KRUEGER NOS HABLA SOBRE LA NUEVA ADAPTACIÓN DE UNO DE LOS GRANDES REFERENTES ENTRE LOS VIDEOJUEGOS DE LUCHA
Los compases iniciales de la nueva adaptación del legendario videojuego de Midway nos hacen albergar esperanzas frente al resto de metraje: un soberbio prólogo (ambientado en el siglo XVI, que cumple la promesa de sangre a borbotones que tanto se han esforzado en publicar) y una correcta introducción del personaje protagonista. Tras el buen sabor de boca de ambas escenas, un encuentro, dentro del Mundo Exterior, entre Sub-Zero y Shang Tsung nos recuerda que estamos frente a un disparate de muy señor mío.
“Esa dualidad entre tomarse en serio y la soberana estupidez puede verse claramente también en el guion, que oscila entre la seriedad y el despropósito”
Suele ser complicado adaptar los códigos del videojuego a la pantalla cinematográfica; hay para todos los gustos y sinceramente considero que la antigua versión de “Mortal Kombat” (Paul W. S Anderson, 1995) era un entretenimiento más que digno, teniendo en cuenta además la época en la que se realizó, con aberraciones cercanas en tiempo como “Street Fighter, la última batalla” (Steven E. De Souza, 1994) o “Super Mario Bros” (Annabel Jankel, Rocky Morton, 1993). Era aquella primera versión una divertida cinta de artes marciales, con tapiz sobrenatural, que se esforzaba en ofrecer muchos personajes a los aficionados, y que, si te pillaba de infante, te volvía loco. Todo lo contrario que la espantosa “Mortal Kombat: Aniquilicación” (John R. Leonetti, 1997) y sus decorados de cartón piedra… por no hablar del devenir posterior de la franquicia, con entregas para televisión y series cada vez más bochornosas.
Con el objetivo de recuperar algo de dignidad para estas peleas mortales, James Wan decidió volver a un universo tan rico en mitología e intentar revivir el torneo para nuevas generaciones, a las que la entrega de 1995 les queda lejana, sin olvidar al fan de toda la vida. Manteniéndose como productor, Wan entrega los mandos de director al novel Simon McQuoid, al que hay que reconocer la claridad en la planificación de los combates (aunque habría que ver cuánto se debe agradecer a la segunda unidad) y una intención de otorgar seriedad al proyecto; aunque fracasé en el intento, algo que comentaremos más adelante.
“hemos venido por las hostias y tengo que reconocer que ahí la película sí cumple con creces: sin escatimar en sangre (pero no tanta, que no os engañen)”
Me opongo a citar el nombre de cualquiera de los actores americanos de la película, ya que es probable que no vuelva a verlos nunca, más allá de futuras secuelas; solamente indicar que el nivel es muy muy bajo (a lo que no ayudan las líneas de guion la verdad), con especial mención a las terribles interpretaciones de Jax o Sonya Blade. Algo más de salsa ofrece Kano, el personaje más cómico de la propuesta que, a pesar de resultar cargante, si tiene algún gag acertado. Más dignidad ofrecen actores como Joe Taslim o Hiroyuki Sanada.
Esa dualidad entre tomarse en serio y la soberana estupidez puede verse claramente también en el guion, que oscila entre la seriedad y el despropósito, sin decantarse en ningún momento por ninguna de las dos opciones. Existen escenas que pretenden transmitir solemnidad, para acto seguido meter una terrible secuencia con un Jax, que os aseguro que no va a llevarse ningún galardón por su labor, soltando chascarrillos dignos de estantería cochambrosa de videoclub. Esa oscilación, entre tomarse en serio y abrazar la despendolada serie B sin prejuicios, termina jugando en contra de una película que, cuando no abraza las escenas de acción, no sabe muy bien que hacer con ella misma. Es lo que tiene partir de un guion en el que el destino de la Tierra se decide por un torneo de combate entre luchadores de distintas dimensiones: pasote para videojuego y a ver como cojones pones esto en pantalla sin que parezca una risionada para cine.
“han rehecho el (mítico) tema original de la banda sonora y servidor salió del cine contoneando las caderas”
Sea como sea, no creo que nadie se acerque a una propuesta como “Mortal Kombat” (2021) buscando encontrar satisfacción en el guion o la interpretación: hemos venido por las hostias y tengo que reconocer que ahí la película sí cumple con creces: sin escatimar en sangre (pero no tanta, que no os engañen), las coreografías se esfuerzan en ser presentadas en distintos escenarios (ahora un taller, ahora un edificio congelado), ofreciendo variedad, y la planificación de las mismas es clara, sabiendo el espectador lo que ocurre en cada momento; aunque a última hora se les vaya la mano con las peleas de noche. Dudo mucho que cualquier aficionado al videojuego se sienta decepcionado con la recreación de los combates, la representación de los personajes (que no desvelare para sorpresa del fan) o la presencia de numerosos (y sangrientos) fatalities. Por muy forzadas que suenen en pantalla, el fan solo puede emocionarse al oír expresiones como Flawless Victory. En realidad, nos conformamos con muy poco.
La propuesta hubiera ganado enteros con un enfoque algo más macarra (el personaje de Kano representa esa visión), pero hay que reconocer que esta nueva “Mortal Kombat” termina siendo un producto de entretenimiento digno, algo que no era nada fácil. También aplaudo su decisión de mantener sangre en pantalla, siendo lo más fiel posible al videojuego (aunque os aseguro que es bastante más bestia que la película). Veremos por donde tiran las más que previsibles secuelas, pero por el momento como espectador (y como fan a muerte de los videojuegos) me doy por satisfecho. Además, han rehecho el (mítico) tema original de la banda sonora y servidor salió del cine contoneando las caderas, mientras intentaba realizar soberbios movimientos de lucha, que la edad (y la dignidad) no permiten.