sales del trabajo. Y si quieres vivir y no sobrevivir, necesitas esos sueños como el aire que respiras, de ahí que normalicemos lo que no nos gusta, para deleitarnos con lo que queremos que sea realmente la realidad de nuestras vidas. 

Hoy vengo a abriros los ojos, porque estamos dormidos, porque no somos capaces de ver lo que sí fue capaz de ver Ray Nelson en 1963 en su historia corta " Eight o´clock in the morning", y más tarde, John Carpenter, en 1988, cuando nos puso a todos las gafas de ver con "They Live". Amigos, si Carpenter lo mostró, y sabemos que Carpenter pocas veces se equivoca, hay que hacerle caso. Vivimos en un mundo que oculta otro mundo aún más deplorable, donde obedecemos, no pensamos, compramos sin parar, hacemos caso de la autoridad sin cuestionar ni los actos más inverosímiles, no podemos despertar y ver que lo que nos rodea, el capitalismo más salvaje rige nuestra vida y nos ha dejado totalmente ciegos. 

En "They Live" se nos cuenta la historia de John Nada (interpretado por el luchador de Wrestling Roddy Piper) en su lucha por la supervivencia más básica: trabajar para poder comer, tener un techo donde pasar la noche y así empezar un nuevo día. John Nada, no tiene nada (los simbolismos de esta película aguardan en cada esquina), es un nómada hecho a sí mismo, un tipo duro de los de verdad. Y la historia empieza como si nada, con Nada como héroe solitario (de esos que tanto le gustan a Carpenter), empezando de nuevo en cualquier lugar a las afueras de la metrópolis, trabajando a destajo con sus manos por un puñado de dólares, que es el único dios que se conoce. Pese a su autonomía, pronto se junta con Frank (Keith David), en la más extraña amistad que esta mujer dormida que os escribe, haya visto jamás en pantalla. Ambos aparcan sus huesos después del trabajo en Justiceville, un barrio chabolista y totalmente insalubre, donde lo poco que hay se comparte. Obviamente Carpenter, que no da puntada sin hilo, maneja las nomenclaturas como nadie en "They Live", y el simbolismo con un sistema judicial destruído y podrido que ataca a los más desfavorecidos, es perceptible desde las primeras escenas de la película. 

Jonh Nada, que es un revolucionario, sin ser consciente de ello, se ve inmerso en una trama alienígena, que necesariamente tiene que ser descubierta y mostrada al resto de los humanos. Para ello, su mejor arma serán unas gafas de sol atemporales y unisex, que sientan bien a cualquier tipo de cara. Esas son las gafas de la realidad. Las gafas que muestran la verdadera naturaleza de una clase social superior y los mensajes ocultos en cada rincón de la cuidad, así como las indicaciones cifradas en cada objeto cotidiano. 

John, que sabe que el mundo tiene que pagarle todo el daño que le ha hecho, busca la venganza como sea, a la vista de todos. Como os dije, es un tipo duro de verdad, y si para abrir los ojos a su compañero Frank tienen que enzarzarse en la pelea más larga de la historia del cine, pues lo hace, si le tiran por una ventana y aún así confía en quien lo ha hecho, lo hace también, si insulta a la raza alienigena que gobierna el mundo bajo una apariencia de normalidad, cuando todos ellos le están denunciando a través de unos relojes especiales, pues lo hace y se queda tan ancho, que para eso es John Nada y es el que se va a cobrar todas las mentiras en las que ha vivido la raza humana desde la llegada de estos seres extraterrestres. 

Como es de esperar, existe una "resistencia" o facción revolucionaria que conoce las triquiñuelas de los alienigenas y las de sus seguidores, más cuestionables aún que los propios extraterrestres y sus mensajes de sumisión subliminales, ya que lo único que buscan es enriquecerse, por supuesto, a costa del más débil. Como la vida misma, vamos, nada que no escuchemos a diario en cada pase de los telediarios, y ¿qué podemos hacer al respecto si no tenemos las gafas que muestran la realidad? Pues seguir cenando, que al final es lo que hacemos y si se enfría la cena, da mucha rabia. 

John terminará encontrando a esta resistencia o viceversa. El caso es que son ellos los que le dan la pista sobre dónde hay que buscar para desenmascarar a esta odiosa raza que sólo busca el poder y la riqueza.Y ahí tenemos a Nada, que creían que aparte de nada, no era nadie, en una odisea en la que sólo un luchador de Wrestling podría salir airoso. La lucha no cesa, la verdad ha de ser evidenciada, el mundo necesita saber, incluso los que no quieren saber, deben ser obligados a contemplar, y John Carpenter crea una oda, una llamada a la atención, una denuncia de un sistema corrupto en el que no sólo se nos muestra lo que quieren que conozcamos, el resto, lo importante de verdad, se guarda debajo de la alfombra, hasta que venga algún Nada, o alguien que empiece a dar miedito a la clase política, para levantar la alfombra y , de paso, tirar de la manta todo lo que se pueda. 

"They Live" es una obra de ciencia ficción, aunque, en realidad, y teniendo en cuenta las palabras del propio Carpenter es una película de acción. Acción de serie B, donde hay mensaje, violencia, trama y alguna que otra sorpresa. ¿Sus pecados? Que sigue tirando de pinceladas de humor gamberro que, personalmente a mi no me gusta, que dibuja bien unos personajes y se desentiende de otros que también son claves para la película, y que te tiene que gustar el mensaje, o estás perdido ya que a veces se recrea demasiado en los círculos sobre los que camina. 

De los alienigenas, poco se sabe, y poco importa, ¿qué mas de de dónde vengan, o si han salido elegidos por mayoría absoluta? Lo importante es la manipulación, el resto paja con la que rellenar. Su aspecto, que podría haber sido más desagradable de haber contado con mayor presupuesto, lo dejamos en impactante, o al menos inolvidable, y eso ya es suficiente. 

Ahora ya sabéis, despertad!!!. Despertad y contad lo que habéis visto. Mientras tanto, yo sigo cenando.


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